C:4

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Tres reglas, una amenaza y el desconocido causante de todo.

Como si se tratara de una misión imposible me implanté 3 reglas en mi mente, 3 pequeños detalles que no debía de olvidar si quería que todo saliera bien. Si en verdad quería que lo que habíamos planeado Helms y yo tuviera éxito, debía de seguirlas muy al pie de la letra.

La brillante distracción que hizo volar mi mente en ese momento fueron los ojos de Brad, irradiaban una luz pura mientras caminábamos fuera del aeropuerto.

Con cierto atrevimiento me di la libertad de tomar su brazo y entrelazar nuestros dedos para caminar uno al lado del otro.

- ¿Iremos a un hotel? -pregunta sin detenerse. -Tengo varios idealizados que estuve buscando.

Le hago una seña a Helms para que se ocupe de las maletas y negando con la cabeza en dirección a la chica, hago otra seña a un taxista para que se acerque a nosotros.

-Ahora mismo daremos un paseo por la ciudad, ¿Conoces algún buen lugar para comer?

-Puede ser, he escuchado muy buenas críticas de un restaurante cerca de la ciudad, creo que se llama: "La Bernardin".

-Suena bien -cambio la vista y miro al chico que se encuentra en mi frente.

Pareciera que no supera los veinte años pero no se ve tan chico para este trabajo. Mide alrededor de 1.70, un poco menos que yo por lo que levanta la vista para mirarme a los ojos.

Algo intimidante.

- ¿A dónde quieren que les lleve? -pregunta mientras juguetea con las llaves del auto en sus manos, moviéndolas de una mano hacia la otra en una acción bastante rápida.

Sonrió, ese chico me trae bastantes buenos recuerdos.

-El restaurante, La Bernardin. ¿Sabe dónde queda?

-A 30 minutos de aquí.

-Pues para ahí nos dirigimos.

Asintió para indicarnos que nos subiéramos a su auto, y mientras colocaba su cinturón de seguridad acomodó el espejo delantero para mirar fijamente en nuestra posición.

El auto se sentía como un barco en el agua, iba demasiado lento, pero al mismo tiempo tan rápido que te daban escalofríos y algo de mareo. Tomé la mano de Brad, nuevamente, y me aferré a esta mientras ambos mirábamos como tontos la ciudad a través de las ventanillas.

- ¿Cómo sabías de ese restaurante? -Miré con algo de incredulidad a la chica-. ¿Habías venido antes a New York? En todos mis viajes jamás había escuchado de ése sitio.

-Si, estuve buscando al igual que un buen sitio donde quedarnos.

-No me fijé que estuvieras haciendo eso en el vuelo. -le contesté sin más.

Mis pensamientos no paraba de estar en otro lugar menos en el momento indicado en que estaba viviendo.

-Cada día llevo alrededor de 100 personas a ese restaurante. Es muy bueno, tiene muy buen prestigio y a todo el que va le encanta. No es invento, simplemente le repito lo que me dicen mis clientes. -dice el taxista incluyéndose en la anterior conversación.

Brad sonrió, me enseñó tontamente un parque y, aunque no le encontré sentido le devolví la sonrisa.

El auto se detuvo, y antes de poder preguntar por qué, miré hacia mi derecha y allí se podía ver, un gran cartel con el nombre de su restaurante a todo lo grande, y adornado con luces muy llamativas.

-Hemos llegado -habló el chico-. Es ahí- señaló mientras nos explicaba varias cosas a tener en cuenta dentro-. El dueño del local es un conocido, si puedes dile que les mande yo, me llamo Rash, les atenderán muy bien.

-Muchas gracias -habló Brad mientras intercambiaban unas palabras y le pagaba lo que debíamos-. ¿Crees que puedas venir a buscarnos para volver a...? -se detuvo y me miró incrédula-. ¿Para dónde vamos de vuelta, Sten?

-Elige dónde quieras quedarte y allí nos dirigimos. -dije, miré el reloj-. En dos horas y media nos puede recoger aquí.

El chico asintió y siguió con la mirada hasta que nos posamos en la puerta, en donde Brad se detuvo y toco sus bolsillos desesperada.

- ¿Tienes mi celular? -preguntó algo preocupada, a lo que lleve mi tacto a mis bolsillos y niego al solo encontrar el mío-. Mierda -farfulló- Ve pidiendo una mesa a nombre de ese chico y espérenme ahí, voy a ver si dejé el celular en el taxi antes que se marche- y se fue corriendo en esa dirección mientras mi cuerpo se adentraba a un lugar bastante elegante.

Sin preocupaciones hice una llamada a Helms, quien se había quedado en la aerolínea recogiendo el equipaje. Le di unas cuantas instrucciones, dónde enseguida que tuviera la ubicación donde radicariamos, le haría saber.

-
-
-

Ella era como el rayo en las ondas que calmaba mi mente, desde su sonrisa cuando le hacía un chiste tonto, hasta sus iris luminosos mientras hablábamos de cualquier tema absurdo.

Ambos giramos la vista al camarero, en donde mientras pedía la cuenta, Brad miró fijamente su celular.

-¿Te gustó? -asintió igual que en todo lo anterior, sin desplegar la vista de su aparato electrónico.

Levantó la mirada y miró de reojo.

-Aquí tiene su tarjeta, espero y les haya gustado la comida -le hice entender al camarero que si había estado todo muy bueno y puse de pie.

Sujeté la silla con firmeza y la levanté evitando hacer ruido mientras dejaba atrás a Brad.

Ella me llamó y me detuve hasta esperarla, como un niño corrió en mi dirección como cuando le vas a dar un caramelo, y miré inmediatamente al estar junto a mi.

-¡Sonríe! -exclamó con una sonrisa mientras podía visualizar una tenue luz blanca invadir mis ojos y dejarme viendo otra luz roja por unos cuántos segundos.

-¿Qué ha sido eso?

-Una foto, llevo un buen rato grabándote -sonrió sin desplegar los labios, como si estuviera haciendo algo ilegal y dejó el celular en mis manos mientras observaba atentamente aquel video mío.

Y ahí estaba yo, mientras pinchaba un trozo de carne con el tenedor y le miraba de reojo sin saber que ella me observaba. También me podía ver jugando como un tonto con la copa de vino mientras se escuchaba su risa suya, muy baja, de fondo.

Pero en mi corazón se sentía mucho mejor, al no saber qué estaba haciendo eso. Se sintió bien, como una sorpresa que no te esperabas y te cae de la nada.

Ella era como una estrella constante que iluminaba mis momentos de tristeza.

O eso pensaba al principio.

-Siento haberte ignorado todo este tiempo, solo quería grabarte para tener algunos recuerdos de nuestras vacaciones. Me pareció algo lindo.

-No pasa nada -pasé mis dedos por su cabello. -Me parece algo muy lindo.

Agarré de su cintura y salimos a paso lento por la puerta, el chico llamado Rash estaba ahí, recostado a su auto mientras jugaba tranquilamente en su celular, esperándonos.

-Pensé que ya no vendrían -dijo, acomodando su cabello y dándole una mirada a Brad, luego me miró a mí, un poco más serio y abrió la puerta delantera del auto -Si quieres puedes sentarte delante -habló y al mismo tiempo pude notar el asentimiento de Brad, por lo que lo hice.

Ella subió y a los diez minutos de camino se recostó en el asiento para cerrar sus ojos y quedarse dormida.

-¿Dónde me dijo que era?

-Central Park South 1106 -contestó Brad, mientras podía notar que mi celular vibraba desde lo más profundo del bolsillo de mi pantalón- ¡Diga!

-Ya sé que estas en la ciudad en busca de la chica, pero se te será muy difícil encontrarla. Estoy seguro de eso. Te tengo vigilado y solo te digo, ten cuidado, puede que ni siquiera llegues a volver a verla.

-¡¡¡Como le pongas una mano encima te mato!!! -susurré acomodando la cabeza lejos de la vista de Brad.

-No será ella a quien le haga daño, así que cuida de tu espalda. Jeon Jungkook. Por cierto, cuida también a la bella durmiente que tienes ahí detrás.

Por inercia miré a Brad, quien miraba a través de la ventanilla la ciudad.

-¿Quién eres, hijo de puta?

-No te conviene hablarme así, pero si tanto te interesa, mira a tu derecha.

En esa dirección se encontraba un lamborghini plateado, el cual lo conducía un chico, quien a simple vista se notaba que mantenía sus manos ocupadas, pero ocupaba de un audífono inalámbrico. En ese instante, su mano izquierda me saludó y mis ojos se dirigieron al teléfono que estaba encendido cerca de su cuerpo, pudiéndome dar cuenta, que si era él.

Ese chico que estaba a pocos metros era quien debía de tenerla, pero...

¿Acaso me está siguiendo?

Cuando intenté abrir la puerta y caminar con euforia hacia él, su auto aceleró. Rash se quedó perplejo sin saber que pasaba, mientras esperaba que el semáforo indicara la luz verde.

- ¡Acelera! -grité desesperado.

- ¡P-per...!

- ¡Acelera dije!

Desde mi posición tomé el volante con un poco de trabajo y pisé el acelerador con fuerza. Unos cuántos pitos de varios autos, camiones y hasta de motos se sintieron al instante. Lo último que recuerdo fue escuchar a Brad gritar desesperada.

***




Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro