25 de septiembre de 1992

Querido Diario:

Hoy paso algo bueno o eso creo.

Todo comenzó en la clase de Pociones cuando nos pusieron por equipos de cuatro, Amelia, dos chicos de Ravenclaw y yo.

Empezamos haciendo la poción para curar el hipo, así que nos dividimos las tareas. Amelia me miraba y yo también lo hacía. La verdad es que ambas somos demasiado orgullosas, ninguna pediría disculpas y así fue.

Solo empezamos una charla cotidiana.

—Lo bueno es que los Ravenclaw hacen todo el trabajó —se burló mirando a los otros chicos.

—Si, al parecer no son tan inteligentes como ellos creían —ambas nos reímos.

¿Quien diría que nuestra felicidad dependía de burlarnos de otros?

Después de la clase nos pusimos al tanto. Ella me contó cada una de sus fabulosas anécdotas con el grupito de los populares de quinto grado. Y yo las mías. Nos reímos por horas del profesor Snape y sus castigos asquerosos.

Fue bueno volver a hablarnos, ya me preocupaba que la voz en mi cabeza fuera más grande pero estando con Amelia, mi cabeza se callara un poco. De todas formas siempre tuvimos el mismo Humor.

Por cierto, no le conté nada de Cedric Diggory, tampoco me preguntó, pero no planeó decirle. Estúpida libreta ese será nuestro secreto... oh y tampoco pienso mencionarle lo del chico asiático, ella creerá que estoy obsesionada con él cuando en realidad es todo lo contrario.

¿O es que ese chico planea hacerme algo? Por Salazar Slytherin, eso da miedo. Cómo sea, estarás de testigo si algo malo me pasa, los rumores de que tenemos algo peligroso en el colegio se hacen cada vez más fuertes y no me refiero a los nacidos de Muggles exactamente.

Cómo sea, ya me aburrí de escribir hoy. Nos vemos.