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     Dedicado a @MishitaC

🌸

"Cada noche te veo en mi corazón. Siempre que lo hago termino llorando". 

Yours, Jin.

     Apenas había dado un paso dentro de la cocina, y las voces de los empleados llegaron hastiando sus sentidos, seguidos de los murmullos de las muchas cocineras alcanzándole suavemente, arreglándoselas aún así, para terminar de sofocar cada mínima percepción que alcanzaba a rescatar de aquel ambiente, en extremo contrastante con la habitación tranquila de Kim, ahora vacía, en silencio lejos de los sollozos del muchacho y la ira contenida de Yoongi. 

Se apoyó contra la primera superficie que encontró, respirando hondo, decidiendo ignorar todo lo ajeno al violento golpeteo de su corazón, que no se había detenido desde que salió de la casa principal. Ni siquiera cuando cruzó el patio a paso lento, esforzándose por escuchar la voz de Ryujin que acompañaba a Seokjin rodeando la enorme construcción, informándole sobre los recientes acontecimientos, porque, según había entendido, si bien los invitados ya habían llegado, aún se mantenían en la oficina del amo, hablando amenamente en espera de la hora del encuentro, donde solo entonces él podría hacer acto de presencia. 

Saber que Seokjin aún tenía tiempo, no le alivió ni un poco. Y Yoongi conocía perfectamente la razón. 

O más bien, se estaba esforzando demasiado, maquinando a toda prisa dentro de su cabeza, para llegar a la respuesta y explicación lo más pronto posible.

No tenía tiempo que malgastar en reflexiones sobre sus sentimientos, no al menos ninguna que debería haber hecho hacía bastante. No era el momento. 

No era el momento para pensar en lo que aparentemente recién había descubierto, cuando la verdad era que el hecho simplemente había permanecido como suposición a voluntad.

¿Por qué?

Era evidente que tenía mucho que perder, pero no parecía nada en comparación a lo liberador de aceptar el sentimiento, aunque solo fuera dentro suyo. 

Amaba a Seokjin. 

Aunque, tal vez si no había podido aceptarlo hasta ahora, no se trataba de amor precisamente. Porque, ¿qué era el amor, para empezar?

Él nunca había estado enamorado, y nunca había conocido a nadie que lo estuviese tampoco.

Lo único que Yoongi sabía, es que se sentía demasiado bien.

Aún en la adversidad y la inminente desgracia, lograba significar una chispa destellante capaz de acaparar toda la atención que el dolor y miedo deberían recibir. 

Siempre había sido así con Jin, todo el tiempo que le había conocido. 

Era indescriptible, porque ahora nada más acababa de pensar en su consciencia sobre el amor en medio de la situación más complicada y dolorosa, ¿cuán más bello sería notarlo en los momentos más felices y hermosos? ¿El sentimiento sería capaz de intensificar la belleza en estos?

Yoongi cerró los ojos, llenándose por fin del reconocimiento en sus emociones, a sabiendas de que no tenía nada de malo. No parecía tenerlo. 

No tenía porqué esconderlo. 

Así que no se dispondría a pensar en las consecuencias, no para desanimarse.

Hoy mismo tendría que decirle a Seokjin que había llegado a comprender aquellas fuertes emociones.

Antes no había profundizado en ello, pero toparse contra la cruel realidad de él saliendo de su vida por completo y para siempre, en cuestión de un par de horas y a raíz de los acontecimientos de una reunión tan común y cotidiana como las demás de supuesto factor decisivo los años anteriores, había sido todo. 

Si esta sería su última oportunidad de verle, más le valía ser completamente sincero, tanto como no había sido capaz de ser consigo mismo hasta el momento. 

Fue lo único que permitió que su pulso se estabilizara, el pensamiento decidido sobre el curso que tomarían sus acciones a continuación.

Aunque, a pesar de ello, aún después de terminadas las preparaciones para el banquete, el malestar latente en su interior como respuesta a la amenaza del peligro, permanecía allí, apretando con insistencia, estrujando cualquier sensación positiva que pudiese tener expectante del anuncio que planeaba darle a Seokjin más tarde.

Sus dedos aún más inusualmente blancos apretados en torno a los bordes de la última bandeja que quedaba por llevar al inmenso comedor, el agarre intensificándose a medida que la furia comenzaba a crecer de nuevo en él como si apenas hubiese escuchado los motivos del conocido terror en Seokjin.

Había colocado las sustancias capaces de generar el más terrible, aunque solo temporal, malestar en aquellos invitados de los que tanto se encontraba temiendo él mismo aún en esos instantes, incluso si le había costado admitirlo con entera sinceridad, porque, ¿cómo sería capaz de proteger al menor si su misma persona se encontraba mortificada?

Pensó entonces, que tal vez sí debía haber tomado en serio sus palabras, aquellas sobre el veneno en la comida.

Pero entonces, el recuerdo del impedimento venía obvio haciéndole entender que sería demasiado absurdo, ¿de dónde lo hubiese sacado, para empezar?

Y si nada más en los medios Yoongi veía el problema, en lugar de lo que sucedería después de haber tomado aquella precipitada y radical acción, entonces allí la sorpresa debería ser consigo mismo.

Entonces una leve sonrisa logró colarse en su rostro, ante la increíble idea de que sus prioridades pudiesen estar ordenadas de aquella forma.

De allí en adelante, las acciones en respuesta a sus profundos sentimientos no podrían seguir tomándole desprevenido, Yoongi comenzaba a encontrar más familiar la idea de estar enamorado, tanto como para arriesgar su propia vida, sentir el pecho apretado de manera agradable, el estómago revuelto junto a la leve sensación de mareo para nada incómoda, y el impulso de una sonrisa naciente luchando por abrirse paso en su ya no tan pálido rostro. 

Además de la furia apenas contenible que le invadía ante la idea de Seokjin uniéndose a otra persona, alguien que tal como él le había dicho con miedo, no le amaría y solo abusaría de él, le haría daño y volvería su vida miserable.

No lo permitiría.

Incluso si no hubiera comprendido que amaba a Seokjin de esa manera, seguiría igual de decidido en el asunto de protegerlo de aquel futuro desdichado.

Nunca había sido egoísta, jamás tuvo posesiones propias de ninguna forma como para llegar a serlo, viviendo en la miseria en todos los sentidos, quizá solo con la excepción de la riqueza en cariño y cuidados que le había brindado Jindallae hasta antes de morir.

Así que, en ese sentido, añadiendo que jamás llegaría a pensar en Seokjin como una posesión tampoco, era imposible siquiera concebir la idea de Yoongi siendo egoísta al respecto.

Sabía que estaría mucho más tranquilo aún en la desgarradora tristeza de su única persona especial en el mundo siendo apartada de su lado, si estaba seguro de que esta permanecería a salvo, siendo amada y protegida como solo Jin se lo merecía.

O... Al menos así era como su razón le decía, debería sentirse.

Debería estar pensando y poniendo todas sus esperanzas en que el hombre a quien el chiquillo estaba a punto de ser entregado, fuese una buena persona. Alguien que llegara a amarlo con fervor y no tuviera la intención de usarle, alguien maravilloso para que el mismo Seokjin se hallara amándolo con la misma entrega para sellar el mejor futuro.

No lo hacía.

Y Yoongi se odió profundamente por eso.

Se odió porque el simple hecho de imaginar a Seokjin con alguien más, con su menudo cuerpo siendo estrujado por otros brazos, dedicando sus deslumbrantes sonrisas y ruidosas carcajadas a otro que no fuera él, esperando que sus caprichos y deseos fueran consentidos sin que Min fuese el primer y único encargado para la tarea, le causaba un malestar tan profundo y desgarrador que le daba la sensación de estar enfermándole por dentro.

No había llegado a besar de sus labios tampoco, ¿alguien más lo haría antes de haber ganado el privilegio tras conocerle tan bien como solo Yoongi lo hacía?

¿Tras haber arriesgado su vida en tantas ocasiones incluso antes de tener el interés de estar enamorado, sino solo porque Jin siempre le había importado hasta ese punto?

Se odió, porque buena persona o no, ya aborrecía al prometido de Seokjin por la simple idea de que tendría todo con lo que Yoongi jamás podría siquiera soñar.

E incluso lo que más anhelaba, que podría ser simplemente poder seguir viendo a Kim todos los días, escucharlo todo el tiempo y gastando cada pizca de energía en estar pendiente de él y acompañarlo en cada cosa que se le ocurriera hacer.

No era justo.

No solo la situación y lo que le estaba siendo arrebatado, sino el hecho de que se encontrara tan mal pensando solo en lo que él perdería, pensando en solo sus deseos recién descubiertos a raíz de los sentimientos apenas admitidos, cuando nunca había sido así de egoísta.

Y lo peor era que lentamente la culpa por ello se iba desvaneciendo, porque por primera vez en su vida tenía algo —alguien— especial para él, alguien a quien le debía cada sonrisa y cosquilleo en su interior a diario, alguien por quien se encontraba amaneciendo cada día sin sentirse miserable y apagado por las anteriores pérdidas, sino motivado a salir por la puerta de la maltrecha cabaña de la servidumbre conforme con el simple propósito de estar con el muchacho como si aquello lograra cubrir cada cosa que le había causado dolor y angustia desde siempre.

Lo seguía queriendo solo para él.

Nunca había tenido nada, ¿era tan malo sentirse morir porque pronto todo volvería a serle arrebatado?

¿Porque lo que Yoongi consideraba su todo, le sería arrebatado?

¿Realmente el amor debía ser así de egoísta?

Aferrado a los bordes de la mesa de trabajo, sin notar que la bandeja se había escapado de sus manos y el desastre ya había sido limpiado sin que a él le interesara en lo más mínimo, con la vista nublada por las furiosas lágrimas que luchaban por escurrir de sus ojos medio apretados, Yoongi se encontró renegando un poco de haber descubierto que estaba enamorado.

Horas antes aceptar el destino inminente de la separación entre ambos había dolido como el infierno, pero no se comparaba a la sensación de ser despedazado lentamente por dentro.

Y lo que era todavía peor; ya se sentía así solo pensando en sí mismo. A eso le faltaba añadir el conflicto de emociones que le llenaban de solo especular cómo estaría Seokjin.

Qué pasaría con Seokjin, que era el principal afectado.

Si a Min ya le dolía lo suficiente en nombre del amor que jamás llegaría a ser nada, porque el joven noble estaría fuera de su alcance en cuestión de un rato más, toda incertidumbre se multiplicaba si se tomaba en cuenta a quien directamente el daño le sería infringido.

Seokjin sufriría en su propio nombre, no por el deseo mezquino de un corazón enamorado.

Sería mil veces peor.

Pero al menos, no tendría la carga de sufrir por querer estar al lado de Yoongi de la forma en que Yoongi sí quería estar para él.

De repente, el pelinegro separó sus manos de los bordes de madera, motivado por el dolor en las puntas de sus dedos. Había ejercido tanta presión que las astillas del mueble casi sin pulir, se habían incrustado en los límites de sus cortas uñas.

Sí, pensar en que al menos Seokjin no estaría triste añorando casarse con Yoongi porque no debía sentirse de la misma manera, lo que se traducía como un dolor menos para el más joven, en lugar de aliviar siquiera un poco la angustia de su alma abatida, solo logró perforarlo más.

Y he ahí, nuevamente la realización de en cuán horrible persona convertía a uno, el amor.

No debería estar deseando que Seokjin sufriera, más allá de a causa de toda la mierda que se le vendría encima una vez fuese entregado, también por un amor que seguramente no sentía por Yoongi.

—Eres repulsivo —se dijo a sí mismo, con tanta cólera que a pesar de que el ataque vino de él, de todas formas consiguió contraerse por un instante.

Dadas las circunstancias, lo último que debería preocuparle eran sus sentimientos. Debería querer ahorrarle todo sufrimiento a Seokjin pasando incluso sobre sí mismo y lo que realmente quería.

Porque, ahora estaba seguro, si pusiera como prioridad ese amor, y todo lo que creía saber que este implicaba, sería capaz de huir con Seokjin a cualquier parte con tal de impedir que este fuese tomado de su lado.

Afortunadamente, dentro de la locura que ya familiarizaba con el hecho de haber caído rendido por el hijo del amo, todavía podía hallar un poco de su razón y consciencia despiertos en alguna parte.

Diciéndole que la única forma de que la mejor solución fuese escapar y llevarse a Seokjin con él, sería con este asegurándole que sería feliz de aquella manera.

Aceptando sentimientos por Yoongi, que quizá se vería forzado a admitir, porque sabía que tanto como Jin significaba para él, él lo hacía para Jin.

Solo que no creía que con el mismo tipo de amor romántico, todavía extraño.

Y si lo era, bien no complicaría al menor añadiendo un problema más. No cuando las posibilidades eran mínimas, porque si su propia integridad estaba en riesgo, y le acongojaba tanto, no tendría cabeza para meditar sobre lo que sentía por Yoongi.

No sería justo forzarlo a ello, solo porque tenía el deseo repugnantemente egoísta de mantenerlo para sí ahora que sabía que lo amaba, antes de permitir la posibilidad de que estuviese con alguien que podría ser bueno para Kim y hacerle feliz, lejos de él, pero feliz.

Y a salvo.

Cosa que él no podría darle ni siquiera aunque huyeran, porque sencillo o no, Seokjin no dejaba de ser un noble y haber tenido la vida de un noble. ¿Qué podría ofrecerle un jovencito debilucho y enfermizo que solo sabía aderezar carnes y preparar guisos? ¿Y dónde? ¿En las montañas, escondidos hasta que alguna banda de malhechores los hallara? ¿O algún animal salvaje? ¿Cuando Yoongi ni siquiera se atrevía a salir al pueblo por sus miedos estúpidos desde que era un infante todavía más escuálido?

La cruda realidad de la situación fue más que suficiente para hacerle tomar una decisión en cuestión de instantes, mientras vio percibiendo cada movimiento a su aldedor como si él estuviese encerrado tras una vitrina con cada sonido apagado, cómo los últimos sirvientes abandonaban la cocina rumbo al salón del banquete que, a juzgar por la cantidad de personal que requerían, debía ser el más grande y ostentoso que la mansión había contenido hasta la fecha.

Y debía estar a punto de comenzar.

Porque Yoongi estaba solo.

Siempre lo había estado, siempre llegaba a un punto donde lo estaba y sin embargo, esta vez se sintió inusualmente desgarrador.

Quizá porque el frío en el ambiente no era lo más doloroso, ni el panorama libre del ruido visual que siempre le había irritado. No. Ni siquiera por lo que la soledad implicaba en sí.

Sino porque sabía lo que significaba ese último momento exclusivamente para él, antes de que todo lo que le importaba se perdiera, y aquel vacío en la habitación se expandiera hasta el resto de su pequeño mundo.

   ¡Hoy actualizo con dos capítulos! Subiré el que sigue en un rato más ♡.

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