CAPITULO 11

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Pov's Sky

Día de acción de gracias.

Le había mentido a Alex al rechazar la oferta de cenar con su familia diciéndole que ya tenía planes con mi tío ese día. En realidad él salió temprano del trabajo y se fue directo a beber con sus amigos. Yo me quedé en casa sobre pensando.

¿Qué sucedería cuando llegara? ¿Estaría enfadado y lo pagaría conmigo? O por el contrario, ¿se encontraría en uno de sus momentos alegres? Nunca se sabía con él. En ocasiones no quería ni mirarme, otras veces se enfadaba porque no lo esperaba para cenar. ¿Qué sería esta vez?

Mi teléfono vibró sobre la mesa con la llamada entrante de mis padres cortando mis pensamientos.

Era tan sencillo; sólo tenía que responder y decirles la verdad acerca del tío James, entonces la ansiedad con la que vivía constantemente se acabaría. Ellos vendrían por mí, sería difícil pero encontraríamos una solución para hacer funcionar de nuevo mi vida en Los Ángeles. La cosa es que era demasiado cobarde. Fue por eso que cogí la videollamada con una sonrisa.

Ver sus rostros a través de la pantalla debió haberme alegrado, lo hizo por unos segundos, pero notar las bolsas oscuras debajo de sus ojos y las líneas claras de cansancio que no estaban ahí la última vez hundió mi estómago.

Conversamos por un rato y aunque durante todo ese tiempo se mostraron entusiastas era innegable esa pizca de inquietud escondida en el fondo; No confiaban en mí, acepté. Y con razón; Mis padres estaban pagando una deuda de millones que era mía, todo porque fui tan tonta como para meterme con el tipo equivocado. ¿Qué habría pasado si mis decisiones hubiesen sido diferentes?

Sin embargo, parecía que no aprendía porque seguía mintiéndoles en ese momento cuando les contaba "lo increíble que era vivir con el tío James".

—¿Segura? ¿O debo llamarle para asegurarme de que no te está dejando sola mucho tiempo? —La pregunta de papá fue medio en broma medio enserio.

Reí. —Déjalo en paz. Está todo bien.

—De acuerdo, aún así estamos planeando ir pronto, que lo sepas.

En silencio recé para que su llegada no fuera sorpresa porque con lo impredecible que era su hermano no sabía si podría mantener mi farsa. Prefería mil veces soportar a mi tío borracho que enfrentarme al desastre en Los Ángeles.

Después de colgar intenté dormir pero mi cerebro no dejaba de crear diferentes escenarios. El sentimiento de agobio del que no puedes escapar ni siquiera por las noches no se lo deseo a nadie. Eso era todo lo que hacía; me iba a la cama repasando lo que había sucedido y a penas abría los ojos volvía a hacer lo mismo, una y otra vez, deseando en vano poder devolver el tiempo y actuar de un millón de formas diferentes.

***

—¿Qué sucede con Dylan?

Ivy observó al mencionado trotar hasta sus compañeros mientras hacía la pregunta.

—¿De qué hablas?

—Ya sabes, todas esas atenciones... Es obvio que le gustas, Sky.

Lo sabía, pensé mientras miraba lo que era el tercer desayuno que me traía en la semana. De hecho, él me lo había dicho pero yo respondí que no quería una relación. Eso fue antes de aceptar frente a Alex que en realidad lo que tenía era miedo a volver a enamorarme.

Lo animé a seguir queriendo como lo hacía aún después de haber sido herido. Era hipócrita de mi parte, sí, pero no quería que él perdiera la esperanza como yo lo hice conmigo.

Sin embargo, tener a alguien que creyera en mí me llenaba de una extraña seguridad; como saber que si decidía arriesgar el corazón y salía mal habría una persona que en lugar de juzgarme me apoyaría.

Quería ser valiente en algo, si no en contarle la verdad a mis padres entonces por lo menos en esto.

—¿Crees que debería salir con él?

Los ojos de Ivy se abrieron y salpicó un poco de su café sobre ella mientras tosía.

—¿De qué me estoy perdiendo? —Se recuperó. —Creí que todo era mero coqueteo. ¿Te ha invitado a salir?

Cierto, no le había contado lo que sucedió después del partido, a nadie en realidad.

—Olvídalo.

—Sky...

Por suerte su interrogatorio se vio frustrado por Alex y sus hermanos, quienes nos alcanzaron en las gradas.

Venían todos bien abrigados, el invierno estaba entrando y si era usual que hubiese un clima fresco todo el año en invierno las temperaturas eran bastante más bajas. Estaba agradecida por ello, podía usar pantalones y blusas largas sin ser cuestionada. No me gustaba mentir pero sabía que si en algún momento alguien descubría las marcas que tenía en el cuerpo tendría que hacerlo.

Nathan parecía más feliz que otros días cuando se sentó a nuestro lado, fue por eso que Ivy, contagiada por su ánimo, le preguntó qué sucedía.

—¿No están emocionadas por la fogata?

La fiesta en la fogata. Alex me había hablado de ello. Dijo que eran de las pocas reuniones sociales que de verdad disfrutaba.

La morena viró los ojos al tiempo que la sonrisa se le borraba.

—Odio el frío. No creo ir a congelarme en medio de la noche con adolescentes borrachos a mi alrededor.

—Es una fogata. —Recalcó Isaac con tono obvio. —No habrá frío, o no tanto.

A continuación comenzó un debate entre los chicos y ella sobre cómo era una aguafiestas.

—¿Ahora te arrepientes de ser mi amiga? —Bromeó Alex mientras los veíamos discutir.

Me agradaba ver cómo se sentía más cómodo conmigo con el paso del tiempo, en confianza para ser él mismo.

—Para nada. —Sonreí divertida.

De hecho estaba agradecida; que Alex fuera mi amigo traía consigo la locura de sus hermanos, quienes siempre eran escandalosos, y el ruido siempre era mejor que el silencio porque cuando estaba acompañada mi cabeza no tenía oportunidad para atormentarme.

***

Ivy refunfuñaba desde su lugar en la cama.

Reí. —Verás que te divertirás.

—Lo dudo. —Se levantó arrastrando los pies hasta su abrigo que colgaba del perchero. —¿Cómo es que te sigues viendo bonita aún con un millón de trapos encima? Yo parezco más un muñeco de nieve.

—Que mentira.

En realidad se veía linda, solo estaba de mal humor porque le habían obligado a dejar su cueva para ir a convivir con el resto de la sociedad.

—Como sea. Hay que bajar, los chicos están esperando.

Asentí y dejé el labial sobre su tocador. Esta noche volvería a dormir a su casa. Sus padres no estaban así que teníamos vía libre para beber un poco, quizás lo haría. Necesitaba esto; salir con amigos para despejar mi mente, con suerte acabaría tan cansada que al volver caería rendida hasta la mañana siguiente.

El ambiente estaba animoso cuando nos montamos en la camioneta, como era usual Alex iba manejando. Lo hacía mucho últimamente; si necesitaba ir a algún lugar, por más cerca que estuviese, él siempre se ofrecía a llevarme.

Se suponía que eran todo ventajas, no tenía que caminar de un lugar a otro, sin embargo no me gustaba cómo me sentía al respecto. Es decir, yo no me caracterizaba por ser tímida, pero me avergonzaba de los pensamientos que cruzaban por mi cabeza de vez en cuando al verlo manejar. Sobre todo en días como hoy, cuando me tocaba tenerlo de cerca porque iba de copiloto.

Intentaba convencerme de que era normal; Alex tenía un buen físico y siempre encontré atractivos a los chicos que manejaban con la misma confianza que él, así que no tenía por qué preocuparme el hecho de que prestara demasiada atención en su mandíbula cincelada o en las pecas que adornaban su piel, las cejas gruesas, los labios rojizos, o en sus manos en la palanca de cambios.

—¿Estás bien? —Su voz me sobresaltó.

En la parte de atrás sus hermanos molestaban a Ivy pero no les prestó atención y habló por encima de sus gritos.

—Sí, ¿por qué?

—Estás sonrojada.

Sentí el calor extenderse por todo mi rostro ante la mirada expectante de sus ojos verdes. Mejor opté por mi mirar al frente.

—Debe ser la calefacción del auto.

Sus ojos me recorrieron extrañados pero aún así no dijo nada, sólo bajó la temperatura y nos quedamos en silencio todo el camino. Por mi parte me obligué a no mirar ni un poco porque en ese momento no confiaba en mis pensamientos cuando lo tenía cerca. ¿Qué demonios me sucedía?

Pov's Alex

Sky pareció aspirar el aire como si no lo hubiese hecho en años cuando por fin llegamos. El resto no prestó atención, estaban arrastrando a Ivy hacia los vasos de licor.

—¿Estás segura de que te sientes bien?

Su piel estuvo roja todo el trayecto, a pesar de que bajé la calefacción. Quizás estaba a punto de darle fiebre, pensé.

Sin embargo, no me dejó preocuparme más porque sonrió y enganchó su brazo con el mío.

—Sí, descuida. —Nos hizo comenzar a caminar. Decidí creerle por ahora. Al parecer la brisa la había refrescado porque volvía a su color natural. —¿Sabes? Me da curiosidad por qué sí te gusta venir aquí pero no a otras fiestas.

Sonreí todavía un poco sorprendido por su genuino interés. Sky tenía algo al hablar que me hacía sentir como si en verdad yo fuera interesante de escuchar.

—Supongo que es la costumbre. —Esa era la respuesta sencilla, pero con ella quería ser sincero —: Tengo buenos recuerdos aquí, de antes de que mi relación con Cole se rompiera. Él fue el primero en traerme.

Fue la primera vez que sentí que no sólo era su hermano menor, sino que éramos par, que él en verdad estaba gustoso de que fuéramos hermanos. Se sintió como un cómplice, creo. Y Sky lo entendía, lo supe por la manera en que me miró; Sus mejillas se elevaron y sus ojos brillaron.

Paramos frente a la mesa de bebidas, cara a cara.

Esta noche había hecho algo con su maquillaje que la hacía lucir diferente. El cambio estaba en sus ojos; los había delineado del mismo tono de azul que sus iris, todo el contorno. Luego creo que usó negro solo en la parte de arriba y en las pestañas. No estaba seguro. Sólo sabía que parecían dos centellas.

No pude apartar la mirada y de pronto el ambiente se sintió demasiado íntimo, como si no estuviésemos en medio de una multitud bulliciosa. Me asustó el cosquilleo en el estómago.

Me obligué a carraspear porque de pronto no confiaba en cómo mi voz sonaría. Adopté un tono más divertido, quizás así la extraña sensación se iría.

—Además, es la única noche en la que me permito emborracharme.

Supe que no fui el único en sentir esa vibra rara porque Sky también desvío la mirada. Tragó antes de pensar en qué responder. Fue extraño verla quedarse sin palabras.

Entonces levantó la cabeza, sorprendida.

—Pero tú has manejado hoy.

Asentí. —¿Qué hay con eso?

—¿Cómo te emborracharas si eres el conductor designado?

—No lo haré.

—Pero has dicho...

—Ninguno de los chicos sabe manejar aún, ya sabía que no lo haría desde el inicio. No me molesta.

Vi los engranajes de su cabeza girar.

Sonrió ampliamente. —Yo seré la conductora designada.

Reí. —No tienes que hacerlo, en verdad.

—Tú tampoco tienes que hacerlo, pero siempre estás ahí ayudando. Yo también quiero. —Creo que mi silencio me delató porque su sonrisa se tiñó de diversión. —No tienes que ser siempre correcto. Vamos, sé que quieres.

—A todo esto, nunca he visto qué tan buena eres manejando.

—¿No confías en mí? —Se cruzó de brazos e hizo un mohín.

—Sabes que sí.

La sonrisa volvió, me gustaba verla sonreír.

—Entonces, —Me tendió la mano con la palma abierta. —las llaves del auto. Yo manejo hoy.

Las saqué del bolsillo de mi pantalón y se las entregué.

—Solo un trago o dos.

Rio. —¿Sabes que no pasa nada si te embriagas por una vez? No dejarás tu reputación de chico bueno.

No pude contestar porque Isaac llegó por detrás. —Alex, necesito un compañero en beer pong.

—¿Y?

—Es U-R-G-E-N-T-E. Voy perdiendo. —Lo habíamos dejado solo hacía cinco minutos pero al parecer si alguien tenía poca resistencia al alcohol era Isaac porque parecía atontado.

Sky me miró señalando con la cabeza hacia la mesa donde se encontraban todos alrededor jugando.

—De acuerdo. —Respondí.

Varias rondas después estaba definitivamente borracho. Pero a Sky no parecía molestarle, lo digo por la forma en que reía cada vez que yo tropezaba, así que estaba bien.

—Hay que bailar.

—Estoy borracho, pero no tanto. —Frene mientras ella tiraba de mí. —Deja de intentar aprovecharte de mí.

—No necesito que estés borracho para eso. —Sonrió y no sé si era el alcohol pero parecía que estrellas se iluminaban a su alrededor.

Sentí de repente la necesidad de tocarla, fue por eso que peine su cabello como excusa. Me gustaba la sensación, era suave y como estábamos demasiado cerca podía percibir el aroma a fresas.

Aunque colocó sus manos sobre mis antebrazos no se alejó de mi toque. Me agradaba nuestra diferencia de altura, no era abismal pero ahí estaba.

—Sí que estás ebrio.

—¿Eh?

—No eres de los que les gusta el contacto físico.

Arrugue el ceño. —Siempre dejo que me abraces.

—Lo haces. Eso no significa que te guste.

—¿Crees que no me gustan tus abrazos?

—No lo sé, ¿te gustan?

Mucho.

En lugar de contestar sólo asentí con la cabeza, tal vez demasiado rápido porque me pareció que todos saltaban. Ella rio.

Cuando me sentí menos mareado vi a Lee pasar a mi lado con dos vasos de licor, tomé uno ganándome una queja de su parte que no me importó. Se lo tendí a Sky.

Negó. —Soy el conductor designado, ¿recuerdas?

—Llamaremos un Uber. —No respondió. —Vamos, me siento culpable de que no puedas beber.

—¿Quién dijo que quería hacerlo? —Se lo cuestioné levantando una ceja. —Un trago, y aún así llamaremos al Uber.

Sonreí, probablemente de forma bobalicona. —De acuerdo.

Antes de que aceptara el vaso agregó.

Sólo si bailas conmigo.

Es así como los flashazos en mi mente comienzan.

Recuerdo sentir que necesitaba más tragos si de verdad me iba a poner a bailar en medio de todas esas personas. Cosa que en definitiva hice.

En mi memoria tengo imágenes de Sky balanceándose de un lado a otro mientras cantaba a todo pulmón con una sonrisa inmensa.

Bailamos toda la noche, bebimos demasiado hasta que en algún punto ni siquiera sabía qué ritmo era o si estaba o no haciendo el ridículo.

—¿Me estás ocultando algo? —Ella arrastró las palabras. Quizás había tomado más de un trago.

¿De qué estábamos hablando? No lo sé en lo más mínimo.

Aún así levanté las manos para demostrar mi inocencia.

—Tienes todos mis secretos.

Después de eso lo siguiente que tengo es el segundo en que sostenía su cabello hacia atrás cuando estaba vomitando. Recuerdo que a mí también me dieron arcadas, pero me resistí a expulsar el alcohol. Uno de los dos debía mantenerse fuerte.

—Que asco. —Lloriqueo. Entonces yo me comencé a reír.

Error. Después de eso empezó a llorar de verdad, con lágrimas y todo, y entré en pánico.

Creo que fue Ivy quien llegó con una botella de agua y mentas, ¿de dónde las sacó? Es otra cosa que no sé. Pero lo que sí tengo claro es la manera en que Sky sonrió por encima de su hombro. Por un momento sentí que estaba totalmente sobrio.

—¿Por qué te tomó tanto tiempo? —La pregunta me salió bajita.

—¿El qué?

Ambos estábamos un poco menos borrachos. Ve a saber qué hora de la madrugada era, pero la música ya se escuchaba más lejana y no recuerdo que hubiesen tantas personas como cuando habíamos llegado. Por lo menos sé que en ese momento estábamos solos.

—Aparecer en mi vida.

Sus mejillas se elevaron de una manera hermosa.

—Me gusta pensar que tal vez siempre estuvimos destinados a conocernos. Como si fuéramos nuestro destino. Porque no hay otra manera para explicar el hecho de que contigo me siento como si fuéramos las piezas del mismo rompecabezas.

Un calor extraño se apoderó de mi pecho, es un sentimiento que pesé al alcohol no olvidaré.

—Creo que eres mi estrella de la suerte, Sky. Llegaste justo cuando todo estaba oscuro.

Sonrió y se dejó caer con un poco de torpeza en el suelo rocoso. Me tomó de la mano llevándome con ella. Una vez sentados puso su cabeza sobre mi hombro, creí que se quedaría dormida pero su susurro me dijo lo contrario.

—Alex, ¿te puedo pedir algo?

La pregunta se sentía como un secreto, fue por eso que contesté en el mismo tono bajo que ella.

—Lo que quieras.

—Quédate conmigo. Aún cuando todos se pongan en mi contra, quédate conmigo.

¿Habíamos hablado antes de algo más? Esa petición me parecía extraña sin contexto, pero es que quizás no recordaba bien. Sin embargo sé que contesté con firmeza.

—Siempre.

—¿Te quedaras?

La puse más cerca de mi pecho, en ese momento fue lo único que se sintió correcto.

—Ya te lo he dicho. Siempre, Sky.

En algún punto debimos movernos de donde estábamos porque no encuentro otra explicación a cómo Cole apareció detrás de nosotros mientras caminábamos hacia el estacionamiento.

—No dejaré que manejes borracho, Alex.

Gracias a mis lagunas mentales no sé de qué manera todos mis hermanos junto a Ivy se unieron a mí y a Sky. Pero al parecer estábamos por irnos, ¿le dije a Cole que llamaríamos un Uber? No lo recuerdo. Lo que sí tengo claro es que Dylan lo acompañaba y quiso entrometerse.

—Sky, ¿Quieres que te lleve a casa?

—No. —Respondí yo.

Quizás fue de mala educación no dejarla responder, tal vez fue el alcohol lo que me hizo sonar grosero.

Como haya sido, hubo un acuerdo tácito entre Cole y Dylan porque después de un intercambio de miradas el moreno respondió muy tranquilo.

—De acuerdo. Hasta el lunes. —Con eso se montó a su auto y desapareció.

—Tendrán que acomodarse para que entren todos. Quizás debiste dejar que se fuera con él. —Me dijo Cole.

—No veo porqué no habría espacio suficiente, venimos bastante cómodos.

—Bueno, pero ahora no solo yo iré, Jackie también vendrá con nosotros.

Entonces reparé en la presencia de la morena. Pero si soy honesto me dio completamente igual.

Ivy iba sobre Isaac para que Jackie pudiese ir en un asiento en la parte de atrás.

—¡Deja de moverte así! —Le bramó.

Ambos estaban todavía hasta el tope de alcohol, sin embargo comprendía la frustración de Isaac.

—¿Estás cómoda?

Me tomó todo de mí hacer la pregunta, la garganta me parecía como si hubiese tragado arena, pero necesitaba asegurarme. Con cuidado, Sky se giró sobre mí y me asintió.

El viaje se sintió eterno. Ambos intentábamos no movernos demasiado. ¿A quién se le ocurrió que nosotros dos fuéramos en el asiento del copiloto? Incluso con el cerebro un poco nublado sabía que no era lo más seguro. Además, Cole manejaba como si estuviésemos sobre una carretera recién pavimentada y no en terracería. La camioneta brincaba cada tanto y me preocupó que Sky pudiese irse hacia enfrente y golpearse con el tablero, quizás fue eso lo que me impulsó a tomarla de la cintura, sólo para asegurarla.

Mi contacto la hizo voltear a verme. Esperé una queja, listo para apartar las manos, sin embargo nunca llegó. De hecho, fue lo contrario; Su espalda por fin se relajó hasta quedar apoyada en mi pecho.

Creo que el viento que entraba por la ventana la mareó un poco porque recuerdo sus ojos brillosos. Me tomó por el cuello acercándome a su rostro, su tacto era helado.

—¿Por qué me siento como en una montaña rusa?

Reí. —Creo que debes descansar un poco.

Asintió como una pequeña después de recibir instrucciones y observé cómo sus pestañas gruesas revoloteaban hasta cerrar sus ojos.

Tomé su mano, la que había usado para acercarme y también la libre. Las mías siempre estaban calientes así que las use para darle un poco de calor. Nunca deje de rodearla, por si acaso Cole frenaba.

Mirándola reflexionaba en que Sky tenía una belleza especial. Una de un tipo que la hacía resaltar del resto, como si se iluminara de manera diferente. No se trataba de sus ojos de un azul eléctrico, sus labios rellenos, o la manera en que su cabello brillaba, el impacto iba mucho más allá; era el sonido de su risa, el destello en su mirada cuando estaba emocionada, la forma en que sus mejillas se elevaban cuando sonreía; cada una de sus pequeñas acciones contenía magia y tenía el poder de colorear en dorado tu existencia. Era como luz de día.

Cole estacionó en la casa de Ivy sin decir una palabra y bajó para ayudar a Isaac con ella, apenas podían ponerse de pie y ve a saber por qué pero iniciaron una discusión que ignoré.

Creo que en realidad sí me había dicho que esperara en el auto, pero vi que Sky ya había despertado, quizás por la pelea en la parte trasera, así que con cuidado la ayudé a bajar y fui tras ella hasta el porche de la casa.

Este es el fragmento más importante de la noche, el que incluso después de años no voy a poder olvidar, aunque desearía tener el paso a paso porque sólo nos recuerdo frente a la puerta más cerca de lo que habíamos estado nunca antes.

De nuevo no resistí el impulso de sentir el tacto de su cabello así que acomodé lo que el viento había despeinado. Supongo que se mareó o no entiendo cómo terminó con las manos sobre mi pecho y las puntas de nuestros zapatos chocando.

—Son tan malditamente azules. —Pensé en sus ojos al tenerla tan cerca.

Entonces, sin previo aviso, sucedió algo que movió mi mundo; Sky me besó. 

.

.

.

Kheeeeee

¿Sera que Alex estaba demasiado borracho y alucina? JAJAJJAA ¿O es que de verdad esto está sucediendo? Lo descubriremos en el siguiente capitulo.

No han sido días emocionalmente buenos, por eso es que las actualizaciones han ido lentas. Lo siento, me estoy esforzando por ser constante.

Cualquier cosa pueden preguntar en mi tablero para saber cuándo es que subo caps :)

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