41| ¿Me odias?

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⚠️TW: Autolesiones. Puede llegar a herir la sensibilidad del lector, por favor ténganlo en cuenta.


Daniel:

Ansiedad. Un sentimiento tan presente que me carcomía poco a poco, un vacío en el pecho que nublaba mi juicio y me hacía perder la cordura.

Ahora estaba expuesto, sabían algo tan mío, algo privado que se suponía nadie sabría jamás.

-Daniel, abre la puerta -gritó- ¡abre la maldita puerta! -escuché, mientras me aislaba de la realidad. En un rincón frío de mi habitación.

Me hundí en mis rodillas y un llanto devastador, como el de un niño sin consuelo, se apoderó de mí.

-Voy a derribarla si no abres, ¿me escuchas, Daniel?

Hice caso omiso, no estaba de humor para nada. No quería nada, solo deseaba desaparecer, deseaba que todo fuese un mal sueño, una pesadilla de la que despertaría en cualquier momento.

De repente, escuché fuertes pasos invadir mi espacio vital. Me tomaron entre brazos y acogieron mi helado e inerte cuerpo como una hoja.

-Daniel, Daniel, Daniel... -musitó interminablemente.

Sollozaba con más fuerza que antes, pues estaba seguro a su lado.

-Todo estará bien. No dejaré que nada te pase -me reconfortó con tenues caricias en la espalda.

-¿Por qué a mí, Oliver? -logré vocalizar con la voz rota de tanto gritar minutos antes, me sentía tan impotente y desarmado.

-Porque son unos cobardes -susurró sin saber qué más decir-. Hace unos minutos eliminaron las publicaciones.

-Ahora todos lo saben, cuando lo vi, tenía más de cincuenta mil vistas -solté, contra su hombro.

-Oye, lo olvidarán...

-No, no lo harán, ahora seguro me recordarán por eso -mi cuerpo temblaba de impotencia-. Odio esto, solo quisiera acabar con todo.

-No, no digas eso -negó de manera brusca y algo asustado-. Eres todo para mí, Daniel. Eres lo único que tengo -sentía su corazón latir con fuerza, estaba temeroso.

-Es solo que no quiero seguir así.

Pero tampoco quería que Oliver sufriera por mi culpa. Ya había tenido suficiente, yo solo era una carga más.

-Te voy a ayudar, pero retira esas ideas de tu cabeza, hazlo por mí, por favor.

Asentí, dudoso.

-¿Me lo prometes?

-Sí.

Era un sí que tal vez se transformaría en un no si no controlaba mis emociones.

Ese día fue el peor, tanto que tuvo que quitarme el celular y quedarse a mi lado. Durmió junto a mí, lleno de preocupación, temiendo que pudiera hacer algo malo.

Al día siguiente ni siquiera tenía apetito, no probé bocado en todo el día. Aunque la preocupación de Oliver
Incrementará, mi mente no se esforzaba en mejorar.

Él era el único al tanto de mí, hacía el trabajo de Eliza.

No me devolvió el celular y una vez más durmió a mi lado. No salió de fiesta como solía hacer todos los fines de semana, canceló la cita que tenía con Isabella, una ocasión muy especial ya que celebraban su aniversario. Le rogué que fuera, pero desistió.

Al siguiente día decidí bajar a comer, solo por él. También me sentía un poco mejor.

-¿Puedes devolvérmelo? -pedí, temeroso de que se negara.

-Daniel, es muy peligroso.

-Estoy bien, tengo autocontrol -mientras él cocinaba para los dos- Además, me siento mucho mejor -mostré mi mejor sonrisa, aunque la verdad no engañaba a nadie; había tomado un par de ansiolíticos de Eliza, pero él no estaba al tanto.

-Solo un rato, ¿de acuerdo?

Asentí falsamente animado.

Estaba desecho por dentro, con un enorme vacío y muchas náuseas.

-Eliminé Twitter -informó antes de dejarlo en la mesa.

No pude replicar nada, era lo mejor.

-Bien.

-Daniel, nada de lo que dicen es cierto, absolutamente nada. Tu pasado no te define como persona.

-¿Eso crees?

¿Y si aún seguía siendo como antes?

¿Y si aún probaba las drogas?

Pero lo podía controlar.

¿Y si aún me cortaba cuando me sentía insuficiente?

Pero solo en partes de mi cuerpo en las que no se veían.

¿Y si aún pensaba en la muerte?

¿Era diferente?

-Eres un chico muy valiente, claro que lo creo.

Era tan cobarde.

Ya habían pasado dos días desde lo sucedido, era domingo. Mañana había instituto... sufrimiento.

La vida era mi mayor enemigo.

Ver a ambos sería una tortura, una apuñalada al corazón, aún no estaba listo. Pasé el resto del día pensando en si debería ir o simplemente ausentarme y desconectarme de la vida.

Las clases de arte habían terminado así que no había motivos suficientes para seguir yendo.

Eliza seguía fuera de casa y papá nunca llegó por cosas del trabajo.

Me quedé en soledad de nuevo. Y como si el destino me mandara una señal, llegó lo inesperado.

A:

-Hola.

Sonreí en cuanto vi el mensaje y casi de inmediato me pellizqué el brazo, lo que provocó una mueca de dolor.

-Hola, desconocido.

-¿Qué tal tu día?

-Fatal.

-Oye, todo estará bien. Solo recuerda respirar profundamente y contar hasta diez... o mil, según la gravedad.

-Eso ya no me funciona.

-Entonces habla conmigo.

-No quiero.

-Ouch
-¿Estás libre hoy?

Era impresionante como evadía el tema.

-No.

-¿Qué vas a hacer? ☺️

Que asco, usa emojis.

-No quiero salir.

-¡Ja! Bno, eso lo podemos arreglar.
-¿Y si te invito un helado?

Que asco, abrevia las palabras.

-¿Y si te digo que no?

-Romperías mi corazón, que con mucha ilusión se esfuerza por conquistar el tuyo.

Que asco, es romántico.

-No gracias, tengo nov...

Eliminé el mensaje. Me quedé viendo al techo, ¿lo tenía? Nuevamente las lágrimas brotaron, cambié de posición antes de congestionarme; en el proceso, un par de gotas cayeron al celular.

Intentando escribir un "no me interesa", solo sé envié un "me interesas".

-¡Mierda! -me compuse en un instante, tomé asiento y de inmediato borré el mensaje.

Al segundo, mi celular se iluminó.

-Ps podemos hacer algo con ese interés.

Puto enfermo. Todo lo malo en un mensaje.

Veloz, muevo mis dedos en el teclado.

-Me equivoqué, yo no iba a escribir eso, no lo mal interpretes

-Aja, chico difícil.
-Me gustan complicados. Pero no demasiado porque me aburro.
-Pero si tú me lo pides podría esperar el tiempo que quieras.

Dios, ayúdame. Sé que me he portado mal, pero elimina esas ideas de su cabeza... y la mía. Por favor.

Mis mejillas se incendiaron.

-No digas eso.
-Deténte.

-¿Por que? Es verdad.
-Yo no miento, no soy de los que engañan, de echo odio las mentiras.

-Andrew, sabes a lo que me refiero.

-¿A que?

Insiste.

-A todo, a todo tu. Detente.

-¿Debería simplemente dejarlo hasta aquí?

-Por favor.

O caeré en la locura

-Bno, pero antes un favor.

No más.

-¿Qué?

-Sal conmigo hoy, vamos por un helado. Y no me volverás a ver nuca más, lo prometo.

-Ya te dije que no.

-Andale, estoy solo, mi hermana salió con Hana, y la verdad q asco
-Y mi hermano pequeño al parecer tiene más amigos q yo porque también salió por un helado y no me quiso llevar.
-Vamos, porfis.

Odiaba a las personas insistentes. Pero él... era perseverante.

-Bien.

Doy un último vistazo y me quedo inexpresivo. ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Qué está pasando con Alex?

Tenía que darle un fin. O un comienzo.

Así que antes de salir de casa opté por lo más simple.

Alexander:

-Si en algún momento te dignas a hablarme, entonces preferiría que sea pronto.
-Ponle fin a esto, Alex, o de lo contrario, yo lo haré.

Lo escribí con un enorme dolor en el pecho y las manos temblorosas. Cientos de mensajes antes de ese. Era el último de mi parte, incluso creía que me había bloqueado, pues no podía ver su foto de perfil.

En Instagram me eliminó y puso su cuenta privada, sin embargo, podía ver todo lo que subía desde la cuenta de Oliver, una vez la abrió en mi celular y olvidó cerrarla.

Su vida era un desastre, había perdido todo ese brillo, esa sonrisa que me enamoró. Había perdido todo su encanto. Era tan cruel.

Me estaba castigando a mí mismo al ver todo lo que subía. Al verlo sonreír y pretender que todo estaba bien.

Suspiré antes de apagar el celular después de haber visto la última historia; él estaba con Taylor, mientras él manejaba un convertible por la autopista, usaba lentes y una camisa blanca, ella lo grababa, sonriente. En el asiento de atrás iban más personas que desconocía, dos chicas y un chico.

-Ey, Dani, por aquí.

-Tú... desconocido -levanté la mirada, encontrándome con sus ojos oceánicos, era una combinación de verde con azul, tan intensa.

Su vestimenta casual pero meticulosamente elegida era perfecta. Las argollas de su oreja y el piercing en su ceja le daban el toque especial. Tan vivo.

-Andrew, pero puedes llamarme Andy... o amor de tu vida -alardeó.

No estaba listo para apodos extraños.

-Mmm, no. Andrew está bien.

Rió con desilusión y tomó asiento a un lado de mí.

-¿Cómo estás?

Sonreí con esfuerzo.

-Mejor.

-¿En serio? -dijo dudoso-. No luces bien.

-¿Tan mal me veo? -seguro mis ojeras eran horribles, pues no había dormido en días enteros.

-Lo suficiente como para decir que estuviste llorando toda la noche -soltó, procurando no hacerme daño-. Oye, puedes hablar conmigo, de lo que sea, te escucharé.

-Yo... no estoy bien, o al menos no en este momento -bajé la mirada-. ¿Viste lo de Twitter, verdad?

-No... -disimuló a medias- Si lo vi, pero eso no me importa. Ni siquiera lo leí completo, era absurdo.

Mi pecho se hundió y fue inevitable no mostrar una cara tan vulnerable.

-Todo lo que se dice ahí es cierto. Yo soy todo lo que dicen y más, mucho más, Andrew. Mi vida es una mentira.

-No me importa, eso no es importante. Lo único importante aquí y ahora eres tú, solo tú, tu pasado es lo de menos -me sujetó de ambas manos, obligándome a verlo. Me solté de golpe.

-A mí sí me importa, y a los demás también, todo el mundo va a juzgarme -me encapsulé en la desesperación-, de por sí ya lo hacen. Me odian por lo que pasó con Alex, como si fuera mi culpa.

-Daniel... Termina con esto de raíz.

Volteé, confundido.

-Acaba con el causante de la mayoría de tus problemas.

-¿Cómo?

-Necesitarás mucha fuerza de voluntad, de lo contrario, te desmoronarás antes de hacerlo -frotó mi espalda-. Termina con él, sé que dolerá, pero lo superarás más rápido de lo que piensas.

¿Superar? Yo no lo quería superar, yo lo amaba, era mi mundo. ¿Como podría superar algo tan esencial como el aire? Era mi oxígeno.

Era mi todo. Jamás podría.

-No sé si pueda.

-Tú para él no eres nada, y él para ti es todo, ¿crees que es justo?

¿Eso era cierto? ¿Así me veía?

Negué con la cabeza.

-Daniel, eres más que su novio, eres un chico increíble, con un carácter fuerte que se vio intimidado por su gran ego. Eres incluso más fuerte que él, que si tú quisieras podrías destruirlo.

No quería lastimarlo. Odiaba la idea de hacerle daño a la persona que amaba.

-Él era todo para mí...

-¿Ahora qué son?

Nada.

Migajas de lo que fuimos.

-Él ni siquiera quiere verme. Hace todo para dañarme y anda por ahí como si nada.

-A eso me refiero. Es momento de pensar en ti.

Le sonreí tenuemente, sus palabras me generaban seguridad y confianza.

-Eres buen amigo.

-Me alegra que me consideres tu amigo. Es un honor -hizo una reverencia.

-Tonto -reí mientras le daba un inofensivo empujón.

Andrew tenía razón, por primera vez dijo algo acertado.

Tenía que acabar con todo para ¿sanar?

🌈

A la mañana siguiente tomé un objeto muy valioso que guardaba en el alhajero de mi escritorio, salí veinte minutos antes, pedí un taxi, no me iba a ir con Oliver, tenía algo importante que hacer.

Llegué temprano y esperé afuera del instituto.

Esperaba prácticamente mi final.

¿Cuánto más tendría que soportar?

Entonces la respuesta llegó a mí.

Crucé la calle sin siquiera mirar a los lados, estaba tan molesto de solo verlo. La vida era lo de menos.

Lo que ambos tuvimos siempre fue un secreto, nunca existimos para los demás. Por lo tanto, la mayoría no creía nada, decían que la foto era montaje.

Y la verdad, a este punto, prefería que siguieran creyendo que todo era falso.

Él estaba solo y yo lo había estado acechando desde que llegó.

-¡Alexander!

Pronunciar su nombre era difícil, pero no tanto como verlo a la cara después de todo lo que hizo, me sentía tan humillado.

Al escuchar su nombre salir de mi boca, le vi tensarse y detenerse en seco. Demoró en voltear, pero lo hizo.

Y como si el tiempo se hubiera detenido y solo fuéramos él y yo en una completa expectativa, recordé las palabras de Andrew, no tenía que desmoronarme.

¿Pero iba por una explicación o simplemente tirar todo a la basura?

Todo lo que con esfuerzo construimos.

La duda se sembró en mi cabeza.

-Tenemos que hablar.

No era opcional y parece ser que para él tampoco en cuanto vio mi rostro serio.

Todo su ser había cambiado de un día para otro, y era doloroso ver cómo se deterioraba.

Él sabía disfrazar sus emociones, pero no conmigo. Yo podía leerlo perfectamente, desde su mirada hasta sus falsas sonrisas.

Y eso me daba el derecho de decir que lo conocía mejor que nadie. Era un libro abierto lleno de melancolía y problemas, del cual yo no sería capaz de arreglar.

El simple hecho de intentar curar una grieta en su corazón abriría diez más en el mío. Tocarlo implicaba quemarme, era tan riesgoso.

No entendía cómo es que llegamos a esto.

Las personas nos orillaron a sacar lo peor de ambos.

Como no vi respuesta de su parte, tomé valor para hacerlo yo.

-Termina con lo que comenzaste... Si vas a ser un cobarde, no vale la pena seguir con esto -busqué algo que me indicara lo que había detrás de toda esa fachada de despreocupación. Algo sucedía, pero no lograba percibir qué era.

Oliver me mataría si se entera que estaba hablando con Alex.

Tenía que darme prisa antes de que llegara. Por suerte, contaba con que Alex llegaba antes, unos diez minutos.

-¿Por qué? -musité, lo suficiente para que él escuchara, pero fingió no hacerlo.

-Yo no... -evade el contacto visual- sé qué decir.

Mentiroso.

Tenía mucho por decir, estaba guardando tantas cosas.

-Di lo que piensas -insisto, necesitaba respuestas, motivos. Necesitaba saber por qué.

Confiaba en él, aún después de todo, lo hacía. Y algo en mi interior me decía que aquel rumor que circulaba era falso, que Alex jamás me sería infiel, el Alex que yo conozco era dulce, tierno, él me respetaba, ¿verdad?

Mi semblante se tornó deprimente. Me entristecía verlo así, tan apagado, cansado, como si todo lo que pasaba le estuviera consumiendo, al igual que a mí. Yo solo estaba siendo una carga para él.

-Esto no va a funcionar -suelta, veo su boca abrirse y cerrar como si quisiera eliminar esas palabras. Al final solo lo deja pasar.

-¿Es en serio? ¿Solo eso? -me acerqué peligrosamente- ¿no hay un motivo? Aunque sea una excusa.

-Es difícil...

-¿Y crees que para mí no? He estado solo en todo esto -reclamo, impotente-. Te has comportado como un idiota estos días, el peor de todos.

-Las cosas se han complicado de una manera que no esperaba. Intenté solucionarlo, pero no pude -se recrimina, frustrado- Si seguimos con esto, el único afectado vas a ser tú.

¿Más de lo que ya estaba?

-¿Es que acaso no lo ves? Ya estoy mal. Nunca he estado bien y esto lo empeoró y luego tú solo desapareces como si nada -mi respiración se agita, ansioso.

-Tranquilo, Daniel. No hagas esto más difícil, por favor -pide suplicante-. Lo hago por ti, por lo que alguna vez fuimos.

-Solo quiero que me digas qué es lo que te sucede. ¿Qué pasó? -mi rostro ardía de coraje- ¿Hice algo malo?

Fue inevitable no pensarlo.

-Tú no hiciste nada malo, yo cometí un error. Y ahora tengo que asumir las consecuencias -suspira- mantén tu mente tranquila, porque tú no tienes la culpa de nada. Nada de lo que dicen es cierto.

-¿De qué hablas? -lo miro confundido, eso me hizo recordar-. ¿Y Gillian? Lo que dicen, te acostaste con ella -fue imposible no trastabillar.

-No es mentira -sin vergüenza, ignora mis sentimientos, los pisotea-. Pero las cosas no pasaron como lo dicen.

-¿Entonces cómo? Me engañaste. Te metiste con ella aun cuando seguías conmigo -reclamo, un enorme desprecio creció en mi pecho.

Anhelaba una respuesta lógica, sensata, tan sensata como él. Alex era inteligente, razonable, nunca me fallaba...

-No es como piensas -notaba la oscuridad de sus ojos, llenos de mentiras-, es solo que ahora no puedo decírtelo.

-Por favor, no seas cobarde -reí sin gracia. Estaba llegando al límite de mi cordura-. Habla, dime algo.

Quería escuchar algo razonable. Algo que no sonara descabellado y me hiciera sentir en una pesadilla.

Soñaba con un "todo estará bien, te amo". Probablemente nunca más lo volvería a escuchar.

Demoró, después de un eterno suspiro lleno de pesadez y exasperación, no obtuve respuesta.

-Bien, entonces terminamos. Esto se acabó, si no me das una respuesta no vale la pena seguir.

Esperé pacientemente por una respuesta que nunca salió de su boca.

Meto la mano al bolsillo de mi pantalón, y justo al fondo de este, como si se estuviera ocultando, tomo la joya.

Dolía, pero era lo correcto.

Lancé el anillo que él me dio cuando me pidió ser su novio, ese anillo que Eliza tanto le peleó a la mamá de Alex, tan significativo, que ahora no valía nada.

Consiguió tomarlo antes de que cayera al suelo.

-Daniel... -susurra.

Solo había jugado con mis sentimientos.

Lo empujé con el hombro para alejarlo de mi camino, evité cualquier tipo de contacto visual con él, no me iba a debilitar después de llegar hasta ahí.

Ni siquiera le doy tiempo de oponerse, entro nuevamente al instituto.

Al entrar todo fue tortuoso, temí lo peor.

En el salón las bullas no se detuvieron ni con los múltiples regaños de la profesora, en la tercera hora tuve que encerrarme en el baño, hasta la hora de descanso.

Mi cuerpo no paraba de temblar. Todo parecía ser un mal sueño... una pesadilla.

Tenía tantas cosas en qué pensar, pero simplemente no podía, mi cabeza estallaría en cualquier momento.

Acabé con todo de raíz pero no me sentía ni de cerca mejor.

Me sentía peor.

Yo jamás podría hacerle algo así.

Ni con todos los chicos a mi disposición, ninguno era como él.

Jamás caería por alguien que no sea él. Era imposible pensar en alguien que no sea él besándome.

Jamás me imaginaría a alguien que no fuera Alex tocándome, era imposible, ese pensamiento era erróneo.

Siempre fue él, el único y el primero. Se llevó todas mis primeras veces y aun así no le importó, no fui suficiente.

Antes de escuchar el timbre sonar y que todos salieran, fui a la cafetería por una manzana, pues salí con tanta prisa que olvidé mi comida, la cual Oliver se encargaba de preparar todas las mañanas desde que Eliza desapareció.

Al llegar no había tantas personas como esperaba, aún así subí mi capucha, temeroso de ser visto y molestado.

Sin querer vi algo despreciable.

Alex estaba en la misma mesa que Gillian y sus amigos, él en un extremo y ella en el otro. En momentos cruzaban miradas y sonreían.

Me estremecí cuando Gillian volteó a verme, me destruyó en segundos. Todo lo que dejaba ver con una sola mirada era alucinante, tanto que hundió mi pecho.

Decía todo sin una sola palabra.

Se apoderó de lo que alguna vez fue mío y lo proclamó suyo.

Ella había confirmado todas mis sospechas descaradamente.

Retrocedí y opté por irme a otro lugar.

Terminé en el patio, alejado de todos, mi desayuno era una insípida manzana roja que no me sabía a nada, ni siquiera la terminé debido al mal estado en el que se encontraba mi estómago.

No había comido nada en días, producto de ello me mareaba con más facilidad y mi cabeza dolía con constancia, era una migraña andante.

El apetito me abandonó en cuanto todo comenzó, mi estómago era un nudo y de los nervios se revolvía como señal de que algo andaba mal.

-Chico lindo.

-¿Sandro?

-Recuerdas mi nombre -sonríe entre dientes, entusiasmado con la idea.

-Como olvidarlo, tú me ayudaste. Aun estoy agradecido -elevo ambas comisuras con un esfuerzo sobrehumano.

No mentía, él me ayudó en un momento de debilidad, lo mínimo que podía hacer era ser amigable.

-No fue nada. Eras un chico en apuros, lo mínimo que podría hacer es ayudarte.

Le dediqué una mirada de gratitud como respuesta, pero muy difícilmente la mantuve. Mi humor estaba por los suelos.

-Entonces... ¿novio de Alex? -indaga, curioso.

Incluso él se había enterado, que ni siquiera era de nuestro instituto.

-Supongo -bufé en mi pesar.

-¿Supones?

-La verdad es que ya no somos nada -tragué espeso y jugué con mis dedos- hoy terminamos -suspiré profundamente.

-¿Tan pronto?

Lo miré confundido. Aquello lo dijo con indiferencia.

-Aunque la verdad lo entiendo, Alex puede ser un idiota, uno muy grande -se sienta a mi lado sin siquiera preguntar-. Te lo digo yo que lo conozco mejor que nadie.

¿Mejor que yo?

-¿Qué eres de él? ¿Amigo?

-Primo, su primo favorito -dice sarcástico.

-Oh, ahora que te veo bien sí noto parecido.

Era casi imperceptible, de no ser por las facciones marcadas y la nariz perfecta, tan característica en Alex.

-¿Sí? Bueno, no sé si eso es un halago o una grosería -se reclina sin eliminar esa sonrisa socarrona que llevaba consigo todo el tiempo.

-¿No se llevan bien?

-Ni siquiera nos dirigimos la palabra. Ley del hielo por más de cinco años -reclina su brazo en la banca, para más comodidad-. Problemas familiares, se involucró en algo donde no tenía nada que ver.

Guardo silencio un par de segundos sin saber qué decir.

-Siento haber tocado un tema delicado -cubro mi boca por la imprudencia.

-No te preocupes, es cosa del pasado. No hay odio de por medio... o bueno, no tanto -Notaba disgusto en su voz.

¿Había dicho algo incorrecto?

-Siempre tengo que arruinarlo -me regañó.

-Para nada. No digas eso -se acerca peligrosamente y me toma por sorpresa al levantar mi mentón. Me analiza-. ¿Estuviste llorando, lindo?

-No... ¿Qué dices? -evito el contacto y me alejo a una distancia prudente.

-¿Por qué alguien tan lindo como tú llora por ese idiota? -frunce el ceño entre sonrisas-. ¿Los chicos bonitos lloran? -me pregunta directamente a mí.

Es inevitable no sentir el carmesí recorrer mi rostro. Pero también ese juego que esperaba ser correspondido, nada era real, o al menos no para mí.

-No lo sé, supongo que tú sabrás la respuesta.

-¿Estás imitando mi coqueteo barato?

-¿Eso era? -suelto una risita-. Tendrás que esforzarte más para la próxima.

-¿Próxima? -abre los ojos a la par dejando el verdoso de estos expuesto-. ¿Habrá una próxima?

-Tal vez.

-¿Acaso me estás invitando?...

-No lo sabes, pero yo soy vidente y veo que muy pronto volverás a venir por mí.

-Te puedo asegurar que tendremos una próxima cita en este lugar. ¿Qué te parece la próxima semana?

-Mmm, déjame pensarlo -hago el tonto evitando su mirada ansiosa-. Creo que sí -asiento convencido.

-Muy bien, la próxima vez nos veremos en este lugar, podemos ir por algo de comer -su cara coqueta era todo lo que estaba bien, provocando una que otra risa involuntaria-. Oye, pero ya no llores.

Era un llorón. Sentía las cosas al triple.

-Yo no...

-Te ves más lindo sonriendo.

-¿Gracias?

Olvidé cómo responder a un halago que no proviniera de Alex.

Se envicia en algo inexistente. Por un segundo pensé que tenía un bicho en mi rostro.

-Sí, me gusta tu sonrisa -de alguien que se la pasa riendo y sonriendo todo el tiempo era como un súper halago.

-Yo creo que...

-¡Daniel! -Me nombran a lo lejos.

-¿Ese es Daniel? -musita una de las dos chicas.

-Sí, ¿qué no ves? -regaña la rubia, quien conforme se acercaba me sonreía con más intensidad.

Eran las amigas de Andrew.

-Creo que es hora de irme, tus amigas están aquí -se despide cálidamente con un abrazo que me pescó desprevenido.

-Nos vemos.

-La próxima semana, no lo olvides.

-No lo haré.

Lo veo alejarse con tanta calma. Su cabello rubio resplandecía contra los rayos del sol, era brillante.

-¿Y ese guapote de 1.80? -la rubia lo ojea de arriba hacia abajo. Echa un largo vistazo que a su acompañante no le hizo tanta gracia.

-Amor...

-Perdón, las personas altas son mi debilidad. Tengo como una obsesión -confiesa, para nada discreta- por eso mi novia es la más alta de todas.

Andy solo rueda los ojos, divertida.

-Oye, ¿y quién era él? -inquiero la chica peli negra.

-Ah, un conocido, se llama Sandro.

-Es familiar de Alex, primos. Pero hace tiempo se dejaron de hablar -completa Hana, como si supiera todo su expediente.

-¿Cómo lo sabes?

-Es fácil saberlo, de hecho sé un poco de todos -comenta, como si tuviera un archivero con toda la información-. Es divertido porque te da poder -sonríe de forma juguetona.

Quisiera ese poder, pero nunca lo tendría.

-¿Y qué sabes de mí? -le sonrío, nervioso- además de lo que ya hay en redes.

Eso era obvio, estaba más que expuesto.

Nos sentamos apropiadamente.

-No mucho, solo que el idiota de Jack intentó exponerte en una ocasión.

-¿Cómo?

-En redes.

Ella era amiga de él? ¿Él le había dicho?

-Tuvimos algunas diferencias -no quería entrar en detalles, aún no me sentía en confianza.

-Es un idiota, Jack es un bastardo más del montón. Ni siquiera debiste tomarlo en serio, todas sus amenazas son falsas -lo dice como si lo conociera a la perfección.

-Ya veo, no lo sabía.

-Alex hizo bien en darle una golpiza. ¿Supiste que se quebró la nariz y le quedó súper desviada? -suelta una risita malvada.

Hablar de Alex hizo que me estremeciera.

-Lo siento, no debí...

-Está bien, ya no importa -balbuceo-. Creo que ya no somos nada.

-¿Qué? ¿Cómo que ya no son nada? -se exalta, me mira con el ceño fruncido- ¿En qué momento?

-Hoy en la mañana, creo que terminé con él.

-¿Crees? ¿Tú a él? -abre los ojos, expectante.

-No me daba respuestas, solo me evitaba... en días se convirtió en un desconocido -un desconocido del cual conocía todo-. No quería hablar conmigo, no sé en qué estaba pensando, pero solo empeoró las cosas.

-Yo opino que fue lo mejor -habla Andrea.

Una notificación entona mi celular, esta proviene de mensajes. Extraño, pues nadie además de mi hermano me hablaba, era un número desconocido sin foto de perfil. Había un archivo adjunto, un video...

En un abrir y cerrar de ojos, mi estómago se revolvió y el ácido quemó mi garganta.

-Daniel, ¿qué sucede? ¿Qué viste?

Dejé de lado las voces y corrí al lugar más solitario, deseché todo lo que había estado conteniendo. La respiración irregular era partícipe de mi pánico.

Hana se levantó enseguida, acudió a mí con una botella de agua.

-Tranquilo, respira -pide, sin saber qué más hacer, mira a su novia. Extiende la botella de agua, la cual tomo con un temblor particular- ¿qué sucedió?

De seguro estaba destruido, su cara de espanto lo confirmó.

-Un video... ese video -señalé mi celular, temeroso.

Andrea se acerca con el dispositivo y se lo entrega a Hana para que observe el motivo de mi angustia.

Era repulsivo.

Apenas reprodujo los diez primeros segundos, lo apagó. Levantó la mirada, nerviosa.

Era un video de la noche de la fiesta, un video de mala calidad grabado en una de las habitaciones, un celular oculto, era Alex y Gillian haciéndolo, explícitamente.

-¿Quién te lo envió? ¿Tienes una idea?

Negué frenético. En ese momento tenía cabeza para pensar.

-Pudo haber sido Gillian -comenta la peli negra. Más que convencida.

-Tienes razón -averigua Hana.

-¿Por qué lo haría? -pregunto, confundido. La Gillian que conocía sería incapaz de hacer algo como eso, ella estaba en contra.

-Porque está loca. Hace cualquier cosa con tal de obtener lo que quiere, siempre estuvo mal de la cabeza.

-Además de que es súper posesiva -agrega Andrea.

-¿Pero por qué Alex?

Ambas chicas intercambian miradas. Algo ocultaban.

-Bueno, digamos que hace tiempo pasaron cosas, ciertas cosas que despertaron el coraje de Gillian hacia Alex. Él la rechazó -confiesa, seleccionando las palabras adecuadas-. Por mucho tiempo vivió resentida, hacía de todo por hacerlo sufrir, siempre espantaba a las chicas que se le acercaban.

-¿Ella no era amiga de Taylor?

-Lo es, pero Taylor no la considera una amiga. Siempre la vio como alguien inferior a quien le dejó las sobras... Alex.

-¿Y yo?

-Esa es la interrogante, algo anda mal. Y voy a descubrir qué es.

-¿Por qué te interesa todo esto?

-¿Mi página de chismes? -revela entre palabras atropelladas, temiendo lo peor, pues Justo fue una página de chismes la que me terminó de matar.

-Ya veo -a este punto era lo de menos. Me levanto, aún tembloroso, incapaz de mantenerme por mi cuenta.

Hana me ayuda.

-Confía en mí, los voy a descubrir a todos. Haré que paguen por lo que hicieron -informa de manera retadora para sí misma.

-Mi princesa no juega cuando se trata de destruir personas -la más alta besa su frente-, ella sabe como hacerlo.

Ni siquiera podía negarme, ya no importaba. Lo hiciera o no, de todos modos yo también daría algo de mí.

Ese ardor en mi pecho no cesaba, no hasta acabar con él desde el fondo.

Porque si me lastimaba, tal vez dolería menos, porque el dolor mental se transformaría en uno real, uno en carne viva, uno tan profundo que ni siquiera tendría tiempo de pensar en nada. Si tan solo...

Respiré profundo, como todos me dicen que lo haga; conté hasta diez. Me tumbé en la cama, las piernas me temblaban.

Me sumergí en un vacío sin fondo, del cual me costaría salir.

Tenía tanta curiosidad por saber qué más decían de mí, qué tan jodido estaba. Qué más inventaban.

Arrebatado por mis pensamientos, tomé mi celular, opté por mi suicidio, nuevamente activé todas mis redes sociales.

Aún no entendía cómo sacaron esa información personal. La única que tiene en su poder esos documentos era Eliza...

Negué con la cabeza, eliminando toda idea negativa.

El motivo de mi expulsión fue una pelea, en la cual sacaron drogas implantadas de mi mochila, fue un gran escándalo, pues alguien como yo con mi posición social, no podía siquiera pensar en esos vicios, era la inimaginable.

Eliza me creyó, aunque suene extraño no me reclamó nada. Solo guardó silencio por un par de semanas y fingió que nada pasó.

Pues en mi historial ya había una interminable lista de problemas mentales, los cuales se pasó la vida entera cubriendo, evitando que salieran a la luz. Todos esos problemas que ella causó, son los mismos que nos llevaron a la ruina.

Había un tema en la familia que nunca se tocaba, no después de mi tratamiento con la psicóloga, a la cual dejé de ir porque Eliza creía que no me serviría de nada.

Ella creía que si realmente quisiera morir ya lo hubiera hecho hace tiempo, pensaba que quien quería morir no avisaba, decía que era un cobarde que solo quería llamar la atención.

Luego sustituyó su discurso, dijo que era la edad, que estaba en la edad difícil, solo tenía que mantenerme vivo.

Si moría, probablemente diría que fue por causas naturales.

Pagó tratamientos dermatológicos costosos para disimular las cicatrices... mis recuerdos. Ahora solo quedan pequeñas manchas.

Ridículo, ella lo era.

Un vacío interminable, todo se repite, los mismos sentimientos. Nunca se iba, solo se controla. Podía recaer en cualquier momento.

Eran las seis de la madrugada.

Estos días no había podido dormir en absoluto, a lo mucho dos o tres horas.

Al abrir mi Twitter, lo primero que veo es una publicación de la misma página que me expuso.

Esta era diferente, dedicada solo a mí.

La publicación tenía un #

#Pastelito.

Miles de reposts con ese #, fotos de cortes sacadas de lo más oscuro y muchísimos insultos. Memes con la temática, la mayoría decían que solo lo hacía porque quería llamar la atención, que ni siquiera tenía el valor para hacerlo.

¿Hacerlo? ¿Morir?

Las personas apoyaban el acoso de la cuenta e incluso la incitaban a seguir burlándose de mí.

Ese perfil estaba acabando conmigo.

¿No había tenido suficiente?

Dejé a Alex en paz. Ahora era "libre".

¿Por qué eran así conmigo?

La burbuja de cristal en la que él me metió se rompió poco a poco, él la fue trozando hasta que estalló. Él destruyó lo que construyó. Me sanó pero también me rompió.

Me había hecho sentir tantas cosas en tan poco tiempo, con él conocí el significado de amor, ese sentimiento tan único, que se convirtió en dolor.

Me acostumbró al "todo estará bien", pero nunca me dijo que él sería el causante de todos mis problemas.

Había hecho de mí lo que alguna vez temía ser.









🙏🏻 Una disculpa. Tarde debido a que el sitio en el que corrijo no estaba disponible.

⚠️ Nuevamente elimine algunas cosas, o de lo contrario el capítulo sería súper largo y gráfico.

🖤 ¿Qué les pareció?

🌪️ ¿Quieren historia homo-bi de Oliver?



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