🌻 XII 🌻

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El rubio miraba atentamente los pequeños juegos, los cuales, eran dominados por niños entre cinco y diez años. Todo le daba vueltas y una pequeña capa de sudor habitaba en su frente.

Hoy era el día, la espera ya había terminado y en unos cuantos minutos el castaño aparecería enfrente de él.

Aunque se sintiera un poco aliviado, no podía negar que los nervios se lo estaban comiendo por dentro.

Desde que salió de casa, no dejaba de pensar en el discurso que le diría a Jin, y por supuesto, tenía que evitar que de sus labios saliera una tontería.

Quería volver a pasar una tarde tranquila con aquel chico, cocinar juntos, hablar de su día y al final de todo, ver el hermoso cielo estrellado.

Por otra parte, Jin caminaba nerviosamente por el ancho camino de piedras, mientras que cargaba con aquel pedazo de papel en donde venía escrito el lugar y hora del encuentro.

Una pelota rodó hasta sus pies y se detuvo para tomarla y entregárselo al pequeño, este le sonrió con timidez y no dudo en regresarle el gesto. Le había parecido tan lindo.

El menor corrió hasta su grupo de amigos y retomaron su juego como si no hubiera ocurrido nada. Jin miró la escena con felicidad y volvió a tomar su camino.

El rubio está ahí, con las manos en la cabeza y moviendo su pie con impaciencia.
El castaño entendió que no era el único con un severo problema de nervios, pero a pesar de todo no se echaría para atrás, también quería arreglar el problema.

Sus manos se volvieron en dos grandes puños y a paso firme caminó hasta el chico, para después, detenerse enfrente de él.

Namjoon levantó la mirada y se puso de pie inmediatamente, dejando un pequeño espacio entre ellos y que las mejillas del bajo se tornaran carmesí.

—Ehm, ¿Q-quieres sentarte? —Habló.

Jin asintió un par de veces y se acercó al banco, manteniendo una distancia considerable.

El moreno se pasó las manos por las piernas y así, retiró cualquier rastro de sudor. Debía hablar, pero no sabía cómo empezar. ¿Acaso existían los milagros? Y si fuera así, anhelaba que se le cumpliera el suyo.

—Jin... —Su compañero lo miró y Namjoon tragó duro. —Gracias por venir.

—Quería hacerlo, y además, yo también necesitaba hablar contigo, pero no fui lo suficientemente fuerte.

—Lo eres. —El rubio giró su cuerpo hacia él y este lo vio sorprendido. —Y-yo, quería hacerlo desde hace tiempo, pero el miedo siempre me ganaba, lo siento por hacerte esperar.

Seokjin no entendía, sus ojos habían empezado a picar y en ellos se estaban acumulando un par de lágrimas. No quería que lo viera llorar y mucho menos en un lugar público.

—El chico del que hablaba Hoseok, existe —dijo cabizbajo—. Te mentí porque estaba muy asustado, bueno a excepción de que Hoseok es un idiota. —Jin rió. —Pero... —Se acercó al mayor y lo tomó de las manos.

El corazón de Jin pálpito rápido y un suspiro se escapó de sus labios. Algo de felicidad lo invadía.

—No sé si esto sea lo correcto pero es necesario que te enteres de esto.

Una pareja pasó junto a ellos y los miró confundidos, al parecer nunca habían visto a dos hombres tomados de las manos pero a pesar de todo; a ninguno de los dos le tomó importancia.

—Al principio estaba muy confundido, pero estos días en el que no estuvimos juntos entendí muchas cosas. Eres un chico muy apuesto y de buen corazón. —Le sonrió cálidamente. —Mi dolor crecía cada vez cuando te miraba desde lejos y no tenía la valentía de acercarme.

—Namjoon. —Acarició su mejilla y una lágrima resbaló por su mejilla. —Te entiendo.

Debía continuar, anhelaba que el chico escuchara su corazón y lo que tanto llegó a pensar en él. Sin duda ya había encontrado a su amor, y este tenía un nombre.

Kim Seok Jin.

HyunJack.

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