Manuscrito (Jung Hoseok)

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Dedicado a Adrii0903

Mina

Ser escritora no es sencillo, menos cuando trabajas para una gran editorial o tus libros son muy solicitados.

Constantemente debo tener listas las entregas de mis trabajos y las colaboraciones que me piden, así que en fechas finales los escritores somos un mar de nervios y de estrés, además si tú editor es intenso todo es muy caótico.

Para mí suerte mi editora era el ser más dulce del universo, me ayudaba con mis colapsos de estrés, trataba de darme un poco más de tiempo en las entregas y se aseguraba mantenerme con vida al final de los proyectos.

Tenía la mejor suerte de todas en la casa editorial.

—Mina debemos hablar.

Son las palabras más temidas para toda pareja y de su editor para su escritor lo suelen ser aún más.

—No me asustes Kendra, está semana casi muero de sobredosis de cafeína por la entrega, mi corazón no resiste tanto —me señaló —mirame, soy un caos en este momento.

Mi editora acomodo algunos de mis cabellos y ajusto mis anteojos.

—Luces bien —me da un par de chocolates —eres la escritora más bonita de la editorial.

—¿Entonces porque me haces sufrir?

—Aun no te digo nada Mina.

—Pero se que será algo malo, lo siento en mis huesos.

—¿No te interesa el drama? Se te da de lujo —se acomodo en la silla sobando su barriga enorme— me iré de incapacidad a partir de mañana, te asignarán a Jung para editor en lo que vuelvo.

—¡¿QUÉ?!

Me levanté de la silla y camine por el lugar mordiendome las uñas.

—Diles que te espero, que público el siguiente libro hasta que vuelvas.

—Sabes que no es así, además Jung es un buen editor, tiene una carpeta de clientes de betseller.

—Sus dos escritores manejan, libros de detectives e históricos, Yo escribo romance erótico —me deje caer al suelo —además es un tirano, he visto como trata a sus escritores, él no me va animar como tú.

—Confió en qué lo harás bien.

—Mejor mátame de una vez.

Kendra me dejó sufrir un rato hasta tranquilizarme, por eso es la mejor, pero luego me llevo al matadero, a conocer a mi verdugo, casi me llevaba arrastrando de la mano. Al entrar a la sala de juntas estaba el dueño de la editorial, su asistente y aún lado de ambos mirándome de manera juzgona, mi nuevo editor.

—Perdón por la tardanza.

Nos sentamos enfrente de todos, Kendra entrego la carpeta donde venían las espeficaciones de cómo trabajo, sentía que me estaba dando en adopción, el sujeto tomo la carpeta, se acomodo en la silla desabotonando su costoso traje mientras leía.

Ahora que lo pienso todos vienen muy bien vestidos, yo acabo de entregar un trabajo así que ando en suéter oversize blanco, leggins negros, mi cabello suelto y luciendo las ojeras más marcadas que jamás han visto.

—Bien —finalmente hablo —es un placer conocerla al fin señorita Meyer, aunque no se porque esperaba algo más...— me miró de arriba abajo —impresionante debo decir.

¿Me dijo simplona?

—Veo que le gusta trabajar desde casa, solo viene a la Editorial en fechas concretas, es un fastidio pero puedo trabajar con eso.

—No lo quiero a él, quiero otro editor.

—Mina, ya hablamos de esto.

Kendra me reprendió, pero en verdad no creo poder trabajar con alguien cómo él, soy muy dramática y algo caótica, él despide perfección por cada poro, incluso es jodidamente atractivo, no me veo haciendo dupla con alguien así.

—Señorita Meyer —se levantó de la silla —si acepte la asignación, es porque nadie más podría con esto, aunque me duela decirlo, es la escritora más pedida y más vendida de la editorial, es un trabajo pesado y los demás editores tienen hasta 4 escritores bajo su cuidado, Kendra solo se encarga de usted porque es muy cotizada —me miró a los ojos —soy el único adecuado para el trabajo.

Después de eso ya no me dejaron decir nada, se arreglaron entre ellos como si yo no existiera. Me bebí una botella de vino esa noche.

Tenia que entregar el primer borrador esa misma semana, lo bueno que estaba listo, solo para su revisión.

Ese día también me llegó un paquete algo peculiar, cuando escribo suelo comprar objetos que usaré en mis libros para mirarlos en vivo y todo color, ya que las imágenes no me eran suficientes.

Puse la caja en el suelo, me servía una copa de vino y comencé a abrir mi paquete, saque el primer vibrador y lo deje en suelo, había pedido como unos 10 de diferentes diseños, estaba concentrada sacando las cajitas que tenían los dibujos marcados de los objetos falicos.

Estaba tan concentrada leyendo las instrucciones que no escuché cuando entraron a mi departamento.

—Señorita Meyer.

—¡Dios!

Pegue un susto y arroje la caja, tirando la copa de vino de la mesita de la sala, corrí a la cocina por un trapo y al regresar mire a mi editor viendo el contenido de la caja cruzado de brazos y con una ceja alzada.

—No, no es nada de lo que piensa —me puse a limpiar el vino y recoger los vibradores —es material de trabajo.

—Si, su vida privada no es asunto mío del todo, vine por el borrador.

—Ya se lo traigo, tome asiento.

Me lleve mi paquete vergonzoso, a mi habitación, tome el manuscrito de mi cama y me mire en el espejo, corrí a mi armario, solo traía una camisa de tirantes sin sostén y un shorts de licra, esto es caos en definitiva, me puse un suéter encima.

Salí y le entregué el manuscrito.

—¿Quiere algo de tomar?

—Agua está bien.

No parecía tan mala persona, creo que lo juzgue mal, le traje el agua y espere a que leyera el manuscrito, saco un bolígrafo rojo y fue encerrando algunos párrafos.

—Bien te dejare lo que debes corregir, vendré mañana para empezar a trabajar en los capítulos —se levantó y se colocó el saco —y señorita Meyer, mándeme un mensaje si jugará con su material, sería algo incómodo encontrarla en ello.

Ahora mi editor me creía una pervertida.

El siguiente mes así trabajamos el siempre me regañaba por no tener listo el capítulo a tiempo, no cruzaba más de dos palabras conmigo más que para reprenderme y enojarse por todo.

Tuve un bloqueo a fin de mes y no tenía nada escrito.

—No puedes simplemente decirmelo así, se habla con tiempo para poder buscarte una solución, no puedo creer que seas tan desorganizada Meyer.

—Gritarme no me ayuda —ya estaba al borde del llanto — ya no quiero trabajar contigo, eres cruel y no me entiendes.

Vi que se frotó la sien y apretó la mandíbula.

—No te estoy gritando, aún, pero debes de ser más productiva, eres un caos.

—¡Lo sé!

Ya esta, comencé a llorar, el estrés me domino y no paraba de llorar.

—No entiendo como alguien que escribe de esa manera, pueda ser tan sensible.

—No puedo evitarlo —tome un pañuelo —pide otro editor.

—No lo haré, estás haciendo una rabieta.

—Kendra me daba mimos cuando me pasaba algo así, tu eres un maldito tirando que no me comprende.

—¿Quieres mimos? Bien...

Lo siguiente que hizo me tomo por sorpresa, me sujeto de la nuca y me besó, primero lo empuje un poco y de separó de mi, pero tener su perfilado rostro tan de cercas y su colonia llenando mis fosas nasales acabo con mi poca estabilidad emocional. Ahora fui yo quien lo jalo de la corbata para volver a sentir su boca.

Sus grandes manos me acariciaban los muslos, mientras que yo quitaba botones de su chaleco.

—Suficientes mimos por hoy.

Detuvo mis manos.

—Tenme el capítulo para mañana y prometo recompensarte.

Jalo mi labio inferior antes de irse y dejarme húmeda por ese beso. Maldito Jung Hoseok.

Escribí tres capítulos esa noche.

De nada había servido todo lo que escribí, pues mi impresora sintió mi desesperación y no me dejó imprimir los manuscritos. Tuve que hablarle a un técnico de último momento.

Estaba dando vueltas a su alrededor mientras me mordía las uñas, no quería que se sintiera presionado pero en verdad estaba desesperada.

—Creo que ya quedó.

El dulce sonido de las hojas saliendo de la máquina me hizo emocionarme de más, abrace al técnico.

—Gracias, gracias, gracias.

—Asi, si da gusto hacer su trabajo.

Escuché un carraspeo, ví como Hoseok dejo su chaqueta en el sofá, desabotonando las mangas de la camisa.

—¿Todo bien Meyer?

—Si señor Jung, mi impresora no servía y el técnico la reparo.

—Logico, es su trabajo —saco su cartera — ¿Cuánto es? Tenemos cosas que hacer y nos está quitando el tiempo.

—La señorita ya me pagó

Pude ver cómo una vena de la frente se le marcaba con bastante notoriedad.

—Tiene mi numero, si necesita algo más, no dude en llamarme.

—Lo acompaño a la puerta.

—Yo lo llevo, ve a traerme el manuscrito mejor.

Maldito amargado.

Fui por las hojas y acomode todo para que él pudiera leerlo, prepare café y unas galletas para esperar las correcciones, mientras jugaba con mi teléfono.

—¿Siempre recibes a los extraños vestida así? —tomo las hojas y empezó a leerlas.

—¿Así? ¿Así como?

Ahora no andaba en mi pijama.

—Ese vestido es muy corto —dijo sin despegar la mirada de la lectura.

—Siento que me veo bien, usted me ve en pijama todo el tiempo y si le molesta no me dice.

—Es diferente, yo puedo verte así, pero nadie más.

—Iré por más galletas.

—Siéntate.

Iba hacia mi lugar cuando palmeo su pierna, primero dude de hacerlo, pero volvió a palmear su pierna. Me senté de manera tímida, el me jalo hacia el centro y rodeo su mano en mi cintura para seguro leyendo el manuscrito, parecía no prestarme atención, pero yo si estaba concentrada totalmente en él.

Esa camisa negra de vestir le queda perfecta al cuerpo, su pantalón azul marino de amolda a sus fuertes muslos. Mire lo bien que se le veía el flequillo de lado, su frente descubierta lo hace lucir sexy.

Trague saliva al ver sus labios, estaba sintiendo una enorme tensión y él seguía como si nada.

—Esta parte no termina de gustarme—me miro a los ojos y creo que olvide como respirar —creo que quedaría mejor así —su mano se deslizo por mi muslo hasta donde estaba mi ropa interior —siento que es mejor, mientras él esta besando su cuello.

Sentí la presión de sus labios sobre mi cuello, la piel se me erizo, las yemas de mis dedos acariciaban la tela de la camisa, no quería moverme e interrumpir sus correcciones del capítulo.

—Le quite la ropa interior —alce las piernas para que saliera la prenda — y con esta misma la ate.

Entendí lo que deseaba solo junte mis manos enfrente de él, uso mis pantys para atar mis muñecas pude sentir la humedad en la tela, ya debía estar empapada del todo en mi entre pierna. Con las muñecas atadas paso mis manos sobre su cabeza quedando mis brazos en sus hombros y nuestros rostros muy cercas.

—¿A que te parece mas sexy? —abrió mis piernas quedando ahorcajadas, sentí totalmente su dureza en mi intimidad —así él tendría el control todo el tiempo, pero parecería que ella es la que lleva el ritmo.

—Creo que me voy a desmayar.

—¿Segura? —me tomo de la cadera para presionarme contra su bulto — quiero una representación de lo que sigue, es para darme una idea, de lo siguiente.

—¿En verdad lo desea así? —quería seguirle el juego, pero siento el pulso en mi garganta — mi editor me ha dicho que evite los spoilers.

—Tu editor es muy listo —lamio mis labios —pero también es muy curioso, como todo lector —metió dos dedos a su boca y luego los bajo para meterse en mi entrepierna, sentí el primer escalofrió placentero.

—Hoseok.

—Es la primera vez que dices mi nombre —movió mas los dedos —la primera vez dicho es importante, Mina, gímelo de nuevo.

—Hoseok, mas —abría sus dedos y encontraba la parte rugosa de mi vagina —dios ahí.

—Harás que manche mis pantalones.

Me incliné para alcanzar su oreja, mordí el lóbulo mientras el seguía masturbándome.

—Te pagare la tintorería de un mes, si me dejas llegar. Escuché el cinturón y el cierre abrirle lo siguiente que sentí fue le falo carnoso y caliente, directo en mi interior, un gruñido escapo de su garganta junto con un gemido de mi parte, tenia tiempo de estar con un hombre, y los juguetes no son lo mismo.

—Te sientes aun mejor de lo que pensé —me levanto un poco y empezó a moverse — Vamos a tu habitación.

Me cargo aun estando dentro de mí, pero llegando a mi cuarto salió de mi y me dejo en la cama.

Empezó a desnudarse de manera lenta, tiene un cuerpo atlético, su complexión puede ser delgada, pero sus músculos están definidos, cada uno de ellos.

—¿De casualidad tendrás preservativos?

Asentí, como dije, siempre tengo material para mis libros, además de que, si me pongo traviesa con mis juguetes, los preservativos me ayudan por el lubricante.

—Aquí en la cama, tengo un pequeño cajón.

Soltó mis manos.

—Bien, tu lo vas a colocar.

Saco mi vestido y quito mi sostén, ahora ambos completamente desnudos, iniciamos otra sesión de besos húmedos, mordidas en la piel, caricias estimulantes. Tomé uno de los empaques metálicos, y lo abrí sacando el objeto de látex, que metí en mi boca, tenia un sabor a sandia exquisito.

Aparte mechones de cabello de mi rostro, para que pudiera observar como mis labios se comprimían alrededor de su miembro colocando el preservativo, baje mi cabeza sin dejar de mirarlo, llegue a la base para después dejar un hilo de saliva al sacarlo de mi boca.

—Mina, cada vez me encantas más.

—Es momento de que tu gimas mi nombre Hoseok.

En el sexo suelo desconocerme un poco, la timidez se me va, debo decir que por algo mis libros son vendidos, conocer la sensación de lo que escribo ayuda demasiado, no digo que los que la imaginación puede ser poderosa, pero saber la sensación de las texturas, olores, sabores y dolor mientras follas es estimulante al doble para el lector.

Subí a la cintura de Hoseok, no necesitaba alinear su miembro estaba tan empapada que resbalo con facilidad, mis caderas se movieron en círculos subiendo y bajando mientras mis manos se metían entre mi cabello, dejando una vista placentera a mi amante bajo de mí, mordía mis labios para no subir el sonido de mis gemidos, poco a poco las gotas de sudor aparecieron en mi piel por los movimientos pélvicos y mis rodillas que hacían su trabajo al subir y bajar, del delicioso miembro de Hoseok.

—Mina me harás acabar algo pronto —sus manos subieron por mis muslos hasta sostenerse de mi cintura.

—También llegare pronto Hoseok, necesitaba tanto de esto, me causas tanto estrés y liberarlo de esta manera es exquisito.

Mi voz en tono bajo, con mis jadeos acabaron con la fuerza de voluntad de Hoseok, tomo el control girándome para poder penetrarme de manera más agresiva causando que ambos llegáramos al clímax del placer, al punto delicioso de un orgasmo compartido.

—¿Dijimos que si terminabas el capítulo tendrías tu premio? —empezó a besarme de nuevo — según leí fueron tres capítulos.

A este paso terminare el libro en una semana....

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