Parte 7: Commutative

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Al día siguiente los murmullos y las sonrisitas delataron lo evidente. Yoongi solo esperaba que sus compañeros encontraran prontamente algo más relevante en que poner su atención que no fuera la vida ajena, en especial la suya.

Totalmente decido a superar su zona de confort ante la incomodidad de ser el centro de interés y estragos internos por falta de óptimo manejo de emociones, saludó a Jimin sonriendo con los labios cerrados y revolviendo su cabello rubio.

—Buenas tardes. —Sonreía de vuelta.

Era adorable, las mejillas rosadas y los ojos como dos finas líneas era demasiado para él. Tanta ternura que apretaba su estómago. "Si dijeras lo que sientes quizás tu cuerpo no se pondría en tu contra", le había sugerido el novio raro de su mejor amigo.

Tal vez, solo tal vez, tuviera un poco de razón.

—Te ves muy bien hoy, hyung —comentó con el rojo acentuándose en su lindo rostro.

—Jimin estuvo ensayando esa línea varias veces frente al espejo —expuso Jungkook divertido al pasar por el lado de ambos.

—¡Yah! ¡No fue tan así! —Se defendió con el calor quemando hasta las orejas.

Yoongi pudo reír más relajado, ¿Jimin ensayaba diálogos? La expresión avergonzada seguía siendo tierna.

—Eres un maldito mocoso adorable.

"Que no tiene idea lo que causa en mí", pero eso no lo añadiría.

—Yoongi hyung, tienes que ser más dulce con nuestro mochi. —Hoseok se integró a la conversación apenas llegó—. Deberías confesarle lo mucho que te encanta su ternura.

Jimin no era el único que tenía un amigo con el afán de ponerlo en situaciones embarazosas.

—Ignóralos, Jimin-ah —dijo apoyando una mano en su hombro, invitándolo a salir de la sala de empleados con un empujoncito suave antes que siguieran apareciendo compañeros de turno a sumarse a la fiesta.

Los pequeños ojos del menor estaban fijos en él, como si quisiera algo y no se atreviera a emitir la frase, esperando que Yoongi adivinara.

Yoongi no era bueno adivinando. De hecho, era bastante malo lidiando con esas sutilezas de la comunicación interpersonal. Hasta un libro abierto como Jimin podía tener partes que escapaban de su compresión. Ilustraciones que se prestaban para varias interpretaciones.

—Si no me lo dices, no tengo idea qué es lo que quieres.

Ahí estaba su libro abierto, delatándose a sí mismo con el rubor cubriendo su rostro.

—¿Podemos tener el turno de descanso juntos?

Y recordó su oración impulsiva del día anterior. Estaba seguro que su cara ya no estaba pálida. Los besos, era imposible no tenerlos en cuenta, de solo pensarlo el hormigueo se extendía por su estómago. No recordaba que besar a alguien pudiera llegar a sentirse como una necesidad.

—Hablaré con Jin hyung.

Jimin dio un brinco interno de felicidad. Le quedaba algo de control para no caminar dando saltitos, aunque no lo suficiente para reprimir las sonrisas y las risitas espontáneas, esperaba que ningún cliente hiciera una mala deducción y creyera se burlaba.

No había forma, ni tampoco quería evitarlo, la alegría vibraba por todo su cuerpo y era tan transparente que lo irradiaba. Con facilidad contagiaba la risa a sus compañeros e incluso a un par de clientes.

De a poquito veía luces en el camino que atravesaba a oscuras. Cada sonrisa que Yoongi le dedicaba alumbraba la dirección correcta hacia sus ilusiones por cumplir.

Fantaseaba con almuerzos en los jardines de la universidad, también con el mayor esperándolo a la salida de sus clases de baile. Y por qué no sumar más situaciones a su relación ideal, imaginaba tardes juntos con Holly acurrucado en su regazo tomando chocolate caliente un día de lluvia y cenas con los padres de su futuro novio, quienes le mostrarían de esas fotos tiernas del álbum familiar.

—Cursilerías de pareja —había dicho Jungkook con los ojos entrecerrados cuando caminaban juntos de vuelta del trabajo.

—No~ —se quejó con un puchero—. Bueno sí, es lindo, ¿qué tiene de malo?

¿He dicho que sea algo malo? Solo que es una cursilería, pero eres empalagoso y es normal viniendo de ti.

Estoy seguro que cuando te guste alguien querrás ver sus fotos de niño vistiendo ropitas de animalitos.

El menor tenía esa expresión de "me das motivos para reírme de ti" y Jimin había preferido callar antes de otorgarle más material de burla que como buen amigo Kookie no dudaría en usar.

Era feliz alimentándose de esas "cursilerías" que sonreía sin ser consciente que lo estaba haciendo.

—Es lindo verte así de contento —comentó Chaeyoung, ayudándolo con el cerro de platos de su bandeja—. ¿Es por Yoongi-ssi?

Jimin asintió de forma innata al escuchar el nombre de su hyung favorito, dejando los utensilios sucios a un lado y limpiando la superficie de la bandeja.

—¿Están saliendo? —Preguntó con curiosidad.

Pasó saliva por su garganta. La pregunta daba justo en el clavo de sus inseguridades. Técnicamente no lo estaban, no todavía, pero lo harían, de eso quería convencerse. Porque en el mundo ideal de Park Jimin ya estaban saliendo, había un montón de proyectos y lugares que visitar juntos. De nuevo se estaba adelantando. Ni siquiera habían tenido una cita.

—No, Jiminnie, no pongas esa cara, lo pensé porque se ve que se gustan mucho...

Había hecho un puchero sin darse cuenta. Se sintió como un niño.

—Lo siento, es decir, no, no estamos saliendo.

—No todavía.

"No todavía". Quería agarrarse de esa frase y tener paciencia, Jungkook no dejaba de repetírselo. Jimin tenía en cuenta que batallaba a diario con su naturaleza ansiosa que tendía a plantear escenarios improbables e injustificables en los que vertía energía innecesaria.

—Quiero ser la segunda en saberlo, porque sé que al primero que se lo contarás será Jungkook —dijo la pelirroja asumiendo que sería una certeza.

Jimin se aferró de la seguridad de su compañera, argumentando que si ella, así como otros, veían lo mismo respecto a él y Yoongi no podían estar tan lejanos a la realidad. Además, su hyung no dejaba de mostrar pequeños gestos acorde a los sentimientos compartidos. ¿Por qué tenía que quererlo todo en tan poco tiempo?

Ansiedad.

"En pedir no hay engaño".

No lo hacía, porque no quería agobiar a Yoongi. No quería comportarse como un mocoso, aunque su mayor lo llamaba así de cariño, no quería darle razones para que lo pensara de verdad.

—Lo siento. —Chaeyoung junto ambas manos, sintiéndose culpable de haber apagado el exceso de felicidad de Jimin con su ingenua pregunta.

—Está bien, a veces necesito aterrizar un poco. —Sonrió, no con el mismo entusiasmo, preocupándose de llenar la bandeja con el nuevo pedido.

Centrarse en el trabajo era una buena forma de alejar sus pensamientos. El aroma de la comida le provocaba hambre y esta vez no podría sacar una malteada a escondidas, Seokjin les había avisado que vendría un supervisor en algún momento de la tarde.

Cuando ya estaba cubierta la atención a los clientes, fue a ayudar a la cocina con los platos, incluso colaboró ordenando productos dentro del enorme frigorífico. El frío erizaba su piel delicada, se distraía mirando el vapor al respirar y sus dedos se entumecían al tomar bolsas de papas congeladas.

—Jimin-ah, te estaba buscando.

Yoongi se veía hermoso con la sonrisa sutil adornando su rostro pálido. Empezaba a caer en cuenta que no le había dicho las veces suficientes lo atractivo que lucía con el cabello azabache.

—Nuestro turno de descanso, ya hablé con Jin hyung.

Al mayor le pareció adorable ver la pequeña nariz colorada por el frío. Llevó ambas manos para apoyarlas sobre las mejillas gélidas que no tardaron tantos segundos más en calentarse. Así estaba mejor.

Jimin con las mariposas revoloteando en su vientre se recargó sobre una de las palmas gentiles buscando prolongar el contacto. Yoongi tenía tanto poder en su estado anímico, ya que bastaba con que hiciera algo pequeño para gatillar felicidad ferviente en su pecho. Comenzó a reír.

—¿De qué ríes?

—Me gusta estar contigo.

—¿Por qué eso te hace reír? —Preguntó extrañado, pero sonriendo enternecido.

"Maldito mocoso".

—Porque me siento feliz —respondió con la sonrisa amplia y sus ojos se cerraban. Buscó a ciegas la mano de Yoongi.

"También", pensó sujetando la mano que rozaba la suya.

—¿Bodega? —Sugirió Jimin. Zona predilecta de descanso y mayor privacidad de varios compañeros de trabajo.

Plan frustrado, había un empleado junto al supervisor, Yoongi maldijo por la invasión de su santuario de paz favorito.

—¿Baño?

Había entendido la indirecta, Jimin exigía cumplir su proposición. El baño estaba ocupado y la sala de empleados era espacio público. Quizá no podría destinar el turno de descanso al panorama original.

Se resignó a ganarse en un sofá blandito en la sala, al menos era cómodo. El rubio se sentó a su lado con su mueca que transparentaba frustración.

—Ven aquí. —Tiró de Jimin para que se apoyara en su hombro—. Esperemos que se desocupe el baño y si no está dando vueltas el supervisor, entramos.

Jimin asintió y restregó su nariz en el cuello blanco y terso de su hyung. Olía tan bien, estaba seguro que ese aroma quedaría impreso para siempre en algún rinconcito de su memoria. Yoongi se removió ligero por las cosquillas.

—Jiminnie, ¿tienes más videos de tus ensayos? —Preguntó con voz tranquila, apoyando su cabeza sobre el cabello suave.

No sabía si la emoción que surcaba su organismo era por el "Jiminnie" o porque mostrara interés en su pasión por la danza. Yoongi le había dejado en claro lo mucho que le gustaba verlo bailar, tanto en acciones como en palabras.

Jimin quería bailar algún día con Yoongi.

Sacó su móvil, bajó el volumen y antes de reproducir el primer video de sus últimas prácticas se acurrucó más contra el mayor. Que la distancia fuera lo más escasa posible.

El chico de cabellos negros estaba cautivado mirando la figura esbelta desplazándose con tanta gracia. Era simplemente hermoso. Las expresiones de su rostro acorde a la intensidad de los movimientos, todo sincronizado con la melodía. Cada músculo remarcándose bajo las mallas oscuras era una bendición a sus ojos.

—En esa parte debí...

Yoongi puso el índice sobre sus labios para acallarlo. No quería escuchar autocríticas que rompieran el encanto. Lo veía perfecto y aún si Jimin le señalaba que hubo un error, él como espectador ni siquiera lo habría sospechado.

—Otro. —Pidió besando cortito su frente.

Jimin con los dedos temblorosos seleccionó una segunda grabación y miró estremecido el semblante maravillado. Se encogió en su espacio y, sin pensarlo, tomó uno de los brazos delgados e hizo que rodeara sus hombros.

El mayor sonrió apretando un poco el abrazo sin dejar de observar la coreografía que lo tenía fascinado. La flexibilidad de Jimin era belleza en sí misma. Le pediría que le mandara esos videos. Necesitaba tenerlos y mirarlos cuando requiriera inspiración adicional o sencillamente cuando tuviera ganas de embriagar su vista con algo hermoso.

—El baño está vacío —susurró Jimin en su oído cuando su hyung apartó la vista de la pantalla.

No alcanzó a responder, el menor sujetó su mano y lo llevó a pasos apresurados, casi tropezando para encerrarse. Jimin había ansiado todo el día por un beso. Yoongi también.

—Rápido, solo uno antes de volver —habló sobre su boca, enredando los dedos entre las hebras rubias. Quedaban menos de cinco minutos para que finalizara el turno de descanso y cada segundo debía valer la pena.

Yoongi había pegado sus labios a los contrarios que no tardaron en abrirse para invitarle a profundizar el beso. Tenían poco tiempo y muchas ganas, una pésima combinación. Exponía la magnitud del anhelo empujando la lengua en su boca cálida, acariciando y marcando el ritmo de la caricia húmeda. Jimin le había cedido el control, entregándose y gimiendo quedito cuando tiraba despacio de su pelo.

—Jiminnie —dijo bajito, besando breve a labios cerrados—. Quiero...

—Yoongi, Jimin, no es que quiera interrumpir, pero Jin hyung me envía a buscarlos —escucharon la voz de Jungkook, por segunda vez, tras la puerta—. Y sin mentir, ahora no es intencional.

—Maldito Jeon.

¿Entonces la primera vez fue intencional? Jimin recordaría buscar una mini revancha para cobrárselas a su amigo.

—Lo siento, hyung —Jungkook lo miró con ojitos grandes.

Yoongi dudaba de la sinceridad de esa disculpa y su cara de tedio era explícita. Había interrumpido un beso que llevaba esperando por horas y además la petición que pensaba hacerle a Jimin.

Aunque antes de regresar a sus turnos frustrados, Yoongi propuso un "después seguimos" y la expresión de su dongsaeng se iluminó. También le tranquilizaba dejar las puertas abiertas, sincerarse y exhibir que lo deseaba, darle la seguridad a Jimin que era mutuo, puesto que a veces notaba la mirada expectante pidiendo algo que no sabía cómo empezar. Acaso debía decirle después de un beso en el baño "¿ahora salimos? ¿Estamos juntos? ¿Quieres eso? Yo quiero eso, aunque me asusta".

Quería empezar por una cita, desde lo más concreto. Reír juntos, compartir más abrazos y besos, y en el momento justo, de esos que son cursis, pero que sabía que a Jimin le encantaban, preguntarle.

Desde Suran ni siquiera recordaba bien cómo se sentía salir con alguien, tampoco era que tuviera mayor experiencia en general. Si hacía memoria ella fue quien le dijo "me gustaría que fueras mi novio" antes que se atragantara con las palomitas de maíz sobrantes del cine en respuesta.

Suspiró pesado previo a dar media vuelta y acercarse con la sonrisa forzada a una mesa numerosa. No se sentía claro como para tomar tantos pedidos sin confundirse. Utilizó la técnica de ir repitiendo para asegurarse. No le gustaba porque implicaba verbalizar más frases.

Después tuvo que buscar ayuda para que alguien más llevara la otra mitad de platos que no cabían en su bandeja.

Siguió con una segunda mesa a medida que el local se llenaba. Yoongi pensó en lo mucho que le gustaría estar en su cama. Si redujera a tres cosas hacia las que se sentía atraído como si fueran el otro polo del imán serían: su cama, la música y Jimin -quien claramente no era una cosa, pero le atraía sin mesura-.

Sonrió tontamente imaginando a Jimin en la cama junto a él que casi pasó desapercibida la señal que hizo Seokjin, todos sus compañeros se alinearon y con una exclamación al son de la música dieron inicio a su momento odiado, que para peor rompió su micro-instante de fantasía.

Hora del terror y no dejaba de serlo, porque después de varias reflexiones superfluas sobre lo bueno y lo malo que era esa parte de su trabajo la conclusión se resumía en: Jimin bailando era lo único positivo, un deleite visual, pero que a la vez era aterrador que el chico lo estremeciera solo con mociones gráciles irradiando alegría, disfrutando cada segundo. Era muy poco para tanto efecto dentro de su pálido y no resistente cuerpo —¿era posible resistirse a Jimin? No, él no—.

Yoongi no podía alzar los brazos y mover sus piernas sin verse mecánico, era consciente de sus músculos rígidos obstaculizando, siendo honestos: "Yoongi, tu cuerpo sabe que no quieres hacer este ridículo", y se oponían a bailar una canción que le hacía sentir que estaba en una fiesta de una época en la que aún no había nacido.

Sus compañeros coreaban "You make me feel", él solo se dedicaba a reproducir los elementos instalados a la fuerza en su sistema y mirar al mochi adorable con admiración absoluta cuando al flexionar y estirar las piernas acentuaba el movimiento de caderas. Observaba su espalda y más abajo de ella, relamiendo inconsciente sus labios. Ahora entendía porque el mocoso Jeon palmeaba el culo redondo de Jimin en cada oportunidad que tenía.

Al ritmo de make me feel mighty real, Jimin le había hecho voltear, con las manos apoyadas en sus hombros, balanceando sus caderas y Yoongi parpadeó sorprendido. "¿Qué?".

¿Jimin le estaba bailando? La distancia era tan próxima que sentía el traspaso de calor.

¡Jimin le estaba bailando! Iba a morir, su corazón latía desenfrenado, no podía ser normal esa reacción.

Mano en el hombro y la otra en la cintura para guiar los movimientos de un Yoongi que sumido en su asombro se había entregado como muñeco de trapo.

¡Jimin estaba bailando con él! Darse cuenta fue como una especie de revelación. Primera vez bailando con el rubio y también la primera en que sentía la emoción concentrarse en su estómago ante la idea de bailar con alguien. Estaba en un debate interno queriendo entregarse y disfrutar, pero sentía sus músculos tiesos que no dejaban de oponerse. Su cerebro estaba enviando órdenes ambiguas y su cuerpo no entendía un demonio lo qué estaba pasando en el mundo interno de Min Yoongi.

Se daba cuenta de las miradas... muchas miradas en ellos dos, de compañeros y clientes, había chillidos y aplausos al ritmo de la canción incitando a continuar el show.

¿Qué era lo peor que podría pasar? Nada realmente. Las caras de los clientes las olvidaría. Lo mismo pasaría con las de sus compañeros de trabajo eventualmente con un plazo más distante de tiempo. La vergüenza y muchas cosas más tenían fecha de expiración.

Ya habiendo aterrizado, analizado y optado por dejarse llevar, bailó y esperó el momento justo para tomar a su dongsaeng desprevenido rodeando su cintura con un brazo empujando su cuerpo hacia atrás y acercándose a su bonito rostro. Lo sostenía firme. "Ah". Jimin temblando en sus brazos. Le gustaba, recuperaba un poco del poder perdido.

Para el rubio era un breve instante glorioso. Había cumplido su deseo de bailar con su hyung. Cuando notó que estaba la oportunidad de hacerlo, no lo meditó ni tres segundos antes de tomarla y ahora el mayor sincronizaba los movimientos con los suyos. Se veía tan ligero, tan guapo, ¿acaso era consciente que le sonría de una manera que seducía?

—Deberíamos volver a bailar juntos.

—Lo pensaré.

Jimin hizo un puchero y susurró un "por favor" con voz dulce. Yoongi acarició su cintura, repitiendo: "dije que lo pensaré".

El mayor retomó la atención a la mesas recientemente ocupadas. Ignoró las muchas sonrisas que recibió de otros compañero y de Hoseok, sobretodo de este último que con perseverancia no dejaba de exigir actualizaciones de su vida amorosa.

La hora de cierre llegó rápido, se lo atribuía a las ansias. Era compartido, apenas comenzaron a distribuirse las labores, la pequeña mano de la futura promesa de la danza apretó la suya y lo arrastró lejos de todos.

Jimin tomaba lo que quería, así fue cuando lo sacó a bailar y también cuando lo besó demandante, con dedos ceñidos alrededor de sus muñecas y el pecho aplastando el suyo.

Yoongi no había planificado las cosas así en su mente. Todo se estaba dando en un orden distinto. Esperaba aclarar con Jimin lo que pasaba entre ellos y en lugar de eso, se devoraban los labios en las esquinas vacías que encontraban. Justo como ahora. De vuelta en el baño, cuerpo tibio presionando, mientras sus otros compañeros limpiaban acompañados de las últimas canciones top en el ranking filtrándose a través de las paredes.

El orden era: conversación pendiente, besos para acordar que todo seguía lento, pero seguro y citas. Conocerse más, empezar a salir. Empezar a mezclarse en la vida del otro. De proyectarse —aunque le asustaba todavía, era consciente que no daría marcha atrás—.

Le iba a pedir una cita antes que la lengua ajena se colara en su boca, derritiéndolo al primer contacto. Todo pasaba a segundo plano. Incluso los golpes en la puerta.

Si era honesto, desde el principio las cosas con Jimin nunca seguían el esquema preestablecido.

Gimió. Besar a Jimin era éxtasis puro. Gruesos labios adictivos que cuando comenzaba a degustarlos no quería despegarse de ellos. Si lo hacía era para devolverle oxígeno a su organismo y seguir o por mera fuerza de voluntad consigo mismo si el contexto lo ameritaba.

Jimin fomentaba que su fuerza de voluntad perdiera puntos. Empujaba férreo entre sus piernas con las manos subiendo por sus costados, delineando sobre las costillas, bajando a cintura nuevamente. Suspiró sobre sus labios. Tan intenso y le fascinaba que el mocoso de mejillas llenas fuera así. Quizás era esa la piedra angular que determinó que Yoongi se sintiera tan atraído por el menor desde el primer día y fue creciendo. Le gustaba que la gente fuera apasionada —lo pensaba principalmente en el sentido de hacer lo que te mueve en la vida y hacerlo con ganas—.

Le gustaba demasiado Jimin.

Jimin que lo besaba como si nada más importara y el mayor cerraba los ojos, reduciendo toda la dimensión temporal y espacial a ese instante de labios unidos.

Yoongi estaba seguro que como siguiera besándole así le succionaría el alma o le provocaría una erección. Lo segundo era más probable si sumaba la fricción que hormigueaba bajo el vientre.

"No aquí, no ahora, no tan pronto", exigía esa parte plenamente racional que no lograba dominar, porque los dedos oprimían sus caderas sin intención de frenar, sino todo lo contrario.

El rubio mordía su labio inferior antes de separarse con la respiración agitada. Ojos oscuros llenos de deseo. ¿Se verían los suyos iguales para su dongsaeng? Trazó un camino de cortos besos de su mentón hasta su boca.

Otro beso desordenado, cargado de las ganas acumuladas.

"No aquí, no en el trabajo".

Había ocurrido, vaticinó la erección, pero no era él único en ese estado, sentía al menor igual de duro y desbordando la misma necesidad con cada empuje.

"No en el trabajo".

También añadía que Jimin tenía esa asombrosa capacidad de transformar (casi) todos sus "no" en "sí", porque ahora tomó el control cedido, lo acorraló contra la pared y cómodamente entre sus muslos comenzó a frotarse como si fuera un maldito adolescente caliente en su primera experiencia sexual.

"Sí aquí, sí ahora".

Había mandado a la mierda la vocecita molesta del sentido común que le recordaba la importancia de las buenas costumbres y las reglas. Imposible tomarla en cuenta cuando las pequeñas manos de Jimin jugaban con la orilla de su pantalón, temblando al desabrochar.

Los dos era un manojo de nervios y hormonas rebullendo por sus cuerpos. Yoongi llevó sus manos para tirar de la ropa del menor, tocando por encima. Jimin emitió un lindo ruidito de sorpresa y se movió contra su palma.

"Sí en el jodido baño del trabajo".

Su dongsaeng tanteó bajo su ropa interior, contacto directo con su piel. Los dedos envolvían, subían, bajaban y sí había una certeza para Yoongi, era que superaba imponderable a su imaginación. Apretaba con la fuerza justa y cuando el pulgar se desplazaba por la punta arrastrando la presión, sus piernas se debilitaban y necesitaba sostenerse de su hombro.

Jimin estaba complacido por la reacción de su hyung, que respiraba errático y susurraba su nombre en su oreja. Movió más rápido, sabía que estaba cerca. Lo haría llegar y sentiría los espasmos contra su cuerpo. Haría que Yoongi se deshiciera en sus manos.

Lo consiguió, Yoongi hundió el rostro en el cuello, gimiendo ronco antes de acabar cubierto por dos manos delicadas y suaves. Torpemente y sintiendo la sangre subir a sus mejillas blancas, tiró del rollo de papel tendiéndole un trozo.

El calor quemaba cuando Jimin lamió uno de sus dedos manchados.

—Tócame también —rogó con necesidad.

No podía negarse y sin saber qué pasaba por su mente nublada, estaba agachado con la erección hinchada frente a sus ojos hambrientos. Cubrió el glande recorriéndolo con los labios, memorizando cada relieve con el tacto de su lengua. Salado, caliente, lo llevó un poco más profundo y se ayudó de sus dedos largos para rodear la base.

¿Qué estaba haciendo? Como tal lo sabía, pero no lo había premeditado. Fue un impulso en todo su significado. Tenía el pene de Jimin llenando su boca y aturdiendo sus sentidos, cada uno de ellos, entre el aroma, el sabor, los gemidos melodiosos y la vista, porque cuando alzaba la mirada y notaba la forma en que mordía su labio y apretaba los párpados con el rostro encendido, no hacía más que incentivarle a continuar.

Jimin lucía precioso cuando el placer era patente en su expresión.

—Hyung, por favor. —Intentó apartarse, pero Yoongi no se lo permitió.

No contaba para nada que sería su turno de fundirse bajo el tacto ajeno, en la boca del mayor con las rodillas endebles y la espalda contra la pared. Si alguien le preguntaba cómo imaginaba que terminaría su día, no habría pensado en responder "corriéndome en la boca de mi hyung".

Yoongi se levantó y la mirada de Jimin exhibía tanta confusión y vergüenza como la suya.

El rubio no sabía qué decir para romper el hielo. El azabache se convencía con un "ahora o nunca".

—Quiero una cita —murmuró sin energía, apoyado en su hombro.

Jimin sentía que el aire se reducía en sus pulmones.

—Todas las que quieras —respondió con la voz débil, hundiendo su nariz en el cabello negro.

Al fin, lo había dicho y el pecho de Jimin se inundaba de calidez.

Salieron del baño, verificando mutuamente que lucían más o menos ordenados, aliviados de que nadie estuviera cerca, aunque Jin tosiendo para llamar su atención les hizo saltar por la sorpresa.

—Jimin, necesitamos ayuda con las nuevas cajas —señaló su jefe con una sonrisa, mirándolos a ambos con las cejas alzadas.

El menor asintió y rápidamente obedeció, el rostro rojo aludía claramente la vergüenza de verse expuesto.

—Yoongi, ayúdame en la cocina, así pasaré por alto tu escape, porque sé en lo que estaban en el baño. —Seokjin le guiñó—. Se supone que deberías estar radiante, no luciendo como si acabaras de ver un espectro.

—Las cosas no están siguiendo el curso que esperaba.

—¿Eso es malo? —Preguntó sin entender.

—No lo sé, solo que esperaba primero un par de citas, salir, conocernos un poco más antes de acabar metiéndole mano en un baño.

"Y la boca", había superado varias barreras de intimidad en pocos minutos.

—Uhh, dame más detalles, de los sucios. Toquetearse es una buena forma de conocerse, no lo subestimes.

Yoongi frunció el ceño y negó. Todos los detalles sucios quedaban guardaditos para él.

—No veo que sea un problema, Yoonie, el orden de los factores no altera el producto.

—La última vez que usé esa frase tu querido Namjoon me dijo "pero la conmutatividad no aplica para todas las operaciones".

—¿La qué? Da igual, a lo que voy es que Joonie y yo follamos antes de pensar siquiera en salir, apenas recordamos pedirnos los números, tardamos semanas en llamarnos por primera vez y míranos ahora, años de linda relación. —Sonrió orgulloso—. Te estás perdiendo en detalles, ¿no será que estás aterrado y buscas excusas para un autosabotaje?

Seokjin era perspicaz y lo leía con más facilidad que otros a su alrededor y la verdad era que a momentos Yoongi sí se sentía aterrado, luchando por no hundirse en un vaso de agua.

No quería un autosabotaje, no con Jimin. Le gustaba mucho el mocoso como para perder una oportunidad con sus temores injustificados. ¿Acaso ya no estaban resueltos? ¿Por qué tenía que hacerse las cosas tan difíciles y recuestionarse sin sentido?

Se sentía tonto. Era obvio que ambos se gustaban, la cita antes o la cita después no interfería con el hecho base. Él se confundía perdiéndose en insignificancias y Jimin, ansioso, no sabía cómo proceder para no alejarlo.

Nunca más se volvería a burlar de los problemas amorosos de alguien más.

"La gente enamorada se complica por estupideces". Y ahí estaba él...haciendo lo mismo.

—Prefiero que pierdas tiempo en horas de trabajo dándole un uso alternativo al baño junto a Jiminnie a que lo hagas pensando cosas innecesarias.

Seokjin agradecía que no hubiera un supervisor cerca que escuchara su discurso anti desempeño óptimo del trabajador. Dio un par de palmaditas en el hombro del más bajo.

Nada impediría que su novela romántica de las tardes no tuviera desenlace feliz en la primera temporada.










***
Siempre me alargo más de lo que originalmente pretendo >n<.

¡Gracias por leer y por los comentarios y por los votos y por todo 💕!
Alegran mi corazón.

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