1. ksj + myg

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   El humano que conmovió el marchito corazón del demonio

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Evitó verlo con deseo, pero lo cierto es que desde que el demonio recobró su fuerza no hacía, sino despertar en Yoongi instintos que pensó ya muertos. Y solo de pensar que podría caer en sus pulsiones primitivas agitaba todavía más sus latidos.

—Acércate —pidió la bestia de apariencia humana.

Lucía el demonio una sonrisa de miedo y unos ojos tan rojos que lograron estremecerlo, pero Yoongi se encontró obedeciendo. ¿Qué alternativa tenía? Huir había sido una pésima idea las dos primeras veces porque fue cazado y debidamente castigado en cada ocasión. Las siguientes apenas fue para probar los límites de la paciencia y todavía hay un ardor delicioso en su cuerpo de los roces violentos y las caricias agresivas con que lo sometió el vampiro.

—Debes dejarme ir –su voz sonó cavernosa, desprovista de voluntad y verdad.

Para el vampiro esto fue hilarante e irrisorio, porque sonrió peor que antes y mostró aquel par de colmillos que caracterizaban a su especie. Yoongi no tuvo aun el privilegio de probar cómo estos se incrustaban en su cremosa piel y daban paso al robo de su preciada sangre, pero intuía que no tardaría mucho en ocurrir.

La bestia, que se presentó como Seokjin, caminó hasta darle alcance y lo rodeó con sus brazos en una sujeción posesiva. Yoongi se sintió, a partes iguales, humillado y excitado. Allí, en su indefensión, en la más pura sumisión cuando dejó caer la cabeza a un lado y permitió el asalto de aquellos labios a su garganta, supo que no iría a ninguna parte.

No saldría de allí con vida. Y de hacerlo, ¿qué vida sería esa?

Seokjin estaba desnudo. Y su desnudez era deleite de lo visual, de lo sensible con las manos, de lo que se respira con ojos cerrados de grato temor. Yoongi no se atrevió a tocarlo sintiéndose inmerecido aquel permiso de retribución de mimos, pero cuando las propias manos del vampiro condujeron las suyas a su cintura, el férreo agarre advirtió que había aceptado ser la presa.

Al tacto, la fría humanidad que restó de la transformación vampírica hizo que se erizara. El contraste de su cálida existencia resultaba absolutamente licencioso. Y estuvo duro en un instante, haciendo que el pantalón raído, que alcanzó a recoger de los destrozos que ocasionó el vampiro a su ropa, evidencie su interés. La punta de su pene, revestida en áspero algodón, chocó con los suaves muslos del demonio y le anunció a Seokjin que estaba dispuesto a su tercer castigo del día. Incluso si no pensó escapar hoy.

Las manos de Seokjin, que circulaban masajes en su espalda tensa, descendieron hasta tomar sus nalgas. Lo abrió, rascando la tela en la advertencia previa antes de deshacerse de la prenda con un tirón que quemó los muslos de Yoongi. Desnudos, el abrazo adquirió matices románticos por momentos, obscenos por otros. Sin embargo, desmintió cualquier agravio el modo en que la boca de Seokjin se apropió de la boca humana haciendo suyo el dominio y asiéndose Yoongi de la rendición.

La glacial lengua por poco se derritió en la afiebrada boca de Yoongi y el gemido vergonzoso que nació del contacto pudo haberlo hecho retroceder, pero las manos afirmando su culo y atrayéndolo, impulsándolo a que se restriegue contra él, lo clavaron a su sitio. Yoongi permitió ser expuesto, manoseado, dejó que Seokjin abandone su boca para descender hasta tentar sus sensibles pezones y luego que mantenga ritmo en su bajada. Paseó por su abdomen, reverencialmente chupó sus muslos y los abrió para mojar sus testículos y burlar su pene que goteaba entristecido de ser ignorado por la boca del demonio.

De rodillas, Seokjin tuvo éxito en borrar cualquier intención de alejarse cuando por fin lamió a lo largo, desde la base hasta la punta, la pulsante erección de Yoongi. Debilitado por la sensación helada, Yoongi se sostuvo de los hombros anchos del vampiro y alzó la pierna cuando este le indicó que lo haga. Los dedos clavados al punto del dolor no mermaron la ansiedad del humano por ser tomado.

Así hubo un camino despejado para el vampiro, que concedió su gracia a repasar con besos de boca abierta allá donde se le antojase más desquiciante para la pobre víctima y su agobiante deseo. Y pareció tener el misterio revelado de qué punto tocar para despertar reacciones en el disoluto mortal.

Nada hubo similar en este encuentro a los anteriores, puesto que, superado el desconocimiento total del placer del otro, esta vez se enfocaron en ser siervos del gusto ajeno. Seokjin no ejerció su brutalidad para retenerlo; fue el humano que, apartándose de la succión eróticamente peligrosa a su pene, puesto que los colmillos del vampiro, si bien sin herir, rozaban al entrar y salir, actuó.

Yoongi se dejó caer en sus manos y rodillas sobre el inmundo suelo de la cueva en la que estaba secuestrado. No le importó. Seokjin se adelantó hasta posicionar su grueso y apetitoso miembro entre sus nalgas, contándole con el gesto lo que venía a continuación. Y Yoongi entendió que aunque seguía estirado, mojado, usado, seguiría siendo difícil contener aquella monstruosidad en su pequeño culo. Pero era valiente, o un inconsciente, da igual. Pegó la frente a sus brazos cruzados y aguardó.

De inmediato, el temor activó su porción de adrenalina ante el peligro y quiso huir, pero se aplacó esta absurda y contraria reacción cuando el vampiro afirmó la punta del pene en su entrada y empujó. Fueron dos las estocadas necesarias para que cupiera al fin todo, y fueron minutos agonizantes los que necesitó Yoongi para respirar y aceptar la invasión.

Dolía, y disfrutó del calambre que recorrió su zona baja, que le apretó el abdomen, le hizo enterrar las uñas en la tierra y tensar los muslos. Las caricias de Seokjin sobre su piel sudada estallaron en escalofríos y se vio a sí mismo empujando al vampiro para que se mueva. Y él se movió. Entonces todo fue salvaje y placentero, pero, también, fue amoroso.

Seokjin había descendido hasta pegar su pecho a la espalda de Yoongi y lamer su nuca, chupar hasta marcarlo inocentemente en comparación a lo que podría hacerle con ese par de colmillos. Era un abrazo incómodo de dos amantes imposibles, pero a Yoongi lo motivó a torcer el cuello y buscar la boca del vampiro. Lo besó, trasmitiendo, pobremente, lo poco que se arrepentía de haberlo rescatado de los cazadores. O, más bien, lo mucho que se alegraba de no haberlo cazado.

Yoongi era parte de la comuna cercana a la montaña Apsan, lugar en el que residía el vampiro —que ahora lo da vuelta, saliéndose bruscamente para meterse otra vez con facilidad y continuar empujando en su culo— al que darían muerte. Pero nadie pudo sobrepasar la astucia del vampiro cuando atacó de uno a uno hasta dejar desparramado a lo largo del camino más de treinta cadáveres con los que sació su sed perversa.

Quiso el destino que Yoongi haya sido escurridizo y pensado estratégicamente que a una bestia del demonio como lo son los vampiros no se le podría capturar, sino era en términos de sigilo y trampa. Por eso, se separó del grupo de cazadores que no atendieron sus sugerencias cuando planteó dividirse y abarcar más porción de bosque, y marchó solo, rodeando la montaña e ingresando por una entrada alterna a la principal de la cueva. En tanto, Seokjin se hizo un festín con los humanos y se devolvió a su morada, saciado y listo para dormir.

Como era la primera vez de Yoongi viendo un vampiro –no como su padre, que si bien yacía con la garganta cercenada y casi decapitado tras unos arbustos era un reconocido cazador— se quedó asombrado ante lo que halló. Y tal vez fue esta vacilación, ese jadeó de incredulidad que se filtró de su fina boca cuando notó que la bestia, que tanto aterroriza a los humanos, era un humano más. O, bien, lo había sido. Sus imaginadas versiones de lo que eran los vampiros, y por las descripciones grotescas con las que los referían en las historias de fogatas y comida, se desmoronaron.

Sobre el suelo, sin ropaje alguno y cubierto de sangre, Seokjin dormitó una siesta de la victoria. Era el hombre más hermoso que había visto Yoongi y difícilmente pudo, ante la exhibida figura desnuda, reprimir sus verdaderas maneras de ser. Aquello que ocultaba y que reconocía ante los demás como una falla, se agitó en su interior. Atormentado y distraído, no notó el momento en que las rojas pupilas de Seokjin lo enfocaron. Y así inició su cautiverio.

—Tócate –exigió Seokjin junto a su oído, mientras sus caderas martillaban su culo—. ¿Disfrutas tenerme dentro? ¿Sientes cómo tu cuerpo se amolda a mí alrededor? ¿Has imaginado placer igual que este?

No. Quiso responder Yoongi. Porque nunca sintió lo que Seokjin describía como placer —y él consideraba muerte en vida— con una mujer. Así que atrapó su pene, que rebotaba entre ellos ya que Seokjin no dejó esta vez recargar su peso sobre él, y lo masajeó de arriba abajo. La amoratada punta se humedeció nuevamente al sentir cómo Seokjin friccionaba en su interior cierto punto que lanzaba chispazos de electricidad por todos sus nervios. Era glorioso el sexo y era más apremiante por ello corresponder y se encontró pidiendo a Seokjin que lo bese, que calle sus gritos y gemidos con la boca. Pidió hasta ser mordido, porque su culminación parecía que exigía tal honor: morir bajo la seducción corrupta del vampiro.

Quizá era el encierro al que fue condenado desde hace meses, pero en cierto instante, cuando el beso compartido dio rienda suelta a la ternura, moviéndose juntos como un conjunto de opuestos que se necesitan para vivir, pareció que allí, en esa cueva rocosa y lejana a toda moral, podría hasta considerarse factible que conjuren el más sublime sentimiento.

¿Amor? Entre morir y amar, a Yoongi le convenía creer que sí. No obstante, ¿qué tan distinto es el amor sin contar el factor demonio? Solo que la admisión del romance y sucumbir a la ilusión del verdadero querer entre él y el vampiro sería desgarrar cualquier hilo que lo ancla a su vida en la comuna. No podría volver, no podría aunque quisiera, porque nadie aceptaría quién es. Y allí y ahora es el cuerpo complaciente del demonio; es su alimento en raciones civilizadas porque su predador no querría quedarse sin su bocadillo.

Es tan real como jamás lo será en otro lugar.

Y es feliz reducido a objeto, a juguete de delectación. No pretenderá siquiera indignarse ante la denigrante relación, ante el desigual romance. No cuando carga consigo el estigma del que desea lo que no debe, del que ama lo que no está bien visto ante el mandato divino. Y no cuando ha matado a los desviados como él, como los llaman a los que gozan del cuerpo semejante al suyo, para probar su valía ante la comuna.

Cerca del final, cuando Seokjin le jala el cabello para que estire el cuello y prendarse a él, Yoongi se toca con más celeridad. Seokjin no está lejos tampoco de culminar, pero el humano siempre está en desventaja porque el demonio enrosca sus dedos fríos con los suyos para masturbarlo en la caricia gélida de despedida antes de arrojarlo, con una inclinación de su cadera que permite martillar la próstata, a la muerte en vida que es un orgasmo de esas proporciones.

Yoongi ruge casi animal y Seokjin muerde sin dañar la piel de su garganta mientras se vacía en su culo, y lo llena del elixir del mal, que se escurre cuando se retira, y se recuesta a su lado. Entonces llueve el llanto del arrepentido que no se arrepiente de lo correcto: se arrepiente de no haber llegado antes al punto de encuentro. Como la primera vez que peleó el diablo con el pecador y acabó negociando condiciones para vender su alma, Yoongi lloró suplicando no por su vida, como hizo cuando Seokjin lo atacó al verlo en su guarida, sino pidiendo el favor de que lo sostenga cerca.

—Quiero esto... —susurró el humano, abrazando el cuerpo de hielo del vampiro.

Conmovido, el vampiro perdonó su vida otro día más.















Nota:

Sentí que pasó mucho desde que hice un Jinsu, pero bueh.

Anaka, el próximo relato cuando me des la correspondiente actualización. Y dejes de hacerme parecer peleadora en comentarios cuando soy un ser de luz(?

Me debato entre Jinmin o Jintae, acepto sugerencias.

Ah, y entre hombres lobo o alguna otra criatura extra o humanos corrientes o qué se yo, acepto sugerencias.

No prometo que se haga, pero me ayuda jaja

     :)

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