⠀❪ i ❫⠀━━━━ la escuela

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng





••••

⩨ :: VOTEN Y COMENTEN,
POR FAVOR ; NO A LOS
LECTORES FANTASMAS.

» capítulo dos. la escuela.


🎭






FOX TIENE LA SENSACIÓN de que algo va a salir tremendamente mal.

Es decir, en primer lugar tiene qué cumplir su misión; esa en la que debe robar el corazón del Árbol Sauce que bien se sabe que está bajo la protección de la familia Smith y no tiene ni idea de cómo va a acercarse hacia ellos. No es qué sea un chico muy sociable, qué digamos.

Carlos se lo ha mencionado varias veces, pero al joven brujo no le importa. Sobre todo porque si tiene a sus amigos de su lado, todo siempre estará bien; en segundo lugar, está la otra misión de parte de casi todos los villanos. Eso surge otro tema por el qué preocuparse.

―¿Queréis que robemos la varita mágica? —Fox pregunta, recibiendo una mala mirada de su padre. Está acostumbrado a ellas, pero después de la reunión de anoche, no puede evitar estremecerse bajo su intensa vista.

Sabe que su padre está molesto con él porque ha llegado el último a la reunión y los ha hecho esperar a todos. Nadie puede culparle; bien temprano en la mañana se escapó hacia la barrera de la Isla en busca de encontrar algo de paz. Va a echar de menos su hogar, después de todo.

Ahora está rodeado de todos esos villanos que le miran con decepción, pero se siente seguro al estar junto a sus amigos aunque no estén a su lado ahora mismo, ya que cada uno de ellos está reunido con cada uno de sus padres; ultimando detalles y guardando cosas de último minuto que van a llevar a la escuela, y ese tipo de cosas. Fox no piensa acercarse a su padre, a no ser de que sea estrictamente necesario.

El chico entonces descubre que Maléfica, la madre de su amiga Mal, le dirige una fría mirada por encima del hombro de su hija. La abraza con fuerza, a la chica, pero incluso desde su posición puede descubrir los hombros tensos de la más joven. Fox aparta la mirada, incapaz de sostenerla por más tiempo. Se siente incómodo en su presencia, sobre todo con ella.

Nunca se han llevado bien.

Para aliviarse y cómo acostumbra a hacer (casi siempre) escapa al lado de su mejor amigo, Carlos, hijo de Cruella de Vil. Aprovecha que está escapando de su madre, aquella mujer de cabellera dispar y qué no deja de repetir que lo necesita urgentemente para que le limpie la basura de los dedos de sus pies. Qué asco, piensa, evitando hacer una mueca.

—¡Foxy, hay perros en Áuradon, no quiero ir! —El pequeño bicolor atrapa su cintura y no se despega de su torso.

Fox sabe qué tiene que hacer: se dedica a acariciar con suavidad sus cabellos blancos y negros. Al momento siente cómo el más bajo, porque el joven brujo tiene la suerte de tener una ventajosa altura, cierra sus ojos y se arrulla contra él. En esos momentos, es cuándo más le hace recordar a un animal... Diría a un cachorro, pero nunca ha tenido la oportunidad de conocer a uno.

 Luego levanta la vista para encontrar a su padre en una ligera conversación con Jafar y su hijo, Jay; aparentemente el joven ladronzuelo y que forma parte de su grupo de amigos, se encuentra enseñándoles lo que ha robado antes de llegar aquí.

Jafar exclama emocionado por todo lo alto cuándo Jay le muestra una pequeña lámpara, y Fox sabe que espera que funcione, pero él ya es consciente de que no va a ser así. Al igual que su padre, que se limita a cerrar los ojos con aburrimiento. Luego, se confirma su idea al ver cómo su amigo le pasa la lámpara a su padre y este la raspa sin éxitos. Entonces, siente un pinchazo en su corazón.

Todo se debe porqué su padre sonríe cálidamente a Jay, quién consuela a su propio padre. Siente envidia, no puede evitarlo. Fox quiere que su padre lo mire con el mismo orgullo y regocijo..., Pero es consciente de que soñar es gratis, y que nunca llegará a mirarlo de esa manera.

A no ser, claro, de qué cumpla su misión privada; a lo mejor así consigue un poco de su aceptación. Esta es su oportunidad de demostrarle de lo que es capaz, y teme echarlo todo a perder. De nuevo, sabe qué lo quiere ―muy en el fondo― pero otra cosa es ser un orgullo para él, y eso sí que no lo es.

Decide volver a prestar atención al pequeño Carlos, que parece haber descubierto su ligera incomodidad, porque mientras se niega a soltar su cintura, le está haciendo ligeros masajes en la espalda baja. Ayuda, un poco.

De todos sus amigos, con los que mejor se lleva son: Carlos, Nicolle (quien está con Evie arreglándose) y Mal. Pero eso no quiere decir que no sean una piña entre todos, por supuesto. Es solo que... para Fox es mucho más fácil hablar con los primeros.

—Tranquilo, Carlitos, yo te protegeré de todo —dice, para observar cómo esos ojos achocolatados grandes y sobre todo inocentes, lo miran con dulzura.

Un fuerte golpe remueve su interior y se recuerda, abruptamente, cómo su padre amenazó la noche anterior conque Carlos podría salir lastimado al otro lado de la Isla. La sola idea le hace estremecerse, porque una de sus promesas es cuidar del más pequeño y no piensa fallar. Lo considera cómo un hermano pequeño, aunque no compartan lazos sanguíneos.

—Eres mi héroe, Foxy —menciona Carlos con ese apodo que tanto le encanta al hijo del brujo.

Pero se interrumpen asustados, cuando escuchan a la madre de Mal gritar a los cuatro vientos: —¡Centraos, villanos! ¡Llevamos esperando más de veinte años salir de esta asquerosa isla! ¡Despertad y dejaos llevar por todo ese odio de vuestro corazón!

La mujer con cuernos señala a los villanos de la habitación, recordándoles a cada uno de esos príncipes y princesas que frustraron sus planes. Cuando es el turno de su padre, Fox nota que algo con fuerza tira de su corazón; aún le cuesta creer que comparte su alma con la de una bruja.

Por eso, en gran parte no pudo dormir muy bien en la noche. Las pesadillas no le dejaban y la mujer de manto oscuro tampoco dejaba de aparecer en su mente. Sacude entonces su cabeza, tratando de regresar a la realidad.

Dedica una pequeña mirada a la cabeza de cuervo que cuelga de su cuello y tiene la tormentosa sensación de que brilla por pequeños momentos. Vuelve a sentir un retortijón en su estómago.

—Facilier, no olvides a esos detestables anfibios que se metieron en tu camino. —Por la mirada de su padre se cruza un reflejo que muestra su rabia interior, su odio y su deseo de venganza. Vuelve a estremecerse.

Después de dejar las cosas claras, a continuación Maléfica recoge su libro de magia que no tiene utilidad en este lugar pero sí en Áuradon, se lo da a su hija y le dice que ahora ella podrá crear sus propios recuerdos. Fox cruza mirada con su amiga peli-morada y sabe que la idea la tiene de los nervios, pero su rostro de marfil no demuestra nada de nada, como siempre.

Da un pequeño respingo cuándo Cruella aparta a Carlos de su lado de golpe, tirando de su brazo para hacerle recoger su bolsa de basura, qué es en donde lleva sus pertenencias.

Es tiempo de que se vayan y Fox observa cómo cada uno de sus amigos se van despidiendo de sus padres. Sin embargo, duda de acercarse al suyo por los desagradables recuerdos de la noche anterior. Su corazón palpita con fuerza de pensar en lo real que se sintió la mano de la bruja apretujando este y casi aplastándolo entre sus dedos.

No obstante, al fijarse en la curiosa mirada de la Reina Malvada que se dedica a darle consejos a Evie, se mueve para alcanzar a su padre para no levantar sospechas.

Toma asiento frente al hombre de vivaz sonrisa y mientras nota que la sombra del adulto le arregla el cabello, al menos con movimientos delicados, su progenitor le dice: —No te olvides de tu misión especial, Fox. No quieres que la bruja te castigue por ello, ¿verdad?

Ah, sí. Fox recuerda que le hizo prometer con su vida que cumpliría su parte del trato o si no la bruja tendría completa libertad para poner las manos sobre su corazón. No sabe si es cierto al completo, pero prefiere no arriesgarse. Asiente con suavidad y su padre lo despide con la mano para que se marche con los demás.

Entonces mientras camina hacia la salida, se dedica a regalar miradas de soslayo al resto de sus amigos que pasan tiempo de calidad con sus familias. Envidia a la mayor parte de ellos, nuevamente por lo estrechas que son sus relaciones (a excepción de Mal y su madre). Incluso la Reina Narissa le ha dado un suave beso en la mejilla a Nicolle, quién luce un nuevo colgante de un medallón de tonos morados y relucientes sobre su pecho.

Fox termina por golpear varias veces su cintura, tratando de calmarse. Esas emociones solo sacan lo peor de sí mismo, Carlos se lo ha dicho muchas veces.

Devuelve la vista hacia su padre, sin poder aguantarse, quién se encuentra ordenando sus cartas del Tarot. No se preocupa por él, por lo que mordiendo sus labios, se levanta para marcharse con sus amigos. Se acomoda su gabardina, su chistera con decorado de plumaje negro y agarrando su única maleta, se prepara para irse.

No obstante, lo detiene la voz de su padre. Fox se da la vuelta, esperanzado de que este decida despedirse con algo más de cercanía... Lo qué no espera es que le enseñe la cabeza colgante de su abuela, así en el aire, enfrente de él. Frunce el ceño, sin saber que quiere que haga con ella.

Lo peor de todo es que la sostiene la sombra.

—Llévatela contigo, te vigilará por mí. —Eso lo disgusta todavía más porque no se espera que haya tanta falta de confianza en su persona.

Siente que la respiración se le corta un poco al ver la extraña sonrisa malévola de su abuela en su rostro. Obviamente no está viva, sin embargo, llevarla encima le parece un poco... demasiado.

—N-no creo que haga... —La sombra de su padre le sostiene de la nuca y acepta sin pensarlo dos veces.

La sostiene de la cabellera y observando su continuo balanceo, la guarda en uno de los bolsillos de su gabardina tratando de no mirarla demasiado. Su padre mantiene su sonrisa y la sombra lo empuja hacia la salida. No tarda en avanzar; por algún motivo nota que su corazón se agita emocionado, y no quiere pensar qué es la bruja quién se alegra de salir de la isla.

Sigue caminando ocupándose de esconder los deseos que le nacen por dentro por esperar que su padre fuese diferente. La luz de un nuevo día lo recibe a las afueras, y siente que un nudo se forma en su garganta.

Suspira entonces y su mente se vacía cuando por su lado pasa corriendo un Carlos que huye de una madre que quiere mantenerlo a su lado, otra vez. Lo agarra de la mano para su sorpresa y jalándolo junto a él, ambos lanzan sus maletas (la de Carlos es una bolsa de basura) hacia el maletero y esquivando a una Evie que se despide de su madre, ingresan al interior del vehículo.

Jay y Nicolle ya se encuentran en el interior, discutiendo ya mismo sobre las cosas que harán cuándo lleguen al otro lado de la barrera. Pronto entran Evie y Mal, y las puertas se cierran por completo.

—Los chicos han aterrizado —anuncia el chofer de la limusina oscura por una radio dentro de su chaqueta.

Entonces se acomodan lo mejor que pueden; las chicas en vertical y al comienzo de los asientos, por lo que los chicos y Fox toman los laterales. Carlos queda entre ambos chicos; por supuesto, el joven brujo lo ha hecho aposta para quedarse al borde. Necesita su espacio.

—¡Trae oro a casa! —Fox se fija en cómo Jay aprieta sus manos con fuerza, seguramente recordándose de que esta quizás sea la única oportunidad que tenga para demostrarle a su padre que puede superar sus expectativas.

—¡Trae un príncipe a casa! —Eso obviamente va dirigido hacia Evie quien muestra una sonrisa de oreja a oreja, emocionada con la idea de conocer a muchachos de alta cuna.

Mal se limita a cerrar los ojos, y el chico sabe que ya está maquinando en su cabeza las mil formas posibles de cumplir con las expectativas de su madre. Aunque quizás es solo Fox quien observa ese aliento por escuchar algo de su madre, algo que le demuestre de su apoyo, pero los dos saben que no va a pasar. Es debido a la falta de comprensión de sus padres que ambos logran congeniar a la perfección, y lo que inevitablemente hace que ambos sean el mejor amigo del otro.

—¡Trae a esa estúpida de Giselle a mis pies, querida! —Nicolle se remueve en su asiento, seguramente extasiada con la idea de humillar a la persona que destrozó la vida de su madre.

Fox piensa en que es curioso verla demostrar interés por algo que no sea robar, como Jay se ha ocupado de enseñarle desde que se conocieron. Ambos son maestros en cuánto a ese tema, y se llevan la mar de bien.

—¡Trae un cachorro a casa! —Y eso último va dirigido hacia Carlos, quien mantiene la mirada perdida quizás atormentado ante la idea de lo que puede encontrarse al otro lado. El joven brujo lo conoce muy bien.

Sin pensarlo demasiado, Fox extiende su mano para alcanzar la enguantada del otro. Al cruzar miradas, se asegura de darle ese apoyo y tranquilidad que cómo hermano mayor debe brindarle. Carlos se recuesta sobre su hombro, alejándose un poco del lado de Jay, quien ahora parece más cautivado con las miles de chucherías y dulces que reposan al frente de todos ellos. Tentado a la vista, eso está claro.

Jay comienza a coger algunos de esos dulces, y cuando Carlos le dirige una pequeña mirada, lo suelta para ver cómo el pequeño dálmata y el hijo de Jafar comienzan a pelearse por ver quién consigue más. Distraído, Fox mira a Mal quien tiene en sus manos un mando, aunque duda mucho de que sea para una televisión.

—¿Para qué crees que sirva? —pregunta, al ver como lo mueve entre sus dedos, curiosa.

Esta lo mira divertida y le dice: —Ojalá que para salir de aquí.

Él comparte una sonrisa con ella que desaparece cuando Evie le dice que parece más pálida de lo normal. Nicolle secunda la idea, y ambas comienzan a maquillar a la muchacha de cabellos morados. Esta las aparta de un veloz movimiento mientras el propio Fox esquiva un codazo de Carlos, quien sigue peleando con Jay.

—Dame un poco de eso, J —pide una Nicolle a su amigo, cuándo desiste de maquillar a Mal, y aprovechando que Carlos ya no se pelea con el ladronzuelo mayor.

Jay al momento le lanza una especie de regaliz rojo, pero que tiene forma de caballo, y ella lo atrapa con un ligero movimiento de dedos. Lo mastica durante unos segundos y no tarda en mostrar su gusto por ello. Eso es suficiente para que Jay le pase otro más, ella es su debilidad.

—Toma, Foxy. —Carlos le tiende una chocolatina y rindiéndose ante aquello, lo come suavemente dándose un pequeño placer.

Pronto encuentra adictivo aquel sabor y le pide otro trozo a Carlos, pero este no le escucha por andar compartiendo una nueva adquisición con el hijo de Jafar. Los observa divertido al ver que hay algo nuevo que le gusta al pequeño mocoso de pelo blanco y negro. A sus ojos, siempre será su hermano pequeño.

—Son salados como los frutos secos... pero dulces como no sé qué. 

—Déjame ver —pide Jay, quien lleva puesto unos cascos de música ahora. Aunque Fox no está seguro de qué haya algún tipo de sonido.

Luego el joven brujo se carcajea junto con sus amigos cuando, al inclinarse sobre el asiento para ver mejor, observa que su pequeño mocoso le enseña la boca a Jay. Este se queja asqueado y lo aparta de un golpe. Sin embargo, pronto arrebata de la mano lo poco que le queda del dulce a Carlos y se lo zampa. El hijo del brujo alza los ojos al cielo, entretenido ante sus tonterías.

Devuelve la mirada hacia Mal, momentos después, para cuándo pulsa uno de los botones del mando. Se fija en que la ventana del coche se va abriendo, mostrando al chófer. Nicolle no se da cuenta porque anda comiendo alguna especie de frutos rojos, y solo Evie y él se dan cuenta de algo horrible: están a punto de atravesar el puente que los separa del otro mundo, y que sólo es rodeado por mar.

—¡Es una trampa! —escucha decir a Carlos, aterrorizado ante la idea de que los vayan a matar.

Pero Fox llega a la conclusión de que debe de haber algo mágico tras esto, porque de alguna manera tuvo que llegar la limusina a esta parte de la Isla. Tampoco está muy seguro, pero al ver la tranquilidad del conductor tras el retrovisor, se refuerzan sus sospechas.

Sin embargo, eso no evita que sus amigos griten asustados ante la posibilidad de perder sus vidas. Nicolle salta sobre Jay, quien la abraza con fuerza. Mal se esconde en el regazo de Evie, quien la apretuja consigo y Carlos, se engancha de nuevo a su cintura. Es el único que se queda tranquilo, confiando en la supuesta bondad del otro lado.

Sería algo irónico que los asesinasen, después de todo, porque en primer lugar lo que el hijo de la Bella y la Bestia está haciendo, es algo para unirlos.

Ve con expresión impasible por las ventanas de su compartimiento que un nuevo puente dorado se va formando, y detiene los gritos ensordecedores de sus amigos.

—¡Mirad, mirad! ¡No vamos a morir hoy, estúpidos! —Entonces estos dejan de aullar como niñas asustadas y miran a su alrededor, confirmando su declaración.

Pronto se tranquilizan y se reconfortan, recuperando sus antiguos puestos muchos más tranquilos. Aun así, Carlos no se suelta de su cintura y Fox continua acariciando su cabecita.

—¿Qué ha pasado, Foxy? —le pregunta, pero son Nicolle y Evie quienes le responden.

—¡Es magia! —dicen ambas a la vez, luciendo hermosas sonrisas.

Rápidamente Mal actúa, volteándose para llamar la atención del chófer. Golpea varias veces el asiento con el mando de sus manos y pregunta si al pulsar el botón se ha abierto la barrera mágica. Sin embargo, este niega enseñando un mando similar pero de tonos dorados, diciendo que este lo ha hecho. Se nota a leguas que su tono es hosco y poco amigable.

—Ese que tienes en tu mano abre mi garaje —explica, arrebatándoselo de la mano a su amiga y pulsando un botón de la guantera de arriba, le dice—: Y este...

Y entonces todos observan como la ventanilla oscura desciende nuevamente, y los separa del hombre que conduce. Todos se ríen ante su comportamiento, y Mal regresa a mirarles.

 —Qué grosero. Me gusta este tipo —añade, con una sencilla sonrisa.

Evie niega con la cabeza, disfrutando del buen ambiente de su grupo y uniendo sus manos con las dos chicas que la acompañan. Probablemente lo haga para calmar sus nervios.

Nicolle acomoda con su mano libre su cabello corto y acaricia el colgante nuevo de su cuello, entonces Fox aprovecha que los demás siguen comiendo dulces y que Carlos ya lo ha soltado, para preguntar sobre esa nueva adquisición.

—¿Es nuevo, Nicky? —Esta lo mira con sus rebosantes ojos azules, brillantes, y asiente en silencio. Evie le dedica una ligera mirada y tras unos segundos, les explica de qué va la cosa.

—Ya sabéis que mi madre también hace magia, y me ha dado esto expresamente para concederme algo también. No sabe si, como tú Fox, también tengo magia... así que es para asegurar las cosas. —Pero entonces Mal cruza una de sus piernas y con expresión altanera hace un comentario de su madre.

—Aunque Narissa también sepa utilizar la magia, es bien sabido que la de mi madre es superior. 

Eso claramente Fox no lo pone en duda, sin embargo la expresión de Nicolle se refuerza. Se ha molestado un poco, la conoce como la palma de su mano.

—Mi madre también se transformó en un dragón. No me hagas recordártelo otra vez, Mal. —Ellas comparten una tensa mirada y Fox las detiene, no queriendo ver de nuevo otra pelea de gatas.

—Chicas, este no es el lugar ni el momento. —Ellas entonces lo miran con cuchillas en sus ojos, y algo molesto ante tanta tontería, cambia su expresión a una mucho más severa.

Lo cuál no suele hacer mucho.

Nicolle alza sus manos rendida, y supone que no quiere traerse problemas con él. Mal solo se digna a suspirar para apretar el puente de su nariz. Evie se mantiene entre ellas, acomodando su propio maquillaje.

—Esto tiene que salir perfecto, chicos. Así que nada de tonterías —les recuerda, y todos asienten tratando de mantenerse apaciguados ante lo que se viene.

Sus padres esperan mucho de ellos y no pueden desperdiciar esta oportunidad. Fox observa el paisaje blanco, puro y brillante que se le muestra y se pregunta si ha sido buena idea llegar hasta tan lejos. Una de sus manos se dirigen hacia su colgante, que parece unirse a los latidos de su corazón y siente que la bruja sopla tras su nuca. No quiere ni pensar en qué al estar al otro de la barrera se ha vuelto más fuerte. La sola idea lo aterra.

Ignora todo eso y su misión principal, y trata de observar aquel cielo azulado y cubierto de nubes que es lo único que consigue apaciguar su mente y su interior.

«Cuánto antes lleguemos, será mejor. Así acabará todo más deprisa», se dice mentalmente, con la esperanza de que las cosas no se compliquen para sus amigos y para él.















Fox nunca ha estado antes en una limusina, pero le gusta.

Ver paisajes y arboledas por el camino, recibir un poco de aire fresco es bastante liberador, mucho más de lo que acostumbra a sentir en su otro hogar. En la isla lo único apaciguador que puedes llegar a escuchar, después de todo, es cuando Maléfica camina por las calles y todos se sumen en un silencio sobrecogedor. También le gusta eso.

Una de sus manos también enguantadas sale por la ventana que se ha abierto hace un rato con una manivela en un lateral, y le gusta la ligera caricia que recibe. Sin embargo, no dura mucho. Se ve obligado a guardar su mano de nuevo en el interior cuando la ventana se sube de nuevo y comprende que debe ser cosa del chofer, probablemente ya hayan llegado.

Se lo confirma cuando cruzan al interior de una especie de castillo. Todos observan un curioso cartel que dice: «BIENVENIDOS A ÁURADON, PREPARATORIA. LA BONDAD NO PUEDE SER MEJOR». Mal hace arcadas y Jay le saca el dedo de en medio. Fox se ríe.

Sin embargo, todos se asustan cuando comienzan a escuchar algo parecido a disparos y bastante algarabía de jóvenes que persiguen la limusina por detrás. Por lo que alcanza a distinguir Fox, varios de ellos llevan encima carteles dándoles la bienvenida. Evita hacer una mueca de desprecio.

También muestran en su poder banderitas y sonrisas perfectas. Fox siente una molestia en su estómago, y momentos después la limusina se detiene en lo que supone que es la preparatoria.

—Más que una escuela parece un castillo —comenta Evie, la que más risueña se encuentra ante el tema de venir a este odioso lugar.

Pero Nicolle, al igual que el propio brujo, no opina lo mismo.

—Mejor di cárcel. Tiene pinta de que no podremos salir de este sitio con facilidad —señala, mientras sus dedos con manicura azulada acarician su colgante.

Jay y Carlos asienten ante sus palabras, entre que Mal frunce sus labios, nerviosa. Él tampoco se encuentra mejor, porque sabe que cuando den un paso afuera, la rueda comenzará a moverse. Sus planes deberán dar comienzo y no habrá marcha atrás.

—El ruido... ¿lo hacen esos chicos? —Carlos comenta, que le ayuda a darse cuenta de que se trata de una especie de grupito de cantantes y músicos.

Al chico le nace la necesidad de cubrir sus oídos, detestando al momento el sonido.

—Parece que no escatiman con las bienvenidas. —Mal cruje sus dedos, y el hijo del brujo descubre una mirada asertiva, bastante intrigada por quienes los condenaron a una vida tan deplorable.

Entonces, el vehículo se detiene. El chofer se encamina a abrirles la puerta.

 Fox traga grueso, ignorando por completo a sus dos amigos que han escogido justo este momento para pelear por alguna especie de tela azulada. Golpea varias veces su pecho, tocando aquel colgante de cuervo y se queja en bajo cuando este le electriza el dedo índice.

Observa sus ojos rojos refulgir, los del colgante, e intenta calmarse. Saca de su cabeza que aquí está permitida la magia, y que hay una enorme posibilidad de qué ahora tenga también.

Nicolle lo observa de reojo, y niega con la cabeza, dando a entender que las explicaciones serán en otro momento. Ella asiente y luego, todos tratan de arreglarse lo mejor posible —a excepción de Jay y Carlos, que siguen discutiendo— y se preparan para lo que viene.

Abren las puertas, Carlos y Jay caen al suelo enzarzados en la misma pelea y, la música se detiene. Ya está: han llegado a su destino y del que depende el futuro de sus padres.

Que comience el juego, se dice Fox mentalmente bajando de la limusina para tenderles la mano a sus tres amigas y dar una buena presentación con ellas. Ellas aceptan gustosas, descendiendo del vehículo y observando todo lo que les rodea.

Un montón de príncipes y princesas remilgados y pijos, eso es lo que tienen a la vista. Piensa con una oculta sonrisa, en que quizás esto sea un poco más sencillo de lo que imaginó en un principio.

🎩💜. ELSYYY AL HABLA (!)
muchas gracias por vuestro apoyo, por guardaros la historia y por leer.

... recuerden que los comentarios son siempre bien recibidos y me hacen sentir muy bien. porque me muevo la cabeza en busca de que darles algo que les guste.

además, me encanta la dinámica que tiene fox, sobre todo, con mal y carlos. vamos a ver mucho más de ellos al paso de los capítulos.

... nuevamente, también dejo en claro que mi ordenador se ha roto y si no es por un familiar que me lo presta de vez en cuando, no podría actualizar. pido paciencia mientras consigo uno nuevo.

nos vemos pronto,
mis caracolas, wondergirl los ama.

🎩💜

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro