Malibú con piña

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

[Sonamy/Sonic vision]

A veces pienso que soy el hombre con más suerte del mundo. Tengo unos amigos geniales, me dedico a aquello que me gusta y tengo a mi lado a una chica que me hace feliz.

En definitiva me he vuelto un cursi.

Me encuentro con ella en un bar cerca de la playa, tomando un Malibú con piña. No sé porque, pero esta bebida siempre la asocio a ella.

Conversamos tranquilamente, disfrutando de la brisa marítima.

Nunca me ha gustado el agua, pero tengo que admitir que si estoy con Amy me parece agradable. Me siento un rey si está al lado mío.

Ni siquiera sé como empezó todo esto. Recuerdo conocerla en uno de estos bares cercanos a la costa en verano, tomando algo parecido a un mojito.

Yo estaba con Tails y Knuckles, hacía mucho tiempo que no nos veíamos y queríamos ir a tomar algo. Como a Tails le gusta mucho el mar elegimos un bar de la zona. Siempre le estaré agradecido por convencerme.

Nos sentamos cerca de su mesa, ambos notaban que mi mirada se desviaba de vez en cuando a unas mesas más enfrente.

Knuckles, como nunca se ha podido estar quieto, se acercó a su mesa y le habló.

Yo la verdad estaba bastante avergonzado, el tema del amor nunca había sido mi mayor fuerte.

Estuvieron conversando un par de minutos bajo mi atenta mirada y los comentarios de Tails hacia mí. A veces pienso que este crío ha crecido muy rápido.

Noté como en algunas ocasiones me miró.

Ella sacó papel y bolígrafo y escribió algo. Un camarero se acercó y cobró su cuenta. Se levantó, me sonrió, hizo un gesto de despedida con la mano y se fue. Tengo que admitir que me sorprendió un poco, ¿no íbamos a hablar nada?

En eso Knuckles se acerca con aspecto triunfal para sentarse de nuevo en la mesa. Junto a Tails se ríen por un momento al ver mi expresión confusa y me entrega un pequeño papel doblado.

–De nada por ser tu cupido personal, pequeño Romeo –Tails y él rompen en carcajada.

Me avergonzó y molestó un poco su comentario, pero ansioso por saber que decía lo desplegué.

Su nombre, Amy, y su número de teléfono.

Alzo la vista para mirarlos. No sé qué cara debía tener, pero se les veía con expresión insistente.

–Vamos, ábrele –dice Tails.

–¿Tan pronto? –Fue irónico por mi parte, pues hace un momento era yo el que quería hablar.

–¿Cómo que tan pronto? ¡Cuánto antes mejor! Se enfría la situación –contesta Knuckles.

–No sé... –Realmente me daba vergüenza.

–En ese caso lo haré yo, la chica era guapa –me quitó el papel de las manos–. Tienes buen gusto Sonic.

–¡Eso ni hablar Knux! –Le arrebaté el papel de vuelta y apunté su número en mi teléfono bajo las burlas de mis amigos.

El equidna levanta la mano y pide otra ronda de bebidas. Estaba claro que nuestra tarde de amigos se iba a alargar.

–Vamos, dile algo –Tails tan impaciente como siempre.

Los dos acercaron sus sillas a la mía para tener plena visibilidad de la conversación.

Hola.

–¿Ya está? ¿Hola? –Pregunta Knuckles en tono de decepción.

–¿Y qué más quieres que le diga? Si apenas sé su nombre.

–Espabila –dice en tono de orden. A veces le pegaría un puñetazo.

Mi móvil suena indicando que ha llegado una notificación.

Hola.
¿Sonic, no?

A mis dos amigos solo les faltó dar un bote de la silla. ¿Qué se pensaban? ¿Que por solo decir hola ya no me iba a contestar?

Sí.

–Eres un seco –dijo Tails.

De no ser por otro sonido de notificación los habría mandado a la mierda a los dos.

Tu amigo Knuckles me ha hablado un poco de ti.
Me ha dicho que te he gustado.

Sentí como mis mejillas se calentaron. Chaos, qué vergüenza.

Ehhh
Sí.

Hice un gesto indicando que al próximo que abriese la boca le daría un guantazo.

Ya veo.
A mí también me has parecido un chico atractivo.

El bote que no dieron antes lo hicieron en ese momento. Toda la terraza nos miró, no sabía porque sentirme más avergonzado.

¿Quedamos mañana en el mismo bar para tomar algo y conocernos mejor?

De verdad, estos dos no dejaban de gritar.

Sí.
¿A qué hora te va bien?

¿Sobre las 19 te parece?

Perff.

Nos vemos mañana entonces😉

Hasta mañana❤️

Mis amigos me dieron palmaditas y comentarios a modo de aprobación. Yo por mi parte me acabé mi bebida de un trago. Sí, lo había hecho.

Al día siguiente quedamos como acordamos, y de ahí, entre una cosa y otra, hasta hoy.

De verdad, no sé si enamorarme, pero todo va deprisa. Y a mí me gusta la velocidad.

De repente se levanta y deposita el dinero de la cuenta en una bandejita metálica.

–Este sitio ha estado bien, pero vámonos a nuestro bar. Tengo ganas del mejor caipirinha del mundo –me coge de la muñeca y tira de mí para levantarme. A mí también me apetece el mejor Malibú.

Todos mirando cuando pasamos, viendo lo alocados que somos.

No importa si he tenido un día malo, si la gente me mira raro. Si te veo todo pasa desapercibido.

Nos sentamos en la terraza del bar, nuestro bar. Pedimos lo acordado.

Pasamos la tarde, riendo y hablando. Sería capaz de regalarte mi corazón a cambio de ver tu sonrisa. No hay nadie como tú.

Acabamos pasados de copas.

Pago la cuenta y nos vamos a caminar por el paseo marítimo.

La gente nos mira andar dando algún que otro tumbo, la miran a ella. Y es que como no hacerlo, resalta sin llevar tacón.

Nos sentamos en un banco con vistas al mar, ya nos habíamos despejado un poco.

Sin duda estoy enamorado, o quizás es que con ella estoy aún más vivo. Probablemente las dos.

Quedamos mirando el agua un buen rato, al menos eso decían nuestros relojes. Para mí no fue nada de tiempo.

Me miras y sonríes, yo también lo hago. Sin duda me ha tocado la puta lotería contigo.

–Qué guapa es mi niña –digo. Los efectos del Malibú aún hacen algún que otro estrago.

–¿Qué decir de mi erizo vergonzoso entonces? –Ríe.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro