24

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


El cielo estaba a favor de mi maldito humor triste. Era el último día de la WinterCup y seguía metida en mi cama, las cortinas cerradas y el celular en silencio. No tenía ánimos para absolutamente nada me sentía devastada y muy, muy triste. Algo dentro de mí volvía a emerger con miedo frente a la presencia de Seijuro, y no era algo bueno... tenía que superarlo y dejarlo ir.

Superarlo y dejarlo ir.

Sonaba tan doloroso si quiera pensarlo. ¿Cómo era posible que pudiera sentir un dolor tan grande como este? Al mismo tiempo el amor más grande que he sentido por una persona.

Yo lo hubiera dado todo... Seijuro... todo por ti.

Un par de golpes en mi puerta me hace respingar, segundos después entra mi madre a mi habitación. Quise fingir estar dormida pero... a ella era a la única que no podría engañar.

—¿Sabes? Siempre quise mantenerme al margen de la vida privada de mis hijos. —murmura con cariño. La cama se hunde cerca de mi lugar. —Quise darles una buena vida y darles un techo, comida y todo lo que necesitaran. Creí que al irme a trabajar mucho podría protegerlos más pero siento que he sido la peor madre.

Poco a poco lágrimas caían por mis mejillas una vez más, no pude evitar sollozar debajo de mi colcha como una niña escondida. Me sentía tan vulnerable en estos momentos.

—¿Cómo puedo siquiera llamarme madre? Cuando me doy vuelta veo que mi hija ha querido lastimarse a sí misma... a su propia vida. —su voz se corta. —Que mis hijos ni siquiera se dirigen la palabra y que Shuzo no quiere saber nada de mí. —mi propia madre solloza. —No quería hacerles daño, enserio que no.

—Todo está bien madre. —susurro tomando su mano.

—Puedes hablar conmigo, Naomi... —me pide. —Dime... ¿Qué es lo que te sucede?

—Madre... —murmuro cerrando los ojos. —Es solo el simple tema del amor. Tuve que aprender por las malas... —siento mi corazón hacerse pequeño. —Yo realmente lo amaba... y él, él cambió.

—No es un simple tema, resulta ser uno muy importante. —sorbe su nariz. —Uno que puede lastimarnos con tanta facilidad pero con tanta profundidad.

—No fue solo este chico... fue todo. Shuzo se mudó... y lo extraño mucho. —susurro con tristeza. Mi madre acaricia mi cabello.

—¿Quieres irte a Estados Unidos? —pregunta de repente. Me sorprendo.

—¿Estados Unidos? Yo... —desvío la mirada. ¿Huir hasta del país?

—Sé que serías muy feliz a lado de tu hermano. Él siempre sabe cómo hacerte sonreír. —alaba ella. Hago una mueca de tristeza.

Lo extrañaba a horrores.

—No lo sé... debo pensarlo. —susurro.

—Piénsalo bien. Lo que sea mejor para ti, lo cumpliré. —mi madre me da un beso en la frente. —¿No irás a ver el partido de tu amigo?

—Shintaro... —niego y me hago bolita en mi cama. —...Va a ganar el tercer lugar, estoy segura.

—Debes apoyar a tus amigos. —regaña. —Y no me importa si ese ex novio tuyo estará ahí, debes enfrentarlo, Naomi. Ahora párate, báñate, vístete y ve a gritar por tu amigo.

—Tal vez tengas razón madre. —suspiro y me quito la colcha de encima. —Algo es algo.

Un baño y veinte minutos después ya estaba en camino al estadio donde se presentarían las últimas escuelas para jugar baloncesto.

No podía negar que mi cuerpo temblaba pero, debía ser fuerte al menos por Midorima.

Fui a pararme en las gradas cuando vi al equipo jugar, ya llevaban la mitad del partido, un poco más. Sonreí un poco, Kise no estaba dentro del partido por lo que obviamente Shutoku tenía a Midorima y así ganarían.

No podía dejar de jugar con mis dedos aún cuando anunciaron al ganador de ambos equipos, inmediatamente fui a los vestidores. Quería hablar con Shintaro, no lo veía desde hace tiempo y necesitaba explicarle.

Fui la primera en llegar, cinco minutos después el equipo de Shutoku se acercaba a los vestidores. Varios sonrieron al verme y comenzaron a palmear la espalda de Midorima mientras éste se detenía frente a mí y acomodaba sus lentes.

—Shintaro... —murmuro por lo bajo estirando mi mano y tomando la suya, su zurda. —Felicidades.

—¿Estás bien? —es lo primero que me pregunta. Sonrío ampliamente.

—Lo estoy. —y todo lo que tenía que decirle fue cumplido en un abrazo insistente, uno donde sentía que mis sentimientos eran expuestos. Le quería mucho.

—Oi, Nanodayo. —me abrazó de vuelta y chasqueó la lengua. —Estoy sudado.

—Poco me importa.

Tampoco me alejó.

—¿Te quedarás a ver el partido? —murmura por lo bajo. Tiemblo ligeramente y hago una mueca.

—No lo sé... tengo miedo.

—Estarás bien. —acaricia mi cabello. —No dejaré que te haga algo.

—Sí... —asiento lentamente. —... de todos modos me gustaría tomar mi distancia y verlo desde las gradas.

—Yo me quedaré cerca de la cancha, nanodayo. —pellizca mi mejilla. —Cuando termine el partido te veré en el autobús de Shutoku. Una vez en el instituto te acompañaré a tu casa.

—Sí, gracias. —digo por fin soltándolo. —Te veo luego, entonces.

—Sí. —termina por alborotar mi cabello, luego entra a los vestidores.

Yo volví de vuelta a las gradas lentamente, la verdad es que no quería quedarme a ver a Seijuro pero tenía tanta duda sobre lo que sucedería. Pensar que Kuroko había llegado tan lejos era muy emocionante.

Salí a las gradas y me detuve. Ahí estaban... iniciando el partido.



No, nunca en mi vida me imaginé éste final.

Nunca creí que Seijuro pudiera pasar por esta situación en su vida

Seijuro perdió.




|0|




Porque un hombre aprende quién está ahí para él cuando el brillo se desvanece y las paredes dejan de sostenerse.



Regresaba a paso apresurado con la mano en el pecho a punto de llorar. Quería salir de ahí de una maldita vez, necesitaba alejarme... necesitaba huir. Di vuelta en la esquina y salí del recinto directo al aire libre, esperaba ya que Midorima estuviera ahí, y sí... me esperaba junto a todo el equipo de Shutoku para subir al autobús. Seguí adelante, o eso intenté.

—¡Naomi, espera!

No, por favor no.

Posiblemente mi gesto fue de un terror total y no pude evitar apresurar el paso hasta ponerme a correr. No quería verlo ni mucho menos escucharlo, Shintaro se acercó a mí y no pudo evitar sorprenderse.

—¡Naomi!

Estaba a solo unos pasos cerca de Shintaro cuando lo sentí, sus brazos rodearon mi cintura para evitar que corriera más de su persona. Las lágrimas cayeron por mis mejillas al mismo tiempo que me retorcía como si su toque, su simple agarre me quemara.

—No por favor, suéltame.

—Escúchame, Naomi. —suplica.

—No, no... déjame ir.

—Oye, amigo. —el capitán de Shutoku se acercó molesto. —¿No la oíste? Suéltala.

—No puedo. —niega en un murmullo quebrado... esa voz, ese sentimiento...

Todos nos miraban extrañados, ver al capitán de Rakuzan siguiendo a su compañera de esta manera.

—Suéltame, Akashi.

—No... Naomi... —sujetó mi mano y me giró para verlo a los ojos.

Akashi Seijuro, has vuelto al lugar donde pertenecías pero con la única diferencia de que ya nadie espera a tu lado.

Sus ojos habían vuelto a la normalidad, la única diferencia era que estaban llenos de tristeza y desesperación. Quise volver a negarme y decirle que me dejara ir pero él agachó la mirada y se hincó frente a mí sin siquiera dejarme reaccionar. Ocultaba su rostro en mi abdomen y lo peor era que sabía que estaba llorando.

—Dame... aunque sea solo cinco minutos de ti. Sé que no me lo merezco pero lo necesito, Naomi. Déjame explicártelo todo, por favor. —suplica de rodillas abrazado a mí.

—No hagas esto... levántate, Seijuro.

—Déjame explicártelo. Por favor... —repite en un susurro. Toqué sus manos, estaban temblando al mismo tiempo que se sujetaban a mi ropa.

Mi corazón se rompió un poco más de lo que ya estaba.

—Vamos a otro lado a aclararlo todo... —accedo.

—¡Pero Naomi...! —trata de hablar Takao pero Midorima le detiene, acomoda sus lentes y le da una última mirada a Seijuro.

—¿Estarás bien, Naomi?

—No te preocupes por mí, Shintaro. —le regalo una mueca parecida a una sonrisa. Shintaro asiente y decide entrar al autobús. El resto de Shutoku hace lo mismo mientras Seijuro toma la fuerza suficiente para levantarse. —Terminemos con esto de una vez.

Regresamos por el mismo camino, ya no había tanta gente y el estadio pronto lo cerrarían. Seijuro quiso ir por detrás, justo en las mismas escaleras en las que lo vi aquella vez al inicio de la WinterCup. Él se detuvo frente a los escalones y yo me quedé detrás de él, esperando a que hablara.

—Por tantos años me he sentido preso del peso que conlleva ser un Akashi. —comienza a hablar con timidez. —Mi meta fue ser perfecto desde el momento que nací, no me importó sacrificar a mis compañeros de equipo, a mi familia... incluso a ti.

No hablé, ni siquiera podía hacerlo, mi voz se quebraría en cualquier momento y más cuando vi una lágrima deslizarse por su mejilla, él la limpió rápidamente.

—Era tan solo un niño cuando esto sucedió... Me sentí devastado ante la muerte de mi madre, recuerdo que fue el único día en el que se me permitió un descanso. El único día y fue para velar por la muerte de mi propia madre... —cierra los ojos con fuerza. —Fue cuando apareció él, todo porque me vi en necesidad de perfeccionar mi vida. Tenía que hacerlo... no había otra manera. Naomi... —me miró, sus ojos escarlata estaban llenos de lágrimas. —... yo cambié porque todos querían que cambiara, fue para no decepcionarlos. Todos esperaban lo mejor de mí... quería alcanzar sus expectativas... las tuyas... —explica. Pude notar que sus manos temblaban. —...aquel día yo estaba muy celoso de Midorima. Él podía estar contigo, podía hacerte sonreír con tanta facilidad, sus mundos siempre fueron muy parecidos. Yo en cambio debía estar de viaje, y siempre estaba ocupado aunque quería darte tu tiempo. Siempre supe que de alguna manera, Midorima era mejor para ti que yo... y comenzaste a acercarte más y más a él. Aunque parezca seguro, puedo asegurarte que en ese momento dudé más de mí que cualquier otra persona, nunca tuve que luchar por que alguien se quedara a mi lado, y no quería perderte.... pero querer alejarte de Midorima hizo que te alejaras de mí. Fue cuando temí lo peor, no solo estaba perdiendo el control de mis compañeros quienes esperaban que su Capitán fuera el mejor, sino también te había decepcionado a ti. —Seijuro trata de limpiar las lágrimas que caían de sus mejillas. Nunca, absolutamente nunca lo había visto llorar de esa manera. — Sé que no hay palabras en este mundo para poder justificar lo que te he hecho... Siempre quise darte lo mejor, y creí que era la opción correcta... Naomi. Pero quiero que lo sepas, yo nunca dejé de amarte.

—No lo hagas. —niego molesta. —¡No vengas ahora a decirme eso!

—Necesitas escucharlo. —toma mi mano. —Mereces escucharlo.

—¡Te fuiste! ¡No puedes simplemente venir y querer arreglarlo! Cada día fui muriendo un poco más mientras me alejabas de ti.

—Nunca fue suficiente, al final siempre te necesité a mi lado.

Pego mi frente a su pecho y cierro mis ojos con fuerza.

—No, te lo pedí, te supliqué que volvieras... No tienes ni idea de cómo me he sentido todo este tiempo sin ti, tan devastada, tan rota... tan inservible.

Seijuro rodeó mi cintura y me abrazó con fuerza escondiendo su rostro en mi cabello.

—He vuelto, Naomi.

Lloro en silencio, estrujando su playera. Muerdo mi labio inferior que temblaba por lo que iba a decir.

—Pero yo ya no quiero saber nada de ti.

—Sí... —susurra. —... lo entenderé. No te obligaré a quedarte a mi lado. —besa mi frente. —Me dolerá tanto dejarte ir, todo esto fue mi culpa... espero que puedas perdonarme.

—Te deseo felicidad, Seijuro.

—Te amo, Naomi. —acaricia mi mejilla. —Nunca dejé de hacerlo y dudo que pueda en un futuro.

—Cállate... por favor. No digas eso.

—Ya era hora de que te lo dijera... —besa mi nariz, sonríe con tristeza. —Dios mío, déjame besarte una última vez.. por favor.

—No quiero. —niego rápidamente.

—Por favor... —suplica mientras acercaba su rostro al mío, seguí susurrando varios "no" pero ni siquiera sirvió para evitarlo. Mi corazón dolía mil veces más que cuando sabía que era mentira, ahora dolía por saber que este acto es verdadero.

Seijuro acarició mi cabello una vez que se alejó. Me sentía tan devastada.

—Adiós Seijuro.

—Espero verte pronto, Naomi.




|0|




—Yo solo digo que si Anakin Skywalker hubiera sido alumno de Qui-Gon Jin, entonces no se habría ido al lado oscuro. —insisto frente a Kuroko quien tomaba su malteada mientras escuchaba atentamente.

—Ya estaba predestinado. —dice el mismo con ese gesto neutro. —Darth Sidious lo hubiese corrompido, tarde o temprano.

—No estoy de acuerdo.

—Oigan ¿Podemos hablar de algo normal? —se queja Aomine a nuestro lado, terminaba de comer su hamburguesa.

—Yo tampoco entiendo mucho... —sonríe Kise, a modo disculpa.

—¡No! ¡Kuroko debe entenderlo! ¡Qui-Gon Jin era el mejor Jedi, con él se podía evitar la guerra!

—Naomi-san. Si era tan bueno como dices... —Kuroko deposita su malteada en la mesa, mirándome en un suspenso de varios segundos. —...¿Por qué se murió?

—Te mato.

—¡Bueno! —Kise interviene antes de que haga algo contra el pequeño Kuroko. —Es lindo que nos juntemos de vez en cuando, lástima que Midorima-cchi no pudo venir, y claro, Murasakibara-cchi y Akashi-cchi están fuera de Tokio. Pero deberíamos juntarnos algún día todos.

—Yo paso... —comento en voz alta.

—Yo también. —murmura Aomine con pereza a mi lado. Kise se sobresalta.

—¡No sean así! ¡Aprendan de Kuroko-cchi! ¡Él sí quiere que nos juntemos todos! —exclama molesto, Kuroko ni siquiera prestaba atención a la conversación. Me miraba profundamente, fruncí el ceño ante eso.

—¿Qué me miras? —pregunto porque sabía el comentario que venía.

—Qui-Gon Jin no le dio un buen aprendizaje a Obi-Wan Kenobi, por eso éste último no logró ser buen maestro para Anakin.

—¡Deja de ir en contra de Qui-Gon mi lord! —me quejo.

—Estos dos no dejarán de discutir. —se burla Aomine a mi lado, me abraza por los hombros. —¿Qué se siente hablar con un friki como tú? Ni siquiera sabías que Kuroko era fanático de esas cosas. —se burla.

—¡Terrible! ¡En todo me lleva la contraria! —señalo a Kuroko. —¿Doctor X o Magneto?

—Doctor X. —responde sencillo.

—Yo Magneto. ¿Batman o Superman?

—Superman.

—Batman. ¿¡Ves!?

Aomine nos mira como bichos raros. —Necesitan más amigos...

—O una pareja. Nijimura-cchi, nunca he salido con una chica como tú, seamos novios. —propone Kise emocionado, niego al instante.

—No vuelvo a salir con alguien de la Generación del Milagro. —rechazo rotundamente. Los tres chicos me miran sorprendidos.

—¿Ahora qué hicimos? Nos juzgas como si fuéramos los malos. —se queja Aomine.

—Sin comentarios.

—Yo soy el más inocente, Naomi-san. —dice Kuroko.

—Sin comentarios. —repito.

—Mmmmmh... es injusto y terrible, saldrás con puro pelele... —se queja, desanimado. —¿Qué me dices de Midorima-cchi? Últimamente salen a todos lados.

—Solo les falta tomarse de la mano. —se burla Aomine. Les miro mal.

—Shintaro es mi mejor amigo, mi protector, el mejor hombre en mi vida. Y cualquiera que en ésta conversación se burle de él o lo insulte, se las verá conmigo. —alzo mi puño. —Cinta negra en karate.

—De acuerdo. —Kise alza sus manos, a modo rendición. —Solo digo, que harían bonita pareja.

—No lo creo. —niego sin dudar. —Y tampoco está bien que salgas con la ex-pareja de tu mejor amigo. En mi caso, con el mejor amigo de mi ex-pareja. ¿Es que ustedes saben algo de amistad?

—Se supone. —Aomine le quita importancia. —¿A ti te molestaría que saliera con una de tus ex-novias? —le pregunta a Kise. Éste parece pensarlo.

—No realmente.

—Son lo peor. —murmuro por lo bajo. —Además, no es como si puedas dejar de querer a alguien de un momento a otro.

Los tres vuelven a mirarme, pensativos.

—Sigues enamorada de Akashi-cchi. —afirma Kise. Desvío la mirada directo al ventanal, recordando la última vez que lo vi. Fue hace una semana y seguía tan vivo y presente como si hubiera sido hoy.

¿Por qué me aferro tanto a querer a ese hombre? He luchado tanto por él, y ahora que puedo soltarme de sus manos, tengo tanto miedo de perderlo.

—La cagaste, Kise. —se queja Aomine viendo mi rostro. —Creí que nos pusimos de acuerdo para no hablar de ya sabes quién frente a Naomi.

—Metiste la pata. —dice Kuroko.

—¡Perdón, Nijimura-cchi! ¡No fue mi intención!

—No pasa nada. —miento, claramente ese chico me afectaba mucho. —Debo decirles algo...

—¿Qué es? —pregunta Kuroko.

—Hay una pequeña posibilidad de que me vaya a los Estados Unidos a vivir junto a mi hermano Shuzo. —admito por fin, los tres se sorprenden. —No se lo he dicho a Midorima, y claro, tampoco al resto de la generación. No estoy segura, pero sí hay planes de eso.

—¿También te vas tú? —Aomine suspira un poco desanimado. —No podemos hacer nada.

—¡No te vayas, Nijimura-cchi! —Kise toma mi mano. Sonrío apenada.

—No es seguro, pero de todos modos quería decirles.

—Si eso te hace feliz. —comenta Kuroko, mirándome. —Entonces, te extrañaremos mucho.

Yo también los extrañaría a montones. 



Se nos está acabando el fic. :'c 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro