Parte 5: Change

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"Y yo he pensado en ti todo el maldito día".

Jimin juraba que su corazón se iba a salir de su pecho a cada minuto que estaba más cerca de partir al trabajo. Releía el último mensaje de Yoongi una y otra vez como si le ayudara a convencerse que era real. Incluso se lo mostró a Jungkook para que confirmara que no estaba alucinando por la falta de sueño, leyendo mal o interpretando algo de forma errónea.

Yoongi pensaba en él. Repetirse esa frase hacía que la risa surgiera espontánea y sintiera sus mejillas enrojecer.

Jungkook se limitaba a mirarlo con una expresión de "mi mejor amigo es raro" y "no lo conozco", si pasaban personas por su lado y notaban la cara y gestos de tonto enamorado que cargaba Jimin encima.

—¿Qué se supone que le diga a Yoongi hyung cuando lo vea?

—¿Buenas tardes?

—No me refiero a eso, lo digo por el mensaje, es decir, pensaba que ni siquiera quería hablarme. No quiero que continúe distante conmigo. —Tiró del brazo del menor—. Tienes que ayudarme, Kookie.

—¿Y cómo se supone que lo haga? Mi consejo es que dejes que las cosas sigan su ritmo, no apures a Yoongi hyung. Siendo realista, creo que hasta se debe estar arrepintiendo de haberte enviado ese mensaje.

Jimin abultó su labio inferior y pensaba en cómo seguirle el ritmo a Yoongi, cómo no presionar y al mismo tiempo no colapsar internamente a la espera de algún tipo de respuesta.

Sus piernas se negaban a cooperar porque cuando trató de atravesar la entrada de empleados se quedó quieto en el sitio. Se decía "avanza", pero no daba ningún paso hacia delante. Fue Jungkook quien rodando los ojos sujetó su muñeca y lo arrastró.

Escucharon algunos murmullos y Jimin localizó de dónde provenían. Varios de sus compañeros estaban amontonados. Intentaba entender cuál era la novedad mirando a distancia. Maldecía su estatura que no le dejaba ver sobre las alturas de lo que reconocía como la amplia espalda de Seokjin y a su lado Hoseok. Jungkook emitió un pequeño monosílabo en señal de sorpresa y más curioso se sintió al respecto.

Cuando abrieron un poco el paso tuvo en frente la maravillosa imagen que lo dejó congelado, sin parpadear y labios entreabiertos contemplando a Yoongi y su cabello negro. Llevara el color que llevara Jimin lo encontraría guapo igual, solo que el tono oscuro contrastaba a la perfección con su piel pálida y resaltaba sus facciones.

Tan atractivo que no lograba apartar sus ojos. Estaban tan absorto que ni siquiera se percató que Jungkook codeaba sus costillas para advertirle que se aproximaba.

—Es de mala educación mirar así a una persona.

—L-lo siento, Yoongi hyung —contestó sonrojado a más no poder—. Te ves muy bien, digo, te queda muy bien, es decir, no es que antes no te vieras bien, siempre te ves bien solo que ahora... —dijo rápido y en voz baja, cortando el discurso antes de seguir arruinándolo.

Yoongi avanzó sin responder y pasó a marcar su turno de entrada. Ya había atraído demasiadas miradas, no necesitaba más atención encima, aunque era obvia consecuencia de llegar con un ligero cambio de imagen. Una mirada intensa en particular lo estremeció y fue la de Jimin. ¿Qué iba a hacer con el mocoso? Acercarse no le estaba resultando fácil. A la primera secuencia de frases torpes que el rubio dijo, escapó, sin proponérselo, sus pies lo arrastraron a una distancia segura.

¿Cómo lograría acercarse? Se suponía que debería ser sencillo. Tenía todo a su favor, era un hecho que Jimin no lo rechazaría y tenía al pobre chico esperando cualquier tipo de señal, podía notarlo cuando lo miraba lleno de ansiedad.

Se estaba saboteando de alguna manera, cada vez que avanzaba hacia el menor con la intención de decirle cualquier cosa, incluso hablarle de la salsa de tomate o preguntar su sabor favorito de las malteadas, terminaba por retroceder, por recordar que tenía algún pendiente o aparecía un cliente y surgía la necesidad imperiosa —excusa— de atenderlo.

No entendía por qué sus malditas barreras eran tan difíciles de botar.

—Hyung, ¿apagaste tu celular? Ayer te envié mensajes y te llamé —dijo Hoseok al llegar a su lado—. Dejaste una conversación pendiente conmigo y Tae-Tae. —Alzó ambas cejas en una expresión reprobatoria.

—No sé a qué te refieres.

—Yoongi hyung, no puedes soltar una bomba como la del viernes y luego ignorarme el sábado y el domingo. Necesito saber qué pasó o qué pasará con el mochi.

—No es como que lo tenga planeado.

—Puedo planearlo por ti.

—Olvídalo, ni siquiera lo pienses. ¿Podemos continuar esta conversación cuando sea el maldito turno de descanso? Me estás poniendo nervioso —se quejó frunciendo el ceño.

—Bien, bien, pero no te salvarás Min Yoongi, no de tu mejor amigo que merece saber estas cosas.

Yoongi negó y partió a buscar las papas fritas con salsa de queso que una de sus mesas añadió al pedido a último minuto. No quería que llegara su turno de descanso y tener "la conversación". Sabía que pasaría sin necesidad de algún tipo de clarividencia, Hoseok presionaría hasta que le hiciera decir "me gusta Jimin" y luego comenzarían los planes para la confesión perfecta y después una ansiada cita doble que hacía tiempo Hobi reclamaba: "si tan solo tuvieras pareja no tendrías que sentirte como el mal tercio, saldríamos los cuatro".

Empezaba a molestarle tener tantas miradas encima, no solo la de Hoseok quien demandaba como mejor amigo explicaciones de lo último que pasaba en su vida, también estaban las miradas de perrito mojado de Jimin, las miradas curiosas de sus compañeros y una indescifrable de Jungkook —no sabía si lo estaba acusando por no decidirse o se apiadaba de él y su torpeza en las relaciones interpersonales—.

—Nos preguntábamos...—comenzó Chaeyoung parada a su lado preparando una malteada también— si pasó algo con Jimin, vemos que están un poco distantes estos últimos días.

—¿No tienen asuntos más interesantes?

—La verdad es que no, ustedes son la ship estrella del trabajo. —Ella se encogió de hombros antes de coger la crema batida y decorar.

Yoongi se mordió la lengua para no mandar a la mierda a su compañera. Estuvo a segundos de hacerlo, pero se contuvo a tiempo apenas abrió la boca. "Cuenta hasta diez".

Estaba seguro que todos los compañeros con los que compartía turno estaban confabulados, notaba que a veces lo observaban de reojo, incluso a riesgo de sonar paranoide, cuando vio a Seokjin hablando con Hoseok y su querida compañera manipuladora presintió que algo venía.

Continuó con su trabajo, ignorando el presentimiento, ya llegaría su turno de descanso y saldría un momento a tomar aire, tal vez lograba escapar de Hobi. La esperanza es lo último que se pierde. "Se supone".

No logró escapar de su mejor amigo, había pedido su media hora libre junto a Yoongi. Lo siguió hasta la salida de empleados.

—¿Pensabas que escaparías de mí?

—La verdad, sí.

—Me saltaré las quejas hacia ti, que tengo varias, y preguntaré directamente lo que pienso desde antes del beso, ¿te gusta Jimin?

El chico de cabellos negros no quiso poner energías en una causa perdida. Mejor lo aceptaba, lo soltaba de una vez y se sinceraba con su amigo, exigiendo que le dejara hacer las cosas a su ritmo. Ya se había sincerado consigo y no fue exactamente un alivio como esperaba.

—Sí, pero no quiero que me presiones —dijo con tono calmado. Rendido.

—¿Si no lo hago harás algo por tu cuenta o seguirás escapando?

—No quiero escapar —respondió, aunque era plenamente consciente que al momento de tener en frente al chico que desordenaba su mundo interno la segunda opción era a la que tendía. Era como si sus pies se mandaran por cuenta propia o, mejor dicho, eran guiados por sus miedos.

Era como su forma de defensa. Eso y su actitud amargada. Una dosis y la gente respetaba su espacio, alejándose.

—Pero lo haces, el pobre mochi no sabe cómo acercarse a ti.

—Déjame hacer las cosas a mis tiempos, no quiero que interfieras —demandó tras soltar un suspiro resignado y agregó—: por favor, Hobi.

—Trataré de no interferir.

Aunque ya lo había hecho, había buscado dejar la instancia propicia para apurar un poco las cosas entre su mejor amigo y el mochi adorable. Ya podría Yoongi agradecérselo después.

—No interfieras —repitió mirando directo a los ojos que le decían que estaba maquinando algo a sus espaldas.

Escapar era más fácil, sin embargo, Yoongi se había propuesto dejar de hacerlo, mas no sabía cómo volver a acercarse a Jimin sin que su intento se viera tosco y forzado. Tenía que buscar pequeñas oportunidades que le permitieran hacerlo de forma natural.

Tuvo la primera cuando lo vio avanzar con cuidado esquivando las sillas con la bandeja repleta, chocando con el costado de una. Tomó un par de vasos para ayudarlo susurrando con voz suave un: —Cuidado, Jimin-ah.

Cualquier vaso o plato roto podría ser descontado, aunque por lo general Seokjin era blando en ese aspecto y hacía vista gorda en varias ocasiones.

—Gracias —respondió con las tiernas mejillas teñidas de rosado.

El segundo momento fue cuando le avisó que comenzaba su turno de descanso y que se haría cargo de sus mesas pendientes tras una palmadita en su hombro.

Jimin volvía a disfrutar del calor en su pecho en lugar de la sensación apretada cuando su hyung le evitaba. Era un paso y un buen pronóstico. Tenía que seguir el consejo de Jungkook y ser paciente. Mordió su labio, continuaba con la ansiedad que le provocaba un vacío en el estómago, para su pesar tenía que admitir que funcionaba comiéndose los problemas y ahora no era la excepción. Pasó por la cocina poniendo ojitos de perrito triste para pedir unas papas fritas.

Chaeyoung le hizo compañía en la hora de descanso trayendo consigo una coca-cola con shot de cereza, se escondieron con la comida en bodega. Ella aprovechó de quitarse el gorro blanco y soltar su cabello pelirrojo del moño que lo sujetaba.

—Mañana no podremos hacer esto —dijo la chica más joven tomando una de las papas—. Vendrán a supervisar.

—Podemos sobrevivir un día sin comida extra. —Sacó un par de papas, disfrutando del sabor salado y el crujir externo—. Es maravilloso comer.

—Estoy de acuerdo —se reacomodó cruzándose de piernas y apoyándose en uno de los estantes—. Hoy toca hacer el inventario, espero que no sea mi turno —se quejó antes de llenar su boca y entregarle el vaso con refresco al rubio.

—¿Tan malo es?

—Es tedioso, hay que desocupar estas cajas y registrar, por lo general se hace de a dos o tres personas, capaz nos toque a nosotros. —Suspiró—. He pillado a nuestro jefe con su novio aquí —comentó con una sonrisita divertida. Dispersa, sin preocuparse de saltar de un tema a otro.

Jimin prefirió omitir las dos veces que los vio a la salida del local. Por lo general era discreto y le cohibía exponer a los demás, en especial si los conocía.

—Imagino que dirían las paredes de este lugar si hablaran.

—Es un buen lugar para esconderse, hemos venido aquí con Yoongi hyung.

—¿Ah, sí? —Ella sonrió un poco más amplio como si insinuara algo—. ¿Le dieron el mismo uso que nuestro jefe? —Preguntó sin pelos en la lengua.

El rubio enrojeció y negó repetidas veces. Sus escapadas con Yoongi habían sido bastante inocentes, compartiendo comida, café y viendo videos, en ese entonces no había planteado otras posibilidades de uso del espacio.

Le gustaría quizás estar a escondidas junto a su hyung entre las cajas apiladas con la adrenalina a flor de piel por si alguien los descubría. "¿En qué estás pensando?".

—Está bien, una vez estuve con mi novia escondida entre las cajas. —Chaeyoung se largó a reír ante la cara de sorpresa ajena.

—¿Ella es...? —preguntó curioso. Hasta la fecha no se había preocupado demasiado respecto a la vida de sus compañeros de trabajo por más que hablara con varios de ellos a diario.

—Ya no trabaja aquí, está un par de semanas visitando familiares en el extranjero.

Jimin sacó un par de papas más y le tendió lo último que sobraba a la chica. Cuando terminaron de comer botaron las servilletas manchadas y regresaron, aún quedaban largas horas por delante. Retomó atendiendo a una pareja recién llegando.

Le resultaba difícil concentrarse cuando sus ojos se desviaban cada vez que veía una cabellera negra pasar cerca, teniendo que resistir al tonto impulso de tomar a Yoongi por la muñeca y luego ¿qué? ¿Qué le decía?

Casi murió cuando en se toparon de frente y vio una muy pequeña sonrisa, sus labios apenas curvándose antes de desviar la mirada y seguir con su trayecto.

—Jimin, por favor no pongas esa cara tan obvia —dijo Jungkook cuando pasó por su lado con la bandeja llena.

—No es como que tuviera otra —se defendió. Era un libro abierto, no había desarrollado un buen control de sus expresiones a diferencia de Yoongi. Quizá pedirle que le enseñara a mantener cara de póquer sería una buena excusa para hablarle.

Su rostro sonrojado volvió a delatarlo después de la repartición de tareas por parte de Seokjin, cuando especificó que junto a Yoongi estarían a cargo del inventario. Algunos de sus compañeros dejaron escapar suaves risitas. Jungkook lo miraba con las cejas alzadas y daba codazos ligeros susurrando: —Es tu oportunidad, no la dejes pasar.

—Te dejo las llaves por si tardan más de la cuenta, confío en ti Yoongi —finalizó Jin antes de continuar con su responsabilidad de cerrar la cuenta en caja.

Yoongi seguía escuchando las risas y comentarios por lo bajo. La chica manipuladora le guiñó un ojo, Chaeyoung levantó los pulgares en dirección a Jimin, Hoseok y Jin los miraron a ambos con una sonrisa que le dio a entender todo. De cómo su mejor amigo movía los hilos, había estado contando el inventario hace dos semanas atrás, en teoría no debiera ser su turno, apostaría su alma —porque sí tenía una después de todo— a que convenció a Seokjin y sus frases como "tardar más de la cuenta", "confío en ti" podían tener una segunda interpretación.

Yoongi aceptó su destino, incluso si veía el punto positivo, ya no habría intento forzoso por acercarse, debería ser fácil, en teoría.

Fue por las planillas para hacer el registro y al regresar caía en cuenta de que la teoría y la práctica distaban bastante, porque sintió que su estómago se apretaba. Estarían a solas y su mente no hallaba nada mejor que reproducir la imagen y la sensación de esos labios gruesos y tibios sobre los suyos.

Se exigía ir lento, primero tenían que hablar, aclarar algunos puntos antes de ver si retomaban lo de los besos.

—¿Con qué comenzamos? —Preguntó señalando varias cajas.

La voz suave de Jimin siempre era un agrado de escuchar, enviaba una sensación reconfortante bajar por su espalda. ¿Acaso siempre su cuerpo iba a tener ese tipo de reacciones cuando estuvieran cerca? Le desesperaba tanta pérdida de control de sí mismo.

"Solo entrégate, hyung", le diría su mejor amigo que le hablaba sobre las mariposas en el estómago cuando estaba con su novio. Hubo un momento que pensaba que se trataba de un mito, hasta que las experimentó.
 
 
 
—¿No estarás exagerando?

—No~ ¿acaso no las sentiste cuando conociste a tu novia o cuando se besaron por primera vez?

—No es como que no sintiera algo reconfortante y tibio, pero no esas cosquillas y las sonrisas de tonto a las que te refieres, justo como la que tienes ahora.

—Ya llegará alguien que lo provoqué y me entenderás, es maravilloso —dijo con la mirada resplandeciente—. Aw~, Tae me respondió el mensaje que le envié recién. —Soltó una risa entusiasmada.

Dudaba que algo así llegara a pasarle, su mejor amigo era demasiado intenso. Yoongi se consideraba muchísimo más frío y sus emociones tendían a estar a baja potencia, adormecidas. Tenían calibres muy distintos.
 
 

"Maldito Hoseok". Bien, lo reconocía, había escupido al cielo. Y no estaba preparado para emociones intensas que sobrecargaban su sistema. En cualquier momento arrojaría error.

—Escoge cualquiera.

Jimin tomó la más cercana y Yoongi hizo lo mismo. Sería más rápido si los dos comenzaban a contar. La caja se sentía liviana entre sus brazos, asumía que era la de servilletas y no se equivocó. Diría que contaba atentamente los paquetes, pero no era así, miraba de reojo a Jimin de vez en cuando. 

Era extraño tanto silencio, por lo general Jimin no le daba lugar a la falta de palabras cuando hacían alguna tarea juntos. Tenía que empezar a movilizar la tensión, aligerarla. Si el menor estaba así de callado era porque estaba expectante de sus acciones.

—Al menos la bodega es más agradable que el frigorífico —comentó mientras registraba el total de paquetes recién contados, corroborando los números en las dos listas—. Un día que nos tocó con Hobi y Jin hyung nos comimos un pote de helado que vino demás.

—Quiero que sea mi turno, entonces —dijo con una sonrisa, volteando para observar a Yoongi que no levantaba sus ojos de los papeles.

—¿Te gusta el frío?

—A veces, me ayuda a no pensar —respondió Jimin.

—¿Acaso metes la cabeza a un frigorífico para no pensar?

—No, no así. —Dejó escapar una risita que a Yoongi se le hizo melodiosa.

Continuaron con otro par de cajas y el mayor se acercó a Jimin para tomar nota. Todavía les quedaba bastante y esperaba que mínimo pagaran la hora extra.

Jimin miraba el bolígrafo de tubo transparente y Yoongi lo notó.

—Me gusta mucho el lápiz de Kumamon, no quiero gastarlo aquí en el trabajo.

Un calor agradable burbujeaba en su pecho cuando volvió a ver la apenas sonrisa que le dedicó antes de seguir.

Tenía que ser paciente, pero Yoongi estaba sentado a su lado mientras vaciaban cajas, su cuerpo se sentía tan tibio y con su semblante concentrado lucía tan guapo. Paciencia, se repetía Jimin. Aunque su rostro se calentó cuando sus miradas se encontraron de frente.

La mirada de Yoongi desde el día uno que se conocieron le parecía profunda e intrigante, era tan fácil quedarse atrapado en ella, lo hacía con gusto, pese a que su cara ardía en el proceso. "Te sonrojas fácil, Jimin-ah", le comentó un día de competencia de quién duraba más sosteniendo la vista en el otro.

El mayor, a diferencia suya, era un libro difícil de leer y a Jimin le fascinaba.

Al demonio la paciencia, acortó la distancia, puso ambas manos sobre las mejillas calientes de su hyung y lo besó. Volvió a apostar sus fichas. Todo o nada. Su corazón golpeaba frenético y mentiría si dijera que no estaba asustado.

Temor que fue apaciguado y reemplazado por la felicidad hormigueando en sus entrañas cuando Yoongi movió los labios contra los suyos, apretando su nuca con los dedos largos, trazando círculos sobre su piel, enviando escalofríos agradables por su espalda. Suspiró complacido y cerró los ojos, perdiéndose en la niebla densa de sensaciones placenteras.

Para Yoongi fue un cambio en el orden de sus planes, se había entregado a los besos primero y suponía que después vendría la parte de hablar sobre qué esperaba cada uno de todo esto.

La prioridad de ambos era clara y mutua. Yoongi delineó con la punta de la lengua los labios que tanto le gustaban, los mismo que no tardaron en cederle el paso a su exploración. La emoción vibraba en cada parte de su cuerpo y sentía débiles sus extremidades. Se fundía en el beso y las manos de Jimin quemaban en sus mejillas. Era demasiado, le abrumaba, pero no pensaba detenerse.

Le daba crédito a Hoseok. "Malditas mariposas en el estómago". Las sensaciones eran asombrosas. Increíbles. No importaba sobrecalentar su sistema. No ahora.

Acabó sentado sobre el regazo del menor, ambas piernas rodeando sus costados. Los besos seguían. Uno tras otro, intercalados, besos profundos, un par de besos cortos, besos en el rostro y nuevamente sus bocas se encontraban para degustarse hasta la falta de aire.

—Terminemos el maldito inventario y seguimos con esto.

—O seguimos con los besos y después terminamos el inventario —propuso el rubio.

—Ven, mocoso. —Jaló del cuello de la camisa—. Un beso más, el inventario y sigo devorando tus bonitos labios, ¿trato? —Negoció a casi nula distancia.

Jimin selló el trato con otro beso intenso y acalorado, rodeando la fina cintura, empujando sus caderas y deleitándose tanto con el sabor de la boca de Yoongi como con la fricción.

Yoongi se retiró antes que el roce terminara por causar un problema entre sus piernas. Respiraba agitado y sus ganas de atacar la boca ajena volvían al notar la mirada hambrienta del menor. No. "Un poco de autocontrol, por favor". Tomó las hojas y su lápiz, había que seguir.

—¿Volverás a evitarme? —Se atrevió a preguntar, queriendo corroborar si ese iba a ser el precio a pagar por cada vez que le robara un beso. Esperaba que no.

—No, Jiminnie, avancemos con esto. —Señaló el trabajo restante apilado a poco pasos. Aunque también sería bueno avanzar en otros aspectos referente a ellos.

El menor sonrió. Le aliviaba la respuesta. Siguió vaciando y contando bolsas de sal y azúcar de otra de las cajas.

Tomó nuevamente el riesgo y besó cortito los labios hinchados y húmedos de Yoongi. ¿Cuántas veces se habían besado? Jimin no llevaba la cuenta, pero la respuesta era "no las suficientes". El mayor revolvió cariñosamente su cabello.

—Tenemos un trato —recordó, abriendo otra caja más.

—Lo sé. —Hizo un puchero adorable y Yoongi no dudó en apretar el labio inferior abultado entre sus dedos.

—Queda poco.

Terminaron de ordenar, el mayor dejó a parte los excedentes y las planillas llenas. Guardó el lápiz en el bolsillo y miró a Jimin, llamándole sin utilizar palabras. Su dongsaeng entendió la señal, sujetó sus manos y juntó sus frentes, sonriendo contento antes de avanzar y toparse directo con su boca.

Yoongi apretó las pequeñas manos, tibias y suaves, se amoldaban muy bien juntas, al igual que sus bocas. Besar a Jimin se le hacía tan natural como respirar y tan placentero como beber café o sentir la inspiración bullendo para trabajar en alguna composición nueva.

Jimin sujetaba fuerte, se aferraba y Yoongi lo besaba más duro y se apretaba contra él. No había necesidad de decirle que tampoco pensaba dejarle ir.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
***
Gracias por leer~ 💕

Comentarios, votos y amor son enormemente apreciados >u<

@jinniealpaca, eres un sol y demás está decir que te dedico este capítulo cursi <3

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