Capitulo 6

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Narrador Omnisciente
20 de abril de 2021

Jeon Jungkook es un chico de familia que adora a su hermano, y aún más a Clara, su madre. En su corto tiempo de vida ha tratado de hacerla feliz, puesto que es la luz de sus ojos.

A base de golpes ha aprendido que hay muchas cosas que tienen sentido, y que otras, simplemente no lo tienen. Él lo sabe, y más que eso, lo vive día a día con sus incansables locuras ocultas.

–Te mereces un gran premio. — masculló Jimin en una distancia muy cercana a Jungkook, siendo él, el único en oír su lloriqueo.

Se podían ver a simple vista esos ojos llorosos que daban visibildad a un alma rota. Como si estuvieras presenciando el fino hielo romperse en pedazos por un hilo de música. Su labio inferior temblaba. Quizás el chico estallara en ese preciso momento pero no lo hizo. No hasta llegar al baño y estar completamente solo.

El rubio se quedó un poco mal, no le importaba para nada Jimin. Ni siquiera se conocían y era la primera vez que intablaban una conversación. Algo informal, pero sí era la primera vez que lo hacían.

Según ellos.

Aunque días anteriores habían tenido su primer encuentro. Ese día en que Jungkook se despedía de su novia, Lucy, y un chico con distracción y apuro le chocó su hombro.

Descuidado.

Así era Jimin. No prestaba atención a nada de lo que hacía o quería hacer. Y aunque para muchos era un defecto, para otros era una virtud.

¿Por qué te debe de importar algo a lo que ni siquiera le prestas atención?

Pero ahí se encontraba él, tirado en medio del suelo del baño. Apestaba, pero la chico de pelo corto estaba intacto. Tal vez perdiendo el conocimiento y entrando en la alucinación de entrar al paraíso.

Alrededor de su brazo estallaba en sangre, como si le hubiesen tirado un gran cubo de agua, pero en color rojo puro. Las cortadas se escondían detrás de todo eso, y aunque pensó que solo había hecho una, en su estado inconsciente terminó haciéndose mucho más daño del que tenía planeado hacerse.

Él entró.

Iba a hacer una de las suyas en el baño, pero una vez vió al chico tirada en el suelo desistió, para luego de pensarlo varias veces cancelar sus planes y decir ayudarle.

En ese estado, tan solo pensó en lo más correcto, y luego de maldecirse unas diez veces por el destino ponerlo en su camino nuevamente accedió a llamar a Jin, mientras negaba del por qué lo hacía.

Miles de preguntas invadían su mente, como si de burbujas se trataran. Una detrás de otra mientras las anteriores desaparecían.

¿Por qué?

¿Por que a mi?

¿Por qué él?

–¡Ey! — masculló en desespero. —Necesito que vengas al baño. — sonó desesperado mientras hablaba por teléfono. Como si fuese de vida o muerte que Jin llegara en un abrir y cerrar de ojos a salvar la situación.

–Estoy en clases. Ahora no puedo hacer eso. — respondió el chico mientras su cabeza quedaba debajo de su mesa, evitando que su profesora de idiomas le viera incumplimiento las reglas escolares. Y es que Jin conocía a su amigo, sabía que cada vez que le llamaba era porque estaba en problemas, y ese día no era el mejor para buscarse un (no) merecido castigo.

–Se que estás en clases, y si no fuera una urgencia no te llamara. ¡Apresúrate! — ésta vez demandó dando un grito al chico de la otra línea. Dejó el celular a un lado y recogió las cosas que Jimin había dejado tiradas por todo el lugar.

La puerta intentó abrirse. Llevó sus fracciones a ese lado y con una gota de sudor corriendo por su frente puso su pie obstruyendo el paso para que la chica que se encontraba del otro lado se quejara para llamar la atención de todos.

Asomó su cabeza y mientras la rubia cruzaba sus manos y farfullaba del por qué un chico estaba en el baño de niñas, él sólo le sonrió preguntándose lo mismo.

–El baño esta atascado, ya sabes, alguien hizo sus necesidades. Si quieres salgo y lo limpias tú. — fue a abrir la puerta, aunque obviamente no lo haría. Solo fue un plan para que Rebecca se asqueara y se marchara. Sabía qué ella haría eso, y así mismo fue.

Miró el brazo del chico por quinta vez, sabía que debía de hacer algo pero no sabía qué. Observó su pulover, y aunque sabía que también se arrepentiría de eso, desprendió una manga proporcionando un gran hueco que dejaba su pecho en el aire.

Tapó la herida del chico como pudo con aquel pedazo de trapo, y en lo que llegaba su amigo tiro agua al suelo para que la sangre no fuese tan visible, dejando varias manchas regadas pero no muy intensas.

El pasillo también se inundó de agua, y el fuerte olor comenzó a sobresalir.

La puerta del cuarto de baño volvió a abrirse. El chico de cabello castaño se alarmó y con los ojos de plato miró como entraba su mejor amigo.

–¿Que pasó aquí? — balbuceó el niño de cabello gris cenizo mientras se acercaba a Jimin, y él tan solo recobraba el aliento del susto de antes. —¿Jimin? — pasó el mechón de pelo que el chico tenía ocultándole el rostro, corriéndolo a un costado por detrás de su oreja para afirmar que si era él, a lo que su compañero le dio una mirada de preocupación.

–Aunque me muero de curiosidad no hay tiempo para preguntarte de dónde le conoces. Cárgalo y llévalo a mi auto. Si lo hago yo llamaré la atención de todos y en ti sería algo normal. — su amigo asintió e hizo lo que le habían ordenado.

El pelicastaño quitó su camisa por completo. Prefería andar así por los pasillos a tener que caminar con un hueco en su pulover.

Salió del cuarto de baño. Visualizó a su frente que venía Rebecca acompañada del director, por lo que supuso que no serían buenas noticias para él, una vez más.

No se dio la vuelta. No tenía tiempo de que le dieran la misma charla de todos los días en ese momento, por lo que corriendo pasó por lado de las dos personas sin ni siquiera mirarles.

–Irás a detención jovencito. — gritó el director mientras Rebecca se quejaba del empujón que le había proporcionado el chico al pasar.

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