𝙓𝙄𝙄. 𝙒𝙞𝙩𝙝 𝙩𝙝𝙚 𝙢𝙚𝙢𝙤𝙧𝙞𝙚𝙨 𝙬𝙚 𝙢𝙖𝙙𝙚

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Miraba una y otra vez las interminables escaleras hacia la segunda planta del hospital, o al menos eso parecían ahora, como si con el pasar de los minutos apareciera una más y el camino se hiciera infinitamente extenso. Hacía tiempo que ya no se preocupaba por reparar en esas cosas, tenía bastante claro que su dramatismo podía ser ridículo, pero estaba acostumbrado a exagerar en todo, al menos cuando se trataba de algo relacionado con Seokjin.

Y es que en sí, el asunto no era para nada una broma. Aunque fuera un recuerdo mezclado entre sueños pero lo suficientemente nítido como para poner en duda que haya tenido lugar en medio de la noche, interrumpiendo su descanso más profundo. De hecho, desde allí debería haber empezado a sentirse extrañado, porque Jungkook siempre había tenido que escuchar las quejas de sus padres cuando se trataba de despertarlo. ¿Cómo así el bajo timbre de llamada se las había arreglado para hacerlo?

Y luego estaba el hecho de sus mismas ilusiones llegando con violencia una tras otra, tal vez no la manera más indicada de calificarlas, pero es que el muchacho estaba más que habituado a las sensaciones intensas, a lo mejor su propia mente las convertía en eso para luego afectar su propia alma y corazón. Porque por un motivo embarazoso en particular, se explicó que no fue el sonido del aparato electrónico lo que perturbó su sueño hasta el punto de lograr que abriera los ojos.

Fue sino, la incertidumbre que le había llegado a través de una conexión de la que todavía trataba de convencerse, era real. Por más estúpido que sonara, sumado a que era un pensamiento algo usual quizá en chiquillos enamorados, como él.

Sacudió su cabeza, como fuera, admitido aquel detalle o no, nada quitaba que al final, fuera cual fuera la raíz de su inusual interrupción de sueño, lo mejor había sido estar consciente en aquel preciso instante, porque supo que Seokjin le necesitaba apenas un suspiro se filtró antes de que pudiera pegar el teléfono por completo al costado de su rostro.

Todavía recordaba esa voz cargada de desesperación, tan llena de emociones que en un primer momento Jeon se perdió en otra corriente, tratando de explicar cómo podía hasta imaginarse su rostro intranquilo, hasta que la misma imagen proyectada en su mente con tendencia a ser distraída con extrema facilidad, le movió el pecho, y no de una manera agradable.

Porque había regresado a la realidad de un momento a otro, viéndose sentado en su cama en un rincón de su oscura habitación, por la imagen similar de Jin en su propio espacio lejano, gélido y desolado en el hospital, si podía añadir deprimente a la lista de adjetivos para aquel cuarto, terminaría con una descripción más acertada que exagerada como fruto de su preocupación,  que se había disparado hasta la estratósfera. Detestaba traer a su cabeza esa clase de escenarios que solo le recordaban, a lo mejor no debía tener ni un espacio en su día para estar tranquilo, porque tenía algo, o más bien alguien de quién estar pendiente en el hospital al otro lado de la ciudad. No porque se sintiera obligado ni forzado, finalmente sabía muy bien cómo convertir aquella sensación en un compromiso sincero, como en lo que habían resultado sus iniciales alucinaciones y recuerdos ajenos.

Genuinamente pensaba en Seokjin todo el tiempo, le nacía hacerlo de múltiples maneras distintas y por aún más razones, en sí caer en cuenta de que era así, no era lo que le molestaba. La realidad que debía afrontar, era que ciertamente, no le correspondía estar todo el día preocupado por lo que sucediera con el menor. ¡Y en serio quería que así fuera!

Quería hallar el motivo, quería saber el porqué se sentía como un deber, como una deuda sin pagar que seguía latiendo en su consciencia, quizá estática y amarrada a su ser más por voluntad propia, que por culpa. Él en el fondo de verdad deseaba seguir con ello, aún si no conocía, o más bien, no recordaba la historia completa que había detrás de aquel apego.

Cuando por fin había podido recomponerse, escuchó con atención lo que le decía Jin entre su fingida tranquilidad, pidiendo entre su voz temblorosa que fuera al hospital en aquel momento. Entonces Jungkook supo que si algo tan irracional podía salir de la boca de Kim, aún cuando se oía completamente consciente y nada adormilado, era porque estaba seguro de que él sería capaz de hacerlo.

En efecto, hubiera sido capaz de salir corriendo de su casa y viajar hasta el centro solo para asegurarse de que Jin estuviera bien, incluso ahora mismo era capaz de saltar la enorme barra de madera en el primer escalón resguardado por el guardia, que por primera vez insistía en que no era horario de visitas. Debería haber ido cuando recibió la llamada, porque estaba asustado y detestaba recordarlo, pero también le embargaba una felicidad fuera de lugar porque Seokjin acudía a él.

Era su lugar seguro y pese a que Jungkook lo sabía desde antes, traer la idea de regreso no venía nada mal.

Tal vez incluso fue esa emoción la que casi le había impulsado a salir de la comodidad de su dormitorio entre las horas de la madrugada, no lo sabía y aún parecía pronto para aceptar otras teorías. Pero lo que sí era cierto, fue que a Seokjin le tomó pensar mejor menos de un minuto, y le dijo que era una tontería, que no le hiciera caso y que se verían al día siguiente. Las puertas del recinto estaban cerradas de noche y no quería que Jeon tuviese problemas o corriera algún peligro en las calles, solo por consentir su capricho.

Estaba demás decir que eso solo agitó su pecho, pero hizo caso y bien, ya era el día siguiente, incluso se había tenido que tragar las horas previas de jornada escolar porque sus vacaciones habían terminado. ¿Por qué no estaba acariciando los cabellos de Seokjin mientras le contaba de su día y fundía su mano en la piel de su espalda sobre la tela de su pijama, entonces?

Era evidente, hoy sus privilegios parecían haber desaparecido y volvía a ser un conocido cualquiera de uno de los internados, a quien solo le permitirían pasar una vez llegado el horario de visitas.

Aquello era tonto y Jeon no podía soportar más tiempo allí, la voz de Seokjin había hecho sonar sus palabras como algo urgente y peligroso, o tal vez era él mismo quien guardaba ese presentimiento como una respuesta automática. No pensaría en qué la causaba justo ahora, porque bien, todavía estaba un piso alejado de su chico.

Y su preocupación era tanta, que ni le importó detenerse a pensar en cómo acababa de llamar a Kim en su mente, simplemente se volteó tras recibir otra mirada de advertencia del sujeto de uniforme y se dijo, tomaría otro camino.

Pudo parecer un joven común y corriente, saliendo por las puertas principales del centro, luciendo desorientado como si no conociera el lugar en absoluto y se estuviera resignando a salir para volver en otro momento. Claro que Jungkook podía actuar así de bien, porque lo último en sus planes era quedarse sin ver a Jin.

Giró su cabeza hacia un costado para alcanzar a ver apenas un pequeño, o más bien minúsculo trozo de lo que era realmente el inmenso jardín del hospital, colindante con el área de internados. Sonrió entonces, recordando la cara tristona de Seokjin el día de su paseo, usada como herramienta por su menor para aparentar más pena de la que verdaderamente sentía, mirando hacia la ventana de su habitación con añoranza.

La misma ventana que tomaría como destino, sí.

Minutos más tarde se encontraba corriendo pegado a la pared ocultándose en la sombra del edificio, con una sonrisa tan enorme que podría partir su rostro, ni siquiera llegaba a ubicar la dichosa ventana, pero estaba satisfecho por haber podido saltar el cerco de madera. Nada le detendría ahora.

Quería culpar a la rapidez con la que avanzaba el hecho de que su corazón pareciera querer salirse de su pecho, pero en el fondo conocía a la perfección la razón que había detrás de aquello. Solo no le importó, porque hasta largó una carcajada una vez llegó a la mitad del camino, creyendo haber reconocido que esa sería la zona más cercana a la habitación de Seokjin. 

Al detenerse, Jeon quedó en blanco, como si hubiera actuado sin planear nada y recién se hubiese dado cuenta, porque en efecto, eso acababa de hacer. Y de nuevo, solo se encogió de hombros y le restó importancia, porque bien, podía quedarse pateando rocas allí afuera hasta que viera alguna señal de Seokjin tras las interminables filas de ventanas. 

Su expresión se transformó cuando pensó que tal vez hacer aquello no sería muy coherente teniendo en cuenta que se había apresurado justamente para no hacer esperar al menor. ¿Qué sería eso tan urgente que Seokjin debía decirle? 

A veces simplemente tendría que cuidar las preguntas que formulaba su cerebro todo el tiempo por nunca estar satisfecho con nada, porque luego al que afectaba, era su corazón. Este prácticamente había dado un salto de emoción con la idea de respuesta que le llegó en instantes a su inicial incógnita. ¿Qué tal si se trataba de una confesión? 

Se quedó estático por varios minutos, justificando su reacción interna por esa leve sospecha que seguramente solo sería una desilusión. Estaba enamorado de Seokjin, así que era completamente normal que se imaginara esa clase de escenarios y nadie podía culparlo por ello. Listo, ya lo había aceptado, todo el mundo contento ahora, porque no había nada para ir más allá. Ni siquiera sabía cómo había ocurrido. 

Cuando habían empezado a hablar, ya parecían mejores amigos, guardaban tantas opiniones juntas, para que luego estas se hicieran radicalmente opuestas y aún así, todo se alineaba para que parecieran perfectos el uno para el otro, y Jungkook no planeaba seguir huyendo de ello, al menos no dentro de su propia cabeza. Podía seguir cuestionándose a sí mismo cómo había sucedido, pero lo cierto era que aquello perdía relevancia una vez recordaba que, desde el primer instante, lo había sentido. Como si el sentimiento se hubiese saltado el proceso y simplemente hubiera retomado un punto en el que se había quedado antes. 

Y eso se sentía tan familiar, que bien, allí llegaba el miedo ganándole a su curiosidad, terminando por hacer que dejara el tema algo dudoso, como si quisiera y no a la vez. Cerraba los ojos y solo traía de regreso esos detalles de Seokjin que le seguían enamorando cada vez más, los rasgos de su problemática personalidad según los demás, pero su ternura y fuerza al mismo tiempo, su dejadez y ganas de venirse abajo, para llegar luego a su disposición de ser alzado junto a él, en sus brazos como si hubiese buscado su ayuda todo el tiempo, pero fuera demasiado terco para admitirlo. 

Y claro, su belleza fuera de este mundo, que bien parecía ser difícil de rescatar en la condición del menor, pero bien decían que cada uno era precioso en la mirada de la persona correcta, y Jungkook creía ser esa persona para Seokjin. 

—No lo eres— se encontró soltando entre bufidos cansados, porque recordaba lo molesto que sería tener que lidiar con ese asunto más allá de los problemas pendientes que ya tenía —Estás en medio de una investigación, ¿recuerdas?

Una jodida investigación que jamás llegaría a nada, Jungkook cada vez estaba más seguro de ello, pero no se rendiría, llegaría al fondo de la razón que provocaba los puentes al pasado, así terminara en un psiquiátrico. O bien podía olvidar todo eso y simplemente tratar de ser feliz como un adolescente normal cualquiera, experimentando lo que era el amor como si no sintiera que ya lo había vivido hasta el cansancio en el pasado, con el chico que le gustaba. 

Sería más sencillo si tan solo no tuviera atascado en su ser que ese chico tenía demasiado que ver con el primer problema, en sí. 

—¿Por qué nací con esto?— se lamentó entre risitas, tratando de ver como un juego su pena real, porque desearía no haber parecido un lunático desde niño, desearía haber podido librarse de la ansiedad y pánico que le causaba el experimentar aquellas extrañas alucinaciones y memorias sin sentido. Ni siquiera después de haber madurado, al menos en la medida que se podía esperar de un jovencito de su edad, podía terminar de comprender qué eran en sí esas señales. 

Viniendo de la nada, interrumpiendo su día a día sin importar si estaba cruzando la calle, subiendo escaleras o simplemente escuchando con atención a otra persona, poniéndole en peligro o en situaciones incómodas al nublar su vista y su mente. 

Si hubiera adquirido aquello con el pasar del tiempo, al menos tendría una idea de la causa, quizá un episodio traumático o una tragedia. Pero en cambio, tras haber vivido siempre de esa manera, ni siquiera sabía si era su culpa tener aquellas sensaciones. Por lo tanto, llegar a la solución era tan imposible como descubrir la raíz, o quizá incluso más.

Y ni pensar en pedir ayuda, aquello tampoco dio resultado en su momento.

—¡No! ¡¿Cómo cree que voy a hacer eso?!

La exclamación aguda llamó su atención al instante, y qué decir del tiempo que le había tomado reconocer aquella voz, incluso fue sido menos. O lo que tardó en formar una sonrisa como reacción, valía la redundancia, nada menos que inmediata.

—¡¿Y se supone que haga todo lo que otros quieren que haga?! ¡No!

Negó con la cabeza desde su posición repetidas veces, exagerando más su gesto al detectar la ventana abierta por la que había salido el griterío. Seokjin se había callado, así que lo más seguro era que había aceptado eso que le estaban exigiendo, o se había salido con la suya, lo que era más probable.

De cualquier manera, ver dónde estaba la habitación no le servía de nada, se estaba dando cuenta de que meterse al jardín no había sido la opción más inteligente después de todo, porque de todas formas la única opción para entrar a la habitación de Kim, sería por la puerta como la gente normal hacía cada que querían visitar a un paciente internado. Y todavía faltaban horas para que aquello fuera posible.

Pero igual podían hablar desde ahí, ¿verdad?

—¿Quién dice que no?— alzó las cejas y se encogió de hombros, como si alguien pudiese verlo, aunque lo cierto era que el lugar se encontraba más que vacío, los cuidadores del área verde debían tener otros horarios.

Como fuera, si le veían allí perdiendo el tiempo, ya daría una excusa. Llevó una mano al bolsillo de su pantalón para sacar su teléfono, pensando en que era un tonto por no haber pensado en aquella opción antes, o que lo era aún más por estar desistiendo de utilizar el dispositivo justo ahora.

Era más fácil usar el celular, ¿por qué estaba ahuecando las palmas de sus manos en torno a su boca abierta para empezar a gritar, entonces?

Quizá porque simple y llanamente se le acababa de ocurrir y la idea venía siendo más atractiva que cualquier otra, sin motivo, aparentemente, aún cuando sí lo tenía.

—¡Jungkook! ¡Jeon Jungkook!

Quiso chillar por el impacto del aire frío en su rostro que naturalmente había estado caliente hasta aquel momento, porque dormía con las cobijas cubriéndole por completo. Era invierno, después de todo, sería tener unas inmensas ganas de arriesgar su vida o al menos de coger un buen resfriado que le llevara directo al hospital por algo más agravado, el pretender dormir a cuestas de la cruel noche gélida y su frío que se filtraba hasta por las rendijas de las más fuertes construcciones. Jungkook lo sabía.

Se mordió los labios para no maldecir en voz alta con su voz ronca a causa del recién interrumpido sueño, mientras parpadeaba repetidas veces intentando enfocar su vista en la oscuridad misma que representaba la avenida en esos momentos, con la mayoría de faros apagados. ¡Justo porque era así como debían estar! ¿Qué hora era?

No iba a volver sobre sus pasos con tal de ver su reloj de pared, de hecho, ni siquiera estaba seguro de moverse un centímetro más, aún si no llegaba a divisar completamente bien a la persona causante de su desgracia nocturna, porque no solo sentía las pestañas congeladas, la brisa, o más bien el fuerte ventarrón, golpeaba las cortinas de su habitación expuesta por la ventana abierta de par de par, indicándole que cuando volviera a ingresar a esta, nada de la calidez y comodidad anterior le esperaría.

—Seokjin-hyung— apenas pudo hablar un poco fuerte, su garganta ya se cerraba y Jeon se quejaba por dentro, cayendo en cuenta de que al día siguiente estaría afónico —es de noche, mis padres saldrán en cualquier momento. Muy divertido.

Lo último lo había soltado con ironía, podía ser que le gustara aquel chico que estaba de pie en la acera, seguramente luciendo una sonrisa satisfecha, pero no estaba tan mal como para verle la gracia a una treta como esa. No al menos si no era la primera vez.

¿Qué clase de broma era ir a su casa pasadas las dos de la mañana para ponerse a llamarlo a gritos como un demente?

—¡Te he traído fotos de la granja!— gritó Seokjin ahorrándose el saludo, más preocupado por agitar los papeles tintados en blanco y negro en el aire con una emoción que ya no podía contener, el mismo sentimiento que le embargaba para solo ser forzado a ser oculto, cada vez que se le ocurría algo para pasar tiempo con su menor, ahora que sus vidas eran más ajetreadas, puesto que estaban a punto de terminar la universidad.

Por otro lado, comprendiendo que el motivo parecía ser otra de las cosas al azar de Jin, Kook intentó desperezarse, pero por el brusco movimiento con la intención de estirar sus brazos hacia arriba, su pijama bien cerrada había terminado disparando los primeros botones, dejando al descubierto su pecho.

—Uh, ¿otra vez con eso de querer mostrarme tu físico, Jeon Jungkook?

El menor solo pudo ruborizarse, había escuchado perfectamente el murmullo de Seokjin así estuviera a varios metros de él, y le desagradaba más de lo que hubiera considerado el rememorar lo que había pasado la última vez que quiso hacer un intento por llamar la atención del chico que le gustaba, dejando atrás por completo su integridad y formación conservadora, con la esperanza de lograr algo.

Quitándose la camisa con la excusa del calor sofocante en medio de su más reciente salida a la zona rural, para terminar siendo cubierto por el escritor debido a que, ni hacía calor, ni quería ver los músculos de Jeon, según él, ya los había contemplado con anterioridad.

Lo que no entendía era cómo Jin decía eso con normalidad, sin avergonzarse, sin mostrar ser mínimamente consciente de que, en caso tuviera las mismas intenciones que Jungkook tenía para con él, no era nada correcto.

—¿Vas a verlas o no? ¿O he venido hasta aquí por nada?

El pelinegro se cruzó de brazos, no solo para cubrirse, sino para mostrar su indignación por lo recién soltado. Quería seguir haciéndose ilusiones con que el precioso Kim Seokjin le acosaba hasta en su hogar, trayendo su auto desde otra zona de la ciudad, solo para verlo y suspirar por él. ¿Quién era el mismo para decirle lo contrario?

—No me importan tus fotos— dijo arrepintiéndose al instante porque el mayor parecía haber tomado su comentario en serio, por lo que intentó arreglar las cosas —las cámaras no son tan interesantes.

—Es tu envidia, yo tengo una y tú no.

—¿Y para qué quiero una?— le siguió la discusión infantil, olvidando que nada más hacía unos minutos había estado soltando todo tipo de improperios en su mente debido a las repercusiones que tendría en su organismo el haber estado expuesto al frío por tanto tiempo, cosa que ya ni le interesaba —¿Para guardar imágenes borrosas de una granja fea?

Apretó sus labios para no reír cuando notó que la cara de Seokjin se transfiguraba en enojo y comenzaba a caminar más cerca a su ventana, dejando su coche atrás con las puertas abiertas.

—¡Retráctate! ¡Y ven a ver mis fotos conmigo, o te quitaré todos mis manuscritos!

Jungkook hizo una mueca antes de regresar a su habitación y cerrar la ventana con los seguros correspondientes que no debería haber abierto en primer lugar.

—¡Jeon Jungkook! ¡Jeon Jungkook! ¡Jeon Jungkook!

Cogió al vuelo un abrigo de su armario antes de casi tropezar con sus pies por la prisa con la que corría hacia las escaleras de su hogar. Llegaría al exterior en un par de segundos para callar los alaridos de Seokjin, y lo más probable era que pasaran lo que restaba de la noche acurrucados en su auto con la excusa de ver las fotografías, fingiendo querer apartarse con frases hirientes a cada segundo, mientras aún ocultos en la penumbra, cumplían con lo moralmente correcto recordándose que tal cercanía entre varones no estaba permitida.

Aunque sin importarles al mismo tiempo, porque era obvio que los padres de Jeon saldrían molestos a la mañana siguiente a tocar los vidrios del coche aparcado del otro lado de la calle.

—¡Kim Seokjin! ¡Kim Seokjin! ¡Kim Seokjin!

Por cada sílaba estaba empezando a soltar una risita, divirtiéndose demasiado entre sus llamados exagerados hasta el punto de hacer que le ardiera la garganta. Seguiría así aún si Jin salía, le hacía feliz por dentro, lo relacionaba a la sensación clásica de felicidad tras encontrar algo después de bastante tiempo.

Y continuó de aquella manera, hasta que algo empezó a vibrar en el bolsillo de su pantalón y Jungkook tuvo que contestar, sin perder su gesto risueño.

—¿Qué haces gritando ahí afuera?— su voz reclamona era lo más jodidamente adorable del universo —Muy divertido. No puedo salir de la cama, tonto. ¿Por qué no me llamaste?

Rio abiertamente en la llamada, sin haberle prestado verdadera atención a las palabras atropelladas de su, en aquel momento, menor.

—Por los viejos tiempos.

No esperó que el otro entendiera, a ciencia cierta ni él mismo lo hacía del todo, pero Seokjin lo había hecho.

Y había provocado una especie de mezcla agridulce hecha sentimiento, con pena y angustia, hasta fundirse dolorosamente en su interior.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro