22

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

El campamento terminó igual de rápido que pasaron los días, para cuando regresé a Tokio me sentía renovada y muy feliz. Claro, siempre estaba esa pequeña incomodidad cuando recordaba a Seijuro pero era ignorada cuando estaba frente a mis amigos.

La temporada se volvió fría de repente y ya no quería salir de cama pero tenía que salir este sábado, habíamos quedado con los chicos de tomar un café... ahora me arrepiento.
Después de un baño caliente me vestí con ropa de invierno y bajé al primer piso, mi madre estaba al teléfono, al verme sonrió.

—Shuzo, aquí está tu hermana. Te la paso.

Mierda.

Tomo el teléfono de la casa, de mala gana.

—¿Hola?

Nao, linda. ¿Cómo estás? —habla Shuzo. Sonrío levemente.

—Bien, estoy mejor y la herida ya sanó. No tienes de qué preocuparte.

Sí, lo sé... —le escucho suspirar. —¿Vendrás a verme en estas vacaciones de invierno?

—No lo sé... los chicos participarán en la Winter Cup, aunque es probable que me vaya para allá.

Entiendo, preguntaba porque de todos modos Nao, estaré algo ocupado en las vacaciones. Lo siento mucho.

Eso solo significaba una cosa, debía quedarme e ir a ver a los chicos jugar.

—No pasa nada, me quedaré con Midorima.

—Son muy amigos. ¿No? Siento que desde que cortaste con Akashi te juntas más con él.

En verdad él me cortó a mí...

—¿Eso importa mucho?

Yo nada más comentaba. —puedo sentir su sonrisa desde el otro lado. —Nao, debo irme. ¿Hablamos luego?

—Sí, nos vemos. —y cuelgo. Le doy el teléfono a mi madre. —Me voy, Shintaro me espera.

—Llega temprano.

—Claro...

Salgo de la casa, una ráfaga de viento me hace temblar. Puta vida, todo sería mejor si me quedara en cama. Camino lentamente hasta nuestro lugar de reunión. Quedamos de vernos solamente Shintaro y Kuroko, Takao tenía planes entonces gracias a Dios hoy no tendría sus acosos.

Cerca de un parque me voy a una de las bancas para esperarlos, que pereza me daba este día.

—¡NIJIMURA-CCHI! —ese timbre de voz tan alto sonó desde el otro lado del parque, abro la boca sorprendida cuando veo a Kise atravesar todo el parque para llegar a mí y abrazarme con fuerza.

Si no era Takao, era la rubia.

—¿Kise? —devuelvo el abrazo. —¿Cómo has estado?

—¿Cómo me veo? —se separa y me sonríe con tanto entusiasmo. —Midorima-cchi me habló, me dijo que se iban a reunir aquí y que estarías tú. Quise llegar más temprano para ser el primero en abrazarte.

—Eso es lindo de tu parte. —sonrío levemente. —Gracias.

—Hola chicos. —habla Kuroko de repente. Kise grita como chica.

—Que susto nos das, Kuroko. —me quejo. —Hola.

—Kuroko-cchi. —Kise parecía que destellaba con fuerza. —Estás aquí.

—Aquí viene Midorima. —señala Kuroko. Shintaro llegaba junto a nosotros, nos miraba de mala gana.

—Terminemos rápido con esto.

Por culpa del frío tuvimos que refugiarnos en algún restaurante para tomar algo mientras platicábamos entre nosotros. Al que más conocía era obviamente a Shintaro, me sentía mejor si me sentaba a su lado y le escuchaba hablar. Aunque honestamente los que menos hablaban eran Kuroko y Shintaro y el que no paraba de hablar era Kise.

—¿Cómo está Akashi-cchi, Nijimura-cchi? —pregunta Kise emocionado. Sonrío nerviosa.

—No lo he visto desde hace meses, me cambié a Shutoku.

—¿¡Eeeh!? Pero si tú y él eran inseparables. No me digas que rompieron.

—Kise, cierra tu enorme boca, nanodayo. —dice Shintaro. Kise hace berrinche.

—¿Por qué me tratas así, Midorima-cchi? Yo solo quería saber sobre Akashi-cchi.

—Callado te ves mejor, Kise. —ese era Kuroko. Kise hizo gesto ofendido.

—¿¡Tú también Kuroko-cchi!?

No pude evitar reírme, esta reunión tenía un propósito y es que en dos días comenzarían las vacaciones de invierno y con estas la Winter Cup. Los tres éramos conscientes de la situación y de lo que podía suceder.

O de a quién podía ver.

Tenía mucho miedo pero también sabía que contaba con Shintaro, y eso me daba fuerzas.

Dos días después, el primer partido de Shutoku sería contra el instituto Ounita. Ese día no me levanté tan temprano como el mundo, tampoco me apresuré a vestirme. Ese día me tomé el tiempo suficiente para prepararme mentalmente e ir a apoyar a mi instituto.

Gracias a que eran vacaciones el metro no estaba lleno tampoco, pude tomar un lugar y esperar tranquilamente hasta llegar al estadio donde se ejecutaría la Winter.

Era un estadio enorme para mi gusto, alguna vez me tocó venir a ver a Teiko jugar, al inicio por mi hermano y al final por Seijuro.
Había llegado temprano al menos para la ceremonia, varios equipos ya estaban presentes y no pude evitar temblar un poco rezando por no encontrarme con Rakuzan.

Entro al recinto con timidez y camino hasta las gradas, la ceremonia estaba comenzando y yo apenas llegué. No fui a un asiento sino que desde ahí arriba lo miré todo. El equipo de Shutoku era llamativo por su uniforme pero para mí lo era más él.

Pude encontrarlo al instante pero por la lejanía no podía ver su rostro, un dolor se incrustó en mi pecho. Todavía no podía superarlo aunque haya pasado todo este tiempo.

La ceremonia terminó y los equipos se dispersaron. Tomé mi celular para mandarle un mensaje a Shintaro.

"¿Dónde estás?"- Naomi.

Pero no me contestó. Me alejé por el pasillo para buscar al equipo de Shutoku, debían estar en cualquier lado digo... no han pasado más de diez minutos desde que estaban ahí. Y sí, encontré a Takao con Shutoku pero Shintaro no estaba ahí.

—Se fue de repente sin decir nada. —se queja. —No pude ni siquiera seguirlo.

—Deberíamos buscarlo, tengo un mal presentimiento. —murmuro nerviosa. Takao acepta y juntos buscamos a Shintaro por separado, fui de vestidor en vestidor e incluso en la zona de comida, pero no lo encontré.

Un mensaje me llegó minutos después.

"Lo encontré, detrás del estadio... esto no es bueno." -Takao.

—Seijuro... —susurro. Corro por los pasillos con el corazón alterado, sabía que algo tenía que ver él y también sabía lo imprudente que podía ser Shintaro queriendo enfrentar al pelirrojo.

Par de idiotas.

Salgo del recinto y bajo unos escalones enormes, escuchaba un poco de bulla cerca por lo que seguí ese camino hasta encontrarme con ellos.

Sentí mi corazón volcarse con terror. Seijuro estaba ahí frente a Midorima, Takao estaba a un lado con gesto de terror sujetando a Shintaro.

—¿Cuál es la razón por la que insistes en hacerle esto?

—Me aburrí y quiero tenerla de vuelta. Es todo. —Seijuro alza sus tijeras. —Y me molesta saber que recurrió a ti cuando yo le ordené que no te volviera a hablar nunca.

—Naomi no volverá a ti por voluntad propia.

—Me molesta que hables de ella tan a la ligera como si la conocieras. —Seijuro frunce el ceño. —Tal vez estén en la misma escuela pero tendré que ponertelo claro a ti, Shintaro. Aléjate de ella.

—¿O si no qué? —interrumpo yo con el corazón en la boca pero con la sangre caliente.

Los tres me miran con sorpresa, cada uno a su manera.

—Naomi... —murmura Takao. —... ¿Lo conoces?

Frunzo los labios con temor. Shintaro estaba involucrándose en un problema que no le pertenecía.

— Sí. Takao, deberían irse, por favor.

—No te dejaré aquí, nanodayo. —niega rápidamente.

—¿Por qué el...? —Takao no termina la pregunta, estaba verdaderamente intimidado.

—Yo busqué a alguien fuerte que me protegiera. —camino lentamente en dirección a Seijuro, él no me quitaba la mirada de encima y yo tampoco a él. —Dejé que tu orgullo me infectara. Pero nadie debe ser herido a excepción de mí y el monstruo que he creado en ti, Seijuro.

—Naomi. —su voz.

—Si tienes algún problema vienes y me lo dices a mí. —me acerco lo suficiente para observar esas facciones que me sabía de memoria. —Si tienes algún comentario, algún reproche o excusa, vienes y me lo dices a mí. —tomo las tijeras que tenía en su mano con fuerza. —Pero no se te ocurra lastimar a los que aprecio, Akashi Seijuro.

Poco a poco se formó una sonrisa bastante tétrica en su rostro.

—Venir aquí a fingir ser fuerte no te ayudará, Naomi. —Seijuro alza una de sus manos y acaricia mi cabello. La otra trata de moverla para evitar que siga sujetando las tijeras pero no las solté. —Shintaro pudo haber sido lastimado por tu culpa, si tan solo me obedecieras.

—¿Por qué tengo que hacerlo si tú me pisoteaste como si nada? —murmuro dolida.

—Porque sigues siendo mía. —sentencia con seriedad. —Lo tenías bastante claro hasta que te juntaste con tus supuestos amigos y comenzaste a creer que podías ser feliz sin mí. El problema son ellos, estropearon tu mente y te vendieron una gran mentira... —toma mi rostro. —...Pero yo te puedo liberar.

No puedo creerlo... ¿Dónde está el Seijuro del que me enamoré?

—Desearía que tu madre hubiera sido más fuerte... —sujeto las tijeras con fuerza mientras que con la otra mano lo tomo de su chaqueta. Él se sorprende. —Desearía que se hubiera quedado más tiempo para evitar que pienses que la vida es una guerra, Seijuro.

—Cállate. —ordena molesto.

—No puedes liberarme cuando tú sigues atado a tu pasado. —niego con molestia. —Yo en verdad te amaba, Seijuro. Lo hacía... pero ya no.

El pelirrojo tenía el cuerpo tenso, se veía bastante molesto mirándome. Entonces sus facciones se suavizaron de repente y me miró con interés.

—No es así. —niega. —No me has dejado de amar.

El corazón me dolió. —¿Por qué estás tan confiado?

—Porque no lo digo yo... lo dice él. —sonríe de lado, burlándose de mi gesto de sorpresa. —Deja de hacerte la chica fuerte, puedo verte rota a través de tus ojos. La misma Naomi que corrió a salvarme.

Mi barbilla tiembla, mi compostura poco a poco se derrumbaba.

—¿Por qué haces esto? ¿No te lo di todo? —suelto las tijeras para sujetarlo por el cuello de su chaqueta. —¿¡Qué es lo que quieres de mí!?

—Recurres a la desesperación porque es lo único que te queda, se apodera de ti.

—¡Deja de jugar conmigo!

—No grites. —Seijuro sujetó mi cabello con fuerza, di un quejido mientras me acercaba a su rostro.

—¡Naomi! —grita Shintaro pero Akashi estiró la mano con sus tijeras en señal de que no se acercara.

—¿Qué es lo que quiero de ti? ¿Quieres saberlo? —murmura a centímetros de mi rostro. —Quiero que me pertenezcas por completo. Que incluso tu libertad de pensar sea apresada por mí, quiero que vivas para mí en todos sus sentidos. —cerró la distancia y me besó con delicadeza, cerré los ojos con dolor. Mi pecho ardía con fuerza. —Y quiero que dejes de llorar, te he dicho que no me gusta que lo hagas.

—Creo que estas esperando mucho de mi persona. —susurro. Seijuro me besa una vez más, un beso casto y corto, luego me soltó.

—Voy a aniquilar todas sus posibilidades de ganar sin dejarles escapatoria. —mira a Shintaro con seriedad. —Chicos, les concederé la derrota. —Con una sonrisa arrogante me entregó las tijeras y besó mi frente. —A ti te veré después. Nos vemos.

En un silencio aterrador observamos cómo el pelirrojo se retiraba de ahí. Creí que podía enfrentarlo, que por fin podría escapar de él.

No se puede escapar de tus demonios.

—Todo es mi culpa... —susurro con dolor. —Si tan solo me hubiera ido con Shuzo a Estados Unidos, si no hubiera abandonado a Seijuro cuando lo necesitó, si tan solo lo hubiera obedecido... —más lágrimas caían. —Si tan solo no me hubieran atropellado...

—Naomi. —susurra Shintaro.

Sujeto las tijeras con fuerza.

—¡Si mi pierna hubiera seguido funcionando podría haber sido suficiente y perfecta! —estallo molesta, soltando lo que tanto odiaba de mí. —¡Esta estúpida herida es lo único que me recuerda el por qué siempre arruino todo!

—¡Naomi! —Quise apuñalar mi pierna con esas mismas tijeras pero Shintaro me detuvo, comenzamos a forcejear por el instrumento filoso. —¡Takao, sujétala!

Takao no necesitaba de la orden de Shintaro, ya estaba tomándome de la cintura para alejarme. Me movía contra ambos.

—¡Suéltame! ¡Debiste dejarme caer desde el edificio aquel día! ¡Ahorita no estaría atada a él! —sollozo. Shintaro me arrebata las tijeras y Takao me aleja un poco. —Puedes ser lastimado por mi culpa.

No era la primera vez que trataba de atentar contra mi salud, muchas veces lo hice hace meses pero se suponía que ya lo había superado.

Ver a Seijuro tambaleó mi cordura.

—Hey, Naomi. —Shintaro dejó caer sus tijeras aunque fueran su lucky ítem. Takao me soltó al mismo tiempo que el peliverde me abrazaba con fuerza. Mis manos temblaban y no podía dejar de llorar. —Tranquila, ya pasó. Estoy aquí.

—Shintaro... Shintaro... —susurro triste. —Perdóname. Fue mi culpa... mi culpa... —repito.

—No fue tu culpa, nanodayo. —recargó su mejilla en mi cabeza. —No estoy herido.

Y sentí a Takao abrazarme por detrás, creando un abrazo entre los tres. No podía dejar de temblar de miedo.

—No lo he podido dejar, chicos. Le sigo amando en el fondo de mi corazón.

—En lo personal creo que estás loca y que tus gustos son súper raros. —murmura Takao con un tono asustado. Me hubiera reído en otra situación. —Y yo que creí que te gustaban como Shin-chan.

—Bakao, no arruines el momento. —se queja Shintaro.

—Lo estoy mejorando, Shin-chan.

—Cierra ya la boca.

—Mou~... —me abraza un poco más.

—Chicos, debería regresar a mi casa. No creo poder estar en condiciones y mucho menos bajo el mismo techo que Seijuro.

—Está bien, nanodayo. Te acompañaré a tu casa.

—¿Eh? Pero Shin-chan, el partido iniciará pronto. —dice Takao preocupado.

—Regresaré pronto.




¡VIVA EL DRAMAAAA! 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro