seven

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Después de sobrevivir a mi examen de estadística, caminé por el patio hacia el Java Hut. A pesar de que había tomado un café con leche previamente, sentía que me merecía otro después de esa prueba infernal. Además, no había dormido muy bien durante las dos últimas noches. No desde que Christopher me besó.

Jisung decía que era una señal segura de mi creciente encanto. Pensando en eso, rodé los ojos, consiguiendo una mirada extraña de alguien que iba pasando.

Entré en cafetería, contento de escapar del frío. Tendría que ponerme mi pesado abrigo y mis guantes pronto.

Caminando a través del piso de madera, inhalé el aroma de café y pasteles recién hechos. Había varias magdalenas de calabaza y bollos mostrándose, e incluso galletas anaranjadas frías con forma de calabazas.

La cola era más corta que hace dos horas y me quedé detrás de una chica que estaba hablando en voz alta por teléfono. Traté de ignorar sus tonos discordantes mientras me ponía de puntillas y miraba los panecillos ubicados a varios metros. Decidiéndome por uno de arándano, dejé que mis pensamientos volvieran a la animada conversación que había tenido con mis compañeros de cuarto ayer.

Jisung había insistido en que Christopher me siguió fuera de la barra debido a mis locas habilidades de seducción. Sus palabras, por supuesto. Yo no lo veía así. No cuando él se alejó después de besarme sin decir nada. Me sentí como si estuviera en décimo grado de nuevo. En cualquier momento me daría la vuelta y encontraría a niños susurrando sobre mí con voces indiscretas detrás de sus manos. El peor besador.

Absurdo, lo sé. Esta no era la escuela secundaria. No teníamos quince años. Y difícilmente nos movíamos en los mismos círculos sociales, de todos modos. Si él quería compartir que mi beso lo dejó sin inspiración, ¿a quién le diría?

Jeongin simplemente pensó que debería volver y ver lo que pasó después, bajo el supuesto de que iba a pasar algo más entre nosotros. Esa posibilidad hizo que mi vientre aleteara como si fuera el hogar de miles de abejas. Estaba atrapado entre el temor de que me ignoraría y el pánico a que no lo haría.

—Realmente tenemos que dejar de chocar de esta manera. La gente pensará que estamos teniendo una aventura. —Perdido en mis precipitados pensamientos, salté un poco por la voz cerca de mi oído.

—Lo siento. —Changbin rio, retirándose de donde había inclinado su cara hacia la mía —. No fue mi intención asustarte.

—No. —Presione una mano contra mi corazón acelerado.

Changbin me dio un rápido abrazo. Me incliné hacia él, absorbiendo su calor. Retirándose, me hizo una seña para que avanzara y ordenara. Nervioso a su alrededor como siempre.

—Un latte mediano y un panecillo de arándanos —.le dije a la cajera, sonriendo.

Changbin siguió rápidamente con su orden y le tendió una tarjeta de crédito antes de que yo tuviera tiempo de sacar mi propio dinero. Una vez más.

—No tienes que pagar...

—Seungmin, por favor. —Dejó caer su mano sobre mi brazo, dejándola ahí mientras paraba la búsqueda de mi dinero a través de mi mochila—. Guarda tu dinero. Tú trabajas duro por ello.

Mi cara se calentó, el calor se arrastró hasta llegar a mis oídos. Traté de no dejar que mi molestia saliera a la superficie. No me avergonzaba de trabajar. Iba a tener que trabajar por siempre para pagar mis préstamos estudiantiles. Estaba preparado para eso. Lo sabía. Era solo el recordatorio de lo diferente que era de él lo que me molestó. Nosotros veníamos de dos mundos totalmente diferentes. El hecho de que ambos asistiéramos a la misma universidad no cambiaba eso. Él se graduaría sin deudas. Probablemente conseguiría un convertible como regalo de graduación.

—¿Tienes tiempo para charlar? —.preguntó cuando recogimos nuestras bebidas de la barra, inclinando la cabeza hacia la parte en la que había varias sillas.

—Sí, tengo algo de tiempo.

Afortunadamente mi voz no reveló lo nervioso que me sentía. No vi casi nunca a Changbin el año pasado. Minho lo mantenía ocupado. Y ahora lo había visto dos veces en una semana.

Nos instalamos en dos sillas frente a la acera. La gran ventana de vidrio estaba decorada con hojas de otoño. Dejé mi latte en la mesa frente a mí y equilibré mi panecillo en una servilleta sobre mi regazo. Rompiendo una esquina, lo mordisqueé, observándolo mientras bebía de su taza.

Él me sonrió, recostándose en su silla y poniendo un tobillo sobre su rodilla como sí se acomodara para una larga charla. Mi corazón latió más rápido. Lo que fuera que él tuviera que decir, claramente no tenía prisa, y ahí es cuando me di cuenta de que tal vez sólo quería... pasar el rato. Tal vez no había ningún objetivo. A diferencia de mi objetivo. Objetivos. Hacer que se enamorara de mí. Casarse conmigo y formar parte de su familia.

Finalmente, la necesidad de romper nuestro silencio me llevó a decir: —.Nunca te había visto por aquí antes. Aparte de la última vez. Y lo sabría. Estoy aquí demasiado. —Señalé nuestro entorno.

Él se encogió de hombros. —Minho nunca se preocupó mucho por el café. Prefería los smoothies.

—¿Pero tú prefieres el café?

—Estoy averiguando qué es lo que prefiero. Lo dejé decidir por los últimos dos años.—Hizo una mueca.— Dios, me estoy haciendo sonar a mí mismo abatido, ¿no?

Cerré ambas manos alrededor de mi taza, dejando que el calor del interior hiciera desaparecer el frió.—Estas acostumbrado a ceder y dejar que las personas dependan de ti y en este caso dejaste que él lo hiciera por dos años.

—¿Me estás analizando?

Me encogí de hombros. —Podría ser mi clase de psicología hablando. Pero conozco a tu familia. Es fácil ver que eres un producto de tus padres. Tu madre te crio para ser un hombre bueno, sensible a los demás.—Como que es un hecho que me hizo caer en un profundo enamoramiento por él cuando yo tenía meramente doce años.

Dos años mayor, popular y bien parecido, él no tenía por qué ser amable conmigo. La primera vez que fui a vivir con la abuela y empecé la escuela, todos se burlaban de mi ropa, mi pelo, el hecho de que estaba, obviamente, detrás de todos los demás académicamente. Cuando se enteraron de donde vivía, me dijeron que olía algo repugnante. Eso lo convirtió en un apodo. Un canto susurrado cuando pasaba.

Changbin podría haber mirado para otro lado. En su lugar, intervino y me habló un día. Justo enfrente de todos. Ese mismo día, Hyunjin me pidió que me sentara con él en el almuerzo. No creo que Changbin le diera exactamente la idea, pero Hyunjin había visto su bondad conmigo. Nunca olvidaré lo que hizo por mí ese día. Me quedé un poco enamorado de él entonces, y el resto del camino a lo largo de los años siguientes.

Changbin me miró durante un largo momento. Miré mi panecillo, desmigajando otro pedazo entre mis dedos, preocupado de que él pudiera ver en mis ojos algo de cómo me sentía.

—Un hombre bueno, ¿eh?—murmuró—. Tal vez demasiado. Me quedé con Minho más de lo que realmente deseaba solo porque no quería hacerle daño.

Levanté un trozo de panecillo hasta mi boca y lo mastiqué, analizando mis palabras cuidadosamente. —Creo que aún puedes ser una buena persona y también ser feliz. No son mutuamente excluyentes.

Él inclinó la cabeza y me sonrió. —¿Cómo es que alguien que sale con Hyunjin puede ser tan inteligente? —.bromeó.

Solté una carcajada y estudié mi panecillo restante. —No voy a decirle que dijiste eso.

—Gracias. Eso probablemente me salvará la vida. Pero es cierto, ya lo sabes.

—No soy tan inteligente. Sólo un alma vieja.—Eso es lo que papá me decía siempre. Era una de las pocas cosas que recordaba que me decía. Eso y que cuidara de mi madre. Se me quedó grabado, porque después de que mamá me dejara en casa de la abuela, solía preguntarme si mi padre estaba mirando hacia mí con decepción. ¿Creería que le había fallado?

De repente consciente de que Changbin no había respondido, di otra mirada hacia él. Ya no sonreía. Simplemente me estudiaba. Y no de una manera en que lo hubiera hecho antes. Me observaba como si realmente me estuviera viendo.

—Sí. Puedo ver eso.

Traté de no inquietarme bajo su escrutinio.

—Me alegro de haberte encontrado.—continuó, su familiar sonrisa apareció de nuevo en su lugar cuando la mirada pensativa se desvaneció—. Me preguntaba si querrías que viajáramos juntos a casa el próximo mes. A menos que tengas otros planes.

—No.—Negué con la cabeza, mi corazón latiendo con entusiasmo con esta repentina oportunidad. La última vez había ido a casa con Minho. A decir verdad, había estado debatiendo si volar a casa en lugar de hacer el viaje de cuatro horas. Sobre todo teniendo en cuenta lo poco fiable que era mi coche.

—Genial. Esto hará que el viaje sea más rápido por tener a alguien con quien hablar.

—Por supuesto.—concordé.

—Excelente.—Asintió con la cabeza—. No creo que tenga tu número.—Sacó su teléfono de su bolsillo—. ¿Cuál es?

Recité mi número.

—Genial.—Presionó un botón y mi teléfono empezó a sonar—. Ahora tienes el mío.

Bajé la mirada como si pudiera ver mi teléfono a través del bolsillo de mi chaqueta. –Genial—.repetí.

—Vamos a permanecer en contacto.—Le echó una mirada a su teléfono—. Hombre, llego tarde. Me tengo que ir. Reunión con mi tutor, pateará mi trasero.

—Deberías haber elegido una especialización diferente.—bromeé.

—No nos ofrecieron cestería —respondió él, con una expresión burlona de seriedad. Como si de alguna manera hubiera elegido el curso más flojo si hubiera estado disponible.

—Como si Seo Changbin pudiera ser menos que un neurocirujano.

—Estoy realmente interesado en la cirugía reconstructiva. Corrección de defectos de nacimiento... ese tipo de cosas.

Por supuesto. Él no querría ser un cirujano plástico estándar. Ayudar a las personas que más lo necesitaban. Ese era su modus operandi. Salvar cachorros y rescatar a los gatos de los árboles. De pie, se colgó la mochila al hombro. Agitó su teléfono a la ligera en el aire.—Hasta pronto.

Lo vi moverse entre las mesas y salir de la cafetería. Pasó por la ventana que había a mi derecha y me saludó alegremente a través del vidrio.

Sí. Hablaríamos pronto. Antes de viajar a casa. Lo volvería a ver. Un par de roces más como este y podría empezar a pensar en mí como algo más que un amigo, más que el chico con el que creció, más que el mejor amigo de su primo. Él me vería. Finalmente. Quizá.

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