Decorando el árbol juntos

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Vegetta odiaba hacer todo a última hora pero, a veces, era imposible sacar tiempo en su apretada vida. Es por eso que ahora volvía en su carro, un poco frustrado por el tráfico, pero con el árbol navideño y accesorios listos para solo ser sacados y puestos en su hogar. Sí, un árbol quizá no era importante, sabía que sus hijos realmente solo se enfocaban en los regalos debajo de este, aun así, deseaba que su casa tenga todo lo navideño posible para que su familia pudiese disfrutar y olvidarse, aunque sea por un día, de cualquier responsabilidad que tuviesen. El anterior que tenían se había deteriorado con el tiempo, por lo que él les había prometido traer uno nuevo para que todos en familia pudiesen decorarlo, sin embargo, el trabajo y otras cosas le impidieron ir por uno hasta que fue víspera de navidad... el día más horrible para comprar cosas.

Sin embargo, por cada cosa mala que pasara una buena también aparecerá. Cuando iba a ir directo al centro comercial Foolish, un compañero suyo del trabajo a quien siempre llevaba de camino a casa en su carro pues vivían cerca, se ofreció a ayudarlo con las compras y a decorar el árbol cuando Vegetta le dijo que no quería hacerle perder tiempo esperando en el carro. A Vegetta se le iluminaron los ojos, pues de las mejores cosas de su día siempre era ir de regreso a casa junto al rubio, conversando o simplemente disfrutando de la música que ponían durante el camino.

También debía confesar que tenía un no tan ligero crush en él, aunque hasta el momento no había sido capaz de hablar de ello con Foolish al respecto.

— ¡Muchas gracias por ayudarme! Espero no haber interrumpido ninguno de tus planes para hoy.

— Nothing at all! And I really loved spending time with you.

Vegetta sonrió, terminando de aparcar su carro frente a su hogar. Bajaron del carro, abriendo la maletera para sacar todas las decoraciones que Vegetta había comprado, así como también desamarraron la caja del árbol para poder meterla a su hogar. Cuando Vegetta abrió la puerta, dos personas aparecieron como por arte de magia, corriendo hacia él y abrazándolo. Foolish los divisó desde unos metros atrás: uno de ellos parecía un adolescente, aunque quizá estaba en sus veinte, con una bandana en la frente y el cabello alborotado y marrón. La otra, más pequeña, era una adorable niña de cabellos negros y ojos verdes, como los suyos. Los dos jóvenes lo observaron luego de terminar el abrazo con su padre, curiosos por el nuevo "intruso".

— Ellos son mis hijos, Roier y Leonarda. — djio Vegetta, guardando la llave de la puerta — Chicos, él es Foolish, me ayudó a traer las cosas del centro comercial y nos ayudará con el árbol.

— ¿Es tu novio? — preguntó Roier, con una mirada maliciosa.

— ¡Es un compañero del trabajo! — respondió Vegetta, avergonzado. — Vive cerca y a veces venimos juntos a casa.

— ¡Oh! ¿Entonces han tenido muchas citas?

— ¡Leonarda, ¿tú también?! — Vegetta solo recibió una risita por respuesta. Cuando sus hijos querían, le hacían la vida cuadritos. — Iré llevando las cajas con las decoraciones, ¡no se peleen! — dijo, huyendo de la escena para evitar que se notara lo sonrojado que estaba.

Ya solos, Roier y Leo se cruzaron de brazos en el umbral de la puerta y miraron a Foolish de pies a cabeza. Este tragó saliva, nervioso ante los atentos ojos de los dos jóvenes.

— ¿Cuáles son tus intenciones con nuestro pa? — la vocecilla de Leo sonaba seria, arqueando una ceja.

— He is... humn... él es una buena persona, I like him a lot. — tartamudeó.

— ¿" Like" de agradar o "like" de gustar, de amor? — fue Roier quien habló esta vez, haciendo la misma expresión que su hermana.

— Eh... well — sus mejillas se tornaron carmesí — Like of love. I don't know if he likes me too, so we're fine with the way things are going.

— ¿Sientes mariposas en el estómago cuando estás con él? ¿Lo quieres besar? — las preguntas de Leo ruborizaron al rubio e hicieron reír a su hermano — ¿Qué? ¡Es importante saberlo!

— Well, yeah. Desde hace unos meses que podría decirse que sí. — respondió — Es... complicado, así que no me he atrevido a ir más allá.

— Es todo o nada, Foolish, no queremos otra persona indecisa que lastime su corazón. — Roier, aún más serio, esperaba otra respuesta.

Foolish no conocía la vida amorosa pasada de Vegetta, era algo que el de ojos morados aún no había compartido con él. Aun así, bastaba con solo ver a los dos hijos de este y la fiereza con la que buscaban saber sus intenciones que entendió que solo buscaban lo mejor para su padre.

— Si tengo la chance de algún día ser merecedor de su corazón — dijo, poniendo una mano en su pecho — Les prometo que lo único que Vegetta sentirá es felicidad.

Los hermanos se miraron, como si fueran capaces de comunicarse por la mente, y asintieron.

— Muy bien, puedes pasar — afirmó Roier —Sin embargo solo te advierto que, una vez entres a nuestras vidas, prepárate para una ola de organización, puntualidad, responsabilidades y simetría.

— ¡Y morado! — continuó Leonarda.

Foolish, para sorpresa de los hermanos, no se dejó intimidar. Por el contrario, miró desafiante a Roier.

— I'll take the risk — terminó por decir, seguro de sus palabras — Su padre realmente lo vale.

— ¿De qué hablan? — se escuchó la voz de Vegetta desde la sala de estar.

— Nothing!/¡nada! — gritaron los tres.

Con todo dicho, los tres restantes ingresaron al hogar. Foolish se maravilló con lo grande y espacioso que lucía por dentro la casa, llena de muchas fotos familiares, decoraciones navideñas y una acogedora chimenea. Notó como en la esquina de la sala de estar un gran vacío se hallaba, seguro que ahí sería donde el árbol terminaría por ponerse.

— Gracias por ayudarme trayendo el árbol y las decoraciones, Foolish. — le dijo Vegetta cuando todas las cajas ya estaban en la habitación — Ya nosotros nos podemos encargar desde aquí.

— ¿Eh? ¡No! — le respondió, tomándolo de las manos — I said I would help you until the tree is up and decorated, so that's what I'll do!

— ¿Estás seguro?

— I couldn't have a better Christmas afternoon than spending it by your side. — sonrió.

Vegetta no sabía si las palabras de Foolish eran pura inocencia o realmente había algo más. Sacudió su cabeza, no queriendo hacerse ideas aunque, en el fondo, no se negaba. Foolish, por su parte, lo soltó y comenzó a abrir las cajas, notando como Leo se acercaba a él y miraba todas las esferitas de colores que se habían comprado.

— ¿Por qué no las vas separando por colores mientras tu padre y yo sacamos el árbol? — le dijo, y la niña asintió.

— ¡Hermanoier, ayúdame! — gritó.

— Solo estoy a unos pasos de ti, pinche Leo. — respondió este, con una sonrisa y sentándose en el piso para sacar todos los adornos — esferas, listones, guirnaldas, luces... sí que hay de todo.

— Solo en esta casa puede haber lo mejor. — respondió Vegetta, yendo con Foolish a abrir la caja del árbol.

— Sí... — susurró el de ojos verdes — Es obvio que aquí solo está lo mejor.

Hubiese sido una frase que pasara sin pena ni gloria en la conversación de no ser que Foolish observaba a Vegetta cuando lo dijo. Este volvió a ponerse nervioso, pero solo evadió su mirada mientras ambos sacaban el árbol. Los dos hermanos volvieron a ser testigos de otra escena entre su padre y el desconocido, y simplemente se miraron cómplices y continuaron con los adornos.

Finalmente, el árbol fue armado entre los dos adultos. Era del mismo tamaño de Vegetta, frondoso y de un verde oscuro muy parecido al de los pinos reales. Movieron las ramas hacia abajo para que se notaran cada una de ellas y se aseguraron de que la punta esté recta y no se haya dañado durante el camino. Foolish sacó una pequeña alfombra roja que venía dentro de la caja, poniéndola debajo del árbol para tapar el "tronco" y se viera limpio.

— ¡Bien! Ahora necesitamos poner los adornos. — dijo Vegetta, mientras sus hijos se acercaban con los accesorios preparados.

Cada quien tomó un accesorio diferente y comenzaron a decorarlo. Leo se encargó de las esferas, poniendo varias de diferentes colores (aunque con una predilección al morado), Roier ataba los lazos en cada rama posible, Foolish daba vueltas con las luces y Vegetta hacía lo mismo con las guirnaldas. En una de esas vueltas, los dos chocaron sin querer, tomando Foolish de la cintura al otro adulto para evitar que este se cayera.

— Be careful. — le dijo, con la voz ronca y seductora (o al menos era así como Vegetta lo sintió).

— S...sí.

— ¡Y ahora toca la estrella! — la voz de Leo los despertó de su ilusión, separándose inmediatamente.

— ¿A quién le toca este año? — preguntó Roier.

— ¡Ah! Eso no se me olvida. — Vegetta corrió hacia las cajas y sacó la estrella, tan reluciente que incluso podría ser confundida con el fulgor de una real — ¿Nos haces los honores, Leo?

Los ojos de la pequeña se iluminaron. Asintió, mientras Foolish la agarró con sus brazos y la cargó para que llegara a la cima del árbol. Vegetta le dio la estrella y, luego de admirar la figura y todos los detalles que esta tenía, Leonarda la colocó en la cima del árbol. Al mismo tiempo, Roier había prendido las luces, haciendo que los tintineantes colores y la música navideña comenzaran como si la estrella hubiese sido la responsable de ello, dándole incluso un toque más mágico a aquel evento. Leo observó a su hermano y este le guiñó un ojo: los dos se complementaban muy bien cuando decidían trabajar juntos.

Vegetta observó la felicidad de sus hijos, sintiendo su corazón cálido al notarlos tan felices de tener el árbol nuevamente en su hogar. Posteriormente, sus amatistas se enfocaron en Foolish quien, luego de bajar a Leonarda, yacía observándolo también. Los dos parecían perdidos en la mirada del otro, bajo las tintineantes luces del árbol, el cálido ambiente, las armoniosas canciones y las risas de los dos hermanos que ahora jugaban entre ellos. El corazón de Vegetta ya no solo se sentía cálido por sus hijos, sino también por el tiempo compartido con Foolish aquel día.

— I'm glad I helped save Christmas — dijo el rubio, soltando una pequeña risita — I'll go home now.

¿Se terminaría todo así? Vegetta sintió su corazón hundirse al ver como Foolish agarraba su maletín y comenzaba a despedirse de Roier y Leo. Él no quería que se marchara, pues ansiaba pasar más tiempo con él.

— Good bye, Vegetta. — le dice, lentamente, como si no quisiera irse — See you next year! — da media vuelta y se encamina hacia la puerta.

— Wait! — en un impulso Vegetta habló, logrando que el rubio se diera la vuelta y volviese a observarlo. — Tenemos mucho chocolate caliente... ¿Quisieras un poco?

— ¡Y galletitas! — continuó Leo.

Roier rió, acercándose a Foolish y tocándole el hombro.

— Lo que papá realmente quiere decir es por qué no te quedas a pasar la navidad aquí.

El comentario de Roier logró avergonzar a Vegetta, quien tosió y evadió la mirada de Foolish, sonrojado.

— Oh — los ojos de Foolish se iluminan, con una obvia felicidad transmitida no solo en su rostro, sino en todo su ser — ¡eso sería maravilloso!

— ¡Roier! — un aún más avergonzado Vegetta gritó — No es necesario, Foolish, quizá estás ocupa...

— I'd like to spend Christmas with you, Vegetta.

Vegetta sonríe y, con las mejillas coloradas, asiente.

— ¡Vale! — menciona, acercándose feliz — Entonces... eh... Acompáñame a la cocina, para invitarte el chocolate ¿Nos acompañan, niños?

— Nah, te dejamos con tu cita. — otro quejido por parte de Vegetta se escuchó luego de las palabras del de la bandana. Leonarda solo rio y Foolish se sonrojó, aunque logró disimularlo.

— ¡Estarás castigado al iniciar el año! — Roier se encogió de hombros, su trabajo había terminado — Ignóralos, Foolish, solo acompáñame.

Lo que no se esperaba el hombre de ojos morados, era que el rubio lo tomara de la mano y le sonriera.

— I will follow you anywhere, Vegetta.

El aludido solo le respondió con una mirada nerviosa y tartamudeos. Sin decir nada más, no se soltó de Foolish y lo guio en un silencio para nada incómodo, pues ambos parecían tener sonrisas ilusionadas en sus rostros.

Leonarda y Roier, quienes observaron dicha escena, se quedan un momento en silencio. Ya solos en la sala de estar, se observan, con miraditas cómplices.

— Creo que tendremos un nuevo papá pronto, Leo. — le susurra el mayor, entre risas.

— ¿Pero seguiré siendo yo la favorita de pa Vege?

— Después de mí, por supuesto. — recibió un golpe en el brazo — ¡Eh! Sí, sí, seguirás siendo la favorita.

— ¡Entonces por mí está bien!

Dicho y hecho, los dos hermanos siguen el camino que los adultos tomaron, esperando continuar con la navidad.

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