09 | stay with me

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𝕮apítulo 𝕹ueve
Quédate Conmigo

—CHICOS, ¿QUÉ HACÉIS ESTE FIN DE SEMANA? —pregunta Roz al día siguiente una vez que Selene, Susie, Sabrina, Harvey y ella se han instalado en unos asientos de una de las muchas cafeterías de Greendale.

—Mi padre se va tres días a la Feria del Granjero, así que tengo la casa para mí sola —responde Susie con tristeza.

—¡Uuh! —la cara de Roz se ilumina—. ¡Una noche de chicas!

Susie, sin embargo, no parece muy emocionada con esto.

—Ah...

—Venga, Susie, ¿por fa? —ruega Roz, queriendo salir de los planes que ya tiene—. Mis padres quieren que este fin de semana dirija un grupo de jóvenes de la iglesia. Quedarme contigo es la excusa perfecta para no hacerlo.

—No sé yo, Roz —Susie sacude la cabeza con vacilación.

—Brina, Selene, ¿os apuntáis? —pregunta Roz, esperanzada.

—Es que nosotras también vamos a ir la feria este finde—Sabrina miente rápidamente, y Selene asiente, siguiéndole la corriente—. Vamos a ayudar a la Tía Hilda a vender su miel.

Ante esto, Harvey levanta una ceja confundido antes de mirar a su novia.

—Oye, Sabrina, ¿no estarán fuera toda la feria?

Sabrina le sonríe con tristeza.

—Creo que sí. Pero, tengo un truco para soportarlo. Cuanto te eche mucho de menos, te tendré cerca del corazón —levanta su colgante con una sonrisa.

—Ugh, Dios, sois tan cursis —comenta Selene, sonriéndoles felizmente—. Si no fueran tan lindos juntos, probablemente me darían ganas de vomitar.

Harvey se ríe del comentario de la rubia rojiza antes de reposar un rápido beso en los labios de su novia.

—Llámame en cuanto vuelvas, y nos vemos.

Entonces, Sabrina lo agarra de la cara, atrayéndolo hacia un beso apasionado. 

Los dos tortolitos continúan enrollándose hasta que Roz pone los ojos en blanco.

—Tranqui, Romeo, que son tres días.

—Manos arriba de la cintura, jovencito —bromea Selene. 

Después de cansarse de ver cómo Harvey y Sabrina se tragaban el uno al otro, Selene vuelve a la casa de los Spellman.

Una vez allí, se pone a leer en el salón un capítulo del libro "Yo Antes de Ti" antes de dirigirse a la cocina para prepararse un tentempié. Limpió unas uvas, escuchando a Ambrose paseando por el pasillo junto a la cocina.

—Ambrose, ¿qué ocurre? —exige Selene, una vez que su irritación crece por momentos al verlo yendo de un lado para otro.

—¿Quién dijo que algo va mal? —pregunta el chico, sin dejar de caminar.

—Ambrose, te conozco y sé cuando pasa algo —señala Selene, metiéndose una uva en la boca—. Así que, déjame preguntar otra vez, ¿qué ocurre?

—Eh, bueno, Luke me ha llamado para salir con él —confiesa Ambrose, mientras ella se mueve con la incomodidad reflejada discretamente en su rostro.

—Oh.

Él asiente detenidamente, evitando hacer contacto visual con ella.

—Quiero que me ayudes a proyectarme a una cafetería.

Selene casi deja caer su bol casi lleno de uvas al escucharlo, pero se las arregla para componerse. Llegados a este punto, ni siquiera está preocupada por sus sentimientos. Está preocupada por él, porque la proyección astral es muy arriesgada.

—Vale, bueno, eso es muy, muy peligroso. Ambrose, no podrías ni tocarlo.

—No, pero podríamos... vernos —suelta Ambrose, mientras una pequeña sonrisa encuentra el camino hasta sus labios—. Tener una conversación, cara a cara. Me gusta, Selene.

—Y tú me gustas a mí —replica Selene, dándose cuenta de que debería haber dicho eso de manera diferente tan pronto como esas palabras salen de su boca. La nuez de Adán de Ambrose se mueve cuando ella dice esto, su tono de voz lo había pillado con la guardia baja—. Ya sabes a lo que me refiero, Ambrose. No quiero que te pase nada. Y muchas cosas podrían salir mal con la proyección astral.

—La tía Zel se proyecta todo el rato —susurra Ambrose—. Y si tú vigilas mi cuerpo, estaré bien.

—Solo los muertos viajan por el plano astral —aclara Selene—. Es muy peligroso para las almas vivientes hacer eso. Si pasas demasiado tiempo en él, los psicopompos te encontrarán. Pensarán que estás muerto, y luego te llevarán a algún lugar donde ni siquiera yo podré traerte de vuelta.

Ambrose considera esto por un momento antes de lamerse los labios.

—Si aparece un psicopompo, me largo de allí. Por la garra de Satán.

—No lo vas a dejar pasar, ¿verdad? —pregunta Selene, y él instantáneamente niega con la cabeza—. Ugh, bien. Yo iré a por algunas velas. Tú ve a buscar la dirección de la cafetería y un mapa. Nos vemos en la sala de embalsamamiento en media hora.

Ambrose deja salir un grito de felicidad antes de irse a encontrar la dirección y un mapa. Selene, en cambio, se dirige a su habitación y coge algunas velas y un mechero.

Media hora más tarde, Selene se encuentra con Ambrose en el sótano, y una vez que él se acuesta en el suelo, ella coloca intrincadamente las velas junto a su cuerpo, encendiendo una a una, antes de sentarse a su lado.

—Vale, tienes veinte minutos.

—Treinta —Ambrose la corrige, pero ella sacude la cabeza.

—Te traeré de vuelta en veinte minutos. No voy a correr ningún riesgo de que te dejes llevar por un psicopompo.

Ambrose suspira en derrota, antes de ofrecerle la mano a Selene. Ella la toma, antes de que ambos comiencen a decir el hechizo.

Vola anima per aeterna. Vola anima per aeterna. Vola anima per aeterna. Vola anima per aeterna.

Tan pronto como terminan el hechizo, el agarre en la mano de Ambrose se debilita, y ella sabe que su mente ha viajado a la cafetería. Entonces, pone una alarma para veinte minutos, y cuando pasaron los quince minutos, sonó el timbre de la entrada principal.

—Mierda —maldice Selene, saltando a sus pies y corriendo por las escaleras. Ella abre la puerta para encontrar a la Srta. Wardwell, una de sus profesoras del Instituto Baxter—. Em, buenas tardes, señorita Wardwell.

—Hola, Selene — responde la Srta. Wardwell con tristeza antes de soltar un sollozo, las lágrimas deslizándose por sus mejillas.

—Em, ¿puedo ayudarla en algo? —pregunta la chica.

—Necesito... Necesito organizar un funeral —la Srta. Wardwell llora mientras Selene se apresura a ir a un escritorio y saca una pila de catálogos, entregándoselos a la mujer una vez que llega a ella.

—Vale, de acuerdo, entonces puede sentarse allí en el salón y echarle una hojeada a estos catálogos. Necesito ir a revisar algo, así que volveré.. en diez minutos.

Antes de que la señora Wardwell pueda responder, sale corriendo de la habitación y va hacia la sala de embalsamamiento. Una vez que ve que han pasado dieciocho minutos en el reloj, se asusta y empieza a entrar en pánico.

—Mierda, Ambrose. Date prisa, por favor. Quédate conmigo.

De pronto, escucha un pájaro cantando detrás de ella, y ni siquiera tiene que girarse para saber que es un psicopompo. La chica suelta una serie de palabrotas mientras se da la vuelta, y chasquea los dedos, rompiendo el cuello del pájaro sin pensarlo dos veces.

—¿Dónde estás? —exige Zelda, muy enfadada con la escena que está ocurriendo delante de ella—. ¿Y dónde está Ambrose?

—Zelda, eso es irrelevante —Selene respira de forma acelerada mientras aparta las velas para poder acostarse al lado de Ambrose—. Tengo que despertarlo.

—Selene, no-

Los ojos de Zelda se abren como platos una vez que se da cuenta de lo que va a hacer.

Pero Selene ya había agarrado la mano de Ambrose. Ella deja que sus ojos se cierren antes de decir el hechizo una vez más.

Vola anima per aeterna. Vola anima per aeterna. Vola anima per aeterna. Vola anima per aeterna.

Cuando vuelve a abrir los ojos, está en una cafetería, sentada al lado de Ambrose. Ambrose está cubierto de sudor, y Luke es completamente ajeno a por qué Ambrose está tan nervioso.

—Ah, ¡Selene! —Ambrose saluda una vez que se da cuenta de que ella está sentada a su lado—. ¿Q-Qué haces aquí?

—¡Te dije veinte minutos! —sisea Selene, sintiendo que la sangre empezaba a gotear por su nariz. Luego señala hacia la ventana, donde varios psicopompos ya se encuentran reunidos—. Tenemos que irnos. Ahora.

Ambrose asiente antes de lanzarle una mirada de disculpa a Luke.

—Lo siento mucho. Creí que tendría más tiempo. Tengo que irme.

—Pero... —suelta Luke mientras Ambrose se pone de pie. Selene lo sigue en silencio.

—Lo siento, esto... esto ha sido un error —Ambrose une su mano con la de Selene mientras salen corriendo de la cafetería. Tan pronto como salen corriendo por la puerta, sus mentes vuelven a sus cuerpos y se despiertan en el sótano de la casa de los Spellman.

Selene se despierta de un tirón, mirando a su entorno con los ojos muy abiertos. La chica comienza a asfixiarse erráticamente, pero Ambrose parece estar perfectamente.

—¿Es que habéis perdido por completo la cabeza? —pregunta Zelda, furiosa, viendo como Ambrose intenta que Selene vuelva a respirar normal. Él la acaricia suavemente en la espalda hasta que ella se calma y se limpia la sangre de la nariz—. ¿Proyección astral? De todas las idioteces que podíais hacer...

—Solo intentaba ayudar a Ambrose... —empieza Selene, sólo para ser interrumpida.

—Has dejado a una clienta sola, arriba —sisea Zelda, furiosa—. Y Ambrose, mi querido criminal, estás recluido en casa. Se te prohíbe salir de estas tierras, y eso incluye a tu espíritu. Ahora, Selene, ve a ayudar a Sabrina a prepararse para su primer día en la Academia de Artes Ocultas.

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