Capitulo 11

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MinHo se estaba cansando de que su novia no quisiera tener relaciones sexuales con él por lo que planeaba llevarla a un club un tanto caliente, él había ido a este varías veces estando soltero, estaba ubicado en el centro de la ciudad, muy cerca de los departamentos de ambos. Él pensaba que al entrar en este tipo de club el deseo sexual de su chica volvería o aparecería, lo que él no sabía era que éste nunca se había ido. MinHo pensaba que a su novia no gustaba el sexo para nada, cuando en realidad era todo lo contrario, ella tenía una obsesión con el acto carnal.

Cuando el rubio le preguntó por ir Jennie contestó que no quería, pero en realidad si quería, lo que no quería era que su novio se sintiera mal porque ella iba a sentirse más emocionada, excitada e incluso feliz por alguien más que no fuera el de ojos claros.

La pareja peleó el resto de la noche, MinHo ya estaba cansado de no conseguir nada sexual con su chica, él creía que era un problema que afectaría a la pareja, por lo que sugirió terapia en pareja, a esto Jennie sí aceptó.

•••

▸ Lalisa se sorprendió cuando entró a su consultorio y vio a Jennie sentada en la punta de su escritorio con sus piernas abierta, sus manos estaban apoyadas contra el escritorio, esto hacía que su cuerpo esté inclinado hacia atrás. La pelicastaña llevaba puesto solo una braga de color rosa pálido y esta hacía que la menor no pudiera quitar la vista su coño. Jennie, al notar esto, sonrió de lado y aunque la más alta no estaba viéndole el rostro, pudo sentir que realmente estaba disfrutando la vista que le estaba brindando.

La pelinegra se acercó a ella a paso lento, mientras sentía su miembro endurecerse dentro de sus pantalones, la imagen que tenía frente a sus ojos la encendía como nada. Llevó su mano hasta su entrepierna y apretó su pene con la palma de esta, Jennie al notarlo mordió su labio inferior.

─ Acuéstate sobre el escritorio, Jennie ─ Ordenó Lalisa con una voz más ronca de lo normal.

─ Sí, mommy. ─ La última palabra no fue dicha del todo, ya que salió más como un gemido.

La mayor se recostó sobre la fría madera siguiendo la orden de su mommy, Lisa, por otro lado, dio la vuelta al escritorio y abrió unas de las gavetas de este, de ella sacó un dildo parecido al que poseía la coreana, Lisa no sabía cómo era que este tipo de objetos había llegado hasta allí, pero lo que sí sabía era que le encantaría jugar con estos en el culo de su Jennie.

Así que caminó de vuelta alrededor del escritorio, con el consolador y el lubricante en su mano y lo elevó para que la pelicastaña pudiera verlo, ésta soltó un gemido cuando sus ojos se posaron en ella, obviamente ansiosa de que todo eso entrará en ella, en un lugar en el que nada debería entrar. Lalisa sintió toda la sangre de su cuerpo dirigirse a su pene cuando escuchó el gemido que había soltado anteriormente la otra chica y no pudo aguantar más, así que terminó de desnudarla, deslizando por sus esbeltas piernas las bragas color rosa pálido, que era la única prenda que la cubría.

La menor se posicionó entre las piernas de Jennie, volviéndolas a abrir y jadeó al ver como su centro brillaba por la humedad por lo que no tardó en frotar el clítoris de la mayor, arrancandóle así unos fuertes gemidos. Lalisa empapó el consolador con lubricante, ansiosa por ya penetrarla con el juguete y luego acercó el consolador al ano de la coreana, despacio comenzó a penetrarla con este. Jennie soltó un fuerte gemido cuando sintió el principio del juguete entrar en ella, y luego unos cuantos más leves a medida que sentía las sensaciones que le provocaba las ondulaciones de este.

La más baja no sabía en qué enfocarse; si en aquel consolador metido en su entrada trasera, o en los dos dedos que la pelinegra se encargaba de mover sin piedad dentro de ella. Por lo que solo decidió dejarse llevar por el sinfín de sensaciones que estaba sintiendo en esos momentos, llevando así sus manos a sus senos, apretándolos y jalando levemente sus erguidos pezones.

Sin embargo, no pudo evitar pucherear e impedir la sensación de abandono que la invadió cuando sintió como la menor sacaba sus dedos de su necesitada vagina. Pero lo que no esperó fue la erótica vista de ver cómo la pelinegra llevaba ambos dedos empapados a su boca para saborear sus fluidos como si se tratarán de la cosa más dulce que jamás había probado.

Lalisa esperó a que la más baja se adaptara al juguete, mientras ella desprendía su pantalón y lo bajaba junto a su ropa interior, deslizó su mano sobre su pene, moviéndola sobre este lentamente, desde la base hacia la punta, su mirada fija en la entrada trasera de la contraria y el objeto dentro de ella.

Cuando Lisa notó que el cuerpo contrario se relajó, dejó de deslizar su mano por su miembro para llevarla hasta el juguete y comenzar a embestirla con este, sacándolo y volviéndolo a entrar en Jennie, al principio lentamente y sin mucha profundidad, pero aumentando la velocidad a medida que pasaba el tiempo. Mientras que con su otra mano se encargaba de alinear su falo en la otra entrada de la mayor, para luego penetrarla de una sola embestida hasta el fondo, haciéndola soltar un grito de placer.

•••

─ ¿Lisa? ¿Estás bien? ─ La pelinegra volvió a la realidad, luciendo completamente aturdida, en cuanto escuchó el llamado de Jennie. La mayor estaba apoyada sobre el escritorio con el ceño fruncido, mirándola atentamente.

Ella se había estado imaginando todo eso, mientras Jennie le hablaba. ¡Era la peor psicóloga del mundo!

Lalisa movió un poco su cabeza, intentando quitar de su mente esos pensamientos ─ Sí, disculpa, Jennie ─ Sonrió amablemente y se removió incómoda en su asiento, tenía una gran erección en sus pantalones ─ ¿Qué decías?

Jennie sonrió ampliamente y se volvió a su asiento, sentándose como debería, Lalisa pensaba que ella sabía exactamente que había estado imaginando, pero quizás estaba siendo paranoica.

─ Decía que MinHo piensa que deberíamos comenzar a ir a terapia en pareja, él dice que tengo un problema con el sexo porque no quiero tenerlo con él, cuando en realidad el problema es su pene ─ La más baja habló rápido, solo con su tono de voz se podía saber cuán molesta estaba por ello. Lalisa soltó una fuerte risa, aunque se arrepintió de haberlo hecho a los segundos, ya que Jennie la miró mal ─ En fin ¿Haces terapia en pareja?

La pelinegra dudó por un momento, no quería verla junto a su novio, aunque luego de reflexionarlo mejor, pensó en que podría burlarse de alguna forma, indirectamente, de MinHo. ─ No muy seguido, pero sí.

Jennie sonrió ampliamente luego de contestarle con un "Genial, entonces vendremos contigo" y le volvió a hablar sobre MinHo y las peleas que habían tenido.

•••

me dió flojera poner los banner. pido perdón, ah

esto es solo un vistazo de cuan pervertido será este par en está historia, sí.

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