CAPÍTULO 20 - Salsa, mar y velas.

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NAYANA

Los días han pasado demasiado rápido para mi gusto, hoy es jueves, lo que significa que mañana es viernes, y que sea vienes significa que...

― ¡Mañana es tu cumpleaños!  ―  grita la rubia, mientras entra por la puerta principal de manera dramática.

― ¡No cualquier cumpleaños, es el numero veinte!  ―  Donna hace su acto de presencia dándole un pequeño empujón, no tan pequeño.

― Ten cuidado Donna  ―  la regaña Hemily, atajando a Lauren  ―  pero es cierto, te unirás al grupo de los veinteañeros  ―  sonríe emocionada.

― ¡Chicas!  ―  chillo, y de un brinco me levanto del mueble para abrazarlas  ―  ¡voy a cumplir veinte!  ―  comenzamos a dar saltos en círculos, gritando.

― Bueno ¿Cuál es el escandalo? ―   hace acto de presencia Dayana, luciendo tan arreglada como de costumbre con una falda tubo color champagne y una camisa tres cuartos  de color rojo.

― Nay, cumplirá veinte años  ―  contesta Lauren sacando la cabeza del grupo, sonriendo con inocencia, mi madre camina hacia nosotras cruzada de brazos.

― Mi niña cumplirá veinte años  ― se une al grupo, comenzamos a brincar de nuevo  ―  aún recuerdo el día que me entere que estabas creciendo en mi vientre, parece que fue ayer  ―  comenta y se le quiebra un poco la voz, ya le entro el sentimentalismo.

― Por favor no cuentes la historia de nuevo, mamá  ―  le pido negando con la cabeza, es lo mismo todo los años.

― Nos encanta la historia, Dayana  ―  habla la morena, con la mirada le advierto que no lo haga ― pero tenemos el tiempo contado.

― ¿Para qué?  ― pregunto confundida.

― ¿Cómo que "para qué"?  ―  rompe el abrazo grupal la rubia, colocando sus brazos en forma de tetera, levando mi ceja ―  ¡para ir de compras, bobis!

― Nos queremos encargar de organizar  la fiesta familiar  ―  Hemily se dirige a mi madre, mi madre la mira no muy convencida  ―  son los veinte de nuestra mejor amiga, la conocemos mejor que nadie, y le prometo por mi libro de anatomía que no será un desastre.

― Tendremos nuestra fiesta loca, no te preocupes  ― me susurra Donna al oído, para que mamá no la escuche.

― Muy bien, confió en ti, Hem  ―  la morena comienza a aplaudir, mientras que Lauren saca una agenda de su bolso  ―  pero de la comida me encargo yo.

― Como usted mande  ― le hace una reverencia, la rubia camina hacia la puerta, saca la punta el bolígrafo y abre su agenda de color rosa.

― ¡Pasen chicos!  ―  grita al abrir la puerta, un grupo de hombre y mujeres comienzan a entrar con decoraciones de fiesta, manteles, bases de mesas, telas y cajas.

― ¿Qué mierda?  ―  decimos mi madre y yo al mismo tiempo, para luego mirarnos entre si.

― Tengo todo fríamente calculado  ―  contesta la rubia tomando un megáfono  ―  ¿quién mejor que yo para planear una fiesta llena de glamur, elegancia y divertida? Exacto, nadie  ―  se contesta por sí sola, para luego guiar a los trabajadores hacia el patio, hablando por el aparato  ―  vamos, deprisa, que este gran patio no se va a decorar solo  ―  su voz se escucha por cada rincón de la casa.

― ¿sabe que la fiesta es el sábado y no mañana?  ―  le pregunto a la morena, con mis vista fija en los movimientos de la rubia.

― No, pero la señora Dayana se encargara de decirle ― nos toma a Donna y a mí por el brazo, nos jala hacia la puerta ―  porque debemos ir de compras.

― Niñas, no me ...  ―  no termino de escuchar lo que dice porque en menos de nada estoy sentada en la parte trasera del auto de Donna.

― Quiero avisar desde ya  ― la ojiazul habla con mucha emoción y brillo en sus ojos  ―  ¡Que tenemos presupuesto ilimitado! ―   grita eufórica, y la acompañamos.

Las compras me dan una emoción grandísima, saber que eso que has visto en vitrinas por varios meses o semanas por fin será tuyo, o probarte cosas y saber que te las vas a llevar porque ¡TIENES PRESUPUESTO ILIMITADO! es una felicidad tan inexplicable.

Luego de recorrer varias tiendas de vestidos de noche, para tener una idea de lo que quiero llego a la conclusión de que no me gusto ninguno, ninguno me representa, no son como quiero verme esa noche, pasamos a las zapaterías y tampoco consigo unos que llamen mi atención, las chicas tienen sus vestidos y zapatos, salimos de la tienda, hacia la sección de cosméticos y accesorios, escogen por mí.

― Nay, las compras son por ti y para ti, y aun no compras nada  ―  me dice preocupada Hemily.

― Veo algo donde quiero comprar  ― sonrió levantando una ceja, ambas voltean hacia la tienda. 

― Eso perra  ― dice Donna al ver la tienda de lencería.

Entramos a la tienda, la caminamos un rato, mientras agrego varias prendas y conjuntos a la cesta, algunas chicas se quedan mirando a nuestro sitio, e intercambian mirada entre la cesta en mi mano y mi persona, las miro como solo yo sé hacerlo y se alejan. Luego de pagar, caminamos hacia la sección de comida para almorzar.

― ¿Cómo le estará hiendo a Lauren?  ― pregunto antes de meter una cucharada de arroz chino a mi boca.

― Solo diré pobre trabajadores  ―  contesta Hemily comiendo de su ensalada cesar.

Pasamos a un spa, nos realizan algunos masajes, exfoliaciones, nos depilan las cejas para luego pasar al cuerpo completo, hago esto cada dos semanas porque mi trabajo así lo requiere. Después de una mañana-tarde de chicas, entro a mi casa con algunas bolsas, paso directo a mi habitación dejando las bolsas sobre la cama, mi curiosidad es tan grande que camino hacia la ventada para ver qué sucede en mi patio, pero al correr la cortina encuentro un cartel que dice "BUEN INTENTO" en brillantina fucsia «ya me conoce», está bien, está bien, no husmeare.

Me quito la ropa, me envuelvo en un albornoz, pensando en un maratón de series para esperar a que sean las doce de la noche y mi pobre teléfono colapse con mensajes de felicitaciones por parte de mis familiares y amigos. Me acomodo entre mis cojines y almohadas, colocando mi serie favorita, pero luego de quince minutos tengo que darle pause porque mi teléfono comienza a sonar, son varios mensajes de texto.

Numero restringido.

Oye.

Paso por ti a las 8 pm.

Piensa en un lugar.

N.

Miro por unos segundos en el móvil, la única persona que tendría un numero restringido y que puede colocar una N como final, seria Naimer, siempre dándole misterio y ese toque arriesgado a todo. Me levanto rápidamente al ver que son las 7:40, muy poco tiempo para arreglarme, corro rápidamente al baño tomando una ducha rápida, me visto con una falda de jean Blanca, un top de color negro sin tiras, una camisa a cuadros blanco con  negro, me coloco los tenis, me delineo los ojos, aplico un labial claro, tomo un bolso pequeño guardando mi teléfono, me aplico perfume y salgo de la habitación.

― No sabía que ibas a salir  ―  dice mi madre al verme, tiene su pijama puesto y una taza de té en sus manos.

― Yo tampoco  ―  me encojo los hombros  ―  llegare tarde  ―  le beso la mejilla, tomo las llaves de la casa y salgo.

Al cerrar la puerta, una motocicleta se estaciona en la cera, haciendo que mi corazón se acelere por el hecho que es una belleza o porque no se quien la conduce, camino cautelosa hacia esa dirección, sin apartar la vista del sujeto enchaquetado con casco polarizado, me detengo a unos metros esperando alguna reacción.

― Vamos Wildflower, no tengo toda la noche  ―  levanta el lente del caso dejándome ver el rostro de Naimer, respiro profundo antes caminar de nuevo.

― ¿Asustada?  ― pregunta con diversión, mientras subo a la motocicleta y me entrega un casco.

― Es raro ver llegar una moto con un sujeto enchaquetado que no deja ver su rostro  ―  le digo mientras me lo coloco, pensando en un escenario diferente donde pudo ser otra persona y esperando lo peor.

― Para mí no lo es  ―  volteo los ojos ante su respuesta, es obvio que está acostumbrado  ―  no me vayas abrazar tan fuerte, que traerá consecuencias  ―  dice antes de bajar el lente y colocar en marcha la moto.

Me pregunta a donde iremos y le digo la dirección que se me de memoria, luego de varios minutos de viento golpeándome la cara, sensación que amo demasiado y me dedico a disfrutarla, llegamos al destino, bajo del transporte quitándome el casco, acomodo mi cabello un poco.

― ¿Un callejón latino? ―   pregunta al quitarse el casco, le entrego el que usaba y los asegura al volante.

― "El callejón Latino"  ―  le digo alzando una de mis cejas, le extiendo mi mano y no duda en tomarla.

Caminamos juntos, mientras saludo algunas personas, lo guio hasta la discoteca al final del mismo, entramos al lugar donde la decoración del techo son banderines con las banderas de cada país de Latinoamérica, caminamos hacia la barra donde tomo asiento en uno de los taburetes y él se queda de pie a mi costado.

― Dos tequilas por favor ―   le pido al bartender, quien me da un leve asentimiento sin antes guiñarme un ojo.

― ¿vienes muy seguido a este lugar?  ―  pregunta observando con detalle el sitio.

― Soy mitad latina, cuando papá no trabajaba tanto solíamos venir los fines de semana a comer donde la seño Tere  ―  me mira con confusión al no saber de quién le hablo, levando mi mano restándole importancia  ―  algunas de estas personas me vieron crecer  ―  resumo y solo asiente.

El chico coloca los vasos frente a mí, le digo que me abra una cuenta, le agradezco y se va a tender a otras personas, deslizo el trago por la barra, y Naimer lo atrapa, pero lo deja en su sitio, mientras que yo tomo el mío de un trago para luego sacudir la cara por lo fuerte que esta, volteo a mirar a Naimer quien mira nuestro alrededor.

― ¿Qué esperas? – le digo al ver que no toma el trago, me mira con el ceño fruncido – bébelo.

― Yo no tomo  ―  contesta, haciéndome soltar una carcajada irónica ―  muy pocas veces lo hago  ―  agrega.

― ¿Por qué? ―   es la cosa más absurda que he escuchado el día de hoy.

― Cuando creses rodeado de vicios prefieres evitarlos.

― Pero si fumas   ― le recuerdo y lo miro achinando mis ojos levantando una ceja.

― Solo cuando estoy estresado  ―  me pasa el trago, encojo los hombros y lo bebo.

― Ajamm  ―  contesto, dejando el vaso sobre la mesa  ―  bueno beberás esta noche porque es la única forma de entrar en ambiente y de seguirme el paso  ―  me levanto acomodando mi falda, el DJ cambia el ritmo colocando salsa, siento como las melodías se adentran a mi sistema.

     » Espero sepas bailar, porque estaré perdiendo mi tiempo si no es así – sonríe de medio lado, pero hace todo lo contrario a lo que esperaba, toma asiento en la banca que acabo de bajar.

― Quiero una demostración de  que me enfrentare  ―  mantiene la sonrisa y me señala la pista, para luego colocar sus codos en la barra.

Lo miro por un rato con una ceja levantada para que me diga que es broma, pero no lo hace, por ello me doy vuelta, buscando una posible pareja de baile, observo a un moreno en las mesas del fondo, los morenos saben bailar muy bien, camino hacia su dirección con pasos decididos, estrello mi palma en la mesa para llamar la atención del grupo.

― ¿Bailas?  ―  deja el trago a medias, por el escaneo que me aplica.

― Claro belleza  ―  se levanta de inmediato, guiándome hasta la pista.

La canción "Aguarile de Hector Lavoe" comienza a sonar por los parlantes del lugar, comienzo a moverme lentamente esperando el inicio la canción, giro para ver a Naimer en la misma posición, le guiño el ojo para luego dar vuelta a lo que ritmo más movido empieza. 

Me muevo al ritmo de la música aplicando los pasos que me han enseñado desde pequeña, el moreno me hace girar mientras pasa por mi espalda colocando una mano en mi cintura guiándome en la coreografía que realizamos, toma de nuevo mano guiándome a dar semigiros en el mismo eje, como lo imagine sabe moverse, la canción baja de ritmo quedando solo en la percusión y la voz del cantante, doy vuelta con mi vista fija en Naimer quien lleva un trago a su boca, y sonrió de boca cerrada, hago movimientos circulares con mi cadera siguiendo el ritmo lento y el moreno no duda en pegarse a mí, el ritmo rápido comienza de nuevo y mi pareja de baile me hace girar, donde me señala hacer un solo, comienzo a mover mis hombros y piernas al ritmo intercambiando el sitio de mis pies, la música está por terminar, por lo que toma mi mano haciéndome dar tres vueltas seguidas, para luego tomarme de la cintura y lánzame hacia atrás, dándome la imagen invertida del chico de la barra.

Bailamos varias canciones más, no tengo quejas, es buen bailarín, un mesero me ha estado entregando tragos cada cierto tiempo, un sujeto castaño  y simpático le pide al moreno ceder la pareja de baile y este se hace a un lado dejándome en manos del castaño, que como todo latino sabe moverse, baila tan bien que se me olvida que vine acompañada, en los parlantes suena "Deseo insaciable de Wilser Andrés", mi compañero entra en confianza colocando sus manos en mi cintura atrayéndome a su cuerpo, mi abdomen toca el suyo y nos movemos a un ritmo sincrónico íntimo y atrevido. Sus labios tocan mis mejillas y lentamente trazan un camino a mi boca, pero toman la mano que tenía libre, haciéndome girar de una manera brusca sin perder el ritmo, estrellándome con el pecho del sujeto que se mueve como si no le hubiera robado la pareja de bailen a alguien.

― ¿Ibas a besar a ese sujeto en mi presencia?  ―  dice en mi oído, percibo el tono de molestia, levanto la cara para verlo y me hace girar quedando con su pecho en mi espalda  ―  ocasionarías una desgracia para familia del chico, se cuidadosa Wildflower.

Observo al castaño mirar con desconcierto, luego asiente y se va de la pista, doy vuelta confundida.

― Puedo hacer lo que me dé la gana  ― coloco las manos en su pecho para alejarme pero me toma por la muñeca haciéndome girar, se ríe en mi oído erizándome los vellos.

― No muñeca, no puedes besar o coquetear con otro en mi presencia  ― susurra ―  soy celoso con mi mío y eso te incluye.

Quiero quejarme, pero me hace dar vueltas, para luego colocar su mano en mi hombro y hacerme pasar por debajo el brazo, guiándome en una coreografía como si no estuviéramos discutiendo mis derechos. La canción termina, camino hacia la barra alejándome de él pero vuelve a detenerme.

― No me huyas que soy inofensivo  ― me sonríe, y se acerca con paso  ―  ¿querías bailar? Aquí me tienes  ―  lo miro mal y vuelve a reírse, a regaña dientes acepto.

El mesero pasa con tragos, y ambos tomamos, mi molestia se va disipando con cada canción al notar que es buen bailarín y conoce como bailar los diferentes ritmos latinos. La canción termina y decidimos que es momento de sentarnos un rato.

― ¿Cómo es que?..

― No fui a Cuba en vano  ―  responde antes de que termine la pregunta,  asiento con una sonrisa.

― ¡Que calor!  ―  exclamo quitándome la camisa a cuadros, quedando solo en top, siento como su mirada me recorre pero no dice nada.

El mesero coloca un mojito frente a mí, me indica que el sujeto al final de la barra lo ha enviado, Naimer lo toma y lo levanta hacia el chico para luego darle un trago, el sujeto se va del sitio, niego con la cabeza por su gesto.

― Es para mí  ―  se lo quito, dándole un sorbo ocultando la sonrisa y voltea los ojos.

― ¡Que calor!  ― me imita quitándose la chaqueta quedando en una franelilla blanca que deja ver sus tatuajes.

Varias chicas se quedan mirando a su sitio algunas le sonríen con picardía y él lo hace de vuelta, haciendo que estrelle en vaso en la barra.

― ¿Celosa? ―  su sonrisa se ensancha al ver que me cruzo los brazos.

― Pff  ―  bufo volteando los ojos ―   para nada.  ― me levanto caminando hacia la pista.

Lo escucho reírse y apresuro el paso, como se atreve a devolverle la sonrisa a esas zorras y en mi presencia, habla no coquetear con otros y hace lo mismo, no tiene moral. Me toma por la cintura pegándome a su cuerpo.

― Hablas en voz alta cuando estas molesta  ―  me dice con diversión  ―  y no coqueteaba con ellas, ¿porque lo haría? si te tengo a ti  ―  besa mi mejilla y volteo los ojos. 

― Suéltame  ― demando cruzada de brazos.

― no quieres que lo haga ―   susurra en mi oído, me guía al centro de la pista y me obliga a moverme con él.

Bailamos ritmos urbanos, y confieso que no imaginaba que Naimer bailara también, sus manos se mantienen en mi cadera mientras le bailo, el DJ decide cambiar el ritmo colocando Bachata, doy vuelta para tomarle el paso, coloco mis manos en sus hombros, apoyo mi cabeza en su clavícula, mientras que el rodea mi cintura con sus brazos colocando las palmas de sus manos en mi espalda.

― Dentro de unos minutos cumplo veinte años  ―  le digo en un tono casi inaudible, no sé porque lo he hecho pero digamos que es por el alcohol.

Parece que no logro oírme, las luces de la pista bajan dejando el lugar con poca iluminación, la melodía de la guitarra de la canción "solo por un beso de Aventura", Naimer echa su cabeza hacia atrás para obsérvame, y me sonríe de boca cerrada, decido hacer un paso atrevido agachándome al ritmo de la melodía estirando mi pierna entre las suyas sujetándome de sus caderas, levanta las cejas sin borrar la sonrisa.

― No juegues con fuego, muñeca  ― dice con voz más ronca que de costumbre y sonrió mientras subo lentamente.

― Siempre me ha encantado jugar con fuego ―  le digo cerca de los labios sin perder el contacto visual, el ritmo del un, dos, tres comienza y lo miro fijamente mientras me la canta.

Que solo por un beso se puede enamorar, sin necesidad de hablarse, solo los labios rosarse cupido los flechara.

Y solo por un beso...

Con ella soy feliz.

Tan solo por con besito me llevo al infinito y ni siquiera la conozco bien.

Me hace girar pegando su espalda a mi pecho, sin perder el ritmo y continúa cantando la canción en mi oído con un español perfecto.

Un beso significa amistad, sexo y amor, en cualquier parte del mundo no importa la religión.

Por un beso de su boca voy al cielo y hablo con Dios, acerco las estrellas de emoción.

Sus manos comienzan a recorrer mi figura, activando todos mis sentidos, ocasionando que contenga la respiración, mi corazón empieza a latir frenético, me doy vuelta lentamente encontrándome con una mirada de depredador, intensa e hipnotizaste, sin pedir permiso y sin avisar, se apodera de mi boca con dominio y deseo, sus manos trazan líneas por la parte descubierta de mi espalda enviando señales eléctricas a una zona en específico. Se separa en busca de aire, sonríe de lado y suelta mi cintura.

― Debo ir al baño, ya vuelvo  ―  se aleja, perdiéndose entre la gente que baila, dejándome confundida y caliente en el medio de la pista.

Camino hacia la barra, pido un trago y me lo sirven de inmediato, me giro a ver hacia la pista reviviendo lo que sentí hace pocos minutos, obligándome a pedir otro trago, lo levando para llevármelo a la boca pero toman mi codo deteniéndome.

― Déjame a mí  ―  lo arrebata de mi mano y lo bebe, para luego tomarme de la barbilla y unir nuestros labios pasándome el líquido.  ―  es hora de irnos.

Toma mi mano y me saca del establecimiento, el sujeto que musculoso de la vez pasada se encuentra en la entrada con mi bolso, la camisa y su chaqueta, ni siquiera note que estaba aquí. Naimer se coloca la chaqueta, mientras yo lo imito con la camisa, caminamos hacia donde se encuentra la motocicleta.

― Date vuelta  ―  ordena sacando un pañuelo del bolsillo de chaqueta, lo miro con el ceño fruncido ―  confía en mí.

Hago lo que me pide, sintiendo como lo coloca sobre mis ojos y amarrándolo detrás de mi cabeza, asegura el casco y me indica como subir a la motocicleta, paso mis brazos por su cintura cuando la comenzamos a movernos, el viento acaricia mi rosto y apoyo la cabeza en su espalda.

«Que está pasando contigo, Nayana» es la frase que se repite una y otra vez en mi mente, y la respuesta es un «no lo sé»

La velocidad comienza a disminuir hasta que nos detenemos, el motor se apaga y me separo del chico, el cual se baja para luego ayudarme hacerlo,  escucho el sonido de las olas golpear la arena.

― ¿estamos en la playa?  ―  pregunto cuando me quita el caso, pero no contesta solo se ríe, me guía con una mano alrededor de mi cintura.

Me indica detenerme y esperar un momento, escucho pasos alejarse apresuradamente y volver, luego una manos posarme en los costados de mi cintura susurrándome al oído que puedo quitarme la venda, no lo pienso dos veces.

― Oh por dios  ―  llevo las manos a mi boca, sorprendida por lo que mis ojos presencian.

― ¿Muy romántico para tu gusto?  ―  pregunta, abrazándome por completo.

Mis ojos se empañan, y recorren todo el lugar, frascos de vidrios con velas dentro de ellos formando un camino hacia un toldo de telas, frascos formando  la palabra "Happy Birthday My Wildflower" en grande, con pequeñas flores blancas alrededor de cada letra, pequeños grupos de flores por toda la orilla de la playa. Giro para verle la cara y tiene esa hermosa sonrisa que le llega hasta los ojos.

― ¿Creíste que no escuche?  ―  pregunta y asiento con las mano aun en la boca  ― Feliz cumpleaños mi flor salvaje.

Lo abrazo, un abrazo que pasa a un beso, me estrecha fuertemente y no dejo de sonreír, es la sorpresa más bonita que me han dado en mis ya veinte años de vida, me guía hasta el toldo, donde una pequeña mesa alumbrada por dos velas con vista al mar, nos espera con dos platos de comida.

― ¿En qué momento hiciste todo esto?  ― le pregunto, estuvo todo el rato conmigo después de haberle dicho.

― Tengo ciento de personas trabajando para mí ― se encoje los hombros  ―  solo les dije como quería todo y aquí tienes el resultado.

― Imbécil  ―  lo goleo y se ríe  ―  ¿Qué comeremos?  ―  tomo asiento en uno de los cojines, hace lo mismo para luego tomar la tapa de la charola mostrándome lo que hay dentro de ellas ― Hamburguesas, que sofisticado.

Hablamos un poco mientras comemos, se burla de mí ganándose algunos golpes, me cuenta sobre algunas travesuras que terminaron con persecuciones policiacas y su padre sacándolo de una celda.

― Entonces te arrestaron por robarte un carrito de palomitas del parque  ― me rio, golpeando mis piernas.

― Te juro que las iba a comprar pero no me gusta esperar y la cola era inmensa, no tenía otra opción  ― se encoje los hombros  ― y quería comer palomitas.

― No me jodas  ―  continuo riéndome.

Se levanta saliendo del toldo, regresa con un pastel de chocolate con lo que parece veinte velas encendidas, cantando el cumpleaños, me rio cuando se equivoca en la letra, puedo decir que este día me he reído muchísimo, quien diría que un tipo tan serio a simple vista era capaz de hacer reír a una amargada como yo.

― No sé si te gusta el chocolate, pero como a mí me gusta pensé si no se la come lo hago yo.

― Muy astuto de tu parte pero si me gusta el chocolate  ―  deja el pastel sobre la mesa  ―  ¿es momento del deseo? ―  asiente.

Soplo las velas sin pedir nada, porque lo único que deseo en estos momentos lo tengo de frente, paso mi dedo por el pastel quitando chocolate que lo decora llevándolo a mi boca de manera seductora y cierro los ojos disfrutando el sabor del cacao. Cuando vuelvo a abrirlos tengo la mirada intensa del chico siguiendo mis movimientos.

― ¿ocurre algo? ―  pregunto con inocencia.

No contesta, solo se agacha para tomarme de las piernas levantándome como una pluma, su boca busca con desespero la mía, enrollo mis piernas alrededor de su dorso, comienza a caminar dejándonos caer sobre un colchón que apenas noto que estaba aquí, su lengua se apodera de mi boca, bloqueando todos mis pensamientos racionales.

― Déjame llevarte al país de las maravillas  ―  me dice al oído para luego comenzar a repartir besos húmedos por mi cuello, haciéndome cerrar los ojos.

― Te doy el poder de hacer conmigo lo que quieras  ―  contesto entre jadeos.

Vuelve a mi boca, me deshago de la chaqueta y franelilla que cubrían su dorso deleitándome con su pectoral y abdomen marcado, mis manos toman vida propia al tocarlo, mis dedos trazan la V de sus caderas acusando un gruñido ronco, que me hace empapar.  Sus manos recorren mis piernas, mientras su boca devora la mía, se separa para mirarme a los ojos y nos observamos por varios segundos, tiene las mejillas sonrojadas y las pupilas dilatadas, puedo aseguras que debo verme igual.

Baja su rostro hasta mi abdomen, y comienza a repartir besos de manera ascendente hasta llegar a la tela de mi top, subiéndolo lenta y tortuosamente con sus manos, pasa su nariz por el espacio entre mis senos, haciendo que un gemido escape de mi boca, lo jalo por el cabello para volver a unir nuestras bocas. El sonido de un móvil comienza a escucharse, y por el calor del momento nos conviene ignorarlo, con sus manos quita mis tenis, para luego con un brazo levantarme quitando la camisa a cuadros. El sonido del móvil sigue insistiendo, me jala por las caderas para que sienta su masculinidad, mi falda se levanta y que lleve una mano a mi zona intima me hace gemir, su boca deja la mía para trazar un camino  hacia abajo, dedicándole atención a mis senos, haciendo me arquear la espalda y gemir por el placer que me provoca.

Se escuchan pasos fuera del toldo haciendo se incorpore rápidamente, lleva su mano a su espalda baja, empuñando un arma, me señala que haga silencio mientras quita el seguro de la antes mencionada, recoge la chaqueta y me la lanza para que me cubra,  camina sigilosamente sin dejar de apuntar a la sombra que se observa parada fuera del toldo, corre la tela.

― Siento interrumpir señor y señorita  ―  habla el tipo musculoso levantando una mano y cubriendo sus ojos con la otra.

― Estoy vestida  ―  le informo con algo de vergüenza.

― ¿Qué sucede Dalton?  ―  no quisiera estar en la posición del sujeto, que ahora sé que se llama Dalton, porque el enojo de Naimer se siente hasta mi posición.

― Tenemos problemas  ―  me mira para luego acercarse a terminar la oración de manera confidencial.

― Maldito  ―  dice y luego se regresa,  toma la franelilla del  suelo vistiéndose rápidamente, mientras sigo con la mirada sus movimientos ―  muñeca, debo irme, uno de mis chicos te llevara a casa, discúlpame –me da un beso corto para luego irse.

Escucho el motor de la motocicleta, para luego poco a poco volverse inaudible, un sujeto se para fuera del toldo y me tomo unos minutos mirando mí alrededor y pensando en lo que acaba de pasar, veo el pastel, las velas, me coloco los tenis, arreglo mi cabello, para dirigirme al sujeto.

― Soy Benson, estoy encargado de llevarla ―  informa apenas me ve, asiento y comienza a caminar.

Miro como en algunas velas se ha extinguido la llama, me detengo mirando la decoración de la orilla del mar y me desvió caminando hacia ella tomando varias flores, me acerco al agua.

― Gracias Naimer  ―  pronuncio en voz baja lanzándolas a las olas, conservando una para el recuerdo.

Corro hacia la camioneta aparcada, la abordo, Benson coloca el auto en marcha, apoyo mi codo en la ventana sosteniendo mi cabeza con una sonrisa.

Estas jodida, Nayana.

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HOLAAAAAAAAAAAAA.

Eso estuvo 🔥👄🔥, le confieso que me costo un montón escribir esas escenas y espero haberles dado algo digno😌.

Quiero agradecerle a todas las chicas que comentan en mis publicaciones de Facebook, lo mucho que les gusta la historia, ayuda a nuevas personas se animen a leerla, son un sol nunca se apaguen ♡♡

AQUI FOTOS DEL QUE LE DERRITE LA MANTEQUILLA A LA NAY. ♡_♡ Y A TODAS NOSOTRAS. JEJE.


Y COMO ESTABA VESTIDA NUESTRA GRUÑONA.


No les mentire diciendo que no vemos el próximo viernes porque no lo sé, espero que la historia les siga gustando💖

Casi se me olvidaba, quiero que comenten en esta seccion algo que quieran leer en un próximo capitulo, Una escena, la persona que de la mejor idea y sea más apoyada se llevara la dedicatoria del capitulo. 😎🎉

Sin más que decir me despido, los quiero muchisimo, gracias por el apoyo💋💘

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