Bella

—Muy bien chicos, guarden todo y organicen sus pupitres, ya no tardan en llegar sus padres.

—¡Si, Maestra Watanabe!

Tengo casi seis años viviendo en Japón, me he adaptado bien, pude aprender el idioma con fluidez, tomar algunas clases y poder hacerme de un trabajo estable, además de bajo perfil, cambiarme el apellido, como intentar desaparecer para algunas personas fue complicado, pero hasta el momento he vivido tranquila, sin problemas, trato de evitarlos lo mas que puedo, entre menos me conozcan es mejor.

Claro que las carreras clandestinas son un asunto diferente.

Y aunque sea una persona mas del montón, no puedo dejar pasar algunas cosas.

—¿Te sigues sintiendo mal Kagami? —la pequeña asiente, no puedo evitar notar que tiene un moretón en el brazo, asi como su baja de peso constante —siéntate en la silla de mi escritorio, yo te ayudo con tu pupitre.

La pequeña va a sentarse como le ordene, pero su color cada día es mas pálido, su cabello incluso no tiene el mismo brillo de siempre.

—¿Saben que Kagami le duele algo? No quiere decirme.

Un par de niños que se que juntan con ella, se observan entre ellos y despues uno le toma el mandil al otro.

—Debemos decirle.

—No, eso meterá en problemas a su mamá.

¿Su mamá? Ella no viene a la escuela por ella, siempre viene el padrastro que trabaja en la estación de policía.

—Prometo guardar el secreto, solo quiero ayudarla.

—Como su mamá trabaja por las noches, el señor Harudo es quien se encarga de ella, asi que a veces la deja sin comer si ella se porta mal, además de pegarle si le dice a su mami, y como es policía tiene miedo de que le pase algo a su mamá, por eso no puede decirle a otro adulto.

—Ya veo, entonces guardemos el secreto ¿si?

Les guiñe el ojo y los dos asintieron, espere a que empezaran a pasar sus padres por ellos, cuando llego el padrastro de Kagami, le pedi que se quedara un poco.

—¿Qué paso? Tengo que regresar a la estación.

Regularmente no le dirige la palabra a nadie pero este tipo le gusta coquetearme, deje a Kagami a fuera.

—Sabe que he notado que Kagami no come en el receso, incluso se ve más débil, ¿no estará enferma?

—Es solo un berrinche, no le gusta lo que le doy para que coma como refrigerio, asi que lo deja en casa, es una testaruda.

—Ya veo —me acomodo el cabello y camino a donde esta sentado con una de las pesas que uso para sostener las hojas al hacer trabajos —también tiene algunos moretones, me preocupa que sea por lo mismo de la falta de alimentación.

—Es una niña, los accidentes pasan.

Se me quedo viendo las piernas un momento, lo que me dio tiempo de soltar la pesa justo en su espinilla de su pierna derecha, lo que lo hizo dar un quejido de dolor, se cayo y antes de que gritara de nuevo, le metí el borrador a la boca.

—Tranquilo, fue un accidente, soy un poco torpe —lo tome del cabello —se donde trabaja antes de que me amenace, pero también se con quien dirigirme si Kagami vuelve a salir lastimada, tengo su dirección, asi que es mejor que no vuelva a pasar nada malo en su casa, hasta que usted se mude ¿capici?

Llame a la enfermera del lugar, el le dijo que se había resbalado, por lo que en lo que se llevaron al hospital al señor Harudo, la madre de Kagami vino por ella.

—Nunca había comido un sándwich tan rico.

—Es mi especialidad.

—Kagami.

—¡Mami!

La madre abrazo a la pequeña se que ella no es el problema, se nota que adora a su niña, pero si no ha notado los cambios de comportamiento de su pequeña es algo que debo resolver, al menos eso pensé hasta que le vi el labio hinchado.

—Señora Harudo —le di una tarjeta —ellos tienen una estancia, que le recogerá a Kagami en lo que sale del trabajo, si necesita ayuda para otra cosa no dude en llamarme, me encargare por usted, busque que Kagami crezca sana y feliz.

—Gracias.

En la semana me entere que el señor Harudo fue reasignado a otro distrito y que la madre de Kagami ahora se puede hacer cargo de ella de una mejor manera.

En verdad quiero seguir con bajo perfil, pero a veces no se puede...