Dos

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Taeyon.

Mi padre y mi hermano no dejaban de reírse, mientras colocaba el filete en mi mejilla, me había golpeado una chica y había salido limpia. No se su verdadero nombre, solo se que le dicen Himeko, por el nombre de una princesa, pero ella es pelirroja, de ojos grandes, cabello ondulado, su piel blanca y pequeñas pecas. Es lógico que no es japonesa.

—No solo perdiste dinero con uno de tus mejores corredores, también te dieron una paliza, debí acompañarte.

—Claro seguro lo hubieras hecho mejor, eres menos hábil que yo Taehyung.

—Yo soy el cerebro tu los músculos, es un trato que tenemos, puede que ella es mas lista, por eso no me hubiera pasado lo mismo que a ti.

—Da igual lo que sea, esa chica esta arrasando en nuestros territorios de carreras y nadie sabe quien es, si ha esquivado hasta los Yakuza en verdad es lista, no molestes a tu hermano.

—No me pidas que no lo moleste, él se pone en charola de plata.

—Basta, mejor prepárense que tenemos que salir de aquí en menos de una hora, vamos a Corea debemos de arreglar unos asuntos y ver a su hermana.

Asentimos, Taehyung me ayudo con mi herida, se que se burla de mi pero siempre estamos el uno para el otro, algo que nos enseño bien nuestro padre es que siempre se debe de tener a la familia reunida, por eso nos apoyamos siempre, como protegemos a nuestra pequeña hermana, por lo que aunque peleemos siempre buscamos la manera de estar de acuerdo en todo.

—¿A dónde vamos? por aquí no es el hangar.

—Solo quiero ver algo antes de irnos.

Paramos en un kínder —¿Ahora vas a secuestrar niños?

—Cállate.

Vimos como todos los niños empezaban a salir, sus madres las recogían, por lo que pensé en que alguna de las madres era el objetivo de mi hermano, aunque extraño, regularmente tenemos el mismo gusto en mujeres.

—Ahí esta.

Dijo en voz baja, mire en su dirección, no era una de las madres, era una de las maestras, como dije los dos tenemos el mismo gusto en mujeres.

—Himeko.

Se giro hacia mi —¿Ella?

—Esa mujer fue la que me golpeo, quien la viera siendo una linda maestra de kínder.

—Siento que nos vamos a divertir mucho.

—Bastante, ahora vámonos, tenemos mucho tiempo para pensar.

Pobrecita, ahora es blanco de los gemelos Satoshi.

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