20.

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—Mi nombre es YeonJun—susurró el niño a su lado, su rostro encharcado por las lágrimas, sus ojos rojos e hinchados, pero aun así, le sonrió tímidamente—. ¿Cuál es el tuyo?

Muñequito abrió la boca, pero no salió sonido alguno porque no lo recordaba.

¿Nombre? ¿Qué era eso?

—Muñequito —murmuró en respuesta, estremeciéndose cuando su voz salió ronca porque llevaba una semana sin hablar.

A Señor Shin no le gustaba que hablara porque estaba rompiendo las reglas, y si rompía las reglas, significaba que iba a ser castigado. Muñequito no quería eso, porque él deseaba ser muy bueno para que así le dieran un premio.

YeonJun frunció el ceño, confundido. Muñequito recordaba que lo habían traído sólo un mes atrás por lo que su entrenamiento era bastante pobre todavía, pero pronto llegaría un momento en el que se rompería por completo.

Todos los juguetes se rompían en algún momento.

—Ese no es un nombre —dijo YeonJun con expresión de reprobación—. ¿Cuál es tu nombre?

Sus labios temblaron cuando quiso volver a hablar, pero gracias a dios no lo hizo, porque Señor Shin entró en ese momento.

El resto de juguetes en el cuarto se quedaron quietos, a la espera de que ocurriera algo, pero Señor Shin caminó hacia YeonJun, agarrándolo del brazo, haciéndolo gritar.

—¿Qué haces molestando a Muñequito, Perrito? —le dijo con voz enfurecida—. ¡Te dije que estaba prohibido!

—¡Duele! —lloró YeonJun, agarrando a Muñequito del brazo también—. ¡Di-dile que no!

Muñequito no reaccionó, su mandíbula endurecida, sus ojos mirando a otra parte.

Resonó otro grito y un golpe seco mientras arrastraba a YeonJunfuera de allí. No. No se llamaba YeonJun, era Perrito. Perrito.

Muñequito repitió aquello durante el resto de las horas.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó Señor Shin más tarde, sosteniendo a Perrito contra la pared, todos los juguetes mirando la escena sin reaccionar. Había rastros de sangre por todo el cuarto.

Ye-YeonJun —balbuceó el niño.

Otro golpe. Otro chillido. Otro llanto. Pero nadie se movió.

Muñequito no reaccionó, porque sabía muy bien lo que ocurriría si lo hacía.

—¿Cuál es tu nombre? —repitió Señor Shin.

Ye-Ye-YeonJun...

"Por favor. Por favor, dale lo que quiere", parecían decir todos los juguetes allí.

Muñequito pensaba eso también desesperadamente.

—¿Cuál es tu nombre?

El juguete lloró.

Se había roto, como todos ellos en algún punto.

Pe-perrito...

Señor Shin abrazó el ensangrentado cuerpo, acurrucándolo contra él, importándole poco la sangre, el dolor, el llanto, y acarició su cabello.

—¿Ves, Perrito? —murmuró Shin—, no era tan difícil. Si eres un Perrito bueno, tendrás muchos premios. Pero si eres malo, no tendré más remedios que castigarte. ¿Cómo hacen los perritos?

Perrito lloró con más fuerza.

Gu-guau —balbuceó entre sollozos.

Pero eso era suficiente para Shin. Era el inicio de todo.

Muñequito odiaba a Perrito, aunque también lo admiraba, porque parecía ser el único que recordaba más cosas en ese sitio. Hablaba, cuando se olvidaba de sus enseñanzas, de alguien llamado "mamá" y "papá", y de que le irían a buscar porque él era un buen niño.

Muñequito no lo entendía, porque Perrito no era bueno. Era uno de los peores juguetes de allí porque casi siempre desobedecía todo lo que se le decía.

Pero aun así, cuando lo vio la última vez, cubierto de sangre y sin luz en sus ojos, Perrito parecía feliz.

Parecía tristemente feliz.

YuNa y JeongIn observaron a Ni-Ki, SooBin, Jake y Eric con expresiones atentas, aunque sus estómagos estaban apretados porque sabían que, cuando los tres estaban juntos, no era un buen indicio.

— Ni-Ki ha estado recordando muchas cosas —dijo SooBin con voz cuidadosa—, en nuestra última sesión, me habló de que estaba soñando con un tal "Señor Shin", que fue la persona que le cuidó antes de irse con... su nuevo "Dueño".

Los padres se miraron con expresiones de horror y furia. Cuando comenzó el juicio contra YongJun, contrataron a los mejores abogados para que aquel hombre no tuviera posibilidad alguna de obtener un beneficio, aunque con todas las pruebas que había, era evidente que no tenía salida alguna. Y aunque observaron la condena, todavía quedaban brasas de odio y rabia por lo que le había hecho a su bebé. Por todo el daño irreparable que recibió.

Pero no habían pensado, en algún momento, que quizás YongJun fue la punta del iceberg de todo lo ocurrido. Que YongJun hizo daño, sí, pero había otra persona (otra red) que fue la que comenzó todo eso.

—¿Qué significa, entonces? —preguntó JeongIn con voz débil, pálido.

Eric se acomodó en su lugar.

— Ni-Ki fue encontrado el año 2006, pero tres años antes, recibimos el primer caso que dio inicio a todo esto: Choi YeonJun, un niño de siete años, fue encontrado muerto en las afueras de Seúl. Las condiciones en las que fue encontrado... nos guio desde el comienzo hacia la red de prostitución y trata infantil de la que formó parte Ni-Ki.

YuNa sentía ganas de vomitar en ese momento, recordando esos primeros días, todos los informes médicos que leyó, las condiciones en las que encontraron a su pequeño bebé. Su único bebé.

— YeonJun presentaba no sólo signos de abuso y violación sexual —continuó Eric—, sino también... —aclaró su garganta—, un collar con un nombre alrededor de su cuello que decía "Perrito". Por otro lado, sus piernas se hallaban... deformadas para estar siempre dobladas, como...

—Como un animal —completó JeongIn, bebiendo un poco de agua para pasar las náuseas.

—No entiendo —murmuró YuNa—, ¿por qué nos están contando esto ahora?

Jake se inclinó unos centímetros.

— Ni-Ki es una pieza clave para todo este caso —dijo con voz suave—, nos ha hecho un retrato de cómo lucía "Señor Shin", y menciona un cuarto junto a otros niños. Incluso recordaba a... "Perrito", es decir, a YeonJun. Es importante...

—No —escupió YuNa, poniéndose de pie, su rostro enfurecido—. No. ¡No van a interrogarlo, no le harán revivir todo eso! —rompió a llorar y JeongIn la sostuvo contra su pecho—. ¡Él está mejorando, está rehaciendo su vida, ustedes no van a devolverlo a ese infierno!

—Cariño...

—¡Me importa una mierda todo este caso! —gritó—. ¡No van a hacerlo sufrir más, no le harán daño otra vez!

—Señora Nishimura... —comenzó a decir Eric.

—A medida que Riki vaya recordando todo —le interrumpió Jake con voz dura—, se irá dando cuenta de que él no es un "Muñequito". Que él no es un juguete, y por sobre todo, que puede oír y hablar.

YuNa enmudeció.

—Todos aquí sabemos eso —apoyó SooBin—, que Ni-Ki finge ser sordomudo porque así se le fue enseñado tanto tiempo, y una parte suya la acepta como verdad porque, en el fondo, su instinto lo demanda por miedo a represalias.

Los padres siguieron en silencio, observándolos hablar.

—Pero está llegando a un punto en el que no puede fingir más —prosiguió Jake—, ¿o ustedes no lo han notado? Mientras más parece relacionarse con otros, más parece olvidarlo, sin embargo, no está reaccionando bien porque esos accidentes vienen de la mano con episodios de regresión. En algún momento, más temprano que tarde, Riki va a hablar, y eso provocará que, sí no es tratado como corresponde, tenga un colapso por completo y se cierre más aún a la posibilidad de volver a hablar a futuro.

YuNa cerró sus ojos mientras JeongIn la seguía sosteniendo, ambos sabiendo que tenía razón porque lo habían notado: en el ambiente familiar, cuando alguien le llamaba repentinamente, Ni-Ki levantaba la cabeza en señal de pregunta, escuchando su nombre. Ellos fingían no estar sorprendidos por esa situación porque no querían asustarle, pero en el fondo sentían que las cosas estaban cambiando.

—Vamos a ir dejando el idioma de señas de a poco —dijo SooBin con tono grave—, así, Ni-Ki se verá impulsado a escucharlos con sus reales capacidades. El tema del habla es un poco más complicado, pero no imposible de promover.

La mujer volvió a sentarse, cubriendo su rostro con ambas manos, sintiendo su corazón romperse porque ella, por supuesto, quería que Ni-Ki volviera a hablar y escuchar. Añoraba esos días donde la risa de su niño llenaban la casa, sus gritos y chillidos haciendo sentir a su corazón cálido, pero...

Pero ¿cuál era el precio a pagar por ello?

YuNa no quería saberlo.

♡❜

SungHoon sonrió cuando vio a lo lejos a Ni-Ki, corriendo mientras agitaba su mano para llamar su atención, e ignoró el ruido de burla que soltó HeeSeung.

—Oh, ¿puedes tener más cara de enamorado? —se mofó su mejor amigo, ignorando la mirada de SuNoo ante la escena—. Luces como un idiota, si supieras que...

— Perrito, ¿puedes sostener mi globo? —preguntó Jay.

—Claro que sí, bebé, dámelo, hago todo por ti —contestó HeeSeung de forma apresurada, sonriendo.

SeonWoo comenzó a reírse, pero su risa murió cuando vio a Ni-Ki abrazar a SungHoon de golpe, sin borrar su mirada iluminada, y SungHoon le revolvió el cabello al menor.

—No deberían hacer eso aquí —dijo SuNoo algo inquieto—, JungWon podría venir y... —frunció el ceño—. ¿Dónde está JungWon? Pensé que vendría contigo.

Ni-Ki negó con la cabeza, alejándose a regañadientes de su novio.

Dijo que llegaría unos minutos tarde, tuvo unos problemas en la casa —contestó mordiendo su labio inferior.

SuNoo pudo sentir su estómago apretado ante aquellas palabras. La noche anterior, cuando se mensajeó con el chico, estuvo extraño y poco hablador. Lo atribuyó a que había logrado averiguar el nombre de su mamá, pero ahora venía la etapa más difícil: buscarla para poder hablar con ella.

—No me gusta este lugar —dijo Jay cuando HeeSeung le devolvió el globo de Mickey que le compró al llegar—. Tiene muchos ruidos, eso no me gusta.

HeeSeung puso una expresión preocupada.

—Será sólo unas horas, Jonggie, ¿puedes aguantarlo? Podemos ir a juegos sencillos, como el carrusel o algo así —le dijo, algo nervioso porque la mamá del chico le había advertido que tuviera mucho cuidado en esos ambientes en donde JongSeong no se sentía cómodo.

Jay apretó sus labios un instante.

—Está bien —cedió.

HeeSeung le sonrió orgulloso, devolviéndole su globo, en tanto SungHoon arregló la camisa desordenada de Ni-Ki. SuNoo mordió el pellejo de su dedo, respirando con miedo, tratando de no ceder a la histeria.

—Allí viene JungWon —dijo de pronto Jay, apuntando hacia un lado.

Todos se giraron, sonriendo por verlo llegar...

Hasta que notaron la otra presencia detrás de él.

Yang RyuJin les devolvió la sonrisa inocentemente, sosteniendo un bolsito contra su pecho. JungWon se removió, incómodo, forzándose a sonreír como si nada a pesar de notar las expresiones sorprendidas y desagradables de sus amigos.

—Mamá y papá no me dejaron venir solo —mintió, sintiendo la mano de RyuJin sobre su hombro.

Park JiHyo.

El nombre pesó en su boca, estremeciéndolo, pensando que así se llamaba su mamá. RyuJin se lo había dicho la noche anterior, adusta y asustada, murmurando que se lo preguntó a mamá. JungWon sabía que no mentía, porque vio la marca de la bofetada que Jennie le hizo a su hija en su rostro.

A Jennie no le gustaba hablar de esa mujer, ni siquiera que le mencionaran de la aventura que su esposo tuvo con ella, y JungWon sabía que ella lo odiaba por eso. Por ser la prueba viva del engaño de su amado marido.

—Espero que no haya problema alguno —dijo RyuJin—, como es una salida de amigos...

—Era una cita triple —habló SeonWoo sin gracia en su voz.

RyuJin parpadeó.

—¿Y quién iba con SungHoon? ¿Ni-Ki? —soltó una risa divertida—. Yo puedo ser la cita de SungHoon.

—¿Por qué tú tendrías que ser su cita si no son novios? —preguntó Jay, su voz plana—. Tú no fuiste invitada, ¿por qué estás aquí?

La sonrisa de RyuJin desapareció por las palabras del chico en tanto se instalaba un silencio incómodo en el lugar.

Ni-Ki parecía realmente furioso, apretando sus manos en puños, sus ojos enojados sobre JungWon.

—Si no quieren, podemos irnos —dijo entonces JungWon, sintiéndose repentinamente mal porque ninguno tenía una mirada amistosa sobre él. Ni siquiera SuNoo.

SungHoon suspiró, rascando su nuca.

—No, podemos ir a los juegos —dijo SungHoon—, esto es, al final, una salida entre amigos.

Sin embargo, antes de dar un paso más, HeeSeung se adelantó.

—Si dices algo sobre nuestras relaciones, RyuJin noona —dijo con voz suave y casi indulgente—, prometo romperte esa bonita nariz que tienes.

RyuJin puso una expresión de horror, incapaz de decir algo, observando a HeeSeung agarrarle la mano a JongSeong en tanto SeonWoo hacía lo mismo con JungWon. Riki se apegó más a SungHoon, que lucía también algo desconcertado, pero no parecía dispuesto a defenderla tampoco.

Todo el mundo dejando más que claro que ella no era bienvenida allí.

Durante el resto de la mañana la situación era evidentemente incómoda entre el grupo, poniendo los pelos de punta de todas las personas en el lugar. JungWon se esforzó en establecer una conversación grupal, e incluso SungHoon se animó a hacerlo, pero SuNoo parecía ser el único que respondía positivamente junto a RyuJin, que trató de incluirse en todo momento. Sin embargo, Jay lucía demasiado fuera de lugar, por lo que sólo se mantenía en silencio o le murmuraba palabras a HeeSeung. El chico pálido parecía más concentrado en que su novio no tuviera problema alguno.

Y Riki...

Seguía luciendo furioso y enojado y enfadado con JungWon, por lo que no le dirigía mirada alguna e ignoraba todos sus intentos de conversación.

—Entonces, ¿te gustan mucho los dinosaurios, Jay? —preguntó RyuJin horas más tarde, luego de bajarse de un juego, cuando el muchacho sacó uno de sus juguetes de la mochila porque estaba aburrido ya que no se atrevía a subir a esas montañas rusas.

Jay no levantó la vista.

—Son mis saurópsidos favoritos —contestó sin observarla.

RyuJin parecía desconcertada.

—¿Sauro qué? —preguntó—. Yo tenía entendido que eran reptiles. Bueno, si es que existieron en realidad, porque la creación según la biblia...

Jay se crispó.

—Los reptiles son de la familia de los saurópsidos y los dinosaurios también —replicó—. Y sí existieron, hay muchas pruebas de que fueron reales, hay esqueletos en los museos y los científicos saben de ello. La biblia es sólo un libro tonto que no sabe nada, además de que es muy aburrido — JongSeong tomó aire.

HeeSeung agarró su mano para calmarlo. RyuJin parpadeó.

—Um, RyuJin, ¿quieres subirte a otro juego? —preguntó SuNoo.

La chica frunció el ceño y JungWon sabía que no se avecinaba nada bueno, más porque Jay había atacado las creencias de la chica.

Si bien ellos no eran una familia muy religiosa, sus padres les enseñaron y llevaron a la iglesia cristiana desde pequeños. RyuJin a veces seguía yendo; él no porque era gay, y allí no querían a personas así.

—La biblia es un texto sagrado escrito por Dios, Jay, no puedes decir eso tan a la ligera —regañó RyuJin.

Jay levantó la vista. HeeSeung la fulminó con la mirada.

—Deja de hablar, nadie te preguntó —espetó HeeSeung.

—No hay pruebas científicas de que ese tal Dios haya escrito un libro, ni siquiera hay pruebas científicas de que exista —contestó JongSeong con tono grosero, casi petulante.

—Chicos, ¿podemos dejar de hablar de esto? —dijo JungWon con voz débil.

—¡Eres un chico muy desagradable, Jay! — RyuJin puso una expresión altiva.

Jay no se dejó amedrentar.

—No tengo por qué ser agradable con las personas que me caen mal, eso me dijo mi mamá —espetó JongSeong —. Me caes mal, eres muy fastidiosa con tu voz chillona, dices cosas muy estúpidas y eres tonta. Eres insoportable y una mentirosa porque sigues diciendo que Park SungHoon es tu novio cuando él dice que ya no te quiere y quiere–

—¡Jay!

RyuJin se estiró y lo abofeteó con los ojos llenos de lágrimas.

El ambiente estuvo estático un segundo, todo el mundo sorprendido por lo que acababa de ocurrir. JongSeong tenía el rostro volteado, su mejilla enrojecida, atónito por completo, sin entender qué acababa de ocurrir.

Ni-Ki fue el primero en moverse, lanzándose sobre RyuJin con una expresión enfadada, pero SungHoon alcanzó a reaccionar, sosteniéndolo de la cintura para que no la alcanzara. JungWon se puso delante de su hermana también, que retrocedió con susto.

Jay comenzó a hipar, sin comprender nada, y HeeSeung le tomó la mano. JongSeong se estremeció, pero su novio sólo tiró de él, ambos poniéndose de pie.

—¡No sé para qué la invitaste, JungWon! —dijo HeeSeung severamente—. Arruinaste una buena salida, ¡y ahora golpeó a Jay! ¡No la quiero ver otra vez o te prometo que la mataré!

HeeSeung se giró, tirando de Jay, y se alejaron de allí sin mirar atrás.

—Fue un accidente —quiso justificarse RyuJin, su voz temblando—. ¡Él me estaba diciendo cosas muy feas!

—Noona... —murmuró JungWon, mortificado.

—Necesitas calmarte, RyuJin—espetó SuNoo.

Ni-Ki hizo un ruido de disgusto, siendo todavía detenido por SungHoon, y SeonWoo trató de tirarlo para atrás también, alejando al menor de la escena: así, SuNoo se llevó a Ni-Ki a un lado para calmarlo en tanto SungHoon se adelantaba, agarrándole el hombro a RyuJin.

—Supongo que quieres hablar conmigo —dijo SungHoon con tono grave—. Vamos a otro lado, entonces.

RyuJin obedeció, dejándose llevar por el chico.

JungWon se quedó solo, mirando de lejos a SuNoo tratando de calmar a Ni-Ki, que todavía parecía querer golpear algo, y mordió su labio inferior.

Eso no debía acaba así. RyuJin le prometió que se comportaría, que sería buena y no diría nada malo, pero ¿por qué todo de pronto se deformó?

¿Por qué sentía que había tomado las peores decisiones del mundo?

♡❜

Jay seguía a HeeSeung, siendo tirado por el chico más bajo, abriéndose paso por entre la gente, su mejilla todavía ardiendo, y miró hacia los lados.

No entendía nada de lo que había ocurrido. ¿Por qué esa chica tan desagradable lo golpeó? Mamá nunca le pegó. Ni siquiera le levantó la mano. Cuando se portaba mal o decía cosas que no debía decir, ella sólo se sentaba frente a él y le explicaba todo lo ocurrido.

Como de esa vez que le dijo a un chico que era feo porque tenía orejas grandes, y lo acusaron de hacerle bullying. Él no entendía esa palabra, porque él no lo había molestado, sólo le dijo lo que consideraba que era verdad, pero mamá le explicó que había ciertas cosas que no podía decir con tanta libertad y que era mejor callar porque podían hacer daño.

Sin embargo, Yang RyuJin le dijo desagradable. Y ella no estaba invitada a eso. Y decía que volvería con Park SungHoon porque era su novio cuando Park SungHoon era novio de Nishimura Riki. Yang RyuJin era una mentirosa, concluyó.

Se detuvo al ver algo que llamó su atención.

HeeSeung se giró para verlo.

—¿Jong? —preguntó con expresión cansada.

— Perrito, hay un peluche de dinosaurio —dijo apuntando a un puesto donde se veía un montón de vasos apilados y un estante con peluches—. Dijiste que me comprarías un peluche de dinosaurio

HeeSeung lo observó y suavizó su voz.

— Jay, es mejor si nos vamos a casa —dijo al hablar, buscando lucir firme.

Jay frunció los labios, inconforme con la respuesta.

—No, tú me lo prometiste —dijo molesto—, ¡una promesa no puede romperse!

HeeSeung vaciló un momento para luego asentir, agotado, su cabeza comenzando a doler. Sólo debía conseguirle ese tonto peluche a Jay y luego irse a la casa del menor, ¿no? Una vez allí, podrían echarse en el sillón, acurrucarse y ver alguna película.

Eso sonaba bien para HeeSeung.

Caminó hacia el puesto. La verdad es que no quería jugar ese tonto juego de tener tres pelotas y botar todos los vasos, así que le preguntó al vendedor cuánto costaba ese jodido peluche.

—No se vende, amigo, tienes que jugar —dijo el hombre con una sonrisa desagradable.

—Por favor, es un regalo —insistió haciendo una mueca.

—Hay que jugar —replicó el hombre.

HeeSeung suspiró.

— Jonggie, ¿y si vamos a tu casa a ver una película? —dijo tratando de persuadirlo.

Jay le miró sin expresión.

—Pero me prometiste el peluche, lo quiero —contestó.

HeeSeung soltó un gruñido bajo, sintiendo que estaba perdiendo los nervios. Cualquier otro día no le habría dado muchas vueltas al asunto, sin embargo, en ese momento, no entendía por qué Jay actuaba así. Por qué luego de haber recibido una bofetada insistía en tener ese peluche estúpido.

Las lanzó, pero quedaron cuatro vasos de pie.

—Puedo ofrecerte un peluche pequeño —dijo el hombre.

— Jay... —comenzó a decir.

—¡Quiero el peluche de dinosaurio! —insistió JongSeong.

HeeSeung frotó su frente, crispándose, alterándose.

Compró otra ronda. Dos vasos permanecieron.

— Jonggie, ¿quieres olvidarlo? —dijo HeeSeung, su voz ahora grave—, es un tonto peluche...

—¡Me lo prometiste! —acusó Jay —. ¡HeeSeung, dijiste que me lo regalarías!

El mayor soltó un ruido de exasperación. Una ronda más.

Quedó un vaso.

Para ese punto, estaba harto.

—Ese peluche...

—¡Jay, basta! —le dijo con verdadero enfado en su tono de voz, el chico sobresaltándose, callándose repentinamente—. ¡No te conseguiré ese tonto peluche de mierda, ¿quieres dejarlo?!

JongSeong lo observó, mudo, perdido, sin entender por qué estaba gritando. Por qué le decía esas cosas.

Eso enfureció más a HeeSeung, que no podía controlarse para ese momento.

—¡Dios, me tienes harto! —dijo con nervio—. ¡Siempre me pides cosas y a veces me dices palabras que me hieren, realmente no sé si tú sientes algo por mí!

— Perrito... —su voz fue apenas un hilo, su rostro desencajándose, volviendo a sobresaltarse porque no entendía los gritos.

—¡Desaparece de mi vista, no soporto verte!

Jay asintió, pero HeeSeung no lo vio porque se giró, caminando hacia los baños porque necesitaba estar un poco alejado en ese momento.

Jay comenzó a caminar.

♡❜

RyuJin lo abrazó de golpe, sollozando, y SungHoon no sabía qué hacer en ese momento, cansado y molesto por la situación.

¿Por qué la chica tuvo el descaro de aparecer? Realmente no entendía esa desesperada insistencia de volver, ¿las cosas acaso no quedaron aclaradas semanas atrás?

—Oppa, no fue mi intención —murmuró ella—, lo siento mucho. Por favor, no me he portado bien, pero...

—A mí no debes pedirme perdón —le dijo él, empujándola con suavidad para alejarla—, lo que hiciste fue algo horrible, RyuJin. Debes disculparte con Jay.

—Pero él fue tan cruel... —la chica hipó—. Oppa, por favor, ¿por qué no volvemos? He sido un desastre sin ti, yo realmente te necesito.

SungHoon soltó un ruido de disgusto.

— RyuJin, detente —le dijo con voz dura—. Te he dicho ya varias veces que lo nuestro acabó por completo. Yo ya no te quiero como novia.

—¡SungHoon! —ella lo sostuvo, desesperada—. Por favor, por favor, no digas eso, ¡ambos estábamos bien juntos! Te lo ruego, si quieres me arrodillo, pero debemos regresar. Nosotros estamos destinados a estar...

—¡Basta, RyuJin! —dijo agarrándola de los hombros.

Pero RyuJin fue más rápida, más inteligente, y lo tomó de las mejillas, estampando sus labios en un beso torpe, más un choque que otra cosa, pero logrando que estuvieran pegados al fin y al cabo.

SungHoon se atragantó con su saliva, sorprendido, sin embargo, se alejó antes de que pasara a más.

RyuJin retrocedió, e iba a hablar, pero entonces todo pasó demasiado rápido. De pronto estaba en el suelo y Ni-Ki estaba encima de ella, rabiando y enfurecido, y la chica gritó cuando él le tiró el cabello, gruñendo y jadeando.

SungHoon tuvo que agarrarlo de la cintura para alejarlo de la pobre chica, todo el mundo acercándose para ver qué estaba pasando, la muchacha llorando.

—¡Ni-Ki! ¡Ni-Ki! —gritó SungHoon.

El aludido lucía enloquecido, iracundo a más no poder.

—¡Te estaba besando, SungHoon! —dijo Riki cuando lo soltó—. ¡Ella te forzó!

SungHoon soltó un chasquido.

¡No puedes actuar así! —le regañó, molesto también—. ¡Riki, eso estuvo mal!

Ni-Ki lo empujó.

¡Pues anda, bésala otra vez! —espetó furioso, girándose y marchándose allí a pasos rápidos, incapaz de mirarlos porque estaba a punto de romper a llorar.

SungHoon quiso seguirlo, sin embargo, volvió a ver a RyuJin: tenía el cabello desordenado y un labio ensangrentado. Parecía destrozada a más no poder, y SungHoon no se vio capaz de dejarla sola.

Suspirando, se acercó a ayudarla.

♡❜

SeonWoo le estaba mirando, completa decepción en su mirada, y se encogió en su lugar.

—¿Por qué la trajiste? —preguntó su novio, y JungWon miró al suelo porque no podía observarle a los ojos.

Tragó saliva.

— Park JiHyo—murmuró en voz baja, por lo que SuNoole observó con desconcierto—. RyuJin me dijo el nombre de mamá, pero yo debía ayudarla con SungHoon. No creí que esto acabara tan mal...

SuNoo asintió en señal de comprensión, sin embargo, eso no le hizo sentir mejor. Todo pareció empeorar sin saber por qué.

—Yo podría haberte ayudado —dijo SuNoo, sin suavizar su tono—. JungWon, ¿y si RyuJin te mintió?

Era una opción, por supuesto, pero JungWon quería aferrarse a que le estaba hablando honestamente.

—Yo creí...

— JungWon, realmente, ¡haz hecho un desastre! —siguió regañando SuNoo—. Ella ha sido muy mala contigo, ¡te dijo cosas horribles! Entiendo que la quieras, pero eso no justifica nada de esto.

—Noona ha dicho que volverá con SungHoon...

—¡SungHoon ya no la quiere, y tú deberías seguir su ejemplo!

El muchacho sintió sus ojos llenos de lágrimas, asintiendo, aunque SeonWoo no suavizó su expresión. Iba a volver a hablar, sin embargo, de pronto cambió todo lo que diría:

—¿Jay?

Los dos se giraron para ver al chico caminar desorientado por entre la gente, confundido y murmurando por lo bajo. Solo. Sin HeeSeung a su lado.

JungWon le tomó la mano, acercándolo a ellos, preocupado totalmente.

— Jong, ¿qué pasó? —preguntó JungWon.

Jay negó con la cabeza.

— HeeSeung dijo que desapareciera de su vista —balbuceó sin comprender nada—, pero mamá dijo que debía volver con él. No lo entiendo, ¿cómo puedo cumplir eso? ¿No es contradictorio?

JungWon miró a SeonWoo, que parecía atónito también.

—Oh, Jay...

—Él me gritó feo —murmuró JongSeong—, no me gustó. Dijo que estaba harto —su voz se sacudió—. No soporta verme. ¿Eso significa que debo dejar de verlo? Pero a mí me gusta verlo, es mi perrito...

—Vamos a casa —ofreció SuNoo—, es mejor...

Otra figura apareció.

Pero ahora era una figura furiosa y enojada.

Nishimura Riki empujó a JungWon, alejándolo de Jay, su mirada echando fuego, su boca haciendo un rictus de rabia.

—¡Lo arruinaste todo! —le dijo Ni-Ki sin controlar sus señas—. ¡Eres el peor amigo del mundo, JungWon!

Ni-Ki—trató de explicarse JungWon—, no creí que ella fuera a reaccionar así, pensé que se comportaría, no te enojes, por favor...

—¡La trajiste cuando ha sido odiosa, una mierda de persona contigo! —espetó Riki—. ¡Esto era un paseo de amigos, una salida sólo de nosotros, pero tienes que arruinarlo todo!

—¡No fue mi intención! — JungWon apenas podía explicarse—. Ni-Ki, hablemos con calma, te lo...

—¡Vete a la mierda! — Ni-Ki lo empujó otra vez—. ¡Por eso nadie quiere ser tu amigo, porque siempre lo arruinas todo! ¡Te odio, te odio, te odio!

Ni-Ki hizo una mueca de desprecio, dándose vuelta, y caminó hacia donde estaba Jay. Sin pensarlo, le tomó la mano y lo arrastró detrás de él, desapareciendo por entre la multitud.

SeonWoo observó a JungWon, que lucía en shock, apenas comprendiendo algo, para luego mirar por donde habían desaparecido los otros dos chicos.

Enojado. Ni-Ki estaba enfurecido y una persona enfurecida no actuaba de forma racional. Se habían ido solos, y...

SeonWoo vaciló un momento.

Tragó saliva.

— JungWon, la jodiste en grande —sentenció antes de correr detrás de Ni-Ki y Jay para que no se fueran solos.

JungWon se quedó solo, su corazón rompiéndose, el alma cayendo a sus pies, y supo que todo eso era su culpa. Supo que había arruinado las pocas cosas buenas que tenía en su vida.

Y cuando vio a RyuJin, caminando abrazada a SungHoon, luciendo feliz, pensó que no había valido la pena. Nada de eso había valido la pena, porque puede que su real mamá tampoco le quisiera.

Después de todo, ¿quién querría a ese bastardo que sólo causaba problemas?

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