𝙑. 𝙔𝙤𝙪 𝙜𝙤𝙩 𝙢𝙚

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     Taehyung se puso a pensar que con el paso de los días había adoptado muchas nuevas costumbres inconscientemente, sólo debido a sus nuevas necesidades, por supuesto, si el querer estar todo el día con el ángel pegado a él se consideraba una necesidad.

Cuando su compañero de asiento le dijo que era la décima vez en cuestión de minutos desde que había empezado la clase que veía a la ventana, Taehyung supo que sí era una necesidad. La más primordial de todas, estaba seguro para este punto.

Tamborileaba los dedos sobre la carpeta en las posiciones de las llaves de su saxo tenor tocando una melodía conocida, la pieza que debía practicar en sus tiempos libres en lugar de pasarse los días con los ojos pegados al bellísimo pelinegro que lo acompañaba ahora ya no por insistencia suya, sino por voluntad propia. Eso le había demostrado, ahora él mismo lo buscaba o lo esperaba en casa, pero ya sin tocar nada, solo observando con la misma curiosidad del primer día cada una de las pertenencias de Taehyung. 

Luego podían pasar horas de nuevo, viendo las películas repetidas o en ocasiones nuevas que al final podían terminar haciendo que el príncipe se aburriera, Tae lo sabía, pero le conmovía hasta el alma que aún así lo acompañara.

Nunca lo dejaba solo.

Sonrió tan grande que el chico de su costado frunció el ceño completamente confundido por el cambio de expresiones y por ende, de humor de Taehyung en tan poco tiempo. Poco podía entender de las emociones del muchacho, nadie podía hacerlo. 

Tacharían de imposible todo lo que estaba sintiendo solo por el poco tiempo que llevaba con el ángel, ¿pero acaso era imposible sentir aquello tan pronto? 

Taehyung no le ponía nombre porque aún no estaba seguro y no tenía como explicar, sinceramente tampoco quería hacerlo, la cercanía que había desarrollado con el ser místico. Sin embargo, entre momentos que pasaba solo en las clases donde el ángel no podía acompañarlo porque le distraía —si supiera que incluso sin estar ahí lo distraía igual— se dedicaba a pensar en que tal vez se trataba de un hechizo, sí, no sabía si los ángeles podían hacer hechizos pero de cualquier manera él sabía que su chico no era uno.

—No estás prestando atención a tu clase, Taehyung.

Saltó en su asiento por la impresión, la voz había sonado justo en su oído. Al girar y encontrarse de frente con ese precioso y sublime rostro, terminó de borrar sus anteriores pensamientos.

Sí, era un ángel. Definitivamente.

Alzó una ceja y levantó la cabeza a propósito para mirar desde arriba al ángel, ese pequeño que había fingido ser dueño de una personalidad muy seria y ruda cuando terminó siendo una masita risueña. Tantas señales de aquello, se lo demostraba todo el tiempo, actuando tan dulcemente sorprendido por alguna cosa que había visto en la calle o por una película en la televisión.

Taehyung intentaba disimular los nervios con su actitud confiada, le gustaba que eso había ayudado al ángel a estar más seguro, ahora no era tan reacio con las distancias. Para este punto ya podía disfrutar de la hermosa vista a pocos centímetros de su rostro, Taehyung estaba más que complacido.

Cada corto avance se daba aún en un más corto tiempo, para el segundo día que estuvieron juntos ya se habían contado infinidad de cosas, para el tercero empezaban a tratarse como amigos de toda la vida. Y para algunos más tarde...

Taehyung solo podía sentir que se le salía el corazón del pecho de lo fuerte y rápido que latía.

—No me importa la clase —fue capaz de decir con su sonrisa amplia y sin medir sus palabras, mucho menos el volumen con el que las había dicho.

Así que no le sorprendió que lo echaran poco después. De hecho estaba más que satisfecho, cuando apenas había comenzado a estudiar la carrera veía pasar las horas con su instrumento musical como lo más bello e interesante del mundo, despertaba su pasión. Ahora aquella descripción podría ponérsela a otra actividad.

Acomodó el estuche pesado mejor en su hombro y contó pocos segundos para que la figura deslumbrante que ya conocía de memoria saliera del suelo para situarse frente a él, levitante.

—Creo que tengo muchas preguntas.

Era tan lindo que no le regañara solo porque no sabía bien si debía o no. Y sí, también había cumplido con enseñarle al príncipe todas las cosas que pudiera y pese a que podría mentirle y disfrazar varios datos a su favor, Taehyung siempre habló con la verdad. De cualquier forma, un regaño pronunciado con esa preciosa voz salida de esos labios regordetes y brillosos no podría ser malo.

Entonces contestó a cada una de las incógnitas del pelinegro mientras salían del campus, rumbo a cualquier sitio, puesto que todo se disfrutaba demasiado, desde pasar las horas en el departamento de Taehyung, ir a algún parque o simplemente pasear por las calles sin un destino determinado. No sabría decir con precisión si era porque encontraba muy satisfactorio ver al ángel sorprenderse por cualquier cosa nueva o porque su simple presencia le dejaba esa sensación de plenitud.

Se mordió las mejillas, de nuevo iba por ese camino. Sabía que estaba mal, o bien, no mal del todo. Pero oh, por Dios, nunca había sido un chico enamoradizo, ¿qué le estaba pasando?

—¿Entonces está bien si te saltas esas clases?

Taehyung se apresuró a contestar al instante. Seokjin a veces sentía que el joven no meditaba mucho en lo que iba a soltar, a decir verdad él tampoco lo hacía pero creía que de alguna forma siempre le salía claro lo que pensaba. En el otro caso, Jin solo podía decir que no llegaba a entenderle del todo, como si Taehyung omitiera frases importantes y se le quedaran en la cabeza, caprichosas para no salir nunca por su boca.

Jin realmente quería saber.

Cuando volvió a hacer la pregunta pero pidiendo más detalles, por fin Tae se animó a explicar un poco más a fondo lo que sucedía. Dijo que igual podría pedir prestado un cuaderno de sus compañeros para repasar sus apuntes, lo que Seokjin no entendió pero no preguntó, fue cómo y cuándo iba a repasar aquello. 

Gastaba todo el día con él y no era que le molestara, en absoluto, no sabía que podía sentirse tan bien por ya no estar solo, pero lo que sucedía con Taehyung era distinto. Nunca vio a un humano estar solo tampoco, así que supuso que él tenía otras personas con las que pasar su tiempo antes de que llegara Jin. 

La primera noche había querido irse por eso, tal vez de la pura impresión que se llevó el humano necesitaba un tiempo solo y él se lo estaba impidiendo ahí metido en su casa. 

Además también quería su espacio, estaba acostumbrado. 

Quería salir a sentir el aire como siempre chocando en su cuerpo, dejándolo liviano para ser arrastrado libremente por la brisa nocturna sin importar a dónde lo llevara. 

Pero no fue así, se quedó con Taehyung desde ese día y para su sorpresa, no fue tan difícil dejar en el olvido la idea de salir volando a cualquier parte de un momento a otro. 

Con Taehyung esa fuerza interna que lo impulsaba por los aires se iba apagando, se distraía para canalizarse en otra cosa, que era principalmente mantenerlo cerca al suelo y por ende cerca al humano que seguía llamándolo ángel.

No había vuelto a preguntarle el porqué de esa palabra, siempre respondía con una sonrisa pero Jin había llegado a pensar que estar contestando a cada cosa que decía todo el tiempo podía llegar a ser tedioso para Taehyung, debía molestarlo siquiera un poco. No veía que ningún humano fuera por la calle acompañado de otro explicándole cada cosa que veía de manera tan paciente y dulce que vaya, aunque dijera no tener sentimientos porque eran de humanos y él era lo que sea menos uno, le hacían tener ganas de llorar.

¿Todos eran tan lindos? ¿Absolutamente todos los humanos? Jin no lo sabía y estaba seguro de que todo el tiempo que pasó escuchándolos y viéndolos le había dejado al menos una enseñanza que conservar y no dejar botada aún si se había encontrado con un humano increíble, que iba contra muchas de las terribles características que había visto en aquella especie. Ah, pero era imposible. Que agradecieran todos ellos, porque Kim Taehyung estaba limpiando la reputación de su especie a los ojos de Seokjin de una excelente manera.

—Dijiste que alimentarte o no da igual, ¿cierto príncipe?

Se detuvo a su lado, sin terminar de ubicarse en la calle repleta de personas que estaba acostumbrado a pasar todos los días junto a Taehyung porque quedaba cerca a donde estudiaba el menor, pero que por andar perdido Jin no había reconocido bien. De todas formas no tardó en darse cuenta de lo que faltaba, habían dejado de caminar a pocos pasos de la salida del edificio donde se impartían clases de música justo frente a un establecimiento de alimentos, eso parecía.

Seokjin inhaló el aroma que salía de allí y sonrió, no sabía qué era el hambre y de cualquier forma no tenía cómo conseguir la comida de las personas porque simplemente no podía bajar a sacar lo que deseara, además igual no deseaba nada porque simplemente no tenía ese necesidad. Ahora, ¿Taehyung recordaba que ya le había explicado todo eso anteriormente? ¿Por qué lo había traído a este sitio entonces?

—No sé cómo funcione contigo, ángel, pero si pruebas un poco no creo que te haga daño, ¿cierto?

Seokjin se encogió de hombros, gesto que había aprendido de Taehyung. Era gracioso que imitara la mayoría de cosas que veía del humano, todo para hacerlo sentir más familiarizado. Tae no lo notaba pero no era el único que estaba siendo paciente y dedicado en la relación apenas se habían conocido, Jin hacía de todo por seguirle el paso y a pesar de que no tenía mucho para enseñar, o eso pensaba, lo veía compensado por lo rápido que aprendía de todo lo que el chico le mostraba.

Así que después del gesto divertido asintió y fue el primero en entrar sin molestarse en abrir la puerta porque no la requería para pasar. Escuchó a Taehyung reír y resoplar detrás de él, así que regresó curioso a preguntar el porqué de los sonidos.

—Eso podría ser un poco desconsiderado, ¿sabes, ángel? Pero sólo porque eres tú, lo dejaré pasar.

—¿Desconsiderado?

Asintió relajado todavía sin entrar a la cafetería. Amaba cómo el ángel repetía sus palabras al no entender algo, como... Pues como un niño pequeño, no podía evitar hacer aquella comparación todo el tiempo, no con el príncipe actuando así de tierno cada que tenía oportunidad.

—Sip, en otras ocasiones espérame, ¿sí? —Se acercó a la puerta—. No entres solo dejándome atrás. —Sonrió al ver que el ángel ladeó la cabeza justo mientras él jalaba de una de las perillas haciendo un gesto con la otra mano—. Quiero abrir la puerta para ti.

Seokjin pasó primero creyendo que no había diferencia, de todas formas Taehyung vendría detrás. Creyó que le había dicho desconsiderado porque quería entrar antes, no porque deseara abrirle la puerta. Le tocó soltar una risita.

—No necesito la puerta.

El castaño asintió pensando en cuán increíble era oír a alguien decir eso, entonces ocupó unos instantes en preguntarse qué otras cosas era capaz de hacer su ángel solo que no sabía, era obvio. No sabía de todo de lo que era capaz.

—Cierto, pero a veces voy a desear tener gestos contigo y quisiera que los aceptes ángel.

—¿Gestos? —El joven soltó una carcajada, de acuerdo, hacía demasiado eso de repetir lo que decía— ¿Y por qué?

Ah —se rascó la nuca sin saber qué contestar, parpadeó al notar que seguían de pie en el mismo punto sin llegar a tomar ninguna mesa, un trabajador del café le veía desde el mostrador con una ceja alzada. Taehyung puso una mano cerca a la espalda baja del otro sin llegar a tocarlo, solo para guiarlo y ponerse a andar. Se vio bastante extraño para las demás personas pero en ese momento Taehyung no pensó que era el único que veía al ángel, si estuviera con eso en mente todo el tiempo estaría siempre en un estado de pura emoción y euforia. Muy afortunado —No sé cómo explicarte ángel, es difícil.

Suspiró cuando el otro solo asintió y quedó parado junto a la mesa que había escogido. Le hacía sentir mal ver a su acompañante así, pero sabía que nunca tocaba el suelo, era demasiado distinto a tocar cosas con las puntas de los dedos. 

Por dentro Taehyung sabía que el ángel se sentía inseguro sobre eso, ni siquiera cuando veían la televisión en el sofá lograba verlo completamente apoyado en él.

—Tal vez sea algo como cuidar del otro, ¿es eso? —Al notar que Taehyung parecía no haberle entendido, aumentó—: ¿Esos gestos son para cuidar, proteger?

No lo definiría así, pero podía decir que aquello era cierto, realmente deseaba proteger al chico hermoso y angelical, entonces asintió con una sonrisa, dejando a un Seokjin satisfecho por haber acertado. 

La verdad era más que eso. Taehyung deseaba mostrarle la interacción usual entre las personas, las muestras de afecto, de que les importaban los unos a los otros, que querían que se sintiesen especiales. 

Quería acercarlo cada vez más a su cultura, quería que comprendiese ciertas cosas por sí mismo por deducción, que supiera que un detalle tan simple significaba que quería tomarse el tiempo de demostrarle que era importante para él. 

Para que se familiarizara con ello. 

Pero, ¿exactamente por qué? ¿Qué vendría después?

Recordaba las palabras y consejos de su padre, cosas que le decía cuando entró a la adolescencia y su progenitor pensaba que estaría interesado en salir a cortejar a alguna muchacha hermosa y agradable. Que se comportara justo como ahora estaba haciendo con el ángel. Taehyung negó, no, no era eso. No estaba cortejando a nadie, para eso tendría que estar primero enamorado, ¿no?

Se mordió las mejillas después de darle otra mirada al ser brilloso, ya no por luces y resplandor literalmente, sino por...

¿Por qué estaba viéndolo así de deslumbrante?

Oh no.

—¿Qué va a ordenar?

Saltó en su asiento provocando que la silla metálica golpeara el suelo de madera haciendo un ruido que sobresaltó al mesero que apenas le había hablado, el pobre hombre sin notar que había llegado en el momento más inoportuno posible, había casi cortado con tijeras el hilo de los pensamientos de Taehyung, esos que tenía tanto últimamente pero se dedicaba a romper por su propia cuenta con temor a llegar al extremo final.

Seokjin le sonrió a Taehyung divertido. Él carraspeó.

—Lo siento. 

Bajó la cabeza levemente para luego alzarla y darle su orden al hombre que seguía mirándolo de manera extraña, el comportamiento de ese jovencito era rarísimo. Hablaba sólo y veía a la nada como si tuviera un acompañante. Pobre.

Solo cuando se marchó, Jin se animó a hablar aún si sabía que nadie más reconocía su presencia y a diferencia de Taehyung, vivía plenamente consciente de ese hecho, sobre todo porque así le hacía sentir el menor, aunque fuera literalmente único en el mundo de todas formas Kim se las arreglaba para hacérselo notar todavía más. No le prestaba atención a nadie más desde que se habían conocido mientras Jin estuviera presente.

—¿Te dan miedo las personas?

Negó varias veces encima alzando las manos sobre la mesa, agitándolas también.

—¡Claro que no! ¿Qué dices, ángel? Es imposible.

El pelinegro imitó el gesto como un espejo, alzó las manos también para Tae.

—Es que te asustaste cuando él vino.

El chico pataleó debajo de la mesa, disgustado porque el otro creyera que le tenía miedo a algo, sobre todo a un mesero que no tenía nada de amenazante, ¡y no se había asustado!

—Que no me asusté —dijo entrecerrando los ojos—. Solo me sorprendió.

Jin aceptó la respuesta por poco tiempo.

—Pero cuando nos encontramos por primera vez no te sorprendiste así. —Miró al techo recordando a la perfección ese día—. No me veías asustado, me veías como...

Se acercó interesado al notar que el rostro del humano se había puesto un poco rojo, ¿eso era normal? Alzó un dedito para señalar el cambio y preguntar pero fue interrumpido por el mesero, había llegado a dejar dos vasos de plástico y un paquete en la mesa. Taehyung le agradeció internamente, sí había sentido el calor en sus mejillas y también había visto venir que el curioso ángel le iba a preguntar al respecto. Era algo que no podría responder.

Sabía perfectamente porqué se había sonrojado.

De camino a casa Taehyung explicó que no podían comer en la cafetería porque no quería probar los postres solo y llamarían la atención si de la nada aparecían pastelillos flotando en el aire cuando en verdad eran sostenidos por el ángel, y sí, todo el tema de conversación improvisado para evitar tocar el tema de lo que había sucedido en el establecimiento.

Mientras sacaba los postres del paquete y los colocaba en platos, Taehyung se entretenía moviendo la cabeza de un lado a otro jugando con su flequillo, todo por hacer cualquier cosa que no fuera alzar la cabeza para ver lo que hacía el chico hermoso que acababa de aceptar, lo tenía.

Lo tenía completamente perdido.

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