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POR FAVOR ; NO A LOS
LECTORES FANTASMAS.

» capítulo uno. la noticia.



🎭










LOS TENUES rayos de la luna plateada bañan un cielo casi nocturno y cubierto de gruesas nubes, dejando una estela oscura y sin estrellas. Un panel tenebroso pero familiar.

La noche acaece con prisa y contemplar la caída de otro día largo y tedioso en la Isla de los Perdidos, es una de las actividades preferidas del joven Fox. Una de pocas, claro, porque en la Isla no hay mucho que pueda hacer; muchas veces se muere del aburrimiento, pero admite que sus amigos son de gran ayuda para distraerse de vez en cuando.

Suspirando gravemente mientras descruza sus brazos de detrás de su cuello, acostado en uno de los tejados malformados del barrio, toquetea el colgante con cabeza de cuervo que es un regalo de su padre. La luz lunar lo atraviesa y observa su pequeña forma, pensando en las mil maneras en las que puede enorgullecer a su único progenitor.

De repente le rugen las tripas y se le escapa una maldición. Es hora de regresar a casa, a ver si puede dormir un poco esa noche. Porque tiene insomnio, y eso le jode día tras día. Desciende de un salto de aquel tejado, bajando por una escalera de emergencia y escondiendo su colgante tras sus ropajes oscuras, comienza a correr hacia su hogar.

Pronto se dirige a una especie de chabola bien mantenida a pesar de muchos años, que lleva encima un cartel que dice: " EMPORIO VUDÚ ". El cual es decorado luciendo una curiosa calavera en el centro, siempre le ha gustado mirarla. Por supuesto, nadie suele acercarse tampoco a no ser de que sea con citas previas o por equivocación; suele ser esta última opción la más casual en los últimos días.

Se detiene con leves respiraciones frente a la única puerta de la entrada, que está decorada con tonalidades purpúreas. Además, ni tiene que sacar su llave personal para abrir la puerta porque la curiosa sombra de su padre sale por debajo y al momento se muestra delante suyo para revolverle el cabello. Sigue sin entender todavía como puede tocarlo —y al resto de la gente— pero piensa que es en parte porque forma parte de alguna especie de tercera dimensión, y que por esa razón la regla de no-magia en la Isla, no le afecta.

Eso sí, a pesar de todo, eso es lo único que tiene mágico su padre. Por lo demás, tiene la misma condición del resto de villanos de la Isla. Aunque sigue teniendo respeto por su viejo contacto con los del Más Allá. Tiempos oscuros y viejos, según lo que oye en los cuchicheos de las personas que hablan de su padre de vez en cuando.

Siempre se callan cuándo lo ven rondar cerca.

La sombra uniforme de su padre, parece de buen humor al abrirle la puerta. No hace ningún ruido pero aún así, su presencia está muy viva en su memoria desde que nació, y muchas veces lo considera más una figura cercana que su progenitor de carne y hueso. Y ha estado tanto tiempo a su cuidado, que conoce sus movimientos espasmódicos mejor que nadie; incluso más que su padre, puede apostar lo que sea a ello. Quizás se equivoque.

Fo pasa hacia el interior mientras la sombra lo empuja de su gabardina, agarra uno de sus bordes y es tirado desde su lado. Él se ríe, porque son esos pequeños detalles con aquella proyección astral que le hacen remover su corazón con un calor que no suele experimentar muy seguido. Entonces desaparece de la misma forma cuándo la sombra señala la proyección de la suya.

Sí, la que arrastra por su espalda y que no se mueve como la de su padre. Ambos siguen esperando que cobre vida, para que siga su ejemplo, pero encogiéndose de hombros deja de prestar atención a su sombra, para negar con la cabeza. Es imposible que siga los mismos pasos de su padre, no tiene poderes, no es nada en esta Isla más que el único hijo del gran brujo.

La sombra entonces se convierte en una graciosa flecha que señala más adelante, y a sabiendas de que quiere que se reúna con su padre, se tensa un poco por los hombros. Que su padre esté despierto a esas horas, que lo espere para hablar de cualquier cosa, le pone los pelos de punta.

Nunca es una buena señal.

En una mesa de caoba y algo rota por los bordes, allí lo espera con una taza de café. Sostiene en su mano libre uno de sus muchos y antiguos libros de magia oscura, de esos que ha ojeado varias veces pero sin éxito alguno al intentar probar algún hechizo. Lo de siempre.

Tampoco puede saber si de verdad por su sangre corre algo de magia por la regla de no-magia en esta Isla, pero teme que no sea así. Decepcionará a su padre de muchas maneras.

―Fox, ya estás aquí ―empieza a decir, con un tono severo. Fox se estremece de pies a cabeza―. Tenemos que hablar.

Ciertamente aunque ellos dos no suelan tener momentos padre e hijo ―como tampoco ningún otro hijo o hija de la Isla― es costumbre por su parte utilizar una voz juguetona y amistosa, bastante entrañable. Incluso con él, aunque suene descabellado, pero ahora no hay rastro de ello. Nota que sus dedos comienzan a temblar y aprieta sus nudillos con fuerza.

No puede dejar entrever el enorme miedo que tiene hacia su padre cuando se enfada, que son realmente pocas veces a pesar de lo que uno podría esperar. Pero no puede evitarlo, nadie nunca quiere estar cerca del hombre que habla con muertos.

Se deshace de su gabardina oscura, colgándola en uno de los percheros cercanos. Sus dedos vuelven a temblar y Fox se muerde su labio inferior. Camina hasta su padre para dedicar unas cuántas miradas hacia las máscaras kabukis que cuelgan de las paredes. Su padre suele decirle que esas eran con las que más mantenía el contacto en el pasado.

A veces Fox pilla a su padre darles leves caricias, con expresiones extrañas y aunque nunca hablan de ello, piensa qué su padre echa mucho de menos ser más poderoso.

—¿Qué ocurre, padre? —Toma asiento al frente de él, en la otra silla libre, mientras deja que sus manos se apoyen sobre la mesa.

Fox traga grueso al recibir una intensa mirada. Detesta esos momentos, porque se siente cómo un humano normal y corriente, inferior y débil.

―¿No lo has oído por las calles? El principe Benjamin Beast, futuro heredero del reino de Áuradon, va a proclamar a varios hijos de villanos para estudiar en su escuela. Quiere concederles una segunda oportunidad, o algo por el estilo. Tú y tus amigos sois los escogidos para ello. ¿No es mucha coincidencia? ―Su padre habla, directo como siempre y con una mueca desconcertante bailándole sobre los labios.

Fox no sabe cómo reaccionar. Abre varias veces la boca, incapaz de decir nada porque desde que era pequeño, lo que ha conocido desde que tiene memoria son las calles podredumbres y sucias, alejadas de lo considerado convencional, de su querida Isla. De pronto le dicen que tiene que irse a otra escuela, al otro lado y en donde no conoce nada de nada, y se le revuelven las tripas. Encima para estar rodeado de un montón de adolescentes pijos que ya detesta.

―Mañana os vendrán a recoger bien temprano, espero que prepares lo necesario para irte y lo más imprescindible para tu viaje. De todas maneras, esto es una gran noticia, Fox.

Deja de pensar en las palabras de su padre, en la coincidencia de qué los hayan escogido específicamente a sus amigos y a él, hasta que escucha las palabras de su padre. Su corazón se revuelve con ansiedad, porque parece tomárselo demasiado bien para su gusto.

Ojalá se hubiera quedado en la casa de Carlos, tal y como le ofreció su mejor amigo horas antes. Pero no, quería estar solo y ahora tenía que tratar con esto.

—¿Estás de acuerdo con esto? —El Dr. Facilier apoya su mentón en una de sus manos, mientras toma otro sorbo de la taza. Parece demasiado cómodo.

A pesar de los nervios que se lo comen por dentro, a su padre no parece importarle y tarda un poco en responder. Vuelve a pensar en su relación, y Fox sabe que en el fondo se quieren aunque no lo expresen a palabra suelta. Algo, al menos. Pero ahora mismo, es como si no le interesara nada de lo que él quiere o de lo que desea, y no le sorprende.

—Verás, Fox, los demás villanos involucrados ya están enterados sobre el tema y ya planean algo para que vosotros consigáis sacarnos de esta isla. Tan fácil como eso, es nuestra oportunidad para vengarnos de todos los que nos metieron en este maldito y asqueroso agujero. —Da otro sorbo y Fox da una vista hacia su derecha, para fijarse en que la sombra de su padre se remueve de forma inquieta. No puede evitar extrañarse ante la imagen.

Pero no dura mucho al ver cómo el adulto deja la taza sobre la mesa y vuelve a hablarle.

—Mañana nos reuniremos con el resto de villanos para ultimar los detalles, sin embargo, hay algo de lo que solamente tú puedes encargarte y que dejo en tus manos, Fox. Escucha...

No obstante, sin dejarle continuar, Fox se levanta de la mesa airado sin poder creer lo que su padre está diciendo con tanta facilidad. Presta atención en cómo su padre entrecierra los ojos, molesto. Sus tripas se agitan una vez más y sus manos tiemblan al golpearse contra la mesa.

―¡No puedes obligarme a ir! ¡Nada nos asegura que esto no sea ningún tipo de trampa! ¡¿Crees de verdad que nos están aceptando así por las buenas?! ¡¿Estás loco?! ―Su padre se levanta de la mesa nada más escucharle, y Fox cierra la boca de inmediato.

Se ha pasado, le ha faltado el respeto. Pero es injusto, es demasiado injusto. Cierra sus manos sobre la mesa, apretándolas con demasiada fuerza para ver cómo sus nudillos toman un color mucho más pálido de lo normal, pero no puede evitarlo. Se siente agitado, de golpe y repentinamente, nota sus mejillas calientes. Es la primera vez que le ha alzado la voz, sabe que no volverá a repetirse.

Sin embargo, se sorprende al ver a la sombra de su padre dirigirse específicamente al más adulto. Mueve las manos de un lado a otro, con calma y aunque su padre tiembla de ira, de una enorme molestia, de nuevo se queda con la boca abierta cuándo lo ve respirando varias veces para relajar sus hombros. Que se tranquilice de esa forma, solo indica a Fox que lo necesita más que nunca y eso solo empeora la situación.

Aún así, cuando sus ojos se vuelven a cruzar, su mirada sigue ardida y llena de rabia.

―No me faltes el respeto nunca más, Fox. Esto nos conviene más de lo que crees, y créeme que esto lo hago por los dos. ―Fox alza una de sus cejas, escéptico ante la idea. Sabe que no es así―. Además, no puedes quedarte aquí. Ellos te van a llevar al otro lado de la barrera aunque no quieras, y ¿no dejarás que Carlos se vaya solo, verdad? ―pregunta su padre, en un tono seco y con una sonrisa victoriosa.

Ha dado en el clavo. Carlos es más que su mejor amigo, es como su hermano pequeño y no, nunca lo dejaría solo. Se lo había prometido y sabía que su madre, Cruella de Vil, jamás desaprovecharía una oportunidad como esta; o por lo menos, Maléfica, la madre de su amiga Mal, esa sí que no se quedaría de brazos cruzados. Ella los odia más que ningún otro.

―Padre, eso no...

Salta de pronto, con un ligero respingo, cuándo su padre golpea la mesa. Esta tiembla y a Fox le fallan las piernas. Cae sobre la silla cuándo descubre que los hombros de su padre vuelven a estar encorvados y cuándo ve cómo de tensa está su mandíbula.

El chico se agarra a los bordes del asiento para bajar la cabeza, sumiso, a sabiendas de que nada de lo que diga puede hacer llegar a entender a su padre su punto de vista. Nunca será así, porque el hombre adulto solo busca lo que es beneficioso para él y claramente, los deseos de su hijo no lo son. Nunca lo serán.

―No quiero escuchar más negativas por tu parte, Fox. Harás lo que yo te diga y punto.

Entonces asiente, sin decir nada más para cerrar su boca con seguro y bajo llave. No puede atreverse a hablar más cuándo su padre está de ese humor tan negro; se sorprende cuándo nota a su espalda la sombra de su padre. Se cierne sobre él, amenazante, y después presiente su toque en sus hombros, de alguna forma. Es un agarre helado.

—Me alegro de que lo hayas entendido —comenta el Dr. Facilier, mientras observa cómo deja su usual sombrero sobre la mesa, para rodear esta para posarse junto con la sombra por detrás de su espalda.

Fox ya no lo ve. Siente un cosquilleo en su nuca, también un nudo en la garganta, y después las manos de su padre en sus hombros. Aprietan con bastante presión y se hunde más en la silla. Entonces varias gotas de sudor comenzaron a bajar por la parte trasera de su cuello, temiéndose lo peor. El chico lo detesta, de todo corazón.

—Como iba diciendo, Fox... Solo hay algo que tu puedes hacer. —La habitación se torna mucho más fría y la presión arterial de su cuerpo desciende por momentos.

Ya no puede ver más a la sombra ni a su padre. Y teme por su vida, nunca sabe qué esperarse del hombre. Sobre todo porque es muy consciente de que aquí en la Isla, muchos lo consideran un dios, un santo... Otros el reflejo del mismo diablo. Por eso resulta muy curioso su extraña amistad con Gothel, a quien considera como una simple mujer ambiciosa, con mucha suerte y, sobre todo, humana. A ella sí que no le envidia de nada.

Fox siente los dedos de su padre engancharse entre sus ropas hasta alcanzar su colgante, el del cuerpo. Observa cómo su padre lo acaricia de una forma rara, y de verdad, aunque intenta mirarlo a más profundidad y de entender qué sucede por su mente, no lo consigue. La sombra de su padre sostiene ahora su cabeza, enredando sus rulos disparejos y la mantiene hacia abajo; la presión ejercida le duele, pero mantiene sus labios firmemente cerrados.

Por experiencia sabe que cuando a su padre se le cruzan un poco los cables, es mejor dejarlo estar.

—Mantén tus ojos abajo, Fox. Esto puede ser quizás lo más complicado que haya hecho en mucho tiempo. Es posible que duela un poco. —De repente y sin dejarle hacerse a la idea, siente que algo acaricia su cuello, algo helado, y que la cuerda de su colgante es tirada hacia atrás con fuerza. 

Ya no puede ver la cabeza de cuervo y la inseguridad lo invade de a poco.

Fox se queja en bajo, ahora siente una atosigadora presión en la yugular. Esto se pone cada vez peor. La respiración comienza a acelerarse en el momento en el que tiene la sensación de que una mano oscura se apodera de su corazón. Lo aprieta con fuerza, y siente que no puede moverse. Su cuerpo se queda helado de golpe.

El adulto en la casa murmura algo muy cerca de su oreja, con palabras oscuras, y no tarda en relacionarlo a uno de los muchos conjuros de los libros que esos sí que no le permite leer; pero según tenía entendido, estos no funcionaban y ahora todo parecía ser diferente. Escucha esas palabras que lo mantienen en su lugar, temeroso.

Fox aprieta sus manos sobre la mesa, incapaz de hacer nada más.

«Permite que lo acompañe y que cumpla con su parte. No lo abandones hasta que vacíe su sangre. Tú eres él y él eres tú. Atados por siempre», eso es lo que dice y de repente el aire abandona su cuerpo. Todavía siente una mano sobre su cabeza que lo mantiene sujeto, pero no evita que quiera alcanzar a su corazón al sentir que un espectro con garras lo acaricia.

Pero no puede moverse, de verdad que no puede.

De repente lo ve todo borroso y un violento mareo le invade. No ve más allá nada más que sus piernas y su regazo, y a pesar de que intenta revolverse, su padre pone más peso en su sujeción y Fox suelta un pequeño quejido. Le duele, le duele mucho lo que sea que le esté haciendo su padre. Intenta mirar hacia atrás y cuándo nota que la mano de su progenitor desaparece, es cuándo enfurecido le grita a qué ha venido todo esto; pero las palabras mueren en su boca al ver que no existe nada de lo que conoce a su alrededor.

Solo encuentra una especie de bruma oscura y purpúrea, de la que sale una figura femenina de su interior. Viste una túnica oscura y cubre su cabeza con una larga capucha que solo deja dar un vistazo a una larga cabellera plateada, casi blanquecina. Fox da varios pasos hacia atrás, desconcertado y temeroso; más que nunca. No entiende de qué demonios va todo esto, pero esto no es normal. Por supuesto que no lo es.

Ella continúa acercándose a él, y aunque quiere alejarse, la misión se le complica al tropezarse con un cuerpo que ha aparecido de la nada en el suelo. Cae de bruces y al levantar la vista, sólo para apartarla durante unos segundos de la mujer, no espera encontrarse con esa persona que asesinó en el pasado, varios años atrás.

Su corazón se agita con más fuerza. Fox se niega a regresar al pasado, pero parece imposible huir en ese momento de el. La visión de la sangre, de su ojo herido y del cuello desgarrado parece todavía vigente, como si hubiese sido reciente. Grita asustado cuando el muerto parece despertar para sostener sus piernas. No puede apartarse porque la mujer de antes acaricia una de sus mejillas, obligándolo a levantar la mirada.

Sus ojos heterocromáticos, uno de color azul celeste y otro dorado, se cruzan con una mirada divertida, oscura y posesiva. Brillan con un color morado; son penetrantes, afilados e intensos.

Su respiración se atora en su garganta cuando ve cómo la mujer acerca la mano hacia su pecho y la misión de mantenerse entero falla considerablemente. Después nota su mejilla helada y como los carnosos labios de la mujer se posan al lado de esta. No puede moverse, nunca en su vida se había sentido más inútil que nunca.

—P-Por favor, detente... —pide, aunque sabe que no lo hará.

Justo cuando ella comienza a adentrar su mano— atravesando su pecho, literalmente— para llegar hasta su refulgente interior, escucha su tersa y dulce voz decirle:

Te amo.

Después de eso, solo es consciente de que le arranca el corazón con una satisfactoria sonrisa y de que abre los ojos de golpe regresando a la chabola de su casa. Se tropieza con la mesa entre gritos, desesperado y asustado ante el desagradable dolor de su pecho. Siente realmente que escupe sangre de su boca y de su nariz, y de que realmente tiene que tener un agujero en el lugar dónde antes estaba el órgano que le daba la vida, pero no es así. Cuándo mira hacia abajo, ve que sigue ahí. Que su corazón sigue latiendo con el, que no se lo han robado.

Fox se ve obligado a sujetarse de la mesa, colocando sus manos con fuerza sobre el mueble mientras siente que no le llega oxígeno a sus pulmones.

Un hilo de saliva cae por la comisura de sus labios cuando sujeta su estómago y vomita lo poco y nada que ha comido durante el día. Observa con expresión trastornada la sustancia en el suelo, que es básicamente casi agua, y devuelve la vista hacia atrás para darse cuenta de que su padre está bailando con efusividad ante su aparente victoria. Odia cuándo baila, porque nunca lo hace con él.

Fox sujeta su camisa, notando los agitados y revoltosos latidos de su corazón. Se marea por unos momentos viendo a su padre tan feliz, tan repentinamente feliz. Le hace sentirse enfermo.

¿Ni siquiera se preocupa por su estado físico y mental?, no puede evitar preguntarse mientras siente que sus piernas tiemblan como gelatina y que no reaccionan ante su deseo de levantarse, de mostrar fuerza. Se siente como un peso muerto.

—¡Ha funcionado, ha funcionado! ¡Con esto finalmente todo cambiará para m-nosotros! —No deja de repetir su padre, solo centrado en su repentina alegría.

A Fox le cabrea aquella imagen y no tarda en obligar a sus piernas a responder. Se ayuda del apoyo de la mesa y mientras limpia su boca, hace un enorme esfuerzo por hablar.

—¿Qué... me has hecho? ¿E-Eso era m...agia? —Nada parece querer borrarle la enorme sonrisa de oreja a oreja del adulto mayor.

Entonces, la sombra de su padre se mueve y sin tocarlo realmente, lo ayuda a sentarse en una de las sillas más cercanas, no la misma que antes; su toque es distante y aunque Fox siente sus caricias sobre su cabello no le resulta reconfortante esta vez. Hasta le da la sensación de que las máscaras sobre ellos se ríen ante su aspecto deplorable. Muerde su boca, notando que la humillación lo invade de a poco.

—Fox, sabes que aquí no hay magia —le dice Facilier, su padre, para señalar con fuerza hacia su cuello. Al bajar la vista, observa que la cabeza de su cuervo es invadido por una especie de bruma negra. Ahora tiene unos ojos rojos e intensos que le devuelven la mirada.

Eso claramente no estaba antes; trata de no afectarse demasiado por ello.

—Y aunque eso está prohibido en esta isla, ni siquiera la barrera puede deshacer un contrato con sangre antes realizado. En otras palabras, yo hice un contrato con una bruja, algo que no se suele ver mucho en estos tiempos. —Alza una de sus cejas, serio—. Por supuesto, no del tipo de Úrsula. Una mucho más poderosa y antigua.

»Antes la tenía conmigo en este collar picudo, a la bruja, —explica, señalando su propio collar—, sin embargo ahora su alma está unida a la tuya. Y, antes de que te preguntes porque motivo he decidido hacerlo, es sencillo: solo con ella podrás cumplir tu misión especial.

»He conseguido en parte hacer bien el lazo entre vuestras almas, porque el collar del cuervo ya tenía sangre tuya. Pero el paso final ha sido gracias a ti, por tu fuerza mental.

Fox poco a poco se acostumbra a la realidad y la agobiante sensación de morir desaparece con rapidez. Aun así, sujeta su pecho notando lo peligroso que es saber que otra persona puede apagar la luz de tu vida con un chasquido de dedos. Vuelve a temer por su vida.

—¿Q-qué estás diciendo? —Sus nervios aumentan al no entender nada.

Su padre se carcajea con fuerza, sonando quizas un poco desquiciado, y manteniendo su expresión jovial, canturrea: —Para superar circunstancias que uno debe estar loco para afrontar, para recorrer un camino de completa soledad y aislamiento, el corazón humano es sólo un obstáculo. 

 Fox parpadea desconcertado, preguntándose internamente cómo nunca ha puesto verdadera atención a la mirada profunda y oscura de su padre. Sus manos tiemblan sobre la mesa al escuchar la carcajada de este para ver que su sombra comienza a bailar, siguiendo los pasos de su progenitor. Aún le parece escuchar a la bruja susurrándole cosas al oído.

Las luces de la sala parpadean, y Fox sólo tiende a tragar grueso al escuchar las siguientes palabras de su padre: —Vas a robar el corazón de la Abuela Sauce con la ayuda de la bruja, me lo vas a traer cuando regreses y así conseguiré lo que siempre he querido. Crear mi propio mundo, uno formado siguiendo mis propios ideales y en el que yo solo tenga el control.

»No más reyes y princesas, no más villanos y héroes... Solo tú y yo, Fox. Para siempre.

Eso suena incluso peor, como todas sus pesadillas juntas y lo peor de todo, es que sabe que no tiene las fuerzas para rebelarse. Que le va a tocar obedecer a su padre, por mucho que la idea no le guste. Se queda allí entonces encogido en la silla, con la cabeza baja y notando como las manos de esa bruja acarician su pequeño y frágil corazón.

🎩💜.     ELSYYY AL HABLA (!)
muchas gracias por vuestro apoyo, por guardaros la historia y por leer.

... recuerden que los comentarios son siempre bien recibidos y me hacen sentir muy bien. porque me muevo la cabeza en busca de que darles algo que les guste.

además, siento que al darle esta vista más oscura a los villanos de disney muestran una versión mejorada de ellos. haré mi mejor esfuerzo.

⠀❪ edit ❫⠀━━━━ por vigésima vez, ha sido renovada en varias partes la historia. ya sea en cuanto a la narrativa, o en cuanto sea a la edición de arriba en donde podemos ver una edición de fox.
amo demasiado a mi bebé.

... nuevamente, también dejo en claro que mi ordenador se ha roto y si no es por un familiar que me lo presta de vez en cuando, no podría actualizar. pido paciencia mientras consigo uno nuevo.

nos vemos pronto,
mis caracolas, wondergirl los ama.

🎩💜

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