Capitulo 26 |Parte 1|

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"La ultima vez"

Jeon Jungkook

Un día de campo es lo que necesitabamos para poder sentirnos bien. Ella necesitaba más que nunca estar bien a mi lado, o mas bien, me urgía que así fuera.

-Un tiempo al aire libre nos hará bien. -le indiqué a el mayordomo que guardara varias frutas en la cesta de picnic y subí a la habitación a poner sobre mi torso una enguatada.

-Señor. -me llamó a mitad de las escaleras y frené en seco. Sentí un leve golpe en el pecho y ella de torpe habia vuelto a chocar conmigo. -No, nada, ya encontré la manta. Negué con la cabeza y dirigí la mirada a la chica de enfrente.

-Weeler, Weeler. -mordí mi labio inferior mientras miraba hacia abajo y denotaba sus ojos. Sus mejillas se denotaron rojizas. Se veía muy tierna. -Ten mas cuidado para la próxima.

-Si Señor Jeon. -movió su cabello a un lado y siguió bajando las escaleras. De dos en dos mientras se sujetaba al barandal.

La enguatada estaba sobre la cama, miré en el espejo mientras la tomaba con una mano y salía nuevamente del cuarto mientras me la colocaba.

Aún se quedaba el presentimiento en mi cabeza de que deseaba que ella se quedara a mi lado.

-Cariño, no me dejes solo. ¡No ahora! ¡No en este momento!

[...]

Tendimos la manta sobre el césped. Estaba vez éramos solamente ella y yo, sin guardias ni nadie a nuestro alrededor. Fuimos colocando poco a poco cada pozuelo de comida, insistí en que lo haría solo y ella comenzó a caminar por el lugar. Su pelo se movía de un lugar a otro mientras corría con una sonrisa en sus labios.

De pequeño me traían aquí, escuché que Weeler quería venir, se lo había comentado al mayordomo en mi ausencia. Me hubiese gustado que me lo dijese directamente, aunque en el camino si lo hizo.

«Demasiado tarde» pensé en ese momento, pero de cierta manera aliviado de que lo halla hecho.

Este parque era algo especial. Las mariposas volaban libremente por encima de todas las flores y césped, el agua del lago era cristalina, la más cristalina de todos los lagos de la ciudad y las flores rodeaban el lugar dándole luz y alegría.

-Ahuyéntala. -gritó Weeler mientras corría en mi dirección. Me puse de pie, había una roca delante y mantenía sus ojos cerrados mientras movía sus manos como una loca.

-Ten cuidado. -grité mientras a cámara lenta caía encima mio. Como antes había pensado tropezó con la piedra que visualizaban mis ojos, y para colmo, me encontraba demasiado cerca, por lo que pude amoltiguar su caída.

-Una abeja. -dijo en voz baja. Miré su pelo. -Arranqué una florecita y la colgué en el cabello, luego una abeja comenzó a perseguirme.

Quité la flor de detrás de su oreja y la tiré a un lado. Sabía que Weeler amaba las flores, sus ojos lo gritaba cuando las observaba, pero debía de tener mas cuidado. Era demasiado obvio que en un lugar como éste habrían abejas, y ella debia de tener mas cuidado a donde iba.

«Ser alérgica a las picaduras de esos insectos era muy duro para ella.»

-No hagas mas esas cosas. No quiero tener que llevarte al hospital un día como hoy. -Quería cuidar de ella, mas bien debía de hacerlo si quería mantener mi conciencia limpia. No me perdonaría que en mis narices le pasase algo nuevamente.

Asintió.

Se encontraba sentada sobre mi pecho. Su vestido rojo abierto y sus piernas cerradas. Verla de esa manera me hacia perder la cabeza.

En lo profundo de mi ser la quería cerca de mi. No soportaba la idea de que estuviese pensando irse.

-Aún no le he dicho a Jimin si me voy con él o no. Mañana le debo de dar una respuesta.

No dije nada. Ese tema de conversación era mejor evitarlo asi que tan solo tomé un sándwich y lo llevé a mi boca mientras veía volar una mariposa.

-¿Jimin piensa que soy virgen? -afirmé con la cabeza mientras masticaba mi pan y ella hizo un gesto de desagrado, tal parecía que lo sospechaba.

-¿No le has dicho la verdad? -la interrogué y negó. Era algo que también sospechaba.

-Confio en él, pero no lo he hecho. -se puso de rodillas y se inclino a mi. -No quiero que se entere de lo que pasó entre nosotros.

-Descuida, nunca te delataria. -deje el pan a un lado. -He cometido muchos errores en mi vida. -«Dejarte ir» -No estoy dispuesto a cometer mas.

Si mi nombre no volvía a salir de los labios de Weeler, si nunca mas la volvía a ver, si esta era nuestra ultima cita, quería que se fuera satisfecha. Nunca fue mi intención que me odiara y me arrepiento de haberla tratado mal cuando llegó a la mansión. No pensé que se me fuera a salir de las manos, no creí que él se ganaría su amor.

Cuando me miraba podía sentir esa conexión característica, acompañada de un cosquilleo que rodeaba todo mi cuerpo. Ese era el efecto que daba ella sobre mi.

Pero... ¿Ella también sentía esa conexión? ¿También tendría el mismo efecto?

Cuando doy un viaje al tiempo por mis pensamientos, cuando recuerdo toda mi vida anterior y mis pequeños crímenes me doy cuenta que lo mejor que me pudo pasar fue conocerla. Pero conocerla bien, como lo hago ahora, no cuando lo hice años atrás.

«Es en lo único que he acertado en toda mi vida».

Había aprendido a ver caer el mundo desde esos ojos color miel. Y es que era gracioso que fuera alérgica a las picaduras de las abejas y tuviera sus ojos denotados del mismo color.

-Mi pequeña Weeler. -la mire a lo lejos mientras volvía a correr por todo el pasto. Caminé hacia ella y dejó de hacer lo que hacía al verme. Paré justo delante de ella. Su cuerpo se encontraba tenso, y yo tenía miedo pero estaba seguro de lo que quería hacer. Agarré sus cachetes y agaché mi cabeza.

Quizás fuera nuestro beso de despedida.

Uni nuestros labios, la besé delicadamente, marcando cada vuelta y movimiento. Ella no se negó, ni siquiera protestó por lo que no quité mis manos de su rostro y lo seguí manteniendo.

Me detuve.

Ella agachó lo mirada pero no dejé que se fuera. Tampoco tenía inetenciones de hacerlo.

La abracé.

La besé.

La miré.

Todo eso quizás, por última vez.

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