Capitulo 2

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Mis princesas




Jeon Jungkook

La chica temblaba, su mirada se encontraba perdida y al escuchar mi comentario se quedó en shock. Pude notar que aún traía la ropa con la que la recogí de su casa. 

–Tienes un baño en la habitación de la que acabas de salir, esa será tu habitación a partir de hoy. La mía es la enfrente. 

Miró hacia donde le había indicado y me dió la espalda para bajar las escaleras y tal vez conocer la casa. No quise insistirle ni ser molesto, esto era nuevo para ella y debía de conocer en dónde pasaría el resto de su vida. 

Llamé al mayordomo, le indiqué que le pusiera las toallas correspondientes en el baño de la chica y que cambiará las sábanas por unas nuevas. Acomodé mi traje y bajé al escuchar unos gritos.

La chica se encontraba sujetada de ambas manos por mis guardias, al verme llegar solo bajó su cabeza y bufó. Hice una seña a los chicos y la soltaron inmediatamente. 

–Pensé que tendrías hambre. –tomé asiento y cogí una manzana del frutero que se encontraba encima de la meseta. –Deberías comer algo. –le brindé la manzana pero la rechazó. 

–No tengo hambre. 

–Deberías dejar de ser tan testaruda y comportarte, no quiero que se me acabe la poca paciencia que estoy teniendo contigo, solo porque eres nueva en esto. 

Se acercó al frutero y tomó la cesta que contenía las fresas. 

–Me quedo con esto. –lo envolvió en su regazo como si fuera un bebé y comenzó a subir las escaleras. 

–Cuiden de ella. –Le ordené a los guardias para ir al sótano.

Mis clientes me esperaban y se me estaba haciendo más tarde que nunca para abrir. 

–¿Están listas chicas? –pregunté al entrar al camerino de mis princesas y estás asintieron con una sonrisa. 

Inspeccioné el lugar y todo estaba en orden. Vi a lejos al Señor Park, por lo me acerqué a él mientras encendía un cigarrillo y tomaba algo de whisky.

–¿Ya llegó?

Movió sus dedos sobre su asiento mientras el espectáculo comenzaba. Las princesas comenzaban a salir de detrás del escenario y los pocos hombres que habían hasta ahora se las comían con la mirada, mientras algunos no perdían su tiempo y le arrojaban par de billetes. 

–Le aseguro que estará en buenas manos.

–¿Sabes si es, o no lo has averiguado? –su voz se volvió ronca y dió un sorbo a su bebida. –Sabes lo que busco. ¿Estás seguro que ella es así? 

–Pronto lo averiguaremos. 

–Espero y no me hallas fallado.

El ambiente se volvía tenso, le estaba prometiendo a mi mejor cliente algo que ni tan siquiera sabía si era cierto o no. Me despedí y dirigí a los camerinos. Tomé asiento delante del espejo y cerré mis ojos. Todo esto era demasiado frustrante 

–¡Te noto tenso! –sus delicadas manos pasaron por todo mi cuello y se adentraron en mi espalda, para comenzar a masajear la. 

–Lo estoy. -contesté sin ni siquiera abrir mis ojos, ya que sabía de quién se trataba. 

–Eso tiene una solución. –su voz se tornó a provocativa y sonreí pícaro. 

Giré la silla hacia donde estaba ella y la tomé por su cinturita mientras la miraba con lujuria. Mi vista se concentró en sus pechos descubiertos y con mi mano terminé de quitar lo poco que traía en su parte de arriba. 

–¿Cuál es la solución? 

La acerqué más a mi, colocando sus pechos en mi cara, tomé uno con mi mano y lo llevé a mi boca para levemente chuparlo. Soltó un leve gemido y cambié de pecho para darle una nalgada y apretar sus glúteos a mi gusto. 

–Follemos. –me susurró al oído para morder mi lóbulo y pasar su lengua por todo mi cuello, depositando besos húmedos hasta llegar a mi boca. 

La tomé del cuello y besé apasionadamente mientras quitaba mi cinturón para bajar mi pantalón. Una vez en bóxer tomó mi miembro y pasó su lengua por toda mi punta mientras la succionaba y luego se la metía completa en su boca, haciendo movimientos con sus manos y lengua. Cerré mis ojos y eché mi cabeza hacia atrás mientas la agarraba del pelo para satisfacerme a mi mismo. 

Una vez que eyacule en su boca la puse en cuatro contra la silla y la penetre con fuerza mientras la chica lo único que hacía era gemir y gritar como loca.

–Ya te toca salir Brad. –comentó Cassie mientras abría la puerta. 

En ese momento en que las ví a ambas, tanto a Cassie asustada como a Brad petrificada se me hizo más fácil venirme, cerrando mis ojos agusto y sonriendo una vez que terminé. 

–Deberías salir princesa. –subí mi pantalón, Cassie había salido de la habitación y Brad solo asintió avergonzada para marcharse.

–Mis princesas. –susurré a mí mismo mientras acomodaba mi cabello en el espejo. –¡¿Que haría sin ellas!?

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