Catorce

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Capítulo 14: Visita a la villa de los rechazados.


El invierno en Dion está siendo crudo, de una forma en la que no se había visto en décadas. Yeonjun estaba más que acostumbrado a lidiar con ello por su cuenta, pero por primera vez tenía compañía (además de la de su hijo, claro). Fue un poco extraño al principio, sin embargo, en cuestión de unas semanas se acostumbró al acogedor caos.

El trío de jóvenes dragones, pese a que resultaban algo hiperactivos y ruidosos para el calmado ser de Yeonjun, eran bastante serviciales. Siempre permanecían al tanto de cualquier cosa en la que pudieran colaborar, sacándole muchas risas con sus variadas ocurrencias.

HueningKai era otro caso distinto. Si tuviese que catalogarlo en dos palabras, Yeonjun lo denominaría como silencioso y gruñón.

Siempre aparecía de la nada, propinándole enormes sustos a Yeonjun y acabando por disculparse en un susurro, solo para desaparecer a los pocos segundos. Ha intentado cuestionarle a dónde va, incluso pensó en seguirlo muchas de esas veces, pero las rudas heladas lo hacían retroceder. Además, no estaba muy cómodo con la idea de dejar a su hijo solo, no porque desconfiara de los tres dragones, sino porque conocía a su pequeño dragoncito y la última vez que lo dejó sin vigilancia se encontró con una ventana rota y a su hijo con un Portfolio en brazos diciendo que este era su nueva mascota. No quiere ni imaginar que clase de criatura sería capaz de meter a su casa si convence a los tres dragones de ayudarlo.

Aún así, cuando ve a HueningKai preparándose para salir a un lugar desconocido, decide que irá con él. Le asigna el cuidado y la vigilancia de su hijo al dragón que creé más responsable (Hayate parecía ser el más sensato de los tres) y corre a abrigarse, colocándose la cálida capa que el dragón le regaló, cubriendo bien sus alas bajo la borrega y se coloca un tierno gorrito con un enorme pompón en el centro. Una vez que está listo, se posa al costado de HueningKai, quien lo otea con extrañeza.

—¿A dónde vas?

Yeonjun se balancea un poco sobre sus pies, tomando entre sus manitas enguantadas la correa de su morral ya bastante remendado.

—Te acompañaré.

El ceño del dragón se frunció.

—No necesito compañía.

Yeonjun abultó un poco sus labios.

—¿A dónde vas siempre? —Preguntó directo, notando la forma en la que el dragón se tensó —. Cada que regresas lo haces agotado y con golpes.

—No necesitas saberlo —respondió en un tono más rudo de lo que deseaba, provocando que el hada arrugara las cejas. HueningKai se maldijo a sí mismo, sabiendo bien que cuando Yeonjun hacía eso era porque comenzaba a molestarse.

Hizo lo que mejor sabía hacer al desconocer cómo manejar las emociones ajenas: le dio la espalda y se distrajo echando cosas a su morral. Sin embargo, Yeonjun no se rindió y buscó colocarse al frente suyo de nuevo.

—Me gustaría saberlo, considerando que estás viviendo en el mismo lugar que mi hijo.

Suspiró con cansancio. Por alguna razón que no quería admitir, le importaba lo que el hada pudiese pensar de él y dado que todo Dion ya se hallaba en su búsqueda al haber sido declarado enemigo del reino, no quería que Yeonjun viera su cara en los variados afiches de búsqueda.

—No es nada malo, te lo juro —prometió, viéndolo unos segundos al rostro con agotamiento. Se veía muy honesto, pero Yeonjun no podía permitirse confiar demasiado, no con su hijo cerca.

Hizo una mueca.

—He sido muy honesto contigo, así que me gustaría recibir lo mismo a cambio. Me parece algo justo.

HueningKai se rindió.

—Estoy consiguiendo insumos, ¿Está bien?

—¿Insumos?

Rascó su cabeza con pena. Yeonjun vio como sus mejillas adoptaron una coloración rojiza, combinando bastante con sus alas y las escamas esparcidas en su cuello.

—Ya sabes, para pasar la helada. ¿O crees que toda esa leña y comida apareció de la nada? —Hizo un ademán torpe con su mano, evadiendo su mirada al observar sus pies.

—Pensé que... Pensé que habían sido los dragones.

Kai negó. Jamás volvería a darles un hacha a esos tres revoltosos.

—Ellos son mejores pescando, la última vez que traté de enseñarles a cortar madera casi le quitan la cabeza a Hayate —confesó, acercándose a la puerta de salida y tomando el pomo entre sus dedos, empero, Yeonjun se aferró a su brazo.

—¿Hoy qué irás a conseguir? Tal vez pueda ayudarte —insistió. Kai lo observó sin decir nada. Ya no se quejaba de lo insistente que era, en realidad se había acostumbrado y hasta le resultaba tierno, sin embargo...

—Yeonjun, hace frío —trató de hacerlo entrar en razón.

Para su desgracia, el hada jamás desistía.

—Ya me abrigué bien, ¡Mira! —Le mostró su gorro y la capa que cubría sus alas. HueningKai sabía que eso no bastaría para enfrentar los menos quince grados o quizás peor que hacían en el exterior, así que se quitó su propio gorro de invierno, asegurándose bien de cubrirle el cuello al ponérselo.

—Vas a congelarte así, hada —le reprendió. Rebuscó entre algunas cosas que tenía colocadas al costado de la puerta y le extendió una capa mucho más gruesa y abrigadora que la que tenía. Esta poseía capucha y estaba cubierta de forro tanto por dentro como por fuera —. Ten, conseguí esto la vez pasada. Tal vez te quede.

«Debió costar una fortuna» pensó, preguntándose cómo es que el dragón la habría obtenido.

—Te la devolveré al regresar.

HueningKai fingió no escucharlo y en su lugar, dijo; —Cubre bien tus alas —Yeonjun acató la indicación, asegurando todos los botones y procurando sus frágiles extremidades en todo momento. No quería romperse un ala por ser descuidado —y no te alejes de mí en ningún momento, ¿Está bien?

Evitó preguntarle a qué clase de lugar iban a meterse y se limitó a asentir, aferrando su puño a la parte trasera de la capa que llevaba colocada el dragón, empero, Kai se dio cuenta y luego de alzar una ceja, terminó deslizando su mano por su brazo hasta entrelazar sus dedos.

Así no iba a perderlo entre el nevado camino, porque sí, solo por eso tomaba su mano, para no perderlo (déjenlo engañarse a sí mismo un poco, no tiene nada que ver con los cálidos dedos que se ven tan pequeñitos a comparación de los suyos, por supuesto que no, ni con lo bien que se siente la diminuta palma de tersa piel contra la suya rasposa y con cicatrices).

Marchan cerca de media hora entre el camino cubierto de blanco y a medida que se adentran en la espesura, el frío incrementa de forma considerable. Yeonjun se estremece y por reflejo se aproxima en busca del calor del dragón.

—De verdad hace frío.

HueningKai le dio un apretón a su mano.

—Te lo dije —regañó.
—Si quieres volver, dime y te llevaré de regreso.

—No, está bien. Esta capa es muy abrigadora —Yeonjun lo tranquilizó —. ¿Cuál es este camino? Nunca había ido por aquí.

HueningKai le ayudó a cruzar por un tronco que servía de puente en un arrollo bastante alborotado por el viento aleteando por un costado suyo con sus enormes alas rojas.

—No muchos lo conocen. Jake me lo enseñó cuando éramos jóvenes.

No pudo evitar que algo incómodo hiciera su estómago revolverse.

—¿Eres muy cercano al príncipe?

Todo Dion era consciente de la cercanía del heredero con ese dragón en específico, que incluso malas lenguas esparcían rumores de un amorío entre ellos dos. Yeonjun no quería creerlo, pero en ocasiones no sabía qué pensar.

El dragón lo pensó un poco. ¿Qué tan cercano era a Jake? Decir que poco sería una mentira, porque conocía sus inseguridades y muchas de sus mañas, como su costumbre a actuar de héroe para los más desafortunados, también sabía que le gustaba abrazar cosas suaves al dormir y que adoraba las galletas de jengibre. Había crecido con él, así que no fue difícil aprender a notar cuando mentía diciendo estar feliz al cien por ciento con su vida dentro de la corona, aunque Jake también había aprendido cosas de él que nadie más sabía, ni siquiera el mismo HueningKai.

—Crecimos juntos en el castillo, así que supongo que sí. Su alteza me llamaba su tercer hijo.

Yeonjun se detuvo, mirando al dragón directo al rostro. Kai tenía una expresión neutra que quería aprender a descifrar.

—Eso es lindo. No todos tienen la suerte de encontrar algo así, ¿Sabes?

—Lo sé.

Hubo un destello en sus ojos y ahí lo entendió.

—Lo extrañas.

—¿Eh?

—Extrañas a Jake, se nota en tus ojos —señaló —. ¿Tú...?

Negó de inmediato.

—No te hagas ideas, hada —quería a Jake, sí, pero no de ese modo y aunque lo hiciera, ambos eran demasiado controladores como para elegir ceder en una relación —. Jake es como mi hermano, jamás lo ví de otra forma.

—Oh, entiendo —susurró, hinchando sus labios un poco —. ¿Alguna vez tú... Tuviste a alguien especial?

Se balanceó sobre sus pies, dejando caer la pregunta con una pizca de timidez. Nunca había visto a HueningKai con alguien más que no fuese el príncipe de Dion, por lo que estaba curioso al respecto. Tenía que cerciorarse de que no tuviera alguna ex pareja en la cual siguiera pensando, ¡Que horror sería eso!

Lo vio alzarse de hombros.

—Creo que la única relación especial que he tenido es mi hermandad con Jake, pero si lo que quieres saber es si he tenido parejas, la respuesta es no —contestó con simpleza. A paso lento, se acercó hasta quedar a unos cuantos centímetros de distancia. Tenía las manos en sus bolsillos y sus ojos parecían explorarlo con atención; primero sus ojos, luego su pequeña nariz y al final, sus gruesos y rosaditos labios que lo llamaban —. ¿Y tú?

Sintió sus mejillas arder, así que agachó la vista.

—No creo que se le pudieran llamar parejas —murmuró.

Entonces, las cejas del dragón se fruncieron de nuevo, haciendo ese gesto enfurruñado tan habitual en él. Yeonjun quería sugerirle que dejara de hacerlo tan seguido o le saldrían arrugas, pero prefirió callar.

—¿A qué te refieres?

Torció sus labios en una mueca. Ni siquiera tenía el valor para dejar de verlo por debajo de sus pestañas.

—Todos quieren poner sus manos sobre la bonita hada, pero al final del día terminan por irse al saber el compromiso que implica. Un padre soltero parece ser demasiado para soportar.

Sus manos picaban, poniéndolo ansioso y en una especie de mal humor que no era culpa de Yeonjun. Quería decir tantas cosas, aunque su lengua parecía no ser capaz de hablar y esa era la razón de su enojo.

Lanzó un gruñido y cerrando la distancia entre ambos, tomó entre sus manos el pequeño y redondo rostro, estampando sus labios con los del hada. Yeonjun se estremeció, sintiendo su espalda chocar con el tronco de un pino cubierto del manto blanco de la nieve.

HueningKai le mordió el labio y eso lo hizo reaccionar. Golpeó su pecho un par de veces hasta conseguir hacerlo apartarse. Lucía un poco desorientado y sus pupilas estaban dilatadas.

Alzó una mano para quitarle la nieve que tenía entre el cabello.

—¿Por qué lo hiciste?

Había reproche en sus ojos. Casi sintió el deseo de agachar la cabeza.

Yeonjun parecía molesto.

—No se me ocurrió una mejor forma de demostrarlo.

La bonita cara de Choi se arrugó por la confusión.

—¿Demostrar qué?

—Que no me importa si el compromiso es mucho.

Se relajó, esbozando una débil sonrisa.

—Tranquilo, lo sé —susurró.
—Por eso quiero cortejarte, sé que no eres alguien de cosas temporales.

Las orejas puntiagudas de HueningKai se alzaron con interés.

—¿Qué es lo que buscas exactamente de mí, hada? Y no digas que salir conmigo, eso ya lo sé.

—Si te lo digo ahora, te asustarás.

Su mano se apoyó en el tronco, justo a un costado de la cabeza de Yeonjun.

—Si asumes mi reacción, entonces nunca sabrás que es lo que en verdad haré.

Miró sus ojos, encontrando nada más que decisión en ellos. Tragó en seco cuando notó que Kai descendió la vista a sus labios.

—Beom necesita un papá. Otro papá.

Dio un par de pasos más, hasta que sus rodillas rozaron y sus alientos se mezclaron.

—¿Y qué es lo que necesitas tú?

El calor del susurro sobre su boca lo hizo estremecer.

—Alguien que me abrace cuando las noches sean frías —confesó, con las rodillas temblando y la piel de gallina —. Alguien en quien pueda confiar y apoyarme en su hombro cada que lo necesite.

—Tal vez yo pueda serlo.

Yeonjun ladeó su cabeza con confusión. ¿Qué era lo que quería decir?

—¿Tal vez?

Se alzó de hombros con ligereza.

—Depende de ti, si me dejas serlo, sí.

Abultó sus labios en un mohín que le sacó una sonrisa al dragón. Empezaba a darse cuenta de que Yeonjun era toda una ternura.

—Kai, no juegues así. Haces que mi corazón se ilusione.

Su mano presionó su pechito, justo donde su órgano palpitante se encontraba latiendo con prisa.

—No soy especialmente bromista. Cada una de mis palabras son en serio —no había sonrojo alguno en el dragón, aunque creía ver cierto destello al fondo del escarlata de sus iris —. ¿Te gustaría intentarlo y ver a dónde nos lleva esto?

Contrario a la forma en la que creía que reaccionaría, Yeonjun no se movió, tampoco saltó de la emoción ni nada similar. Solo lo miró de arriba a abajo.

—¿Por qué yo? Soy una simple hada más.

De repente, se hallaba nervioso. Rascó su nuca, sintiendo el sudor frío bajar por su espalda.

—Me gustas. Tal vez tengo un pequeño-gran enamoramiento contigo desde hace mucho tiempo, pero tenía miedo de hacer algo al respecto porque siento que yo soy demasiado grande, torpe y frío para ti —admitió de golpe —. Y no eres una simple hada más, eres alguien precioso, inteligente y fuerte. Crías a tu hijo solo, sin la ayuda de nadie y eso es admirable.

—Soy bastante empalagoso, ¿No te molestará eso?

Ya se había percatado de ello, aunque agradecía la honestidad.

—Y a mí me cuesta expresarme —elevó sus hombros por segunda vez —. Encontraremos la manera de funcionar.

Decían que los opuestos se atraían, así que HueningKai y Yeonjun iban a comprobarlo.

—Entonces, acepto —la sonrisa que curvó sus labios le pareció lo más hermoso que ha visto al dragón —. Por favor, cuida de mi corazón.

—Y tú cuida del mío.

Y lo besó, perdiéndose en lo suave de su boca y las pequeñas manos sosteniéndose con desesperación de su pecho.







En cuanto unas diminutas carpas empezaron a dibujarse entre tanto blanco del ambiente, HueningKai empujó a Yeonjun a su espalda, sin soltar su mano en ningún momento.

—¿En dónde estamos? —Preguntó, apretando su agarre en el brazo del dragón.

—Digamos que en algo así como "la villa de los rechazados".

El hada ladeó su cabeza a un costado pese a que Kai no notó su gesto.

—Es un nombre un poco... Grosero.

Huening esbozó una débil sonrisa.

—En realidad, solo yo le digo así. Aquí vienen a buscar refugio todos aquellos híbridos que han sido rechazados por sus tribus —Choi quedó perplejo al vislumbrar colina abajo una serie de casas bien construidas, hechas de ladrillo y destellando brillos por doquier. Había hadas y elfos, también creyó ver Portfolios cabalgando por ahí siguiendo a un enorme Escaron, ambas criaturas reluciendo su pelaje blanco y propagando alegre magia entre los rechazados.

—¿Cómo es que...? ¿Cómo hicieron este lugar? —Cuestionó en un hilo de voz.

—Fue una de las primeras proclamas independientes de Jake: crear un espacio seguro para todos aquellos que han sido despreciados por lo que son, aquí nadie hace eso. Estamos unidos por algo en común y es que todos somos híbridos.

Yeonjun miró de arriba a abajo al dragón.

—Yo nunca supe de este lugar. Quiero decir, ¿Hay que pagar o algo...?

Kai negó, horrorizado.

—No, por supuesto que no. Aquí puedes llegar e instalarte y echar raíces a tu antojo, aunque los residentes se han organizado y cada uno realiza una tarea. Ya sabes, en favor de todos —en cuánto cumplió los veinte años, Jake se involucró de lleno en el reino, realizando propuestas buscando el bienestar de los más desafortunados. Quizás había seres en el reino que no estaban del todo convencidos de que el silfo tuviese materia para ser el rey, pero aquellos a los que había ayudado no dudarían ni un segundo en respaldarlo —. Los Portfolio guían a aquellos que lo necesitan directo aquí.

Yeonjun frunció el ceño. Tal vez empezaban a pegársele algunas costumbres de HueningKai.

—¿Portfolios?

—Sí, las criaturas peludas. Esas que parecen cabras con ojos translúcidos —explicó, a lo que Yeonjun le lanzó una mirada obvia.

—Sí sé lo que son. Es solo que, uno siempre rondó por mi casa, incluso Beomgyu lo atrapó una vez pero...

Recordó a su niño estando tan empecinado en jugar con la criatura y aunque una parte suya sentía la necesidad de seguirla, debía ser razonable. Era más un ser de cabeza que de corazón, aunque se contradijo cuando adoptó a Beomgyu. Ahí ni siquiera lo pensó, solo actuó.

—Jamás te atreviste a seguirlo, ¿Verdad?

—Tenía que pensar en mi hijo. No podía solo seguir a una criatura a un destino incierto —se mordió el labio, suspirando con algo de amargura. Por supuesto que no era culpa de Beomgyu. Solo que al ver tan lindo lugar piensa en lo que habría pasado si hubiese elegido seguir al Portfolio. Tal vez su hijo tendría una mejor vida, con amigos y él no tendría que preocuparse todo el tiempo por trabajar hasta desfallecer.

Si tan solo el miedo no lo hubiera detenido.

Empezaba a sentirse como un fiasco de padre.

—Lo entiendo —su mano se apoyó en su hombro y por un instante, Yeonjun sintió que Huening leía los pensamientos que cruzaban por su mente —. Aquí Beomgyu será bien recibido, para que lo tengas en cuenta. Los elfos aman a cualquier criatura pequeña.

—Lo pensaré —musitó.

Avanzaron entre las casas. HueningKai saludaba con un breve movimiento de cabeza a aquellos que lo reconocían y Yeonjun les sonreía con torpeza cada que le dedicaban un gesto amable, aunque no dejaba de observar la espalda del dragón.

—No luces mucho como un híbrido.

Sin voltearse a verlo, respondió.

—Solo se nota cuando me transformo. Mi dragón es más pequeño y débil que el promedio.

Ahí recordó que nunca lo había visto transformarse, sintiendo la curiosidad empezando a crecer en su pecho. HueningKai es un dragón rojo y, por lo que Yeonjun ha leído, los rojos poseen unas escamas escarlata que brillan de manera espectacular durante el atardecer.

Apresuró el paso para posarse a su costado y se aferró de nuevo a su brazo, dándole una enorme sonrisa en cuanto los iris rojos del dragón se posaron en su rostro.

—Pero eso te hace más rápido, ¿No? Quiero decir, los otros dragones son enormes y dan miedo, pero son más pesados y lentos —dijo, repasando en su mente todo lo que había leído cuando se dispuso a aprender lo más posible sobre dragones para poder criar de la manera correcta a Beomgyu —. Ser pequeño te hace más ligero y rápido.

HueningKai parpadeó repetidas veces. Estaba impresionado por la deducción a la que el hada había llegado.

—Pues, creo que sí. Nunca lo había pensado de esa manera —tampoco era que fuese gran devoto de pensar en sus diferencias con otros dragones. No le gustaba sentirse pequeño al lado de otros.

Tiró un poco del brazo del hada y le señaló una casita de ladrillo pintado de blanco al fondo de un pasadizo.

—Ven, es por aquí.

Tocó la puerta. Había un par de flores y enredaderas adornando la fachada, además de un pequeño lago a un costado de la construcción. HueningKai sabía que ese cuerpo de agua congelado por la tempestad le pertenecía a Sunoo, quien le había insistido a Heeseung para colocarlo, asegurando que sería algo amigable para todos los visitantes.

—Hola, Hee —saludó al elfo que se ajustó las gafas en cuanto lo vio, como si creyera que se trataba de una ilusión.

En cuanto se dio cuenta de que era de escamas y hueso, pegó un brinco.

—¡Kai! Oh, por todos los elfos. Que bueno es verte. Sunoo en serio estaba preocupado —habló rápido, haciéndose a un costado para invitarlos a entrar a la parte frontal de la casa, la cual era una pequeña tienda de suministros. Yeonjun supuso que era a dónde HueningKai venía a conseguir insumos.

—¿Ha sucedido algo más de lo que no me he enterado?

Heeseung gimoteó.

—Todo está patas arriba, Kai. Theo ha enloquecido. Están cazando a todos los dragones. Sunoo escuchó que quieren expulsarlos al limbo.

—¿Qué? ¿Al limbo? —Chilló.

¡Eso era aún peor que regresarlos a Zaar! El limbo era tierra de nadie, precisamente porque ahí todo estaba muerto y no existía magia alguna que pudiese dotarlo de vida.

—Nadie sabe qué hacer. Si se descubre que ayudas a un dragón, el príncipe te declara como enemigo del reino en automático.

Quiso largar una risa sarcástica. Sí, él ya era uno de ellos y su cara estaba por todo Dion. De seguro algunos malintencionados o bromistas ya le dibujaron bigotes a su imagen.

A su espalda, el rostro de Yeonjun reflejó pánico. ¡Su hijo era un dragón, por todas las hadas!

Palpó el brazo del dragón, al cual se había mantenido aferrado desde que entraron y solo se separó de él porque HueningKai se giró en su dirección.

—Kai, ¿Qué pasará con Beom? No quiero... No quiero que me quiten a mi hijo.

Las rasposas y cálidas manos sostuvieron con cautela su suave rostro.

—No dejaré que eso suceda, te lo juro. Nadie te separará de él, sobre mi cadáver sucederá —prometió, luego, miró al elfo detrás del mostrador que no dejaba de pasar su mirada del hada al dragón, teniendo muchas interrogantes cruzando por su cabeza —. Necesitamos detener a Theo.

Heeseung largó una risa sarcástica.

—Buena suerte con eso, serán ustedes contra el príncipe y la reina.

Kai frunció el ceño, sintiéndose tenso y de cierta forma, traicionado.

—¿La reina Mina respalda a Theo?

Heeseung asintió.

—Eso parece, aunque no me lo creo del todo —hizo una mueca —. Las ideas de Theo son horribles.

—Su majestad siempre estuvo del lado de los dragones.

Heeseung lo observó con las cejas fruncidas.

—Kai, ¿Qué...?

—El día que nos llevaron al calabozo, percibí un aroma peculiar en los guardias reales. Era como... Belladona —contó.

El elfo brincó horrorizado.

—¡Imposible! Es una de las flores prohibidas —le dio un corto vistazo a Yeonjun, quien pareció entender lo que estaba pensando.

—Igual que la flor de dragón.

Heeseung entrecerró sus párpados, notando la evidente complicidad entre el hada y el dragón. Era la misma que tenía con su novio y con ese detalle supo que algo se estaba cocinando entre ellos.

—¿Qué saben ustedes dos que yo no sé?

Se llevó una mano al cuello, sintiendo la textura de sus propias escamas. Suspiró.

—Theo nos está tomando el pelo a todos. No es solo su odio por los dragones, quiere destrozar todo lo que Jake ama y para hacerlo tomará la corona a la fuerza. Si lo logra, será cuestión de tiempo para que descubra este lugar.

Si Theodore lo descubría, estarían en serios problemas.

—¿Qué propones que hagamos? Es el príncipe, no podemos plantarle cara como si nada.

Se mordió el labio un poco, pero al final terminó por hablar.

—Nosotros no, pero el verdadero heredero sí.

Heeseung exhaló con decepción.

—Sabes que estamos haciendo todo lo posible por restaurar los cultivos, pero la magia está débil. No podremos traer a Jake de regreso tan pronto.

HueningKai negó.

—No pensaba en su regreso, sino más bien en conectar con él. Revelarles las mentiras de Theo y hacer que el reino entero se dé cuenta de que Jake está vivo.

Lee evaluó su plan en su mente, identificando las fallas al instante.

—Theo limitó toda comunicación con el mundo exterior, Kai y recuperar los brazaletes será una misión suicida.

—No tenemos que recuperarlos, no si podemos construirlos. Sé cómo enlazarlo con el brazalete de Jake, solo es cuestión de que hagamos uno —bendito sea el momento en el que Jake le enseñó a vincular los brazaletes a distancia. Bastaba con rastrear su huella mágica en Lakveria y con un poco de suerte, se enlazaría al instante, ya que solo los miembros de la familia real o criaturas con cargos importantes poseían un brazalete.

La mirada de Heeseung reflejó pena.

—Puedo intentarlo, pero no soy muy bueno combinando la tecnología con la magia. No tan bueno como...

—Tu hermano —Lee apretó su mandíbula.

—No creo que quiera.

Su hermano adoptivo era bueno, por desgracia, resultaba ser demasiado ermitaño también. Detestaba las visitas sin aviso previo y Heeseung sabía que no estaría nada contento de tenerlos de sorpresa.

—Tenemos que intentarlo, por favor. Taehyun es de los mejores, si ustedes dos los intentan juntos ganaremos más posibilidades de éxito —pidió, casi rogando. No se trataba de limpiar su imagen, tampoco de recuperar su título. Se trataba de salvar a criaturas inocentes.

Heeseung se mordió el labio con nerviosismo. Pensaba en todas las posibilidades de triunfar, pero también en las probabilidades de fracasar.

—Sunoo podría colarse en el castillo y meterse en el sistema —murmuró, sabiendo que su novio era una de las hadas de mayor confianza de la reina Mina.

Yeonjun se balanceó sobre sus pies, alzando su mano un poco para hablar.

—Si realmente hay belladona en el castillo debe tener mucho cuidado, necesitará un bloqueador que lo proteja de sus efectos hipnóticos —advirtió —. Puedo fabricarlo.

Era fácil hacerlo y en ese instante agradecía bastante poseer variados conocimientos sobre herbolaria y hechicería.

Por desgracia, HueningKai no parecía nada contento con la idea de que acabara metido en todo ese embrollo.

—Yeonjun, no, tú debes volver a la cabaña y refugiarte con Beomgyu. Los dragones cuidarán de ustedes.

El hada dio un respingo.

—¡Pero los necesitan! Tú también deberías llevar un bloqueador para la flor de dragón. Está modificada y sus efectos son mucho más fuertes, serás completamente manipulable si caes ante ellos —advirtió. Por suerte había tenido tiempo de estudiarla, así que no le sería muy difícil idear una fórmula para contrarrestar sus efectos —. No voy a dejarte hacer esto solo, iré contigo, quieras o no.

Heeseung, quien se había separado unos instantes de su pequeña discusión, habló.

—Si tienen refugiados con ustedes, estarán más seguros aquí. Los híbridos nos cuidamos unos a otros y a sus familias —dijo, recordando la mención de un pequeño y los protegidos de HueningKai. El dragón le asintió y luego devolvió su vista al hada, encontrándose con los ojos azules más decididos que ha visto en su vida.

—No hay forma en la que te haga cambiar de idea para no formar parte de esto, ¿verdad?

Yeonjun negó, sus hebras rosas se sacudieron con el movimiento.

—Podrás gustarme mucho, pero nadie puede detenerme. Ni siquiera tú.

—Bien —se rindió, dejando a un Yeonjun feliz de cooperar. Kai le indicó a Heeseung que él también se sumaba al plan, así que el elfo le sonrió con amabilidad.

—¿Necesitas algo de tu cabaña? Enviaré a dos híbridos de confianza para que las recojan, también traerán a sus refugiados.

—Uh, un par de cosas, pero creo que lo mejor es que vaya yo. A mi hijo le están creciendo sus colmillos y muerde a todo el que se le acerca.

Ah, el pequeño Beomgyu estaba demasiado ansioso por la comezón en sus encías. Por suerte HueningKai sabía la forma perfecta de ayudarlo a lidiar con ello y le llevaba todos los días sin falta cosas que podía usar para morder.

—Me recuerda a cierto revoltoso —Heeseung le dio un vistazo burlón a HueningKai. Lee tenía seis años más que él y al igual que con Jake, lo conocía desde que eran unas crías, por lo que Heeseung lo vio en su etapa de crecimiento de colmillos. Murmuró una maldición que Yeonjun no alcanzó a escuchar, pero supone que el elfo sí porque su sonrisa se ensanchó —. Le diré a Mingi y San que te escolten.

Yeonjun le agradeció y pronto dos silfos entraron, siguiendo todas las órdenes de Heeseung. HueningKai se acercó al hada, sin saber si debía darle un abrazo o quizás tomar el atrevimiento de unir sus labios.

Choi pareció notar su debate, por lo que tiró de su brazo para juntar sus frentes.

—Vuelvan a salvo, ¿Sí? —Casi rogó. Yeonjun le dedicó una sonrisa beatífica.

—Lo haré —prometió.

Fue llamado por los dos silfos, por lo que se alejó, despidiéndose con su mano antes de darse la vuelta y salir por la puerta. Una vez que se encontraron solos, Heeseung le sonrió con picardía.

—Se ve que es fuerte y valiente.

Su rostro se tiñó del mismo tono de rojo que sus escamas.

—Sí, lo es —susurró, con su vista aún clavada en la puerta por dónde Yeonjun había salido.

El suspiro que se escapó de sus labios fue inconsciente.

Heeseung chilló emocionado.

—¡Estás enamorado!

En lugar de exaltarse, el dragón se sonrojó con más fuerza. Cruzó sus brazos sobre su pecho y desvió su mirada a un costado.

—Yo... ¿No es muy pronto?

El elfo se alzó de hombros.

—No creo que exista un tiempo determinado. Es distinto en cada uno —con Sunoo había sido fácil, había confianza y una conexión singular entre ellos que le facilitó el caer por él —. Tampoco te presiones tratando de averiguar lo que sientes, tan solo fluye.

HueningKai frunció el ceño.

—No creo que estemos en un buen momento para "fluir".

Heeseung rodó sus ojos. ¿Cómo era posible que ese tonto hubiese captado la atención de una de las hadas más hermosas de Dion?

—El amor no tiene límites, Kai.

—Claro —su voz no sonaba del todo convencida, así que al elfo no le quedó de otra más que rendirse. Su amigo era demasiado cabezota.

—Saldremos mañana por la mañana. Toma todo lo que creas necesario y descansa.

Sunoo no llegaría hasta entrada la noche, así que se encaminó al piso de arriba dispuesto a ordenar todo lo que iban a necesitar. HueningKai murmuró una breve respuesta, viéndolo marcharse con un montón de pensamientos amontonándose en su cabeza.

Solo fluye.

Pensó en Yeonjun. En lo bien que se sentía tomar su mano y en la calidez que se instalaba en su corazón cada que sonreía por su causa. El orgullo que sentía al verlo disfrutar de las comidas que le preparaba con todo lo que conseguía intercambiando leña y lo correcto que era el pasar tiempo juntos con Beomgyu y sus protegidos.

Parecía como si todo encajara.

Corrección. Todo encajaba cuando estaban juntos. Eran como las piezas sueltas de un rompecabezas que por fin habían podido unirse.

Sin quererlo, formaron una pequeña familia y HueningKai iba a pelear con garras y colmillos con tal de defenderla.



A alguien se le perdió la lista de dedicatorias, así que qn no haya recibido una ya y quiera me dice aquí ajsjdj.

No lo corregí porque no me dan las neuronas pero no quería dormirme sin subir esto, así que aquí esta y mañana arreglaré lo que se me haya escapado.

Ah, por cierto, se vienen tensiones entre los papitos fav así que prepárense mentalmente, pero no se preocupen que son de las chidas. (Terminaba en el sinrespeto, ah).

Gracias por leer<3.

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