Parte 8: Date 1/2

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Yoongi estaba convencido que la taquicardia no podía ser una respuesta normal. Tampoco tanta expectación por alguien que vio hace pocos minutos. La espera no debiera sentirse tan larga. Quizás algo tenía que ver también la mirada y la sonrisa de Hoseok presionando en su nuca. Ansiedad por varias razones. Entre ellas, su mejor amigo que hablaría en cualquier momento. Su mejor amigo que lo sabía todo con solo observarlo unos segundos —o Seokjin se lo había contado—.

Hoseok por lo general lo sabía todo de una forma u otra. Por intuición o fuentes de información. Como su madre omnipresente, era una caja de cristal frente a los dos.

Ella también le había dicho que estaba distinto últimamente, se lo señalaba: "estás sonriendo", "no", entonces lo escrutaba con una mirada profunda de lo-sé-todo-hijo. La peor parte fue un "trae a esa persona a cenar, no me hagas insistir".

—Entonces...—alargó las vocales. La sonrisa no se borraba.

—¿Entonces qué?

—¿Alguien tomará mi lugar hoy? —Preguntó con las cejas elevadas.

—Hoy vas a casa de Taehyung, no me necesitas, además te llevo porque vives de pasada.

—No es como que ir a dejar al mochi adorable fuera "de pasada" camino a tu casa.

Entrecerró los ojos, sintiéndose leído y expuesto. Iba a excusarse con lo primero que pudiera, pero su amigo interrumpió con otra obviedad.

—Vive hacia la dirección opuesta a la tuya.

—Lo sé, pero es cerca de todos modos. ¿A qué quieres llegar?

—A que sé que disfrutarás más de sus brazos en tu cintura que los míos —soltó finalmente con aires de triunfo, haciendo al mayor enrojecer—. Tus mejillas se ven mejor cuando tienen color.

Se limitó a quejarse con un "¡Yah, Hoseok!", dando media vuelta para quitar el candado que protegía su bicicleta.

—Ahí viene tu mochi —dijo como si fuera un niño emocionado, tirando de la manga de Yoongi. ¿Cómo no iba a estar feliz de ver a su amigo enamorado al fin?

El chico de cabellos negros pegó un pequeño brinco en su sitio, volteando lento para ver a Jimin con ropa casual —asombroso pantalón ceñido a sus piernas tonificadas— y la mochila colgada al hombro. Jimin se despedía de algunos compañeros en el camino hasta llegar a él con la expresión de ojitos sonrientes.

No podía, era tan lindo que lo superaba. Internamente se encogía.

—Sube, mocoso, te llevo a casa.

Hizo un puchero. Yoongi se sentía derretir. La ternura era un arma peligrosa, lo revalidaba.

"¿Acaso no tienes idea?". Negó con la cabeza y se acomodó con las manos sobre el manubrio.

—Sube, Jiminnie, te llevo. ¿Mejor? —Corrigió, ganándose a cambio la sonrisa de ojos cerrados.

Jimin creía que era imposible que más emociones —de esas que llamaban "positivas"— pudieran caber en su pecho, en su cuerpo completo. Sus extremidades tiritaban, lo notó al intentar subir a la bicicleta, la pierna que le sirvió de soporte apenas parecía querer sostenerlo. Lo percibió con más fuerza cuando apoyó sus manos en los costados del mayor para afirmarse.

Emitió una pequeña exclamación involuntaria, la sensación de vacío en su estómago se hizo presente producto de la inestabilidad en los primeros segundos que Yoongi pedaleó. Se aferró con ambos brazos y cada vez que el balance parecía perderse, más fuerte apretaba.

—No te preocupes, si caemos lo haremos juntos —dijo con un poco de malicia al pasar sobre un bache que no alcanzó a esquivar—. Nos dolerá a ambos.

—¿Se supone que quieres hacerme sentir seguro?

—No, solo comento lo que pasará si te mueves mucho.

Jimin apoyó su cabeza en la espalda tibia. Podía escuchar los latidos rápidos y no pudo evitar volver a sonreír. Yoongi estaba igual de nervioso que él.

—No tengo idea hacia dónde demonios voy, tienes que señalarme.

—Sigue derecho, aún faltan un par de cuadras antes de doblar —indicó cómodamente acoplado al cuerpo de su hyung. Fue cediendo la fuerza con la que exprimía su torso delgado-. ¿Cuántas veces te has caído?

"Muchas y no solo en bicicleta".

Actualmente había caído rendido a los encantos de Jimin.

—¿En toda la vida? Varias. Llevando a alguien, un par, porque Namjoon es torpe y pasó a llevar la rueda con su pie.

Jimin tragó y continuó concentrado en mantener su cuerpo lo más quietecito posible. No quería rodillas raspadas ni para él, ni para Yoongi.

—Hubo otra vez y fue con Hoseok que se asustó por vaya a saber qué, me empujó, perdimos el equilibrio y caímos sobre las flores de una vecina.

—Eso suena triste.

—Lo fue, la vecina y Hobi estaban triste.

Yoongi disfrutó de la ligera risa del rubio y de como acariciaba su espalda restregando la mejilla igual que un gato. Se ofrecería a llevarlo más seguido.

—Dobla —avisó suave.

—Jiminnie...

El aludido se removió leve en un sobresalto. Cada vez que le hablaba con cariño era un shot de euforia en su pecho.

—¿Tienes hambre?

—Casi siempre tengo hambre —admitió y no decía siempre, porque las veces que no lo sentía era porque significaba una señal. "¿No tienes hambre? ¿Pasó algo?" y así las personas de su círculo cercano sabían si estaba muy mal emocional o físicamente.

—Bien. —Yoongi frenó con cuidado frente a un pequeño local de comida japonesa.

Si no se equivocaba de referencia, era el lugar que había visitado Hoseok con su novio hacía una semana, los dos señalaron reseñas positivas. Lo importante para Yoongi era que estaba abierto y el aroma fácilmente abriría el apetito de cualquiera. Por fin respiraba olor a comida que no fuera frituras, refrescos y helados.

—Seré un buen hyung, te invito esta vez, mocoso.

Estaba empezando a preguntarse si no era una especie de sueño, de esos que son muy reales, ya que tantas cosas buenas en una tarde no eran habituales en un día clásico en la vida de Park Jimin. Creía que en cualquier momento sonaría la alarma y las caricias en el baño, el paseo en bicicleta y la invitación a comer se desvanecerían apenas abriera los ojos.

"No quiero despertar nunca". Apretó los párpados. "Que no se acabe nunca este día. Pídelo con fuerzas hasta que se cumpla".

—¿Entras o te empujo?

La voz ronca de Yoongi lo arrastraba a la dulce realidad. Su hyung sí lo había invitado a comer. ¡A comer! "La comida es amor", de eso estaba seguro.

—Empújame. —Sonrió.

—Si eso quieres. —Apoyó las manos sobre sus hombros y le hizo avanzar con empujones delicados.

En cuanto cruzaron el umbral fueron recibidos con sonrisas amenas. Jimin se dejó guiar por el mayor hasta una mesa junto a la pared. Había personas a su alrededor, pero no al punto de ser incómodo, el barullo se escuchaba tenue y tal vez, era que Yoongi estaba tan feliz que las cosas que normalmente le parecían desagradables, no tenían mayor importancia. No cuando tenía a ese chico adorable riendo bajito frente a él.

—Asumo que te ríes porque te gusta estar conmigo.

—Mucho, siento que estoy soñando —confesó, jugando con las orillas del menú.

Yoongi chasqueó los dedos frente a su rostro, los finos ojos de Jimin se abrieron un poco más y fue el turno del mayor de reír.

—No lo estás.

Y le alegraba mucho no estarlo, ya que si hacía un recuento de cómo se fue dando —y seguía, aún quedaba camino por recorrer— su relación con el atractivo sujeto pálido que lo miraba con cariño entibiando cada parte de su ser, era un constante tomar arena y sentir que se filtraba por sus dedos. Cuando creía que podía asirse a algo estable, de repente eso que estaba ahí y sin nombre se disipaba como humo.

Ahora tomaba forma y Jimin quería creer que una sólida.

—¿Pudiste elegir algo?

Ni siquiera había leído con atención, estaba perdido en sus cavilaciones.

—Lo tomaré como un no. —Yoongi hizo un gesto a la chica que los atendió para pedir un poco más de tiempo.

¿Qué tan difícil podía ser elegir? Tuvo su respuesta cuando repasaba por tercera vez, evaluando qué tipo de carne se le antojaba más. Después la segunda pregunta era ¿arroz o fideos? ¿Una versión en frío o caliente? Se preguntaba también que pediría Yoongi, para así ordenar algo diferente e intercambiar comida. Había que ser prácticos.

Yoongi terminó pidiendo un sukiyaki, Jimin un oyakodon. Le agradeció a la joven mesera con una sonrisa amable, trabajar en lo mismo le ayudó a desarrollar una mayor empatía y solidaridad con el oficio.

El menor, siguiendo la corriente de su deseo de contacto, delineó los dedos de Yoongi, deleitándose de la textura de la piel, de los relieves. Se detuvo en los nudillos, acariciando la zona suavecita entre ellos.

—Me gustan —Jimin dijo casi en un susurro.

Las manos de Yoongi le parecían hermosas. Cálidas, grandes y le gustaba aún más lo que ellas podían hacer en su cuerpo. Los tonos rojizos tomaron rumbo a sus mejillas.

—¿En qué estás pensando?

Iba a negar, apretar los labios, no responder nada que pudiera hacer que su hyung se sintiera incómodo. No pudo.

—En como me gusta cuando estas manos —dijo apretándolas entre las suyas— me tocan.

Yoongi se tentó a responder un "¿dónde querrías que te toque?", pero presagiaba la ruta en la que los dos llevarían la conversación. Podría arrancar propuestas sucias de Jimin y estaría deseoso de cumplirlas, pero eso podía esperar, había tiempo. Estaba dispuesto a dar mucho tiempo y energía.

—Me gusta tocarte. —Entrelazó sus dedos a los de Jimin. Si era ronda de confesiones, no estaba mal comentar algunas de las suyas—. Y que me toques —agregó.

Apartó su mano al ver a la chica llegar y repartir los platillos. La expresión de Jimin pareció iluminarse cuando probó la comida. Tomó un primer bocado también y pensó primero en que coincidía con los comentarios positivos de su mejor amigo y segundo en agradecerle por el buen dato.

—¡Muchas gracias, hyung!

Asintió mientras continuó comiendo. Tanto tiempo rodeado de hamburguesas y papas fritas que tener un estofado bien sazonado era glorioso.

Los ojos de Jimin estaban en él y en su plato. No lo decía y no era necesario porque la petición le parecía evidente. Holly lo miraba igual en cada desayuno, almuerzo o cena; se ganaba a su lado y ejercía presión son su ternura.

Jimin hacía lo mismo. Ejercía presión con su ternura desbordante.

Sabía que le gustaban los gestos cursis, no era como si fuese contra sus principios darle en el gusto, aún si significaba que estuviera saliendo una parte de sí mismo que creía inexistente. Forzó a su muñeca mantenerse firme cuando tomó un trocito de carne y lo acercó a los lindos labios gruesos.

"Lo mismo que viste hacer tantas veces a Hobi con el alien y te quejabas".

Ya, si era claro que estaba transgrediendo a su viejo yo, pero sucedía que su dongsaeng lo miraba con esos ojos brillantes antes que formaran una perfecta línea y nunca pensó que alimentar a alguien como si fuera un crío resultara a ser tan... "¿Lindo, adorable, tierno?". Necesitaba chequear los niveles de azúcar en su sangre.

—Prueba el mío —dijo con entusiasmo, agarrando una porción mesurada que pudiera trasladar varios centímetros de distancia.

Semi falló su cometido, porque su pulso temblaba y dejó un camino de arroz en lo que llevaba la comida a la boca de Yoongi, quien sonrió con la vista fija en los granitos desparramados. El rubio no tardó en recogerlos apenado, Yoongi sujetó su mano y los labios ciñeron sus dedos.

El cerebro de Jimin hizo cortocircuito. Y Yoongi estaba seguro que sus dosis de dulzura ya habían alcanzado el tope con lo que acababa de hacer.

"Suficiente". Imposible, porque veía la sonrisa bonita y quería varias más. Ejercía sus propias discusiones mentales.

—¿Esto cuenta como cita?

—¿Quieres que cuente como cita? —Preguntó Yoongi con las cejas elevadas.

No lo había pensado como una. Incluso se preguntaba dónde llevar al chico de mejillas mullidas. Hasta sopesó pedirles sugerencias a Hoseok, Seokjin, incluso Suran. Todos los aportes servían.

—Supongo que puede contar como una cita improvisada, así cuando volvamos a salir tendremos nuestra segunda cita.

¿Marcaba diferencia significativa el número de citas para Jimin? ¿Tan especial consideraba una salida a comer?

—Las citas son momentos especiales, salir contigo es especial para mí —intentó explicar. Ni siquiera sabía si tenía algo de sentido lo que decía—. Quiero muchos momentos especiales.

Yoongi quería besarlo.

—Hyung, eres muy especial para mí —complementó con el pulso vertiginoso. Hasta sus orejas ardían. ¿De cuántas formas se había confesado a Yoongi? ¿Tenía que ser aún más directo?

Apretó los labios y retuvo la comida unos segundos antes de tragar, estuvo a poco de haberse atorado. ¿Por qué tenía que coincidir que frases cargadas de afecto aparecieran justo cuando tenía la boca llena?

Debería haber dicho "para mí también". No sabía por qué no lo hizo. Quizás, en parte debido a que su garganta estaba apretada y a que Jimin cambió drásticamente el tema, hablando maravillas de la sazón del pollo, ofreciéndole otro pedacito con manos tiritando.

Se adelantó en sujetar la mano de Jimin al salir, acariciando sus dedos pequeños. Jimin también hizo su movimiento en el tablero, besando su nuca luego de acomodarse de vuelta en la bicicleta.

—No hagas eso mientras estemos andando. —Yoongi removió sus hombros y su voz sonó más a un ruego que a una orden.

—Último. —Pegó los labios a su piel y hundió la nariz en su cabello oscuro, una caricia que se prolongó unos segundos—. Por ahora —especificó al apartarse y rodear la cintura que le encantaba.

Yoongi disfrutó el resto de la trayectoria, el calor del abrazo lo reconfortaba e imaginaba lo increíble que debía ser despertar con el menor apegado a su cuerpo. Sería una excusa perfecta para aferrarse a él y no levantarse en todo el día. Sería su cita ideal.

Frenó cuando escuchó un "aquí es" a bajo volumen, apenas un murmullo, y esperó a que quitara los brazos de alrededor.

Jimin no lo soltaba. Yoongi tampoco quería que lo hiciera.

—Gracias por todo, Yoongi hyung —dijo con cariño. No quería apartarse—. Nos vemos mañana —se despidió con un beso en el rostro níveo, muy cerca de los labios.

"Lo verás mañana". Lentamente retiró sus brazos, primero uno, luego el otro. Se alejó un paso, dos y al tercero volteó.

—Jimin-ah —llamó el mayor—. Acércate.

Se paró frente a Yoongi con una sonrisa. En el interior todo se sacudía.

—Más —pidió el chico pálido. Jimin estaba a escasos centímetros—. Un poco más —repitió. Sus narices se rozaban.

Yoongi presionó los llenos labios del rubio con los suyos. Tan blandos y esponjosos. Envolvió, succionó ligero y soltó.

—Me haces difícil la tarea de despedirme —Jimin se quejó abrazándolo fuerte.

—Creo que tu madre se acaba de asomar entre las cortinas —comentó acariciando su hombro—. Nos vemos mañana.

Jimin tenía las mejillas rojas e hizo un gesto de despedida antes de retomar el camino a la puerta, respirando profundo, preparándose mentalmente.

Venía, sabía que venía.

Llegó: —Como madre creo que tengo el derecho a preguntar quién era ese chico guapo que te trajo a estas horas a casa.

Curiosidades maternales.

—Yoongi, del trabajo —respondió quedito, implorando a su cuerpo que dejara de enviar tanta sangre a circular a su cara.

—Ajá, ¿entonces son amigos con este chico Yoongi, del trabajo?

—¿Amigo o novio? —Preguntó su hermano asomándose desde la cocina.

—¿Tienes novio? —Siguió su padre. La curiosidad se expandía como epidemia.

—¿Cómo es el novio de mi hermano?

—Un chico apuesto vestido de negro que lo trajo en bicicleta —detalló su madre con una sonrisa divertida.

—Mamá, n-no somos novios.

Un parte pensaba en lo poco convincente que sonó su respuesta. La otra decía al igual que la afirmación de Chaeyoung el día del inventario: "No todavía".

—¿Y quién es él? —Preguntó el señor Park.

Tenía a los tres miembros de su familia rodeándolo.

—Es mi hyung, me ha ayudado mucho.

Tu hyung.

—Mamá, por favor...

Su familia se ponía de acuerdo para hacerle encoger avergonzado. Había veces que Jungkook se sumaba cuando iba a cenar a su casa.








Yoongi emprendió su camino a casa con la sensación de cientos de insectos revoloteando en su estómago y también de ideas dando vueltas en su cabeza. Demasiadas cosas en un día. Se había embriagado de la presencia de Jimin y el efecto burbujeante que causaba en su pecho.

Habían tenido una cita. La primera. ¿Qué haría en la segunda? Esa pregunta le quitaría el sueño.

Le escribió a sus fuentes de ayuda primaria.

Namjoon respondió un vago "¿Y si le preguntas dónde quiere ir?". Seokjin propuso almuerzo romántico, rosas, visitar una cafetería... su hyung siempre pensaba en comida. Hoseok lo llenó de mensajes escribiendo uno a uno posibles lugares.

Recurrió a la fuente secundaria, aunque dudó varias veces antes de presionar "enviar", ella le aconsejó un: "¿Y si le preguntas a alguien cercano a Jimin?". Agregando después: "Espera, ¡¿Están saliendo?!, ¡Cuéntamelo todo!". Yoongi no le contó todo, solo un resumen, saltándose varias partes.

Mañana debía hablar con Jungkook.

"No puedes tener una cita con el mochi tendido en tu cama todo el día".


Había enviado su mejor amigo cuando Yoongi le señaló que faltaba la opción de una cita en casa.

"¿No?".

"No en la primera".

Se tentó a escribir segunda. Técnicamente podría proponerle una tarde en su cama, viendo películas, comiendo y compartiendo caricias, en lugar de sufrir en algún sitio concurrido, ya que las dos opciones más básicas y comunes que se cruzaron por su mente fueron: cine y parque de diversiones. Justamente dos lugares atestados en pleno verano.

Pasaría horas con Jimin en su habitación besándolo hasta el cansancio. Quería que lo volviera a tocar de esa forma y quería volver a probarlo.

Debía ser sugestión, porque bastó hacer una recapitulación de su día y sentía como si tuviera un peso sobre la lengua. No estaba ahí, pero sus sentidos seguían mareados. Cerraba los ojos y veía tras ellos la imagen nítida de Jimin con sus mejillas rojas y labios entreabiertos. Percibía el aroma intenso y almizclado como si estuviera con la cabeza entre sus piernas.

Lo sentía como un continúo y el aroma no se diluía. Inspiró con la nariz enterrada en la almohada y nada. Era como si Jimin lo persiguiera hasta cuando no estaba. Bueno, si era sincero, eso venía pasando varias noches atrás, solamente que ahora era más fuerte, más real.

"Repaso mental: besos, baño, confesiones y momentos cursis".

Su dongsaeng cada vez se arraigaba más en su corazón y su cuerpo reaccionaba de forma honesta con él presente o con solo visualizarlo.

"Muchas barreras traspasadas".

Físicas y afectivas. Un exceso para el espectro experiencial de Min Yoongi.

El aroma seguía. No únicamente ese intenso y que degustaba salado que asociaba como propio del sexo. También la fragancia dulce de su cabello. Todo se mezclaba.

Recordaba la explicación de Namjoon, ese chico era una maldita enciclopedia andante de datos curiosos y a veces inútiles. "¿Destinas espacios de memoria para eso?" le había cuestionado en varias ocasiones.

—Es que el olfato es el sentido más primitivo, está conectado directo al sistema límbico —dijo una mañana sentándose al lado de un Yoongi con las rodillas recogidas y bajo una frazada en el sofá de la casa de uno de sus compañeros de clases.

Ese día a Yoongi le importaba una mierda el sistema límbico, solo quería que el reminiscente olor de la cerveza dejara de producirle tanto asco. También quería solucionar el conflicto absurdo con Hoseok, pero era demasiado orgulloso para su propio mal.

—Está conectado directo con las emociones, ¿sabes?

No sabía y no le importaba.

—Entonces un olor asociado a una situación desagradable, más tu resaca, es evidente que te sentaría mal. Vaya que estás mal, no pensé que fuera posible verte más pálido de lo que ya eres.

Había peleado con Hoseok durante la fiesta. Había sido injusto y la culpa lo carcomía. Recordaba la mirada dolida de su mejor amigo, lo sumaba al dolor de cabeza, al sabor amargo en la boca y al maldito olor. Entonces su estómago se apretaba y necesitó correr al baño.

—¿Así conquistaste a Seokjin? —Preguntó con voz rasposa y ojos vidriosos al volver.

Namjoon sonrió amplio con los hoyuelos acentuándose. Tenía una cara de tonto enamorado.

—Si quieres ayudarme, tráeme algo para el dolor de cabeza.

—Llamé a Hoseok para que venga por ti, le dije que estuviste lamentándote de forma penosa toda la fiesta desde que él se fue.

Namjoon siempre tan directo y práctico. A veces era necesario escucharlo. Si no lograba pensar en nada, se ahorraría los cálculos mentales y le preguntaría a Jimin. Aunque primero estaba el plan A: Jeon.

También tenía que hablar con Seokjin para gestionar el día libre de la semana.

Entre varias posibles ideas, revisando panoramas en internet, terminó con párpados pesados, bostezando y durmiendo envuelto en la sensación del aroma de su dongsaeng.

Despertó con quejas y maldiciones, no porque fuera su alarma estridente interrumpiendo su plácido sueño, que era como un coro de ángeles a diferencia del escándalo que hicieron Hoseok y Taehyung al entrar sin permiso a su habitación —corrección: con el permiso de su madre, quien agradecía cualquier intervención que sacara a su hijo antes de mediodía de la cama—.

—Queremos saberlo todo —Hoseok demandó, sentándose en la orilla.

"Cuéntamelo todo", "queremos saberlo todo". ¿Cuántas veces tendría que batallar con esas frases?

Yoongi se tapó la cabeza con las frazadas hasta que los otros dos chicos lo forzaron a destaparse.

—¡Yah, largo!— Rezongó luchando por su cobertor y sumirse en las profundidades.

—Hyung, mira. —Gateó por el colchón hasta llegar a su lado enseñándole la pantalla de su celular.

—¿Quieres que vea tu foto con Hobi de fondo de pantalla? Ya me la habían mostrado.

—No, eso no, con Hobi hyung armamos una lista de muchos lugares y panoramas de vacaciones de verano a los que pueden ir.

—Hyung, tienes desde estrenos de películas, museos, exposiciones en parques...¿Ya hablaste con Jin hyung para saber cuándo tendrán libre?

—No aún.

—Yoongi hyung, te enviaré la lista por mensaje, así podrás ir descartando.

Miró a la pareja que desbordaba entusiasmo y con un suspiro resignado soltó un "gracias", a fin de cuentas, apreciaba el esfuerzo.

—Tu mamá nos invitó a almorzar. —Taehyung le dedicó una de sus simétricas sonrisas y mirada de crío que sabe que acaba de hacer una travesura.

—Asumo que se quedan.

—¿Lo dices con la esperanza que digamos que no? —Hoseok rodeó su hombro.

—Me conoces bastante bien.

Sus amigos desconocían la magia del espacio personal, ambos estaban cómodamente echados a sus costados parloteando. Si esa era su técnica para sacarlo de la cama lo lograron.

—Les pediré una cosa, no vuelvan a interrumpir mis malditas mañanas —advirtió con la voz ronca y ceño fruncido.

Las mañanas en vacaciones eran sagradas.

No pudo hacer uso de su mañana sagrada para descansar.

En el transcurso del almuerzo Yoongi se autoconvencía como su paciencia se incrementó considerablemente. Lo único que lo delataba era la cara de odio-todo-y-a-todos, mientras su madre y Hoseok se divertían a costas de él, contándole anécdotas bochornosas a Taehyung. Después presenció la despedida dramática de la pareja antes de entrar al turno sin soltar ningún comentario mordaz. Era gran logro.

Marcó su turno de llegada y exploró la panorámica, tanto como para encontrar a Jimin o a Jungkook, necesitaba al menor de los mocosos a solas y cuando lo vio entrar sin el rubio, contuvo el impulso de correr a secuestrar un minutos de su atención. Se limitó a caminar y acercarse con su común expresión de jugador profesional de póquer.

—Jungkook-ah. —Tocó el hombro del camarero más joven.

—¿Ahora no soy mocoso, mi estimado hyung?

—Lo eres. —Apretó lo párpados. Tenía que comenzar bien. Jungkook era su plan A—. Lo digo con cariño.

—Ajá, se directo.

—Necesito tu ayuda.

—¿En...?

Maldito Jeon, lo miraba con suficiencia, como queriendo decir "lo sé, pero quiero escucharte".

—Con Jimin-ah.

—Déjame adivinar —hizo una pausa que el mayor odió. Larga y ojos clavados en los suyos—. ¿No se te ocurre nada para tu cita? —Directo al grano.

Directo a su falta de creatividad en lo que refería a relaciones y planes.

—Si estuviera lleno de ideas no recurriría a ti, moc- Jungkook-ah.

El castaño se largó a reír. Le causaba gracia el sobreesfuerzo de amabilidad que empleaba el mayor. Incluso si lo llamaba mocoso no le importaba, pero disfrutaba prolongar la incomodidad.

—Bien.

—¿Me ayudarás?

—¿Debería? —Respondió saboreando las sílabas y la expresión de ceño fruncido. Yoongi parecía una olla a presión. Suficiente maldad—. Hyung, no te compliques, Jimin es simple y cursi, basta con que lo lleves a un parque, lo alimentes con helado o algodones de azúcar y lo abraces por horas sentados en una banca mirando gente pasear a sus perros, con eso ya estará más que contento.

Yoongi esperaba algo más específico, un lugar en particular donde Jimin proyectara sus ilusiones de cita ideal. Tendría que revisar la lista enviada por Taehyung. Tendría que invertir tiempo y esfuerzo. Que claramente lo valía, lo reafirmaba cuando veía una cabecita de cabellos rubios y alborotados, corriendo a traspié a marcar el inicio de su turno.

—Jimin-ah —dijo con su nombre con cariño, sacando una servilleta de papel del bolsillo para secar la fina capa de su sudor—. Respira lento, ya llegaste.

—Pensé que venía muy retrasado. —Suspiró agotado y se dispuso a llenar su tanque de energía con un abrazo cortito.

Ignoraron las miradas que tenían encima e iniciaron las labores. Yoongi no quejó cuando Seokjin le pidió reemplazar al ayudante de cocina que faltó, aunque significaba que no habría propinas, también implicaba librarse de los bailes ridículos. Esto último lo apreciaba de sobremanera.

—Jin hyung...

—¿Les parece tener libre este viernes? —Preguntó su jefe revisando la libreta—. ¿O prefieres el domingo?

—Viernes estaría bien.

—Disfruten su cita.

Asintió secamente antes de dar media vuelta. Deseaba tanto darle una cita especial al mocoso. "Salir contigo es especial para mí". Todavía se estremecía con la seguidilla de confesiones. No podía limitarse solo a eso. Quería que su compañía estuviera junto a un panorama digno de recordar.

—Y el turno de descanso juntos —añadió—. No me lo agradezcan, sé que soy muy bueno y merezco el cielo.

Yoongi se guardó sus comentarios, entró a la cocina y buscó una malla para el cabello. Gran parte de su trabajo fue deshojar lechugas, freír papas y llenar bandejas con los pedidos. Al cabo de un rato empezaba a notar que el olor del aceite caliente se había impregnado en la piel, sin embargo, prefería oler a puesto de frituras que estar bailando I will survive.

Se asomó disimulado únicamente para ver a su dongsaeng de tiernas mejillas y movimientos sugerentes. Era su sesgo ver tanta sensualidad, porque le gustaba Jimin, le parecía condenadamente atractivo y bastaba con que sus caderas se balancearan para tenerlo hipnotizado. Jimin era una hoguera gigante y Yoongi la atontada polilla.

—¿Feliz de no bailar?

—No te imaginas cuánto.

—Créeme, lo hago.

Le agradaba el sujeto, hablaba lo justo y necesario. Daba las órdenes con un "por favor" y un "gracias". Lo que tenía mayor peso, no se metía en la vida ajena, era de los pocos que no preguntaban lo que pasaba entre Jimin y él.

—Llévate una malteada de chocolate para el descanso, tenemos excedentes de helado.

Hizo una señal a Jimin para luego ir a la sala de empleados, se quitó la malla del pelo y el delantal. Arrugó el entrecejo, olía a fritura. Cuando apareció su dongsaeng puso en su mano pequeña la malteada, quien lo primero que hizo fue probarla y sonreír. Yoongi apretó su mejillas.

—Esos cachetes. —Sus dedos estrujaron la piel tersa—. Son uno de tus encantos, mocoso.

—¿Qué otros encantos crees que tengo? —Preguntó con voz satinada y mirada sonriente.

—¿Quieres que te haga cumplidos?

—Me encanta cuando vienen de ti.

Le gustaba sentirse halagado y querido por su hyung. No era mucho pedir un poco de confirmación y mimos. Agarró su mano, caminando a su lado, esperando los halagos que no llegaban. Yoongi se sentó donde siempre, espalda apoyada en el estante y Jimin, sin preguntar se colocó sobre su regazo —porque un espacio en las piernas del mayor le correspondía por derecho—.

—¿No quieres? —Preguntó después de beber otro poco.

—Toda tuya —negó. Le parecían excesivamente dulces, con Jimin era más que suficiente.

—Pruébala —insistió.

Yoongi apoyó una mano en su nuca y lo atrajo hasta anular la distancia entre sus bocas. Era una buena forma de saborear el chocolate sin saturarse, directo de su lengua, entonces reafirmaba su idea que besar a Jimin era literalmente algo dulce.

—Tus labios, otro de tus encantos —dijo antes de acariciarlos con los propios—. ¿No querías cumplidos?

Jimin untó su dedo en la crema de la superficie y acarició los finos y bonitos labios del mayor.

—Tus manos son adorables. —Relamió los restos y atrapó el índice, succionando.

La mente de Jimin se llenaba de recuerdos sucios.

—¿Qué más? —Preguntó con inflexión débil y ruborizado.

Y Yoongi siguió. Entre beso y beso, susurraba sobre su boca cada atributo, no solo los físicos, que le gustaban, incluyendo lo intenso, apasionado, gentil y adorable.

—¿Necesitas más?

Jimin asentía, reía complacido y pronunciaba su nombre muy bajito con la felicidad hormigueando en sus entrañas.

—Eres fascinante, Jimin-ah.

Abrazó fuerte al mayor, pero su cuerpo lo traicionó al moverse brusco, emitiendo un tenue quejido. La práctica de danza en la mañana fue exigente y sus músculos todavía estaban fatigados y reclamaban cuando flexionaba o estiraba.

—Me duele la espalda.

—Voltea —ordenó.

Yoongi separó las piernas y Jimin se reacomodó. Las manos grandes y calientes masajeaban con cuidado, arrastraba los pulgares sobre las fibras tensas cubierta de piel y ropa. Se concentró en el cuello y los hombros, escuchando los gemidos de Jimin que señalaban dónde focalizar la presión. Continuó más abajo con los dorsales y al terminar, aprovechó de envolver su cintura y empujarlo contra su pecho.

—Gracias por el masaje, hyung.

—Quedan quince minutos y quiero dormirlos. —Apoyó su cabeza sobre el cabello rubio.

—Yoongi hyung —llamó suave, poniendo sus manos sobre las más pálidas.

—¿Mocoso?

—No así —se quejó.

—¿Jimin-ah?

—Entonces...

—¿Entonces qué?

—Nuestra cita —se atrevió a preguntar.

—El viernes.

—Mañana —confirmó el rubio.

—¿Mañana es viernes?

Jimin rio, mirando hacia arriba la expresión incrédula. Yoongi se sentía perdido en el tiempo-espacio. ¿Acaso no era miércoles? ¿Tan distraído estaba? Tenía las horas contadas para empezar a planificar.

—¿A qué hora? Por la mañana voy a la academia.

—Puedo pasar por ti cuando te desocupes.

Cerró los ojos, recogió las piernas y se arrimó más al mayor para disfrutar de los últimos minutos libres. Podía ratificar que una de sus fantasías tomaba forma tangible y se haría realidad: Yoongi esperándolo a la salida de las clases de baile. Tal vez sí funcionaba un poco eso de desear las cosas con fuerza.











***
Creo que mis niveles de glicemia se dispararon a las nubes después de escribir esto. En función de la extensión, pronto, muy pronto subo la parte dos >n<

Gracias por leer, por los comentarios y votos!, me alegran demasiado ;A; Les amo~ 💕

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