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CAPÍTULO UNO
A DIFFICULT CHILDHOOD
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Octubre , 1996

      EL LLANTO DESESPERADO por un poco de atención resonaba por toda la casa desesperando a sus habitantes así que pronto los gritos de los mayores habían opacado el llanto del bebé por un rato. Hasta que minutos después una rubia de aproximadamente dieciséis años entró a la pieza encolerizada en dirección a la cuna que contenía al bebé hambriento y con pañal sucio.

Lo cargo de forma brusca haciendo que el infante se ahogara momentáneamente con su propia saliva y remplazará el llanto por una tos. Acto seguido la adolescente le dio unas cuantas palmadas en la espalda que lo apaciguaron un poco y lo dejo en la cama para cambiarlo entre muecas de asco y de forma tosca, luego le dio su biberón y eso pareció tranquilizarlo hasta quedarse dormido.

La rubia se enderezó mientras suspiraba y limpiaba pequeñas gotas de sudor en su frente.

Gretchen Wähner odiaba su vida en estos momentos, odiaba todo. Y la razón de su miseria se encontraba envuelto en una manta amarilla sobre su cama con un peluche de un pato a su lado.

Era una chica rebelde, cansada de seguir el régimen estricto de su padre militar, era conocida en la ciudad por ser la típica chica que con tal de llevar la contraria a sus padres era capaz de todo. Tuvo varios arrestos, era el alma de las fiestas y su reputación como "dama" no era la mejor. Pero todo había terminado cuando en una noche de desenfreno se metió con el vocalista de una banda que andaba de paso en su ciudad dejándole un pequeño regalo, su hijo de apenas días de nacido al cual decidió llamar John.

Por las tardes no le quedaba de otra más que hacerse cargo de él pues en la mañana seguía yendo a clases mientras que su madre se encargaba de cuidar a John. Estaban furiosos con ella, la última vez que su padre le dirigió la palabra fue cuando les lanzó la noticia y además de darle varios azotes con una fusta le gritó que el no tendría una hija inútil ni mantenida y la obligó a seguir estudiando, pero aún así cubría sus gastos, el hombre tampoco quería que se expusiera demasiado y que las habladurías de las personas comenzaran, él con un gran puesto en el ejército no podía dejarse envolver en escándalos del tipo. Su madre por otro lado se volvió cortante y grosera con ella, todo el amor que alguna vez fue dirigido a su única hija fue acaparado por John, parecía ser la única en aquella casa que lo quería genuinamente.

Sabiendo que tendría al menos una hora de paz hasta que volviera a despertarse busco en los cajones de su mesa de noche las pastillas que el doctor de recetó para el dolor de parto. Sonrió con el frasco en mano y tomó tres pastillas para después pasarlas de golpe sin agua.

Se recostó en la cama a lado de su bebé mientras lo miraba sin expresión alguna. Alrededor de quince minutos después comenzó a sentirse más adormecida, era el efecto de la sobredosis de fármacos. Con la yema de sus dedos acariciaba con mucho cuidado la cara del pequeño. No es que no lo quisiera, al fin de cuentas era su hijo y era hermoso, pero había momentos en que la volvía loca además de que el mundo le dio la espalda por su culpa. Era un tipo de amor extraño.



Febrero, 2000

Un inoportuno accidente en las escaleras por parte de la abuela de John cambió muchas cosas. Ella murió y ahora debían conseguí a alguien que cuidara del pequeño de la casa. Su madre estaba por entrar a la universidad y su abuelo se enfrascó en el trabajo, era inevitable, debían conseguir una niñera.

Tenía cuatro años cuando toda la muerda de su vida comenzó.

Jugaba en la sala con un camion de juguete cuando escuchó el timbre de la gran casa de su abuelo. Observó como su madre trotaba apresurada hacia la entrada y el la siguió. Cuando la rubia abrió la puerta ahi se encontraba una castaña de grandes ojos verdes y gafas con una sonrisa demasiado grande extendida por todo su rostro. John sintió algo raro al verla, no le agradaba.

— Gracias por venir, voy tarde a mi clase.

— Seguro, ve tranquila, estará todo en orden. — Gretchen sonrío más tranquila pero esa sensación de peligro no dejaba a John el cual se abrazó a su pierna y escondía su cara mientras abrazaba su camión. — ¿Este es John? — Su madre sólo asintió — Nos vamos a divertir mucho tú y yo, chiquilín. — Extendió más su sonrisa haciendo que el pequeño se aferre mas a la pierna de su mamá.


Abril, 2001

Cuando escucho como la puerta se cerraba salió de su escondite como un rayo y alcanzó a ver cómo su madre subía la escaleras con cansancio hasta su cuarto. Así que sin perder tiempo se limpió cualquier residuo de lágrimas y lagañas del rostro con torpeza además de mojar pedazos de papel de baño con agua fría y ponérselos sobre sus brazos y calmar el ardor de los golpes que Erika, su niñera desde hace poco menos un año, causó.

Subió con algo de dificultad las escaleras debido al dolor de las heridas en su pequeño cuerpo hasta llegar al cuarto de su madre la cual volvió a drogarse con las mismas pastillas que dejó de necesitar hace más de cinco años.

Era su única escapatoria, decidió dejar la universidad y ahora gracias a su padre tenía trabajo como secretaria de un general él cual no paraba de acosarla y gracias a eso tenía a su esposa encima de ella pidiéndole que renuncie y deje en paz a su marido, solo quería paz. Eso sin contar los golpes de su padre los cuales regresaron con más odio que antes.

El abuelo de John era un maldito hijo de puta, ex-veterano que trataba con puño de hierro a su familia, tan literal como lo es retóricamente.

Y eso que a John no le tocaba la peor parte, no pasaban de nalgadas y varios zarandeadas, su madre era la que vivía la verdadera pesadilla, mientras que a él lo encerraba en el closet a ella la golpeaba por el coraje que se fue acumulando desde que salió embarazada. Y John lo presenciaba todo.

John miro triste a la mujer que le dio la vida la cual estaba tendida sobre la cama sin dirección. Se subió con cuidado de no "despertarla" y se coló entre sus brazos para sentir un poco de cariño hasta quedarse dormido.

Al día siguiente todo fue igual, Gretchen y su abuelo se fueron a realizar sus respectivas labores y Erika llegó.

John trataba de portarse lo mejor posible y no hacerla enojar, casi como un fantasma, pero ya nada funcionaba, llevaba semanas maltratándolo por mero gusto, lo más triste de todo es que la chica no se iba por lo habitual, le gustaba inventar diferentes actos de tortura para el niño.

Erika no era más que una pobre imbécil sádica. Odiaba a los niños y tenía todo para ser una persona exitosa en la vida pero se dejó llevar por una de las chicas populares en su curso y la llevo por el mal camino de las fiestas y adicciones y así poco a poco tiro su vida a la basura, incluso llego a falsificar boletas de calificaciones y cartas de aceptación de universidades hasta que sus padres la descubrieron y botaron a la calle, y sin estudios o influencias lo único que logró conseguir fue un patético puesto de niñera. Y ahora el que sufría su furia era John.

Sus peores métodos "educativos" eran sin duda cuando ponía a hervir agua y sumergía sus laves hasta que estas estuvieran lo suficientemente calientes para que no dejara marcas en la piel pero que aun así doliera y con ellas picaba los brazos y estómago del infante. También solía tomar alfileres y enterrarlos debajo de sus uñas. Aun así el mas horrible, y del cual aun no se recuperaba fue la marca de cigarro que se atrevió a marcar en su zona íntima. Era demasiado para un niño de cinco años.

Y gracias a todo esto se volvió algo retraído, era demasiado callado para su edad y asustadizo, batallaba al hablar por pequeños tartamudeos y se le dificultaba distinguir letras y palabras.

Gracias a Dios que poco a poco eso fue cambiado.

Ese día su madre llegó más feliz de lo normal, incluso no se "durmió". También le comento a Erika que le rebajaron horas en el trabajo al igual que días y que no necesitaría sus servicios toda la semana como acostumbraban.

Con ese antecedente Erika tuvo que buscar otro niño y tener los ingresos que le faltarían con John y pareció entretenerse con el otro sujeto pues los siguientes días que lo cuido no pasaba de empujones y marcas en los brazos por lo fuerte que lo sujetaba.

Igual el cambio de humor de Gretchen fue sospechosamente raro. Le tomó tres meses saber lo que ocurría.

Resultó ser que su madre conoció a un hombre estadounidense que fue a Alemania de vacaciones y este le prometió la luna y las estrellas. Y fue entonces cuando en la madrugada del veinticuatro de junio huyeron de Alemania. Gretchen era una pésima madre pero no tan mierda de persona como para dejar a John con su abuelo además Weber Green la aceptaba con todo y su hijo.

Pero llegando a America se dieron cuenta que no estaban allí para vivir el sueño americano pues Weber resultó ser un desempleado que nunca terminó su carrera, vivía en los barrios bajos y pobres además de ser un alcoholico adicto al juego.

Al principio siguió con su fachada de buen hombre pero su máscara poco a poco se caía, comenzó con los insultos y gritos más nunca llegó a los golpes, tal vez por eso su madre aún se aferra a él, debía sentirse el paraíso, total ya estaba acostumbrada a la mala vida. Eso y que ambos eran indocumentados, no tenían forma de establecerse e independizarse.

Poco a poco fueron aprendiendo el idioma y a acostumbrarse a la vida en San Francisco. Y solo bastó un año después para que su madre volviera a embarazarse, tuvo una hermosa niña a la cual llamaron Lea y con su llegada la actitud de Weber cambio totalmente, volvió a ser ese hombre cariñoso y cuidadoso prometiendo que buscaría un trabajo estable y sería mejor esposo.

John muy en el fondo de su inocencia de seis años pensaba que ya serían una familia feliz, esperaba con ansias a su nueva hermana pero cuando la tuvo en frente pasó todo lo contrario a cómo se lo imaginó.

Las noches de tranquilidad se perdieron dando paso a horas de desvelo. John estaba harto de ser despertado en la madrugada por llantos. La primera vez que ocurrió creo que la reprenderían con golpes o mínimo gritos pero eso nunca pasó, su madre parecía ser otra, era cariñosa y siempre estaba al pendiente de la bebe y si antes no le prestaba atención a John, ahora menos.

El niño rubio comenzó a llenarse de rencor y odio hacia su pequeña media hermana, no soportaba la idea de que tuviera todo en charola de plata con solo hacer ruido mientras que el sufrió de los peores abusos por hacer prácticamente nada.

Entonces una noche con siete años recién cumplidos, cegado por el odio y locura que poco a poco comenzaba a asomarse se encaminó con cuidado de no despertar a nadie y colocó una almohada sobre la cara de su media hermana la cual apenas tenía pocos meses de nacida hasta que sintió que dejó de respirar. Así no lo molestaría el resto de la noche.

Regreso a su cama como si nada y volvió a dormir tranquilamente. Hasta que a eso de las cinco de la mañana Gretchen se despertó angustiada de que Lea no haya vuelto a llorar y exigir comida o cambio de pañal, pero lo que encontró le heló completamente la sangre.

Comenzó a gritar a Weber por ayuda al ver que su hija no respiraba y rápidamente la llevaron al hospital. Y después de estar toda la mañana en urgencias el trío recibió la "maravillosa" noticia de que la pequeña bebe logró sobrevivir más quedó con un pequeño defecto de asma.

John no sintió nada, ni enojo o felicidad, solo un poco de frustración por haber fallado pero a los meses lo olvido. Su relación con Lea era extraña, fingía ser el mejor hermano del mundo frente a los demás pero cuando estaban solos le daba por su lado, como si no existiera, realmente no le importaba mucho.

Los años pasaron y los abusos de pasivo-agresivo de Weber se volvían más frecuentes y ahora los tres lo sufrían por igual, entonces con este acto fue cuando finalmente John logró tener un poco más de empatía por su hermana y cada que sus padres peleaban el trataba de alejarla de todo eso y se distraían con algún juego tonto, muy en el fondo no le deseaba a nadie lo que él había tenido que vivir.


Septiembre 2005

A los nueve años entró a la primaria y se deshizo de sus retrasos y dio paso a un ser muy inteligente. En esta época es cuando comienzan a introducir temas más difíciles que en preescolar y John pudo acoplarse rápidamente. Sus maestros estaban sorprendidos y juraban que podría ser una computadora andante y en lo que más resaltaba su inteligencia su en las matemáticas.

Rápidamente los docentes le notificaron la noticia a Gretchen y Weber pero le tomaron poca importancia, les daba gusto que el niño no fuera un problema en el ámbito de los estudios pero no pasó de eso. Incluso votaron los folletos de escuelas secundarias y cursos para niños prodigio, pues en ese entonces tenía la inteligencia de un nivel más alto.

Y gracias a este triste acontecimiento que le impidió crecer, continuó con sus estudios como cualquier niño normal aún con una gran mente.

Un mes después una familia se mudó junto a ellos, eran convencionales, un papá, una mamá y una hija pelirroja de la misma edad de John.

Claire, se llamaba.

Ella y John pronto se volvieron amigos y salían a jugar por las tardes como niños cualquiera. Eran los mejores amigos y pasaban la mayoría del tiempo juntos, eran inseparables.

No fue hasta que un terrible día ambos infantes quedaron en escaparse y así tener un pequeño "picnic" por los límites del bosque el cual estaba a no más de tres cuadras de su colonia. La primera media hora ocurrió normal, pasaron el rato entre risas y golosinas hasta que decidieron jugar baseball.

Era el turno de John de batear la pelota pero al momento de hacerlo no calculo bien su tiro y la pelota fue a parar al rostro de Claire la cual comenzó a llorar y a sangrar la nariz. John en un inicio de acercó preocupado a su amiga pero está en desesperación por la sangre, ademas del resentimiento solo lo empujaba y gritaba que lo acusaría. El rubio perdió la cabeza y en un acto desesperado porque la niña se callara de una buena vez la golpeó con el bate de madera, pero una vez que soltó el primer golpe no pudo parar y siguió con estos sin darse cuenta de lo que hacía hasta que paró al ver la cabeza de la pelirroja despedazada y a él cubierto de sangre.

El chico de ahora diez años se acercó cauteloso y sorprendido de lo que había hecho. Miro la cabeza de su víctima la cual parecía un balón de basquetbol desinflado pero en forma de quiebre, para ser sincero lucia mas como el jarrón que rompió la semana pasada. Los ojos estaban fuera de sus órbitas y podía ver el pequeño hijo rojo que aún los pegaba a su cabeza. Su mandíbula por otro lado estaba abierta completamente pero aún así rota y caía sin cuidado hacia la derecha. Lo bueno de que hubiera tanta sangre es que no podía ver el cerebro entre otras cosas que sobresalían de su ahora roto craneo.

Inmediatamente entró en pánico y con el mismo vestido rosa de Claire limpio el bate luego de ponerse una sudadera y huir de ahí. Ya en su hogar se baño y cambió de ropa además de limpiar bien el bate. La ropa llena de sangre la escondió debajo de su cama en una caja de zapatos, luego se desharía de ella.

No pasó mucho tiempo para que sus vecinos fueran a preguntarle si había visto a la pelirroja y mintió diciendo que estuvo toda la tarde haciendo deberes y no sabía nada de ella desde ayer.

Sus padres levantaron el reporte de desaparición y después de una intensa búsqueda en menos de catorce horas ya habían dado con el cuerpo inerte de Claire sin pistas de quien pudo haberla asesinado de esa forma.

Una investigación de abrió y John estaba lo que seguía de nervioso, actuaba lo más normal posible y obviamente dolido por la muerte de su mejor amiga más la única que logró encontrar la ropa ensangrentada fue su pequeña hermana de cuatro años, Lea. Claro que ella no entendió la gravedad del asunto en el momento y después de ser reprendida por John lo dejo pasar.

Las semanas pasaban sin respuesta alguna hasta que otro niño de la colonia desapareció y los policías asociaron los casos pues ambos infantes tenían casi la misma edad. John estaba confundido y hasta algo asustado de que hubiera otra persona igual de peligrosa en su barrio pero vio el lado positivo y supo que si la ley juntaba los casos culparían de la muerte de Claire a la otra persona. Pocos días después encontraron el cuerpo de Jimmy junto a las vías del tren descuartizado y con signos de abuso sexual solo que esta vez el culpable fue lo bastante estúpido para dejar un condón usado (que de todas formas no necesitaba) en la escena del crimen.

Rápidamente dieron con Fred Kinap, un viejo rabo verde que vivía a unas cuantas casas de John el cual resultó ser el asesino y abusador de Jimmy. La policía lo detuvo inmediatamente por el menor y Claire, que si bien negó matar a la segunda, nadie le creyó.

Y John quedó a salvo y más tranquilo.

A partir de eso no se pudo sacar la imagen ensangrentada de la cabeza de Claire entonces en el recorrido de su casa a la escuela y viceversa tomaba los animales muertos cerca de la carretera y los guardaba para después "jugar" con ellos, y con esto se refería a hacerles una especie de autopsias a los animales pues la curiosidad de cómo lucían por dentro lo invadía todos los días, llegó a tener de todo tipo, ratas, mapaches, conejos, iguanas, zarigüeyas, ardillas, entre otros.

Y aunque no lo quisiera admitir en voz alta — a pesar de la mayoría de animales ya estuvieran muertos — le gustaba recrear las torturas que Erika tuvo con el, las recordaba todas y cada una de ellas. Quería que alguien más las sintiera por igual, repartir dolor.

Aún así no tenia más ganas de asesinar a una persona o algo parecido, su sed estaba controlada hasta cierto punto. Veía lo de Claire como un accidente y lo demás era simple curiosidad.

Su pobre mente se deterioraba poco a poco.


Marzo, 2009

Con trece años John aún seguía siendo un alumno estrella y hubo alguien que lo noto.

Michael Ghimore, el maestro sustituto de la señorita Gillies la cual tomó su incapacidad maternal.

Michael comenzó a tener un interés especial en John sobre todos sus alumnos, notaba su potencial e inteligencia y no lo hacía menos, todo lo contrario, lo apoyaba y animaba a más.

Un día el maestro Ghimore después de clases le comento a John que él también impartía clases en una prestigiosa universidad la cual contaba con un programa de niños prodigio y amablemente Michael le ofreció una oportunidad de poder ingresarlo al programa además de darle clases particulares sobre temas avanzados para así trabajar su mente por todos los años que quedó estancada. John quedó maravillado con todo y obviamente acepto de inmediato, claro que sin decirle a sus padres.

Quien diría que todo fue una asquerosa y pútrida mentira.

John comenzó a ir a la casa de Michael a tomar sus clases, que si bien al principio lucían interesantes e inofensivas pronto estas se volvieron una pesadilla, el profesor no era más que una estúpida estafa, toda su amabilidad escondía a un monstruo, un pedófilo que disfrazaba su repugnante parafilía con "amor".

El mayor de veintiocho años de edad comenzó ganándose su confianza con buenos tratos, comida y golosinas hasta que los manoseos blancos comenzaron, John aún no se daba cuenta, pues le parecían inofensivos, no pasaba de apretar su hombro y cuello, que si bien le incomodaba de cierta manera no quiso decir nada ya que este le hacía un gran favor con las clases extracurriculares y no quería ofenderlo.

Pero John terminó por darse cuenta de sus sucias intenciones.

Una tarde repasando calculo avanzado Michael lo felicitaba por sus respuestas acertadas mientras le acariciaba la rodilla, estas caricias poco a poco comenzaron a subir haciendo que John se removiera incómodo más Michael no estaba dispuesto a parar. John no era tonto y supo lo que ocurría, su respiración se volvió pesada y errática, tenía miedo. Quiso removerse pero el mayor no se lo permitió hasta que su mano se detuvo en su ingle con fuerza sometiéndolo y paralizándolo.

Quería correr, llorar, golpearlo... matarlo. Si no fuera por su fuerte agarre notaría como tiembla del terror que sentía en ese momento mientras su cabeza seguía gacha.

El hombre se acercó más a él y dijo con voz autoritaria.

— ¿No terminarás el problema? — John soltó un suspiro tembloroso y subía la mirada.

— Por favor no me toque... — Susurro entrecortadamente pero Michael no le hizo caso, en cambio acercó su sucia boca a su oído.

— No sabes cuánto tiempo espere por esto. Me gustas mucho, John. — Terminó por posar completamente su mano en la zona íntima de John el cual soltó la primera lágrima de impotencia. Estaba paralizado.

Michael sonrió al ver como lo tenía sometido, el terror que logró infligir en el a tal punto de inmovilizarlo así. Alargó su brazo alcanzando el vaso que estuvo guardando toda la sesión hasta ponerlo frente al rubio.

— Tómalo. — ordenó haciendo que el menor lo mirara incrédulo — Te dolerá menos con esto.

John volvió a bajar la mirada nervioso, ya ni siquiera lo ocultaba, le dejó completamente en claro lo que haría con su cuerpo.

— ¿Y si me niego? — tembló — Iré con las autoridades.

Michael río con burla.

— Por favor niño, ¿a quién crees que le creerán más? — preguntó — Además, no es como si la policía tomara en cuenta a los hombres abusados, sería una pérdida de tiempo. — Acarició su cabello y John se encogió tratando de huir de sus manos, pero fue imposible, estaba atrapado.

Entre lágrimas toma el contenido extraño frente a él haciendo que el castaño mayor sonriera con sorna y seguir acariciando su cabello y cuello.

— No te preocupes, no tarda mucho en hacer efecto.

Varios minutos más tarde John comenzó a sentir su cuerpo adormecido y sus párpados cada vez más pesados hasta terminar completamente inconsciente. Al menos la tortura presencial había terminado.

Cuando despertó no supo cuánto tiempo pasó exactamente desde que quedó totalmente dormido, despertó en un lugar extraño acostado en un sofá-cama que olía a polvo y viejo, su camisa de cuadros estaba abierta y solo estaba en calzoncillos. Sin poder evitarlo comenzó a sollozar mientras volvía a vestirse, incluso comenzó a rezar porque no lo hubiera secuestrado.

Cuando se sentó para ponerse sus tenis sintió un fuerte y agudo dolor en su parte trasera. No había duda de lo que había ocurrido, lloro con más fuerza.

Aún algo mareado logró darse cuenta que estaba en una especie de sótano, subió las escaleras tratando de no caerse y al tratar de abrir la puerta sin muchas esperanzas se dio cuenta que estaba estaba abierta y aún más para su sorpresa no escuchó ningún ruido y dedujo que estaba completamente solo. Ni siquiera se detuvo a pensar lo extraño de asunto cuando corrió hacia el exterior como alma que lleva el diablo.

Tomó su bicicleta a pesar del dolor y pedaleó lo más rápido que pudo hasta su casa. Entró y siguió sin sentirse a salvo, se abrazó a sí mismo por la repentina sensación de soleadas que lo invadió y se sirvió un vaso de agua para después sentarse en la mesa de la cocina con la mirada perdida sin ver un lugar en específico.

Hasta que sintió como su hermana colocaba sus muñecas frente a él molestándolo y la apartó de un manotazo no muy fuerte, aún seguía aturdido a pesar de que el efecto y la droga que lo obligó a tomar pasaba.

— Largo.

— No le hables así — reprendió su madre que entraba a la cocina — ¿Cómo te fue con tus amigos? — preguntó según la mentira que le inventó por su ausencia.

El rubio aún con el recuerdo de su violación presente hizo una mueca de asco mientras un nudo volvía a formarse en su garganta.

Antes de romper en llanto frente a ella tomó su vaso de agua y se encerró en el baño. Se despojó rápido de sus ropas y entró en la ducha.

Se enjabonaba en estado de shock hasta que tuvo que limpiar ahí. Cuando pasó el jabón por donde el dolor era más intenso mordió su labio por el ardor que le provocó dicha acción y al ver su mano abrió la boca sorprendido de ver una gran cantidad de sangre. Volvió a romper en llanto mientras se recargaba en la pared hasta terminar hecho bolita en el piso del baño mientras que la lluvia artificial caía sobre su espalda.

Ese día y los siguientes dos meses se duchaba hasta sacarse sangre de la piel. Se sentía sucio, usado y ultrajado, tenía asco de sí mismo. Lo que más le repugnaba de su persona es que no podía detenerlo.


Mayo, 2009

Brian.

Ese nombre fue su salvación y su perdición.

El chico entró a su escuela dos semanas después de su primer abuso, pues Michael no se detuvo ahí, siguió citándolo como si nada hubiera ocurrido bajo amenazas de que si no hacía lo que quería lo reprobaría además de revelar el pequeño secreto y no le quedó otra opción que seguir yendo a su casa en la cual siempre lo esperaba con un vaso en mano, solo se lo extendía y después se perdía por quien sabe cuántas horas.

Brian comenzó a dar indicios de que también era un genio además de que atractivo ante los ojos de su pedofilo maestro.

Comenzó con el mismo patrón que con John pero Brian logró darse cuenta de sus intenciones mucho antes e inmediatamente lo acusó con los demás maestros y directores dejando a la luz su pequeño secreto.

John cambió mucho esos dos últimos meses, se volvió alguien más frío de lo normal y sádico. Los animales que coleccionaba antes ya ni le importaba si estaban vivos o muertos, los prefería vivos. Le gustaba colgarlos de las patas hasta abrirles su caja torácica dejando al aire sus órganos, podía estar sentado horas frente a ellos mirando como les palpitaba el corazón sin nada cubriéndolo hasta que se aburría y decidía terminar con ellos de una vez.

Gracias a Brian terminaron los abusos de Michael, al cual suspendieron de sus labores, pero por parte de la ley nadie hizo nada, solo una multa con una advertencia. Quería estallar de furia, quería justicia, quería que pagara por todo el daño que le hizo, deseaba matarlo de la peor forma posible. Pero el desgraciado se cambió el nombre y huyó de la ciudad, no volvió a verlo de nuevo.

El día en que por fin decidió hablar (a pesar de costarle mucho por la vergüenza y miedo) y exponer a su abusador no recibió más que burlas. Cuando llego a su dulce hogar su madre (la cual había sido notificada por teléfono) lo recibió con una mirada de tristeza y vergüenza, después no le dirigió la palabra por una semana exacta mientras que Weber cada que lo veía sonreía con burla e intentaba no reírse pero a veces se le escapaban carcajadas que John sabía que hacía a propósito.

John inició con feas pesadillas por las noches que varias veces lo llevaron a mojar la cama, sus uñas en su mayoría estaban carcomidas por los nervios y su espalda y cuero cabelludo estaba lleno de costras debido a que el rubio se rascaba con insistencia en esas áreas gracias al estrés que provocó toda la situación.

Los abusos y burlan no se hicieron esperar, llegaron a llenar de huevos su casa, dejaban mensajes ofensivos y homofóbicos en su casillero, hubo una vez en que a la hora del almuerzo unos chicos vaciaron una sopa caliente dentro de su camisa y hielo en sus pantalones. Quería matarlos a todos.

Para relajarse y liberar un poco de tensión por las tarde iba al bosque a golpear árboles y si tenía suerte de encontrar uno que otro animal pero sinceramente le daba pereza buscarlos.

Golpeaba con fuerza un tronco con una rama gruesa hasta que escuchó un chillido. Un marsupial se paseaba tranquilamente por la zona, entonces sin expresión alguna lo golpeó con tanta fuerza como si estuviera en un juego de golf hasta que el animal se estrelló con otro árbol muriendo. Lo miro con asco para después dejar de lado la rama y cuando giro a sus espaldas miro a Trent, uno de los chicos que lo molestaba. Se puso su capucha y trato de alejarse pero ya era tarde, el otro niño notó su presencia y para llamar su atención lazo una piedra a su nuca, aún así John no perdió la compostura y siguió caminando.

— Oh Wähner... — Canturreo hasta posicionarse a lado del rubio el cual trató de ignorarlo — ¿Adonde ibas, marica? Seguro con el profesor de química, se ve que se traen ganas los dos. — Río tontamente y John trataba de no perder la paciencia mientras caminaba Colina abajo cerca de las vías del tren — Buena tu estrategia de sacar buenas notas, todos sabíamos que no eras tan inteligente. — golpeó su cabeza — ¿Qué? ¿No hablas? — Lo desafió — ¿Tienes bastante verga en tu boca para hablar, Wähner?

El chico comenzaba a cantearse de que John no le respondiera o trata de defenderse.

— De seguro usas los vestidos de la zorra de tu madre para seducir hombres. — Lo empujó por la espalda pero John siguió sin voltear — ¿Ella no siente pena de tener un hijo maricon? — Volvió a empujarlo y con ello fue suficiente para que John harto de todo le regresara el empujón algo brusco.

Estaba cansado de todo en realidad, pero más de ese hijo de puta frente a él.

— ¡Eso! — sonrió burlón — ¡Defiéndete mariposa! — El rubio le dio un puñetazo en la quijada que lo hizo caer hasta el piso sacándole sangre de su labio. Trent sintió el sabor de la sangre miro con odio a John el cual seguía con su expresión desafiante — Nos pasamos de listos ¿no crees, puta?

En un rápido movimiento Trent se levantó y derribó a John haciendo que ambos comenzaran una pelea a puño limpio. No fue hasta que se escuchó el sonido típico de los trenes que John tuvo una idea. Se puso de pie y poco a poco y entre golpes comenzó a guiar a Trent en dirección a las vías y este ni cuenta.

— ¡Algún día te matare! — gritó con furia y John al ver el tren cada vez más cerca decidió hacerlo.

Con toda su fuerza empujó y finalmente arrojó al desperdicio humano de Trent a las vías pocos segundos antes de que el tren pasara sobre el.

Las gotas de sangre salpicaron su rostro mientras seguía viendo cómo el cuerpo del niño rodaba bajo las ruedas y oía el crujir de todos sus huesos.

Sonrió perversamente y sin poder evitarlo soltó una carcajada mientras aplaudía emocionado.

Una vez que perdías el miedo de ser atrapado o sentirse sucio todo es más divertido.


Agosto, 2012

La muerte de Trent quedó como un triste accidente, aunque no para muchos, el niño era un completo idiota que no le importaba a nadie, nadie sufrió por su partida realmente. Y después de eso John no volvió a dejarse de nadie, se volvió más violento y atrevido.

Siempre estaba solo y cuando alguien quería pasarse de listo terminaba en pelea o después de la escuela les provocaba un "accidente". Como fue el caso de Josh, en tono de burla le dijo que el había matado a Trent, John ni siquiera discutió eso pero a la hora de salida cuando Josh tomó su bicicleta para irse a casa no noto como la cadena estaba suelta hasta que se zafó en medio de una avenida, obviamente terminó en el suelo y por el dolor de la caída tardó segundos en ponerse de pie pero cuando menos se dio cuenta un camión de basura lo arrolló quitándole la vida.

John observó todo con una sonrisa sádica en sus labios. Hubiera deseado tener una camera para el gran final.

La conducta y calificaciones de John comenzaron a ser un problema en la escuela por lo que al graduarse de octavo grado terminaron por echarlo de la institución y a sus padres no les quedó de otra que ingresarlo a otra.

No le molesto en lo absoluto, sería como un nuevo comienzo y no insistirían con el tema de su sexualidad.

Las hojas del hermoso otoño de agosto caían lentamente mientras el caminaba a la que sería su nueva escuela. Quería comenzar bien, sin prejuicios ni problemas. Incluso tuvo que dejar su extraño hábito con los animales del bosque.

Era como un gordo tratando de dejar el chocolate, pero finalmente lo logró.

Entró sintiéndose un bicho raro, no mentiría, lo era en todos los sentidos.

Llego la primera hora de clase, apenas puso un pie en el salón y la amable maestra lo reconoció como el nuevo. Lo tomó de los hombros con una sonrisa después de presentarse en privado con el y lo colocó en medio del salón a lo cual el cerró los ojos avergonzado.

— Chicos. — llamó la atención de todos en el aula — El es John Wähner, viene de Alemania, sean amables con el.

Cuando los volvió a abrir se encontró con la mirada de la niña más hermosa que había visto en su vida. Lo que más destacaba de ella era su larga cabellera cuál fuego, tenía labios rosados, carnosos junto a bellas mejillas rosadas y la mirada más dulce, inocente y pura que vio en su vida.

Abrió la boca anonadó por su belleza hasta que ella le sonrió amigable entonces bajo la mirada avergonzado con las mejillas sonrosadas.

¿Qué fue eso?

Era como si fuego ardiente se hubiera encendido en su pecho pero a su vez con su sonrisa apaciguó a todos los demonios y en infierno en él.







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