𝙓𝙄𝙓. 𝘼𝙨 𝙄 𝙡𝙞𝙫𝙚

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Por más de que lo pensara durante horas, sin dejar de pasear sus dedos sobre la pantalla rozando cada letra para simplemente borrar el escrito de nuevo, arrepentirse de haber tomado una decisión era más común de lo que imaginaba.

Debería haber sido bastante obvio, pero en esos momentos, le estaba costando mucho dejar de llamarse tonto por lo que había sucedido, y lo que era peor, sentir que volver en el tiempo a aquella tarde para decir todas las cosas que no había dicho, arreglaría algo.

Debería ser más fiel a sí mismo. Si tan decepcionado había estado por la reacción de Seokjin, ¿qué hacía ahora queriendo escribirle?

Podría intentarlo, podría terminar de escribir el mensaje de una vez por todas y decirle que quería comenzar de nuevo, incluso era capaz de retomar la conversación desde donde la habían dejado, no se enfadaría esta vez, sería paciente y todo. Mas en aquellos momentos, después de no haber hecho eso mismo después de tantos días, no parecía tener mucho sentido que quisiera hacerlo ahora.

Era triste que las cosas terminaran de aquella forma, simplemente porque le había revelado lo que estaba ocurriendo, o más bien, lo que venía ocurriendo durante mucho tiempo. Al final, ni siquiera le había contado lo del último sueño, y no estaba seguro de que en algún momento llegara a hacerlo. 

Lo peor, a medida que pasaban los días, Jungkook solo tenía más miedo a quedarse dormido, la pesadilla completándose poco a poco, cada vez más nítida, empezando desde más lejos, para que llegara al mismo punto crítico sin mayores respuestas sino al contrario, con tantas dudas que la simple intención de pensar en ellas le dejaba abrumado.

Empeorando al recordar que, aún si tuviera el valor de buscar a Seokjin, seguramente este no le revelaría nada. 

Poco le servía estar más enterado de su vida en el pasado, si en el presente este permanecía cerrado. 

Aunque se le hiciese un poco familiar ahora, tenía muchas similitudes con el adulto de la habitación cara y espaciosa, con un único estante viejo que contrastaba de mala manera con los demás muebles bonitos y pintorescos. El hombre que se veía demasiado infeliz para la clase de vida perfecta que aparentaba tener, llegando a casa para estar solo, sentarse al borde de la cama con una copa de vino a medio tomar de la noche anterior, pasando el resto del tiempo perdido, con una indescifrable mueca que lo único que necesitaba expresar era su profunda desolación para contagiar su miseria. 

Al encontrarse con él, Jeon no creía necesitar conocer su historia ni sus razones, para sentir la misma tristeza. 

Más aún consciente de que tras las horas de extraña compañía y reflexión muda, llegaba el momento del espejo. Seokjin desplomándose, la vida escapando de sus ojos, sin ningún sentido. 

Sin ningún sentido, porque Jungkook juraba que él había tenido mucho más por vivir.

Cuando estaba dentro suyo, viendo el mundo a través de sus ojos, llegaba a sentir sus emociones. Y era vergonzoso, extraño, para nada creíble, pero en ese cuerpo, sentía que estaba enamorado. 

Incluso si el adulto se emborrachaba no solo en alcohol, sino en la misma intensidad de su angustia y pena, lo sentía. Aquellas emociones agradables explotando desde la base del estómago, luchando para forjar una sonrisa o una mínima respuesta que le diera justicia al bello sentimiento, en el que, si se concentraba lo suficiente, solo llegaba al entendimiento de que este estaba podrido. 

O al menos en proceso. 

Conllevaba un dolor tan penetrante y vivo, que le llevaba a despertar al siguiente instante, sudoroso y horrorizado. 

Odiaba pensar en ello, pero quería comprender la obstinación del Seokjin que sí conocía, a partir de las experiencias horribles del otro, del viejo, del que veía en su reflejo con una vida desdichada, y aún así, se las arreglaba para sentir el amor dentro suyo, una llama casi apagada luchando por quemar todo a su paso con fervor incluso si era retenida por el mismo hombre. 

Un amor que fluía con su propia imagen, dándole la pista más perturbadora y a la vez colmada de esperanza. 

Parecía estar enamorado de sí mismo, del Jeon Jungkook de aquella época.

Soltó una corta risa sin gracia alguna, cubriendo su ojos con su antebrazo, como si a alguien le fuese a interesar su pena allí, en la oficina del registro de identidad, mientras esperaba su turno realmente tan ajeno al semblante de las demás personas como seguramente estas eran con el suyo. 

Todas menos el trabajador del primer escritorio apartado en un rincón al inicio de la larga fila de mesas de atención, mismo que le observaba paciente y despreocupado, esperando que se diera cuenta de que ya era su turno.

Jungkook se puso de pie de inmediato, tragando saliva a la par de sus propios sentimientos problemáticos con tal de no ser demasiado transparente, que no se notara cuán serio era el asunto aunque probablemente a nadie más le importase, mucho menos al encargado de los registros que estaba a punto de atenderle.

En realidad, ni siquiera el trabajo del joven de mejillas abultadas y sonrisa grande y amable, podría implicar que sus motivos para estar allí fueran relevantes para él o alguien más. De hecho, si Jungkook se hubiese atrevido a compartir sus planes e intenciones con cualquiera, tal y como había considerado hacer antes de ir a aquel edificio para investigar, habría recibido por respuesta que era demasiado tonto.

Muchos esfuerzos por algo que ni siquiera tenía chance de ser real.

Rodó los ojos, imaginando que la voz de Seokjin había soltado eso impregnada de la misma incredulidad del día de su discusión.

Le demostraría que era real, por supuesto que era real.

Si el chiquillo escéptico y testarudo no quería aceptar que todas las cosas que les unían tenían razón de ser y sí habían ocurrido en algún momento, Jungkook le restregaría en esa hermosa cara que tenía, cada prueba que pudiese conseguir.

Ahora bien, solo esperaba que en primer lugar hubiese alguna y no estuviera a punto de pasar una de las mayores vergüenza de su vida.

O entera existencia, si cabía la posibilidad de contar con una vida anterior a la actual, por supuesto.

—Buen día— saludó el trabajador una vez Jungkook se hubo sentado, y detenido de hacer gestos extraños para sí mismo —¿en qué le puedo ayudar?

El muchacho de diecisiete años paseó su mirada de las vitrinas transparentes detrás del otro chico, hasta la cara del mismo, varias veces, mordisqueándose los labios arrepentido ya de haberse atrevido a empezar una investigación seria por primera vez respecto al tema, imaginando estúpidamente que sería tan sencillo como cruzar la puerta detrás del escritorio donde estaba siendo atendido, y rebuscar en cada archivador inmenso de metal hasta llegar a la mitad del siglo pasado para buscar una partida de nacimiento con el nombre de Seokjin.

Demasiado estúpido, demasiado ingenuo.

Él realmente necesitaba una buena excusa para preguntar por una persona que a lo mejor, y con mucha suerte, había vivido hacía unos sesenta años tal vez, sin embargo esta era la primera vez que pensaba en eso.

Porque, definitivamente, no tenía tal excusa.

Pero, no podía quedarse callado con el otro mirándole expectante aguardando porque dijera algo y dejara de hacerle perder el tiempo, ¿verdad?

—Y-Yo... Estoy buscando a alguien.

Se mordió la lengua sin medir su fuerza, maldiciéndose por haber actuado por impulso en lugar de pensar con cuidado al venir a este lugar. Realmente estaba quedando muy mal, muy mal, muy...

—De acuerdo— respondió el otro joven mirando hacia el costado, la pantalla de su computador resplandeciente seguramente aguardando para que comenzara a digitar los datos. Datos que Jungkook desde luego, no tenía —Para solicitar información necesita ingresar un documento con los motivos por los que quiere acceder a los datos de esta persona, y pagar el monto en caja de...

—¿Motivos?

¿Motivos?

Jungkook apretó los músculos de su cara sin ser consciente de ello, todavía más preocupado, porque algo le decía que sustentar como motivo que soñaba con esta persona y tenía la ferviente creencia de que ella y sí mismo habían sido conocidos hacía un buen tiempo y que ahora sus recuerdos y vivencias le acechaban no solo a él, sino a un buen amigo suyo, mismo del que estaba enamorado, no sería tomado en serio jamás.

—Sí, motivos. Una justificación— el trabajador alejó las manos del teclado a la altura del escritorio y empezó a gesticular —Hacer llegar una notificación del juzgado, reconocimiento de paternidad, no lo sé. Una razón para presentar— rio bajito, relajado a diferencia de sus compañeros.

Lo que provocó que Jungkook se destensara solo un poco, agradecido porque no tenía que hacerle ninguna consulta a los otros trabajadores malhumorados en las otras mesas y sí al risueño joven que le observaba con paciencia y hasta algo de gracia.

Aunque de todas formas, eso no le servía de nada.

Suspiró, comenzando a rendirse, debía haber supuesto que algo así pasaría. No podía simplemente solicitar información de quién sea solo porque así le parecía.

Pero, no le haría daño a nadie, esta persona ni siquiera seguía viva.

Se aclaró la garganta.

—En realidad, es alguien que vivió hace... ¿Mucho tiempo?

No sabía el año, ¡ni siquiera la década! ¿Se veía cómo, qué, los cincuentas tal vez? ¿Sesentas?

Quiso lloriquear allí mismo, quizá Seokjin tenía razón y no había forma de saber si realmente algo en sus sueños era real o solo crueles fantasías de una retorcida mente adolescente. O dos retorcidas mentes adolescentes, más bien.

—¿Está preguntándome?— el joven soltó una corta risa y negó con la cabeza, enternecido por la actitud nerviosa del chico pelinegro que, al parecer, ni siquiera sabía bien qué consultar.

Jimin sintió algo de lástima.

Así que se acercó un poco al otro, esperando que el resto de sus colegas no llegaran a escuchar la conversación.

Quería ayudar al muchacho, no sabía precisamente porqué, pero se le hacía conocido de algún sitio, además de que se veía a sí mismo en su posición, nervioso e inseguro de lo que hacer, como él justo el primer día que había llegado a trabajar allí.

—¿Se trata de algún familiar tuyo?— preguntó con paciencia, bajando la voz, hablando suavemente para que el pelinegro dejara de entrar en pánico como parecía que lo había estado haciendo incluso desde que le vio sentado en las sillas del fondo esperando su turno.

—No— respondió el otro de inmediato —no tiene relación conmigo— soltó sincero y Jimin solo consiguió llenarse de curiosidad —ni siquiera sé cuándo vivió, pero en serio necesito la información.

—Uh, suena difícil— murmuró echándose para atrás en la silla, llevando una mano a su mentón, olvidando hasta cierto punto que estaba en el trabajo y no hablando con un potencial amigo —siento no poder ayudarte, de todas formas tendrías que presentar el documento, aunque igual eso no importa mucho si no sabes nada de la persona, ni siquiera el nombre.

—¡Sí tengo el nombre!— exclamó de repente, luciendo animado por primera vez.

Contagiando al veinteañero, que sonrió tan alegre como si se tratase de un asunto en relación a él.

Aunque, en cierta medida, lo era.

Park tuvo la corazonada de que era así, cuando escuchó el nombre de la boca del menor.

—Kim Seokjin.

Parpadeó un par de veces, ese nombre sonaba demasiado conocido, muy en el fondo de su mente, o alma, no tenía idea. De todas formas no era importante, pero no por eso Jimin reprimió la sonrisa que le causó repetir el nombre en su propia boca.

—Kim Seokjin— sonrió más grande, dejando pasar ese detalle porque de por sí siempre sonreía mucho, solo que esta vez, aunque no lo supiera, era diferente.

Casi con la añoranza con la que uno recordaría a una persona demasiado importante.

Alguien como, un antiguo mejor amigo.

—Podría haber vivido hace unos sesenta o cincuenta años, no estoy seguro. ¿No hay forma de ver si...?

Park formó una mueca de inmediato, aclarando su mente, consiguiendo que Jungkook se detuviera por cuenta propia.

—Lo siento, aquí al menos, no— miró al monitor de nuevo, como si de esa forma se asegurara de su respuesta —los datos están actualizados más o menos desde el año dos mil. Para registros anteriores, tendrías que ir al archivo central, no estoy seguro.

De verdad no lo estaba, y le apenaba mucho decirlo, más aún con la expresión abatida del otro apenas le había terminado de escuchar.

Ya no tendría forma de saber si había sido una persona real, y eso le llenaba de frustración. Era prácticamente, retroceder un paso.

Ahora más, que las palabras colmadas del escepticismo de Seokjin se repetían en su cabeza sin cesar, pese a que tenían los mismos sueños y visiones.

Incluso de regreso a casa, permaneció preguntándose la razón tras la evidente negativa del menor, porque no podía comprender cómo era posible que necesitara pruebas de la existencia de cualquiera de sus yo pasados, en este caso, del de Seokjin dado que era con quien soñaba en realidad, simplemente para poder ir a hablar con él. 

Bien, ahora que estaba seguro de que no hallaría ninguna prueba tangible, ¿significaba que todo estaba perdido? En algún momento tendría las agallas para regresar a casa de Kim, tocar el tema, ¿y este solo le diría lo mismo? ¿Sin creerle?

Frustrado, y bien, quizá ya un tanto molesto de nuevo, cambió la ruta en dirección a casa del castaño. Después de todo, a pesar de haber ido solo una vez, en realidad muchas más habían sido las ocasiones donde, inseguro, había recorrido el camino hasta casi llegar al destino, solo para arrepentirse al último momento.

Pero esta vez no sería así, llegaría al final.

Le dolía que estuviesen distanciados, y antes de compartir cualquier experiencia extraña, eran amigos. Se habían hecho amigos por cuenta propia, se habían tomado cariño y aprecio, contado su vida, compartido días felices cargados de sentimientos en silencio y, se dirigía allí precisamente, se habían enamorado de la misma forma, sin la influencia de ningún pasado porque este había permanecido oculto hasta ahora.

O al menos quería creer que incluir a ambos en la misma frase era vagamente correcto.

¿Lo era? ¿O él sería el único que sentía su corazón saliéndosele del pecho cada vez que se encontraban frente a frente?

Jungkook cubrió sus orejas debido al nerviosismo, comenzando a desviarse con ideas a partir de su muy analizado problema, para llegar a otro. No era su culpa, la cuestión principal tarde o temprano habría tenido que aparecer, solo que, ¿por qué de manera tan inoportuna?

Estaba yendo a aclarar las cosas con Seokjin, no necesitaba pensar en lo mucho que le gustaba ni en los sentimientos que desearía saber si eran correspondidos, justo ahora. No tenían nada que ver con las visiones, ¿por qué su mente tenía que trabajar de aquella manera? Ahora lo único que tenía en ella, eran pobres pistas para dar razón a la molestia del otro relacionadas a ese aún misterioso amor que les rodeaba.

Mismo que no debería ser relevante por ahora, según Jungkook, por supuesto.

Negó con la cabeza, ya había comenzado, y el camino a casa de Kim sería largo, sobre todo si se estaba dando el trabajo de ir a pie con tal de pensar un poco más antes de, tras pasados bastantes días luego de su última visita, por fin hablar sobre el tema con tal de volver a ser los de antes.

Tal vez este le había visto raro, pese a todo.

¿Qué tal si el Jungkook de aquella época también sentía lo mismo por Seokjin?

Si todo se reducía a la tozudez del otro, quizá la verdadera razón estaba cubierta por lo que había visto en realidad y la incredulidad nada más jugaba de excusa. Todo era posible.

¿Y si Jin había percibido aquellos sentimientos de su anterior yo en sus sueños, le había dado asco y por eso no quiso hablar al respecto?

Para Jeon, no sonaba tan descabellado. Finalmente, no conocía la opinión de Kim sobre las relaciones entre varones, nunca habían tocado el tema y recién ahora notaba que había parecido tan innecesario, que nunca se había dado cuenta de que era de los pocos tópicos jamás tratados.

Se sentía tonto ahora.

Pero entonces, algo más acaparó ese lugar lleno de temor razonado en su cabeza.

Porque, de ser el caso, de Seokjin haber experimentado los mismos sentimientos del Jeon Jungkook con el que seguramente soñaría en el intercambio de recuerdos, significaba entonces que, al menos en aquel tiempo, habían estado enamorados el uno del otro.

Estaba seguro de que ese Seokjin había sentido cosas muy fuertes por él. Y la idea sonaba demasiado bien en su mente.

Hasta que, caía en cuenta de la verdad. Conservaba recuerdos juntos, pero nada más de su juventud. Al Seokjin adulto siempre le veía solo, aún antes de morir.

Si se habían amado, ¿por qué no habían terminado juntos?

"¿Por qué nos pasa esto?"

Las palabras en la voz llorosa de Seokjin llegaron a su mente de repente, sin previo aviso, sin motivo. Pero aún así, Jeon no pudo dejarlas atrás al instante.

—¿Por qué nos pasó esto?— murmuró, cambiando el tiempo.

Le podía doler en la intriga y misterio, en el desconocimiento y vacío que sentía al respecto. Pero en Seokjin parecía diferente, como si él realmente tuviese la respuesta.

Como si su dolor fuera mucho más fuerte, como si ya hubiese visto todo perdido. Con su obstinación justificada y sus quejas en el presente.

Jungkook comenzó a correr.


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