𝘓𝘢 𝘥𝘶𝘳𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘮𝘰𝘥𝘦𝘭𝘰... 𝘴𝘪 𝘯𝘰 𝘦𝘴 𝘊𝘩𝘢𝘳𝘭𝘦𝘴 𝘕𝘪𝘬𝘦𝘴

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𝐎𝐦𝐧𝐢𝐬𝐜𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞:

-¡Charles Nikes está aquí!

-¡Oh, Dios mío! -una fuerte contención de aire sofocó al sujeto de traje-. ¿Qué hago? ¿Qué hago?

-Tranquilo, actúa normal -la chica al mando de la organización del evento se acerca con un semblante recto, mas que acostumbrada a ver ese tipo de celebridades-. Está entrando -informa luego de escuchar la señal por el micrófono en su mejilla.

Nadie que haya estado alrededor de Charles Nikes ha sido capaz de actuar normal.

El hombre de vestimenta colorida acomoda su saco y peina su cabello castaño entre dedos, extremadamente nervioso, no ve la hora en que aquel chico tan esperado atraviese la puerta de entrada.

Entonces, fue como si Dios mandara su mejor ángel a la tierra; la reencarnación de afrodita en hombre, así es como llamaban los medios, un dios griego.

Él estaba ahí, derrochando belleza y superioridad con cada paso, mirada y respiro que daba.

Por sus poros perfectamente cuidados transpiraba belleza, se decía que sus lágrimas brillaban y eran dulces, sus ojos azules parecían falsos, como dos enormes zafiros, su piel aparentaba ser de porcelana, limpia y pura, sus rizos dorados caían suavemente a un largo de medio rostro, su pequeña y perfilada nariz era lo más llamativo. Pero sin duda lo más hermosos de el era su cuerpo, era alto, aproximado 1.80, delgado pero sin llegar a los huesos, bien cuidado con dietas estrictas, sus manos eran delicadas y extensas, la piel pálida se sentía de terciopelo, su abdomen era plano y figuraba un pequeña cintura envidiable, en sí todo él era cuestión de envidiar.

Con dos personas a su espalda entró al caos de la preparación de modelos para el show de moda.

-¡Hola! -efusivo, el hombre se acerca al pequeño grupito recién llegado-. ¿Cómo están?

-De maravilla -reluce una rubia a la espalda de Charles, con un par de cafés en mano-. ¿Este es el lugar? -sin preámbulos va al punto, déspota.

-Ah... sí -muestra su mejor sonrisa intentando ser visto por el joven modelo de gafas oscuras y rostro indiferente-. ¿Hay algún problema?

Los dos chicos de atrás se susurran un par de cosas mientras el rubio inspecciona el área e inevitablemente hace un gesto de desaprobación.

-No sucede nada, ¿nos puede llevar al área de Charles? -esta vez es un chico moreno el que habla.

-Con gusto -nervioso, camina delante de las tres imponentes personas y con una seña llama a otra organizadora de origen asiático.

-Por cierto, el es Douglas, el diseñador con el que estarán trabajando esta noche, el dueño del diseño que Charles va a utilizar -interviene la organizadora, en un intento de hacer notar al que se supone es la estrella de la noche.

-Lo sabemos. ¿Por quién nos toma? -la rubia teñida sale en defensa.

Pasan por el bullicio de modelos siendo maquillados y vestidos.

-¿Y qué opinas Charles? -inquiere la pelinégrá cambiando de tema a uno más ameno.

-¿Sobre qué? -es la primera vez que se le escuchaba hablar, y la manera fría en que lo hacía dejaba mucho que desear.

-Sobre este proyecto.

Douglas presta atención a la respuesta, emocionado por saber la opinión del chico.

-Me da igual, y si es algo de publicidad puedes preguntarle a Marlen mi opinión.

Marlen era su manager, la misma que iba a su derecha aún con su café.

Modelos por todas partes, en sus tocadores personales a la vista de todos, con maquillistas profesionales, uno que otro dirige la mirada de reojo al chico recién llegado, la mayoría sorprendidos de que alguien como él está respirando el mismo aire que ellos y en el mismo lugar.

-Este es su espacio -un tocador personal con el maquillista en su espera.

-No, debe de haber un error, nosotros especificamos en el contrato como petición principal que Charles tuviera su propio camerino, separado de los demás, lejos del ruido -se detiene alterada-,  le estresa demasiado y es malo para él.

-Hay muchos... gérmenes en el ambiente y el calor que hace es insoportable -menciona el chico de gafas despreciando todos a su alrededor, como si él fuese diferente a los demás.

-Colocamos aire acondicionado, como sugirieron -informa la pelinegra.

-Pero no está a la temperatura que indicamos -reclama el chico de libreta en mano, con las indicaciones- 20ºC. Estar sometido a altas temperaturas por tanto tiempo daña su piel.

-Eso resfriará a los demás modelos -niega, irritada- lo lamento pero no contamos con esa exigencia.

-Por eso debieron planificar mejor ese Show de bajo presupuesto. ¿Saben a quién tienen enfrente? Se tomaron muy a la ligera la clase invitado que recibirían -reclama nuevamente la rubia.

-Una disculpa, en serio, una disculpa enorme -dice el diseñador, a nada de arrodillarse. La organizadora interrumpe.

-Después de que llegan media hora tarde, exigen mas de lo que merecen, les estamos pagando el triple que a cualquiera de aquí -musita lo último para evitar indiscreción.

Una sonrisa desvergonzada se muestra en el más joven, retira las gafas y mira fijamente a la pálida chica.

-Es lo minimo que me merezco. Les estoy haciendo un gran favor al plantarme en este horrible lugar -suspira- cancele grandes y costosos compromisos por estar aquí, por ejemplo, una sesión de fotos para la revista VOGUE. ¿La conocen?

-De nuevo me disculpo señor, enserio lo lamento.

-Que ridiculez -ríe al ver aquel hombre  tan nervioso, implorando perdón-. Da igual, sigamos con esto antes de que me arrepienta.

-Entonces no perdamos el tiempo, siéntate por aya para que te preparen adecuadamente -la pelinégrá señala su sitio personalizado, igual que los demás en su propio tocador.

-Como sea -rueda los ojos, indiferente.

Por única y ultima vez obedece, solo porque quedaban treinta minutos para salir y abrir el show, después de que llegó tarde no podía darse el lujo de no salir.

Es maquillado con suma delicadeza y los mejores productos, la mayoría Dior. Cuando se trata de su cabello es lo más cuidadoso posible, solo él podía tocarlo y su estilista de confianza el cual le garantiza por contrato y de antemano no le pasaría nada a su hermoso cabello dorado.

-Ten en cuenta que es lo más costoso que tus manos tocaran en tu miserable vida -advierte, mirando por el reflejo a la estilista asustadiza-. No lo quemes o dañes con productos raros -no sabía de lo que era capaz.

-Si... sí señor, lo tendré muy presente.

Al terminar simplemente da el visto bueno levantándose de su asiento sin palabras, así es como decía que estaba conforme.

-Repíteme cual es la temática de esta colección -repasa las prendas que iba a lucir.

-Una representación de la vida y la muerte... No como tal, pero los colores que se usaron le dan ese toque.

-Y supongo que me tocó la muerte. Los colores son asquerosos, muy opacos -reniega con un gesto de asco al ver el carmesí y blanco predominar.

-No -el creador de ese conjunto quedó perplejo. Meses preparándose para que al final un modelo de gran nivel le dijera aquellas duras palabras, era doloroso.

-No me digas, entonces yo le tengo que dar vida, ¿no? como siempre, el trabajo duro me toca a mi -sonríe con sarcasmo. Toma el conjunto en el gancho y va al vestidor.

Después de salir vestido seguía la guerra interminable, trabajar con Charles implicaba estar en constante desacuerdo y chantaje, sin embargo todos lo amaban con locura. Se decía que su belleza justificaba su mal carácter.

-Yo no voy a usar eso, soy un hombre -aleja los zapatos altos de su vista.

-Es parte del vestuario Charles, no puede negarse -nuevamente llega la asiática para arreglar los desperfectos del chico.

-Esto está muy mal -se cruza de brazos indignado- son prácticamente tacones.

-¿Acaso no sabes caminarlos? ¿No se supone que eres profesional? -acusa con un particular tono de burla que hacía disgustar al menor.

-Soy profesional, y de los mejores -afirma fuertemente-, sin embargo se lo que me conviene y esto no me conviene, en sí es arriesgado trabajar con un tipo que apenas empieza en este mundo, solo lo hago por la prensa y la gran obra de caridad que es haber rescatado el show de un pobre diseñador desahuciado en el mundo de la moda.

-Esto es beneficioso para ambos, entonces obedece y ponte esos zapatos, deja de hacer berrinche a cinco minutos de salir -se impone a la par del chico- o quieres que los medios hablen de la falta de respeto que le hiciste al vestuario cuando salgan las imágenes del conjunto completo en las revistas.

-Supongo que no hay de otra -refunfuña poniéndose los altos zapatos, era un par de botas blancas con tacón alto-. Ten en cuenta que después de que yo salga a esa pasarela esta marca no será tan mediocre como se veía antes. Yo hago la marca -decreta con una sonrisa falsamente.

-Para eso te pagamos niño, y el triple. A pesar de toda esa historia motivadora que te inventaste para la prensa sigues aquí, ten en cuenta que el diseñador es tu gran fan y solo por eso te quedaste.

-Ups, mi error, hable de más -finge pena con ambas manos en la boca.

-Estamos a tres de salir, modelos en una fila -comunica la del micrófono.

Charles sigue las órdenes pero no sin antes robar unos lentes de un set de un vestuario ajeno.

-Eso no es parte de tu vestuario -reclama como último la asiática,

-Después de que yo use estas gafas la venta incrementará, tal vez incluso regresen a ser tendencia -desobediente, se las coloca correctamente, ambos corazones llamativos cubriendo sus azulados ojos.

-Estamos a un minuto, cuenta regresiva -grita la mujer castaña yendo de un lado a otro.

Truena su cuello con delicadeza, acomoda las gafas y relaja su cuerpo, respira profundo cuando las cortinas que interponen el paso se abren para dejarle el camino libre.

-5... 4... 3... 2... 1. Adelante.

El abrirá el espectáculo, era el modelo sorpresa, la super estrella del momento, como se hace llamar a sí mismo. La musa de los medios, el rey de las pasarelas, con un gran impacto en redes sociales a casi dos años de haber incursionado en el mundo del modelaje, cuenta con más de 50 millones de seguidores en Instagram. Era joven y energético además de tener un belleza indudable y un carisma que llamaba la atención fácilmente, no podía pedir más, era el favorito de dios.

Charles salió a la luz, era su momento de brillar, las luces lo apuntaron, la pista era suya.

-Dale dos minutos y haz el cambio -la pelinegra informa a la encargada de anunciar la salida de los modelos.

-Pero lo normal es darles un minuto a lo mucho, para que entren a la par con otro modelo.

-Una de las peticiones en el contrato fue que le dieran más tiempo a él. Hasta que entre por completo puede salir el siguiente.

-¿Le vamos a dejar la caminata libre?

La segunda chica asiente igual de inconforme pero resignada.

-No podemos hacer nada, se supone que quiere destacar más y brillar por su cuenta.

-¿Y por qué ni siquiera sonríe? -inquiere atenta a las facciones de Charles.

-Porque él sabe cuándo y cómo hacerlo, es una de las mejores cualidades de él -interviene una rubia detrás de ambas chicas, era su manager- cuando sonríe es mágico, ya veras.

El rubio incandescente había llegado a la punta de la pista con una expresión neutra, inexpresivo, estando ahí baja un poco sus gafas, perfila su cuerpo y deja caer sus brazos hacia atrás, sin esfuerzo deja ver una hermosa sonrisa entre dientes brillantes y blancos, era parte de su carisma, saber hacer facciones arriesgadas en cualquier momento, para nada lucia fingido, era como algo natural de el.

Las cámaras al fondo flashaban con su característica luz blanca, y los celulares de las personas de enfrente se elevaban, uno que otro experto tomaba nota sin despegarle la vista.

Continúa su camino libre y seguro hasta el final, antes de entrar por completo regresa la atención al frente y por último lanza una mirada de inferioridad única de él, pocos gozaban de tenerlo tan cerca.

Ese era Charles Nikes, el modelo de tan solo 21 años.

Un icono de la moda.

"Un joven modelo independiente que ha sabido sobresalir en el medio"

El director de la famosísima revista Vanity habría comentado que Charles Nikes era único y diferente a los demás modelos:

"Solo había escuchado hablar de él, pero después de verlo en persona; creo haberme enamorado por segunda vez" fueron sus palabras al final del gran espectáculo que dio el joven Nikes "Tiene una mirada que hipnotiza" "Definitivamente es diferente, tiene algo en particular que lo hace muy atractivo"

Lentes de sol en forma de corazón regresan a la moda ya que Carles Nikes los habría utilizado para la extravagante pasarela del martes pasado.

Charles Nikes abrió paso a la nueva colección de ropa de Douglas Bolton en la gran pasarela del martes, iluminó la pista con su presencia e incendió las redes sociales después de decir que volvería a trabajar con el diseñador Marroquie, agradeció la invitación con su gran amabilidad.

"Charles es un ejemplo del tipo de modelos que se necesitan en la industria" palabras de Scarlett Garrison, diseñadora de modas y famosa crítica en el show; American fashion and beauty. "Es como un ángel, la esperanza en el mundo de la moda"

-¿Y qué opinas? -la chica castaña repasa las múltiples revistas recientes que hablan de Charles, en la mesa de noche.

-Que soy un milagro porque hago que los viejos tengan erecciones. Por eso soy un ángel prometedor, hago que los tipos se caliente en reemplazo de sus esposas -se burla con ambas manos unidas y una perversa sonrisa- ridículo -bebe el trago de whisky que sostenía y de un brinco hasta llegar a la amplia cama acolchonada.

-Yo creo que fue increíble -se incluye el pelinegro recostado en la cama, con el dispositivo en mano-, Arnold habló de ti, el director de Vanity.

-Ese viejo es un pervertido, no importa cuánto dinero tenga, nunca tendrá clase.

-En eso tienes razón.

-No fueron mis ojos lo que le cautivaron...

-Fue tu trasero, obviamente, tu enorme trasero -completa la chica.

-Cállate -le avienta un cojín con ira-. Simplemente es un pervertido.

-De seguro ahora se está masturbando con tu imagen de portada en las lujosas revistas -comenta la castaña entre risas.

-Masturbacion de un anciano multimillonario con la cara de un joven modelo -Conor interpreta la acción con la mano- siéntete halagado.

-Basta... es asqueroso porque probablemente así sea -frunce el entrecejo asqueado de solo pensarlo-, le da me gusta a todas mis publicaciones de Instagram y retwittea todos mis tweets, el año pasado solicitó una colaboración con su revista personalmente.

-¿Y qué le dijiste?

-Obviamente me negué.

-Pero Vanity es una revista bastante famosa y conocida. ¿No te da dolor desperdiciar una oportunidad como esa? -inquiere la chica, confundida.

-Así como el me habla otras cincuenta marcas y compañías lo hacen, con mejores propuestas -se recarga en un cojín de su cómoda cama, orgulloso.

-Exacto, charles no necesita de un anciano para crecer en este mundo.

-Sin embargo el anciano si necesita de charles para crecer -sonríe burlona.

-Esa fue buena, Mika -Conor suelta una risita burlesca luego de entender las palabras de su amiga.

-No me da gracia, par de idiotas insoportables -blanquea los ojos molesto.

-Ay Charles, sé que nos amas -el pelinegro brinca hasta donde estaba el más joven de los tres, el cual lo veía advirtiendo que no se acercará más o correría peligro- tu vida no seria nada sin nosotros.

-Creeme, puedo vivir bastante bien solo, sin molestias.

Mentía, ni siquiera sabía cuidarse por sí mismo, era dependiente de todos los que le rodeaban, aunque le costara admitirlo. No por nada tenía a más de treinta empleados trabajando para él, desde empleadas domésticas, guardaespaldas y choferes.

-Tiene razón Conor -se une la castaña con un puchero enternecedor-, nos amas, cara bonita -le toma fuertemente ambas mejillas enrojecidas, como un bebe.

-Yaaaa, paren, me sofocan -la paciencia del chico era limitada, y cuando se trataba de sus cariñosos amigos era casi inexistente. No faltaba mucho para que estallara en golpes y gritos.

-No es suficiente -el chico de ojos cafés lo abraza con el doble de fuerza- últimamente has estado muy amargado, me preocupas amigo.

-A mi también, y se que no es por el viejo ese -hace referencia al director con un gesto de consternación.

-No me pasa nada, estoy bien. Ahora te pido que me sueltes, enserio, me asfixias -hace una mueca torcida de la gran e inutil fuerza ejercida para escaparse de aquellos dos cómplices, los cuales solo reían burlones.

Incluso Mika era más fuerte que él, fácilmente lo podía mandar al suelo con un puñetazo si quería, de Conor ni se diga.

-Mejor dime, Mika. ¿Cómo vas con tu intento fracasado de ser modelo? -comenta igual de burlón que ella.

-Te pasaste -le da un manotazo ofendida. Por fin lo había soltado, al igual que Conor.

-Amigo, con eso no -regaña el más razonable de los tres- sabes que es un tema complicado para Mika.

-Y para tu información conseguir un patrocinio -dice orgullosa de su logro.

-¿Para una campaña publicitaria? -rie sin gracia el rubio. Se levanta en busca de otro trago con la bata de seda arrastrando después de la revolcada... avalancha que le hicieron sus amigos, andaba en ropa interior por toda la habitación.

-No, para una pasarela, iré al próximo Week Fashion en París. Parece ser que ahí nos veremos Charles.

-Oh... -se detiene de espaldas, sorprendido con la inesperada noticia-. ¿Como carajos le histe? -cuestiona, dudando del talento de su mejor amiga.

-Con todo esto -posa, coqueta. Ciertamente su cuerpo estaba para morirse, era hermosa de pies a cabeza, desde su rostro griego hasta su esbelta y bien formada figura, su altura era ideal para el modelaje, 1.71.

El único factor malo que veía Charles y por el cual dudaba de su talento, era la pésima coordinación y caminata que llevaba Mika en la pasarela, nunca quiso hacerla sentir mal con ello y decirle, pensó que alguien le diría en algún momento, sin embargo ya vio que no fue así.

Se preguntaba cómo es que había llegado tan lejos de la noche a la mañana sin antes haber participado en campañas de moda o colecciones importantes como él lo hizo infinidad de veces, ella a lo más que llegaba era un par de anuncios publicitarios en la TV y revistas de maquillaje de marcas desconocidas. Y ahora simplemente iría directo a uno de los eventos más importantes en el mundo de la moda, eso era un poco dudable para el joven, sino es que imposible de que sucediera por su propio mérito.

-Hablo enserio, Mika. ¿Con quien te metiste? -suelta una carcajada burlona. Supuso que su amiga se acostó con algún tipo millonario de la industria, el cual solo firmó un par de papeles para subirla arriba de un escenario.

No podía aceptar que llegó tan lejos como él, y mucho más rápido que él.

A Charles le costó años, a ella meses. Creía que era injusto, desagradable esa sensación de disgusto.

Pensar que ella se codearia con las mismas personas influyentes que él y viviría los mismos lujos y privilegios que él le sofocaba, tal vez se haría íntima amiga de los conocidos de Charles, y eso no le agradaba.

Toma una copa encima de la barra de su Bar privado, la llena de vino blanco hasta el tope, creía que no era suficiente después de lo que recién anunció la chica.

-¡Charles! -advierte el único con la cabeza fría en la habitación. Era una señal para que se callara.

-Es increíble que no estés ni un poco feliz por mi y en lugar de eso me subestimes -se levanta molesta- yo nunca hice eso cuando llegaste a las grandes pasarelas, jamas te subestime, Charles Nikes -dice su nombre con algo de dolor. Ver hasta dónde llegó su amigo y saber que ella siempre estuvo apoyándo y motivándolo, sin embargo ahora que ella lo había logrado solo recibió un gesto de burla de su parte, le dolía.

-Mika... -Intenta hablar después de darle un largo trago a la copa, casi dejándola a la mitad- yo no te subestime, lo que quería decir es que es raro que haya pasado de la noche a la mañana. ¿Me entiendes? ¿Cierto?

-He trabajado duro por esto, años, igual que tú Charles -se acerca furiosa. Las palabras del rubio no habían ayudado a tranquilizarla para nada- la diferencia es que tu nunca te diste cuenta porque todo tu mundito de fama te cegó hace mucho, te convertiste en alguien con mucho ego y envidia...

-¿Envidia? -se carcajea y da otro largo sorbo-. ¿Dime de que podría tenerte envidia? -la mira desafiante.

Tenía razón, sentía envidia y demasiada.

-De esto, de lo que estoy logrando, sé que en el fondo te corrompe que pueda llegar a ser mejor que tú y sin tu ayuda. Te da miedo que pueda ser mucho más reconocida que tú. Imaginate si llegue a todo esto por mi cuenta, sin ayuda de nadie, cuando conozca a grandes personas del mundo crecerá el doble.

-No es tan fácil -intenta matar las esperanzas de la chica, temeroso de que pueda llegar a ser cierto lo que dijo.

-Ellos quieren rostros y cuerpos nuevos, llamativos y bonitos, como el mío -sonríe clínica.

-Para eso me tienen a mi, en la mejor agencia de modelaje de New york. Difícil que puedas entrar.

-No te confíes...

-Chicos, ya paren, me asustan -interviene una voz pacífica y sin intención de pelear.

-Dile a tú loca amiga que se deje de hacerse ideas -bebe la última gota de vino en la copa.

-Dile a tu amigo que no es bueno sentir envidia de sus mejores amigos.

-Ambos están mal, por favor, somos amigos. No es correcto sentir envidia -se dirige al chico que recién se aventó a la cama- así como tampoco es correcto querer humillar a otros -esta vez se dirige a la chica de pie.

-Como digas. De todos modos estoy acostumbrada a lo insoportable que puede ser Charles.

-Lo mismo -sonríe falsamente.

-Nos conocemos desde preparatoria, sabemos como somos, intenten tener paciencia mutua -propone Conor en un lugar de equilibrio entre ambos.

-Lo intentare -se cruza de brazos Mika.

Ambos amigos miran a Charles buscando respuesta.

-No prometo nada -eleva las manos defendiéndose, eso deja más tranquilo al chico en medio de la pelea.

Su celular suena encima de la mesita, repetitivamente, tanto como para despertar su curiosidad y querer ver quien es tan insistente.

-Mika, lanza el celular -ordena mientras señala el dispositivo.

-¿Debería? -enarca una ceja, aun conservaba ese toque de molestia.

-Por favor, linda -sonríe intentando remediar todo lo anterior.

Ahora que las cosas se habían calmado un poco no sentía tan vivida la emoción de envidia, simplemente decidió no darle importancia y poner su amistad primero, apoyarla en lo que necesitara como ella lo hizo por años, antes de tener la monstruosa fama que tenía ahora.

Más convencida lanza el móvil sin prestar atención a las constantes vibraciones de este.

En cuanto llega a las manos del rubio lo enciende y va directo al chat principal en la bandeja de entrada. Decía;

Noland ❤️

Era tan raro que él usara emojis de corazón, en sí era raro que se expresara de manera cariñosa con alguien, tan fácilmente, requería de mucho tiempo y esfuerzo lograr tener un mísero corazón de Charles.

5:30 pm

-Te marco pero no respondes.

-¿Qué pasa, Charles?

-Responde.

6:00 pm

-Llevo llamándote desde la mañana.

6:25 pm

-Estoy llegando a tu casa.

-Mierda -susurra después de leer los mensajes y ver las decenas de llamadas perdidas.

-¿Qué? -ambos chicos lo miran preocupados.

-Ahh, creo que tendrán que irse -menciona. Se levanta apresurado y ata su bata, nervioso-. Ahora, tienen que irse -exige.

-¿Qué pasa? -Conor pregunta, al borde de la cama.

-Es Marlen, viene a... una sesión de fotos -dice lo primero que pasa por su cabeza.

-¿A esta hora? ¿No es muy tarde? -interroga, desasosegado.

-Es urgente, es para una campaña importante, ya saben como es, no le gusta posponer las cosas. Además de que odia que la interrumpan cuando trabaja, y en especial si son ustedes -se traba al hablar, pero no le importa, solo quería que sus amigos se fueran-. Entonces, los veo luego -respira agitado e intenta correrlos, pero en el fondo sabía lo persistentes que eran sus amigos cuando querían saber algo. Y ese algo era por qué estaba tan ansioso, corriendo como un loco sin rumbo por toda la habitación, ordenando.

-Tranquilo amigo, date un respiro -ríe Mika al verlo yendo de un lado a otro recogiendo ropa regada.

-Si no van a ayudar, entonces fuera -se detiene mientras sostiene una enorme pila de ropa de diseñador, la cual cubría su cara, era ropa que ya no le gustaba y había estado descartando con sus amigos.

Abre el enorme y caro guardarropa, avienta el montón de prendas y lo cierra con un profundo suspiro.

-Bien, creo que tenemos que irnos Mika -propone Conor-, sabes que Marlen no nos tolera -se levanta cruzado de brazos e invita a la chica con la mirada a salir junto a él.

-Deberías conseguir otra manager, los enemigos de tus amigos son los tuyos -le recuerda con sabiduría.

-Luego lo haré, gracias por el concejo -los sigue a la puerta para despedirlos.

-Adiós -dicen al unísono ya afuera de la habitación.

-Adiós -corresponde apresurado y antes de cerrar por completo es retenido con fuerza.

-¿Oye, vas a ir al bar con nosotros? Esta noche -pregunta Conor con la cabeza entre una limitada ranura.

-Si, ahí estaré -desesperado por dar un portazo empuja a los dos fuera de su vista y cierra la puerta-. Solo espero que no se lo encuentren fuera -musita a la nada.

Pasa el tiempo terminando de limpiar su espaciosa habitación, tanto que descuidó su imagen y no le importó estar en bata. Se sirve otra copa de vino, la deja a medias después de escuchar golpes a su puerta.

-Adelante.

Se abre cuidadosamente y de esta se asoma una mujer uniformada, era una de sus tantas empleadas.

-Señor, lo buscan.

-¿Quién? -se cuestiona si realmente era quien creía.

-El señor Noland, lo está esperando abajo.

-Dile que suba.

-Enseguida -asiente y sale sin decir más.

Mientras espera ordena su fino cabello dorado tras la oreja y sacude su cabeza nervioso, da un sorbo a la copa de vino blanco.

La bebida alcohólica fue olvidada en la barra en cuanto le vio entrar a su habitación... era él, el tipo más apuesto que su hermosos ojos azules hayan visto, un tipo que hacía honor a su belleza y decidió ser actor, uno de los mejores, un actor que es protagonista en donde sea que aparezca, era de los tipos que te hacen suspirar con su belleza y a los cuales le perdonas todo... ese era Nolan, uno de los más reconocidos del cine, acreedor a múltiples premios y reconocimientos por parte de grandes directores.

-Hola -indeciso, entra por su cuenta.

Charles no lo duda y corre hacia él como si fuese su dueño y hace un siglo no lo ve. La realidad es que hace semanas no se veían.

Le arrebata un abrazo.

-Te extrañe mucho, mucho, mucho -se aferra con vigor, arrugando entre sus finas manos el costoso sacó del mayor.

-Yo también, Char -se pasean entre el abrazo y le planta un beso en la mejilla-. Te he estado llamando toda la mañana pero no contestabas. Me preocupé y vine hasta aquí.

-Lo lamento, estaba con Mika y Conor, no había visto mi celular y se me fue el tiempo volado -se separa al sentir como Nolan se tensa después de escuchar lo anterior, en especial cuando nombra a Mika-. ¿Pasa algo, amor?

-No... es solo que, estoy feliz de verte -lo toma de ambas mejillas y se funde en un cariñoso beso- me hacías mucha falta -baja su mano a la diminuta cintura del rubio.

-Tú también -le sonríe con sinceridad entre cortos besos llenos de calor. Lo lleva a la orilla de la cama con pasos torpes.

-Que buen recibimiento -ríe con picardía al ver que el chico se encontraba en ropa interior.

Siente una gran mano colarse por la bata semi abierta de tanto movimiento.

-Mi chico es muy coqueto -musita mordiendo la oreja de Charles, este solo se avergüenza y se deja llevar al ser derribado en las finas telas de seda.

·👑·

-¡Hermano, mira! -la menor le muestra emocionada, era una nota en una de las tantas revistas de moda que circulaban, precisamente la participación de Charles Nikes en el show del martes pasado.

-No me interesa ver eso. Apresurate y come, se va a enfriar -el chico de pocos ánimos termina de servir la comida.

-Pero hermano... -a nada de reclamar por atención es interrumpida.

-Te compré esa tonta revista porque me estuviste insistiendo mucho, recuerda que te la puedo quitar cuando quiera -informa amenazante-. Me salió muy cara para que me desobedezcas.

-Ya voy -la cierra desilusionada, cosa que el mayor nota. Si algo le podía más era ver a su hermana triste por su culpa.

No era fácil cuidar a una adolescente de 16 años fanática de la moda y aspirante a los lujos que conllevaba esta, siendo él todo lo contrario, empezando porque tenía los pies plantados en la tierra y era capaz de ver los problemas económicos que tenía y la pobreza en la que vivían, trabajar tiempo completo como entrenador no le era suficiente, no le alcanzaba para nada, sin embargo intentaba hacerla feliz a su manera, aunque solo pudiera comprarle una de esas caras revistas cada mes, ya que abarcaba el sueldo de toda una semana. Era darse ese lujo o comer.

Creía que eso de coleccionar revistas de moda era estupido, al igual que las personas que las consumen, locos con un pésimo gusto, nunca le agradó ese mundo, creía que era inútil e innecesario, una perdida de tiempo y dinero, para adolescentes ilusionadas con otra realidad a la suya, como su hermana, ella siempre había soñado en grande, deseaba ser diseñadora y una de las mejores, no pensaba rendirse por nada.

Se sienta frente a ella, pensativo.

-Come -indica, más calmado.

-Eso estoy haciendo -algo desmotivada lleva la sopa a su boca. Dominik la mira preocupado.

Le pesaba mucho hacer eso pero no tenía de otra. Carraspeó con fuerza.

-¿Qué era lo que me querías mostrar?

-No tienes que hablar conmigo de eso, se que odias estas cosas -menea el líquido de la sopa sin rumbo.

-No es que lo odie, simplemente no entiendo, pero si me explicas tal vez lo haga.

Realmente lo odiaba, creía  que eran ridículos todos los vestuarios que la joven le enseñaba, que los hombres usaran esa ropa le parecía vergonzoso, definitivamente él nunca lo haría aunque le pagaran millones.

Creció con la idea de que los hombres solo debían vestir pantalón y camisa, las mujeres vestido, faldas y usar maquillaje. Además de pensar que los hombres solo pueden estar con mujeres en el sentido romántico y sexual, y viceversa. Esa era la ley "natural" según él.

-Dime. ¿Qué te tenía tan emocionada hace rato? -sonríe para generarle seguridad a su hermana.

Lentamente eleva la vista contenta y se prepara para hablar sin parar de cosas que tal vez Dominik no entendía y saturarían su sistema.

-Charles Nikes -nombra.

-El sujeto con el que estás obsesionada. El tipo afeminado que modela -traga con pesar el refresco.

-No le digas así -regaña. Ser escuchada por un tipo tan "rudo" como su hermano implicaba ese tipo de comentarios-. Como sea, él se presentó ayer como una obra de caridad para un diseñador que fue deportado de su país.

-¿Por qué? -eso le interesaba un poco más. Algo de acción.

-Ser gay, fue descubierto por el gobierno de su país a los 19 años y le cerraron todas las puertas, lo acusaron de robo sin pruebas y el año pasado llegó a América. Entonces como era nuevo en esto nadie quería colaborar con él debido a la desconfianza y fama que obtuvo, hasta que conoció a Charles y le fue de gran ayuda para hacer conocida su marca.

-Todo eso me suena a... enfermos mentales. ¿Por qué te gustan tanto esas cosas? Es asqueroso -suelta con desprecio-. Idolatrar a alguien como él es desagradable, aun no lo ves porque eres joven, pero dentro de unos años te vas a arrepentir.

-No es cierto -niega intensamente.

-Los gustos cambian, así como tu loca idea de ser diseñadora.

-No sabes nada, Dominik. Yo si quiero tener un futuro, no como tú -escupe, cruzada de brazos.

-Y te lo daré, pero no vas a ser diseñadora, en un mundo como este es difícil lograr algo con una cuenta bancaria reducida.  ¿Crees que a todos esos modelos y diseñadores famosos que ves en tus revistas se les dificulto estar donde están? Ellos crecieron en una cuna de oro, tú no.

-Tal vez tengas razón en eso, pero si me esfuerzo más...

-No, fin de la discusión. Ya tuve suficiente -se levanta y recoge su plato, indiferente.

-Mamá dice que todo es posible, no importa que tan difícil sea.

-Entiende que hay cosas que realmente son imposibles de conseguir cuando no tienes ni un centavo para comer. Y no le hagas caso a mamá, la mayor parte del tiempo ni siquiera está en este mundo -hace una referencia a las adicciones de aquella mujer-. ¿Por qué mejor no estudias algo diferente? Tal vez... abogada -inquiere preocupado por su futuro.

-¿Para sacarte de la cárcel cada vez qué robes algo?

-¡Jessi! -se voltea, molesto. Odiaba que hiciera eso, meterse en sus problemas.

-¿Qué? Es cierto -acusa.

-Sabes que no es así... -niega con incoherencia y nerviosismo.

-No soy tonta Dominik. Si mamá quiere hacerse la ciega es su problema, pero a mí me preocupas de verdad, eso que haces no está bien -se levanta con la revista en mano.

-No es tu problema, son cosas de...

-Grandes -completa cansada del mismo sermón-. ¿Eres lo suficientemente grande para ir a la cárcel? Apenas tienes 24.

-No va a pasar, sé lo que hago, y sé cuidarme bien -apoya ambas manos en la barra.

-Aunque te creas un buen boxeador, hay tipos malos afuera -se detiene antes de irse-. Espero que algún día de estos no te metas en mas problemas -advierte saliendo de la cocina.

Al sentir el vacío del lugar suspira con pesar.

-Como si fuera tan fácil.

Después de comer con su hermana sale rumbo al trabajo, era rutina diaria. Un gimnasio de boxeo le esperaba mientras caminaba por uno de los barrios más peligrosos de la ciudad, él se sentía parte de este, para él no había forma de temerle.

-¡Ey, guapo! -una pelirroja carismática lo llama a una cuadra de llegar al gimnasio. Voltea y se detiene sin darle mucho interés.

-Qué onda -saluda como si se tratase de cualquier amiga.

-¿Qué onda? -cuestiona con el entrecejo fruncido-. Solo falta que quieras chocarlas y decirme "Bro". Soy tu novia Dominik. ¿Lo recuerdas?

-Mi error, perdón -distraído, se disculpa. No quería armar una pelea por quinta vez en la semana.

Ambos entran a la par al enorme lugar lleno de máquinas y sacos de boxeo.

-Carajo -la chica ríe sin razón-. Eres un pésimo novio, ¿lo sabes?

-¿Qué quieres para compensarlo?

Reemplazar afecto por algo material es lo que mejor sabía hacer cuando se trataba de mujeres.

-Quiero que actúes como si realmente te importara, aunque sea un poco -le confiesa con lastima-. Quiero que me demuestres lo que se supone siente por mí.

Sharon va detrás del mostrador principal para recibir a los miembros del club de boxeo, Dominik la sigue sin terminar la conversación.

-Y lo hago, ¿no? Te vengo a ver todos los días -rasca su nuca sin saber qué más decir.

Era muy malo para las cosas románticas, apestaba en el amor, con suerte tenia novia y era mas mérito de ella por aguantarme tanto tiempo, por soportar su falta de interés e indiferencia constante, su mal humor y su personalidad de mierda, sin dudar ella era demasiado para un tipo como el.

-Dominik, cariño, trabajamos en el mismo lugar, es inevitable no vernos -lo mira fijamente y sonríe con falsedad-, no seas cínico.

-Perdón Sharon, te prometo que haré mejor las cosas -sube ambos brazos encima del mostrador como uso de soporte-. Sé que he sido un novio terrible, pero ten en cuenta que nunca antes había estado en una relación seria.

A lo más que llegaba era "amigos con derechos" y al final eran ellas quienes lo votaban por idiota, la misma falta de interes se repetia en todas, como un patron. Simplemente podría decir que todas le aburrían, con descaro.

La excusa de Dominik no le pudo importar menos a la pelirroja, lo conocía muy bien, de años, por lo tanto sabía el truco de fingir ser la víctima y querer hacer sentir culpable al otro.

-Seamos sinceros, solo te soy útil cuando quieres desahogarte... con sexo, no hay forma de tener una conversación medianamente decente. Esto que tenemos está hueco, vacío, no hay afecto de por medio -acusa con rabia. Se detiene y da un largo respiro-. Esta decisión ha sido difícil... pero creo que lo mejor es dejarla hasta aquí, encontré a alguien que realmente me aprecia, no como tu, señor de hielo sin sentimientos.

En cuanto el chico escuchó aquellas palabras la alegría volvió a su cuerpo inerte, sin duda aquello le había alegrado el día y la semana entera.

-Sharon, cariño, lo entiendo. Yo también creo que es lo mejor -sonríe desvergonzado y fije tristeza con la voz aturdida- no sabes cuanto te quise...

Una bofetada se estampo en su mejilla sin previo aviso.

-Me lo merezco -moldea su quijada de un lado a otro- fue bastante duro para venir de una chica.

-Ese es otro de tus problemas Dominik, siempre me subestimaste, y a las mujeres en general. ¿Qué crees? ¿Que no puedo hacerte sufrir de la misma manera que tú? Idiota -lo agarra del cabello, meneándole con rudeza.

-Aah -lloriquea intentando zafarse de las intensas garras de la pelirroja.

-Escucha, remedio de hombre -lo acerca a una altura más baja sobre el mostrador y aun sujetándolo del cabello-, no me vuelvas a hablar, no me busques y no me mires -amenaza con rencor-. Me apiado de la próxima chica que se enamore de ti, mas te vale no arruinarlo como lo hiciste conmigo... o te castro. ¿Entendiste?

-Ya entendí, ya entendí -por fin es liberado. Suspira con alivio mientras masajea su cabeza-. Créeme que no te volveré a buscar, no estoy tan urgido -se aleja velozmente del alcance de Sharon, detrás de la barra de metal.

-Estas advertido -apunta con dos dedos, yendo desde sus ojos hasta donde él estaba.

-Espero seas feliz con tu nuevo ligue -evade el tema y se aleja del radar peligroso de la chica.

-¡Es mejor en la cama que tú! -grita para que todos los miembros del club e instructores escuchen. Le dio justo en el ego, era su regalo de despedida.

Entrinca la mandíbula con fuerza y cierra los puños de coraje, respira en busca de paciencia.

-Apuesto que no es mejor peleando -le saca el dedo medio, de espaldas.

Posiblemente lo engañó, o no, y si lo hizo no le interesaba saber, el pasado ya fue.

Estaba convencido de que nadie era mejor que él y mucho menos en la cama, tantas chicas le habían confirmado su gran habilidad sexual, su alto libido lo delataba.

Podía conseguir lo que sea con un par de miradas y un seductor lenguaje corporal, a la chica que deseara y donde deseara.

-Alto ahí rompe corazones. Si fuera un crimen tendrías cadena perpetua, sin duda -la morena se burla. Retirar los vendajes de sus muñecas y baja del ring con un brinco ágil.

-Ni me lo digas, todas estas dementes -se expresa con los ojos bien abiertos representando locura-. Menos tú, eres especial -compone después de ver el gesto de desaprobación que mostró la chica de carácter fuerte.

-¿Eso le dices a todas tus conquistas? -limpía el sudor de su frente con la pequeña toalla reposando en su hombro.

-Usualmente es más fácil de lo que parece. Un "Hola, linda" un trago y una sonrisa, y ya están muertas... en mi cama.

-Que ridículo -suelta una carcajada. Limpia sus brillosos ojos por reír tanto.

-Ríe lo que quieras, pero es inevitable, con solo verme vienen a mi, tengo un encanto particular.

-¿El de ser un payaso? Eso se te da muy bien.

-Claro, que graciosa -hunde la mirada sin gracia e intenta mostrar algo de su encanto coqueto.

Por suerte Antonia tenía una resistente barrera anti patanes.

-Cuando termines tu rutina rara de apareamiento limpia el ring, recuerda que hoy entrenas -informa, entregando el trapeador y una cubeta llena de agua.

-Necesito subir a ese ring, pero a pelear -comenta devastado. Llevaba más de un mes sin tocar la piel de la manera que realmente le gustaba.

-Carter sigue molesto contigo, si te ve peleando de nuevo te botara definitivamente, junto conmigo por cubrirte. Sabías cual era el castigo si alguno de nosotros peleaba fuera de este club y aun así lo hiciste -le recuerda-. ¿Por qué?

-Necesidad, tenía mucha mucha necesidad Antonia. Era dinero fácil y en ese momento no vi lo malo -se hundió de hombros, ni un poco arrepentido.

-Pudiste haber muerto y nadie sé preocuparía por ti en un lugar como ese.

Si de día era uno de los barrios más peligrosos, de noche ni se diga.

-Pero no lo hice y gané -enorgullecido, sonríe.

-No lo digas con tanto orgullo, sigue siendo peligroso e ilegal.

-Bueno, me equivoque, lo admito, estuvo muy mal y fue irresponsable. No lo volveré a hacer -jura sin una pizca de conciencia o remordimiento-. Di NO a las peleas callejeras, deberíamos hacer una campaña -propone con sarcasmo.

-Lo mismo le dijiste a Carter y por algo cree que lo volverás a hacer tan pronto como se te presente la oportunidad. Si mueres no quiero estar enterada, y obviamente no iría a tu funeral -informa intentando causar preocupación en el chico de cabello azabache, el cual solo ríe.

-Estas des-invitada, no te preocupes -toma el trapeador y la cubeta llena de agua, era una pluma ligera entre sus manos-. Te esperare en el infierno.

-¿Cómo estás tan seguro? No soy como tu, tu de seguro tienes pase VIP -la de cabello castaño se sienta a la orilla del ring entre risas.

-Probablemente -lo dice con malicia. Sube con sus utensilios de limpieza, ya estaba más que familiarizado con estos, incluso les comenzaba a tomar cariño.

Se decía que hablar con Dominik implicaba un pase directo al infierno, muchos curiosos se atrevían a probarlo y con suerte terminaban con un ojo morado, o uno que otro hueso hecho polvo, dependía del día y la suerte del momento, el humor con el que lo encontraran.

Era difícil él siquiera acercarse a él con la fama que se cargaba de violento y explosivo, su apariencia daba mucho de que prevenirse, era una alerta andante, sus rasgos faciales definen la rudeza, su cuerpo era simplemente perfecto, el de un buen boxeador, bien trabajado de piez a cabeza, era musculoso pero sin exagerar, lo suficiente para derribar a cualquiera en su camino, su estatura era lo más problemático para los demás, la mayoría de chicos se sienten insignificantes e insuficientes para sus novias al estar a su lado, media cerca de los dos metros, o eso resultó la última vez que se midió, había pasado un año.

Era entendible el porque creía que nadie era suficiente para él, el por que nadie estaba a su altura, o su nivel, no económico, sino físico y mental, creía ser mucho para cualquiera que estuviera interesado en él, no le gustaba perder el tiempo en tonterías. Prefería entrenar arduamente y así seguir manteniendo el título del mejor Boxeador, él sabia que algún día llegaría a algo grande.

Todos podían mirarlo y alagarlo sin parar, pero de su boca nunca saldrían palabras verdaderas de amor, él no creía en esas cosas.

Tampoco creía en el atraemos lo que somos, sin embargo su suerte cambiaría de golpe, para bien o para mal, así cumpliendo aquella frase al pie de la letra.

Era cuestión de tiempo.


Continuará...   








⚠️ Capitulo con errores ortográficos notables, se ira corrigiendo con el tiempo. Gracias por su compresión.

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