O13. a quileute

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O13 | UNA QUILEUTE


     Ambos caminaban hacia la fogata donde toda la manada y los miembros del consejo se encontraban alrededor de esta.

—¿Estás seguro de que yo debo estar aquí? —Bella retrocedió en cuanto estuvieran cerca.

—Ya eres una de nosotros, eres mi impronta y las improntas lo son todo en una manada —sonrió, apegándose más a ella—. Además de que ellos piensan que sería bueno para ti escuchar las historias.

—¿Las historias de la tribu? ¿No son secretas? —Ian se plantó frente a ella.

—Desde ahora, considérate… —soltó con gentileza su mano y la posó en su rostro, acomodando un mechón rebelde—. Una Quileute.

—¡Ian! —llamo Seth, agitando su mano alzada en el aire mientras Leah trataba de mantenerlo quieto en su lugar.

El susodicho volteo, observando a ambos hermanos Clearwater. Sus ojos se encontraron con los de Leah quien le dedicó una diminuta sonrisa apuntando el lugar vacío a su lado.

—Vamos —tomó su mano de nuevo, jalándole hasta el círculo alrededor de la fogata.

Dejó que Bella tomara asiento en el espacio vacío del tronco, para luego sentarse entre sus piernas en el suelo. La castaña le sonrió con un atisbo de incomodidad a la morena a su lado.

En cuanto Billy comenzó a relatar aquella leyenda de la tribu, Bella se imaginó los distintos escenarios junto a sus personajes. A ese punto, la fémina se preguntaba el cómo había sido tan estúpida al caer en los afilados colmillos de los Cullen. Pero nadie la podía culpar del todo, pues recordó las palabras exactas de Edward cuando descubrió la clase de criatura que era.

Su aspecto, sus ojos, su voz. Todo de él era tan llamativo para que cualquier presa pudiera caer ante su encanto. Y Bella por fin pudo admitir que cayó en aquella trampa del vampiro.

Sus orbes oscuros se concentraron en el fuego llameante frente a ella, escuchando atentamente al Black, jugando instintivamente con el cabello castaño de su novio. Quién se recargó en ella al sentir el delicado tacto.

—El sacrificio de la tercera esposa distrajo a la mujer fría lo suficiente para que Taha Aki la destruyera, ella salvó a la tribu —Billy paseó sus ojos por los presentes, deteniéndose unos cortos segundos en la castaña—. Con el tiempo, nuestros amigos desaparecieron. Pero quedan algunos, los fríos.

>Nuestra magia despierta cuando están cerca. Y lo sentimos ahora, su amenaza en la sangre. Algo terrible se aproxima y debemos estar listos. Todos nosotros.

Finalizado. Bella sintió que algo malo estaba por ocurrir, pero ¿Podía estar equivocada?

Los mayores que conformaban el consejo, continuaron relatando leyendas antiguas. Pero la humana creía que la más importante era la que el mejor amigo de su padre había contado. Sus vellos se erizaron al solo pensar encontrarse en una situación similar.

Una situación en donde Ian se enfrentaba solo ante la furia de Victoria. No dudaba de la fuerza de su lobo, pero si llegaba el momento en el que él se viera en desventaja, Bella sabía que haría todo lo posible por ayudarlo.

—Bella ¿Qué pasa? —la voz del lobo la hizo pegar un pequeño brinco. Sin darse cuenta se había enfrascado en sus pensamientos, ignorando el hecho de que casi todos se dispersaron en grupos, dando por terminado la reunión alrededor de la fogata.

—No, nada —sonrió, sacudiendo su ropa mientras se incorporaba—. Creo que es hora de ir a casa.

—Te llevaré —Ian de igual forma se levantó y antes de tomar su mano, la voz de Leah los interrumpió.

—¿Podemos hablar un momento? —la azabache lo tomó del brazo y miró a la contraria de reojo—. A solas.

—Ahora vuelvo —accedió, besando la mejilla de su novia antes de alejarse hacia donde Leah lo esperaba.

Bella aún percibía un poco de incomodidad al estar cerca de la loba. Sentía algo de culpa al pensar que le había arrebatado el afecto de Ian.

Algo absurdo si lo pensaba bien, pues lo poco que sabía era que la Clearwater aun le tenía cariño-odio al alfa. Pero aquello no dejaba de darle inseguridad ya que después de todo, Ian había estado enamorado de ella.

Y ahora, viéndolos reír juntos. No hacían más que presionar el pecho al imaginarse la posibilidad de que la morena correspondiera a sus sentimientos.

Pero todos sus miedos se disiparon al observar como Ian le tendía la mano para acercarse a ellos. La loba le sonrió débilmente en cuanto se posicionó a su lado.

—Leah, ella es Bella. Mi novia —la castaño dejó de sentirse recelosa ante ese hecho—. Bella, ella es Leah, mi mejor amiga.

—Ya era hora de que nos presentáramos formalmente, ¿Qué eres, un niño? —Leah alzó la mano a lo que la contrario acepto gustosa—. A pesar de todo, es un buen chico. Lo dejo en tus manos.

—Basta, me avergüenzas —bromeó el moreno.

—Será un placer encargarme de él —sonrío, siguiéndole el juego.

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