Bo.

Maldito, Maldito, MALDITO.

Actuó como si lo que hizo ni hubiera sido nada, como si su beso no hubiera acelerado mi corazón, como si no me hubiera hecho sentirme desmayar.

¿castigarme?

Pero si sus hombres tiraron mis galletas, los idiotas se burlaron de la canasta que Bumi me hizo, las tiraron y pisaron, si no me hubiera estado sintiendo mal, si estuviera sana, sus cabezas estarían en la puerta de la habitación.

Me trajo el almuerzo otro de sus hombres, pero la manera en que me miro no me gustó, me hablaba en japonés, pero es otro idioma que entiendo, el muy idiota pensó que lo dejaría acercarse.

Tome la bandeja del almuerzo, para tomar los cubiertos, el se regreso a la puerta y coloco el seguro. Ignore sus movimientos hasta que su mano fue a mi muslo.

Jungkook desde que soy su prisionera se asegura que me alimente a las horas que son, viene me revisa que este comiendo y luego se va.

—Eres hermosa, como una flor salvaje — subía y bajaba su mano por mi muslo hasta llegar a mi entrepierna —no creo que al jefe le importe si te pruebo un poco.

Tome los palillos y di otro bocado antes de clavarlos en su brazo, chilló y me abofeteo, con el pie aun enyesado lo patee sintiendo el dolor subir rápidamente, el se quejo pero me tumbo a la cama tratando de inmovilizarme, golpe en el cuello.

Escuche que tumbaron la puerta, el tipo se distrajo y aproveche para romperle el brazo.

—Tocarme será la último que harás en tu vida, maldito malnacido.

Mi japonés fue claro, saque los palillos y los enterré en su cuello.

—Su lealtad es hacia ti, yo solo soy una prisionera, déjame ir ahora.

—¿Sabes japonés? —ahora podíamos entendernos y me importaba una mierda que la fachada se callera —saquen al cuerpo de aquí, Bo tiene un castigo que pagar por ocultarme esta información.

El tono en que lo dijo, la manera en que me miro, quito toda actitud de bravuconería de mi parte y ahora me faltaba la respiración.