☁️ Flashback.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


*Pov Jimin*

Enero 28, año 2000, primer día de clases.
Sí, bastante tarde para iniciar el curso nuevamente, pero digamos que por ser la entrada a una nueva década, se decidió alargar el período vacacional, ¿no es grandioso?

Lo es, claro. Aunque ya extraño ver a mis estudiantes... Algunos son un caso perdido cuando de calificaciones se trata, pero todos son buenos niños —yo los veo como unos nenes aunque sean prácticamente adolescentes ya, y me quieren, así que estoy ansioso por estar con ellos otra vez.

Creo que falta algo de contexto ¿cierto?
Yo soy profesor de secundaria —adoro esa etapa de la vida, un intermedio entre la niñez y la adolescencia—, y llevo ya casi 15 años ejerciendo mi profesión. Sonará raro, pero desde siempre he trabajado en la misma institución, incluso he rechazado pagas más altas en otras secundarias con tal de quedarme donde estoy.

Townsend Harris High School, en la bellísima ciudad de Nueva York. Tiene un ambiente precioso, los directivos y demás profesores siempre son amigables, y la ubicación es cómoda para llegar desde básicamente cualquier distrito de la ciudad.

Comencé a trabajar allí desde que mis prácticas terminaron, cuando me titulé como profesor, especialidad en Humanidades e Historia; tenía 26 años en aquel entonces, y allí pretendo continuar.

¿Porqué no busco más opciones de empleo?, no es la única escuela secundaria prestigiosa en Estados Unidos, entonces, ¿porqué no expando mi panorama?
Hay una razón de peso, y hoy me parece un día relativamente oportuno para contarla.

Pero no viene sola, porque cada pequeño relato mantiene una historia larga como trasfondo, y merece contarse debidamente.
Así que, para poder hacerlo, tendrán que acompañarme a la escuela... Quizá el relato no les agrade del todo, pero las cosas que se deben saber no siempre son buenas.

[ . . . ]

*Pov narradora*

Park Jimin es un adulto con 40 años apenas cumplidos, sumamente inteligente, responsable y con un aura atrayente para todos; siempre se le ve tranquilo, con una leve sonrisa amena en su rostro, y algunas veces, con la mirada algo distraída.

De cabellos castaños y un poco largos, ojos color miel y piel clara, sumándole una figura trabajada perfectamente a pesar de la edad que posee; sin duda, se gana por completo el puesto de ser el amor platónico de prácticamente todo Townsend.

Con el tiempo, y sin dejar de trabajar por nada del mundo, ha logrado adquirir muchas cosas propias, entre ellas, su departamento y automóvil. Vive solo en un edificio de Manhattan, pues nunca se casó ni formó nada similar a una famila; Jimin siempre asegura que esa decisión la tomó desde muy pequeño y tan sólo la cumplió al pie de la letra. Sin embargo, sus amistades más cercanas saben lo que realmente ocurrió con él.

Un acontecimiento que marcó su vida profundamente, en todos los sentidos posibles, y el cual deberá contar hoy, 28 de enero, a su clase.
¿Porqué?, sencillamente, tuvo la mala suerte de que la mayor desgracia de su existencia, estuviera estrechamente ligada a un hecho que fue televisado y lamentado a nivel mundial.

Por ende, dicha situación pasó a la historia. Y Jimin siendo profesor en tal materia, debía explicarles el tema a sus alumnos con un detalle mayor al que cada año contaban en los noticieros.

Así que, luego de alistarse y prepararse mentalmente, salió de su departamento para conducir hasta la escuela.
Siempre llegaba temprano, y ésta mañana no fue la excepción; todos lo saludaron cuando pasó a dirección para anotar su entrada, y se quedó un momento hablando con sus dos mejores amigos —buscando despejar su cabeza, ya que no sería un día fácil—, mientras bebían un pequeño vaso de café caliente.

Park Namjoon, con 42 años, profesor de Matemáticas, con un segundo empleo enseñando Cálculo avanzado y Trigonometría en una Universidad cercana. Bastante inteligente en su campo, querido por todos y con un atractivo innegable.

Jeon Jungkook, maestro de Deporte, más joven que ambos Park con 35 años. Atlético, amigable, aquel clásico profesor que se vuelve mejor amigo de sus alumnos en todos los grados. Y porqué no mencionarlo, también es un platónico para muchas estudiantes e incluso maestras.

Los dos Park se conocieron desde que comenzaron a trabajar en la institución, pues los contrataron prácticamente al mismo tiempo. Jungkook llegó años después, y poco a poco, se volvieron una tercia inseparable.

— ¿Listo para hoy? — preguntó Jeon mirando al castaño.

— Supongo, lo he hecho antes, estaré bien. — suspiró Jimin, tomando un sorbo de café.

— Tranquilo, al menos hoy sólo tienes clase con un grupo, quizá sea fácil ¿no?— añadió Namjoon, tratando de animar a su amigo.

— Fácil no, pasable sí. — el castaño acabó su bebida — Es algo a lo que nunca me acostumbraré, pero no tengo alternativa.

El timbre sonó, indicando que las clases iniciarían ya. Los tres se despidieron entre sí, y tomaron camino hacia sus respectivas áreas; Jimin no tenía mucho trabajo, tan sólo dar una clase de 2 horas, así que se retiraría temprano.

Jungkook y Namjoon sabían lo que había ocurrido con Park hacia años, y por supuesto que comprendían lo difícil que era para él todo el asunto. Cada año trataban de animarlo antes de sus clases para que su día fuera, al menos, un poco más ligero; y cada año se daban cuenta de cuanta tristeza reprimía Jimin, con tal de que nadie notara lo que pasaba por su cabeza.

Era un profesor normal y aparentemente feliz durante 11 meses. Pero Enero siempre lo cambiaba sin remedio.

[ . . . ]

— Buenos días chicos. — saludó Jimin con un movimiento de mano y una sonrisa cerrada, entrando a su salón correspondiente.

— ¡Buenos días profesor Park! — gritaron al unísono los 35 alumnos que lo esperaban.

Nadie había faltado ese día, a pesar de ser el primero del curso.
Todos se encontraban en sus lugares, hablando con sus amigos, y aguardando por su maestro preferido. En cuanto el castaño llegó, varios de ellos se levantaron y lo siguieron hasta su escritorio; tenían la costumbre de platicar con él unos instantes antes de iniciar la clase.

"¿Cómo está hoy?", "¿Qué hizo en sus vacaciones?", "¡Se ve muy bien hoy!", decían los chicos. Y Jimin intentaba contestar y prestarles atención a los 6 adolescentes que lo rodeaban con emoción.

— Vale, la clase debe empezar... A sus lugares. — pidió Park sonriendo, cuando sus múltiples conversaciones terminaron.

Los menores le hicieron caso, regresando a sus bancas, mientras todos guardaban silencio por fin. El castaño entonces respiró profundamente, cerró un momento los ojos, y cuando sintió que podía continuar, se levantó y caminó hasta el centro del salón, frente al pizarrón.

Llevaba 14 años —prácticamente toda su carrera, realizando una clase sobre aquel doloroso tema, así que se creyó lo suficientemente capaz de hacerlo una vez más.

— Bien, ¿alguien sabe qué fecha es hoy? — comenzó, arreglando su saco marrón.

— 28 de enero. — respondió una chica al fondo.

— Correcto, casi termina el primer mes del año. — caminaba de un lado a otro, ejerciendo su don de oratoria — ¿Y qué conmemoramos este día?

Un silencio momentáneo se creó, con sólo algunos susurros entre los alumnos. Varios estaban confundidos, sin saber la respuesta; otros más, habían visto en televisión la conmemoración de esa fecha, pero estaban dudosos de alzar la voz.

— ¿Nadie?... Deberían ver más la TV. — Jimin soltó una ligera risa, la cual se contagió a los jóvenes.

Y por supuesto, ahí comenzaba la parte más difícil de todo. Debía terminar su minúscula introducción para dar pie a su clase.

— Hoy, 28 de enero, se conmemoran 14 años del accidente del transbordador espacial Challenger. — suspiró bajo, sin borrar su expresión serena de siempre.

— ¡Cierto!, lo ví en los noticieros antes de salir de casa, pero no dijeron mucho. — añadió un chico, varios más asintieron en acuerdo.

— Exacto, regularmente no dan la información del suceso completa. — guardó una mano en su pantalón, sin dejar de caminar — Así que la clase de hoy será sobre el Challenger y su última misión, ya que se considera parte de la historia de la humanidad... No sólo en Estados Unidos, sino en gran parte del mundo.

Respiró profundo nuevamente, mientras escribía el tema del día con letras grandes en el pizarrón. Y por primera vez en tantos años, decidió darle un pequeño giro diferente a su exposición; pensó que añadir parte de sus experiencias personales con respecto al accidente podría ayudar a crear más empatía y entendimiento en los chicos.

Quizá así se comprendería el impacto que tienen ese tipo de tragedias en gente que no estuvo directamente involucrada.

— Okey, ¿alguien sabe quiénes fueron los tripulantes del transbordador? — los jóvenes negaron al unísono — Vale... Eran 7 personas, de las cuales, por desgracia, ninguna sobrevivió.

Se giró otra vez al pizarrón, anotando los nombres correspondientes, y sintiendo una punzada en su pecho al escribir el último.

"Francis R. Scobee, Comandante.

Michael J. Smith, Piloto.

Ronald McNair, Especialista de la misión.

Ellison Onizuka, Especialista de la misión.

Judith Resnik, Especialista de la misión.

Christa McAuliffe, Especialista de carga útil, Profesora.

Min Yoongi, Especialista de carga útil."

— Como podrán ver, cada uno tenía una tarea importante por realizar, e incluso en aquella misión estuvo la primer profesora que viajaría al espacio. — explicó, luchando consigo mismo por mantenerse concentrado.

Por suerte, lo estaba logrando, y sus alumnos seguían prestándole toda su atención.

— ¿Les cuento algo secreto? — rápidamente, los ánimos subieron con afirmaciones emocionadas — Yo conocí a uno de los tripulantes.

"¿Enserio?, ¿a quién?", "¿Tenía amigos en la NASA?, ¡wow!", "¿Acaso era la profesora?", fueron las preguntas más entendibles entre el alboroto momentáneo.

Y aquí es donde el relato se separa.

Porque, aunque fuera el año 2000, Jimin no estaba seguro de contarles la historia con toda la verdad en ella; así que prefirió darles una versión diferente, más aceptable, y explicarles con detalle todo lo que él sabía con respecto al accidente.

Y mientras quería decir "no, conocí a Min Yoongi", decidió guardar aquel nombre, y contestar lo que sus estudiantes querían escuchar.

— Exacto, era muy cercano Christa. — suspiró con una leve sonrisa.

Jimin no les contó su anécdota real, les inventó algo que sabía todos aceptarían fácilmente. Pero en ningún momento le fue sencillo platicar con tranquilidad y concentrarse en lo que decía, de hecho, cada ciertos instantes podían notarse dudas en sus expresiones.

Pues en su cabeza se estaba reproduciendo la historia verdadera, y eso le provocaba dolor en lo profundo de su ser.

[ . . . ]

"Flashback"

Agosto de 1985, un Jimin de 26 años corría apresurado por una calle de Nueva York, chocando con algunas personas e incluso cruzando la carretera sin fijarse. ¿Motivo?, iba muy tarde a su último día de práctica en Townsend, todo por haberse quedado dormido unos minutos de más.

Amaba dormir, y no podían culparlo mucho, pues se había quedado en vela hasta tarde debido a algunos trabajos pendientes que debía realizar —por haberlos dejado a último minuto, pero en fin—, digamos que era responsable e irresponsable al mismo tiempo.

Y como ya se mencionó, iba golpeando gente sin querer, sólo que ninguna de esas personas se detenía a decirle algo realmente. Hasta que llegó una excepción. Chocó con un chico que, al parecer, también Illevaba demasiada prisa, por lo que el golpe fue más fuerte que todos los anteriores, provocando la caída de Jimin.

— ¡Fíjate en el camino, animal! — gritó el castaño desde el suelo, juntando rápidamente algunos papeles que habían salido de su pequeña maleta.

— ¡No fui el único distraído! — respondió el contrario, bajando a la altura de Park para ayudarle a recoger sus cosas.

Sí, le había gritado prácticamente en la cara, pero aún así pensó que sería correcto ser solidario con el pobre ciudadano que acababa de derribar.

— Ajá, pero el que está tirado en el pavimento soy yo. — reclamó Jimin, arreglando su ropa.

— Ya vale, lo siento. — ambos se pusieron de pie, viéndose por fin con detalle.

Park había chocado con un joven de su estatura, piel pálida, ojos grises oscuros y cabellos negros un poco largos; vestía una camiseta negra holgada con el nombre de Kiss en el centro, pantalones de mezclilla y un par de tenis desgastados.

Quizá era un conjunto demasiado común para los chicos de la época. Pero en ese momento, a Jimin le pareció bastante atractivo el sujeto que lo había mandado al suelo.

— Acepto la disculpa sólo porque llevo prisa, así que adiós. — el castaño subió correctamente la correa de su maleta en su hombro, y dio un par de pasos adelante.

— ¿Ni siquiera te vas a presentar?, al menos quiero disculparme con formalidad. — habló el pálido, deteniendo el avance contrario.

— Okey... Park Jimin, sin éste percance, hubiera sido un placer conocerte. — mostró su mejor sonrisa cerrada, extendiendo su mano al frente.

— Soy Min Yoongi, y lo mismo digo. — estrechó su mano, correspondiendo el gesto — Lo siento Jimin.

— No hay problema. — cortaron el agarre — Bueno, ahora sí adiós.

No dijeron más, pues ambos debían apresurar el paso si querían llegar a tiempo a sus empleos.

En aquel momento les pareció una tontería, pero los dos sintieron atracción a primera vista entre sí, quedándose con el recuerdo mutuo durante toda la mañana. Realmente no pensaron volver a verse, ni siquiera creyeron escuchar sus nombres jamás en la vida.

Pero evidentemente, las cosas no fueron tan pasajeras como parecían.

[ . . . ]

Daban las 6:30, el atardecer estaba a punto de terminar, y mucha gente comenzaba a dejar sus trabajos para regresar casa.

Jimin había finalizado con éxito su última práctica, y estaba más que emocionado, ya que se le había dicho que comenzaría a trabajar como profesor de historia cuando las vacaciones de verano terminaran. Lo había conseguido a pesar de haber llegado 20 minutos tarde.

Planeaba ir a cenar él solo, para celebrar su empleo conseguido. Sin embargo, como por arte de magia, logró ver a Yoongi cruzando la calle justo frente a él, y parecía tener un semblante estresado. De primer momento no pensó que hablarle sería correcto, porque bueno, su forma de conocerse fue extraña y abrupta; pero luego lo analizó, y tuvo una idea más empática.

"Se ve que tuvo un día pesado, quizá si sale a cenar con alguien se sentiría mejor. Además, yo estoy sólo y eso tampoco me agrada demasiado".

Y con aquella oración en su mente, aceleró el paso hasta alcanzar al chico peli negro que ya había pasado de largo por varios metros.

— ¡Hey, Min! — gritó a distancia, haciendo que el mencionado frenara su caminar y buscara con la mirada la procedencia de esa voz — ¡Espera!

— Ah... Hola, ¿Jimin, cierto? — saludó el pálido cuando lo vio parar su camino frente a él.

— Sí, hola de nuevo. — sonrió levemente, tratando de iniciar conversación — ¿Llegaste a tiempo en la mañana?

— En realidad no, tuve media hora de retraso y me descontaron el día. — bufó Yoongi — Estúpidos directivos que no entienden que no siempre podemos controlar nuestro tiempo con precisión.

— Que injusto honestamente... — Jimin soltó un suspiro, se sintió culpable por la situación — Con razón te ves estresado.

— Mi cara no sabe mentir al parecer. — imitó el suspiro contrario.

Hubo un pequeño silencio poco cómodo entonces, ya que ninguno de los dos sabía cómo continuar hablando. Yoongi no tenía demasiados ánimos de hacer un nuevo amigo, pero tampoco se negaría a ese lindo castaño que intentaba socializar con él. Y Jimin no encontraba la forma correcta de invitarlo a cenar sin sonar atrevido.

Pero, es mejor arriesgarse ¿no?

— Oye... ¿Quieres ir a cenar algo conmigo?, quizá eso te ayude a relajarte. — sugirió Park con una pequeña sonrisa.

— No lo sé, no tengo mucho dinero ahora... — Yoongi bajó la mirada, sintiéndose algo nervioso.

— ¿Te pregunté si tenías para pagar?, no. — soltó una breve risa, dándole un ligero golpe en el hombro de forma amistosa — Yo invito, vamos.

Y después de quedarse callado unos segundos, Min terminó aceptando. Mentiría al decir que no le causaba curiosidad saber más de Jimin, parecía un chico inteligente y quizá tenía un trabajo interesante, pensó. Además, hacia mucho tiempo que no salía con nadie, y despejar su mente de ese modo no le haría mal.

[ . . . ]

Aquella cena fue el inicio de una bella historia de amor, que aunque fue corta, marcó por siempre el alma de Jimin.

Esa noche se conocieron, pero por alguna razón extraña, parecía que llevaban juntos toda una vida; su conexión fue tan rápida y exacta, que incluso a ellos les resultó complicado describirla. Podrían ser comparados con dos piezas de rompecabezas hechas para unirse de forma perfecta.

Yoongi le habló de su empleo como ayudante e ingeniero en la Universidad de Cornell, allí en Manhattan. También le contó de su sueño de algún día tener la oportunidad de entrar en las convocatorias que la NASA abría para trabajar pues su gran deseo era viajar al espacio.
Igualmente, platicó sobre algunos aspectos de su vida personal, como que rentaba un departamento pequeño y que no tenía auto, y que no mantenía una buena relación con su familia.

Le contó como había llegado de intercambio universitario desde Corea hasta Nueva York hacia ya varios años, y que ya nunca quiso regresar a su continente.

Jimin se sorprendió por ello, ya que básicamente, era lo mismo que él había hecho; llegó a la ciudad como estudiante de intercambio para su carrera, y acabó enamorado del país americano.

Les pareció gracioso estar en Manhattan y haber entablando relación con una persona coreana en lugar de una estadounidense. Sumado a que era una casualidad, o ironía, enorme el haber vivido tan cerca por tantos años, y nunca haberse siquiera visto.

Park le platicó también el porqué llevaba 6 años en prácticas, aún cuando se le había dicho que no serían por tanto tiempo; en resumen, demasiadas trabas, vacaciones atravesadas y mala organización por parte de los profesionales que lo enviaban cumplir dichas tareas.
Yoongi, evidentemente, lo felicitó por al fin conseguir su empleo soñado después de tanto esfuerzo.

Y así, más y más cosas salieron en la conversación, desde sus gustos y pasatiempos, hasta anécdotas de su infancia.
Estuvieron en aquel restaurante por al menos 4 horas, deteniendo su plática sólo porque Yoongi aún debía trabajar temprano al día siguiente y tenía que llegar a casa para descansar.

No querían separarse, pero no había alternativa.
Se despidieron luego de compartir sus números telefónicos, y prometieron llamarse otro día para salir de nuevo.

Por supuesto, lo cumplieron.

[ . . . ]

A esa noche casual, la siguieron varias salidas amistosas por las tardes, mientras las vacaciones corrían. De verse sólo como amigos, pasaron a llamar "citas" a los días en que se juntaban. Las llamadas ocasionales de poca duración, se convirtieron en horas diarias de plática telefónica, pues sin falta hablaban por las mañanas y noches.

Realmente, el verano del 85 una época sin igual para los dos chicos que comenzaban a caer ante el enamoramiento.

Claramente, al poco tiempo, las percepciones y sentimientos de ambos tomaron un rumbo diferente al inicial.

Para Jimin fue extraño el darse cuenta de que, por primera vez en su vida, estaba enamorado de un chico; no pensaba que estuviera mal, tampoco pensó en intentar cambiarlo, pero jamás creyó que algo así le llegaría a pasar a él, y dudó un poco en si sería bueno externarlo o no. Por otra parte, para Yoongi fue normal en todo el sentido de la palabra, tanto, que ni siquiera lo pensó dos veces para confesarlo; Min tenía la idea de que amor no debía tener límites absurdos ni etiquetas que frenaran a las personas. Tan sólo era un sentimiento humano, y mientras fuera sano y verdadero, ¿qué importaban los géneros?

Así que sí, Yoongi, con 28 años recién cumplidos, le declaró su amor a Jimin, una tarde de Octubre durante el anaranjado atardecer.
¿Que si la relación se dio muy rápido?, tal vez, pero para los sentimientos no hay un tiempo definido. ¿Que si fue difícil llevar un noviazgo así?, claro, no todos aceptaban que dos chicos se quisieran en aquella época ochentera. Pero eso no fue jamás un impedimento importante.

Se habían encontrado por fin, y no tenían pensado perderse.

Yoongi nunca había tenido, como tal, una relación seria con nadie, y tampoco sentía la ilusión de encontrar a su otra mitad; no creyó que el amor fuera real, hasta que conoció al profesor más lindo que sus ojos pudieron apreciar. Y entonces, abrió de par en par las puertas de su corazón, sólo para que Park se quedara allí.

Jimin siempre había tenido una suerte pésima en los noviazgos, pues las chicas con las que estuvo ni siquiera parecía que lo quisieran en realidad.
Pensó que él no estaba destinado a vivir el sueño del amor verdadero, hasta que un chico soñador y amante del espacio entró a su alma, y ya jamás salió de ahí.

Se amaban con una intensidad indescriptible, eran el complemento perfecto del otro, y nadie podía cambiar algo tan fuerte como eso.
Ni siquiera la tragedia les logró sacar del pecho todo ese amor que se juraban cada mañana al despertar, y cada noche al dormir.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro