Cap.3-La aventura comienza.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

 

Capitulo tres: La aventura comienza.

           Mi vida completa se resume a bromas. Fui broma para mis padres, para mi intento de amigos y hasta para mi misma. Pero el bromear con esto, podía parecer o algo gracioso o algo sin sentido.

Ya me iba a creer yo, eso de la tonta escuela de magia ¿De verdad existía? ¡No!

No soy tan ingenua.

Así que, después de ese engaño tan grande tire la carta en el basurero y me fui al autobús. El regreso, como el resto del día estuvo muy aburrido. Clara seguía enojada conmigo y a mi no me importo disculparme por nada. De echo, estaba segura que la broma fue idea suya, y no dije nada sobre ello para ver a que grado de la broma llegaba.

Era de mañana y ambas organizamos nuestras cosas para mantener impecable el cuarto. Aun seguíamos sin hablar, pero supongo que la cosa se había enfriado.

—Clara —Le llame tímida. La castaña se voltea rápidamente, al parecer muy alegre por volverle a hablar. —Soy bruja.

Su rostro enmarca confusión, pero ya es de costumbre cuando tenemos conversaciones.

—¿Que dices? —Pregunta con una risa suelta.

—Eso, Clara. Soy una bruja, con poderes y todo —digo segura.

Ella rueda los ojos.

—Si lo eres —asiente aún con sonrisa burlona en el rostro, cómo si de verdad habláramos de lo mismo —. Tu carácter lo demuestra.

Auch.

No le basto con la broma, por supuesto que no lo hizo. También me tuvo que ofender. ¿A eso realmente quería llegar?

Sigamos su juego.

—Te lo digo enserio —suspire sentándome al mismo tiempo en su cama para verla fijamente —. Me llegó una carta muy extraña el otro día. De un colegio.

—¿Un colegio?

—De magia. Ya debes conocerlo... ¿Cómo se llamaba? ¿Hogwarts?

Ella me mira raro y prosigue la tarea de acomodar su ropa.

Muy buena actriz.

—¿Te acuerdas cuando se fundió el foco aquel día? —recorde cruzada de brazos —. No fue un accidente Clara, yo creo que soy alguien poderosa. Si sabes a qué me refiero... Los gatos me hablan.

Clara por fin toma enserio la conversación y azota su prenda en la cama para mirarme molesta.

—¿A qué quieres llegar con esto? Es verdad todo lo que decían las otras chicas, eres un fastidio.

Ruedo los ojos y me levanto para confrontarla.

—Ya deja tus jueguitos. ¿Quieres que me disculpé? Vale, lo siento —menti —. Pero no tenías porque darme una carta inventado todo eso de la magia y hechicería, no fue gracioso.

Vaya muecas que hace mi compañera, en realidad parece que no sabe de lo que hablo.

—Puede que alguien te haya hecho esa broma, porque te lo mereces. Sin embargo te equivocaste, no fui yo.

Clara con esto último se voltea decidida a no escuchar más sobre el tema. Debido a la gran seriedad con la que lo dijo me confunde por completo y empiezo a creer que de verdad no fue ella.

Pero entonces, ¿Quien lo hizo?

—¿Tú no fuiste? —pregunte está vez confundida —¿Qué?

—No, Heivy. No fuí yo ni de cerca, jamás haría algo asi— la chica por fin se compadece y se voltea para ver mi rostro —. Seguramente fue alguna de tus otras compañeras de dormitorio. Muéstrame la carta.

—La tire en el basurero del zoológico —me di un zape en la frente, debí guardarla.

—Mm, bueno. No fue tan importante. Solo olvídate de eso y actúa normal o les darás gusto.

Asiento no muy convencida, supongo que tenía razón al final. Si solo era una broma no debía de preocuparme por quien la había mandado, nadamás podría ignorar eso y ya. Seguiría mi vida de todos modos.

Ya no insistí en el tema y dejé que Clara siguiera con sus propios asuntos. Aunque la gran parte de la mañana trate de indagar sobre la persona que me habría echo tal travesura. Pensé en unas cuantas compañeras a las que había asustado sin querer los anteriores meses, pero ninguna me pareció lo suficientemente inteligente para inventarse hasta un sello que casi parecía oficial.

En el desayuno hasta el almuerzo observé a cada una de las niñas en este refugio de “las sin padres”. Cualquier reacción o mirada hacia mi podría dar algún indicio, sin bargo no observé nada fuera de órbita, parecía tan normal que por poco y me creó que en realidad soy una bruja.

¡Cómo no!

Pero entonces, por primera vez en mi vida, pasa un acontecimiento interesante. Son como las cuatro en punto cuando la señorita Joyce de recursos humanos toca la puerta de la habitación viene buscarme.

Alguien quiere verme.

Comparto miradas curiosas con Clara y antes de irme me regala la sonrisa más grande, yo creo a manera de desearme suerte.

A veces estas cosas pasan por tres razones. Uno: Alguien quiere viene a adoptar, cómo un refugio de animales. Dos: Tus padres o algun otro familiar te busca. Tres: Ya eres muy grande para seguir dependiendo del gobierno y te tienes que ir vete tu a saber dónde.

Yo aún no soy mayor de edad, apenas cumplí los once años, así que esa idea queda descartada. 

Esa pequeña llama de esperanza se prende rápidamente en mi pecho, las posibilidades van a mi favor y por primera vez me siento tan nerviosa y emocionada como esas compañeras que encuentran la familia que merecen.

Llegando a la sala de espera puedo ver a una pareja al rededor de los cuarenta y tantos esperando ansiosos. En otra mesa lejana, veo igual una mujer grande con unas ropas no tan convencionales que digamos.

Ojalá la pareja sea quien me busque. 

—Allá —señala la señorita Joyce a la mujer extraña. La miro sorprendida —. Ella viene a verte.

—¿Ella? —susurro impresionada —¿Enserio?

Joyce acomoda sus gafas y asiente dándome un pequeño empujón para avanzar.

Bueno, no puede estar tan mal.

Supongo que puede ser mi abuela o algo parecido y entonces yo encontraré a mi familia. ¿A caso no es lo que siempre quise?

Al fin me acerco tímida.

—¿Usted necesitaba verme?

La mujer asiente alargando una sonrisa torcida, luego me da la mano.

—Es un gusto conocerte apropiadamente—saluda cortéz y yo hago una mueca de confusión —. Minerva Mcgonagall, pero mis alumnos me dicen profesora Mcgonagall.

—Ah, es maestra, ya veo.

No parece.

Me rasco nerviosa las manos esperando que diga otra cosa para que me pueda ir de ahí, pero ella solo se limita a observar el lugar con cautela, entonces decido hablar.

—Yo soy Heivy— le digo, aunque inclina la cabeza como si quisiera saber más —. Heivy Lily Potter. Un placer.

—Ya nos conocíamos. Aunque puede que no lo hayas notado. Escucha, el motivo del porque estoy aquí podrá parecer un poco inesperado. Muchas hijos nacidos de Muggles tienen la misma reacción cuando se enteran, en realidad te sorprendería. Sin embargo es imperativo que creas cada parte de lo que diré. 

El discurso de la llamada profesora Mcgonagall me toma por sorpresa completamente.

Ella saca un sobre por debajo de la larga y verdosa túnica que trae puesta. Sus delgadas manos pasan enfrente de mi, entregando un sobre para cartas color hueso.

—¿Que es esto? —dije incrédula, observando bien la carta y tocando con mis propias manos, vuelve a mi la imagen del gato loco y la otra carta que rompí en el zoológico —¿Usted fue? ¿Es real?

—Por supuesto. Te vi ignorarla aquella vez en Belfast. Así que se me ocurrió venir personalmente a entregarla, solo para explicarte bien las cosas. Claro que sí decides reclinar está bien. No es obligatorio.

Tragó saliva como puedo y dejo la carta sobre la mesa.

Analizó su rostro para detectar alguna risilla o titubeó, un indicio de que todo es broma y que en realidad me han estado viendo la cara mis ex compañeros de habitación. Aún después de un rato, la profesora ni sé inmuta.

Supongo que dice la verdad.

¿Verdad?

—Es un juego.

—Minerva Mcgonagall nunca juega.

—¿Cómo se que es enserio?

Suspira un poco antes de hablar y se aproxima aún más: —¿No te han pasado cosas inexplicables, cosas que solo tú piensas que viste, cosas que piensas que has hecho pero en realidad parecen conciencia. Cuando estás triste, feliz o molesta, y ocurre de la nada?

Abro la boca para contestar, pero sigo sin creer y ya lo nota.

—Observa.

Mira discretamente a ambos lados para asegurarse que nadie nos espía y cuando se siente segura, vuelve a sacar algo de su túnica. Algo como una varita de madera común y corriente, pero está tiene decoración y un color llamativo muy lindo. Se ve elegante.

Mcgonagall murmura una palabra extraña y choca la madera en contra del vaso de agua que tenemos sobre la mesa. En un parpadeó se convierte misteriosamente en un florero de cristal.

Pronto la magia deja de ser chiste.

—¿Cómo hizo eso?

—Para eso es Hogwarts, señorita Potter. Ahí aprenderá hacer eso y muchas cosas más. Tiene la capacidad de lograrlo y es por eso que la estamos buscando. Su plaza le ha sido otorgada desde el momento en que nació. Viene de un largo linaje de magos y brujas. Personas como usted y yo nada más pueden asistir al colegio de hechicería.

Me deshago de la buena postura, dejando caer mi espalda sobre el soporte de la silla. Estoy sorprendida.

—¿Quiere decir que mis padres también asistieron a Hogwarts?

—Por supuesto. Lily y James Potter, bellas personas.

—Lily y James Potter. Con que esos son sus nombres. Me llamo igual a ella —dije perpleja —Si fueran tan buenas personas como dice, no he hubieran dejado aquí.

Es el momento perfecto en el que puedo irme de aquí, tengo una razón para permanecer enojado por este alboroto llamado reclutamiento para ser una payaso de fiesta o por el estilo.

Tal vez me dió pruebas suficientes, pero escuchar el nombre de mis padres descargo en mi una furia incontrolable.

—Ellos no la abandonaron, la amaban mucho. Fallecieron cuando apenas cumplió dos años, señorita Potter. Desde ese día el mundo mágico está de luto. Pasaron tantas cosas terribles y el hecho de que terminara acá es una de ellas. Fue por el bien de la familia a final de cuentas. Lamento su perdida.

Se me cristalizan los ojos enseguida. Esa furia incontrolable se desvanece de mi cuerpo sustituyendo una emoción de culpa por hablar de esa manera.

Aunque aún tenía tantas cosas que decir y por las cuales preguntar.

La información llegaba a mi, una tras otra, esperando a que mi pobre cerebro pueda procesar finalmente.

—Puede venir o no —dice al final, extendiendo nuevamente el sobre —. Aunque esas dudas que tiene en su cabecita será exclusivamente contestadas si decide asistir.

Por último da un leve toque a la mesa y el florero vuelve al estado original de ser un vaso. La mujer se levanta guardando la varita con la que hizo su exhibición de magia y camina a la salida. Dejándome con tanta intriga.

El hubiera no existe.

Esa frase palpita en mi cerebro e igual bombea al corazón.

Si tomo la decisión correcta de ir o no. Está en mi, yo decido y cargaré con ello toda la vida.

—¡Espere! —grito desde mi asiento llamando la atención de los presentes, aunque la única que me importa no voltea pero si para en seco —. Ire a Hogwarts.

Sea bueno o no, la aventura comienza.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro