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[El inicio]

Londres es considerada la ciudad cosmopolita favorita de muchos turistas, y un lugar de ensueño. Caracterizada por los grandes espectáculos nocturnos y sus grandiosos monumentos cargados de historia y cultura.

Aquella ciudad era participe de increíbles eventos, por muy loco que pareciera.

Fue entonces que un invierno de 1964 un curioso evento en la casa de la pareja Russo alertó a la familia.

—¿Cómo...?

Iván Russo, un hombre no muy mayor a los hombres comunes de la ciudad, era el patriarca de la familia.
Cabello rubio, ojos cafés, y una personalidad carismática describían perfectamente al hombre.

—¡Dios mío...!

Dolores White, una mujer rubia de gran estatura y belleza, sostenía a su hija menor en brazos, con el miedo latiendo firmemente en su corazón.

La pareja tenía 2 hijas. Domenica, la mayor, era una niña de rasgos finos que siempre lucía un rostro particularmente serio.
Natalie, en cambio, era todo lo contrario.

Sus ojos escarlatas siempre brillaban de la emoción, al igual que no era sorpresa para nadie de que era la más traviesa de la familia.

—Mami —Formuló palabra—, ¿viste eso?

La pareja asiente, no muy segura de lo que ha ocurrido.

Natalie Russo había llegado a casa temprano, furiosa por lo que había sucedido en el colegio.

Su padre había ido la institución a retirar a su hija, debido a un problema que había tenido con otra compañera.

—Solo por curiosidad... —Domenica arrastra las palabras—, ¿qué le ocurrió a la otra niña?

—Ella empezó a llamarme rara —Natalie se encogió de brazos—, dijo que era un bicho raro por...

La pequeña volvió a llorar, a la vez que el ambiente empezó a cambiar.

Una pequeña nube gris apareció dentro de la casa, causando la lluvia dentro del hogar.

—¡Domenica! —La retó su madre.

Esto no era normal de ver, pues lo correcto sería que la nube estuviera en el cielo, fuera de casa.

Alarmados por ello, los padres de la dulce niña tratando de calmarla, y para su sorpresa, cuando la niña dejó de llorar, un arcoíris se formó en la sala.

Ese fue el inicio de los signos de magia presente en la joven Russo.

Por obvias razones, nadie comentó esto al resto de la familia, mucho menos a un particular, pues serían tildados de locos al decir que había ocurrido tal evento.

Aunque esa no fue la única vez que sucedió.

Con tan solo 4 años, Natalie Russo empezó a manifestar magia, pero no fue hasta unos años más tarde cuando se enteraría de aquello.

...


En 1965, un evento ocurrido en la casa Lupin acabaría en tragedia.

Los Lupin eran una familia mágica (a excepción de la madre de familia) que vivía a las afueras de Londres.

Para ellos, los actos mágicos eran muy comunes de ver, todo lo contrario a lo que sucedía con los Russo.

Lyall Lupin, patriarca de la familia, era un mago talentoso que trabajaba en el Ministerio Mágico, un lugar encargado de salvaguardar el secreto de la magia en relación a los seres humanos que no conocían de ella, o como comúnmente se los llama, muggles.

Su trabajo consistía en la defensa de criaturas mágicas, pues dentro de su mundo, no solo existían ellos.

Duendes, elfos, incluso unicornios. Existían tantas asombrosas criaturas, que era difícil llevar un control sobre ellas.

El 25 de Junio de 1965 se llevó a cabo un caótico evento. El juzgamiento de un supuesto hombre lobo.

Lyall estaba muy seguro que Fernir Greyback, el hombre andrajoso que estaba atado a una silla frente al juzgado, era un hombre lobo.

Ser hombre lobo en la comunidad Muggle de por sí ya era terrible, y en el mundo mágico, por muy difícil de creer, era igual de problemático.

—No soy un hombre lobo —Repetía el hombre de cabello negro, intentando lucir lo más tranquilo posible.

Fernir Greyback, un mago de 33 años, estaba en un juicio, acusado de atacar a una familia. Pero su cargo no era por el robo, sino por el daño causado, una niña de 7 años había muerto a causa de la infección del lobo.

Sin embargo, Lyall sacó a la luz tantas pruebas que se dio por revelada la verdadera identidad del hombre.
Aunque nadie le creyó.

Esa noche fue la oportunidad perfecta del acusado para guardar paciencia, y reclamar su venganza.

Es así como un día tranquilo en la casa de Lyall, faltando solo 1 noche para la luna llena, estaba a punto de ocurrir una tragedia.

—Remus, ve a la cama —Mencionó una mujer.

Hope Lupin, la madre del muchacho, no poseía cualidades mágicas, lo que le privaba de muchas cosas que algunas brujas hubieran hecho para hacer dormir a su pequeño.

—¿Mañana iré a la escuela?

Remus, un niño de 5 años de compostura delgada y cabello marrón oscuro, había tenido problemas.

No era muy común que un mago recibiera educación con muggles, pero ambos padres habían creído que era lo mejor, al menos, hasta iniciar Hogwarts.

—No dejes que esos niños te molesten —Lyall acompañó a su hijo a la habitación—, recuerda que puedes hacer magia desprevenidamente...

—¡Lyall! —Gritó Hope, tratando de hacerlo caer en razón.

—Es mentira —El hombre recuesta al niño en su cama—, pero quizás solo un poquito —Susurró, solo para ambos.

El niño formuló una sonrisa, a medida que recibía un beso de buenas noches de cada uno de sus padres.

—Buenas noches, hijo.

—Buenas noches, papá.

Remus Lupin se quedó dormido mirando a través de su ventana, más específicamente, a la luna.

Sin saber que pronto sería su única acompañante.

No fue hasta las 2 de la mañana que oyó un ruido, pero no le hizo caso, pensando que era su padre quien cerraba la cortina para que no le diera más frío.

Sintió unos pasos, pero decidió ignorarlo.
De pronto percibió un raro aroma en el ambiente, no sabía si era tierra mojada o basura, así que decidió abrir lentamente los ojos.

—¿Papá?

Sin embargo, la figura que estaba frente al niño no era su padre.

Remus gritó al ver unos tenebrosos ojos amarillos, y unos afilados dientes, pero aquel sujeto tomó su cuerpo y lo atacó.

El niño de 5 años lloró precipitadamente al sentir esos afilados dientes a la altura de su cuello, a la vez que el olor a sangre invadió sus fosas nasales.

Volvió a gritar, pero esta vez, a causa del daño que el hombre le estaba haciendo.

La puerta de la habitación de abrió de golpe, y Lyall Lupin apareció en la escena.

Pero ya era demasiado tarde.

—¡Remus!

Hope se llevó las manos a la boca al ver el cuerpo atacado de su hijo, e intentó correr hacia él. Sin embargo, su esposo la detuvo, sobre todo al ver lo que había pasado, y peor aún, quién estaba presente.

Fernir Greyback sonrió, convencido de que su venganza salió como esperaba.

—Ahora quiero saber qué harás contra los hombres lobos —El sujeto se lame la sangre del menor, con placer—, ahora que tu hijo es uno de los nuestros.

Lyall sacó su varita y empezó a atacar al moribundo, pero éste era más ágil a la hora de esquivar los hechizos.

—¡Impedimenta!

—Desmaius.

—Petrificus Tutalum.

Parecía que ninguno de los hechizos que el mago lanzaba daba buenos resultados, así que Greyback aprovechó la oportunidad de distraerlo.

—Yo de ti me apresuro a llevarlo a San Mungo, no sé cuánto tiempo más lo soporte.

Fernir formó una enorme sonrisa de triunfo y salió por la ventana, rompiéndola de una vez por todas.

Lyall decidió que era mejor ver a su hijo, quien tenía los ojos llorosos y muy abiertos.

—Vamos, mi pequeño guerrero —El hombre toma como puede al niño entre sus brazos—, aguanta un poco más...

—Papá... —Balbuceó el pequeño—. No puedo soportarlo... Me duele mucho

Tomó el brazo de su esposa e hizo un hechizo de aparición hacia el hospital mágico, antes de empezar a gritar.

No tardó mucho en que una mujer de cabello oscuro tomara al niño en una camilla y lo llevase a tratamiento.

—¿Qué le ocurrió?

—Fue... Fue... Fue mordido por un hombre lobo.

La mujer paró de correr, sintiendo mucho temor y pena.

El niño no dejaba de quejarse, y la sangre que aun caía de su cuello estaba formando un camino.

—¿Puede tratarlo, cierto?

La enfermera no tenía mucho tiempo trabajando allí, pero decidió que debía ayudar a la familia.

—Haré lo mejor que pueda, pero ser mordido por un hombre lobo es un acto muy difícil de tratar.

La mujer se llevó al niño a otra habitación, en la cual esperaba su superior.

—¿Qué le pasó? —Preguntó el medimago.

—Fue mordido por un hombre lobo.

El jadeo del niño impidió que el mayor protestara, así que durmió al niño y empezó a curar su herida.

—Señorita Celeste —Empezó el medimago—, ¿en qué estaba pensando cuando recibió al niño?

—En salvar su vida, por supuesto.

—El niño se ve muy débil —El mayor repara el diminuto cuerpo—, no creo que logre soportar esto.

—¿A... A qué se refiere, señor?

—Todos los niños que han llegado igual, han muerto —Admite—, ¿qué nos asegura que él será diferente?

—Yo.

—¿Disculpe?

—Yo me encargaré de cuidar al niño —Lo desafió—. Yo me haré totalmente cargo de él.

El medimago le dedicó una mirada, asombrado de la valentía de la joven.

—¿Segura que puedes hacerlo?

—Ya verá que sí.

...


1971.

Natalie Russo había cumplido 11 años recientemente, y su fiesta de cumpleaños dejó de ser normal desde el momento en que un pequeño animal peludo llegó al hogar.

Para su suerte, solo se trataba de una reunión entre los 4 integrantes de la familia, así que nadie se enteró nunca que un escarbato estaba en su casa.

—¿Qué es eso? —Preguntaba Domenica a cada rato.

—Parece una rata.

—Pero su pelaje es negro brillante.

—Tiene un pico de pato.

—Y garras de águila.

La familia aun no decidía que hacer al respecto, por lo que tenían a la pequeña criatura en una caja.

De pronto, el timbre de la casa sonó, alertando a todos.

—Niñas, vayan a esconderlo.

Las hermanas hicieron caso a su padre, mientras su madre abría la puerta.

—¿Familia Russo?

—Somos nosotros, ¿en qué puedo ayudarle?

—En realidad, me gustaría hablar con ustedes —Mencionó el hombre.

—¿Sobre qué?

—Sobre las actividades mágicas de su hija.

Iván, quién se había puesto al lado de su esposa, abrió mucho los ojos.
Nadie en el pueblo sabía de aquello, nunca se lo comentaron a nadie, por lo que no entendía cómo el sujeto sabía ese esto.

—Adelante...

Dolores abrió la puerta de par en par, visualizando al mayor.

A la vista de las hermanas, quienes volvieron a la sala, el hombre era extremadamente raro.

Portaba lo que parecía una capa y un sombrero puntiagudo de tono azul cielo. El hombre era mayor, lo podían notar por las arrugas en su frente, así como sus lentes de media luna, y lo más curioso era su enorme barba, blanca como la lana, la cual le llegaba a la altura del ombligo.

El hombre tomó asiento en el sofá, mirando la casa con diversión.

—¿Cómo... Cómo sabe usted sobre nuestra hija?

—Mi nombre es Albus Dumbledore —Se presenta—, soy el director de una de las mejores escuelas para magos y brujas del mundo.

—¿Magos y brujas? —Preguntó Natalie, sintiendo mucha curiosidad por el hombre.

El mayor sacó de su túnica un objeto en forma alargada, su varita, y apuntó a la tetera.

Fue sorprendente ver como la tetera levitó por los aires y sirvió té sin ayuda de nadie.

—Asombroso.

Iván tocó el mango de la tetera, buscando algún hijo transparente, pero no encontró nada.

—Soy consciente de que la señorita Russo ya presentado signos de magia desde los 4 años de edad, y es por ella que estoy aquí.

—¿Cómo lo sabe? —Pregunta Dolores.

—En la oficina de la subdirectora hay una libreta mágica, la cual apunta a cada uno de los estudiantes que presentan magia en este continente, y su hija apareció en la lista hace algunos años.

Nadie decía nada.

—Es normal sentir confusión, después de todo, ustedes los muggles no tienen conocimiento alguno de nosotros.

—¿Muggles? —Preguntaron las niñas, ante el término mencionado.

—Seres humanos sin magia.

—Ah.

—¿Quiere decir entonces...?

El director le dedicó una cálida sonrisa a la niña menor, despejando sus dudas.

—Natalie Russo ha sido seleccionada para asistir a Hogwarts —El mayor saca de su túnica una carta, y se la tiende a los padres.

Ambas hermanas corrieron a ellos para ver de qué se trataba.
Un enorme sello rojo con lo que parecía un escudo cubría la carta. Natalie pudo distinguir un león, una serpiente, un águila y un tejón.

Todos abrieron el sobre y leyeron que el mayor decía la verdad.

—Un momento... —Iván mira a su invitado—, la lista... Aquí en Londres no venden calderos... Ni mucho menos varitas, sin contar que los búhos...

—Oh, de eso me encargo yo —Sonrió—, dentro de unos días vendrá un gran amigo mío, y él les acompañará al Callejón Diagon, el único lugar donde encontrará todo lo que necesita.
Por el dinero no se preocupen, tenemos un banco que cambia el dinero Muggle por mágico, Hagrid les ayudará con eso.

—¿Y cuándo inician las clases? —Preguntó la niña, con un brillo especial en sus ojos.

—El 1 de septiembre deben buscar el andén 9¾.

—¿9¾? —Preguntó la mujer—. Ese andén no existe.

—Hagrid vendrá por ustedes ese día —El director se levanta de su asiento—. Él les enseñará cómo y dónde entrar.

Acto seguido, sacudió su varita, y la criatura que la familia había encontrado llegó a sus manos.

—¿Es suyo?

—Es de uno de mis antiguos estudiantes —Sonrió—. Es un escarbato.

—¿Escarbato?

—Dentro de sus materiales de estudio encontrará el libro "Animales fantásticos y dónde encontrarlos", del señor Newt Scamander, allí encontrará una larga lista de ellos.

Los padres se levantaron de su asiento, imitando al hombre.

—Un momento.

El director puso de cabeza a la criatura y la sacudió. Para sorpresa de la familia, de su pequeño bolsillo salieron muchas cosas brillantes, unas incluso más grandes que la propia criatura.

—Lamento esto —Se disculpa el director—, les atraen las cosas brillantes.

La familia sonrió, convencida de que nada era normal hoy en día.

—Espero verla pronto en mi colegio —El director le tiende su mano a Natalie—. De seguro le va a encantar.

—¿Tendré mi propia varita? —Preguntó la niña.

—Aprenderá mucho más que solo mover una varita —Le respondió, dulcemente—. Me encantaría quedarme conversar, pero debo visitar a un estudiante al otro lado de la ciudad.

—Muchas gracias por su visita —Dolores se despide, cordialmente.

Una vez que el mayor salió de casa, los Russo se sentaron en los muebles y empezaron a hacer conclusiones.

—¿Seguro que no es un sueño? —Le pregunta Dolores a su esposo.

—En absoluto —El hombre toma un reloj, objeto que había perdido hace poco, pero que recuperó con el escarbato—. ¿Crees que nos dejen tener uno de esos?

—¡Iván!

...


El grandioso día por fin había llegado.

El 2 de septiembre de 1971 se había convertido en el mejor día de la vida de muchos niños.

Y es que, a pesar de haber dejado a su familia, estaban en el mejor lugar del mundo, Hogwarts.

Natalie Russo aún no podía creer que todo era real, aunque en parte se sentía triste por dejar a su familia por un tiempo.

—Tomen un bote —Ordenó Hagrid.

Hagrid era el guardabosque del colegio, y se había encargado de ayudar a los Russo con sus compras.

Todos se sorprendieron cuando un hombre de gran estatura y peso tocó la puerta de su hogar, incluso sintieron un poco de miedo.
Pero al cabo de varios minutos descubrieron que se trataba de un hombre muy amable y servicial, aunque algunas de sus acciones les causaban una sonrisa.

—¿Puedo subir?

Un niño regordete de cabello rubio se había acercado a la niña, y ella asintió.

—¿Cómo te llamas? —Le pregunta.

—Mi nombre es Natalie —Se presenta—. ¿Y el tuyo?

—Peter. ¿A qué casa crees que irás?

—¿Casa? ¿No vivimos aquí? —Preguntó, sintiendo miedo, pues Natalie no sabía a dónde ir, mucho menos sabía en donde se encontraba.

—Oh, ya veo... Eres hijas de muggles.

—Sí.

—No te preocupes, te explico. Hogwarts posee 4 casas, Gryffindor, a donde van los valientes; Hufflepuff, donde van los justos y puros de corazón; Ravenclaw, donde van los más inteligentes; y Slytherin, donde van...

—Los magos tenebrosos y sangre pura —Un nuevo niño se había subido al bote—. Black, Sirius Black —Se presenta.

Los botes empezaron a moverse, al igual que la mente de Natalie.

—¿Sangre pura? ¿Pero si solo hay tipos de sangre, como la A, B, AB, O...?— Empezó a decirse mentalmente.

Sin embargo, se distrajo con el hermoso cielo nocturno.

—¿Sabías que hay un calamar gigante bajo nosotros?

Natalie casi salta del susto ante aquello.

Intentó buscar su última barra de chocolate, pero no la hallaba en ningún lado.

O bueno, no la tenía ella.

—¡Era mi chocolate!

Peter Pettigrew había tomado la barra, inocentemente, creyendo que a ella no le molestaría.

Tal vez debió preguntarle primero.

—Lo siento...

—¡Era el último que tenía!

Como acto de reflejo, se sentó hecha una furia. Pero no contó con que el bote se movería.

Ella y Sirius lograron estabilizarse, pero el pobre Peter no, y cayó al lago.

—¡Está helada!

—El calamar gigante te arrastrará por los pies —Dijo, muy enojada.

El otro niño reía mucho, y fue el único que trató de ayudarlo a subir nuevamente.

Una vez que llegaron al otro lado, Peter estaba empapado, por lo que Hagrid le prestó su pesado abrigo.

Minerva Mcgonagall, una mujer de rostro serio y mirada acusadora, les habló del evento de selección y las casas, hasta que fue momento de pasar al frente.

Todos miraban el cielo encantado y las velas que flotaban en el camino, pero lo sorprendente eran los fantasmas y la enorme cantidad de estudiantes.

Uno a uno, fueron llamados al taburete.

—Black, Sirius.

Un niño de lentes estaba a su lado, y le contó a Natalie que él pertenecía a una familia purista, y que debía ir a Slytherin.

—Gryffindor.

Sin embargo, pasó todo lo contrario.
Las mesas se quedaron en un sepulcral silencio, mientras en la mesa escarlata una joven se levantó con enojo.

Pero la selección continúo con normalidad.

—Lupin, Remus.

El pequeño licántropo también había recibido una carta, y aunque al inicio creyó que el director no lo dejaría asistir por su condición de hombre lobo, y se llevó una sorpresa al verlo frente a su casa.

El niño fue elegido para la casa de Gryffindor, al igual que su padre, y caminó hacia la mesa escarlata, quien aplaudía a su nuevo integrante.

—Pettigrew, Peter.

El niño que se había comido el chocolate de Natalie subió al taburete, y muchos empezaron a reír al verlo mojado y con un enorme abrigo.

Minerva realizó un hechizo y secó su atuendo, sintiendo lástima por el niño, mientras el sombrero daba su elección.

—Gryffindor.

El niño caminó y tomó asiento junto a Remus.

—¿Qué te ocurrió? —Le pregunta Remus.

—Una loca me ha tirado al lago por comerme su último chocolate.

El niño de lentes, quien se llamaba James, tomó asiento al lado de Peter una vez que fue seleccionado.

—¿Viste al calamar?

—Para mi alivio, no.

—Russo, Natalie —Llamó la mujer.

—Ella es la loca.

Una niña rubia de ojos escarlata subió nerviosamente al taburete, y saltó del susto cuando el sombrero habló en su cabeza.

—Hufflepuff.

La mesa dorada saltó en aplausos y gritos a su nueva integrante, quien lucía sumamente feliz.

—Al menos no volverá a tirarte al lago —Mencionó Sirius, burlándose de su nuevo amigo..

...


Las clases se recibían en grupos, y la primera fue de Encantamientos, a cargo de un profesor al que Natalie le recordó a un amigo de su padre.

Siendo la primera clase, trató de hacer nuevos amigos, entre ellos un grupo de chicas llamadas Lily, Marlene, Dorcas y Mary.

Todas eran de Gryffindor, pero eso a ellas no parecía importarles.

Durante el camino a su sala común, vio que el castillo era enorme, y empezó a perderse desde el primer instante.

A la semana siguiente se había topado con Peter, y le pidió perdón por su acción.
El chico, también arrepentido, le dio algunos chocolates en señal de paz.

Fue así como ambos empezaron su amistad.

El otro chico, Black, siempre molestaba a la niña rubia, tirando de sus trenzas cada vez que podía.

—¡Oye! ¿Podrías dejarme en paz?

Pero sintió mucha pena el día en que una bruja de Slytherin, que se parecía mucho a él, lo llamó muy enojada.

Y hoy tenía clases con Minerva Mcgonagall a primera hora, pero se había perdido en el camino, por lo que la subdirectora la llamó a su oficina una vez que las clases terminaron.

—¡Ey! ¡Tú! —La llamó un niño de su misma casa—. ¿A dónde vas?

—A la oficina de la profesora Mcgonagall.

El niño, quién comía un rana de chocolate, frunció el ceño.

—¿Qué hiciste?

—No llegué a tiempo e interrumpí su clase.

—Oh, qué mal —El niño termina su chocolate—. Soy Amos Diggory —Se presenta—, me ofrezco a escoltarte hasta la oficina.

—Un gusto, Amos —La niña sonríe, agradecida—. Mi nombre es Natalie Russo.

El mayor la guía a la oficina, que irónicamente estaba en la dirección contraria a donde Natalie se dirigía.

—Mucha suerte —Suspiró.

—¿Por qué?

—¿No lo sabes?

La niña niega.

El chico se acerca lentamente a ella, bajando la voz al mismo tiempo.

—Hay un dragón allí adentro.

Amos sabía que ella era hija de Muggles, lo podía notar en la forma en que miraba los retratos. Y su reacción fue la esperada.

—Un... Un... Dragón.

—Y uno muy enorme —Se acerca más y le susurra—, casi nadie sale intacto de esa habitación.

La niña tragó en seco.

—Mucha suerte.

La puerta se abrió de par en par.

—Señorita Russo, creí que se había perdido nuevamente —Miró al otro chico—. Señor Diggory, vuelva a clases.

El Hufflepuff asintió y caminó de vuelta, como si no hubiera pasado nada.

—Pase, por favor. Soy consciente que ahora tiene clases de pociones, así que no tardaremos mucho.

La niña caminó muy tensa, y ella lo notó.

—¿Ocurre algo?

La niña miraba a todos lados de la habitación, buscando a la monstruosa criatura.

Y Minerva dedujo a tiempo lo que pasaba.

—¿Qué le dijo?

La niña miró apenada a la mujer.

—¿Promete que no se enojará conmigo, ni con él?

—Me lo pensaré.

—Dijo que había un dragón.

Por primera vez en días, la profesora soltó una carcajada.

—Oh, ya veo... —Se acomoda las gafas, a medida que invita a la chica a tomar asiento—, lo lamento, señorita Russo, pero me temo que no tengo un dragón en mi oficina.

Natalie suspiró, aliviada por la confesión de la mayor.

—Sin embargo, su demora a mis clases tendrá consecuencias, al igual que el señor Diggory, quien al parecer también quiere ser invitado a nuestra sesión.

Minerva sacudió su varita con mucha agilidad, la puerta se abrió, y Amos entró flotando por los aires, luchando para salir impune del hechizo.

—Me temo que tendrán que compartir el castigo.

...


Las clases se volvieron cada vez más divertidas.
Al menos para Natalie.

Remus estaba nervioso, pues sabía que faltaba menos de una semana para la siguiente luna llena, y por más que quisiera parar el tiempo, era imposible.

Este primer mes se había hecho gran amigo de Sirius, James y Peter. Siempre estaban juntos, y ganaban castigos juntos.

—¡Señorita Russo! —Exclamó Pomona Sprout, la profesora de Herbolaria y jefa de Hufflepuff.

—Lo siento, profesora —Remus oyó una voz femenina—. Me he vuelto a perder...

—¿No tienes remedio, eh? —La mujer soltó una carcajada—, por favor, busca un lugar para trabajar... —Buscó a alguien disponible—. Allá —Señaló a un grupo de amigos—, trabaje con el señor Lupin.

La rubia asintió, pasando al lado de varios estudiantes.

—¿Eres Lupin? —Le pregunta al castaño.

—Remus —Le tiende la mano—, llámame Remus.

—Soy Natalie —Dijo ella—. ¿Podrías explicarme qué debemos hacer?

—Es simple, debemos pasar esas mandrágoras a estas macetas —Señaló—. Pero antes, debes ponerte esos auriculares.

—Entiendo.

...


Finalmente, ambos niños acabaron de plantar la mandrágora, sintiendo un alivio total cuando ninguna otra planta se encontraba gritando o llorando.

—Remus...

—¿Mmm? —Balbuceó el niño.

—¿Qué es un "sangre sucia"?

El niño abrió los ojos, tanto que a Natalie le dio un susto.

—¿Quién... Quién te ha dicho eso?

Afortunadamente, no había sido el único que había oído esa pregunta.

Sirius, James y Peter se mostraron muy preocupados por la niña, quién no entendía la gravedad del asunto.

—Un niño de Slytherin de nuestro año estaba llorando en uno de los pasillos —Recordó, sintiendo lástima por él—. Quería saber que pasaba con él, y así ayudarlo, pero me gritó "vete, asquerosa sangre sucia".

Los cuatro niños formaron un puño, incluso sus nudillos se habían puestos blancos por la presión.

Nadie se estaba percatando de ello, pues todos estaban saliendo del aula.

—Snape —Soltó Sirius, muy enojado—. Debió ser él.

—¿Y... Eso es muy malo?

La niña tenía una mirada muy dulce, tanto así, que Remus se sintió culpable por su inocencia.

—Natalie... —James buscaba las palabras adecuadas—, eso es... Un insulto.

—Me han dicho muchos insultos —Dijo, en voz baja, mientras sus mejillas se sonrojaban—, ¿qué tiene este de especial?

Ninguno dijo nada al respecto, a excepción de Remus.

El niño castaño le explicó con mucha delicadeza los estatus de sangre. Sirius se sentía muy mal al saber que su familia lo había criado de una manera diferente que el resto de sus amigos, pero intentó ser lo más cortés posible con la Hufflepuff.

Natalie salió corriendo hacia su sala común al enterarse que aquello era más que un insulto.

Lloró el resto de la noche, mientras un pequeño Amos intentaba animarla, sin obtener muy buenos resultados.

...


1974

14 años era una edad bastante complicada.
Para muchos, significaba el paso directo a la vida adolescente. Para otros, solo era una edad cualquiera.

—¡Remus! Mira lo que ha hecho Peter.

Los cuatro amigos de Gryffindor se hicieron inseparables, tanto así, que crearon un grupo llamado "Los Merodeadores".

Ellos sabían el secreto de Remus, quien tuvo que decírselos cuando creyeron que se había escapado con una chica.
Fue el momento más vergonzoso de la vida de Remus.

Remus se acercó a la mesa de la biblioteca, retando con la mirada a sus amigos, pues ese grito podría causarles la expulsión de la biblioteca.

—¿Eso es...?

Estaban en la creación de un mapa, pero no cualquiera, sino uno muy especial.
"El mapa del Merodeador", como lo habían llamado, mostraría Hogwarts y todos sus pasadizos, al igual que cada uno de los habitantes.

Peter no era el más inteligente del grupo, pero tenía grandes ideas.

El castaño miró el pergamino, notando como una mancha negra se movía solitariamente.

—Es un buen inicio —Admitió.

Se quedaron en silencio cuando la bibliotecaria pasó por su lado, pero la mirada del licántropo se posó directamente en una chica que justamente pasaba.

Natalie caminaba distraídamente con un libro en mano, mientras Stella Travers, una estudiante de Hufflepuff mayor que ellos por un año, hacía volar algunas notas en el aire.

Sirius se dio cuenta de la forma en que su mejor amigo miraba a la chica, y codeó a James y Peter sin que éste se diera cuenta.

La mente de los tres amigos empezó a maquinar muchas ideas, entre ellas, la forma de juntar a ese par.

Aunque ninguno sabía que ambos jóvenes se unirían de una forma inesperada y dolorosa.


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N/A: Holi, holi ❤️ ¿Cómo andan?

Bienvenidos a una nueva lectura<3
Este apartado es como una breve presentación de los personajes de la obra, así como las situaciones presentadas forman parte directa de la historia, salvo que en los capítulos respectivos solo se hacen mención de estas.

Les presento el fancast de la historia, así como sus versiones pequeñas. ❤️

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