Parte 6: (Im)patient

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Jimin tocó sus mejillas calientes, estaba eufórico y por más que trató de ocultarlo sus padres lo notaron, preguntándole enseguida qué había pasado de bueno. Reía y decía "me fue muy bien hoy". No tenía más detalles que agregar. No de momento, pero ansiaba que llegara el día de presentarle a Yoongi a su familia. ¿Se estaba adelantando? Bueno, valía la pena alimentar el sueño. Tenía el juicio lo suficientemente claro para no plantearle esa locura a su hyung, no quería abrumarlo.

"De a poco", aunque también era consciente que la paciencia no siempre era su cualidad destacada. Ejemplo de ello fue como se encerró apresurado en su habitación para llamar a Jungkook y contarle todo. Absolutamente todo, soltando pequeñas carcajadas y ruiditos de felicidad.

—Ni siquiera estoy frente a ti y ya imagino que cara traes, me perturbas, Jimin-ssi —dijo desde el otro lado de la línea.

—Deberías estar feliz por mí.  —Hizo un puchero sin darse cuenta. Respuesta innata que aparecía varias de las veces que se quejaba.

—Lo estoy, es más, interrumpí la partida de un juego para hablar contigo, si eso no es enorme aprecio por ti, entonces no sé lo qué es.

—Gracias por confirmar que me quieres, Kookie.

Habló ilusionado de sus planes y agradeció que su mejor amigo le ayudara a aterrizar cuando volaba más alto de la cuenta, pretendiendo mucho en tan poco tiempo. Suspiró sin dejar de sonreír, recordando la despedida con besos cortitos y Yoongi mesando su cabello.

"Buenas noches, hyung".


Tipeó una vez acostado, luces apagadas y el brillo intenso de la pantalla golpeando sus ojos cansados. Solo quería corroborar que todo seguía un curso normal, que no imaginó nada de lo que pasó como ocurría en las películas con extraños plot twist.

"Buena noches, Jiminnie, duérmete temprano".

Bien, ese "Jiminnie" lo tranquilizó enormemente y le hizo sonreír de nuevo como tonto.

"Esa línea yo debería decirla/escribirla".


"No estoy hecho para dormir temprano".

"Después tomo una siesta en el trabajo y renuevo las energías. Sé que irás a despertarme".

"Qué más puedo esperar de mi tierno dongsaeng".

Murió y revivió en el momento que leyó el último mensaje, sus manos temblaron y se avergonzó de sí mismo cuando soltó el móvil golpeando su rostro. Torpeza en su máximo esplendor.

"Se me ocurren buenas ideas para despertarte".


Escribió con las mejillas rojas y poco de dolor de nariz. Cayendo en cuenta de qué rumbo podría tomar la conversación con frases como esa.

"Ah, ¿sí? ¿Cómo cuáles?".

Y ahí iba, sin vuelta atrás, no era terrible escribir que lo llenaría de besos.

"Mejor no me digas, espero la sorpresa".

"Y dejo la conversación hasta aquí porque espero que duermas, uno de los dos tiene que estar más despierto que el otro y ese serás tú".

"¡Duerme también!"


"Suenas como mi madre".

"Tu madre es una mujer sabia".


"Dulces sueño, mocoso".

Porque Yoongi no podía ser tierno sin agregar algo tosco que balanceara la dulzura. Jimin ya lo desordenaba demasiado y de alguna forma, aunque fuera sutil, tenía que reequilibrarse.

Además, no tuvieron la conversación que esperaba, se despidieron con besos y pequeñas caricias, pero en ningún momento intercambiaron frases completas, hasta los recientes mensajes. Algo superficial, pero que le hacía ver que las aguas estaban calmadas.

¿Para qué alterarlas? Quizá debería seguir el consejo de Hoseok y simplemente entregarse. Dejar que Jimin tomara las riendas. Lo mismo que pasó en su anterior relación, así que no sabía hasta qué punto era un buen precedente ceder todo el control, por más cómodo que pareciera.

¿Cómo sabía hasta qué punto ceder y tomar? Necesitaba un manual de instrucciones, no uno hecho por Hobi. Le escribió a Namjoon.

El maldito de Namjoon con toda esa inteligencia que se cargaba encima respondió de vuelta un: "no puedo hacerte uno, se aprende a modo de ensayo y error, pero me estoy divirtiendo de lo lindo con tu historia de amor".

Ni siquiera le contestó. Ahora el pensamiento que le quitaba minutos de sueño era verse a él y Jimin como la novela de moda en el lugar de trabajo, siendo seguidos por varios pares de ojos a la espera de qué pasaba. "Incómodo" era poco decir. Atrás quedaba su deseo de pasar bajo perfil.

¿Podía pasar bajo perfil con un amigo que brillaba como el sol y que no dudaba en enfocar la luz en él para que lo vieran también? ¿Era posible bailando al menos cuatro veces por días —cuando tenía suerte y lograba hacer coincidir turnos de descanso o labores en cocina con la hora del terror—?

Al menos no trabajaría ahí toda la vida, varias de las caras que veía irían desapareciendo de su memoria cuando empezara un nuevo año académico. Era una verdad indudable que quería que Jimin permaneciera como una constante, con Jungkook incluido, ese mocoso le caía bien, aunque lo odiara a ratos cortos.

Cambió la posición volteando hacia la izquierda, sacando los brazos. Recordaba los besos, lo cálido que era Jimin, lo cómodo de estar sobre su regazo y la fricción, entonces el calor bullía, haciendo que buscara espacios fríos en la cama.

Latidos raudos retumbaban en su cabeza. Era sobreconsciente del golpeteo y de cómo su respiración se agitaba. Gruñó al notar el problema dentro de su ropa interior. "Masturbarse ayuda a dormir mejor" y era una pésima instancia para acordarse de los consejos de Namjoon.

Le hizo caso después de debatirse entre fantasear con Jimin o no, porque sería extraño mirar al chico protagonista. Optó por lo primero, nada que tuviera que saber, otro más de sus secretos, de esas cosas que no admitiría en voz alta jamás.

Metió la mano, primero caricias tentativas recordando los besos y sus cuerpos juntos. Pensaba en lo bien que se sentiría sin ropa de por medio. Apretó los labios y envolvió sus dedos alrededor. Caliente al tacto. Imaginó la mano pequeña de Jimin rodeándolo, "Yoongi hyung", le diría con esa voz suavecita, pero cargada de seducción.

Se dejó ir pensando en cómo su dongsaeng lo tocaría, la fuerza que emplearía y el ritmo con el que agitaría su mano. Fantaseó con la boca demandante unida a la suya hasta que la presión bajo el vientre se distendió por el resto de su cuerpo.

Y sí, durmió mejor tras una buena liberación de endorfinas a su sistema. Incluso despertó con energías recargadas para iniciar bien el día, lo cual era novedoso, porque partía con una visión neutra o a veces negativa apenas ponía un pie fuera de la cama. "Salir de la cama es por sí misma una mala manera de empezar el día", se había quejado en más de una ocasión.

Sus quejas recurrentes eran: salir de la cama y la mala suerte. Y tal vez de esta última no podía estar del todo seguro y algo que ver tenía la aparición del mocoso de mejillas gorditas en su vida amarga e intensa como el café —"porque uno es lo que come", pensó en la frase de Seokjin—. Intensidad que Yoongi la plasmaba en la música. Amargor que surgía en sus interacciones cotidianas, aún sin proponérselo. Jimin...la maldita cucharada de azúcar.

—Luces...¿radiante? ¿Renovado? ¿Despierto? —Comentó su madre con expresión de sorpresa al ver que se había levantado antes de la hora habitual.

—¿Gracias?

—No sé si te lo digo como cumplido o neutro manifiesto de mi asombro —respondió francamente.

Yoongi estaba acostumbrado a la brutal sinceridad de su madre, de hecho, las palabras de ahora eran bastante dulces y sonaban como un cumplido.

—Me alegro de verte así.

Aprovechó de pasar a una tienda de discos antes del trabajo y de ir por Hoseok, quien también notó que su amigo estaba algo diferente y no se contuvo de llenarlo de preguntas. Yoongi, bastante más receptivo, contestó algunas de ellas y le contó sin entrar en tantos detalles cómo resultó su plan del inventario.

—Yay~, sabía que funcionaría, no tienes que agradecérmelo, es lo que hacemos los buenos amigos. O si quieres agradecérmelo, acepta una cita doble conmigo y Tae-Tae.

—¿Qué parte de ir lento no entiendes?

—Todo.

No se molestó en replicar con palabras, resopló como forma de dar a entender los problemas comunicativos no resueltos. 

Se limitó a acomodar su bicicleta en el aparcamiento especial. Ni siquiera habían planeado una primera cita para los dos, no lo iba a someter a una con el efusivo sujeto que tenía por mejor amigo y su novio raro: la sinergia peligrosa en la tranquila vida de Yoongi.

—Mira, ahí viene tu mochi favorito —Hoseok avisó descaradamente que hasta Jimin se dio cuenta que hablaban de él.

—Buenas tarde, Hoseok hyung, Yoongi hyung —saludó con las mejillas teñidas de rojo.

—Buenas tardes, Jimin-ah. —Revolvió ligero y corto su cabello rubio.

Escucharon un par de suspiros y ya no era solo Hoseok mirándolos con una sonrisa, también un par de compañeras de trabajo que se deleitaban con la tierna escena que tenían en frente.

Vergüenza, propia y ajena. Especialmente ajena. Yoongi pasó de largo y entró a marcar su turno de llegada. Volvía a sentirse protagonista de una novela romántica y detestaba estar así de expuesto.

Jimin saludó rápido y entró, siguiendo a distancia los pasos del mayor. Le había notado incómodo y quería decirle algo, lo que sea que pudiera aligerar la tensión. No podía desconocer que era inseguro con muchas cosas y pensaba que si Yoongi se atosigaba, terminaría retrayéndose en sí mismo nuevamente y dejándolo a un lado.

Pero sus temores fueron desconfirmados cuando se topó con una pequeña sonrisa de labios cerrados y una caricia en su nuca. Sonrió de vuelta cerrando los ojos.

—¿Se pueden mover? Quiero marcar —Jungkook interrumpió gustoso la escena. Jamás se cansaría de molestar a sus mayores.

Yoongi puso su cara de haber mordido un limón y Jimin emitió un quejido. Ambos compartieron una mirada, otra sonrisa, se alejaron un par de pasos y partieron con su rutina. Había poca gente en ese horario, el flujo cambiaba a medida que anochecía. De momento solo quedaba aprovechar los ratos apacibles.

A veces Jimin, armado de valor, se atrevía a acariciar sutil y veloz el brazo de Yoongi cuando pasaba por su lado. El mayor curvaba sus labios y seguía su trayectoria. El chico rubio sentía como el corazón se le iba a salir del pecho con cada gesto aceptado, más cuando era su hyung que tomaba la iniciativa y daba golpecitos en su hombro o rozaba su cintura.

La mano en cintura enviaba una descarga ligera correr por la columna, su imaginación viajaba kilómetros de fantasías y se forzaba a mantener las piernas y brazos firmes. Ahora su mayor deseo en el que proyectaba su energía, esperando los efectos de las leyes de atracción, era un tiempo a solas.

Jimin notó que pensar tanto en Yoongi podía ser problemático cuando a medio camino se dio cuenta que le llevaba una hamburguesa con carne a un cliente vegetariano y alcanzó a devolverse para mirar al encargado de cocina con ojitos de pena, quien amablemente preparó otra. La segunda vez fue al anotar, se confundió y con puchero adorable adicionado a una voz suave pidió que le repitieran. Ya sabía detectar con qué clientes el aegyo funcionaba de maravillas.

Después vio que Yoongi desaparecía de su campo visual y quiso pedirle a Seokjin que por favor le concediera el turno de descanso junto a su hyung favorito, pero se contuvo, imaginaba que al mayor no le gustaba ser el centro de atención y sabía que los ojos de sus compañeros estaban puestos en ellos dos.

Partiendo por Hoseok.

—Demás está decir que desde ahora eres el encargado oficial de despertar a Yoongi hyung cuando acabe su turno.

Jimin asintió más que conforme con su misión.

—Algún día deberíamos salir los cuatro, creo que te llevarías bien con Taehyunie.

Se acordaba vagamente de que Yoongi describió al chico como el extraño-alien novio de su mejor amigo. Mentiría si negara que le hacía ilusión una cita compartida.

Seguido por Jungkook, quien respecto a las citas le decía que debía esperar a que su hyung hiciera el primer movimiento. Además de remarcarle que estar enamorado incrementaba su torpeza. Lo sabía.

—El amor te tiene tonto, Jimin-ssi, se está rebasando el refresco.

Su mejor amigo reía mientras secaba su mano empapada y pegajosa.

Después estaba Chaeyoung con sus sonrisas que decía "sé todo lo hiciste entre las cajas", aunque no hicieron mucho más que besarse repetidas veces, pero imaginaba lo que seguramente pensaba su compañera.

—Cuéntame~ ¿pasó algo interesante ayer haciendo el inventario? ¿Fue tedioso o te divertiste?

Terminó contestando que no fue terrible —"para nada, me la pasé muy bien"—, sin dar detalles.

Y no podía faltar su jefe.

—Ve por Yoongi, de seguro va estar de buen humor si ve tu cara al despertar.

Con el rostro ardiendo respondió un torpe "voy enseguida". Era tan evidente, un libro abierto, de los que tienen dibujos explicativos, más gráfico imposible. Por eso era que todos sus compañeros sabían, porque bastaba con escuchar el nombre de su querido hyung y los colores subían.

Entró a la bodega y lo vio con la expresión plácida que le encantaba. Espalda apoyada, piernas estiradas, facciones tranquilas y labios ligeramente abiertos. Quería tanto pegar los suyos y degustar la boca caliente de su pálido compañero. ¿Podía? Porque se sentía con todos los permisos habidos y por haber.

Jimin se agachó y gateó hasta quedar frente a Yoongi, se dio el permiso, acortó la distancia y besó ligero sobre sus labios.

—Despierta, tienes que volver. —Dejó otro beso fugaz.

—Voy a pedirle a Jin hyung que nos dé los turnos de descanso juntos, si él puede usar los suyos encontrándose con Namjoon para besuquearse, no veo por qué no podamos hacer lo mismo —susurró con voz somnolienta.

Jimin, expuesto como el libro abierto que era, sintió un golpe de calor en la cara y las mejillas pálidas de Yoongi se pusieron llamativamente rojas tras procesar qué acababa de proponer. Tragó y desvió la mirada de los pequeños ojos felices del menor. 

El sueño le quitaba el filtro, muy tarde para retractarse o corregir la frase.

Silencio incómodo. Repentinamente toda esa fuerza que Jimin se infundió, pareció retraerse al mirar la expresión confusa de su mayor. "Paciencia". Tal vez debía darle el espacio a Yoongi para que moviera sus piezas. Esperar un poco de su iniciativa.

El rubio sujetó las muñecas de su hyung y tiró de ellas para levantarlo. Yoongi era muy liviano, se veía delgado, pero caía en cuenta de qué tanto cuando estuvo sentado en sus piernas o cada vez que le ayudaba a reincorporarse sin hacer mayor fuerza. Incluso su cintura era bastante fina que rodearla resultaba fácil. No quería soltarlo. Tenía que soltarlo.

—Jimin-ah, tengo que volver.

No, Jimin no quería. ¿Era mucho pedir un abrazo prolongado?

—Un poco más.

Decía más y Yoongi ponía límites a sí mismo y por consiguiente al rubio. No siempre funcionaba, porque Jimin tomaba sus manos y tiraba fuera de los márgenes.  

La cabeza de su dongsaeng reposaba en su hombro y los brazos lo envolvían. "Un poco más" y correspondió apoyando el mentón sobre el suave cabello rubio, disfrutando del aroma dulce. Podría pedirle consejos útiles para cuidar el teñido, no recordaba que su pelo estuviera tan dócil y sano cada vez que probaba colores.

—¿Ahora sí?

Estaban tan cerca, sus narices se rozaban. Esperaba que Jimin lo hiciera, que avanzara y lo besara con intensidad. No pasó.

—Sí, me recargué con cariño.

Y ahí estaba sonriendo hasta con la mirada, entonces Yoongi sentía que podía derretirse con tanta ternura. "Mochi adorable", le quedaba bien el apodo que le dio Hoseok.

—Mocoso adorable.

Equilibrio cósmico. Palabra agria y dulzura al mismo tiempo.

Yoongi retomó su turno y Jimin comenzó su descanso. Bostezó, caminando lánguido hacia el baño a mojarse la cara, esperando que un poco de agua fría le ayudara a despejarse. Le quedaban un par de horas más, pero no lo veía terrible, su tanque de energía interna estaba en buenos niveles.

Tomó su libreta y se acercó a una mesas con cuatro personas. Más gente era sinónimo de más propina, no podía quejarse, al menos no hoy que se sentía de buen humor, ni siquiera cuando uno de ellos le hizo tachar tres veces lo que anotaba debido a la indecisión. De haber sido otro día y con otro ánimo lo habría maldecido al menos diez veces en su cabeza.

Fue a la cocina a dejar su pedido y en la espera atendió una segunda mesa. Rutina: anotar, pedir, repartir y repetir el proceso múltiples veces. Hacerlo con una sonrisa que no le costó en mayor medida mostrar.
 
—El chico mochi...

—Jimin —interrumpió.

—Te hace bien.

Había comentado Taehyung, a tales alturas no podía negar que tuviera razón. Se sentía malditamente bien a su lado que asustaba.

Asustaba que ese bienestar tuviera que depender de alguien.

Que alguien tuviera tanto poder sobre él en definitiva le aterraba. ¿Cómo lo hacían sus amigos? No, mejor no iba a preguntar, lo resolvería por su cuenta.

Cuando creía que se reordenaba internernamente, el mochi humano regresaba, lo veía y un enjambre de insectos asesinos revoloteaban en su estómago. 

Jimin no tenía idea del desastre que causaba dentro.

—Tanto coqueteo en horas de trabajo —comentó Jin parado a su lado y con las cejas alzadas.

—¿Es un reclamo?

—No, para nada —negó sonriendo—. Es más, ser espectador de su historia de amor me anima las tardes, sabes que me gustan mucho las comedias románticas.

Yoongi contaba hasta diez para no mandar a la mierda a su jefe. Reconocía con orgullo que el trabajo le había ayudado en demasía a pulir cualidades como la paciencia y la tolerancia.

—No te lo tomes a mal —se apresuró en decir al detectar los ínfimos cambios en la expresión de póquer de Yoongi—, me gusta que estés menos amargado, nunca te había visto sonreír tantas veces.

Se cansaba más si nadaba contra la corriente. Estaba expuesto, no tenía sentido negarlo.

—Sí, me siento bien con él —confesó a Seokjin.

—Eres afortunado, hubo una cadena de eventos, entre ellos que me echaras un glosario de maldiciones en tu mente cuando te dejé a cargo de Jimin, gracias a la sugerencia de...

—Ni la nombres.

—Bueno, gracias a ella también, quizá no hubieras formado la misma relación con Jimin y lo tendrías al margen de tu vida como lo haces con casi todas las personas aquí.

—¿Quieres que te dé las gracias? —Miraba a distancia como el rubio se desplazaba entre las mesas y le sonreía con los ojitos entrecerrados a los clientes. Adorable. "Maldito mocoso adorable".

—No es necesario, aunque si quieres hacerlo podrías ayudarme junto a Hoseok a prepararle una sorpresa a Joonie para nuestro aniversario.

—Si no requiere tanto esfuerzo físico, claro.

Antes de retomar, murmuró un tenue "gracias" en dirección a Jin, ya que después de todo estaba en lo cierto, de no ser por aquella cadena de eventos, dudaba que se hubiera acercado a Jimin con la misma facilidad —estuvo obligado básicamente— y quizá marcaría la distancia con él.

O tal vez no, porque con Chaeyoung no logró la misma cercanía y ella estuvo bajo su responsabilidad también.

Los escenarios hipotéticos podrían ser muchos y diferentes, aunque no importaba en mayor medida, tenía su realidad compuesta por un chico adorable y que le correspondía. Hermoso en variados aspectos dispuesto a formar algo. Imposible no leer el anhelo.

Alguien que en poco tiempo estaba teniendo mucho poder sobre él. La ecuación le parecía desproporcionada.

Observó la espalda de su dongsaeng cuando pasó cerca y acarició breve su hombro, haciéndolo voltear en su dirección.

Jiminnie.  

Seguir en su zona de confort no estaba dentro de sus planes, aún si implicaba utilizar sus no tan desarrolladas habilidades sociales y relacionales para hacer funcionar lo que sea que pudiera surgir.

Aún si estaba aterrado.

Dispuesto a seguir adelante, cuando Jimin le dedicó una sonrisa, puso su mirada en los ojos bonitos y pequeños, unos segundos en que toda su atención le pertenecía al rubio, sonrió con labios cerrados y notó un sonrojo violento, la bandeja tembló en las manos delicadas. Mejor se detenía.

No estaba tan desproporcionada la ecuación. También tenía un poder que no estaba dimensionando con justicia en Jimin.

El efecto era mutuo.

Yoongi se mentalizaba en comenzar a tomar un poco el control. Empezar a experimentar, "ensayo y error" como le dijo Namjoon. Un continuo tomar y ceder.

Por lo general era Jimin quien tomaba la iniciativa con los besos. Con todos los que se habían dado hasta la fecha, él solo correspondía y aprovechaba el impulso iniciado por su dongsaeng, quien llevaba mirándolo fijo cada vez que estaban segundos a solas mientras terminaban de ordenar el local antes de cerrar.

Sujetó la muñeca de Jimin y lo jaló dentro del baño. Lugar del primer beso. Y ahora de otro más, porque con las dos manos sobre su nuca lo acercó hasta su boca. Presionando, succionando y acariciando su lengua escurridiza. Disfrutando cada segundo del tacto suave, de la humedad cálida y sofocante.

Jimin jadeó dentro del beso y presionó su cuerpo contra el de Yoongi, anulando el espacio que existía entre ambos.

Las manos abandonaron su nuca y los dedos largos se ciñeron a sus caderas, apretando y guiando el movimiento del empuje. Emitiendo un sonido ronco sobre los labios hinchados que volvía a besar lento y profundo.

"No ahora, no tan lejos", intentaba advertirle el raciocinio al mayor. 

Su fantasía tomaba forma real y necesitaba parar cuando todavía podía. El calor se concentraba en su entrepierna. "No aquí, no ahora"

—Mañana seguimos.

Jimin hizo un puchero y volvió a buscar la boca de Yoongi. Otro beso, solo que corto, unos segundos de presión a labios cerrados y distancia de nuevo.

—Hay que salir antes que alguien quiera usar el baño —habló con el escaso sentido común que se negaba a desaparecer.

Profecía cumplida:

—Jimin, Yoongi hyung, podrían salir que quiero entrar —se quejó Jungkook del otro lado de la puerta—. Agradezcan que soy yo y no alguien más esperando.

Aunque no a tantos metros Chaeyoung observaba la escena con una sonrisa amplia.

Ok, Jimin debía aceptar que el cotilleo se extendería. Yoongi ya asumió que había espectadores, aún si no los deseaba. 
 
  
  
  
  
  
  
 
 
 
 
 
 
***

Gracias por leer~ 💕

Cualquier comentario y amor dado a ésto es más que bienvenido y agradecido con creces >u<

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