𝙑𝙄𝙄𝙄. 𝙁𝙤𝙪𝙣𝙙 𝙢𝙚

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Seokjin reía como muy pocas veces lo había hecho. Encontraba bastante extraño que se estuviese sintiendo así de cómodo con alguien que no fuera simplemente su solitaria y aburrida compañía. Él mismo.

Bien, definitivamente no podía presumir de habilidades sociales inexistentes, mucho menos jactarse de ser la persona más brillante capaz de iluminar una habitación con su atractiva presencia y personalidad, porque nunca lo había sido. Y siempre había creído fervientemente, que no era su culpa en absoluto.

Podía sonar como lo más ilógico del mundo, Seokjin lo tenía bien claro, pero estaba acostumbrado hasta cierto punto a tener esa clase de ideas. Teorías que nacían de forma involuntaria dentro de su cabeza para justificar con obstinación todas las situaciones por las que había pasado hasta ahora, aquellos rasgos de su personalidad que deberían ser propios de personas con un pasado más traumático y oscuro, y por supuesto, sentimientos que no tenían razón de ser.

Así que bien, la solución era excusar todo aquello, sin llegar al fondo del asunto, simplemente diciendo que no era a causa suya. Perfecto, la razón debía ser otra, Jin no tenía idea de cuál era, pero vamos, el punto central se basaba en que no tenía nada que ver con él.

Quién sabe si se trataba de las vivencias de alguien más reflejadas en su inocente ser puro, que había venido a parar a este mundo sin saber que tendría que lidiar con toda esa mierda ajena. Quién sabe si se trataba más bien del peso de las acciones de cualquier otro, que ahora caía injustamente sobre él.

O quién sabe si en todo caso, aquello estaba fuerte y directamente ligado a las visiones, alucinaciones y viajes entre el presente y pasado que tanto odiaba desde que era un niño.

Era espantoso recordar todo ello precisamente ahora, mientras se suponía que debería estar disfrutando de la visita de su más reciente amigo. Imaginó en un inicio que comenzar a distraerse con alguien más al mismo tiempo que darle la importancia debida a las cosas que le deberían preocupar a un chico de su edad, incluso postrado sin poder usar las extremidades inferiores pero adolescente al fin y al cabo, le ayudaría a olvidar todo el material tétrico y misterioso.

¡No que más bien traería todo eso de vuelta tan pronto Jungkook entrara a la habitación!

Porque en serio, era increíblemente estúpido que todo coincidiera tan bien. Y lo peor era que seguía en la nada, porque Jin nunca se preocupó por indagar más allá y bueno, la única vez que lo hizo...

Sí, había terminado en esa camilla de hospital.

—Te he traído esos dulces— la voz de Jeon interrumpió sus pensamientos pese a que durante todo ese tiempo había estado hablando igual, a lo mejor simplemente la mención de los dulces había logrado atraer su atención de nuevo —Esos de los que me hablaste— sonrió apenado mientras se ponía de pie para caminar hasta su mochila, apoyada contra la pared detrás de la cabecera de la camilla.

Se decía, debería haber dicho simplemente "unos dulces". Al menos de esa forma Jungkook no hacía notar que realmente recordaba cada dato que el otro soltaba en sus conversaciones supuestamente casuales.

Pero lo hacía, claro que lo hacía.

Podía olvidar todo, prestarle la atención debida únicamente a sus cuentos disparatados sobre librerías y misterios sobre una necesidad desconocida sobre algo todavía más desconocido e incierto, creciente en su interior, pero para esta ocasión en serio su cerebro se había esforzado por traer de regreso detalles insignificantes sobre una persona tan nueva en su vida, que también debería ser lo que esos pequeños detalles eran.

Irrelevante, quizá.

Salvo que, algo dentro de Jungkook, le decía que no era así.

Y por supuesto, pese a no saber que era todo lo contrario a Seokjin respecto al tema, él sí hacía caso a todas sus intuiciones. De ahí la verdadera explicación detrás de su esmero para ese encuentro.

Con la bolsa de plástico repleta de pequeñas bolitas de colores en una mano, el más alto entre los dos jóvenes en la habitación, formó una sonrisa mientras se acercaba al otro.

No pudo evitar sentir la emoción incrementar en su pecho a medida que veía los ojos de Seokjin abrirse más y su boca formar una o. Seguro que no se esperaba aquel regalo para nada, y eso que Jeon seguía pensando que era algo sin significado y podría haberse esforzado un poco más.

A no ser que la sorpresa del muchacho, no se debiera a la magnitud del regalo en sí.

Detuvo sus pasos y cogió la bolsa con ambas manos. Alzó una ceja observando todavía lo ansioso que se veía Seokjin esperando por sus dulces favoritos, y bajó la vista de inmediato para leer los ingredientes, sustancias y el valor nutricional descrito en la cubierta colorida de plástico.

—Supongo que estando aquí, sigues una dieta, ¿verdad, Seokjin?

Jungkook no tuvo la necesidad de ver a su menor para saber que tenía razón y había hecho un buen descubrimiento a tiempo. Claro que Jin debía recibir todo tipo de regalos, era un chico como de su edad y con lo bonito que era seguro que más gente además de su familia, para ser preciso compañeros de su escuela tal vez, le llevaban presentes mejores.

Por supuesto, nada que atentara contra su recuperación pronta de aquel estado en el que se encontraba. Ah, qué tonto había sido.

—Comer de esos no me hará daño— se quejó cruzando sus brazos, analizando la imagen de Jungkook de pie a algunos metros de él, todavía leyendo la bolsa —además, las enfermeras tardarán en venir a revisarme, y no sabrán nada.

Kook solo pudo sonreír ante aquello. En el poco tiempo que había pasado con Jin por fin pudiendo verse cara a cara, podía decir que su agrado y simpatía por él había crecido cien veces más que cuando hablaban por mensajes de texto, y eso que ya se trataba de bastante.

Obviamente no tenía nada que ver con que le dejara ingerir los caramelos después de todo. Era más, lo haría por su bien.

—Lo siento, fue torpe de mi parte no pensar en eso antes de venir a verte— soltó en un tono solemne para bromear un poco, sin embargo, sin quitar en absoluto que estaba hablando con sinceridad. Realmente estaba arrepentido por ser descuidado e ilusionar a Seokjin de esa forma, cuando seguro en las indicaciones de los médicos no había nada sobre permitir que comiera de esas cosas.

Había visto la sopa en su plato cuando entró a la habitación, y el resto de la comida en su bandeja, intacta, cabe resaltar. Lo siguiente que hizo mientras empezaban a hablar, y que ayudó a que el ambiente fuera ligero y ambos entraran en la habitual confianza que se tenían cuando solo hablaban a través de una pantalla, fue que le exigiera que se acabara todas las verduras en su plato de ensalada.

Seokjin ya debía hacerse una idea de la clase de amigo protector y fastidiosamente preocupado por su salud, que sería Jeon Jungkook para él.

—Claro que fue torpe de tu parte— bufó, sin percatarse de que el gesto había hecho volar el adorablemente despeinado flequillo negro de su frente —Ninguna de mis visitas me trae las cosas que me gustan. ¿Tienes idea de lo mucho que te iba a querer si me dabas esos dulces, Jungkook?— Jin hablaba apresurado, sin mirar al mayor.

Y sin prestarle importancia al peso que sus palabras, nada en serio y valga la redundancia, nada más que en broma, habían tenido en Jungkook.

Este de verdad se dedicó a meditar por breves momentos, considerando entregarle el empaque a su menor y recibir la oferta a cambio. Sin entender mucho el porqué querría recibir afecto y aprecio de su parte. Demasiado raro.

Afortunadamente, logró ver en la sonrisa que le regalaba Jin, que nada más estaba jugando, antes de hacer lo que pensaba. De todas formas, le dio igual y decidió seguirle la corriente tomando sus palabras a pecho, mientras regresaba sobre sus pasos para sacar el otro regalo de su mochila.

—¿Tal vez tanto como estoy seguro que me vas a querer por esto?— mostró esta vez sin vergüenza, el peluche del lindo personaje que tanto le gustaba a Seokjin.

Era más que evidente, era decir, la forma en que este tendía sus brazos en su dirección con sus ojos más que abiertos y sus labios apretados en una sonrisa tan tierna que no debería ser permitida, lo gritaban por todas partes.

Tal vez aquel gesto tuvo mucho que ver con lo siguiente que hizo Jungkook.

La imagen había sido demasiado para sus ojos, el brillo infantil en los orbes bonitos del otro, que había visto apagados en un inicio, y el color rosado en sus mejillas que mostraba vitalidad y alegría en contraste con su anterior apariencia entendiblemente decaída por la situación que se encontraba viviendo, provocaron que sus emociones se reunieran y le impulsaran a llegar al lado de la cama lo más pronto posible.

Le entregó el peluche, por supuesto. Solo que Jin no lo recibió en sus manos, porque Jungkook prácticamente aplastó este entre sus dos cuerpos mientras se fundía en un cariñoso abrazo.

No le importó que el otro tardara en responder, más bien deseó con todas sus fuerzas no haberle lastimado con esa repentina acción, dada su delicada y frágil condición con la pierna enyesada.

Supo que no había sido el caso, cuando sintió los brazos de Seokjin juntarse tímidamente rodeando su cuello.

Cuando se separaron ninguno hallaba la razón detras de las fuertes emociones nada justificadas para ser un simple contacto físico con una persona nueva en sus vidas que ningún significado debería tener.

Pero claro que lo había tenido.

Y mientras uno, con las mejillas rojas y el pulso acelerado, por primera vez deseaba dar con una explicación y causa específica para lo inusual que acababa de acontecer,  el otro soltaba con simpleza y una sonrisa, lo único que tenía en mente y que era suficiente para hacer que sintiera su corazón en paz.

—Simplemente se sintió correcto.

Durante los minutos siguientes, y todo el tiempo hasta que el horario de visita terminó, Jungkook no borró esa expresión contenta y satisfecha en su rostro. No importó que Seokjin le mirara extrañado, y en silencio le siguiera pidiendo la razón detrás del repentino acto, preguntándose a sí mismo a la vez porqué se había sentido tan... extraordinariamente bien.

Jeon ciertamente no tenía más ideas que la única que había soltado. Y creía con seguridad, que de allí en adelante todo lo que sucediera tampoco tendría más lógica que esa.

Que todo se sentía correcto al lado de Seokjin.

Por más apresurado que sonara, incluso si al mismo tiempo, seguía creyendo que no lo era en absoluto. Como si de alguna forma, no tuviera nada de malo que se sintiera así, tan repentinamente.

Porque había vivido sabiendo de él, y lo conocía por más tiempo del que imaginaba.

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