19.

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―¿Pa' dóne vamos?

Ni-Ki chupó con más fuerza el caramelo que le había dado ese señor, observándolo, sus pies balanceándose porque no podía tocar el suelo. Ese caballero le había ofrecido ese dulce si lo acompañaba a la esquina, y luego lo subió al carro, y Ni-Ki no protestó porque pensaba que irían a dar una vuelta para luego regresar con papá.

Ya quería volver con él.

―Eres muy bonito ―le dijo el hombre en cambio, sonriéndole.

Asintió, porque su mamá siempre se lo decía.

―Quelo volveh ―respondió en cambio, arrugando el ceño.

El señor le hizo un gesto al conductor, que levantó el vidrio que separaba la cabina, y entonces lo agarró de las axilas, levantándolo, sentándolo en su regazo.

―Iremos a un nuevo hogar, precioso ―le dijo ese señor, y Ni-Ki lo miró, sorprendido―, allá serás muy feliz si te portas bien, y no vas a tener que hacer mucho. Tienes carita de muñequito, ¿te gustaría ser eso?

―¡No! ― Ni-Ki comenzó a removerse, queriendo que le soltara, pero el agarre de ese horrible hombre era muy fuerte―. ¡No! ¡Quelo a papá! ¡A mamá! ¡No!

Ese hombre lo golpeó en el rostro.

Comenzó a llorar a gritos por la situación.

―Dios, siempre se ponen así ―gruñó ese monstruo, y cubrió la nariz de Ni-Ki con un pañuelo que olía horrible, por el que apenas podía respirar.

Lo último que vio fueron los ojos enfurecidos de ese señor.

Luego, despertó en medio de la oscuridad, incapaz de ver nada, y volvió a llorar porque no sabía dónde estaba, porque extrañaba a mamá y papá, y quería estar con ellos otra vez.

Se puso de pie pero cayó al suelo de golpe, algo duro apretado alrededor de sus tobillos, y no podía dejar de llorar.

No supo cuánto tiempo estuvo de esa forma, sentado en la oscuridad, llorando sin consuelo alguno, hasta que alguien abrió una puerta.

―¿Te has calmado, Muñequito?

Hipó, sin saber qué decir, y de pronto ese mismo hombre que lo alejó de su papá y lo golpeó, entró.

Ni-Ki quiso retroceder por el miedo, sin embargo, cuando su espalda chocó contra la pared, volvió a llorar.

―Ah, deja de comportarte así ―murmuró ese monstruo con voz suave―, tú no quieres que te golpeé una vez más, ¿cierto? ― Ni-Ki volvió a hipar―. Yo no quiero arruinar tu bonito rostro, Muñequito.

Que-quelo a papi ―sollozó―, a ma-mami...

―¿Papá? ¿Mamá? ―la voz de ese hombre era grave, dura―. Tú no tienes eso, Muñequito ―sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas―. Tú eres un Muñeco de Porcelana, ¿lo has entendido? Y los muñecos no hablan y no escuchan ―soltó un sollozo cuando el desconocido lo agarró del cuello, apretando con suavidad―. Mañana comenzaremos con tu entrenamiento.

Ni-Ki no entendía nada. Ni-Ki sólo quería despertar de ese horrible sueño en el que estaba.

Te di mi mundo porque eres mi todo —cantó con voz dulce, observando la sonrisa de placer del chico—, te di mi invierno y verano, también. En esas frías y cálidas estaciones, ¿te vas a quedar conmigo realmente? ¿Lo harás?

Ni-Ki besó la mejilla de su mamá, sin poder dejar de sonreír, para luego mirar hacia la puerta cuando fue abierta y Jake apareció.

Vamos, Ni-Ki, es tu turno —le dijo Jake, y el chico se puso de pie, entrando a la oficina del psicólogo, yendo a sentarse directamente al puf pera que era su favorito—. Bueno, ¿cómo has estado?

El menor, en lugar de contestar con gestos, sacó su libretita y lápiz, comenzando a escribir algo. Jake enarcó una ceja, curioso por ello, pues Ni-Ki solía escribir sólo cuando se sentía muy confundido con sus sentimientos, pues con gestos le costaba expresarse bien.

Tomó la libretita, palideciendo al ver el mensaje.

Estoy recordando cosas.

Su primera reacción era llamar al policía a cargo del caso, Sohn Eric, pero sabía que debía proceder con cuidado. Sabía que no debía llamar la atención de Ni-Ki porque podría bloquearse otra vez.

¿Qué cosas? —preguntó, sentándose frente a él.

Ni-Ki se balanceó en su lugar, recibiendo la libretita, y Jake sintió que estaba frente a un niño pequeño.

Tal vez, en ese instante, Ni-Ki era sólo un niño que necesitaba ayuda.

Recuerdo a Perrito. Perrito era mi mejor amigo. Perrito hablaba mucho, no ladraba, no importaba cuánto se esforzaran por entrenarlo. Era un mal Perrito, pero aun así, yo lo quería mucho. Le dije muchas veces que fuera bueno, pero no me hacía caso.

Jake sintió su estómago apretado. Perrito. Choi YeonJun, el primer niño encontrado muerto, destrozado, y que inició todo el caso. JaeYoon tuvo que leer todos los informes para comenzar a atender a Ni-Ki, y recordaba haber vomitado debido al asco y repugnancia que sintió cuando leyó las condiciones en las que encontraron a YeonJun.

El menor le quitó la libreta, pero Jake no dijo nada, observándolo anotar con furia.

Si hubiera sido bueno, se habría quedado conmigo, pero cuando lo vi ya no respiraba. Su piel era roja. Yo me esforcé en ser un buen Muñequito para no acabar como Perrito, y el señor Shin me premiaba si era bueno. Él fue muy bueno conmigo.

El psicólogo parpadeó, observando dos palabras en específico, sabiendo que luego debería llamar a Eric porque Ni-Ki estaba comenzando a hablar luego de tanto tiempo.

Cuando lo encontraron para después interrogarlo, el chico siempre se mantuvo en silencio. Era difícil extraerle información, en primer lugar porque no hablaba ni escuchaba, y en segundo lugar, porque no podía escribir ni comunicarse bien con nadie. Y cuando comenzó a aprender, cuando era capaz de explicarse, bloqueó todos los malos recuerdos que tenía. Bloqueó gran parte de su memoria.

Por supuesto, los últimos recuerdos estaban allí: apuntó a Jeong YongJun como la persona que le tuvo en su casa los últimos dos años, como su Dueño, y gracias a ello lograron condenarlo. Pero Eric había sido claro: YongJun era sólo la punta del iceberg de todo ese caso, sólo un desgraciado que pagó para comprar a Riki, y los verdaderos responsables seguían desaparecidos.

Señor Shin. No era casi nada, pero algo era algo.

¿Bueno en qué sentido, Ni-Ki? —preguntó Jake con cuidado.

Si yo cometía un error, sólo me abofeteaba.

Escribió Ni-Ki.

Y siempre dijo que yo era especial. Los otros Muñequitos eran malos, tan malos, que les cortaban las cuerdas vocales para que no hablaran. Les rompían los tímpanos para que no escucharan. Algunos estaban ciegos como castigo. Pero yo no. Yo era especial y perfecto. El Muñequito perfecto.

Jake sentía que vomitaría en cualquier momento, lo cual era bastante serio porque había sido preparado para contener las náuseas en muchos de esos casos.

Pero ver a Ni-Ki escribir eso con tanta tranquilidad, como si hablara del clima, hacía que su estómago se revolviera. Más que eso: Ni-Ki hablaba casi como si estuviera presumiendo haber sido un Muñeco perfecto, como se había llamado.

¿Te acuerdas de cómo era el Señor Shin? —preguntó.

Ni-Ki se detuvo un instante, pensativo.

Era muy guapo. Tenía el cabello negro y ojos oscuros, y era alto. Muy alto. Al Señor Shin le gustaba cuando yo era bueno y me quedaba callado cuando me entrenaba, aunque a veces dolía mucho. A veces no podía sentarme después sin llorar. Pero si lloraba en silencio, entonces no importaba.

Jake sentía su almuerzo en su garganta, sin embargo, se obligó a mantenerse tranquilo, a mantener su rostro con una sonrisa comprensiva cuando en realidad quería romper a llorar también.

¿Crees poder dibujarlo, Ni-Ki? —continuó Jake.

El muchacho asintió.

Una hora después, Shim JaeYoon estaba llamando a Eric para luego conversar con YuNa  y explicarle lo que acababa de ocurrir.

♡❜

SungHoon le sonrió a WonYoung, que lucía algo preocupada y nerviosa mientras caminaban por el pasillo del colegio hacia su salón de clases.

—¿Crees que Ni-Ki siga enojado? —preguntó en voz baja la chica—. Le voy a pedir disculpas por el beso.

Su hermano mayor mantuvo la sonrisa relajada en su rostro.

—Por supuesto que no, no creo que Ni-Ki sea rencoroso —contestó, pero notó que WonYoung no se calmó con sus palabras.

La menor se despidió de él, entrando a su salón, y SungHoon lo aprovechó para asomarse, notando con alivio que Ni-Ki estaba ya adentro. Aunque el alivio duró poco al recordar las palabras de HeeSeung la semana pasada, la incógnita que dejó luego de ir a ver al menor.

Ni-Ki había oído el ruido de una piedra golpeando el vidrio, ¿no? Porque si hubiera sido de otra forma, ¿cómo habría abierto la ventana?

Como si estuviera sintiendo su mirada, Riki levantó la vista, chocando con sus ojos, y SungHoon le hizo un gesto breve para que se juntaran fuera. Su novio se puso de pie, diciéndoles a sus amigos que iría al baño, saliendo precipitadamente del salón porque tenía muchas ganas de ver a SungHoon.

El mayor cerró el baño con llave, abrazando a Riki antes de darle un breve beso, viendo su rostro iluminarse.

Te extrañé —le dijo Ni-Ki al alejarse, sus manos moviéndose con rapidez.

SungHoon le dio otro beso, sabiendo que debía ser rápido porque el timbre tocaría en unos minutos, y necesitaba salir de esa duda. Estuvo todos esos días carcomiéndose la cabeza, tratando de pensar en cómo preguntarle lo ocurrido sin lucir entrometido.

Le pidió el cuadernito a Ni-Ki, sin confiar demasiado en su capacidad de hacer las señas correctas.

Ni-Ki, cuando fui a verte, ¿cómo supiste que debías abrir la ventana?

¿Escuchaste el ruido de la piedra golpeando el vidrio?

Riki leyó el mensaje, parpadeando por la pregunta para luego mirar a SungHoon. Sus cejas se fruncieron en confusión, poniendo brevemente una expresión de pánico que trató de disimular.

No. No, ¿de qué hablas? Fue Bisco. Él llamó mi atención.

Bisco estaba a mi lado y se puso de pie, mirando a la ventana. Pensé que podía haber un gato en el patio, algo así, pero no escuché nada.

Yo no puedo escuchar.

Los labios de Ni-Ki temblaron.

¿Vas a terminar conmigo?

SungHoon se apresuró a responder:

¡No, no! —dijo, para luego repetir con señas—. No, Riki, no haré eso. Tranquilo, sólo era una duda.

Ni-Ki no parecía demasiado convencido, sin embargo, en ese momento el timbre tocó y SungHoon sabía que debía ir a su salón de clases.

Le dio otro beso.

Nos vemos más tarde —le dijo—. ¿Nos juntamos luego de clases?

Ni-Ki asintió con energía, saliendo del baño y corriendo para ir a clases.

SungHoon pensó en su respuesta. Bisco. Su perrito siendo el motivo por el que abrió la ventana. Podía ser, por supuesto, pero...

¿Por qué sentía que Riki le estaba mintiendo? ¿Por qué sentía que había cosas que no le estaba diciendo?

Suspiró, saliendo del baño y dando unos pasos, sin embargo, fue detenido cuando alguien agarró su brazo.

Observó el rostro de RyuJin.

—Noona —le dijo con voz educada—, ¿ocurre algo?

RyuJin hizo una mueca ante su pregunta, sus dedos aferrándose a la tira de su mochila.

— SungHoonnie —contestó—, ¿podemos hablar sobre nosotros? Ya ha pasado un tiempo y...

— RyuJin —respondió SungHoon, alejándose para mantener las distancias—, no hay nada que conversar, lo sabes bien. Tú y yo hemos terminado y...

—No, no lo hemos hecho —corrigió RyuJin, tratando de alcanzarlo—, sólo nos hemos dado un tiempo, pero ya va siendo momento de que volvamos, los dos vamos a estudiar juntos para ser médicos así que...

— RyuJin, no —el más alto la miró de forma severa—. Eres una chica increíble, pero no me gustas de esa forma. Además, lo he estado pensando bien y... —hizo una pausa—, es muy probable que no estudie Medicina.

La muchacha se quedó quieta debido a sus palabras, atónita y sorprendida, su expresión llenándose de horror al comprender lo que dijo.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó, su tono temblando—. Oppa, ¿estás bromeando?

SungHoon humedeció sus labios pero no contestó, girándose y marchándose del pasillo, dejando a la pobre chica balbuceando palabras sin sentido.

Pero a él no le importaba. SungHoon tenía mejores cosas de las que preocuparse en ese instante.

♡❜

HeeSeung frunció el ceño, sacudiendo la cabeza, pero Jay lo ignoró.

— JayJay, debías leerte el libro —le dijo, suspirando.

—No, no me gustó nada, ¡no tengo por qué leerlo! —contestó Jay, enfurecido.

—Era para una prueba, además, una de las preguntas era qué te llamó más la atención del libro, podrías haberle mentido —replicó HeeSeung.

—¡No, ella no pidió que mintiéramos, ella dijo que pusiéramos algo que nos gustó, y si no me gustó nada, no tengo por qué inventar! — Jay cubrió sus oídos con sus manos, sin querer oír más las réplicas de HeeSeung.

JungWon los observó para luego rodar los ojos, sonriendo cuando SuNoo se sentó a su lado, pasando un brazo por sus hombros para atraerlo contra él. Ni-Ki levantó la mirada de su tarea, sonriéndole a SeonWoo, que le miró con algo de insistencia.

Pero Ni-Ki ignoró aquello, por supuesto.

—Aquí estás —llegó SungHoon hablando, observando a HeeSeung—. Te he estado buscando por todo el colegio.

HeeSeung resopló.

— JongSeong no entiende por qué ha tenido que dar el examen —le dijo a HeeSeung —. Como el libro no le ha gustado, no lo quiso leer, así que no quiso darlo. Pero la profesora no aceptó sus excusas y le ha calificado con el mínimo. Tampoco entiende su nota, porque él no lo rindió, entonces según él, no tuvo que darle esa calificación.

Jay tiró la prueba al suelo, rabiando.

—Era un libro aburrido, ¡yo no leo libros aburridos! —dijo, levantando la voz sin darse cuenta—. La profesora no tuvo que mandar a leer eso, ¡la profesora es una tonta!

—¡Jay! —regañó HeeSeung.

—Su aliento apesta, es fea y su cabello parece paja —prosiguió Jay, ignorando a HeeSeung —. Ella...

Ni-Ki puso una mano sobre la pierna de Jay y el chico dejó de hablar, observando los dedos de su amigo. El de cabello rubio le sonrió al de pelo rosita, sus ojos dulces y tranquilos, y JongSeong soltó un chasquido, cruzándose de brazos.

La escena parecía tener una íntima conexión que llamó la atención de todos.

JungWon sintió una punzada de celos, pero se obligó a controlarlo, abrazando con más fuerza a SuNoo.

— Jong... —volvió a decir HeeSeung—, la próxima vez, si no te gusta el libro, deberías decírmelo —su voz se tornó cariñosa—. Yo puedo leerlo y te lo explico.

Jay frunció el ceño.

—¿Por qué lo tendrías que leer tú?

HeeSeung sonrió.

—Para ayudarte —el chico parecía dispuesto a replicar, pero HeeSeung continuó—. Anda, Jonggie, ¿qué tal si me das un beso?

—No, tu aliento apesta, no te has lavado los dientes...

El grupo suspiró con alivio al ver que Jay se tranquilizó de alguna manera.

Riki se volteó hacia su tarea, emocionándose cuando SungHoon se sentó a su lado, y le escribió en el cuadernito.

Hyung, ¿me ayuda con la tarea? Es de matemáticas y no la entiendo muy bien.

SungHoon le devolvió la sonrisa, asintiendo para luego acercarse más.

—Deberíamos salir en una cita —dijo JungWon de pronto—, una cita doble, SuNoo y yo, y Jay-shi y HeeSeung.

SuNoo vio su oportunidad en ese instante.

—¿Por qué no una cita triple?

JungWon arrugó el ceño.

HeeSeung decidió apoyar al chico, entendiendo a dónde iba aquello.

—Oh, eso suena interesante —comentó con voz tranquila—. Jong y yo, SuNoo y tú, y Riki y SungHoon.

Como si pudiera adivinar que estaban hablando de él, Ni-Ki levantó la vista, sus ojos inocentes posados en JungWon. SungHoon parpadeó.

JungWon parecía desconcertado.

—Pero SungHoon no es gay —dijo, atónito.

—Oh, vamos, no debe ser gay para que salga en una cita con Ni-Ki, ¿no es así? —dijo SeonWoo, queriendo lucir relajado mientras sonreía.

¿De qué hablan? —preguntó Ni-Ki.

—Y a Ni-Ki no le gusta SungHoon —continuó JungWon —. Eso es...

—Pueden salir como amigos —contestó HeeSeung.

Jay abrió su boca.

—¿A Ni-Ki no le gusta SungHoon? —preguntó, sin entender nada—. Pero...

—Oye, Jong, ¿no tienes un libro que leer? —le interrumpió HeeSeung.

Jay comenzó a golpear el suelo con su pie, rabiando una vez más.

—¡Eres lo peor! ¡Eres lo peor! ¡Eres lo peor! —repitió, y HeeSeung le tomó la mano para llevarlo a otra parte y calmarlo—. ¡Apestoso, apestoso, apestoso...!

Ni-Ki era el único que parecía desconcertado, sin saber qué estaba pasando, y SungHoon decidió intervenir.

—La verdad es que podríamos salir de a tres —comentó con ligereza—, Ni-Ki me cae bien y no iríamos en plan romántico.

JungWon seguía algo pasmado, para luego mirar a Riki.

Oye, ¿quieres ir a una cita? —le preguntó, viendo como ponía una expresión de interrogación—. SungHoon y tú, SuNoo y yo, y HeeSeung y Jay.

Ni-Ki observó a SungHoon para luego dirigir su vista hacia SuNoo, y finalmente a JungWon.

Frunció el ceño.

¿No te incomoda? —le preguntó.

JungWon abrió la boca un instante, pero al momento de responder a Riki, lo hizo sólo con gestos, sin hablar.

SungHoon está soltero y si no tiene problema alguno, entonces no le veo lo malo. Además, él y mi hermana han terminado, y ha dicho que esto no sería algo romántico.

Ni-Ki hizo una pequeña pausa, pensativa.

Está bien, ¡suena genial! — Riki sonrió, contento—. ¡Me gusta que seamos todos amigos!

JungWon le devolvió la sonrisa, aunque se sentía algo extraño e incómodo por lo ocurrido. Si bien a él no le molestaba mucho que RyuJin y SungHoon hubieran terminado, tampoco se sentía demasiado bien ver al chico saliendo con su mejor amigo.

En especial porque SungHoon siempre se había visto como un chico correcto, entonces, si también le gustaban los hombres, ¿por qué...?

¿Por qué nunca hizo nada para evitar que lo agredieran?

Se recordaba el año pasado, cuando estaba solo en el colegio, sin amigos ni compañía alguna, y SungHoon salía con su hermana. La forma en la que varios de sus compañeros se burlaban de él, lo empujaban y llegaban a golpear. Pero SungHoon nunca hizo nada para evitarlo.

Por otro lado, RyuJin afirmaba que ella volvería con él, ¿no era traicionero de su parte permitir eso?

—Hyung —dijo JungWon, llamando la atención de SungHoon, y el mayor lo miró. JungWon bajó la vista, algo intimidado—. Um, tú y mi hermana... Mmm... ¿Van a volver más adelante o no? Ella ha dicho que esto es sólo un tiempo.

SungHoon observó a JungWon, que no era capaz de mirarlo, y pensó en lo tímido y torpe que parecía siempre. Él sabía, por lo poco que le había contado RyuJin, que la pasaba muy difícil en su casa y que era muy torpe al momento de relacionarse con otras personas.

—No, JungWon —le dijo con seriedad—, a tu hermana la aprecio mucho, de verdad, pero creo que no es la persona indicada para mí. Ella se merece a un chico que la quiera por completo, y yo no soy ese chico.

JungWon asintió, tomándole la mano a SeonWoo, que sólo le dio un apretón.

—Deberíamos ir al parque de diversiones —dijo para hablar de otra cosa—. A ti te gustan mucho esos juegos de altura, ¿no, Wonnie?

JungWon sonrió.

—¡Son geniales! — Jay y HeeSeung llegaron, ambos con los labios hinchados, pero nadie dijo nada—. ¿Qué opinas tú, Jonggie? ¿Te gustan los juegos de altura?

JongSeong frunció el ceño.

—No, son horribles, hacen que todo mi estómago dé vueltas y quiera vomitar —se apresuró a decir.

—Nos subiremos a otros que no sean tan malos —sugirió HeeSeung—, y te compraré un peluche, ¿sí, JayJay?

—Uno de dinosaurio —cedió Jay.

¿Qué tal este sábado? —preguntó JungWon, animándose porque nunca había tenido una salida tan grandes con amigos, y se sintió bien estar siendo incluido en eso—. ¡Podríamos ir en la mañana y nos quedamos todo el día!

¡Suena genial! —apoyó Riki, casi rebotando en su asiento—. ¡Ya quiero ir!

Ni-Ki estaba demasiado feliz, porque ese podía ser el primer paso para preparar terreno y decirle a JungWon. Si veía que SungHoon y él hacían linda pareja, ¡tal vez hasta les apoyaría sin problema alguno!

Confiaba demasiado en eso, ¿qué podía resultar mal?

♡❜

JungWon se despidió de SeonWoo, sonriendo cuando lo besó en los labios, el más bajito gruñendo en señal de protesta al sentir la mano de su novio en su culo, dándole un apretón.

—No hagas eso —le dijo SuNoo con la voz ronca—, me estás provocando.

JungWon se rió, dándole otro beso antes de separarse.

—Nos vemos mañana, Sunnie —se despidió caminando hacia su casa.

SuNoo le sonrió, despidiéndose también para marcharse, y JungWon entró a su hogar. Papá debía estar trabajando en tanto mamá había salido con unas amigas, así que por el momento estaba solo junto a RyuJin. Al ver sus zapatos en la entrada supo que ya había llegado, pero con toda probabilidad debía estar encerrada en su pieza, estudiando.

Debido a ello, casi suelta un grito de susto al verla en su cuarto.

—¡Noona! —jadeó asustado, provocando que la muchacha se volteara.

—Lo siento —se disculpó ella—, no quería asustarte, Won.

El menor sacudió la cabeza, quitándole importancia y dejando su mochila en el suelo.

—¿Ocurre algo, Jin? —preguntó curioso, porque su hermana casi nunca entraba a su cuarto.

RyuJin se giró hacia el por completo.

—Tienes fotografías muy lindas —comentó, caminando para sentarse en la cama—, es un talento innato que posees.

—Gracias, noona —dijo, repentinamente avergonzado porque RyuJin casi nunca le decía esas cosas.

Miró un instante las fotografías pegadas en la pared: en varias de ellas estaba junto a Ni-Ki, siendo sacadas por los padres de su amigo cuando iba a jugar con él. El resto eran suyas: paisajes, calles vacías, él caminando junto a Ni-Ki. Las más recientes eran de ellos dos junto a Jay. Otras dos eran con SuNoo.

Su familia. Su verdadera familia.

—¿Pasa algo? —le preguntó a RyuJin entonces, llamando su atención.

La expresión de la chica decayó.

—Sé que no es la mejor forma de decírtelo —comenzó a decir ella con voz temblorosa—, pero quiero pedirte un favor, JungWonnie.

JungWon enarcó una ceja.

—Lo que quieras —le dijo, desconcertado.

Ella tragó saliva.

—Estos últimos días te he... visto muy cercano a SungHoonnie —comenzó a decir con cuidado.

El muchacho permaneció en silencio.

—Tú... ¿podrías ayudarme a que él y yo volviéramos? —le preguntó, su voz de pronto tímida, y JungWon abrió los ojos por la sorpresa—. Por favor, JungWonnie.

—¿Qué? —sacudió su cabeza, atónito—. RyuJin, ¿por qué me pides eso? SungHoon y yo no somos cercanos. Él... él sólo se junta con nosotros porque HeeSeung y Jay están saliendo. Pero nosotros...

—Por favor —insistió ella, y sus ojos se llenaron de lágrimas—, te lo ruego. Papá y mamá están empezando a sospechar que no estamos juntos y ya ha pasado mucho tiempo, tengo miedo de que esté viendo a otra chica, ¡no podría soportarlo!

JungWon se estremeció porque recordaba lo que le había dicho SungHoon días atrás: no pensaba volver con RyuJin porque, básicamente, no la quería de esa forma. Y JungWon lo respetaba, por supuesto, ¿cómo iba a forzar los sentimientos? Lo mejor era alejarse para evitar el daño, para evitar afectar a esa persona, ¿acaso RyuJin no podía entenderlo? Era mejor para ella.

— SungHoon y yo no somos cercanos —repitió—, él no va a escucharme. Noona, lo mejor es que asumas que ya no están juntos, sólo te estás haciendo daño.

RyuJin hipó, negando con la cabeza.

—Soy tu noona, ¿por qué no me ayudas? —insistió ella, sin dejar de llorar—. SungHoon está confundido, es simplemente eso, él sí me quiere pero necesita un empujón.

—Noona...

—¡Tú podrías ayudarme a que regresemos! —prosiguió, ignorándolo—. Eres un chico y ahora son casi amigos, ¡vamos, JungWonnie! —su tono se quebró—. Tú no quieres que papá y mamá me odien, ¿cierto? Ellos estarían muy decepcionados de mí y eso me haría daño, Won.

El menor mordió su labio inferior, viendo el afectado rostro de su hermana mayor.

—Noona, habrá otro chico bueno para ti, mucho mejor que SungHoon —le dijo débilmente.

Ella lloró más.

El estómago de JungWon se contrajo pero trató de mantenerse firme. No podía preocuparse por la relación de su hermana, tenía otras cosas que hacer como comenzar a buscar a su mamá y estar con sus amigos, ¿cómo podía agregarse otra carga que ni siquiera estaba seguro de hacer bien? Además, la relación entre RyuJin y SungHoon no le interesaba, ¿por qué debía meterse? SungHoon había sido claro con respecto a eso.

Él tenía que centrarse en buscar a su mamá, en...

RyuJin comenzó a salir del cuarto sin dejar de llorar.

—Voy a ayudarte.

No la miró cuando el llanto se detuvo de forma sorpresiva.

—¿De verdad? —la chica se giró, sonriendo de forma temblorosa, ilusionada—. ¡¿Lo harás, JungWonnie?! ¡Eres...!

—Pero quiero algo a cambio —prosiguió, dándose vuelta para mirarla.

—¡Lo que sea! —prometió RyuJin.

Tomó aire.

—Tienes que preguntarle el nombre de mi mamá a papá —observó cómo la sonrisa en el rostro de RyuJin desaparecía, pero continuó hablando—. Tienes que decírmelo para que así yo pueda buscarla. Si lo haces, yo te ayudaré a volver con SungHoon.

—¿Buscarla? —preguntó RyuJin—. JungWon, ¿de qué estás hablando? Nosotros somos tu familia, no ella.

JungWon no le respondió, porque no era capaz de decirle que eso era mentira. Que él los quería mucho, pero no eran su familia, porque familia eran las personas que eran incondicionales a ti y siempre te apoyarían. Como SuNoo. Como Ni-Ki. Como Jay. Incluso como HeeSeung.

—Esa es mi condición, noona —fue lo único que contestó.

RyuJin salió a paso apresurado del cuarto luego de responder.

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