2. ksj + pjm

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Ante el fuego
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La fogata tiembla con el fresco aire que peina también el lago. Terco, el fuego se contorsiona como si el contacto del viento le diese cosquillas y quisiera huir. Es en cada bamboleo que da que el calor se expanda en un circuito corto, pero suficiente para calentar las expuestas rodillas de Jimin. El color del pequeño fogón se pintó en sus pupilas.

Llevaba dos horas allí. Congelado, y, de oxímoron fácil, caliente. Su fuego, lejos de ser reavivado por el aire puro que rodaba desde la montaña aledaña, consumía una ira oscura que guarda desde semanas. Sin embargo, no se mece con el son del viento, sino que, estático, como de piedra, mantiene una rígida postura, pese a estar sentado en tan blanda silla de camping.

–Vas a tener que hablar conmigo tarde o temprano –dice Namjoon, logrando que las brillantes pupilas de Jimin abandonen el fuego para enfocarlo–. Y prefiero que sea temprano.

–Se ha dicho mucho ya, ¿qué esperas oír?

Como anticipando la discusión, sobre el cielo serpentea un rayo que se contiene de caer. Es pronto para llover, pero se deja ver una tormenta. Jimin retoma su enfoque en el fuego y, si es que sea posible, tensa más el cuerpo. Podría saltar lejos en el aire ante el mínimo roce.

–Quiero hablar, que platiquemos tranquilamente y sin gritos furiosos –al no ver reacción por parte del menor, suspira antes de continuar–. No fue mi intención enfadarme, solo que este tema me supera.

–¿Seguro? –la sonrisa de Jimin no fue en nada amigable–. ¿Eso te dices traes arrojarme sermones como si fueses mi puto padre?

La vergüenza de Namjoon quemó sus mejillas y Jimin se jactó de haberle dado el primer revés. Lo siguiente, sin embargo, bajó su gracia a una paciente resignación.

–Soy el padre aquí –dice sin más.

Su figura, sus colores, su piel absorben el espacio que habita y Jimin, no por primera vez, se pregunta si este no tendrá en su sangre ciertos influjos de alfa. No parece beta en absoluto cuando se porta de este modo. Jimin, no obstante, está asqueado de tal halo de poder y autoridad. Vuelve la vista al fogón tras notar que se le ha quedado viendo por mucho rato. Las llamas arden sabiamente en armonía con el aire, y ahora que lo piensa mejor, Jimin percibe que no rehúyen a las caricias del viento, todo lo contrario: lo seducen.

Una danza erótica que envuelve al viento y lo trae perdido, que hace que este aire fresco se entregue a una noble y sacrificada tarea. Lo doman, lo subyugan a su encanto para consumirlo y arder más y más. Puede, sin que se lo señalen, encontrar paralelismo entre el fuego y el viento y él y...

–Seokjin no ha devuelto mis llamadas –dice sin más Jimin, cuando el aire se ha rendido de encantar al fuego y le recorre la piel. Por poco y le parece que es un consuelo frío ante su desolado ánimo–. Y está pronto su celo...

Lo que hace del fuego magnánimo es que parece maleable, pero, en realidad, no otorga nunca el mando a otro. Puede permitirse la indulgencia de arder en la fogata ante ellos, pero puede chirriar, explotar y escupir lamas que caerán al césped, tal vez junto a la botella de café helado que alguno de los miembros dejó olvidada y el resto es un incontrolable avance ardiente que acabaría dejando destrozos a su paso. Porque ¿qué otra cosa más maravillosa que el caos puede conjurar el indómito fuego?

–Entrará en razón –tranquiliza Namjoon con una voz tan compasiva que ha Jimin le dan náuseas.

Luego es un silencio apenas arrullado por el crepitar, una noche estrellada que pierde brío ante las llamas que mantienen su danza. Jimin, que no espera irse a dormir aun, por fin se mueve y descruzando los brazos, baja una mano al suelo para buscar el alcohol. En este simple movimiento, el cuello de líneas elegantes queda a vista del beta, quien suspira al ver la marca de dientes. Namjoon no menciona al respecto, pero su interior bulle ante la injusticia. Tampoco subraya lo adorable que se ve la manito regordeta ocultando rápidamente su vientre todavía plano.

Tras torpemente alimentar el fuego, Jimin suelta la botella otra vez al césped, pero no retoma la anterior postura. Ahora, con sus codos clavados en las rodillas, las manos entrelazadas y bajo la barbilla, observa detenidamente cómo el fogón recupera su espíritu ante la ofrenda. El color de las llamas recubre entero el rostro de Jimin, así como el calor comienza a tornar rosadas sus mejillas.

Aquella imagen es de una belleza tal, que Namjoon se siente, nuevamente y como hace tiempo, insignificante. Lo es, afirma su voz interna mientras chilla disgustada por lo que deberá hacer a continuación. Y es esta última esperanza que le queda, tiritando, como si el fogón entre ellos no hiciera aporte alguno en insuflarle valor. No hay más opción que intentarlo, se dice. No podrá vivir si no lo hace.

Pero es Jimin quien se adelanta a hablar. Como si hubiese leído su mente. Clava sus ojos en Namjoon, que siente recorrerle un escalofrío a lo largo de la espalda ante el desprecio y el rencor que evidencia la expresión del omega. Y no puede evitar pensar cuánto está dispuesto a hacer por devolverle aquella sonrisa preciosa. Cuánto se muere y remuerde por exigirle a Jimin que entienda que lo que pasó fue un instante de libertad ante tanto reprimir su amor.

–Estás equivocado si crees que tendrás parte en la vida de este bebé –suelta áspero Jimin, atorándosele las palabras ante el modo en que aprieta los dientes por la bronca–. Ante todos, Seokjin será el padre. El único padre, además de mí, con derecho a procurar por él. Y una vez nos vayamos...

–No, Jimin, aguarda –interviene, quebrado, Namjoon. Hay en el aire un angustiante sabor salado que proviene del lago, pero, tal vez, también del llanto que comienza a brotar del beta–. Haré lo que pides, no me involucraré, pero no soportaría... –su voz flaqueó antes de apagarse.

–¿Qué? –suelta bruscamente Jimin, y es en esta nueva sonrisa que Namjoon nota aquel peligroso atractivo del omega que cautivó a toda la manada–. ¿No soportarías perderme? ¿Eso ibas a decir? Cuidado, beta, por poco y parece que tienes vela en este entierro...

Sí. Justo esas palabras llegaron al umbral de su boca. Pero Namjoon solo baja el rostro, viendo cómo sus manos tiemblan, por lo que las ancla a los bolsillos de su abrigo mientras permanece callado. La burla de Jimin golpea bajo, allí donde su inseguridad yace dormida a la espera de importunar. Y es ahora que brota en pensamientos que lo tornan su propio fogón, su propio incendio y devastación. ¿Qué esperaba realmente Namjoon de todo esto? ¿Creyó por un segundo factible la idea de reclamar al omega junto a él como suyo cuando, como bien sabía del principio, este se entregó incondicionalmente al maldito alfa Kim Seokjin?

La conversación podría haber acabado allí, de no ser porque se impulsó a decir lo que ya no vale pena alguna guardarse:

–Te amo, Jimin –dice, sintiendo el peso de sus palabras caerle como bofetadas. Traga por sobre el nudo apretado en su garganta y seca aquellas patéticas lágrimas con la manga de su abrigo–. Y si cedí a mi instinto de tomarte en tu Luna fértil fue porque te amo más de lo que la razón permite.

Jimin se ríe. Es una risada desprovista de calor alguno y ni el fuego que los envuelve en la complicidad de los culpables podría calentarla.

–No te mientas –responde Jimin, y parece no haber oído semejante confesión–, tú, al igual que todos en esta manada, me han visto siempre como un puto omega fácil que cogerse para bajar la calentura. Y no ha sido sino hasta que Seokjin me permitió acercarme a él que entendí cuál imagen proyecté en las mentes obtusas de cada alfa y beta de este sitio. Pues se equivocaron. Y más quienes desconfían de mi enlace con Seokjin, ¡nos amamos sin importarnos más nada que nosotros! –Estalló Jimin, haciendo que Namjoon se encoja en su asiento, pero parece que esta pequeña explosión drenó sus energías porque lo siguiente que dice el omega es apenas un susurro–. Y te aprovechaste de mi estado febril, me reclamaste por sobre la marca de mi alfa y tu simiente dio vida a un hijo que tendrá el mejor padre que puedo ofrecerle. Y ese no eres tú.

Afectado por la declaración, Namjoon no se corta de decir:

–Podrás mentirle sobre la identidad de su progenitor, pero siempre tendrás de mí una prueba del amor que perdiste por iluso. ¿Crees que Seokjin va a volver? –siguió, viendo con regocijo como la defensiva fachada de Jimin comenzaba a agrietarse ante su ruda verdad; no disfrutó, eso no, cuando vio al omega abrazar su vientre como temiendo su ataque–. Es mi hijo, Jimin –cambió de estrategia, destrozado por comprobar que el omega podría estar asustado de otro asalto. Se sintió un monstruo brotado del mismísimo fuego infernal–. Y podríamos cuidarlo juntos. Yo prometo darte cada rincón de este cielo si es que deseas llevarlo contigo al cuarto y dormirte observando las estrellas. Te daré la libertad que esa marca en tu cuello insinúa quitarte si te quedas aquí, con nosotros. Bangtan es tu manada, Jimin, ¿por qué te apartarás de nosotros? ¿Qué no ves que Seokjin es un renegado? ¡Dejó su manada de origen para vagar sin rumbo! Nunca te bendecirá con un hogar para la familia que sé que anhelas.

Jimin palideció ante cada cosa que oía, hundiéndose en una miseria que no parecía hallar fondo. Namjoon se amilanó un poco por ser tan hiriente. Solo que no pensó otra manera de hacerle ver la realidad al omega que cree amar.

–Te confías en que dejaría a Seokjin y acudiría a ti sin parpadear.

–Si quieres, puedo cortejarte como mereces –Sonrió persiguiendo el objetivo de infundir ánimo al omega alicaído–. Pretenderé tu amor hasta que correspondas el mío. Nuestro hijo crecerá en un hogar lleno de afecto, de paz y de estabilidad.

El fuego atestiguó cómo, sacudiendo la cabeza tal cual si intentara espabilar, Jimin se recompuso de aquella imagen idílica que bosquejó el beta. Entonces, el semblante simpático que naturalmente posee Jimin se vio ensombrecido por el frío tratamiento de indiferencia. Ni un ápice de compasión trajo la humilde propuesta del beta.

–Siempre quise viajar, ¿sabes? Conocer más que un territorio en toda mi existencia. No que te importe, claro –contó sin más Jimin, sorprendiendo a Namjoon–. Pero, dime, ¿cómo pasaste de consolarme a proponerte?

–Quisiera ser enterado también de esto último –dijo otra voz detrás de Jimin, y si el fuego fuese ente vivo y pensante, podría haberse creído que se avivó tan solo ante el regreso esperado.

–Seokjin... –pronunció entre asustado e indignado Namjoon mientras se ponía de pie, rodeando a Jimin y cubriéndolo del alfa–. No debiste volver.

–¿Irme sin Jimin? Mírate, Kim Namjoon, carroñando el cariño que se te niega a base de mi ausencia, ¿no te humilla saber que, incluso sin mí en medio, no llegas ni a segundo plato?

–¡El bebé...!

Pero Seokjin lo calló apenas con una mano, mientras torcía el cuerpo para buscar a Jimin y sonreírle tan grande y tan hermoso que el fuego detuvo su danza del viento para contemplarle. El beta quedó momentáneamente obnubilado ante el despliegue de fuerza y seducción, pero también crispó su piel el evidente sentimiento de amor que manó del alfa para su omega.

–Ven, Chim, ¿no quieres saber qué estuve haciendo estas semanas?

Namjoon sintió el empujón del omega antes de verlo aparecer desde detrás. También fue testigo del abrazo sentido que Jimin le dio a Seokjin y del modo en que, con delicadeza, reclamo y profundo amor, el alfa enroscó sus brazos en torno a la figura del omega. El fuego, para entonces, ardía pronto a morir. Así, si la metáfora era válida, como su esperanza última.

Lo siguiente que presenció, mientras se mantuvo atado al suelo solo por la incapacidad de rendirse, fue un fogoso beso entre el alfa y el omega. Constató así que nada había por hacer en tal batalla perdida. Por lo que se alejó del júbilo grito de contento de Jimin al ver las llaves colgando de las manos de Seokjin. Y eran esas llaves apertura no solo a un hogar comprado para albergar a la nueva familia, sino también para una vida ajustada al amor entre Seokjin y Jimin.

Y si fuese menos descarado, Namjoon no habría pateado el fogón –que era apenas brasero de rojo pasión– en su retirada.











Nota:

¿Merezco odio? Quizá, no creo que hayas esperado este Jinmin.

Aún así, quise probarme usando tus trucos de mala persona (Anaka) para escribir lo que, creo, es ¿angst? ¿drama?

I don't know.

Aún así, me gustó plasmar lo que a veces pasa como verdadero amor (y es apenas un acto egoísta y sucio, aquí lo pinta Namjoon) y lo que considero verdadero amor (que es lo que pasa entre el Jinmin).

Por otro lado, me gustó acercarme al Nammin, de quienes hasta ahora no había escrito.

¡Ah! Y quise hacer omegaverse, a ver qué onda jaja

Si quieres la versión feliz  y posiblemente lemonosa del JinMin (que está a medio hacer, y es diferente a esto), deja aquí tu pedido:

:)

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