Revelaciones

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No quería y no podía decir nada, sin embargo, tenía una plena necesidad de saber la verdad.

—Tienes todo el derecho de saber la verdad, pero ambas sabemos que...

Sí, ambas sabemos que eso podría resultar muy difícil, teniendo en cuenta que estamos hablando de Cristopher Ferrer.

Después de todo lo que habíamos visto nos encontrábamos en el apartamento de Cristopher, algo irónico, ya que de cierta forma no quería estar aquí, pero solo aquí podía encontrar algunas respuestas. Le dije a Melissa que lo mejor sería que ella se marchara a su casa, pero que ahora más que nunca estaríamos en contacto.

Me encontraba frente a la habitación que Cristopher utilizaba como oficina, removía mis manos ante lo que iba a hacer; cerré los ojos, conté mis respiraciones y cuando sentí una leve brisa sobre mi rostro, ya me encontraba dentro.

Una de las ventanas se encontraba medio abierta y esto había generado que algunos documentos se encontraran esparcidos por el suelo. Decidí que lo mejor, estando allí, era tomarlos, ordenarlos y dejarlos de nuevo sobre el escritorio.

Mientras lo hacía aproveche para ojearlos con rapidez, en algunos se encontraba su firma y en otros, sobre el nombre de Jacob Ferrer la rúbrica correspondiente. Cada hoja llevaba en su título el nombre de la empresa, solo cambiaba en algunas el nombre del estado.

Procure ordenarlas y dejarlas bajo un pisa papel, que tenía la forma del Cristo Redentor del Brasil.

Recorrí el lugar, desde el mueble donde se encontraban las bebidas, vodka, ron, ginebra, tequila e incluso aguardiente; la modesta, pero interesante biblioteca que contiene libros sobre economía, administración y algo de filosofía; un perchero al lado de la puerta y un mueble con diversos cajones y cada uno de ellos con un orificio para llave.

Todo, a excepción de los documentos caídos, se encuentra en orden. Regreso al escritorio y frente a la mesa casi impoluta, parece empoderarse el sillón de cuero, camino hacia este y me siento, el olor se impregna sobre mi nariz, su olor. Descanso sobre el cuero que me resulta cómodo y vuelvo a cerrar los ojos, pero esta vez por más tiempo.

Decido sentir, sentirlo a él por medio de su entorno cotidiano.

El sonido de una alarma me despierta y el susto que me llevo al ver a Cristopher mirándome desde la puerta es inmenso.

—¿Llevas mucho tiempo allí? —cuestiono con cierta timidez.

Quizás esa no hubiera sido la pregunta correcta, y no sería para él.

¿Cuánto tiempo llevo aquí sentada y dormida?

—El suficiente —responde, lo observo mientras se afloja su corbata y los puños de su camisa—. Quisiera hacerte muchas preguntas, pero eso me convertiría en alguien intenso.

—Estuve con Melissa, si eso es lo que deseas saber.

Me reprendo al sentir que el tono empleado haya sido cortante y a la defensiva; lo escucho suspirar y al ver sus ojos oscuros noto cierto cansancio.

Me levanto, arreglo la falda que llevo puesta desde la mañana y camino hacia él quien endereza su postura y baja un poco su cabeza para verme; su garganta se mueve al tragar, su mano llega hasta mi nuca y la acaricia, y es desde allí donde me empuja con levedad para llevar mis labios a los suyos.

No sabía cuanto necesitaba esto, no habíamos estado juntos desde hace unos días y por la reacción de nuestros cuerpos, era notorio cuanto nos extrañábamos.

Nos movemos, él avanza, yo retrocedo hasta que mis piernas chocan con el escritorio y sus manos me ayudan a subirme en este y abro un espacio entre mis piernas para que él se acomode. Mis manos terminan por quitarle la camisa y desabrochar su cinturón; por su parte, mi camisa y sostén estorbaban después de pasar unos segundos.

Me encontraba desnuda de la cintura para arriba, al igual que él, sus besos se alternaban entre fogosos, húmedos y delicados; creía que la conexión entre mi cuello y cabeza se habían desconectado, ya que Cristopher hacía que ladeara mi cabeza para que el disfrutara de todo el espacio de mi piel y su goce fuera inmediatamente el mio.

Cuando mi espalda tocó el frío de la madera un suspiro salió con fuerza de mi pecho haciendo que mis senos subieran y bajaran lentamente y allí estaba su mirada. Me encanto verlo humedecer con su lengua sus dedos pulgar e índice para tocar mis pezones y moverlos a su antojo.

El reclamo del resto de mi cuerpo fue inminente, mis piernas ya tenían a su cuerpo prisionero y sus manos tomaron por completo su centro de atención.

—Creo que veneraré la imagen que tengo de ti en estos momentos.

Creo que verlo morder sus labios y notar sus ojos llenos de deseo por lo que le provoca mi cuerpo, podría ser mi imagen a atesorar siempre.

—Si te castigo a ti ahora, es como si me castigara a mi mismo.

De cierta forma entendía sus palabras y una sonrisa de victoria se apodera de mis labios e indiscutiblemente esa es la sensación que recorre todo mi cuerpo. La falda sube hasta casi tocar mis senos y debido al tacto sobre mi piel recuerdo llevar puestas unas medias negras veladas y bajo estas una tanga del mismo color.

Cierro los ojos cuando él inicia con sus caricias a lo largo de mis piernas hasta llegar a unos centímetros de feminidad, una que palpitaba de inconformismo por no ser atendida, hasta que el sonido de la tela al ser rasgada interrumpe mis creciente murmullos.

—Mas te vale reemplazarla —amenazo en voz baja mientras me acomodo sobre mis antebrazos para mirarlo.

—Para mañana tendrás una caja o quizás dos —responde pensativo— y quiero que no lleves nada bajo estas.

Mis fuerzas decaen cuando logro sentir lo que mi libido desea, sus dedos recorren mi entrada desde el clítoris y en cada movimiento los siento entrar con lentitud causando un exquisito placer doloroso de desear más.

—Me estás reclamando ¿no es así? Puedo sentir como me deseas dentro.

Su sonrisa corresponde a la mía, cuando por fin logró ver como logra tener mi cuerpo con una mano y con la otra se quita la correa y abre su cremallera, donde la tela de su ropa interior deja ver su creciente erección.

—Llévalo a tu entrada.

Su voz es fuerte y claramente demandante; paso saliva con fuerza mientras me incorporó como puedo y con mis manos algo torpes por este momento termino de bajar sus pantalones seguido de sus bóxer para poder tomar su miembro y sentir la fuerza de su piel al contener todo su deseo. Lo masajeo un poco, desde su base hasta su cabeza, el líquido preseminal se acumula poco a poco.

¿Será rico probarlo?

Mi parte caliente me incita a hacerlo, pero no me siento en la posición posible para realizar ese tipo de movimiento.

Al escuchar su ronco gemido mi interior parece moverse de forma abrupta y mi mente me recuerda lo que mi sexo desea, así que lo llevo hasta mis labios y me detengo allí.

La risa de Cristopher me molesta un poco y se gana una mala mirada de mi parte.

—Oh corderito, no me culpes de tu falta de experiencia y habilidades.

La burla solo hace que me enfurezca más y cuando estoy por dejarlo todo, un movimiento de su parte hace que vuelva a tocar la mesa con mi espalda y apriete mis manos y las piernas.

No ha entrado por completo y antes que desee torturarme levanto la cintura provocando que el roce entre los dos mande un impulso por nuestros cuerpos y gima, un poco más alto que antes.

—¡Mierda!

—¡Cris! —jadeo ante su embestida.

Cada golpe de su cuerpo al mío es repetitivo y delicioso, una de sus manos vuelve a mi seno derecho y lo aprieta con la misma fuerza de sus penetraciones, el dolor allí parece mezclarse lujuriosamente con el placer del sexo.

Mis gemidos se hacen cada vez más fuertes, no me inhibe nada aquí y me encanta.

Me aferro al borde del escritorio cuando mi orgasmo aumenta y levanto mi cuerpo del mueble al perder levemente mis sentidos cuando el placer me recorre completa. Cristopher aumenta sus embestidas y unos segundos después él logra llegar a su clímax.

—Aún así prolongaste mi martirio —comento algo aturdida y con cansancio en mis piernas, unas que recuerdo bajar del torso de Cristopher para dejarlas caer al escritorio.

Nuestras respiraciones agitadas llenan a la habitación como el único sonido perceptible, hasta que es él quien se viste primero solo que al entreabrir mis ojos su pecho aún está al descubierto.

—Me gustaría un baño con agua caliente —murmuro.

—¿Lo compartirías? —Al escuchar su pregunta y ayudarme a bajar la falda a su sitio, disimulo pensarlo más de lo necesario.

—Supongo que ambos lo necesitamos.

Cristopher deposita un beso sobre mi vientre antes de salir, me giro un poco y logro verlo salir dejando en el suelo su camisa y saco.

Con la fuerza que no sabía que tenía y que al momento de bajar al suelo eran mínimas, busqué mi camisa y me la puse, no haría falta el brasier, ya que después me bañaría; tome las prendas de Cristopher y al levantarlas unas llaves cayeron al suelo. Mi mirada regresó al escritorio y mi mente a los cajones bajo llave.

Mordí mis labios y antes que me pillaran un impulso me llevó a los cajones y probé cada cerrojo, sin embargo, parecía que no pertenecen a este mueble, hasta que...

—Bingo.

Sin saber que podía encontrar abrí el único cajón que aceptó una de las tres llaves y encontré una fotografía que generaba una creciente sensación de náuseas en mi pecho y estómago. Allí, retratados estaba Cristopher y la mujer rubia, algo más jóvenes tomados de la mano y sonrientes; la dejó para tomar una carta fuera de su sobre.

¿Crees que has llegado al final de esto?

No sentía que fuera un mensaje normal, una sensación agridulce me dejó más inquieta de lo que estaba hace unas horas en el restaurante, sin embargo, el nombre del remitente era algo nuevo e importante para mi.

Grace Samuells.

Así que ese es el nombre de aquella mujer; de cierta forma aquel nombre no me era del todo extraño, sentía que ya lo había escuchado antes, pero ¿dónde? Traté de dejar todo como estaba, tome mis cosas y cuando estaba por abrir la puerta Cristopher se acercaba por el pasillo.

—¿Estás bien? —interroga y la voz que emplea es dulce y tranquila—. Me canse de esperarte, veo que sigues aquí.

—Estaba... organizando algunas cosas.

Aprieto los puños y las llaves marcan la piel de mis manos, las oculto con la ropa que llevo, que lastimosamente no es mucha, pero tan pronto siento una mirada rápida de él allí, las llevo hacia mi espalda.

—Soy un hombre algo impaciente, lo sabes.

Algo que se estaba convirtiendo en parte de mi; regresa a la habitación y yo lo sigo con una lentitud marcada, hasta que él ingresa al baño y yo, busco algunas de sus prendas y dejo en uno de los bolsillos las llaves. Me deshago de mi ropa para quedar completamente desnuda, me dirigo hacia el baño.

¿Por qué no había aprovechado la tina antes?

Tener tanto ajetreo en un poco más de un mes había generado que mis vacaciones no fueran como las imaginé en un inicio y que olvidara e ignorara algunos puntos que quería disfrutar.

—No creo que te haya hecho esperar mucho —comento mientras entro a la tina y me ubico sobre él, con mi espalda tocando su pecho.

—Las mujeres siempre dicen lo mismo.

—Entonces conoces a muchas mujeres.

—Quizás, algunas antes de ti, no después.

Sentir sus aliento en mi oreja y bajo esta provocaba leves escalofríos, aunque dulces, seguían siendo tortuosos, no me dejan concentrar en sus palabras.

—En ocasiones no es tan fácil olvidar a personas del pasado.

Trato de ir más allá, de molestarlo un poco y leer su reacción, pero no puedo olvidar que Cristopher es un hombre inteligente y debo caminar con cautela.

—Lo dices por tu amigo del bar.

Claro, él no podía dejar pasar la ocasión para saber más. Su comentario con un tono de pregunta no lo es, es más una afirmación.

—Quizás... —Sonrío, si él quiere escuchar sobre Esteban que así sea.

—Hmmm.

—Fue agradable verlo de nuevo, me sentí muy sorprendida.

Y no miento, Esteban fue alguien importante para mi, aunque no se si aun lo sigue siendo, llevamos tantos años separados que ambos tenemos cosas nuevas o diferentes que pueden ser desagradables; no permanecemos estáticos con el tiempo.

Las manos de Cristopher se centran en mis senos, los acaricia, delinea su contorno y los aprieta con la mínima fuerza y yo, me relajo entre sus brazos.

—Me imagino que tú también tienes a alguien de tu pasado que no puedes olvidar —murmullo con algo de seguridad, sin embargo, me reprendo a mi misma por la posible respuesta.

—Las malas acciones no se olvidan.

—¿Desde cuándo las personas son malas acciones?

—Cuando pierdes el tiempo invertido y solo te generan dolores de cabeza.

La familia y los negocios.

Mi mente trae a colación mi conversación con Melissa referente a Luz McAdams, ahora no dudo que esas dos palabras están más que relacionadas con Cristopher, pero aun me falta saber que las une...

—Grace Samuells —Solo basta ese nombre para que el cuerpo del hombre debajo de mi, se inquiete por unos segundos; aquello ¿lo dije o solo lo pensé?.

—Ese nombre...

—Cuando estaba con Melissa mirando una revista, leímos su nombre, solo que no se porque lo recuerdo ahora.

Con mis gestos trato de restarle importancia a lo que dije, pero siento que no será fácil para ninguno de los dos hacerlo.

Siento que es mejor dejar pasar los segundos, pero inclusive estos me parecían lentos e incómodos cuando tengo tanto que decir, sin embargo...

—Cristopher, se que hay muchas cosas que aun no me dices, pero no quiero que el dia de mañana alguien de tu aparente pasado llegue y me sorprenda.

—¿Por qué lo dices? —pregunta con cautela.

—Esteban es de mi pasado y no...

Genial, estaba siendo una completa tonta. Realmente no encontraba las palabras adecuadas para sostener lo que acababa de decir.

Tratar de buscar explicaciones me estaba saliendo muy mal.

—Al menos él no es como tu sorpresa, quien llegó al restaurante aquel día —comenta Cris y no sé si es para salvarme de la soga que yo misma me había puesto o es una curiosidad más de su parte..

—Jacobo; él fue algo que creía importante hasta que se tropezó con una mala piedra.

Una piedra que alguna vez consideré amiga, sin embargo, se tomó muy a pecho el sentido de competencia entre las pasarelas y lo llevó a temas personales; aunque se lo agradezco, después de eso logré ver la verdadera cara de Jacobo.

Cristopher busca mis manos y las lleva al frente —Creo que ya hemos estado suficiente tiempo en el agua, mira tus dedos —Y lo hago, ya están arrugados y se nota mas en mis dedos que en los suyos.

No quiero salir del agua, quiero estar más tiempo aquí, sin hacer nada junto a él, pero al parecer es él quien decide salir primero. Logro ver su cuerpo completamente desnudo hasta que toma una toalla y la lleva a su cintura, para después buscar una bata para mi; me levanto y dejo que sus manos me vistan para salir de la tina y del baño.

—Iré a preparar algo rápido para cenar —informa al estar en la habitación, poco después de vestirse con unos boxer y un pantalón de chándal gris.

Busco ropa interior y algo básico, decido esperar en la cama hasta que el sonido de un mensaje proveniente de mi teléfono llama mi atención. Lo busco y este se encuentra en una de las mesas al lado de la cama.

Melissa:

¿Sabes algo más? Me esta carcomiendo la curiosidad.

El olor a comida empieza a ser notorio y la sensación de hambre, que no sabia que tenia también. Escribo con rapidez la respuesta a su pregunta.

Busca información sobre Grace Samuells.

Con Cristopher a mi lado me sería casi imposible buscar aquello, pero Melissa, es todo lo que necesito para empezar a tener una idea de lo que él está ocultando. Guardo el teléfono bajo mi pantalón corto, en mi cintura y salgo directo al comedor.

Veo a Cristopher organizar la mesa y al verme sonríe.

—Recuerdo una escena similar en una de las cabañas de tus abuelos —habla de forma risueña, generando en mí esa misma sensación—; allí descubrí algo nuevo.

Su último comentario hace que lo mire directo a los ojos.

—Preparaste una carne con ajos y estaba deliciosa —comento y me sorprendo al recordar lo que había hecho aquel día, recuerdo que para Cristopher parece gustarle, ya que sonríe de forma genuina.

Observo como termina de arreglar la mesa y servir los platos, hasta que un nuevo mensaje interrumpe la atmósfera.

Decido que solo observare lo que Melissa ha enviado, lo que resulta ser una foto que al descargarla me deja descolocada.

Es Grace Samuells al lado de la famosa Luz McAdams.

Trato de conectar algo más allá de leves similitudes, pero solo una pregunta se hace fuerte en mi cabeza.

¿Qué es lo que busca realmente Luz McAdams?

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