「00」 bionic house party

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capítulo cero:
bionic house party

     ▬▬ ❝ Ella fue hecha para ser un arma,
pero él vio algo mas en ella.❞ ▬▬

    

     
 
   

        EMPEZÓ A DESPERTAR con un dolor de cabeza y algo desorientada en varios de sus sentidos. Miró a su alrededor y vio que habían mas en el mismo estado que ella, y otros aún inconscientes. Miró una vez mas a su alrededor tratando de ubicarse cuando empezó a escuchar voces en su cabeza.

‹¿Que pasó?›

‹¿En donde estoy?

‹Agh! Me duele la cabeza.›

Ella se asustó al escuchar todas esas voces en su cabeza, por un momento pensó que se estaba volviendo loca. Pero luego su mente hizo click. Ya sabía quién era ella y quienes eran los demas, o por lo menos tenía una idea.

— ¿Están todos bien?— preguntó preocupada mientras se levantaba a verificar.

No sabía que les había pasado, pero esperaba que todos estuvieran bien.

Se escucharon algunos quejidos mas de sus “hermanos biónicos” que venían recobrando la conciencia. Los que ya estaban medio recuperados ayudaron al resto a levantarse y sacudirse el polvo en sus trajes.

— ¿En dónde estamos?— preguntó uno de ellos.

— No lo se.— respondió ella. Un quejido particular llamó su atención y se giró a ver a aquella persona—. S-3, ¿estás bien?— preguntó acercándose al susodicho.

— Agh.— se quejó tocándose la cabeza debido a que aún le dolía—. En lo que a mi respecta, creo que si.— la miró—. ¿Y tu estás bien? Tienes algo de sangre en la boca.— la examinó—. Parece que tienes el labio partido.— le pasó el dedo por el labio haciendo que se quejará levemente.

— No se que como pasó.— se limpió la sangre que tenía en la boca—. También tienes un corte en el brazo.— le señaló la herida en su brazo, que se apreciaba porque su manga también se había roto.

— Tranquila, no me duele mucho.— miró a su alrededor—. ¿Dónde estamos?

— No lo se.— murmuró preocupada.

Ella y “S-3” eran los designados para cuidar a los soldados biónicos en caso de que algo pasará, y ninguno de los dos sabía que hacer. Tampoco sabían donde se encontraba S-1, pero esperaba que también estuviera bien.

»— Hay que pensar en que hacer, sabes que ellos dependen de nosotros dos, y no se dónde podría estar S-1.— susurró hacía él para que los demás no escucharan.

S-2 se levantó y le extendió su mano hacia el chico, quién tomó su mano y se levantó. Ambos se voltearon a ver al resto de sus “hermanos biónicos”, quienes se veían vulnerables y confundidos.

— Creo que podemos empezar por salir de aquí.— le extendió su mano y ella captó a que se refería. Tomó su mano y ambos se acercaron a los demás.

En solo unos segundos, todos se encontraban tomados de las manos, listos para dar el geo-salto, cuando uno de ellos llegó hacia ellos con una maravillosa noticia.

— ¡Oigan! Creo que encontramos alguien que nos puede ayudar.— todos lo miraron expectantes—. Un chico invitó a S-17 a su casa, y parece que también es biónico.— la pelinegra miró al castaño, y éste sonrió aliviado al ver que ya tenían una idea mas concreta.

   

  

Justo ahora se encontraban en una casa gigante. Ellos habían seguido a S-17 junto a otro tipo que lo había guiado a ese lugar, y ahora estaban vagando por la sala de aquella enorme casa.

Minutos después, aquel chico a quién consideraban su “salvador” —y ahora también su nuevo “lider”— regresó junto a otro chico y una chica.

— Aquí están.

— Adam, ¿invitaste a 30 soldados biónicos a nuestra casa?— preguntó el chico algo alterado.

— No, invité a uno. Los otros 29 estaban escondidos en los arbustos y nos siguieron.— respondió con normalidad haciendo que sus dos hermanos lo mirarán.

   

  

— Chase, Bree, no les he presentado formalmente a nuestros amigos. Ellos son S-5, S-6, S-7, S-8,...— los señaló uno por uno— ...Y- ah, disculpa, olvidé tu nombre.

Un chico junto a otra chica se acercaron a Bree y Chase.

— Hola, soy S-3...— se presentó el chico.

Chase gritó al reconocer al chico.

— Ya se quién eres. Trataste de matarme.— lo señaló.

— ¿Porque iba a hacer eso? Yo ni te conozco, amigo.— quiso palmear el hombro de Chase, pero él no se dejó.

— Yo no soy tu amigo.

— Aguarda...— Bree se acercó a la chica— ...Tú eres la misma chica que casi me convierte en ceviche con una espada láser.— la chica frunció el ceño—. Arruinaste mi cabello.— tomó un mechón de pelo que se veía disparejo, como si se lo hubieran cortado.

— Em, ¿lo siento?... La verdad, tampoco te conozco.

— Usaste tu tenedor eléctrico contra mi.— Chase se dirigió al chico—. Los amigos no usan eso contra sus amigos.

— Yo no recuerdo eso. Pero si te hice daño, lo lamento.— se disculpó apenado.

— Si, yo tampoco recuerdo nada. Pero aun así lamento lo de...— señaló el cabello de Bree— ...Tu cabello.

— Oye, no. Jamás te disculpes por lastimar a Chase.— el mencionado lo vio molesto—. Así como tú...— señaló a la peli negra— ...No debes disculparte por arruinar las cosas de Bree.— ahora fue Bree la que lo miró molesta, pero sacudió su cabeza tratando de enfocarse.

— Oigan, así que no recuerdan nada?

— Recuerdo que mi nombre es S-3.— respondió el chico.

— Sé que el mío es S-2.— respondió la chica—. Todos ellos son nuestros hermanos y hermanas.

— Y que luego seguimos a éste chico listo aquí.— señaló a Adam.

— Si, es obvio que no recuerda que significa “listo”.— comentó Bree—. Pero si no recuerdan nada, son tipos biónicos en blanco.

— ¿Los conservamos?— preguntó Adam como niño chiquito—. La mayoría van solos al baño, S-27 aun está en progreso.

—No, no podemos. Hace solo 24 horas trataron de destruirnos.— respondió Chase.

— Y el señor Davenport se alteraría se descubriera a 30 soldados biónicos en su casa.— añadió Bree.

— De acuerdo. S-30, largo de aquí. Del S-1 al 29, bienvenidos.— dijo haciendo un saludo con S-3.

— Olviden a Super D, mi mamá es la que me preocupa. Ella aun no se convence de que ustedes vivan aquí.— Leo señaló a los tres haciendo que ellos se mirarán entre sí—. Pero no lo supieron por mi.

— Bien, me desharé de ellos.— se rindió—. Vamos, les ayudaré a empacar sus cosas.

— No tenemos cosas.— respondió S-2.

— Descuiden, yo me encargo.— aseguró Adam con una sonrisa.

Minutos después...

Adam se encontraba repartiendo ropa a los soldados, quienes estaban examinandola para ver con que se quedaban.

— Aquí tienen, tomen todo lo que quieran.

— Gracias.— agradeció S-3 mientras S-2 tomaba algunas prendas para luego fruncir el ceño.

— Si, no creo que yo vaya a usar algo de esto.— respondió sosteniendo una camisa.

— Oye, esas son mías.— reclamó Chase al ver que les estaba dando de su ropa.

— Sip. Espero que todos sean talla chica.— dijo Adam.

Chase le quitó una de sus camisas a uno de los soldados para luego ir a recuperar el resto de su ropa.

     

  

Tasha se encontraba en la habitación de hospital de su marido, cuando Leo entró con un detalle para Donald.

— ¡Leo!— exclamó sorprendida de ver a su hijo—. ¿Que estás haciendo aquí?— preguntó tratando de parecer calmada.

— Es hora de mi baño de esponja.— respondió sutilmente con algo de sarcasmo—. ¿Que creés que estoy haciendo aquí?

Leo miró sobre el hombro de su madre para ver a Davenport inconsciente y conectado con cables en su camilla.

»— ¿Que sucedió? Dijiste que estaba mejor. Pero no se ve mejor.

— Claro que está mejor. Míralo, esta sin color, inerte, rodeado de tecnología.— respondió tratando de que viera mejor la situación—. Es el chico con quién me casé.— vio como Leo la miraba sin creerle—. Lo lamento, tesoro, no quería preocuparlos. Están haciendo lo que pueden.

— Hey.— Donald habló con suavidad.

— Super D.— Leo se acercó a él.

— Tasha, luces tan hermosa.— habló delirando mientras tocaba la cara de Leo—. Bella, bella, bella.

Leo se volteó a ver a su mamá con extrañeza.

— Síguele la corriente, está medicado.

  

   

Adam venía entrando al laboratorio por la parte de atrás y se acercó a sus hermanos.

— Oye, perdiste al ejército biónico?— le preguntó Bree.

— Si. Pero son difíciles de engañar, en especial a S-2. Atravesé el centro comercial, salté una cerca, volví al centro comercial, compré un helado, y pasé por debajo de un puente.— enumeró todo lo que hizo para perder a los soldados mientras sus hermanos negaban— ...Pero creo que por fin los perdí-

Justo en ese momento, los soldados biónicos aparecieron con su geo-salto en el laboratorio, haciendo que los hermanos se sobresaltaran.

»— Bien, ahora tendré que hacerlo otra vez. ¿Pueden prestarme para otro helado?

— ¿Porque no dejan de seguirte?

— Son soldados, deben tener una tendencia natural de seguir a su lider.— respondió Chase—. Pero ya sin Krane, se quedaron sin uno hasta que Adam apareció.

— ¿Qué quieres decir?

— Creen que Adam es su nuevo lider.

— Genial, ahora son mas peligrosos de lo que eran estando con Krane.— Chase asintió ante lo dicho por su hermana.

— Sip.— en eso se escucha un timbre de llamada—. Nos llama el Presidente. Pronto, que vayan arriba, me encargaré luego de ellos.— ordenó Chase a Adam.

— ¡Todos al elevador!— gritó Adam llendo hacia el elevador.

— ¡Todos al elevador!— los soldados lo imitaron.

Cuando los soldados salieron, Chase y Bree se acercaron al monitor para atender la llamada del Presidente.

— Hola, señor Presidente.

— Chase, tenemos un problema.

— Señor, si se trata de lo que Adam hizo en la habitación Lincoln-

— No, no se trata de eso. Envié unos agentes por el ejército de Krane y no están.

— Descuide, se exactamente donde-

— Uh, Señor Presidente...— lo interrumpió Bree— ...Cuando sus agentes encuentren a los soldados, ¿que va a pasar con ellos?

— Son criminales biónicos, los van a separar y los van a aislar en celdas de máxima seguridad.

— ¿Porque? La razón por la que cometieron esos crímenes era porque Krane los controlaba.

— Si, puede ser, pero son biónicos, y por tanto peligrosos.

— Oh. Eso pensaban todos de nosotros.

— Pero ustedes ya pasaron la prueba.— les explicó el Presidente—. Lo único que vemos en éstos individuos es maldad. Busquenlos.

— Si, señor.— respondió Chase para luego cortar la llamada.

— ¿Y ahora qué? No podemos dárselos al gobierno porque van a encerrarlos.

— Lo sé. Y no pueden quedarse aquí, o nos encerraran por albergar fugitivos.

La campana del ascensor llamó su atencion, y se voltearon a ver a Adam y los soldados en el elevador que no llegaba a cerrarse.

— ¿Alguien puede oprimir el botón?— preguntó Adam.

— ¿Alguien puede oprimir el botón?— repitieron los soldados, haciendo que Adam suspirara frustrado.

S-2 pasó entre sus hermanos como pudo para oprimir dicho botón.

— Gracias.— dijo Adam cuando vio que las puertas se cerraron finalmente.

    

   

— ...Luego Adam, Bree, y Chase enviaron a Krane por los cielos.— le relató a Donald, quién estaba inconsciente—. Si, parecía una enorme ave malvada. Oh! Y yo usé mi habilidad de transferencia de energía para acabar con s-1.— Leo se señaló orgulloso por lo que había hecho—. Siento todo esto, pero es lo mas que he hablado sin que me interrumpas.

Donald se empezó a mover un poco.

»— Y aquí vas.

Pero él no se despertó, sino que la máquina que tomaba su pulso empezó a emitir un pitido.

»— Mamá, ¿que está pasando?

— No lo sé. Quédate con él. Iré a buscar al doctor.

Tasha salió de la habitación en busca del doctor. Mientras Leo se quedó en su lugar, pero la máquina empezó a pitar mas fuerte, y él se acercó nervioso a revisarla.

— Deja de hacer ruido.— le dio un leve golpe a la máquina, y de repente dejó pitar haciendo que él se regresará rápidamente—. ¡No! ¡Mejor sigue haciéndolo! Continúa. ¡ALGUIEN PORFAVOR AYÚDEME!— gritó desesperado.

La máquina dejó de pitar haciendo que el moreno se acercará alarmado hacia Davenport.

»— No, no, no, no, no.— miró su mano por un momento y una idea se le cruzó—. Okay, si esto no funciona, lo lamento mucho.

Leo usó su habilidad de transferencia de energía para drenar la energía de su propio cuerpo mientras hacía una mueca aguantando dicha cosa. Vio por un momento la energía en su mano para luego darle esa misma energía a Davenport. La luz del cuarto tuvo un falso, mientras Davenport se quejaba por la nueva energía que estaba recibiendo su cuerpo. Cuando acabó la transferencia, Leo miró expectante a Davenport.

»— Porfavor, funciona.

Y si funcionó, pues Davenport se levantó de golpe emocionado y asustando a Leo por su movimiento tan repentino.

— ¡Woah! ¡Si! ¡Me siento genial!

— ¡Excelente! Porque yo no.— se dejó caer al suelo.

— Leo, no te quedes ahí temblando. Abrázame ya.— dijo extendiendo sus brazos.

Minutos después...

Leo ahora estaba sentado en una silla mientras su madre lo miraba preocupada, pues cuando ella entró al cuarto había visto a Leo tirado en el suelo, además de que lo miraba algo débil.

— Cielo, ¿estás bien?— preguntó Tasha a su hijo.

— Mejor que nunca, amor.— respondió Davenport creyendo que era él a quién le preguntaba.

— Le preguntaba a Leo.

— Oh. Bueno, dime cuando hables de mi.

— Estoy bien.— respondió mirando a su madre.

El teléfono de Tasha sonó, y ella lo sacó para contestar.

— Uy, debo contestar, es el banco de donadores. Les había prometido tu vesícula.

— Eh, ¿perdón?

— Es que fueron tan amables por teléfono.— Tasha salió para atender la llamada.

— Mírame, creí que estaría Daven-muerto, pero el destino intervino porque supo lo valioso que soy para el mundo.

— Si. ¿Que otra explicación lógica puede haber?— preguntó sarcástico.

— No creí que fuera posible, pero si me siento mas joven.— dijo sentándose en la camilla—. Mira mis piernas.— las movió como un niño emocionado.

Leo se levantó de la silla para luego sentarse con Davenport en su camilla.

— El destino no te salvó, yo lo hice.— confesó Leo.

— Si, Leo, vi tu boleta, y no eres doctor.

— Es enserio. Usé mi habilidad de transferencia de energía para darte algo de la mía.— explicó.

— ¿ Tú qué? Leo, el cuerpo humano no se creo para ser una fuente de energía.

— No es para que lo decoleres o lo depiles, pero eso no te ha detenido.

— Al darme energía, agotaste la tuya. Puedes sufrir efectos secundarios.— explicó Davenport preocupado.

— Descuida, estoy bien.

— Bien, porque jamás podrías recuperarte igual que yo.— se levantó para hacer un baile raro—. Woo! Me siento como un nuevo yo.

— Si, deberías cerrar un poco eso, porque estoy viendo demasiado del viejo tú.— le dijo Leo cerrando los ojos perturbado.

— Oh, perdon.— se arregló su bata de hospital.

     

   

Bree venía bajando las escaleras con algo en sus manos para luego acercarse molesta a su hermano.

— ¿Ya pensaste que haremos con ellos?— preguntó enojada.

— Lo único que se me ocurre es... entregarlos al gobierno.

— Okay.— respondió tratando de permanecer calmada—. Pues tienes que pensar en algo, porque ¡ya usaron mi vestido de graduación para tiro al blanco!— le mostró su vestido que tenía unas quemaduras de láser.

— Bueno,...— trató de aguantar la risa—. En su defensa, no creo que fueras a usarlo en verdad.

— ¿Como nos metimos en esto?

Ambos se voltearon a ver a Adam.
Él estaba sentando en una silla mientras una de los soldados usaba su kinesis molecular para darle una uva.

— No me mires así, Bree. Yo no pedí ser rey.

— Adam, deja de jugar. Hay que encontrar un lugar para ellos antes de que el Presidente sepa que están aquí.

En eso se escuchó a alguien tocando la puerta. S-3, quien estaba junto a S-2, se levantó para ir a abrir la puerta.

— Alto.— Chase lo detuvo—. No sabes quién es.

— Si sabemos.— respondió la peli negra.

— Por eso abriré la puerta.— se acercó a abrir la puerta—. ¡Oh! Que bien! Son mas de nuestros hermanos biónicos!— expresó emocionado al ver a mas soldados.

— Espera, ¿Hay mas de ustedes?— preguntó Bree.

— Oh, muchísimos.— respondió la peli negra para ir a saludar a sus hermanos recién llegados.

— Les enviaré una señal para que vengan a nuestro nuevo hogar.— puso sus manos en su sien para enviar la señal.

— No! No! Señal no! Nuevo hogar no.— le detuvo Chase.

— Así que ahora hay 40 soldados biónicos en nuestra casa. ¿Que vamos a hacer?— preguntó Bree algo alterada.

— Solo hay una cosa mas que hacer.— Adam se subió a la parte alta—. ¡Fiesta biónica!

— ¡Fiesta biónica!— repitieron los soldados con entusiasmo.

Chase se cubrió los oídos por el ruido que hacían. Bree y Chase miraron a su alrededor fastidiados, pues esa en realidad no era una solución a su problema.

     

   

Donald estaba terminando de alistarse cuando Tasha y Leo entraron al cuarto.

— Donald, te dieron de alta. Aquí están los documentos.— le anunció Taha.

— Sip. Puedes irte. Y recuerda que eres mas viejo de lo que dices ser.— le dijo Leo.

— Tesoro, tienes una cana.— se percató Tasha.

— Talvez. Creí que era obvio, pero ustedes dos me estresan.— se dio la vuelta dispuesto a irse, pero un ligero grito de su madre lo hizo detenerse—. ¿Que tengo?

— Todo tu cabello está caneciendo.

— Ay no. Es el efecto secundario de su transferencia de energía.— explicó Davenport.

— ¿Su qué?

— Los doctores no me salvaron, fue Leo.— Leo sonrió nervioso al ver a su madre—. Me dio parte de su energía. Eso debió acelerar su envejecimiento.

— Donald.— lo golpeó levemente—. ¿Como dejaste que hiciera eso?— le reclamó.

— Yo estaba inconsciente.— se defendió—. Mira, si se la pudiera devolver lo haría. Pero no funciona así.

Tasha miró preocupada a su hijo.

»— Debe estar envejeciendo años cada hora. Debo encontrar una solución rápido, o-

— ¿O qué?

— O Tasha tendrá el donador de vesícula que estaba buscando.— respondió nervioso por la posible reacción de su esposa.

    

  

— ¿Hay forma de reactivar la aplicación Tritón?— preguntó Bree—. Uno de ellos se bebió la piscina.

— Oigan, bienvenidos.— saludó S-3.

— Veo que recibieron la señal de S-3.— la peli negra abrazó a una de ellos.

— Hey, S-3, ¿podrías hacerme un favor? Ya no mandes señales.— pidió Chase algo alterado.

— Amigo, ¿ que es lo mas divertido?— preguntó Adam a S-3.

— Hacer lo opuesto a lo que dice Chase.— respondió.

— Te enseñé bien, saltamontes.— ambos hicieron una reverencia.

Chase gruñó frustrado.

     La casa era un caos. S-3 estaba usando su láser para jugar limbo, S-2 estaba con sus hermanos viendo quién adivinaba debajo de que vaso estaba una uva, y otro de los soldados usaba su kinesis molecular para pasar un plato de bocadillos.

Afuera de la casa...

— Estoy muy preocupada por ti, Leo.— le dijo Tasha—. Tuvimos que parar siete veces para que fueras al baño.

— ¿Que fue lo que dijo?— preguntó un Leo anciano hacia Davenport.

— Que tienes una vejiga nerviosa.— respondió alzando un poco su voz para que Leo escuchará.

— Para que quiere una osa?

— Ya olvídalo.— dijo aun con la voz alzada—. Iré al laboratorio a formular un laboratorio que revierta la edad.— se dirigió a su esposa quién asintió de acuerdo.

— Ay, necesito sentarme. En mis tiempos, las distancias eran cortas.

— Cariño, tus tiempos fueron esta mañana.

Donaldo quiso ayudar a Leo a sentarse, pero como buen anciano que es, no se dejó, diciendo que podía él solo.

»— ¿ Que es ese ruido?— preguntó Tasha dispuesta a entrar a la casa.

Ella entró a la casa seguida de Davenport, y se encontraron con los soldados biónicos en medio de una fiesta.

»— ¡Oigan!— llamó su atención.

— Oh, hola Tasha.— saludó Adam.

— Hola Tasha.— repitieron los soldados.

— Señor Davenport, no está muerto. Si.— celebró Bree nerviosa.

— ¿ Que está sucediendo aquí? ¿Porque el ejército biónico que trató de matarnos está en nuestra casa?— preguntó Donald alterado acercándose a sus tres hijos.

— Porque no hubo opción. El gobierno los quiere encerrar.

La peli negra abrió sus ojos como plato al entender lo que harían con ellos.

— ¿Y?— preguntó como si no fuera su problema.

Escucharon que alguien tocó la puerta con algo de fuerza.

— Oh, que bien.— dijo Chase sarcástico—. Mas soldados biónicos.

— Ehh, estoy segura de que esos no son nuestros hermanos.— respondió S-2.

Tasha abrió la puerta para ver quién era, dejando ver a algunos agentes del gobierno detrás de la puerta.

— Soy la agente Reed.— se presentó una señora de tez oscura entrando a la casa—. El Presidente nos envió a ayudarlos con la búsqueda de los criminales. Pero creo que ya los encontraron.— dijo al percatarse de la presencia del ejército biónico—. Bien hecho. Ahora son nuestros.

— No. Señor Davenport, no es su culpa, los controlaba la aplicación Tritón.— Bree trató de defenderlos.

— Si. Son como nosotros.— añadió Chase.

— Es cierto. Que nos arresten a todos.— habló Adam.

— ¿Esto es necesario?— preguntó Davenport hacia la agente—. Bueno, díganme que ley quebrantaron.

— Robo de propiedad del gobierno, allanamiento de la Casa Blanca, y lanzar una guerra biónica contra la humanidad.— respondió la agente Reed.

La peli negra miró con algo de temor a la agente Reed, así que usó sus poderes para comunicarse con sus hermanos.

‹Estén listos para usar el geo-salto›

Miró a sus hermanos de reojo y vio como éstos asentían levemente.

— Ah. Si, bueno, yo creo que sería suficiente con un castigo severo.— opinó Davenport.

— ¡Esposenlos!— ordenó la agente.

— ¡Ahora!— gritó la peli negra para que luego todos desaparecieran de allí.

— ¿Que es lo que pasó?— preguntó Reed confundida.

— Fue un geo-salto. Esencialmente pueden manipular su estructura molecular para-

— Respuesta sencilla.— demandó interrumpiendo a Davenport.

— Pues huyeron.

— ¡Encuentrenlos!— le ordenó a sus agentes para luego retirarse de allí.

Los agentes se retiraron del lugar al mismo tiempo que Leo anciano entraba a la casa, dejando al trío Davenport extrañados al verlo.

— Me duelen las rodilla, es por la lluvia. Es eso, o que me empiezo a caer. Sip.— sintió como perdía el equilibrio.

Donald al ver esto, rápidamente se acercó a Leo para sostenerlo.

  

    

— Okay, el suero está listo. Bebelo.— Davenport le dio deber el suero a Leo—. ¿Te sientes diferente?

— No. Pero eres el enfermero mas feo que he visto.

La respuesta solo logró frustrar a Davenport, nada estaba funcionando.

Tras unos segundos, Adam, Bree, y Chase entraron al laboratorio después de haber buscado a los soldados.

— Algún rastro del ejército biónico?— les preguntó a los chicos.

— No.— respondió Bree—. Podrían estar en cualquier parte.

— ¿Como está Leo?

— Ninguno de mis sueros anti-edad funcionan.— respondió frustrado.

— Bueno, eso es muy obvio, solo mírese.— le dijo Adam.

Una llamada entrante del Presidente llamó su atención.

— Señor Presidente.— Davenport se acercó a atender la llamda.

— Davenport, me alegra que ya estés en casa. ¿Dónde están los soldados?

— Honestamente, no tengo idea, señor.

Pero justo en ese momento, los soldados aparecieron en el laboratorio. El Presidente miró a Davenport haciendo que él se sintiera algo avergonzado.

— Gracias por hacerme quedar mal,  chicos.

El Presidente suspiró con fuerza.

— Enviaré a mis agentes por ellos. Eres responsable hasta que lleguen ahí.

— Señor Presidente, estos chicos son inofensivos.— dijo Davenport tratando de intervenir.

— No tenemos pruebas de eso.

Justo en ese momento, Leo se cayó de la silla debido a que su cuerpo estaba perdiendo fuerza.

— ¡Leo!

Los Davenport rápidamente se acercaron preocupados al moreno.

— Super D.— dijo débilmente.

— Si, Leo.

— Deberías ser tú.

— ¿que está sucediendo?— preguntó Adam

— Su tiempo se agota.— respondió sin saber que mas hacer.

S-2 los miró por unos segundos para luego caminar hacia el frente, y usando su habilidad de transferencia de energía, empezó a retirar un poco de la energía de su cuerpo. Algunos de sus hermanos la imitaron y se acercaron a ellos.

— Oigan, ¿que están haciendo?— preguntó Bree.

— No, aléjense de él.— demandó Chase.

— No. Dejen que lo hagan.— respondió Davenport.

S-2 y S-3 se miraron para luego mirar a sus hermanos y asentir y proseguir con la transferencia de energía hacia Leo. Ellos extendieron su mano sobre él y empezaron a transferirle la energía mientras las luces del lugar empezaban a hacer falsos.

— Davenport, ¿que están haciendo?— preguntó el Presidente.

— Salvando la vida de mi hijo, señor.

Una vez acabaron la transferencia, los soldados se apartaron. Chase se agachó para ver si había funcionado, pero se sobresaltó cuando Leo se levantó de golpe.

— ¡Wohoo! ¡Hola! ¡Leo regresó! ¡Whoo!— celebró el moreno para luego abrazar a Davenport.

— Oigan, ¿Que es lo que acaba de pasar?— preguntó Bree sorprendida por lo que acababa de pasar.

— Transferimos algo de la energía de nuestro cuerpo al de él.— le respondió S-3.

— Pero, ¿no los hará envejecer igual?

— Si hubiera sido solo uno, si. Pero al hacerlo todos, el efecto es mínimo.— ahora fue S-2 quién le respondió.

— Es asombroso. Lo devolvieron a la vida.— jadeo emocionado cuando se le ocurrió algo—. Nadie se mueva, voy a buscar a mi pez dorado.— Adam se fue corriendo del laboratorio.

— Vaya, no puedo creer que me salvaron. Yo no puedo pagarles.— Leo miró a los soldados—. Pero él si.— señaló a Donald—. A pagar, Super D.

— Señor Presidente, creo que esta es la prueba que necesita.— Davenport se volteó a ver la pantalla.

— Eso fue admirable. Pero no puedo dejar libres a éstos chicos biónicos. Enviaré un transporte por ellos.

— Pero, Señor, no son--

— No, descuiden.— dijo la pelinegra poniendo su mano en el hombro de Chase.

Este acto que hizo que él sintiera una pequeña electricidad recorrer su cuerpo, y ella también lo sintió solo que lo ignoró.

»— Nos ayudaron como pudieron.

Chase la vio a los ojos por unos segundos, y se sintió hipnotizado por un momento, no había notado lo linda que ella era. Pero la voz de S-3 rápidamente lo devolvió a la realidad.

— Es hora de irnos.— miró a sus hermanos—. No huiremos esta vez.


   

Los soldados ahora se encontraban en la sala siendo arrestados por los agentes del gobierno. Luego de unos minutos, Adam entró por la puerta de la sala.

— Chicos, porfin recordé dónde tenía enterrado a mi pez dorado.— les mostró una pecera que tenía tierra adentro—. Amigos, hagan su magia.

Los que estaban cerca de él lo miraron extraño para luego seguir con lo suyo. Tras unos segundos Davenport entró a la sala para evitar que se los llevarán.

— ¡Esperen! Nadie irá a ningún lado.

— Donald.— Tasha se acercó a él—. Si tratas de oponerte otra vez a unos agentes federales, yo misma te enviaré de vuelta al hospital.

— No, tengo una solución. Estos chicos probaron que pueden salvar vidas y cambiar al mundo. Ya sabemos que pueden hacer ustedes con sus poderes.— señaló al trío Davenport—. Imaginen lo que harían cien chicos biónicos.

— Ay, no me haga pensar, solo dígame.— se quejó Adam.

— Con entrenamiento y supervisión, podrían ir a misiones y salvar miles de vidas.— explicó Davenport, y luego se dirigió a la agente Reed—. Y el Presidente ya nos apoya, acabo de hablar con él.

— Alto. Yo no se nada de ningún cambio de--...— fue interrumpida por un mensaje que recibió—. Oh. Okay, claro.

La agente Reed se fue de la casa seguido del resto de los agentes federales.

— Bien, señor Davenport, todo suena genial, pero ¿como piensa entrenar a cientos de chicos biónicos?— preguntó Chase.

— Ah, pues yo no. Todos. Al ser los primeros de su clase, serán los mentores.

— ¿Que?— la noticia los emocionó a los tres, no podían creerlo.

— Los entrenarán, socializaran, y presentarán ante el mundo. Igual que Leo hizo con ustedes.

— Pero ahora bien hecho, verdad?— sus hermanos asintieron de acuerdo con lo que dijo Adam.

— ¿Disculpen?— preguntó ofendido.

— No te ofendas. Nos conseguiste cinco amigos en tres años.— le recordó Bree.

— Y donde tendrán lugar estos entrenamientos?— preguntó Tasha.

— Pues será en la primera Academia Biónica Davenport.

— Te refieres a la Academia Biónica Davenport e Hijo.— Leo se apoyó en el hombro de Donald.

— Y yo creo que tú, aun tienes el cerebro del abuelo.— se puso los lentes que Leo tuvo que usar—. Oye hijo, ¿que dijiste?— se puso a imitar a un anciano.


  

Los cuatro Davenport, Tasha, Leo, S-2, y S-3 se encontraban en el laboratorio pues Davenport les quería mostrar los avances de las instalaciones de la Academia.

— Admiren la primera academia biónica del mundo.— encendió una pantalla para mostrarles la Academia.

— ¡Tada!— extendió los brazos para enfatizar.

— Si, para atrás. Éste es mi momento.— su esposa lo miró algo molesta—. Tada.

— Vaya, señor Davenport, se ve fabuloso.— comentó Chase.

— Si. Es una isla artificial. Éste es el área de combate, el dormitorio con cápsulas, y el hidra túnel.— les fue mostrando los planos de cada área mencionada.

— Ah. ¿Que es un hidra túnel?— preguntó S-3.

— Que ingenuo. “¿Que es un hidra túnel?”— se burló Chase... a pesar de que él tampoco sabía que era con exactitud.

— Si, éste chico.— Adam también se burló—. ¿Que es un hidra túnel?— preguntó al darse cuenta de que tampoco sabía que era.

— Es un sistema de transporte ultra moderno de gran velocidad. Funciona como un tubo neumático de y hacia la Isla. Te subes en un extremo y te escupe en el otro en cuestión de minutos.— explicó Davenport—. Solo eso, me costó 50 millones de dólares.

— Si, lo veremos en la Isla.

S-2 y S-3 usaron su geo-salto para desaparecer de la vista de los Davenport-Dooley.

— ¿No pudo gastar 50 millones para que nosotros hiciéramos eso?— pregunto Leo mirando a Davenport al mismo tiempo que señalaba dónde antes estaban los dos soldados.


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