9- Decadencia

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~6to año~

Remus Lupin:

Otra noche de pesadillas en la casa de los gritos.

Agradecía a los chicos por acompañarme desde el año pasado, pero a la vez me preocupaba su situación.

Se meterían en grandes problemas si alguien los llegase a descubrir.

Pero ellos seguían insistiendo en que nadie nunca lo sabría.

—¿Crees que esté bien? —Pregunta Peter, inocentemente.

—Tal vez... La primera es la peor de todas.

—¿Y tú...?

Sin embargo lo silencio, haciéndole notar que varios estudiantes caminaban cerca de nosotros.

Peter pareció entender, pues sólo se limitó a seguir mi paso.

—Hola, Diggory.

—¡Lupin! —Suelta con asombro—. ¿Qué tal todo?

Presté atención a sus latidos del corazón.

Parecía nervioso, y por lo que deduzco, había estado con alguien.
Había rastro de un perfume femenino, y no creo que él suela usarlo.

—Nada nuevo... Siguiendo con las rondas diarias.

—Un total descanso diría yo.

—No puedo negarlo.

—¿Ha llegado? —Pregunta Peter.

—Sí, pero está durmiendo.

Ambos asentimos.

—¿Y cómo está?

—No muy bien, la trajeron esta mañana... Se supone que vendría el martes, pero creo que tuvo que quedarse.

—Espero se mejore pronto —Busco en mi mochila unos dulces—, dile que es de parte del grupo.

—No es necesario...

—A ella le gustarán. Son los favoritos de mi madre, y según ella, son los mejores del mundo muggle, aunque yo ciertamente prefiero las ranas de chocolate.

Amos toma la caja con agradecimiento.

—Le diré cuando despierte.

Sabía perfectamente qué sentía Natalie en estos momentos.

Debe sentirse confundida... Asustada.

El cansancio que siente es enorme, sobre todo al ser su primera vez.

Y lo más recomendable es dejarla dormir tranquilamente.

Por eso es que vino hoy miércoles. Incorporándose a partir de mañana.

Es valiente, yo habría tomado la semana entera.

—Si no es inoportuno... Debo irme, ya sabes... Vigilar que nadie se acerque.

—Oh, claro. Suerte —Decimos a la vez, mientras nos alejamos.

—Es buen amigo —Suelta Peter de la nada.

—Es una suerte que cuente con alguien así.

La clase de Encantamientos había comenzado con regularidad.

Siendo viernes, Natalie aún no asistía a clases.

—¿A qué lo lanzo más lejos? —Cornamenta reta a Canuto.

—Veamos quién se gana el castigo —Responde él.

Yo me limito a rodar los ojos, cansado de sus juegos, y prefiero anotar lo que yace en el pizarrón.

—¡Señor Potter! —Suelta el profesor con enojo—. Estamos en clases...

De pronto la puerta suena.

—Adelante.

—Salvado por la puerta —Comenta Colagusano.

—Lamento haber llegado tarde.

La mirada de todos se dirigió a quien se encontraba en el marco.

Natalie portaba inseguridad en sus palabras, al igual que un miedo bastante conocido.

Su mirada reflejaba cansancio total, y no fui el único en percatarse.

—Señorita Russo, espero sea la última vez que llegue tarde a mi clase.

—Lo siento, profesor...

Sostuvo sus libretas con firmeza, a la vez que el rostro del profesor le dedicaba una sonrisa.

—Debió ser una semana difícil... Pase, señorita.

—Gracias...

Ella le dedicó una mirada de agradecimiento y caminó hacia los últimos asientos.

Hubo varios murmullos, sobre todo entre las chicas de Slytherin.

Durante sus días desaparecida, los profesores pusieron la excusa de un viaje por motivo familiar.

Aunque claramente eso no sucedió.

—Bien, todos tomen sus varitas y lleven sus reportes a la mesa.

—¿Reportes? —Saltaron los chicos con miedo.

—Lunático, préstame tu tarea —Empezó Canuto—. No copiaré lo mismo, lo prometo...

—No, voy yo primero —Respondió Cornamenta, empujando a Colagusano.

—¿Dígame, señorita McDonald? —Se escucha la voz del profesor.

—Pero no había tarea...

—Exacto, pero me pareció bastante entretenido la pelea de sus compañeros.

Solté una carcajada en ese instante, mientras los chicos se acomodaban en sus asientos.

—Pudiste decirnos...

—¿Y arruinar su temor? —Niego—, no gracias.

Ambos me miraron con recelo.

—Silencio, necesito que copien lo que está en el pizarrón, ya que posiblemente...

—Salgan en los E.X.T.A.S.I.S., —Continuó todo el salón al unísono.

—¡Qué rápido aprenden! —Dijo orgulloso el profesor.

...

Esperé a que la clase terminara para acercarme a Natalie.

Aunque tuve que esperar un poco, pues las chicas la estaban ayudando a ponerse al día.

—Y estas son las clases de Historia de la magia —Decía Lily, mientras le daba sus apuntes a la rubia—, casi lo olvido, esta semana tuvimos libre en DCLAO.

—Gracias Lily, en serio —Agradeció Natalie—, debo ponerme al día con mucho.

—Lamentamos no poder ayudarte con las materias que te faltan —Respondió Mary en ese instante—, pero espero que te sirvan estos apuntes.

—Les agradezco un mundo, de verdad.

—Señorita Meadowes —Escucho otra voz—. La necesito en mi oficina.

—Enseguida, profesora Vector —Responde Dorcas.

Pude escuchar como todas iban en diferentes direcciones, y me acerqué.

—Hola, Natalie.

—Remus —Responde con una sonrisa—. ¿Cómo así no andas con tus amigos?

—No todo el tiempo estamos juntos.

Ella asiente y empieza a caminar.

—¿Ya tienes todo? —Me atrevo a preguntar.

—Me faltan algunas cositas, pero lo resolveré pronto.

—Dime que te falta, a ver si lo tengo.

—Pues... —Lo piensa—. Tengo casi todo, menos algo que mencionó Lily sobre Transformaciones...

—¿Te refieres al ensayo?

—Creo que sí.

Sin detenerme, busco entre mis cosas.

—Suerte que ya lo tengo hecho.

—No es necesario Remus... —Sus mejillas se tornan rojizas—. Se supone que no deben ser iguales...

—Pero nadie ha dicho que lo copiarás. Además, ¿cómo harás la tarea si no estuviste en clase?

—Tienes un buen argumento, pero...

—No me dejes con los brazos estirados.

—Si insistes... —Toma el pergamino—, aunque prometo no hacerlo igual.

—Bueno... Pero que no se enteren los chicos. Se pondrían celosos —Sonrío.

—Lo prometo.

Quería preguntarle sobre su transformación, cómo se sentía y qué pensaba.

Pero descarté la idea, pues eso podría incomodarla.

A mí en incomodaba.

—Te veo luego, debo dejar varias cosas en mi habitación.

—¿No vendrás a la biblioteca?

—No pienses que te librarás tan fácil de mí —Sonríe—, aunque primero buscaré a Stella.

Ella se da media vuelta, pero vuelve a su posición inicial.

—Por cierto, gracias por los dulces.

—¿Te gustaron?

—Eran los favoritos de mi madre —Sonríe, con un brillo especial en sus ojos.

Podría parecer un psicópata, pero quería saber más de ella.

Intenté concentrarme en sus latidos, notando un sentimiento de... ¿Pérdida?

—Te veo más tarde —Dice, finalmente.

Obviamente ella debió sentir algún sentimiento nuevo en ese instante, pues su mirada se mostró confundida.

Intuición.

Sonreí para mis adentros, aunque volví a la realidad cuando siento los pasos apresurados de Cornamenta.

¿En qué se metió ahora?

—¡Lunático! —Gritó Colagusano.

—Mmm —Respondo, tratando de entender lo que decía.

—¿Escuchaste lo que dije?

—Si...

—¿Y qué opinas al respecto?

—Peter, Remus está en otra realidad.

—No es cierto —Me defiendo de Sirius.

—Sí, claro... Y a James no le gusta Lily.

—¡Canuto! Te oí —Respondió James.

—¿En qué tanto piensas?

—No es qué... Si no en quién.

La mirada de los chicos se ponen sobre mí.

—Mentira.

—Ah, ya lo recuerdo —James sale del baño—. Aún está apenado por lo que pasó con Mary.

—¿Y qué ocurrió? —Pregunta Sirius, mirándose a través del espejo de la habitación.

—Mientras tú cumplías un castigo, Remus y Mary tuvieron un encuentro.

La mandíbula de Canuto se descolgó.

—No es así como ocurrió... —Respondí, apenado por el malentendido.

—¿Entonces, cómo explicas el hecho de que ambos estaban en el suelo?

Mis mejillas ardieron en ese instante, y sus risas tomaron la habitación.

—No te creía así, Lunático...

—¡Qué no pasó nada!

—¿Y entonces...?

—Nada... Simplemente caminaba tranquilamente, cuando Peeves aparece molestando a Mary, y pues...

—¡Qué romántico! —Soltó James, con burla.

—Empecé a decirle que la dejara en paz, a lo que empezó a tirarnos cosas, y por la prisa, la tomé de la mano y caímos frente a ti.

Y era cierto lo que decía.

—Definitivamente me quedo con la versión de James —Aporta Peter.

—¿Y cuál es esa, si se puede saber?

—Pues que no encontraron un armario de escobas disponibles y...

—¡James! —Grité.

—¿Qué?

—¿Es en serio? —Exclamo, ofendido—. ¿Cómo se te ocurre pensar...?

—Tranquilo, Lunático... Solo les conté a ellos.

—No puede ser —Sacudo mi cabeza, a medida que me levanto del asiento.

—¿A dónde vas?

—No iré a ningún lado... Solo daré una vuelta por el castillo.

—¿Tan tarde? Pero si hoy no es tu turno de rondas...

—No, pero quiero despejar la mente.

...

Y así fue.

Llegué a acercarme al lago negro, mirando las estrellas reflejadas en el mar.

Mi mente era un lío, al igual que mi vida.

En ocasiones tenía un sentimiento extraño... Y solo ocurría cuando estaba con Mary.

Ella siempre era muy divertida, y por un momento llegué a pensar que era eso.
Diversión.

Pero durante la tarde, ese deseo por no dejar que nada malo le ocurriese aumentó.

Fuimos grandes amigos desde nuestro primer año, inclusive, llegamos a estar en el mismo vagón la primera vez que subimos al expreso.

Pero no debía estar enamorado... ¿O sí?

Seguí reflexionando, pues no podía ser cierto...

—¿Remus?

Estaba tan perdido en mis pensamientos, que no me había percatado de la llegada de una nueva persona.

—¿Noche de rondas? —Le pregunto.

—Así es, aunque no es la tuya, según lo recuerdo.

Giro mi rostro para encararla.

—No deberías estar aquí.

—¿Me vas a sancionar? —Pregunto, con burla.

—No puedo, eres prefecto... Pero eso no quita el hecho de que estes solo a tan altas horas de la noche.

La rubia a mi lado empezaba a sentir frío, así que me quité el abrigo para dárselo.

—¿Qué haces?

—Darte mi abrigo —Lo ubico encima de su cuerpo, inhalando su perfume de cerezas—, no quiero asistir a un funeral, donde la causa de muerte haya sido por el frío.

—No seas ridículo, Remus.

La luz de la luna mostró el brillo de sus ojos, y noté como su nariz y mejillas estaban rojas.

—Mejor vallamos adentro, o enfermaremos.

—Tienes razón.

Espero a que Natalie avance para seguirle el paso.

—¿Y qué hacías en el lago negro?

—Pensar... Analizar...

—Arreglar los pensamientos.

—Exacto.

Puedo asegurar como sus sentidos han mejorado notablemente, pues ella también nota otros pasos al adentrarnos.

—¿Lupin? Lo creí de todos, menos de ti.

—Lo mismo dije.

Miré un poco sorprendido ante la respuesta de mi amiga.

—¿Ya te vas?

—Sí, Regulus. Me siento un poco cansada.

—¿Y tú, Lupin?

—Remus, llámame Remus... Se me hace un poco raro escuchar mi apellido entre estudiantes —Digo, con una sonrisa.

—Remus —Afirma el Slytherin—. ¿Te irás a dormir?

—Mi plan era pasar desapercibido, pero creo que ya me es imposible.

—Entiendo —Sonríe—, pero si quieres podemos hacer rondas juntos, ya que Natalie va a descansar, si no te molesta, claro.

—Si, tal vez así pueda despejar mi mente otro rato.

—Entonces, los veo luego —Se despide Natalie—, hasta mañana.

—¿Qué hay mañana?

—Clases Remus, clases —Se burla ella—. Se nota que mereces despejar la mente.

La veo alejarse por el pasillo de las cocinas, mientras camino con Regulus a mi lado.

—¿Lo has notado?

—¿Qué cosa?

—Parece decaída... ¿Por qué será?

—También lo he notado.

—Últimamente parece más cansada, debe ser por lo de la otra noche.

—¿Y qué ocurrió la otra noche? —Pregunto.

—Me pidió que le ayudara con la ronda que le tocaba, pues algo había pasado con su hermana.

Así que por eso se le había acercado...

—Me imagino que debe ser por eso.

Ambos caminamos en silencio por un rato.

Pero yo también empezaba a sentir cansancio.

—Yo me iré a dormir, mañana tengo un examen de Historia de la Magia...

—Mucha suerte, Regulus.

—Antes de que te vallas, ¿Puedo pedirte un favor?

Yo asiento.

—No es nada malo, solo dile a mi hermano que conteste mis cartas... Al menos las mías.

—Claro...

El chico asiente y camina al otro lado del castillo.

Regulus parece realmente preocupado por su hermano, mientras a Sirius parece no importarle.

¿Qué ocurrió realmente el día que huyó de su casa?

—Serían 2 galeones.

Pensé que nos saldría más caro.

—Ya le doy el dinero —Opina James, sacando su oro de entre los bolsillos—. Listo.

—Gracias por su compra.

Los cuatro salimos del local de Hodsmade, cargando varias bolsas de artículos de bromas.

—Gracias a usted por vendernos estos maravillosos artículos para nuestras bromas —Susurró Canuto con emoción, al llegar lo suficientemente lejos de su alcance.

Habíamos comprado varias cosas como almacén.

Sí, yo también. Nunca se sabe cuándo debas cobrarte una venganza.

James era el más feliz del grupo, seguido por Peter.

—Oigan, esos no son...

Todos giramos el rostro hacia la dirección señalada por Sirius, dónde estaban Amos y Natalie.

Ambos sostenían varias cajas, y Natalie le daba una carpeta al personal.

—No me digan que es lo que creo...

Agudizo mis oídos con el fin de escuchar a qué se refería.

—Al momento de necesitar un ayudante, tomaremos su postulación —Contesta el hombre—, eres muy valiente al preferir un trabajo antes que un descanso de estudiantes.

¿Trabajo?

—Se lo agradecería muchísimo —Respondió Natalie—, a decir verdad, me da un poco de pesar despedirme de mis descansos... Pero debo hacerlo.

—No se diga más —Responde el hombre—, de seguro le caerás bien a Madame Tudipié... Quedas contratada.

—¿De verdad? —Pregunta Amos, al mismo tiempo que su amiga.

—Si la señorita ya no quiere el puesto...

—Obvio, si lo quiero.

—Entonces te esperaré junto a Madam Tudipié el día de mañana para que empieces las prácticas, así la siguiente semana estarás lista.

—No fallaré en esto.

¿Natalie trabajará en la Tienda de Té de Madam Tudipié?

¿Qué ocurre? —Pregunta James.

—No logro leer sus labios —Miento.

Ninguno de ellos sabe que puedo expandir mis sentidos a causa propia, y esto había sido de gran beneficio para mí por muchos años.

Sobre todo para detectar cuándo mentían.

—Mejor vayamos a esconder los artículos —Interrumpo—, nadie puede vernos con todo esto, mucho menos...

—Sí, sí, ya vamos.

N/A: Ni en las películas ni en los libros se menciona que los hombres lobos tengan mejores habilidades con sus sentidos, pero ha sido un detalle que he querido poner.
❤️
Siento que estos sentidos se desarrollan más, conforme pasen los años.
Espero les guste el detalle ❤️

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