Parte 8: Date 2/2

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Tenía a dos personas antes de mediodía metidas en su habitación. Las dos sabían de su aversión a un mal despertar. Mal despertar que consistió en escuchar voces, abrir los ojos y, como si fuera un déjà vu, encontrarse con Hoseok y su raro novio. Dos días consecutivos, ¿no era mucho?

Apoyó los codos sobre el colchón para reincorporarse, tratando de ajustar la vista y procesar la información. Taehyung abría sus cortinas y el sol se filtraba inmisericorde, golpeando directo en su rostro.

—Noona, puedes venir —llamó su mejor amigo desde la puerta entreabierta.

—¿Trajiste a tu hermana? —Preguntó aún en el tránsito a despertar con la luz justo en los ojos—. Más importante aún, ¿qué mierda haces tú y el alien en mi habitación de nuevo y por la mañana? —Agregó cuando al fin su mente espabiló.

—Buenos días, Yoongi —saludó amable la chica de cabellos castaños asomándose por su puerta.

No era como si le avergonzara que lo viera en pijama y cara malhumorada, no sería novedad considerando la cantidad de veces que se quedó a dormir en la casa de los Jung o salió de vacaciones junto a ellos desde que eran unos niños.

—Estamos para ayudarte, hyung. —Tae alzó el puño en señal de trabajo en equipo.

—Noona te hará lucir como todo un modelo para tu cita —canturreó con emoción.

—No quiero lucir como un modelo.

Era una cita, no una graduación, ni un matrimonio o evento de gran magnitud. Pensaba coger un pantalón de mezclilla, alguna camiseta oscura holgada, zapatillas y listo. Simple, natural y sentirse como siempre —bueno, no tan así; Jimin llenaba su estómago de molestas y asombrosas mariposas—.

—¡Es una cita, la primera, tienes que lucir especial! —Exclamó Taehyung abriendo el clóset.

"Segunda", casi lo dijo. Pudo pasarlo por el colador mental y evitarse el interrogatorio de los dos curiosos, excluía a la chica, quién seguramente se limitaría a observar y reír.

—Nos vemos todos los días con Jimin, no veo por qué tanta parafernalia.

—Por lo mismo, tienes que verte impresionante hoy —apoyó Hoseok—. Noona se encargará del maquillaje.

—Confía en mí, Yoongi, no te haré ver como actor de kabuki si es lo que temes.

El horror se hizo patente en la cara de Yoongi cuando Tae empezó a revolver su ropa, tirando una a una las prendas, dejando en un montón aparte las posibles candidatas a ser usadas. Respiró profundo y miró a Hoseok, su amigo revisaba una caja donde guardaba argollas y pendientes. Por lo general optaba por argollas simples que no incomodaran para dormir, ya que ni se molestaba en quitarlas. Se fijó en Dawon que revisaba un arsenal de maquillaje.

—No te espantes, solo estoy seleccionando lo que usaré y no será ni una tercera parte —dijo sonriendo suave.

Taehyung seguía escogiendo ropa, levantaba un pantalón en una mano y una camiseta en la otra, viendo si a su juicio lucía genial, de no ser así arrugaba el entrecejo y las tiraba a un lado.

—Podrías ser un poco más ordenado —masculló al borde del colapso.

El chico raro hizo caso omiso, continuó rebuscando en los pequeños cerros de ropa esparcidos en el suelo.

—Ten esto, hyung.

—¿Todo este desastre solo para pasarme una camiseta y un pantalón?

—Pero no cualquier camiseta y pantalón, anda pruébatelo.

A regañadientes y por sanidad mental omitió mirar el desorden, partiendo al baño. Dejó que el agua tibia relajara sus músculos tensos. Si ya los nervios hacían de las suyas con el mero hecho de salir con Park Jimin, sus tres pseudo invitados lo incrementaban.

Por supuesto que quería una buena cita, una memorable. Lo había planificado cuidadosamente, aunque no incluía invitar asesores de moda a revolver su armario.

La noche anterior estuvo largas horas descartando lugares. Se aferró a la idea de Jungkook, buscó panoramas en parques, espectáculos y exposiciones al aire libre, de esos eventos que les hacía el quite para no asolear su blanca piel en época estival. Creyó encontrar justo el indicado y salvador a sus preocupaciones.

Salió vistiendo el conjunto seleccionado por Taehyung y una toalla sobre el cabello mojado. Hoseok silbó y sonrió al verlo. Dawon asintió satisfecha también.

—Hyung, ese pantalón te hace ver el trasero más respingado.

—Cierto y yo que pensaba que no era uno de tus atributos —dijo abrazando a su novio por la cintura—. Tan buen ojo que tiene mi Tae-Tae.

—¿Podrían dejar de mirarme el culo?

—Jimin seguramente lo hace.

Entre quejas y gruñidos se secó el pelo, en tanto Tae continuaba en su travesía por conseguir el outfit perfecto para su segundo hyung favorito.

—Y esta chaqueta. —Taehyung alzó la prenda.

—Buen punto ahí, las bomber jacket aportan un estilo que te sienta bien, Yoongi —confirmó la hermana de su mejor amigo desde la cama.

—¿Para qué? Es verano, hace un calor de mierda.

—Es delgada, tiene estilo y si Jimin tiene frío se la puedes pasar —sugirió acomodando la ropa a presión para horror del ordenado Min Yoongi.

Qué parte de verano y calor de mierda parecía no estar clara. A Tae no le importó y la arrojó hacia el chico pálido con cara de espanto, quien antes de darse cuenta tenía la prenda sobre la cabeza.

—No usaré botines en verano, olvídalo —gruñó al ver que sacaba unos de color negro y con cordones.

—No, hyung, quedarían terribles, mi outfit tiene que ser perfecto.

Taehyung tiró un par de converse rojas, también pensaba un poco en la comodidad del mayor.

—Ahora ven a mis manos —llamó Dawon—. Tienes una piel bastante limpia, no necesitaremos tanto.

La hermana de su amigo comenzó a aplicar una crema. —Es ligera, tiene filtro solar y es matificante, me lo agradecerás —decía con la expresión concentrada, prosiguiendo con un primer ligero en los párpados.

¿Por qué se dejaba hacer todo eso?

—Mira. —Puso frente a sus ojos un pequeño espejo—. Pones una cara del terror cada vez que te aplico algo, sigues igual de pálido, pero lo podemos arreglar.

Por instinto retrocedió cuando le vio tomar una brocha untada en un polvo rosado cálido.

—Durazno —había especificado—. No te haré ver como un payaso de circo —se quejaba—, quédate quieto y déjame hacer mi trabajo.

Yoongi optó por cerrar los ojos y no volverlos a abrir hasta que dijera que estaba terminado. No los abrió cuando sintió que algo tocaba sus labios, tampoco al notar un cosquilleo en los párpados.

—Listo, quedaste genial.

Se miró con asombro en el espejo. Pensaba que encontraría algo exagerado, que tendría que correr a sacar las toallitas desmaquillantes de su madre, pero no fue así. Todo estaba aplicado de modo sutil, resaltando la belleza de una forma que diera la impresión de naturalidad. El tinte ligeramente coloreando sus labios, el rubor apenas perceptible, y los tonos tierra en los bordes para dar mayor profundidad a la mirada.

—Todo un modelo, un idol —halagó Hoseok entregándole los pendientes.

—Dawon noona sabe lo que hace. —Taehyung inspeccionaba su rostro con una sonrisa—. Estás muy apuesto.

—El cabello lo dejamos así. —Hoseok se acercó a repartir de manera uniforme una fina capa de crema en las hebras azabache, amasando con delicadeza—. Tendrá un aire desordenado y natural cuando se seque bien, te verás muy sexy. Tienes que contarnos la reacción de Jimin cuando te vea.

Yoongi se sonrojó, tomó sus cosas y le agradeció a los tres a regañadientes, especialmente a su noona que prometió hacerles ordenar el desastre que dejaron los menores en la habitación.
  
  
  
  
  
  
  
  
 

Jimin hacía un esfuerzo incalculable por mantener su concentración. "La coreografía, la coreografía", recitaba como un mantra. Secuencia de pasos, giro, salto. Se centraba en lo mucho que querría que Yoongi viera su ejecución perfecta y fue otro impulso adicional.

Proyectaba la emoción albergada en su pecho y en su vientre que bullían burbujeantes, haciéndolas fluir, que brotaran en la intensidad de sus movimientos, en la fuerza con la que saltaba, en los quiebres. Lo dejaba salir y no se acababa, lo sentía como una fuente inagotable.

—Muy bien, una última vez desde el principio —señaló la profesora con satisfacción.

También estaba bastante satisfecho, lo corroboró tras revisar la grabación.

Su cuerpo reclamó cuando realizó el estiramiento post práctica. Una de sus amigas empujó su espalda mientras Jimin sujetaba sus pies, los músculos en sus piernas se sentían tirantes. Ella le decía que le ayudaría a lucir muy lindo para su cita y que al final podría hacerle el favor que le había pedido.

—Jimin-ah, te ves adorable —comentó cuando lo vio salir del camerino—. Casual, pero cute.

La chica se acercó con su paleta de sombras.

—Haré que tus ojos se vean aún más bonitos —decía delineando muy fino a ras de las pestañas y difuminando los tonos café—. ¿Nervioso?

Asintió jugando con sus dedos, estaba a pocos minutos de encontrarse con Yoongi a la salida de sus clases. A pocos minutos de cumplir una de las muchas fantasías que bosquejaba junto a su hyung.

—Por fin veré al famoso Yoongi —dijo entre risas, enseñándole los tintes que traía en su bolso. Jimin eligió el más suave.

Cada paso hacia la salida causaba un leve retorcijón en su estómago, su corazón quería salirse del pecho. Un exceso de emociones y su organismo era un contenedor pequeño, tiritaba como si fuera señal que estaba a punto de quebrarse y desparramar todo el afecto en su hyung. Iba a hiperventilar, divisaba una cabellera negra.

Veía a la distancia que sostenía el celular en esas blancas y bonitas manos, seguía el recorrido por sus brazos pálidos, llegando a su torso delgado cubierto por una camiseta ajustada. Estaba embelesado con la belleza de Yoongi, más cuando llegó a su rostro.

—No me habías dicho que tu casi novio parece un idol —lo codeó la chica hablando a susurros.

Jimin estaba absolutamente pasmado. Avanzó torpemente hasta el mayor.

—Jimin-ah —dijo con cariño a modo de saludo.

Seguía sin palabras. Estaban atascadas en su garganta cuando veía los labios apetecibles y la mirada profunda. Yoongi siempre le pareció apuesto, lo seguía confirmando cada vez que lo observaba, solo que ahora cada atributo parecía resaltar.

—Vamos a comer, muero de hambre —se quejó, tratando de no sonar nervioso al ser analizado y devorado por su dongsaeng, además de los otros pares de ojos curiosos que tenía encima.

—Yoongi hyung. —Apretó su brazo, manos sobre la piel desnuda y suave—. Te ves... asombroso —dijo después de una búsqueda en su diccionario mental que se ajustara a la maravilla andante que tenía al lado.

—¿Me veo mal los otros días, mocoso?

—N-no, imposible, me encantas, hyung —trató de explicarse—. Incluso cuando tienes el ceño fruncido y cara de estar odiando, sigues siendo muy atractivo. Cuando duermes también te ves muy lindo...

—Suficiente, entendí el punto —lo frenó con la sangre subiendo de golpe y los latidos acelerados. Los cumplidos de Jimin siempre tenían el efecto de enjambre sísmico.

Yoongi lo miraba con afecto. El rubio estaba adorable con la camiseta a rayas holgada y los pantalones cortos que exhibían esas pantorrillas sólidas. Deseaba tanto delinear sus piernas, empujando los dedos por cada forma sobresaliente cuando se tensara bajo su tacto.

Jimin le contaba a Yoongi cómo fue su mañana agitada, prometiendo que le mostraría la última grabación. El mayor le desordenaba el pelo y se deshacía por dentro con los mimos.

—Hemos venido aquí con Hoseok hace años —comentó entrando a su local favorito de fideos fríos—. Tendremos que esperar un poco, siempre se llena a la hora de almuerzo.

—Está bien, mientras puedo mostrarte el video de la práctica.

Fue excusa para dos cosas: arrimarse a su hyung y llenar su pecho sediento de elogios. De ver la expresión absorta y fascinada por su trabajo, por la pasión en la que forzaba su cuerpo siempre llegar a más.

—Hyung, dentro de tres semanas haremos una presentación y estás invitado.

Yoongi levantó la mirada sonriendo, gesto mínimo para cómo se remecía todo en su interior. Los videos no le harían justicia a ver a Jimin danzando en vivo, deslumbrando con todo su encanto y talento.

—Quería avisarte antes, pero solo podemos llevar a cuatro personas y conseguí un cupo más con una de mis amig...

—Gracias por invitarme, Jiminnie. —Acarició su nuca, trazando círculos en el nacimiento de su cabello.

Yoongi estaba convencido que Jimin lo mataría un día con esos eyesmile. Si no estuvieran en un lugar público definitivamente lo habría besado. Quizás en el parque lo haría. Era un hecho que su día no podía acabar sin probar esos labios mullidos.

Jimin entrelazó su meñique a uno de los dedos del azabache cuando caminaron hacia la mesa desocupada.

—Veo como sirven los platos de los demás y ya quiero el mío. —Jimin abraza su abdomen, en cualquier momento su estómago sonaría.

—Paciencia, Jimin-ah.

—Me gusta esto, deberíamos seguir saliendo y probar distintos tipos de comidas. Una especie de tour gastronómico nacional e internacional —propuso entusiasmado con una clara indirecta de seguir prolongando los espacios compartidos. Tener muchas citas y comer hasta más no poder.

La compañía de alguien especial siempre le daba un mejor gusto a los alimentos. Porque Jimin consideraba que unas galletas no sabían igual cuando las compraba él mismo y las comía a solas que cuando las sacaba de la bolsa de Jungkook o picoteaba del plato de su hermano.

O cuando tomaba café del vaso de su hyung favorito.

—Si alguna vez vamos por hamburguesas, será dentro de años, iremos cuando olvide qué olor tienen.

Jimin apretó sus labios y sus hombros se sacudieron, estaba riendo pleno de felicidad. Yoongi aún sin darse cuenta correspondía a sus insinuaciones y proyecciones.

—Me estás dando a entender que quieres estar por años conmigo.

Yoongi ni siquiera había planificado decirlo con esa intención, pero no negaba que había veracidad en esa afirmación. Además la felicidad del menor era contagiosa. ¿Cómo no iba a querer prolongarlo? Años. Consciente que el viaje no sería siempre de permanente alegría, pero valía la pena seguir si tendrían parajes dignos de estadía. Quería todo, altos y bajos.

—¿Acaso no quieres? —Confirmó fingiendo cara de ofendido.

—Voy a recordarte este momento al primer indicio que estés asustado y quieras escapar —si bien lo decía con una sonrisa, Yoongi notaba la determinación.

—Hazlo. —Extendió un brazo y buscó la mano que Jimin apoyaba en la mesa—. Sigue rompiendo mis esquemas, mocoso, por eso me encantas.

"Por eso y tantas cosas más".

Era algo que necesitaba y se negaba a buscar. No tuvo que hacerlo, simplemente bastó que llegara ese mocoso rubio encantador a sonreírle con ojos cerrados.

Jimin estaba ahogado y enredado con la frase que exteriorizara aunque sea una mínima parte de lo que pasaba por dentro. Le hacía sentir que cada una de sus acciones fueron necesarias y estuvieron en el momento preciso, pese a la impaciencia y las inseguridades, llenaba su pecho con orgullo que hizo las cosas bien para llegar al punto en el que estaban ahora: sujetándose las manos y mirándose con cariño.

Yoongi confiaba exponiéndose a él, barreras abajo y Jimin solo quería cuidarlo y dejarse cuidar por él, porque también sabía que su hyung podía ser fuerte. Lo pensaba con cada composición que le había mostrado. Soñaba con danzar al ritmo de su música.

Compartieron un instante de silencio, completamente dedicados a observar cada detalle de quien tenían en frente. Jimin jugaba con los dedos de Yoongi, intentando atraparlos cuando se escabullían de su agarre.

La comida consiguió que la atención se dividiera. Al mayor le gustaba la expresión del rubio cuando tenía un plato por delante.

—Hyung, quiero una foto —pidió Jimin antes de atacar los fideos.

—Te puedo tomar una.

—No, tiene que ser de los dos —se quejó abultando el labio inferior—, por favor.

—No pongas esa cara, mocoso.

—Por favor, hyung. —Acentuó el puchero y lo miró con la misma expresión que haría Holly.

Derrotado Yoongi suspiró un "bien", sonrió e hizo un corazón con los dedos. La mano de Jimin tembló con el teléfono en alto. Su hyung siendo así de tierno ¿qué clase de milagro era ese?

—Que no caiga en la comida, por favor.

—Vuelve a hacer el corazón con los dedos, no pude tomar la foto.

—Perdiste tu oportunidad.

—Hyung, hyung, hyung, Yoongi hyung.

—No, con esas técnicas de mocoso no lo conseguirás.

—Yoongi oppa —dijo agudizando la inflexión—, un corazón para mí.

"Maldito mocoso".

—Nunca.

Jimin no se rindió, quizá no conseguiría el corazón, pero la foto sí. Obtendría su selca o dejaba de bailar por una semana. Se paró detrás de la silla de Yoongi, apoyó su cabeza sobre los cabellos negros, estiró los brazos recargando el peso en los hombros, cámara frontal enfocando sus rostros y el click. No le importó que su hyung hiciera una mueca en protesta, tenía su tesoro.

Resignado aceptó una segunda foto, en la que sonrió ligero. Bajo la perspectiva de Jimin se veían bonitos y felices. Recuerdo inmortalizado y posible fondo de pantalla.

—Es peligroso para mí la facilidad con la que cedo a tus peticiones, ¿acaso ya descubriste el poder de tus pucheros?

—Por supuesto.

—Mocoso manipulador, ¿qué haré contigo?

—Lo que quieras, hyung —la sonrisa se mantuvo a la par que sus ojos formaban líneas finas.

Eso abría una puerta a muchas posibilidades.

Mmh, de acuerdo —afirmó satisfecho—. ¿Te das cuenta el poder que me estás dando sobre ti?

—Sé que me cuidarás, además sé también que tengo el mismo poder sobre ti, ¿o no? —Su mirada continuaba sonriente.

A Yoongi le estaba gustando esta parte tan segura de un Jimin consciente que lo tenía en sus manos afables y delicadas.

—Tienes que decirme que sí.

—Qué mocoso más exigente.

—Qué hyung más gruñón.

—Pero así te gusto, Jimin-ah.

"Mucho". Tanto que no cabía, esa era una de sus teorías de por qué temblaba cuando estaba junto a él. Quería derramar su afecto contenido por cada palabra cariñosa o tacto de sus manos cálidas.

—Es uno de tus encantos.

Le gustaba aún más que escondida tras esa capa de indiferencia y mirada de continuo desagrado, se encontraba alguien considerado y con una pasión que no imaginaría que una persona de aspecto tan letárgico pudiera volcar en algo. Lo había juzgado mal. Difícil no haberlo hecho si cuando le pidieron hacerse cargo de él su casi inmutable cara manifestó tedio, sumado a los comentarios de sus compañeros que le advertían de su franqueza azotadora y poca paciencia.

Se cuestionó si sus compañeros eran hipersensibles o les gustaba exagerar, porque Yoongi era agradable a su forma y cuando lo examinó detenidamente, quedó atrapado en su mirada insondable de ojos pequeños y oscuros. Entonces Jungkook lo sorprendió y empezó con los "oh~, así que Yoongi hyung", "¿también te parece guapo?", Jimin ingenuo y honesto respondió un sí y agregó las cosas que le llamaron la atención, alimentando el material del menor para molestarlo como el mejor amigo que era.

Y de agradable pasó a mucho más cuando se notaba reaccionar exagerado frente a su presencia y desear mucho más de él. Flechazo fulminante. Luego llegaron las fantasías que su mente activa le gustaba elaborar, varios escenarios hipotéticos "y si...".

"¿Y si... tuviéramos una cita?".

Ahora tenía su cita. ¿Así de bien se sentía un deseo cumplido?

—Jimin-ah.

—Yoongi hyung.

—Dime algo de ti que aún no sepa.

—Antes practicaba artes marciales.

Lo miró con sorpresa, Jimin que se veía tan suave, aunque si lo analizaba con más lógica, tenía sentido, su cuerpo estaba tonificado y era flexible, imaginaba que había trabajo tras cada músculo forjado.

—Y esgrima japonesa por varios años —agregó pletórico de orgullo y sonrisa con los labios cerrados.

Yoongi consideraba que ambas no estaban muy alejadas de la danza de algún modo, coordinando una secuencia de movimientos, sincronizando un ritmo en función del contrincante. Entonces Jimin era alguien que fluía y se expresaba a través de mociones, estaba seguro que desbordaba inteligencia corporal.

"Jiminnie, eres fascinante". Quizá lo decía sin necesidad de palabras; su rostro expresaba con transparencia lo deslumbrado que estaba. Su dongsaeng era una caja de sorpresas.

—Dime algo de ti —dijo curioso antes de llevarse la comida a la boca.

—Quiero ser una piedra mi próxima vida para no hacer nada.

—La verdad es que no te imagino practicando algún deporte, salvo por los viajes en bicicleta, quizá con eso cumples la dosis de ejercicio del día.

—Qué imagen tienes de mí, Jimin-ah, no es como si no practicara algo.

—Dormir no es un deporte, hyung.

—Cierto, me gustaría, sería bueno en ello, pero ¿quieres apostar a que hago algo más?

—¿Qué apostamos? Quiero mi foto contigo haciendo aegyo.

—Bien, no tendrás foto con aegyo, juego básquetbol, en secundaria ganamos varios campeonatos. —Sonrió triunfante.

—¿Lo dices en serio?

—Me ofendes, mocoso, ¿crees que miento?

—Quiero pruebas.

Yoongi lo miró achicando los ojos y buscó en su móvil la evidencia. Tuvo que hacer un largo recorrido por la galería de imágenes. Primero le mostró una foto de sus años de instituto, su equipo formado y con medallas colgando en sus cuellos y el capitán al centro con un trofeo. Jimin estaba atónito mirando a su hyung muy atractivo con el rostro brillante, sonrisa mostrando dientes alineados y su cabello color menta.

La siguiente era del equipo de la universidad, Yoongi tenía el cabello decolorado y sonreía. El uniforme exhibía brazos y piernas delgadas, pero tonificadas. Su rostro ganó calor imaginando cómo sería recorrer la piel tibia de los muslos metiendo sus manos bajo ese pantalón corto.

—Ocupo la posición de escolta.

Desde la más pura sinceridad, no imaginaba al mayor practicando algún deporte, menos en equipo. Tampoco algo como básquetbol, donde primaba la altura, seguramente Yoongi era ágil y con buenos reflejos que compensaba la falta de centímetros.

—Increíble, hyung —dijo con asombro, difícilmente lo habría creído de no haber visto las fotos—. Cuando juegues un partido iré a gritar tu nombre, tienes que dedicarme cada anotación que hagas. ¡Puedo hacer un cartel con tu nombre!

Yoongi recordaba los gritos de Hoseok, Taehyung y Suran junto a pancartas de apoyo. No podía desconocer que apenas comenzó a salir con ella, le llenaba de euforia verla en los partidos y distinguir su voz entre el bullicio.

La presencia de Jimin podría ser un arma de doble filo, podría motivarlo y distraerlo al mismo tiempo. Quizás escucharía su "Yoongi hyung", querría mirarlo y capaz le llegaba la pelota en toda la cara. Quizás anotaría con más facilidad, lo buscaría entre la gente después de encestar y vería su sonrisa amplia levantando un cartel hecho a mano.

—Te quiero ver ahí, Jimin-ah.

Las preguntas curiosas siguieron una tras otra. Sabían varios datos el uno del otro, de lo que más hablaron las primeras veces lavando platos y ordenando fue de música y cómics cuando el rubio le comentó que los leía antes de dormir. De ahí que almacenó en su biblioteca de datos no necesarios para subsistencia que a Jimin le gusta One Piece, ahora agregaba que uno de sus colores favoritos era el azul y que le temía a las mariposas.

Jimin supo que su hyung nació y pasó parte de su niñez en Daegu, que al llegar a Seúl Hoseok fue su primer amigo. Que fue operado de apendicitis hace alrededor de un año, "fui al médico por un dolor de estómago y acabé en el quirófano y con un órgano menos", se encogió de hombros. También averiguó que le gustaba el negro y el blanco.

—¿Entonces por qué te quejas tanto del uniforme?

—Porque es todo blanco, súmalo al color de pelo que llevaba antes y a mi tono de piel, parecía un fantasma, Jimin-ah.

—Uno muy apuesto, hyung.

El menor preguntaba a dónde se dirigían ahora que estaba sentado junto a Yoongi en un autobús. "Mocoso curioso", le respondía revolviendo su cabello. Jimin especulaba a qué lugar sería, imaginaba un sitio cerrado. ¿Cine? ¿Centro comercial?

¿Un parque? No lo tomó como posibilidad. Había bastante gente paseando, ruido y el sol veraniego era impiadoso. Pensaba que su hyung le haría el quite a un panorama así. A Jimin le gustaban los lugares rebosantes de vida, solo había que hallar un buen sitio con sombra y helados. Sin importarle nada y que el calor fuera enemigo del contacto físico, apretó la mano de Yoongi y lo arrastró en búsqueda de helados o granizados. Necesitaba algo dulce y frío junto a su compañía favorita.

Jimin sentía que tenía dos postres, ya que además de su granizado sabor a arándanos, aprovechaba de sacar del café helado de Yoongi.

—Ese azul radiactivo no puede ser ni cercano a los arándanos.

—Hyung, es saborizante idéntico al natural.

—Eufemismo para decirte que es una mierda artificial.

—Una mierda artificial que sabe muy bien. —Sonrió con los ojitos cerrados.

Exposición de ternura en todo su esplendor para Min Yoongi.

—Es que hasta cuando hablas así suena adorable viniendo de ti.

Jimin sintió que la sangre se concentraba en sus mejillas y el hormigueo agradable viajaba por su cuerpo. Los halagos de su hyung nunca dejaban de ser un elemento que desencadenaban múltiples reacciones en su organismo sensible.

—Pásame tu mochila —ordenó el mayor.

Jimin sin preguntar se la entregó. Yoongi aprovechó de guardar la maldita chaqueta delgada que llevaba horas paseando en su brazo, además por el tipo de tela brillante y resbaladiza ni siquiera podía atarla alrededor de la cintura.

—Estuviste practicando por horas, puedo llevarla por un rato. —La colgó en sus hombros y agradecía internamente que el peso de la ropa era liviano.

—Gracias, hyung —dijo acercándose un poco más, sus brazos se rozaban—. ¿Buscamos un lugar con sombra?

—Solo ven conmigo. —Yoongi sujetó su mano y Jimin seguía llenando su tanque de felicidad.

—Ya estoy contigo.

El de cabellos azabache dio un apretón suave a su mano pequeña. Pieles en contacto nunca le pareció una buena idea y evitaba el afecto físico en verano, le solía molestar, ya que al cabo de un rato se sentía pegajosa y el calor quemaba. No quería soltarlo, aún cuando notaba las palmas húmedas.

Había un escenario amplio instalado sobre el pasto en medio del parque, veía que estaban ajustando detalles finales y las últimas pruebas de sonido. La gente comenzaba a llegar y Jimin se preguntaba qué tipo de show estaría en exhibición.

—¿Sabías de esto?

Yoongi simplemente sonrió en respuesta.

—Lo sabes, ¿qué es? ¿Una obra de teatro?

Las personas seguían agrupándose frente al escenario y el menor trataba a base de pucheros y voz dulce sacarle información a su hyung.

—Creo que disfrutarás el espectáculo.

Jimin dio un ligero brinco en su sitio cuando se empezaron a presentar varias academias de baile, todas de diversos estilos. Su corazón saltaba agitado en su pecho. Emocionado por el show. Emocionado ante la idea que Yoongi buscó este plan pensando en él.

Yoongi miraba como su dongsaeng estaba con absoluta concentración analizando al grupo de jóvenes que se apoderaron de las tablas con su presentación de street dance. Estaba seguro que el rubio ya estaba reproduciendo los movimientos en su mente y hacía un esfuerzo por mantener su cuerpo quieto.

—Son geniales, hyung —comentaba de tanto en tanto—. Esa secuencia está muy buena.

El mayor sonreía un poco, no hablaba porque no quería sacar al chico de su lapsus de absoluta atención. Cambió de posición para situarse a su espalda, rodeando su cintura con los brazos. Jimin se recargó contra su pecho.

—Mira el quiebre que dieron, qué brusco, es una buena propuesta.

Apoyó la mejilla sobre el cabello rubio, la diferencia entre sus estaturas era mínima. ¿Cuánto? ¿Un par de centímetros más o menos? Le gustaba así, cuando se paraban de frente, esos labios abultados estaban a su alcance con tanta facilidad.

—Hobi practica street dance, podemos ir juntos cuando tenga programada una presentación.

—Me dejó invitado para que fuéramos, Hoseok hyung es genial.

—Será tu sunbae cuando entres a la universidad.

—Quiero ir a buscarte después de clases para almorzar juntos —dijo con cariño. Aún tenía varias fantasías que cumplir.

—Entonces te estaré esperando para los almuerzos y partidos de básquetbol. —Ciñó más el abrazo a su cintura.

La atención de Jimin volvió al escenario cuando apareció un nuevo grupo. Siguieron diversos estilos de baile urbano. La música llamaba a la personas que paseaban por el parque y el espacio se reducía. A Yoongi le sofocaba, pero veía al rubio tan feliz que dejaba la incomodidad y rechazo por las multitudes de lado.

Notaba como el control desaparecía. El rubio escuchaba la música e instantáneamente su cuerpo deseaba responder. Lo sentía, a cortos ratos los hombros se sacudían o movía una pierna. No pasó mucho para que al observar el suelo viera ese pie golpeando al ritmo de la canción. "Adorable", se repetía.

—Hyung, estoy muy feliz —dijo semi volteando.

Yoongi deseaba tanto besarlo y lo hizo. Besó corto y rápido sobre la coronilla.

Continuó un grupo de parejas vestidas a juego. La música animada comenzó a sonar. Jive. Jimin estaba hipnotizado mirando los pasos veloces, combinados con saltos y giros. Podía asumir que se trataba de una academia dedicada al baile de salón y seguramente varios de esos jóvenes pugnaban un lugar en competencias. Lo notaba por la precisión, porque los chassé estaban muy bien ejecutados. Detalles así era imposible que pasaran desapercibidos a sus ojos críticos de años metido en la danza y si algo le producía satisfacción era ver buenos bailarines.

—Son muy buenos, pienso que la tercera pareja a la derecha y la primera de la izquierda, son profesionales —comentó después que se apagaron los aplausos y los bailarines hacían una última reverencia.

—¿Ojo crítico de bailarín, Jiminnie?

Lo entendía, lo mismo pasaba con la música en general, analizaba estilos y composiciones.

—Es inevitable.

Al escenario subió un nuevo grupo, más heterogéneo, jóvenes y adultos. Le llamaba la atención las faldas a la rodilla y los vestidos de lunares que llevaban las chicas, prendas que acompañaban ondeantes a los movimientos dinámicos que exigía el rock and roll. Se impresionaba con los lifts osados y se encogía apegándose al mayor al ver la facilidad con que las parejas mostraban sus destrezas, volteretas apoyada sobre los hombros, saltar por arriba del cuerpo del otro. Cosas que se aprenden a costa de esfuerzos y caídas.

Jimin era consciente que todavía no superaba del todo el susto de hacer figuras de levantamiento, lo último que querría era soltar a su bailarina y los veía a ellos hacerlo parecer tan fácil. Veloz y ágil al compás de la canción sin muestra de miedo. Lo admiraba y era un golpe de motivación.

Yoongi percibía como Jimin bailaba suavecito entre sus brazos sin darse cuenta, sus hombros se agitaban y sus piernas se flexionaban sin exagerar, sus pies seguían los pasos en su sitio al son de la melodía alegre del piano y los sonidos graves del contrabajo.

—Es un estilo muy entretenido.

—Lo noto, estás bailando —dijo contra su oreja, acariciando un segundo fugaz con sus labios.

No lo había notado y sabía que el incremento de calor era por estar en evidencia y por la caricia en su piel, más que debido al espacio estrecho entre las personas que disfrutaban tanto el show como él.

El rostro del rubio adquirió todos los matices de la sorpresa cuando aparecieron parejas de adultos mayores, intercalando momentos solistas entre los más jóvenes. Exclamaba algunos "wow" y se tensaba entre los brazos de su mayor viendo a la señora pasar con facilidad bajo las piernas del hombre. Giros bruscos, saltos, las mociones rápidas; tanta energía, envidia misma de jóvenes con hábitos sedentarios.

—Definitivamente, no hay posibilidad que mis abuelos puedan hacer algo así.

—Ni los míos —comentó Jimin sin apartar la vista—. Quiero llegar así cuando sea viejo —agregó con caricias en los dedos largos—. Muchas veces escucho que la carrera de un bailarín es corta, pero me niego a creer que es así.

—No tiene porque serlo. Será todo un espectáculo verte bailar cuando tengas canas y arrugas.

Jimin estaba sobreexcitado con la vibraciones alegres recorriendo hasta el último rincón. Bailaba a conciencia, tomando las manos de Yoongi para mover sus brazos al ritmo enérgico de los '50.

Tras una pequeña pausa mientras el sol lentamente se escondía, se anunció la última presentación. Los bailarines, algunos de ellos de rasgos y complexión extranjera, que pisaban la escena lo hicieron con atuendos coloridos, atrevidos escotes en la espalda y lentejuelas reflejando pequeños destellos luminosos.

También los pasos base era rápidos, sumado a las oscilaciones de hombros y caderas que resultaban atrayentes. Giros y vueltas, además de levantamientos. Sentía un escalofrío de mirar la ligereza con que las mujeres con finos tacones podían hacer cada figura y aterrizar sin perder el ritmo y el equilibrio.

Los bailes latinos destilaban energía y sensualidad, como si se entretejiera toda una secuencia en función de seducir. Entre quien guiaba y era guiado, jugando con la proxémica, intercalando posición abierta y cerrada, cuerpos tan juntos balanceándose en sincronización.

Llamó su atención cuando la pareja protagonista eran dos hombres, haciendo gala de su fuerza y destreza, se arriesgaban con lifts de alta dificultad. En la pareja de chicas primaba la simultaneidad de los movimientos veloces y la flexibilidad más que la fuerza y la acrobacia. Le parecía hermoso de cada forma posible, exótico, alegre y hechizante.

Jimin tenía su mirada ávida captando cada sucesión de pasos que su cuerpo traducía en un vaivén de caderas en el espacio limitado. Yoongi dejándose envolver, se mecía al ritmo del chico que sostenía en sus brazos dividiendo su atención en tres partes: su dongsaeng, el baile y la música. Distinguiendo los matices y el conjunto de influencias multiculturales que le daban distinción al estilo.

—¿No quieres aprender a bailar salsa conmigo? Estoy seguro que puedo levantarte.

Yoongi se convencía que no estaba hecho para el baile, evitó mirar al rubio para no tener que decirle "olvídalo", pero la vida parecía ser persistente en llevarle la contra. Jimin sonreía entusiasmado. Las personas se dividieron en dos grupos, los que huían y los que querían quedarse.

Faltó agregar los que se vieron obligados por sus parejas, amigos, familia a permanecer.

Jimin quería quedarse. Yoongi quería huir.

Yoongi se quedó, porque su capacidad de decirle "no" estaba fuera de servicio en ese momento. Anulada ante el puchero y los ojos brillando con ilusión. No necesitó decirle "por favor, hyung", aceptó con resignación la clase de baile de prueba.

Dos de los profesores estaban en el escenario señalando la secuencia básica mientras los otros bailarines se paseaban entre las parejas cantando el ritmo de los pasos. Al principio no le pareció mortificante el "uno, dos, tres" y el "cinco, seis, siete"; podía seguirlo, de frente y lateral. Jimin sujetaba sus manos con suavidad en posición abierta.

La lucha llegó cuando se agregaron los cruces y los giros. "Cinco" y cruce, Yoongi tenía que mirar sus pies para no pisar accidentalmente a Jimin, tenía que mirar a los lados para no chocar con alguien. Como buen predictor de futuro, pisó al menor en más de una ocasión, soltando un par de "lo siento".

Sus breves instantes de suplicio continuaron en posición cerrada, cuando sentía el abrazo, la pelvis cerca de la suya y movimientos ondeantes. Apretó sus labios y trataba de concentrarse en mantener el paso, recitando el "uno, dos, tres" y no en los roces peligrosos.

—Hyung, relájate y deja que te guíe.

¿Cómo se iba relajar cuando lo veía en sintonía con la música? Alegre, decidido, seductor. Asintió, de a poco se fue entregado, dejaba a Jimin en su tierra de dominio, que marcara y diera la señal para cada vuelta.

—No tuviste que pensarlo tanto para volver a bailar conmigo —dijo al pasar a posición cerrada rodeando el fino costado del mayor.

Yoongi guardó el suspiro y disfrutó del tacto y el calor.

—¿Te había dicho que eres un mocoso manipulador?

—Sí. —Alzó la mano de Yoongi, tirando suave, dándole a entender que buscaba envolverse con su brazo tras el giro—. Pero estás disfrutando esto.

Y no mentiría diciendo que no.

—Cómo no hacerlo si te ves radiante, Jimin-ah.
 
  
 
Terminaron echados con las extremidades lánguidas en el asiento del autobús. Llegado el estado de quietud, los dolores y el cansancio acumulado por las horas de pie aparecían para atacar los músculos sobreesforzados. Jimin recargó su peso contra el costado de su hyung, necesitaba un largo reposo.

Yoongi se quejó estirando lento sus piernas. Pequeños calambres en las pantorrillas, en la zona lumbar y hombros. Rodeó a Jimin con uno de sus brazos lacios y cerró los ojos.

—Hyung, creo que nos pasamos —dijo con voz adormilada.

Yoongi maldijo y se levantó de un salto tirando de la mano ajena.

—¿Me estás acompañando a casa?

—No, resulta que ahora me cambié al lado tuyo.

No había que tener un buen detector interno para captar el sarcasmo. El rubio hizo un puchero.

—No es necesario, después tendrás que hacer un viaje más largo.

—Mocoso, cuando tú me invites a una cita, estaré esperando que me acompañes a casa.

—Quiero una cita nuestro próximo día libre.

—Bien —aceptó.

Vio varios aspectos nuevos de Jimin y uno de los que más le gustó fue esa parte segura, que aún con las mejillas rojas y temblando un poco proponía y demandaba. Cada instante que pasaba con él contribuía a llenar su libro mental: capítulo "Descripción de Park Jimin". Además del de "Curiosidades y datos útiles".

Tomó su rostro y acarició con los pulgares las mejillas llenitas y tersas.

—¿Aparecerá tu mamá entre las cortinas?

—No lo sé, espero que no.

Se arriesgó de todos modos, no pensaba terminar la cita sin el beso que venía deseando desde que fue a buscarlo. Si ampliaba más el marco, sus ganas de besar a Jimin eran una constante.

Su dongsaeng acortó la distancia y Yoongi terminó por hacerla desaparecer uniendo sus bocas en un contacto ansioso al principio, que con los segundos se mantuvo intenso, pero lento. Los labios gruesos que ejercían presión blanda sobre los suyos, se sentían húmedos y tibios. Lengua resbaladiza empujando y sofocando su aliento.

Estaba bien, Jimin tenía permitido quitarle el aire.

—La mejor cita de mi vida, hyung —dijo con los ojos desapareciendo bajo los párpados al sonreír.

Lo tuvo todo: comida, conversaciones relajadas, abrazos largos, música, baile y un beso que le dejó con las piernas débiles. Había estado en otras antes, pero no así, no con alguien que se dedicara a buscar un plan especialmente focalizado en su gran pasión.

—Nos vemos mañana, Jimin-ah. —Depositó un beso corto antes de retroceder

Había cumplido su misión, le dio una cita digna de recordar. Para Yoongi sería imposible olvidarse de esa expresión brillante. No se quitaba la sensación de escuchar su risa alegre, del peso del brazo envolviendo su cintura, el calor traspasando de las caderas alineadas y pechos juntos.

Todavía estaba la noción de girar y emociones concentradas en su vientre. No era solo por la manera en que Jimin conducía el baile en el parque.

Jimin conducía un baile que lo cautivaba todo este tiempo. Primero con distancia, después pasó a la posición cerrada y ahora sentía un vacío en el estómago como si lo elevara en un lift para el que no estaba preparado.

Estaba enamorado, era un hecho que podía dar por firmado.
 
  
  
  
 
  
  
  
  
  
  
 

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Bueno, no fue tan pronto como quería >n<
Gracias por leer 💕

Cariños y abrazos para uds >u< 💕

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