Parte 3: Vanilla Milkshake

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Cuando Yoongi fue a la bodega a buscar la libreta que olvidó después de dormir su siesta, vio tres siluetas en un rincón. Seokjin volteó primero, seguido de Jungkook y Jimin, el menor de los tres tenía una malteada rosada en la mano. Para Yoongi no era novedad que los empleados comieran a escondidas, incluso él lo hacía a veces con Hoseok. Era una especie de pacto de silencio, irrompible, cuestión de códigos y principios.

Se limitó a recoger su libreta y sin decir nada pensaba marcharse.

—Está muy buena. —Jimin le quitó la malteada a Jungkook y avanzó unos pasos hasta alcanzarle, ofreciéndole el vaso como señal que lo invitaba a romper juntos las reglas.

Lo tomó rozando sin querer los dedos de Jimin. No había notado lo pequeña que eran las manos del rubio, lucían cuidadas, suaves y rellenitas. Apartó brusco la mirada y bebió un sorbo cortito.

El sabor era cremoso, dulce, muy dulce y el toque ácido no lograba balancear la saturación de azúcar en su boca.

—Demasiado dulce.

—Dicen que uno es lo que come —comentó Jin recuperando la malteada de frutilla de sus manos.

—Yoongi hyung bebe más café de lo que se alimenta, eso es seguro.

—¿Me estás diciendo amargado, mocoso?

—No con esas palabras.

—Hyung, no pienso que seas un amargado —dijo Jimin con una sonrisa suave y mejillas rosadas.

Seokjin soltó una exclamación enternecida y Jungkook una carcajada que hizo sonrojar a los otros dos. El rubio abrió la boca buscando que saliera alguna frase que le permitiera excusarse y disimular el cariño y admiración que Yoongi se había ganado en tan poco tiempo. Aún no desaparecían los estragos de las variadas emociones del día anterior, cuando el mayor le mostró una de las piezas de composición en la que estaba trabajando. Jimin le enseñó videos de las prácticas de su taller de baile, recibiendo un par de cumplidos que le hicieron temblar.

Yoongi prefirió dar media vuelta y salir antes de escuchar algún otro comentario más. Todavía con las cosquillas en el estómago por las palabras de Jimin.

—Maldito mocoso cachetón —masculló en voz baja cuando pensaba que ya estaba solo por el estrecho corredor.

—Así no conquistarás al mochi.

Error de cálculos, Hoseok estaba caminando unos pocos pasos atrás. Maldecía su capacidad de aparecer inesperadamente.

—No quiero conquistar a Jimin.

—Ya lo estás haciendo y sin necesidad de esforzarte.

—Hobi, sé que rumbo quieres darle a la conversación y no, olvídalo, no me metas de nuevo en tus planes. Me voy a la primera mesa.

Hoseok rio y dijo en voz alta a su amigo: —¡Alejándote confirmas mis sospechas!

Yoongi decidió continuar con su plan de ignorarlo. A Hoseok y al resto de compañeros que lo miraron con sonrisitas que, desde su punto de vista, parecían cómplices de algo.

—Es que no eres amable gratuitamente y de repente aparece Jimin-ssi... conmigo no fuiste así cuando estuve bajo tu cargo —comentó una de sus compañeras como si le hubiera leído los pensamientos.

—Porque ponías a prueba mi paciencia, Chaeyoung, y lo sigues haciendo —interrumpió frunciendo el ceño.

La chica le sonrió con las mejillas sonrojadas. Yoongi miraba las rutas de escape para llegar a la cocina antes de escuchar otro comentario innecesario.

—En un acuerdo casi unánime, les pusimos un nombre a la relación.

—No hay relación y no quiero saberlo —respondió pasando por su lado.

—YoonMin.

—Preocúpate de no confundir tus pedidos en lugar de perder el tiempo.

Yoongi bufó molesto. Primero su mejor amigo, luego una de sus compañeras, ¿quién seguía ahora? Verdad, el resto de los empleados por lo que estaba notando. ¿Jimin lo sabía? "YoonMin". ¿Se sentirá tan incómodo como él? No entendía por qué le parecía incómodo, recordaba que pasó lo mismo con Hoseok hasta que supieron que tenía novio y el "YoonSeok" dejó de existir.

—¿YoonMin? Quedaría mejor con Jimin primero.

—No, primero Yoongi-ssi, Jimin es muy tierno.

Ni siquiera quiso prestarle atención a la conversación de esas chicas y menos intentar entender a qué demonios se referían. Su cabeza ya tenía suficiente material con el que lidiar, aportado por Jimin, su sonrisa adorable y sus movimientos hipnóticos cuando bailaba. Le estaba atribuyendo demasiadas características positivas, porque hasta cuando tropezaba le causaba algo de ternura.

Se forzó a mantenerse sereno cuando Jimin llegó a su lado con una sonrisa. Yoongi miró el rostro del chico y con el entrecejo fruncido limpió un resto de crema en la punta de la nariz con el dorso de su mano.

—No querrás presentarte así —le comentó en voz baja—. Si vas a comer, limpia la evidencia.

—Qué considerado, Yoongi hyung. —Jungkook sonrió ladino, disfrutando de lo fácil que era hacer sentir incómodo a sus mayores.

—A Kookie le gusta molestar —dijo el rubio riendo nervioso, revolviendo un poco su cabello.

Fueron entrando varias personas y se acomodaron en las mesas. Le señaló una donde había dos chicas jóvenes a Jimin para que se ocupara. Por su parte, resignado, se acercó a una donde estaba una familia completa.

—Yoonie, que dulce de tu parte tomar las mesas numerosas para evitárselas a Jiminnie.

—Lo dice la que le hace el quite a las mesas numerosas.

¿Acaso sus queridos compañeros no tenían nada mejor en que invertir sus energías? ¿No podían darle un poco de tregua?

Jimin reconocía que la cara de hastío de Yoongi era más evidente que en otras ocasiones. La sonrisa se veía más tensa. Quería animarlo, aunque no sabía cómo, descartaba preguntarle algo a Jungkook que no dejaba de insinuar el tipo de relación que estaba forjando con el mayor. Pensaba que tal vez con Hoseok podría resultar mejor.

No tuvo tiempo de lograr conversarlo, iba de una mesa tras otra y paró cuando tuvo que bailar junto a los demás antes de retomar los pedidos. Quería —necesitaba— sentarse un rato.

Seokjin anunció la hora de cierre y fue lo mejor que pudo haberle pasado, hasta que le pidieron que fuera a ayudar a la cocina junto a Hoseok y Jungkook. Casi pudo haber sido el momento propicio para preguntar, pero no quería más burlas de parte de su amigo.

—Te apuesto, Jimin, que puedo lavar más platos que tú en un minuto.

—¿Y qué gano apostando contigo? Además, creo que lo más probable es que ganes. —Hizo un puchero mientras arremangaba la camisa.

—Podría llamarte "hyung" por una semana.

—Es muy poco para lo que seguramente me vas a pedir a cambio.

—¿Por un mes?

Jimin negó, aunque casi cayó en la tentación de aceptar.

—Tres meses, Jimin-ssi, mi última oferta. Es una oportunidad única.

—Oh~, creo que se me ocurre que podría sugerir si Jiminnie pierde.

—¿Ves? Dejaré que Hoseok escoja el castigo si pierdes.

La mirada dulce de Hoseok y su sonrisa alegre le hizo aceptar, no creía que pudiera pedirle algo más terrible que Jungkook, chico perverso con cara de niño bueno. Si ponía todo su empeño podría ganarle a su amigo. "Fighting!".

El peor de los errores.

Peor fue el castigo propuesto por el hyung que se veía tan amable.

—Vamos, cumple con tu parte de la apuesta...

Jamás debió que creer que le ganaría a Kookie en una competencia. ¿En qué estaba pensando? ¿Tanta era la necesidad que el mocoso de Jungkook le respetara un poco y le llamara "hyung"? Maldijo su orgullo y su ingenuidad.

Porque había sido ingenuo pensando que le ganaría a uno de los chicos más competitivos en la faz de la tierra.

Caminó hasta situarse a la espalda del mesero de cabello decolorado. Volteó a mirar a los otros dos que sonrían cómplices a un par de metros. Respiró profundo y se preparó.

—Yoongi oppa~ —soltó cerca de su oído con la voz dulce y un poco más aguda, poniendo las manos en sus mejillas para hacer el aegyo completo.

El mayor pegó un brinco, sus ojos pequeños y oscuro se sobre abrieron por la sorpresa, sumado a los pasos que retrocedió con las mejillas que antes eran pálidas ahora encendidas de rojo.

Las carcajadas de Jungkook y Hoseok resonaron en el local, atrayendo el resto de miradas curiosas.

—¿Te estás prestando para las malas ideas de esos dos?

Yoongi no admitiría lo adorable de ese aegyo y que en el fondo le gustó ese "oppa". Imposible, se lo llevaría a la tumba.

—Perdí una apuesta —se excusó puchereando.

¿Jimin había descubierto que los malditos pucheros eran como un arma? Porque funcionaban bien con él. Otra cosa que no pretendía admitir.

—Nadie te manda a apostar con ellos, Hoseok puede tener ideas tan perversas y raras como las del mocoso Jeon. ¿Quieres que olvide lo del "oppa"? Ayúdame con las bolsas de basura.

Jamás olvidaría el "oppa", pero justificaba que en su situación era más que necesario mentir.

Yoongi abrió la puerta y Jimin arrastró la gran bolsa negra al exterior. Miró la quieta espalda del menor que bloqueaba el paso y se asomó por sobre su hombro para ver qué ocurría y entender porque estaba pasmado.

La escena no dejaba nada a la malinterpretación. Seokjin acorralaba a un chico contra la pared, escuchaban claramente los chasquidos húmedos de como le devoraba los labios, tan concentrados en lo suyo que ni siquiera notaban la presencia del par de espectadores.

—Namjoon, deja de distraer a nuestro jefe.

Seokjin estaba rojo cuando se apartó del moreno alto. Ambos respiraban agitado.

—Vino a dejarme las llaves que se me quedaron en su casa. —Las enseñó como si fueran la prueba de algo. Como si sirviera de pretexto para besarse en pleno callejón y al lado de unos contenedores.

Imaginaba a Jin más romántico como para aceptar besos en un entorno gris y maloliente. Yoongi lo usaría después para burlarse de la parejita.

—Ajá, Jimin-ah, te presento a mi amigo Namjoon, novio de nuestro de jefe.

—¿Ese es el Jimin del que me habló Hoseok que a ti...

Yoongi le clavó un codazo directo en las costillas a su amigo para silenciarlo. Escuchando un adolorido gemido en respuesta y, de paso, la mirada alarmada y enojada de Seokjin.

Después de haberse despedido de todos y alejarse del pequeño tumulto de empleado, miró a su mejor amigo con los ojos entrecerrados de manera acusadora. Hobi parpadeó confundido. Antes de brindarle espacio en su bicicleta, necesitaba sacarse una duda de encima. Especialmente tras la lluvia de insinuaciones que escuchó a lo largo de su turno.

—Hoseok, ¿qué mierda le has estado comentando a la gente?

—Nada, no me culpes, ellos solitos se dan cuenta de cómo te mira el mochi con los ojitos brillantes.

—Pero se lo dijiste a Namjoon.

Su amigo guardó silencio, sopesando una respuesta que no activara el mal humor de Yoongi.

—No solo yo, también Jin hyung habló sobre ustedes dos.

—¿Por qué demonios tienen que hablar de nosotros?

Había activado el modo irritable del chico pálido. Mirarlo a los ojos en ese instante resultaba intimidante.

—Estoy seguro que hay un aura negra desprendiendo de ti, calma Yoongi hyung, no te pongas irritable por cosas que no valen la pena —habló con voz suave y cautelosa.

—Hoseok...

—Es que te hemos visto sonreír cuando estás con Jiminnie mochi, nos gusta verte menos amargado y más feliz.

No podía molestarse con Hoseok, entendía las buenas intenciones de su mejor amigo, aunque sus formas de expresarlas y tomar acciones eran un poco excesivas —invasivas también—. Por otra parte, era una verdad que Jimin le agradaba, se sentía bien a su lado y cada día ocurría algo que les acercaba un poco más.

Recientemente habían intercambiado números y la noche anterior compartieron videos hasta la madrugada.

—Solo no intentes nada, no quiero planes locos, ni que me organices citas o me llegues a encerrar con el mocoso en alguna habitación.

Hoseok terminó dejando escapar una risita nerviosa que interrumpió el silencio. "El que calla otorga" quiso decirle, porque ya imaginaba qué clase de planes circulaban en la cabeza del bailarín. Peor aún, potenciados por su novio extraño. Ellos hacían una sinergia peligrosa para Yoongi.

—Déjame manejar mis tiempos, ya veré cuando quiera estar con alguien.

—¿Ese alguien podría ser Jimin?

Ahora fue el mayor quien guardó silencio. Intentó forzar un "no" salir de su boca, pero la respuesta se atascó. No tenía argumentos para no aceptar que Jimin podría gustarle. "Ya te gusta, ¿no crees?". Resopló frustrado consigo mismo y sus confusiones.

—No lo sé, Hobi. Tampoco quiero pensar en ello en este momento.

Para Hoseok eso significaba claramente un "sí". Demasiados años junto a Yoongi para aprender a leerlo entre líneas.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
La tónica de la semana no fue diferente, las insinuaciones de sus compañeros de turno continuaban. Había risita y miradas cómplices, no era casual que terminaran Yoongi y Jimin desempeñándose juntos en alguna tarea. El mayor a veces se quejaba, aunque sin el real ánimo de una queja, le agradaba compartir tareas con el rubio. El tiempo volaba entre conversaciones y pequeñas bromas.

Yoongi había ido observando como la timidez inicial de Jimin iba desapareciendo, dando lugar a un joven espontáneo que le gustaba abrazar a sus compañeros, reír, bailar cuando había música de fondo y recibir cumplidos. Si estos venían del mayor parecía iluminarse. Pero lo que más le gustaba era esa parte sensible y diligente hacia los demás.

Jimin se sorprendía cada día con algo nuevo respecto a Yoongi. Le gustaba mucho cuando reía, más si era él quien causaba esa reacción. Cuando la fachada de chico serio se desvanecía hallaba a alguien que a veces tenía un sentido del humor negro como Jungkook, que le gustaba jugar y que cuando era necesario tenía las palabras justas para consolar. Le enterneció ver como animaba a una chica cuyo ex novio la había plantado. Su hyung le gustaba mucho y su actual dilema era qué hacer al respecto.

Ni siquiera sabía o tenía señales para interpretar que fuera mutuo, aunque Jungkook intentaba convencerlo que sí, que empezara a mostrar sus cartas y hacer jugadas. Jimin no estaba preparado para jugadas riesgosas que le hicieran perder todo con un movimiento mal hecho.

—Jimin, estoy a poco de reventar e ir por ti a decirle a Yoongi hyung que te gusta.

—No, no, es decir, no te parecería raro que en tan poco tiempo te guste alguien de esa manera...

—Estamos hablando que te gusta, no que lo amas y te quieres casar en el extranjero.

Esos ya eran términos más grandes, que prefería incorporar a sus proyecciones ilusas una vez sabiendo que lo que comenzaba a sentir por Yoongi era compartido.

—¡Yoongi hyung!

El mayor caminó hacia ellos al escuchar el llamado de Jungkook, mirándolos con la interrogante patente en el rostro.

—Jimin tiene algo que decirte.

El rubio sintió deseos homicidas hacia su amigo, quien claramente lucía como si la escena fuera el mejor de los espectáculos.

—¿Jimin-ah?

Le gustaba mucho cuando le llamaba así. O "Jiminnie", pero era mucho más escaso, parecía que se le escapaba contra su voluntad. La mirada profunda de su hyung lo ponía nervioso. ¿Qué le podía decir? "Maldito Jeon".

—Me gustaron los videos de Holly que me enviaste ayer. —Sonrió un poco apenado por su triste excusa.

—Cuando grabe otro me aseguraré de mandártelo —dijo antes de dejar a los menores, que a su juicio actuaban más extraño de lo habitual.

Yoongi empezaba a pensar que atraía a la gente rara.

—Espera, hyung. —Los pasos de Jimin venían siguiéndolo.

Lo observó con intriga, analizando sus movimientos torpes mientras rebuscaba algo en sus bolsillos.

—Recordé que te gustaba Kumamon —dijo tendiéndole un lápiz negro con la figura de goma del oso.

Su corazón dio un salto brusco en su pecho. Le encantaba ese maldito oso negro, entonces llegaba Jimin y sus malditos gestos tan considerados y tiernos con un bolígrafo de tinta, demostrándole que se interesaba por sus gustos. Tomó el lápiz y dejó de preocuparse en que su cara no se inmutara. Le dedicó una sonrisa grande que surgió espontánea.

—Gracias, Jiminnie.

Y ahí estaba el apodo que tanto le gustaba al menor, acompañado de una sonrisa sincera y feliz. La reacción de Yoongi valió la pena. Podía darle un buen inicio a su viernes, cuando se estresara con los clientes; pensaría en la sonrisa de su hyung.

La tarde empezaba a agitarse a medida que entraban más personas al local. El chico pálido inauguró su nuevo bolígrafo, ganándose la atención de más de algún niño que le preguntaba de dónde salió ese lápiz.

Estaba de buen humor —gracias a Jimin— que la hora de la tortura no fue tan terrible como lo era habitualmente. Incluso puso un poco más de entusiasmo y coreó junto a sus compañeros una que otra parte de "Fever Night". Por primera vez coreó una canción en lo que llevaba trabajando, ahora que lo pensaba, intercambiando miradas y una par de sonrisas con Jimin.

Buen humor que cayó bruscamente horas después cuando se topó con el rostro serio de su mejor amigo. No entendía porque lo miraba con preocupación y le cerraba el paso. Cuando borraba la sonrisa siempre era motivo para reconsiderar algún mal augurio.

—Tengo que pasar.

—Yoongi, está aquí, es su cumpleaños...

—¿Quién?

—...Si quieres puedes, no sé, es más puedo cubrirte si es que no quieres cantar o bailar... algo le podré decir a Jin hyung

—Hoseok no entiendo una mierda.

—Suran —dijo el nombre atropellado.

Yoongi tragó saliva y se alzó en la punta de los pies para localizar a la chica nombrada. Ahí estaba el mal augurio profetizado.

—No me afecta, no dejaré que me afecte, ni siquiera recordaba que estaba de cumpleaños hoy. —En esa última parte mintió. Cómo iba a olvidarlo si salieron por dos años, cuando notó la fecha en el calendario se autoconvenció de no tomarle importancia. Jimin lo ayudó, pensaba al mirar el lápiz entre sus dedos, lo habría podido pasar por alto con tanta facilidad de no verla en persona. Igual de bonita, no había cambiado.

No mentía al decir que no dejará que le afecte, había pasado ya año y medio de la ruptura.

Avanzó hasta la mesa que estaba atendiendo a dejar la cuenta y miró como a poca distancia estaba su ex novia. Había llegado con quien parecía su pareja y un par de amigos, la veía tan feliz. Nunca estuvo así de radiante en el periodo que estuvieron juntos. No puede culparla tampoco.

Tuvo bastante tiempo para hacer una autocrítica de toda la relación, partiendo por la diferencia de edad. Era normal que una chica en su último año de instituto y después universitaria se aburriera de un mocoso, más si ampliaba su espectro de gente. Muchas parejas no superaban la etapa del instituto a la universidad, había argumentado Namjoon con estadísticas de respaldo —no era muy bueno animando a las personas tristes—.

La siguiente parte de la crítica fue a su rol de novio. No era el ente movilizador de la relación y dejaba demasiados espacios, dando por supuesto que ella, chica mayor, necesitaba su tiempo, cuando era él quien deseaba sus espacios a solas.

No negaba de los buenos momentos que pasaron juntos, sus primeras veces fueron con ella: citas, noviazgo, sexo, componer una canción para alguien. Canción que ella cantó con su linda voz. Era talentosa, asumía que lo seguía siendo, seguramente puliéndose como diamante.

No podía desconocer que fue importante y que le dolió el quiebre, sabiendo que el subtexto señalaba que ella había conocido a alguien más, pero que quiso suavizar la ruptura para él sin evidenciarlo. Yoongi tenía la suficiente inteligencia para comprenderlo y un orgullo todavía más grande como para asentir y dejarla ir.

Quizás era el mismo alguien que la estaba haciendo sonreír y le acariciaba los hombros. Ser así de afectuoso nunca le resultó natural.

No la amaba, pero mentiría al decir que no le pasó nada con volver a verla.

—Tanto tiempo, Yoongi, ¿cómo has estado? —Dijo ella cuando se acercó a saludarlo con una sonrisa cordial y mirada nostálgica—. Te queda muy bien ese color de cabello.

—Bien, veo que también lo estás —trató de sonar amable y tranquilo. Estaba tenso y seguro que Suran lo notaba porque tuvo dos años para conocerlo de pies a cabeza.

—Sí, gracias, un placer verte Yoongi, te dejo, veo que están muy ocupados hoy, solo vine por un saludo rápido. —Mantuvo la sonrisa antes de voltear y regresar a su mesa—. Espero que podamos volver a hablar.

Su corazón latía rápido y su garganta estaba seca. ¿Volver a hablar? Una parte quería autoconvencerle que no era necesario y la otra, la guiada por la nostalgia, sí quería una conversación, como cuando hablaban de proyectos y composiciones hasta amanecerse. Quizá debió decirle "feliz cumpleaños".

Jimin veía a su hyung incómodo y fue inevitable preocuparse. No creía que fuera un problema con la cliente, porque la chica le hablaba con cierta familiaridad, podía asumir que se conocían. Quería saber más, aunque la curiosidad pasó a segundo plano cuando le llamaron para ir a otra mesa.

Quería ir hacia Yoongi. Quería arrancarle una sonrisa, de esas en que muestra sus dientes alineados y pequeños.

Estaba ansioso e intentaba no demostrarlo. Nunca había sentido que las hamburguesas se cocinaban tan lento como en ese momento. Su paciencia no fue suficiente. No aguantó.

—Cúbreme un poco con mi mesa, Kookie, por favor —suplicó juntando sus manos.

El menor asintió susurrando un "me debes una". Y Jimin se escabulló disimuladamente. Primero lo buscó afuera, por la entrada del personal. Volvió a toparse con Seokjin y el chico de piel morena amigo de su hyung. No interrumpió y estaba seguro que ni siquiera lo notaron. Siguió con la bodega, a veces escapaba ahí para estar solo o dormir. Nada.

Vio la puerta del baño entreabierta y la espalda de Yoongi, con los brazos apoyados en los costados del lavamanos.

—Yoongi hyung, por fin te encontré.

El mayor volteó, había mojado su rostro y Jimin estiró las manos para secar su piel blanca, casi tanto como el uniforme. Estaba un poco más pálido de lo normal.

—¿Estás bien?

—¿Pareciera que no lo estoy? —Recargó la mejilla contra la palma tibia. Agradecía internamente el contacto cálido y sin pensarlo se había entregado.

—No mucho, por eso vine. —Cerró la puerta—. ¿Quieres hablar de ello?

—No ahora.

Yoongi se estremeció con Jimin junto a él, con saber que estaba buscándolo, preocupándose.

Jimin estaba a tan escasa distancia que solo necesitaba alzar la cabeza, avanzar unos centímetros y se toparía directo con sus labios gruesos. ¿Acaso solo bastaba que Jimin apareciera para ir despojando los pensamientos sobre su ex en cosa de segundos? Porque eso hizo y los reemplazaba con la imagen de sus labios perfectos y con esa ternura inmensa que desde que se conocieron le mostraba.

—Hyung. —Delineó su labio. Totalmente atrapado en los pequeños ojos negros.

—¿Qué quieres hacer, Jimin-ah? —Atrapó el pulgar entre sus labios.

¿Qué estaba haciendo él al no poner frenos a lo que sea que estuviera pasando?

¿En qué momento llegaron a esa situación? Jimin solo quería que su hyung sonriera. Ahora quería besarlo, añadía a la lista de deseos.

El menor perdió el autocontrol y tiró del rostro del rubio platinado, juntando sus labios, había hecho su jugada, no existía vuelta atrás. A Yoongi tampoco le quedaba, había cerrado los ojos, entregándose nuevamente a la calidez de Jimin. Dejando ir los recuerdos.

Yoongi pensaba que Jimin era apasionado. Mucho. Cuando bailaba, cuando besaba. Le había cedido todo el control, le dejaba hacer y deshacer, le permitía acorralarlo con su cuerpo contra la puerta cerrada. No quería escapar a ningún lado. No quería pensar, solo sentir como le robaba el aliento con una caricia húmeda y blanda. Dejaba que fuera el rubio quien guiara el movimiento de los labios y lamiera el interior de su boca.

Emitió un pequeño jadeo contra su lengua, degustando con agrado el sabor dulce. Sabía que Jimin y Jungkook se habían tomado una malteada de vainilla a escondidas. Lo que nunca planteó como posibilidad fue probar el sabor directo de la boca de su dongsaeng. La dulzura tenía el balance justo para no saturarlo.

—Tenemos que volver —dijo Yoongi sin las reales ganas de hacerlo, si de él dependiera permanecería en el baño devorándose los labios mutuamente.

—Otro más, solo uno más —pidió con voz agitada y tono de súplica. Suave y con los dedos presionando su nuca.

Imposible negarse a esa petición. Otro beso, bocas abiertas, lenguas acariciándose, pero ahora Yoongi imponía el ritmo. Más lento, menos ansioso, pero igual de firme e intenso. Rodeando la cintura con los brazos, succionando el labio inferior antes de finalizar.

Dos besos y la sensación desagradable que tenía en el pecho desapareció como si fuera por arte de magia, fue intercambiada por cosquillas en el vientre que se intensificaban cuando Jimin empujaba contra sus caderas. De estar frío y lógico se daría cuenta que cambió un problema por otro.

Aunque un problema en forma de besos con Jimin y sus labios llenos era uno que le estaba gustando enfrentar —pensamiento con la mente nublada por tanto calor, humedad y suavidad—.

—Yoongi hyung, otro más.

Yoongi besó muy corto, solamente un roce y Jimin respondió con un puchero.

—Tenemos que volver —repitió besando la punta de la delicada nariz.

¿Desde cuándo salía de forma tan desenvuelta los gestos cariñosos? Le inquietó su propia acción.

Usando sus dos manos, Yoongi arregló el cabello rubio desordenado. Las mojó con agua helada y las apoyó en las mejillas mullidas que estaban calientes y rosadas. El menor pegó un pequeño sobresalto con la sensación fría.

—Regresa primero, en seguida voy.

Jimin asintió y salió del baño mirando a sus alrededores. Volvió a retomar su puesto recibiendo una queja de Jungkook, quien tras mirarlo detenidamente unos segundos espetó: —Creo que tienes algo que contarme después.

De nada sirvieron las manos frías en sus mejillas, porque volvieron a ganar una tonalidad rojiza. Que se acentuó cuando Yoongi pasó por su lado y le sonrió cortito. Su cerebro hizo cortocircuito. Besos y sonrisas. Fue mucho en poco tiempo.

Para Yoongi también fue demasiado.

Hoseok y Taehyung miraban al mayor como si un alien hubiera usurpado el cuerpo de su amigo. No estaba en modo de ánimo depresivo e irritable. No estaba soltando maldiciones e insultos, culpando a su mala suerte por sus desgracias y la incomodidad ocurrida. Solamente estaba con la mirada perdida, como si algo lo tuviera confundido. Un alien que pisaba por primera vez la tierra.

Esta vez Hobi no lograba leerlo, ni siquiera entre líneas. Tal vez si estaba deprimido y agotado tras el encuentro con su ex novia al punto que no le quedaban fuerzas ni siquiera para quejarse. Lo que era realmente preocupante. ¿Qué otra cosa podría ser?

—¿Así que vino a restregarte su felicidad? —Preguntó Hoseok.

—No, creo que no, solo me saludó.

—¿Estás bien Yoongi hyung? No nos estás regañando por botar migas en tu cama y eso es raro, me estás asustando.

—A mi también. —Hobi abrazó a su novio, apoyando el mentón en su hombro, abriendo la boca para recibir una de las galletas que le ofreció el castaño.

—Lo besé.

Y su primer beso con Jimin tuvo un dulce sabor a vainilla.










***
Gracias por leer <3

Cualquier comentario, voto, demases se agradece infinitamente >u<

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro