4. Tan Solo Una Estrella

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Amaneció con una claridad que no era común en invierno, pero sin duda, después de la tormenta de anoche, esa mañana era una bendición.

Ji Min no pudo dormir, se encontraba en la misma posición de ayer, sentado abrazando sus rodillas a lado de la cama donde la pequeña Sakura balbuceaba en sueños. Después de horas de llanto y ataques de pánico, se puso en pie lentamente y vio que el rejoj de la repisa marcaba las 6:13am. Sabía que Sakura no se levantaría hasta dentro de unos 40 minutos más, así que decidió salir para ir a comprar leña al depósito del pueblo. Ya dentro de poco se les acabarían las reservas y no podían darse ese lujo si no querían morir congelados.

Esa mañana caminó como un muerto en vida mientras arrastraba la carreta en donde llevaría la leña, se sorprendió al ver que el vecino molesto no había hecho nada para fastidiarlo, para él mejor, hoy no tenía ni las ganas ni las energías para estar peleando. Su cuerpo se sentía cansado y débil después de la horrible noche que le tocó pasar.

Una vez llegó al depósito e hizo la compra decidió tomar el camino largo a casa, aún le quedaba algo de tiempo antes de que su pequeña florecita despertara, así que se fue por el bosque para relajarse un poco con el aroma que desprendían los grandes árboles que parecían tocar el cielo. Lo que no esperó, es que después de unos minutos de caminata, sus piernas le fallaran y su vista se tornara borrosa, cayendo inconsciente sobre la blanca nieve.

Era tan solo una estrella, una estrella solitaria en una galaxia desconocida, sus amigas de años se esfumaron del cielo con un destello inmenso y no volvieron nunca más. Era tan solo una estrella, una estrella que había visto pasar cometas, anhelando viajar con ellos, pero no podía, estaba estática, no conocía más que ese cielo aburrido y solitario; estaba sumida en la oscuridad. Brillaba intensamente, se esforzaba por seguir iluminando el cielo, pero el cielo no la necesitaba ya. Su color plateado se transformó hasta ser rojo, recordó que ese mismo color era en el que sus antiguas compañeras se habían convertido antes de irse. La estrella solitaria se alegró, porque ya no sería una estrella, ya no estaría sola en la oscuridad que tanto intentó embellecer. Ya no sería nada, descansaría de buena vez, se iría y si el destino lo permitía, podría ver algún día, el tan apreciado amanecer.

El cansancio venció a Jungkook y logró quedarse dormido ya pasadas las 11:00pm. Eran las 7:43am cuando un fuerte llanto lo despertó, lo cual lo desorientó por unos segundos y después se le hizo extraño, era obvio de donde es que venía el llanto y en los pocos días que han pasado desde que el vecino de al lado se mudó nunca había escuchado llorar a la bebé, pero de seguro no era nada. Era normal que los niños lloraran.

Lo que sí no era normal es que ya hayan pasado 20 minutos y esa criatura siguiera con ese llanto tan desgarrador como que la estuvieran torturando. Inevitablemente, Jungkook se preocupó y dejó su orgullo de lado para ir a ver qué ocurría. ¿Por qué su vecino no hacía algo para tranquilizar a la niña? Era extraño.

Se asomó por la ventana de la cabaña de su vecino que daba vista a la cocina y no lo vio por ningún lado. Tampoco logró escuchar su voz, solo se oía el llanto de la niña. Cuando intentó entrar por la puerta la encontró bajo llave, estuvo tocando por unos cinco minutos, pero nadie abrió, así que no le quedó de otra más que tirarla abajo. Cuando ingresó fue directo a lo que suponía era la habitación y encontró a la bebé sentada en la cama llena de lágrimas y mocos, seguía gritando a viva voz: "dada Mimi, dada Mimi", pero al parecer el padre irresponsable la había dejado sola.

Jungkook maldijo molesto y tomó a la bebé arrullándola en brazos tratando de calmarla.

—Ehh, ni idea de cuál es tu nombre, pero te ayudaré a buscar al inútil de tu padre.

Sakura reconoció al extraño no tan extraño que botó la puerta de su hogar, al que su amado dada había llamado denomio, así que recostó su cabecita en el hombro de él mientras la arrullaban, estaba muy cansada de haber pasado tantos minutos llorando, solo quería que el señor denomio le ayudara a encontrar a su dada.

Jungkook salió de la cabaña con Sakura en brazos y le dio un biberón suponiendo que aún no había comido, ahora la chiquilla solo lo quedaba viendo con ojos curiosos. Él realmente no tenía ni idea de cómo cuidar a un bebé y mucho menos de en dónde debía empezar a buscar al japonés.

Así que decidió ir primero a la granja de los Karlsson para preguntar por el chico, sabía que la señora Karlsson es quien le alquilaba la cabaña así que tal vez podría darle información que le ayudara a encontrarlo.

Lo único que obtuvo fue su nombre, Ji Min, y que trabajaba en la tienda de los señores Anderson así que fue hacia allá, pero cuando llegó tampoco lo encontró en la tienda, el señor Anderson le dijo que se había encontrado a Ji Min muy temprano comprando leña en el depósito del pueblo.

Entonces Jungkook emprendió camino con la bebé risueña hacia el depósito, rogando mentalmente que el chico se encontrara ahí, pero tuvo mala suerte porque tampoco estaba ahí.

Se estaba frustrando demasiado, sintió a la niña revolverse en sus brazos, al parecer quería caminar, así que decidió regresar con ella a la cabaña, tal vez el hombre ya había regresado, esperaba que fuera así, sino tendría que ir a la estación de los guardabosques del pueblo y reportarlo como desaparecido para que le ayudaran en la búsqueda.

Jungkook tomó el camino del bosque para entretener a la bebé, que supo se llamaba Sakura gracias a la señora Karlsson, y de la mano con ella caminaron entre los árboles, a los minutos fue que Jungkook lo vio. Ji Min estaba tirado inconsciente sobre la nieve con la piel pálida y los labios morados. Corrió hacia el joven y le tomó el pulso en el cuello, dio gracias a los cielos de que seguía vivo y respirando.

La pequeña Sakura se acercó a su padre y le tomó de los cachetes entre risas creyendo su papá solo estaba durmiendo. Jungkook prefirió dejar que la pequeña creyera eso, puso el cuerpo de Jimin en la carreta de leña para transportarlo fácilmente, y lo más rápido que pudo fue de regreso a la cabaña.

Una vez llegó, dejó a la niña en la sala pintando y se encargó de Ji Min, lo llevó a la habitación y empezó a desvestirlo porque sabía que necesitaba hacerlo entrar en calor y con esa ropa congelada no lo lograría. Mientras le quitaba todo, a excepto de la ropa interior porque sería incómodo para ambos después, notó moretones en su espalda y en sus delgados brazos, lo que le pareció raro, pero no le tomó importancia.

En la habitación había un pequeño ropero y de ahí sacó una nueva muda de ropa cómoda con la que lo vistió y después lo envolvió con todas las colchas y edredones que encontró. Una vez habiendo abrigado bien a Ji Min, fue hacia el baño en busca de un botiquín de primeros auxilios y logró encontrar un termómetro y alcohol, como no había algodones usó una gasa y le hechó un poco de alcohol para después acercarla a la nariz del japonés. Para su suerte él empezaba a reaccionar.

—¿S-Sakura, dónde e-está? Sakura m-mi florecita, Sakura...

Ji Min seguía aturdido, pero aún estando en ese estado lo único que le importaba era su hija, su bebé, él solo quería verla y asegurarse de que nada malo le había pasado.

—Cálmate, ella está bien, está pintando en la sala. El que casi se muere eres tú.

Ji Min se soltó en llanto. Jungkook no sabía qué hacer, pero como tampoco podía mantener la boca cerrada soltó la mejor estupidez que se le pudo ocurrir en ese instante:

—¿Sabes? Eres un pésimo padre, ¿cómo se te ocurre dejar a...

Ji Min aún aturdido, cayó en cuenta de quién era el hombre que estaba frente a él hablándole pura mierda, lo quedó viendo furioso y puso todo su esfuerzo para deshacerse de las mantas que lo tenían apresado.

—Hey, ¿qué crees que estás haciendo? Debes entrar en calor, casi mueres hecho piedra allá fuera con este clima.

Jungkook trató de envolverlo nuevamente pero el chico luchó y le dio un empujón para salir de la cama, en el momento en que se puso en pie sus piernas cedieron y cayó al suelo, pero no le importó y casi arrastrándose por el piso buscaba como salir de la habitación para comprobar que su bebé realmente estaba bien, para comprobar que seguía con él, para ver con sus ojos que no se la habían arrebatado.

Jungkook estaba estupefacto ante la actitud del joven, pero cuando lo vio en el suelo corrió hacia él para cargarlo y meterlo en la cama de nuevo. Lo que no esperó es que Ji Min empezara a gritar histérico que lo soltara.

—¡¿Qué mierda te pasa?! ¡Debes calmarte o asustarás a tu hija! —le gritó Jungkook queriendo hacerlo entrar en razón.

—¡Sakura! ¡Sakura! ¡¿Dónde estás florecita?! ¡Sakura!

Ji Min no le hacía caso, solo seguía gritando como desquiciado llamando a su hija. Fue entonces que la pequeña bebé apareció con esos ojitos curiosos en la entrada de la habitación, viendo extrañada la caótica situación.

—¿Dada? ¿Llamaste? —habló con su suave voz.

Ji Min se safó de los fuertes brazos que lo apresaban y se abalanzó a abrazar a su más preciado tesoro. Sus fuertes sollozos hicieron llorar a la bebé, quien con su inocencia creía que su dada estaba triste porque no la vio cuando despertó, así como ella se asustó mucho cuando abrió sus ojitos en la mañana y no vio a su dada.

—Aquí estoy dada, te quelo mushooo, no lloles.

Jungkook solo se dejó caer en la cama suspirando mientras presenciaba la escena. Era más allá de desagarrradora, era un padre lleno de miedos en su interior que se aferraba a su pequeña, quién era lo único que le quedaba en el mundo, lo único por lo que seguía viviendo.

Sin quererlo, la empatía llegó a Jungkook en oleadas, comprendió que la guerra también la sufren los que según él eran sus enemigos, pero en realidad eran nada más que personas desconocidas peleando por intereses ajenos. La guerra había destruido a Ji Min, un soldado japonés que había empuñado armas en contra de los suyos por mera obligación, era un soldado de los tantos que solo querían sobrevivir con la esperanza de regresar a casa, era igual a él, lo único diferente es el país en el que nacieron y el cual les tocó defender.

Jungkook se sintió como la mierda al recordar sus palabras dichas a Ji Min, verlo así de vulnerable le había tocado la fibra sensible. Se prometió que después de esto haría las pases con él y le pediría perdón, después de todo, ambos estaban en ese lugar con el mismo propósito, sanar sus almas y buscar la paz que tanto han anhelado.

Estaba concentrado viendo sus manos cuando notó el silencio que reinaba en la habitación, volteó a ver al frente y notó que Ji Min se había desmayado otra vez y casi estaba aplastando a Sakura quien reía feliz pensando que todo era un juego.

Rápidamente acomodó a Ji Min en la cama y le dijo a Sakura que su papá estaba muy cansado y necesitaba dormir, la pequeña entendió de inmediato y dejando un besito en la frente de su papá salió de la recámara para volver a pintar en la sala. Jungkook aprovechó para tomarle la temperatura a Ji Min notando que al parecer le estaba entrando fiebre, lo cual no era de extrañar con todo lo que había ocurrido. Le dio una pastilla para que la fiebre le bajará y fue a la cocina para preparar un caldo de res para el almuerzo.

Antes de empezar a cocinar, tomó a Sakura en brazos y fue a su propia cabaña donde había instalado un teléfono con el cual llamó a los Karlsson para decirles que hoy no podría presentarse a trabajar porque estaba cuidando a su vecino enfermo. Después llamó a la tienda de los Anderson para explicarles el porqué Ji Min no llegaría al trabajo.

El día terminó demasiado rápido, Jungkook estaba preocupado porque la fiebre de Jimin no cedía a pesar de los paños de agua fría que le ha estado poniendo en la frente, el japonés seguía inconsciente y tuvo que darle la sopa que preparó de almuerzo cucharada por cucharada temiendo que se fuera a ahogar con la misma.

Notó de Sakura era una bebé de lo más tranquila y manejable, él que no tenía nada de experiencia tratando con niños, se sorprendió del hecho que Sakura no había llorado ni una sola vez bajo su cuidado. Se sentía orgulloso de su logro.

Eran las casi las ocho de la noche cuando la bebé cayó profundamente dormida y pudo finalmente estar completamente al pendiente del estado de Ji Min. Iba a salir para cambiar el agua que usaba para los paños fríos cuando lo escuchó.

—¡N-no Hana, Azumi no! ¡No por favor! ¡Mamá! ¡Papá! ¡No m-me dejen solo por favor, n-no! ¡Sakura! ¡Sakura!

Eran gritos desgarradores que de pronto se convirtieron en susurros y luego en jadeos porque Ji Min no podía respirar, Jungkook con rapidez se acercó a él preocupado.

—Jimin, está bien, todo está bien, respira conmigo, puedes hacerlo.

Jungkook lo tomó por los hombros con delicadeza, pero Ji Min simplemente estaba hundiéndose cada vez más en el abismo, todos aquellos recuerdos tortuosos recorrían su mente como una película trágica sin fin, los sentimientos de aquel entonces volvían hacia él como una jaula que lo asfixiaba, haciéndolo sentir miserable en este mundo, un completo inútil que lo ha perdido todo.

Jungkook estaba empezando a desesperarse, no sabía qué hacer para lograr tranquilizar al joven que temblaba y se ahoga frente a él, dentro de su desesperación sus brazos actuaron de forma automática y envolvió a Ji Min en un abrazo protector.

—Estarás bien, Sakura está para ti, ella está bien, tú estás bien Ji Min, ya todo acabó, e-estaremos bien —repitió esas palabras mientras sus manos acariciaban la espalda de Jimin.

—¿S-Sakura? —la pregunta vino en un susurro suave, aún jadeante, pero al menos su respirar era más estable.

—Está dormida —respondió, sus brazos aún apreando al japonés con firmeza—. ¿Te sientes mejor?

Ji Min lentamente se apartó del refugio cálido que lo envolvía, siendo consciente que el hombre que lo ayudaba de seguro lo hacía por lástima y él no quería recibir nada de parte de alguien con pensamientos y deseos tan horribles.

—Estoy bien, gracias, ya puedes irte.

Jungkook se sintió extraño ante el tono tosco que su vecino había empleado, pero era entendible después de todo lo que le hizo.

—Jimin, yo lo lamento, ahora comprendo que no fue tu elección y tampoco tu culpa todo lo que ha ocurrido. Fui un tonto, pero estaba dolido y resentido... y-yo lo perdí todo, perdí a todos; mamá, papá y mi hermano, todos ellos... ellos sufrieron una muerte a manos de tu país, se que nadie puede elegir donde nacer y sé que tú no iniciaste está guerra, pero el saber que eras un soldado, uno de los muchos que nos han causado daño, era demasiado para mí y ese resentimiento resurgió, sé que era tu deber y obligación, así como era el mío defender a mi patria. Lo siento por todo lo que te dije, realmente lo lamento, no lo merecías. Puedo ver que la guerra también te ha hecho pedazos por dentro. Solo somos personas que hemos pasado por un mismo infierno en diferentes tierras. Yo desconocía tu dolor y fui lo suficientemente imbécil para regocijarme en él. En serio lo siento, por favor perdóname Jimin.

JiMin lo veía de una forma que no podía descifrar, cuando de repente vio una sutil sonrisa asomarse en sus labios hasta llegar a sus ojos brillantes y profundos. Fue más que suficiente para que su consciencia se encontrará en paz. Sabía que sus disculpas fueron bien recibidas y aceptadas. Él también le devolvió la sonrisa.

Era de madrugada cuando ambos salieron a la terraza, Jungkook ayudando a Jimin a caminar ya que aún se encontraba algo débil. Aunque hacía un frío del demonio, nada les impidió apreciar juntos la belleza que la naturaleza les regalaba en ese instante. La aurora boreal danzaba con gracia y elegancia ante una infinidad de estrellas iluminando el cielo azul.

—¿Estás seguro de que te encuentras mejor? Deberías haberte quedado en cama, hace demasiado frío y la fiebre costó que te bajara. Debes estar cansado.

—Estoy bien, gracias por cuidar de mí y de Sakura, no tenías porqué ayudarnos, pero aún así lo hiciste. Sí no fuera por ti, no sé qué hubiera ocurrido con mi pequeña florecita, sin ella mi mundo se desvanece.

Jungkook lo veía con profundidad, atento a sus palabras, JiMin le regresó la mirada y pudo leer la pregunta que había en los ojos contrarios.

—La mamá de Sakura falleció por culpa de la bomba atómica lanzada en Hiroshima, su cuerpo se encontraba sobre la puerta del refugio, ella lanzó a Sakura para salvarla, pero ella ya no logró entrar.
Yo la encontré después de haber cargado el cuerpo de mis hermanas sin vida, Sakura fue mi luz, mi refugio, en ella encontré una razón para seguir existiendo. Ella lo es todo para mí.

Ambos quedaron en silencio después del relato, concentrados viendo el cielo y guardando respeto a la memoria de la mamá de Sakura. Después de un instante, Jungkook habló con tono calmó, no queriendo romper la atmósfera tranquila:

—Eres alguien admirable Jimin —el japonés volteó a verlo y en su cara había una mueca de incredulidad—, puede que no lo sepas, pero tú también fuiste esa luz y esperanza para Sakura, de no ser por ti quién sabe qué habría ocurrido con ella. Tú la salvaste, la protegiste y te convertiste en su familia. Esa niña te ama tanto como tú a ella, eres su sol... tú eres su estrella.

Jimin elevó la vista al cielo queriendo evitar que las lágrimas cayeran otra vez. Jungkook puso una mano en su hombro en forma de apoyo.

Fue así como dos hombres de naciones enemigas cruzaron sus destinos, desde ese momento su lazo sería inquebrantable. Sus almas encontraron consuelo. Ambos serían la paz del contrario. Serían esa estrella que anhelaba embellecer un cielo desconocido, pero amado.

Tan solo una estrella en su mundo bastaba para continuar, porque para quienes lo habían perdido todo una vez, una estrella era más que suficiente razón para seguir luchando, viviendo y amando.

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