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[Knouge/Knuckles vision]

Recuerdo como empezó todo. El día que te conocí.

Se me hizo extraño ver a alguien en mi isla.

Normalmente solo venían Sonic y Tails para convencerme de ir de aventuras con ellos, cosa que a veces conseguían, o el estúpido de Eggman tratando de engañarme con alguna de sus mentiras.

Por eso se me hizo tan raro encontrarte ahí, más cuando mirabas con tanto fervor la Master Emerald.

Nunca me había encontrado a alguien como tú. Por un momento me dejaste sin palabras.

Quizás todo hubiese sido más mágico si no hubieses intentado robar la joya.

La arrancaste de su lugar y Angel Island empezó a caer. Con rapidez fui a por ti, pero no hizo falta mi actuación pues la esmeralda se defendió sola.

La dejaste caer en cuanto sentiste un calambre que recorrió tu cuerpo, algo que siempre describían los que intentaban robarla.

Corriendo fui y la coloqué de nuevo en su sitio, volviendo la isla a flotar de nuevo. Suspiré con tranquilidad.

Normalmente los ladrones huían despavoridos ante el poder de la Master Emerald, pero tú no lo hiciste. De hecho te acercaste a ella de nuevo. Eso me molestó mucho.

–No voy a permitir que te la lleves.

–Cariño, no sabes lo que tienes contigo –dijiste. Tu voz me pareció la melodía más seductora que había oído jamás.

–Por supuesto que lo sé. La que parece no saberlo eres tú que has intentado robarla.

–Es la mayor joya que he visto y quedaría perfecta en mi colección.

–Eso no lo voy a consentir –me puse en guardia.

Empezamos a luchar. Tengo que admitir que tus técnicas me asombraron, nunca jamás había visto a un ladrón tan preparado y hábil.

Peleamos durante horas, de hecho el sol había empezado a ponerse.

–Quédate con ella, total, hay muchas formas de quitarle el caramelo a un niño sin que se dé cuenta. Nos vemos –lanzaste un beso al aire con los dedos y te fuiste volando.

Te insulté. Grité cosas muy burdas. Sentí mi orgullo de guardián dañado.

¿Cómo una simple ladronzuela había podido igualarme en combate? Fácil, porque no eras una ladrona cualquiera. Eso lo pude comprobar a la noche siguiente.

Yo estaba descansando en mi cabaña cuando noté que la isla descendía en picado.

Me levanté y como un rayo me dirigí donde tenía que estar la piedra preciosa, pero no estaba.

Estabas volando en el cielo con ella entre tus manos. Escuchaba tus risas impertinentes, no te importaba lo que le ocurriese a mi isla.

Enfurecido realicé un salto hasta llegar a tu altura. No dudé en golpearte con toda la fuerza de mi impulso.

Soltaste la esmeralda, la dejaste caer. Se hizo pedazos.

Descendí rápidamente no si antes mirarte de reojo, estabas desolada. En ese momento no me importó, sabía lo que tenía que hacer.

En cuanto toque el suelo reuní los trozos de la Master Emerald a máxima velocidad y los coloqué en su lugar, por suerte no se habían esparcido muy lejos. La piedra preciosa se recompuso mientras la isla volvía a levitar.

Bajaste del cielo y te acercaste a mí, estabas muy confusa. No hacía falta ser un genio para notarlo.

–¿Qué acaba de pasar? –Preguntaste. La voz te tembló un poco, aunque lo intentaste disimular.

–Casi destruyes mi isla y haces que deshonre a mis ancestros, eso pasa –respondí enfurecido. Nadie en los años que llevaba como guardián había cometido tal insensatez. Excepto Eggman, él quiere destruirlo todo.

Quedaste en silencio por unos segundos al igual que yo.

La esmeralda no se había defendido, ¿por qué? ¿Acaso no atacaba dos veces a la misma persona? Pronto iba a descubrirlo.

Tus intentos de robo se hicieron más frecuentes y también menos discretos, pues venías a robarla a plena luz del día. Sobre todo cuando descansaba en ella.

–Hola rojito –saludaste.

–¿Qué demonios quieres ahora Rouge? No pienso dejar que robes la Master Emerald –estaba tumbado sobre ella, con los ojos cerrados y los brazos tras la cabeza.

–Por ahora no vengo a robarla, de hecho mi propósito hoy es un tanto distinto.

Abrí un ojo. ¿Qué pretendías?

Te acercaste peligrosamente a la joya, y a mí.

–Quiero aprender la historia de esta joya y su guardián. En los libros no hay información sobre ella, ni siquiera en internet.

Medité por unos segundos. Quizás si te contaba su historia desistirías en tus intentos de robo.

–Está bien lo haré –dije.

–¿Anda que has tardado mucho en pensártelo, eh? Seguro que nunca te había citado una chica tan guapa como yo.

–Más de las que piensas –mentí. Ninguna me había parecido tan atractiva como tú.

–Lo que tú digas. Nos vemos por la noche Knucky –te despediste y saliste volando.

Me quedé descansando hasta la noche, ahí volviste a aparecer tú.

Vestías diferente a lo normal. Llevabas unos pantalones tejanos negros ajustados y un jersey de lana sin mangas por encima del obligo de un azul claro.

Una de las cosas que pensé cuando te vi llegar es que pasarías frío.

–Parece que alguien está muy entusiasmada por nuestra quedada –piqué. De vez en cuando me gustaba hacerlo, ella no era la única.

–Tengo la educación de ir presentable a los sitios y no oler a cuerno quemado como otros.

–Bestialidades.

Rouge se sentó a mi lado en la gran joya.

–Cuéntame de su origen –inicia.

–No tiene un origen cierto de hecho. Se sabe que existe en el planeta desde que este se originó. Y más curioso aún es que existe en todas las líneas temporales.

–¿Cómo un conector de todas?

–Algo así. Mis antepasados llevan protegiéndola desde hace generaciones, a modo de respeto y liberación de nuestros pecados.

–¿Liberación?

–Sí. El antiguo jefe de mi tribu, Pachacamac, quiso hacerse con el poder de las Chaos Emeralds. Para ello atacó a Chaos, unos seres místicos que viven en paz con la naturaleza.
Chaos, el guardian que habita en la Master Emerald, detectó la actividad ruin y egoísta y llevó a mi pueblo casi a la extinción.
Tikal, la hija de Pachacamac la cual estaba en contra de los belicismos de su padre, detuvo a Chaos sellándolo dentro de la Master Emerald con su espíritu.
Los supervivientes, como prueba de su arrepentimiento la llevaron a una isla desierta donde nadie se acercaba para evitar que fuese asaltada. Era un lugar inhóspito, sin agua y con la mayoría de vegetación muerta. Al instalarla allí la vida nació de nuevo como un milagro, y con la llegada de los chaos la isla empezó a flotar. La esmeralda nos dio su confianza y un nuevo hogar.

–Vaya, eso suena a-

–¿Una completa locura? Sí, lo sé. Pero es la verdad. La esmeralda tiene demasiado poder, necesita un guardián.

–¿Y qué ha pasado con tu tribu?

–Está prácticamente extinta. Yo soy el único miembro que queda vivo de mi especie.

–¿No sientes presión de tener que mantener tu especie?

–Ninguna. Solo quiero que Chaos nos termine de perdonar y que el alma de Tikal descanse en paz, no me hace falta nada más.

Por un momento te vi triste, como si sintieses lástima por mí.

–No deberías decir eso. Eres un chico guapo con toda la vida por delante. Optas a más que eso –diste un toque en mi nariz con tu índice.

Me sonrojé, tenía una sensación de calor a pesar de que el verano había terminado.

–Ey, pero que no se te suba a la cabeza que yo te haya dicho eso.

–Muy amable de tu parte –puse los ojos en blanco.

–Por supuesto, ¿viendo como te has puesto que iba a decir? Cariño, si me amas deja de ocultarlo, di lo que piensas.

Brillaban la luna y las estrellas en el gran cielo de la noche.

–Lo que siento por ti es lo mismo que siente un policía por un ladrón.

–¿Morbo? –Dijiste en tono pícaro.

–¡No! –De nuevo no pude evitar sonrojarme.

Echaste a reír, al parecer tu objetivo era avergonzarme. Rechiné mis dientes, odiaba eso.

–Enserio, –se acercó– si me amas di que eres mío.

El calor que sentía era acongojante.

No podía articular discurso. Me dejaste sin palabras, como lo haces a menudo.

–Eres un caso –depositaste un sonoro beso en mi mejilla derecha y te levantaste–. No dudes en que volveré. En esta isla hay muchas cosas que me interesan. Hasta pronto Knucky.

Te fuiste, volviste, te fuiste, volviste... Así es nuestra relación, un constante vaivén con muchos silencios vergonzosos en ellos.

Silencios de mi parte.

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