𝙓𝙄

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Maratón 2/4

Kim Taehyung

Sonrío enternecido por la mueca en el rostro de Jin cuando me ve a través del cristal de la agencia de bodas. Odio este sitio pero debería dejar de hacerlo, no tengo razones para eso. Espero a que termine lo que sea que esté organizando ahora mientras reviso mis e-mails. La mayoría son de Tsukimori, todavía haciendo preguntas, dejando reclamos y hasta algunas palabras de agradecimiento. Ya no tengo nada en Japón que me interese, oficialmente, después de dejar todo en orden por allá y con lo más importante ya conmigo puedo estar tranquilo y empezar a planear cómo empezaré a situarme en mi país de nacimiento de nuevo.

A veces actúo por impulso, realmente muy pocas veces. Esta es una de ellas. Duré muy pocos días allá intentando retomar la rutina que llevaba antes de que regresara a Corea por el funeral de halmoni. No funcionó, estaba incómodo y de muy mal humor. Solo trabajaba y llegaba a casa a dormir para volver a despertar al día siguiente y solo repetir lo que antes hacía y al ser consciente de eso solo me enojaba más. Entendí que después de mi estadía en Corea y los recuerdos de esos días de salidas con Jin entre otras cosas no me permitirían retomar el estilo de vida monótono, aburrido y seguro que solía llevar en el otro país asiático.

Así que estoy aquí de nuevo. No hay lugar como el hogar, dicen muchos. Es extraño pero no pensé que la sensación de regresar sería tan reconfortante, incluso mi lobo se siente en paz como si no hubiera querido estar alejado de aquí. Solo lo ignoro porque no le encuentro explicación.

Bloqueo mi teléfono y cuando la pantalla se apaga vuelvo a encenderla al instante para ver la hora. Justo para eso aparece una foto de Yeontan como fondo de pantalla, recordándome que no tengo mucho tiempo para salir con Jin. Estaba cansado de ordenar cosas en casa así que solo vine a recoger a Jin sin avisar para entretenerme un poco, despejarme y pasear. Odio desempacar cajas.

—¿Qué haces aquí?

Volteo sobre mi hombro como si esperara que fuera el prometido de Jin quien preguntó eso. Pero no, sólo fue un deja vú. En realidad fue la voz aguda, dulce y confundida del omega.

Vuelvo a sonreír volteando para encararlo y acercarme a su rostro.

—¡Vine a visitarte!— exclamo en su cara emocionado pero sobre todo con ganas de molestarlo un poco con el ruido. Me he estado sintiendo tan bien desde que regresé que solo parece que el Taehyung adolescente de hace años, feliz de la vida y de comportamiento raro quiere volver también.

Jin retrocede unos cuantos pasos y sacude la cabeza.

—¿Por qué gritas? ¿Estás bien? ¿Y qué haces aquí? Pensé que...

Obedeciendo otro impulso estiro el brazo y desordeno el cabello de Jin en un gesto que era más normal entre nosotros cuando éramos niños. El chico frunce el ceño y se aleja con su mueca de confusión intensificándose y creciendo con cada segundo.

—Respondí a tu mensaje con un sí, ¿recuerdas?— me encojo de hombros y meto mis manos en los bolsillos —Heme aquí. ¿Vamos por unas hamburguesas? No almorcé y tengo mucha hambre.

Comienzo a caminar hacia el elevador. Presiono el botón para el primer piso pero antes de que la puerta metálica se cierre la detengo con el otro botón. Jin no está aquí. Salgo del ascensor para ver dónde se quedó regresando sobre mis pasos.

Ladeo la cabeza al encontrarlo estático en el mismo lugar donde lo dejé hace apenas unos momentos.

—Jin, no tengo mucho tiempo, debo regresar por mi perro, se quedó solo y el departamento es nuevo y no quiero que haga destrozos que luego no podré limpiar— me detengo y ruedo los ojos por haber dicho tantas cosas innecesarias —como sea. ¿Quieres venir a comer algo conmigo o...?

Dejo de hablar al ver como sus ojitos ven la alfombra en el suelo y sus pestañas lucen húmedas.

En menos de dos segundos ya me encuentro apretándolo contra mi pecho y cubriéndolo con mis brazos como si no hubiera un mañana y esto fuera lo único que quiero hacer. No digo nada, todavía abrumado por la rapidez con la que actué y sin darme cuenta. Esto de obedecer mis impulsos se hará un mal hábito, debería parar ya.

Pero dándole calor al omega que sin duda está triste, decido que quiero seguir así unos momentos más.

—¿Por qué has vuelto? ¿Y por qué viniste a verme?

Oigo sus preguntas a pesar de que habla contra mi pecho. Poco me importa que esté dejando mojada la parte delantera de mi camisa.

—Echaba de menos— respondo a ambas preguntas sin decir mucho. Pero sé que ha entendido por cómo sus bracitos suben a mi cuello y me abrazan más fuerte.

Sonrío sintiéndome más feliz de lo que ya estaba en un inicio cuando vine a verlo. De ahora en adelante todo estará mejor, estoy convencido. Porque ya sané, no tengo intenciones de abrir la herida y al único lugar que puedo mirar es adelante.

—Jin— lo llamo después de unos minutos de permanecer abrazados —¿Te dije que no tengo mucho tiempo, no?— susurro.

Se separa de inmediato.

—Oh sí, perdona— sorbe la nariz. Vuelvo a sonreír resignado a tener que hacer este gesto muchas veces, por lo menos durante este día, porque ya me veo sonriendo cada que vea el rostro bonito de Jin con cada expresión que haga, incluso la roja por haber llorado de estos momentos. Adorable —estoy un poco susceptible.

—Ya me di cuenta. Sigues siendo llorón.

—¿A qué viene eso?

—No, por nada— respondo mirando a otro lado.

Es como si este fuera el verdadero reencuentro entre nosotros después de años. El de hace muchas semanas, en el funeral que después terminó en esa noche en mi habitación de hotel... No, nada de eso importa ni cuenta ya.

El verdadero reencuentro es este, el que debió tomar lugar desde el inicio.

Me sorprendo cuando toma mi mano. No me atrevo a romper el contacto porque como ha dicho, está susceptible, tal vez vuelva a llorar. Noto los pequeños cambios que ha tenido desde la última vez que nos vimos, su cabello está más largo y su rostro luce más delgado, quizá por ese semblante triste que permanece a pesar de que pensé que había logrado calmarlo.

—Ha empezado a llover— señala una vez estamos en el primer piso del edificio, mirando por las ventanas cómo las gotas empiezan a mojar las calles y el cielo se torna gris poco a poco. Me muerdo la mejilla, debatiendo por dentro si sería buena idea solo llevarlo a mi departamento y comer ahí.

Pero no estoy seguro si Jin podría llegar a malinterpretar mis acciones.

—¿Si comemos en mi casa?

—Está bien— no tarda en responder, lo cual me hace dudar.

—Bien— por fin suelto su mano para buscar las llaves de mi auto en los bolsillos del pantalón —llama a Jungkook y avísale para que no se preocupe.

Comienzo a avanzar a la salida, quiero recoger a Jin en la puerta con el auto para que no se moje. Ignoro que logré escuchar como se le cortó la respiración con lo último que dije.

Sí, también me costó decirlo. Pero con el tiempo que tuve para meditar las cosas, ahora sé que hacer lo correcto es la única forma de evitar que salgamos heridos los dos.

Como pasó la última vez.

Kim Seokjin

—Tienes salsa en el mentón.

Miro a Taehyung divertido. No sólo tiene salsa en el mentón, la tiene alrededor de toda la boca. Él solo se encoge de hombros y sigue comiendo su hamburguesa ignorando mi comentario, no bromeaba cuando dijo que no había almorzado. Hace semanas, cuando lo veía de traje o vestido formalmente y con su estilo, con semblante serio y ojos fríos, para nada hubiera imaginado que siguiera comiendo así. Pero es que no parece aquel Taehyung, en la hora que vamos juntos siento que el tiempo ha retrocedido y estoy tratando casualmente con mi mejor amigo de catorce años, tal vez un poco más.

No con el otro Taehyung. No con el alfa de la noche de la marca.

—Ah~ de verdad tenía hambre— aparta la caja donde vino la hamburguesa y dobla sus piernas para sentarse más cómodo en el suelo. Sí, en el suelo de su departamento porque dice que aún no ha comprado muebles, pues primero debe desempacar todo lo demás. No tuve ningún problema, igual comíamos así antes.

Todo se siente como antes y está bien. De hecho es perfecto.

O sería perfecto, sino fuera porque tenemos un tema pendiente que parece que este Taehyung jovial y divertido solo está ignorando. Argh, pero no es así. Realmente no le he dicho nada, así que no es como si él estuviera evitando hablar.

—¿Ya terminaste?

Asiento. Él estaba tan concentrado comiendo que ni se dio cuenta de que yo ya había terminado y sólo lo veía comer con la misma concentración.

—¿Qué te parece?

Ladeo la cabeza sin saber a qué se refiere.

—Ya sabes, este lugar— sonríe mucho estirando los brazos para poner énfasis —lo compré al apuro sino no hubiera tenido dónde mandar a traer mis cosas. Yo creo que es lindo, a Yeontan y a mí nos gusta.

—¿Yeontan?

—¡Sí!— se pone de pie muy rápido —Ya te había hablado de él. Es mi cachorro— deja la amplia habitación en la que estamos, desaparece por un pasillo angosto.

—Ah, sí— me levanto también, dejando mi cajita de cartón en el suelo y siguiendo por donde se fue el alfa descalzo. Camino con cuidado para no chocar con ninguna caja —pero me dijiste que lo adoptaste hace tiempo, ¿no? No creo que sea un cachorro...

Sale de nuevo casi chocando conmigo. Sonríe achicando los ojos con un perro pequeño en brazos, de pelaje entre negro y amarillo.

—Es tierno— halago al ver el hocico en punta y los ojos grandes y adorables.

—Es mi Tannie— lo abraza apretándolo mucho y moviéndose de lado a lado, pero el perro gruñe queriendo escapar. Taehyung solo se ríe risueño dejándolo en el suelo.

Veo como la bolita de pelo se escabulle entre mis piernas y se va hacia la sala. Por un momento no sé qué más hacer y siento que entro en pánico. Ya está, ya lo acompañé a comer y ya me mostró a su mascota. ¿Qué pasa ahora? Taehyung debería decir algo para romper el silencio, él fue quien me buscó y él además ha regresado. Yo no fui tras él, no sé qué decirle no sé...

—¿Estás nervioso?

Me quedo mirándolo a la cara, sintiendo que la mía enrojece. Seguro que tengo razón, Taehyung lo nota y cuando creo que tendrá un comportamiento descarado, o me tratará despectivamente o lo que sea que haría el Taehyung alfa de actitud fría de hace semanas... ríe mostrándome los dientes y murmurando una sola palabra.

—Tierno.

Arrugo la nariz sin entender una mierda de lo que está pasando. Tal vez el Taehyung con el que me reencontré era otra persona, ese regresó a Japón y otro es el que vino aquí y está ahora parado frente a mí con un gesto tan contento que me hace querer preguntarle a cada segundo por qué sonríe. Qué es lo divertido. Preguntarle el porqué esa actitud tan feliz desde que se apareció de la nada en la agencia de arreglos para bodas. Por qué me pidió que le avisara a Jungkook que estaría con él. Por qué actúa como si nada pasara.

Como si nada hubiera pasado.

Pero en lugar de soltar todas mis preguntas solo dejo salir una estúpida.

—¿Cómo sabes que estoy nervioso?

—Solo lo sé, no sé— se encoge de hombros, despreocupado —es raro.

Camina por mi lado y me deja solo en el pequeño corredor. Se dirige a su sala. Suspiro y sigo sus pasos.

Taehyung apoya sus dos manos en sus caderas, sobre el elástico del pantalón de chándal suelto que se puso apenas llegamos mientras yo sacaba la comida de las bolsas. Mira por las enormes ventanas del enorme y bonito departamento de estreno que ahora es de su propiedad y del que no paró de hablar durante el camino hacia aquí, con la voz emocionada de un niño a punto de mostrarle su nuevo juguete a su mejor amigo.

Llamándome Jin.

No puedo decir que me molesta, amo que me haya vuelto a decir solo "Jin" después de aquellos días de ser llamado por un frío "Seokjin" de su parte. Pero es extraño.

Sacudo la cabeza. No debería pensar mucho porque todas las preguntas regresan a mi mente.

—No parece que la lluvia vaya a parar, Jin— se lamenta tirando la cabeza para atrás. Luego mira el reloj de su muñeca descubierta porque solo usa una camiseta blanca de manga corta donde se lee "Celine" a la altura del pecho —se hace tarde. ¿Quieres llamar a Jungkook para que te recoja o prefieres que yo te lleve a tu casa?— antes de que yo pueda responder, otra vez confundido por lo que dice, vuelve a hablar —¡No! Mejor te llevo yo, no sé cuando él no se moleste porque tengas que salir conmigo de nuevo, así que mejor aprovecho que estás aquí ahora.

—¿Se moleste?

¿Por qué...?

—Claro, es tu prometido, y con nuestra historia no creo que le venga en gracia que salgamos a veces— dice obvio, de hecho ni le falta agregar el "obvio" porque se sobre entiende que está ahí. Voltea y siento que camina hacia mí, pero me equivoco, pasa a mi lado de nuevo y otra vez se mete al pasillo —¡Me pongo una chaqueta, zapatos y nos vamos!

Me dan ganas de patalear en mi sitio una vez Taehyung desaparece. De verdad, de verdad necesito hacer todas mis preguntas o me volveré loco. Tal vez las haga en el auto, sí.

Pero por dentro algo no deja de decirme que es una mala, malísima idea. La peor de todas. Me dice, "deja las cosas como están, Seokjin. No la cagues. ¿No estás feliz así?"

Y es lo peor. De hecho sí estoy feliz así, confundido pero feliz. Desde que vi a Taehyung hoy, no, desde que recibí el mensaje y supe que volvería solo siento eso, felicidad y confusión. Y quiero dejar de sentir lo último, pero lastimosamente, ya en el auto sentado en el asiento del copiloto, con un Taehyung cantando una canción de la radio con su voz melodiosa y profunda al lado, me doy cuenta de que si desaparece uno, el otro también.

Suelto una pregunta.

Y quiero golpear mi cabeza contra el vidrio al siguiente segundo.

—¿No hablaremos de esa noche?

Él deja de cantar de inmediato. Veo de reojo como su sonrisa se borra por completo.

—No.

Silencio. Ya me estoy resignando al mismo, al menos ahora sé que él sabe de lo que hablo, sabe sobre qué noche estoy preguntando y aún así ha optado por quedarse en silencio.

Vuelve a hablar no mucho tiempo después.

—Me gusta cómo has dejado crecer tu cabello, te queda bien. Lo usaste así cuando estábamos en Middle School, ¿recuerdas?

No vuelve a sonar tan feliz como estaba. Me muerdo el labio inferior, reacio a dejar el tema así de fácil.

Tonto.

—Lo dejé crecer para que cubriera mi nuca.

Me mira. Sé que me mira por unos instantes. Pero luego vuelve la vista al frente, a las mojadas calles de la ciudad. No dice nada. La canción que suena en la radio se mete en mis oídos, empiezo a odiarla y no la había escuchado nunca en mi vida hasta esta tarde lluviosa y rara.

—Quiero que la cubra porque— me detengo, todavía puedo quedarme callado y esperar a que él salga con otro tema, todavía estoy a tiempo. Pero no, me decido por el otro camino, el difícil —me recuerda que mi marca debería estar ahí.

Siento un deja vú. El espacio se llena de feromonas de alfa a una velocidad increíble. Taehyung estaciona el auto y logro ver cómo sus manos tiemblan sobre el volante. Me arrepiento de no haberme detenido cuando pude.

Por varios minutos solo escucho como intenta regular su respiración, inhala y exhala con dificultad. Ha apagado la radio y el motor, lo que me hace pensar que esto será largo. Bien, yo quería tener esta charla así que tendré que enfrentar lo que sea que vayamos a decirnos.

Pero está bien. Quería hablarlo. Quería hablar sobre la segunda vez que me dejó en una cama por la mañana, otra vez por una marca.

—Te dije que no quería hablar— nada agresivo. Voz plana. Salto en mi asiento cuando el motor del auto ruge, lo ha encendido.

Entonces en serio se rehúsa a hablar. Está bien, solo quiero la respuesta a una cosa.

—Pero la marca...

—No había marca— gruñe, de verdad gruñe. Pero luego suelta una pequeña risa apagada, triste, lo suficiente para pasar como un sollozo o un lamento —no hay marca Seokjin. No quiero hablar.

—Debemos— la tristeza de Taehyung inunda mi pecho, no sé cómo la siento como si fuera mía, no sé si es por las feromonas, pero la siento.

Tan real.

—No hay marca— otro de esos sonidos tristes —¿De qué debemos hablar? ¿Eh? No hay más.

De pronto su voz se torna agresiva.

—Debe haber más, tú recuerdas haberme m-marcado. Yo lo recuerdo.

—Sí, lo recuerdo— bufa —pero no hay nada ahí— cubre su rostro con las palmas de sus manos, tira la cabeza hacia atrás, golpeándose con el espaldar del asiento —¿Por qué quieres hablar de eso? ¿Te gusta que duela o qué? ¿O a ti no te duele?

Vuelve a sonar como un niño pequeño. Uno pequeño y quejón. Siento un nudo formarse en mi garganta.

—Quiero saber qué piensas.

—¿Qué pienso?— suspira y con fuerza, adelanta el brazo y apaga el auto de nuevo, saca la llave tan rápido que parece que no le importa romperla. Cada movimiento es brusco y tosco, tal vez en anticipación a las palabras que saldrán por su boca —Bien. Tú preguntaste, yo quería olvidarlo, quería que todo estuviera bien entre nosotros, que todo fuera como antes y siguiéramos en paz.

—Puede ser así, solo quiero saber...

—¡No!— su voz se rompe —Tú quieres saber, bien. Lo que pienso es que no hay una marca porque no la aceptaste.

Silencio. Mucho más pesado que los otros.

—Es lo único que puedo pensar, yo la recuerdo, tú la recuerdas. No está porque no la aceptaste, no hay más.

Siento que podría comenzar a llorar si es que mis ojos no se hubieran drenado ya.

¿Es lo que piensa?

—Pienso que fui un idiota por haber creído que sería diferente, ¿sabes?— vuelve a tirar la cabeza para atrás, mira el techo del automóvil —No hay marca— ríe sin gracia —la única cosa que nos faltaba en ese tiempo, irónico. ¿Qué hubiera pasado si te hubiera marcado en ese entonces? Tal vez no hubiera funcionado tampoco.

De sus ojos descienden lágrimas, esa tristeza que crecía en mi pecho más no era mía me abruma con cada segundo, el sentimiento es tan intenso que siento que me desgarra.

¿Es así como se está sintiendo él?

—Tal vez estuvimos confundidos todo este tiempo. No somos destinados y esto solo era todo el cariño que nos tenemos por ser amigos de toda la vida.

Niego tan fuerte que temo romperme el cuello.

—No digas eso.

—No pude marcarte. Lo siento— voltea para mirarme a los ojos, yo volteo para evitar verlos -no pude marcarte porque tal vez yo no deba ser tu alfa, seguro que...

—¡No digas eso!

Me abrazo a mí mismo. Subo las piernas al asiento, haciéndome un ovillo. Que lo niegue hace que mi lobo se retuerza. Se quiera morir.

—Tú querías escuchar lo que yo pensaba. ¿Ya está? ¿Ya es suficiente? ¿He satisfecho tu curiosidad?

—Tae.

—No hay marca y no hay nada más. Es todo, ya quedó claro— cierra sus puños y se limpia los ojos, se los frota para sacar las lágrimas, pero no se calma. Lo sé porque su tristeza la sigo sintiendo —así deben ser las cosas, Jin. Serás feliz con otra persona.

Enciende el auto y conduce, solo conduce apretando tanto el volante que sus nudillos se tornan blancos.

Yo no puedo decir nada. Ni siquiera cuando Taehyung quiere despedirse de mí una vez estamos estacionados y la lluvia ha cesado.

Solo guardo silencio hasta que estoy en los brazos de Jungkook apenas cruzo la entrada principal de su casa.

Taehyung me había dejado en la mía y tuve que caminar hasta la de los Jeon.

Sonrío mirando el suelo aunque Jeon no deja de preguntarme por qué lloro.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro